Spinoza es un autor que, cada vez que se encontró un problema de una dimensión simbólica, no dejo de expurgarlo, de cazarlo, de intentar mostrar que era una idea confusa de la peor imaginación. El profetismo es el acto por el cual recibo un signo y por el cual emito signos. Hay una teoría del signo en Spinoza que consiste en relacionar el signo al entendimiento y a la imaginación más confusa del mundo, y en el mundo tal como es según Spinoza, la idea de signo no existe.
Hay expresiones, nunca signos. Cuando Dios revela a Adán que la manzana actuará como veneno, le revela una composición de relaciones, le revela una verdad física y no le envía un signo. Se invocan los signos en la medida en que no se comprende nada de la relación substancia-modo. Spinoza dice mil veces que Dios no hace ningún signo, da expresiones. No da un signo que remitiría a una significación o a un significante (noción demente para Spinoza), él se expresa, es decir que revela relaciones. Y revelar no es ni místico, ni simbólico. Revelar es dar a comprender. Él da a comprender las relaciones en el entendimiento de Dios. La manzana cae, es una revelación de Dios, es una composición de relaciones... Si hay un orden de las filiaciones en Spinoza, evidentemente no es un orden simbólico, es un orden que, cada vez más, nace de la Naturaleza, y la Naturaleza es un individuo, un individuo que engloba todos los individuos, hay un orden de composición de relaciones y es necesario que todas las relaciones sean efectuadas. La necesidad de la Naturaleza es que no haya relaciones no efectuadas. Todo lo posible es necesario, lo que significa que todas las relaciones han sido o serán efectuadas. Spinoza no hará el eterno retorno, la misma relación no será ejecutada dos veces. Hay una infinidad de relaciones, la Naturaleza entera es la totalidad de las efectuaciones de todas las relaciones posibles, entonces necesarias.
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