Ideas que pasaron años en boca de todos creando grietas de imaginación, empañando la claridad en esta, después llego “el cielo” y dejo de ser mundo inteligible, así ideas disfrazadas de ángeles divinos charlaban en cavernas con religiosos metódicos y hasta se escuchó que hacia falta morir para conocer a Dios.
Después quien sabía algo callaba, disfrazaba sus ideas en imágenes populachas, el poder recogía imágenes y creaba situaciones de conveniencia entre santos, luego hablaron sobre ideas camufladas indescifrables y cayeron enfermos muchos, reprimidos en un cuerpo inútil y angustiado, frenado por el saber de estos maltrechos creyentes.
Nietzsche cedió, renegó de si como el que trasciende, y disfrazó imágenes en ídolos de barro con prosa salvaje y delicada, llamó la atención del pueblo para invocar verdades insoportables y les rompió los oídos.
Spinoza fue anterior, en todo, como constructor metódico creo una red de araña dotando de orden caótico al intelecto, red capaz de relacionar un punto sobre otro cualquiera con belleza y precisión geométrica. El manual se llamó Ética, centrose en el poder y no en el deber, así resultó ser un juego intelectual de precisión para alejar meticulosamente la emoción de la razón, con el fin de otorgar al intelecto amplitud de acto.
Risueño escribiría tal arquitectura pensando en los cambios molares insospechados de los lectores, estos entretenidos en descifrar la causa primera en cual proposición, mientras todo rejuvenece a pasos agigantados. El libro de la alegría, o manual de instrucciones sobre el individuo en Dios, es su nombre verdadero.
Así pues, para conocer a Spinoza fue necesario un salto en el tiempo justo para romperse los oídos.
Al fin, se puede jugar con la filosofía, transformar ideas, jugar a la mentira y representar el arte en la búsqueda de intensidades.
Ya toca Deleuze, juguetón, profesor, bebedor de whisky, aprendiz y niño. La filosofía es diversión, creatividad, motivación, alegría eléctrica en tu cabeza.
¿Cómo? Se preguntó Deleuze, ¿Cómo todo?, pero ¿cómo con más intensidad?, así hacen los niños.
Nietzsche cedió, renegó de si como el que trasciende, y disfrazó imágenes en ídolos de barro con prosa salvaje y delicada, llamó la atención del pueblo para invocar verdades insoportables y les rompió los oídos.
Spinoza fue anterior, en todo, como constructor metódico creo una red de araña dotando de orden caótico al intelecto, red capaz de relacionar un punto sobre otro cualquiera con belleza y precisión geométrica. El manual se llamó Ética, centrose en el poder y no en el deber, así resultó ser un juego intelectual de precisión para alejar meticulosamente la emoción de la razón, con el fin de otorgar al intelecto amplitud de acto.
Risueño escribiría tal arquitectura pensando en los cambios molares insospechados de los lectores, estos entretenidos en descifrar la causa primera en cual proposición, mientras todo rejuvenece a pasos agigantados. El libro de la alegría, o manual de instrucciones sobre el individuo en Dios, es su nombre verdadero.
Así pues, para conocer a Spinoza fue necesario un salto en el tiempo justo para romperse los oídos.
Al fin, se puede jugar con la filosofía, transformar ideas, jugar a la mentira y representar el arte en la búsqueda de intensidades.
Ya toca Deleuze, juguetón, profesor, bebedor de whisky, aprendiz y niño. La filosofía es diversión, creatividad, motivación, alegría eléctrica en tu cabeza.
¿Cómo? Se preguntó Deleuze, ¿Cómo todo?, pero ¿cómo con más intensidad?, así hacen los niños.
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