La tristeza es directamente mala.

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PROPOSICIÓN XLI

La alegría, nunca es directamente mala, sino buena; en cambio, la tristeza es directamente mala.

Demostración: La alegría (por la Proposición 11 de la Parte III, con su Escolio) es un afecto que aumenta o favorece la potencia de obrar del cuerpo; la tristeza, en cambio, es un afecto que disminuye o reprime la potencia de obrar del cuerpo, y así (por la Proposición 38 de esta Parte) la alegría es directamente buena, etc. Q.E.D.


PROPOSICIÓN XLII

El regocijo no puede tener exceso, sino que es siempre bueno, y, por contra, la melancolía es siempre mala.

Demostración: El regocijo (ver su definición en el Escolio de la Proposición 11 de la Parte III) es una alegría que, en cuanto referida al cuerpo, consiste en que todas las partes del cuerpo sean igualmente afectadas, esto es (por la Proposición 11 de la Parte III), en que la potencia de obrar del cuerpo resulta aumentada o favorecida de tal modo que todas sus partes conservan la misma relación de reposo y movimiento entre sí; y de este modo (por la Proposición 39 de esta Parte), el regocijo es siempre bueno, y no puede tener exceso. En cuanto a la melancolía, es una tristeza que, en cuanto referida al cuerpo, consiste en que la potencia de obrar del cuerpo resulta absolutamente disminuida o reprimida, y de este modo (por la Proposición 38 de esta Parte) es siempre mala. Q.E.D.


PROPOSICIÓN XLIII

El placer puede tener exceso y ser malo; el dolor puede ser bueno en la medida en que el placer, que es una alegría, sea malo.

Demostración: El placer es una alegría que, en cuanto referida al cuerpo, consiste en que una o algunas de sus partes son afectadas más que las otras (ver sus definición en el Escolio de la Proposición 11 de la Parte III), y la potencia de ese afecto pueda ser tan grande que supere a las restantes acciones del cuerpo (por la Proposición 6 de esta Parte), se aferré pertinaz­mente a él e impida de esta suerte que el cuerpo sea apto para ser afectado de otras muchas maneras, y así (por la Proposición 38 de esta Parte) puede ser malo. Por su parte, el dolor, que es, por el contrario, una tristeza, no puede ser bueno, considera­do en sí solo. Pero como su fuerza e incremento se definen por la potencia de la causa exterior comparada con la nuestra (por la Proposición 5 de esta Parte), podemos, entonces, concebir infinitos grados y moda­lidades en la fuerza de este afecto (por la Proposición 3 de esta Parte); y, de esta suerte, podemos concebir un dolor tal que pueda reprimir el placer, para que éste no tenga exceso, y provocar en esa medida (por la primera parte de esta Proposición) que el cuerpo no se vuelva menos apto, y, por tanto, en esa medida será bueno. Q.E.D.

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