Ya es tarde – pensé mientras limpiaba mis manos – casi cinco minutos tarde de mi hora de almuerzo.
Camino del bar, conforme se acumulaba la sensación de hambre advertí que Marcelo comería hoy en casa, alejado de nuestra compañía por una especie de vergüenza ajena, la misma que le aconsejo no saludar para montar en el coche.
Más tarde encuentro a Pablo en Casa Merche y cojemos mesa en la terraza, al entrar saludamos a Juana que se encuentra en una mesa sola, por lo que la acompañamos.
Juana tiene genio pero cae bien, es buena mujer en opinión de todos. En cuanto a mí, igual, una mujer en toda regla… la conversación surgió así:
«Saludo a Don Serafín! – alzó la voz algo frustrada – y tuvimos una charla en plena calle, después salto el tema de los salarios y para que, ¡no entiendo como no proceden al despido libre!,- fue lo primero que salió de su boca,- la empresa esta muy mal y ahora el que sale perdiendo, ¡siempre! es el empresario, la persona que arriesga e intenta sustentar el mercado, ¡pero bueno! , ¿como alguien puede ser tan cerrado? ¡Valla tío fascista! - relataba Juana muy dolida y enfurecida – si fuera por el ¿para que íbamos a pagar por la seguridad social?
Ahora eso si, valla casa tiene el pobre hombre, ¿sabes Pedro como consiguió tal cosa?
Si que sabia, pero conteste negando.
Pues engañando como no, a los bancos cuando se podía eso si, cargando hipotecas ha miserables incapaces de pagar, así se llevo mucho dinero limpio salido de Unicaja.
No encuentro palabra que impida herir a esta persona, sereno asiento con toda la cabeza, mis ojos se medio cierran organizando una expresión muy emotiva de comprensión mutua y con todo y más respondí. Lentamente consiguiendo imprimir un detalle humorístico.
«Un lujitos sinvergüenza de esos Juana, cerrados y orgullosos, amantes del dinero y el poder como me cuentas, mira lo que ocurrió con un conocido primo hermano de tu jefe. Este compró un mercedes de alta gama, sillones de cuero, textura suave y cómodos como ellos solos, más para prevenir grietas y roturas, o como acto de galantería los resguardo con fundas, de un cuero mejor y mas caro aún. ¿No calyó el pobre hombre tan preocupado de su posición, en lo poco estético de la unión? Más imbécil incluso que comer pan con pan…»
«Siempre – asintió sorprendida Juana – juzgan sobremanera el poder del dinero, se convierte en su cárcel Pedro. »
Ahora le inunda la risa, esta claro que no ríe por una tendencia alegre, en este punto la tendencia que accionó era indirectamente triste. Tristeza que tras las risas consigue afianzar un poco más ese odio enmascarado.
Camarero tráigame la cuenta.
Después salimos del bar y caminamos al curro por esa gran pendiente curva que te destroza el gemelo. Ya arriba Marcelo cruza frente a nosotros.
¿Ya llegan los señoritos del Bar?
Para no ser menos conteste « Para señorito tu, el comiditas en casa con ración de laxante incluidas, si de esas que no se indigestan. »
«¡Otra vez se a cagao! » Exclamó Pablo en una gran carcajada.
Marcelo rió más aún. «Me as pillado Pedro, ahora eso si me costó encontrar el palustre en medio de tanta mierda»
Esa guarrería me impresiono, en la falta de vergüenza hacia lo asqueroso.
Ya se marchó, más tarde termine el trabajo y volví a casa, junto a mi mujer e hijos.
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