Todas las ideas, en cuanto referidas a Dios, son verdaderas.
Demostración: En efecto, todas las ideas que se dan en Dios son por completo conformes con lo ideado por ellas (por el Corolario de la Proposición 7 de esta Parte), y, de esta suerte (por el Axioma 6 de la Parte I), son todas verdaderas. Q.E.D.
PROPOSICIÓN XXXIII
En las ideas no hay nada positivo en cuya virtud se digan falsas.
Demostración: Si lo negáis, concebid, si es posible, un modo positivo del pensar que revista la forma del error, o sea, de la falsedad. Tal modo del pensar no puede darse en Dios (por la Proposición anterior); pero fuera de Dios tampoco puede darse ni ser concebido (por la Proposición 15 de la Parte I). Y, de esta suerte, nada positivo puede haber en las ideas en cuya virtud se digan falsas. Q.E.D.
PROPOSICIÓN XXXIV
Toda idea que en nosotros es absoluta, o sea, adecuada y perfecta, es verdadera.
Demostración: Cuando decimos que se da en nosotros una idea adecuada y perfecta, no decimos otra cosa (por el Corolario de la Proposición 11 de esta Parte) sino que se da una idea adecuada y perfecta en Dios, en cuanto que constituye la esencia de nuestra alma, y, por consiguiente (por la Proposición 32 de esta Parte), no decimos sino que tal idea es verdadera. Q.E.D.
PROPOSICIÓN XXXV
La falsedad consiste en una privación de conocimiento, implícita en las ideas inadecuadas, o sea, mutiladas y confusas.
Demostración: En las ideas no se da nada positivo que revista la forma de la falsedad (por la Proposición 33 de esta Parte); y la falsedad no puede consistir en una privación absoluta (efectivamente, se dice que yerran o se equivocan las almas, no los cuerpos), ni tampoco en una absoluta ignorancia, pues ignorar y errar son cosas distintas. Por ello, consiste en una privación de conocimiento, implícita en el conocimiento inadecuado de las cosas, o sea, en las ideas inadecuadas y confusas. Q.E.D.
Escolio: En el Escolio de la Proposición 17 de esta Parte he explicado en qué sentido el error consiste en una privación de conocimiento; pero para una más amplia explicación de este asunto daré un ejemplo, a saber: los hombres se equivocan al creerse libres, opinión que obedece al solo hecho de que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas que las determinan. Y, por tanto, su idea de «libertad» se reduce al desconocimiento de las causas de sus acciones, pues todo eso que dicen de que las acciones humanas dependen de la voluntad son palabras, sin idea alguna que les corresponda. Efectivamente, todos ignoran lo que es la voluntad y cómo mueve el cuerpo, y quienes se jactan de otra cosa e inventan residencias y moradas del alma suelen mover a risa o a asco. Así también, cuando miramos el Sol, imaginamos que dista de nosotros unos doscientos pies, error que no consiste en esa imaginación en cuanto tal, sino en el hecho de que, al par que lo imaginamos así, ignoramos su verdadera distancia y la causa de esa imaginación. Pues, aunque sepamos más tarde que dista de nosotros más de 600 diámetros terrestres, no por ello dejaremos de imaginar que está cerca; en efecto, no imaginamos que el Sol esté tan cerca porque ignoremos su verdadera distancia, sino porque la esencia del Sol, en cuanto que éste afecta a nuestro cuerpo, está implícita en una afección de ese cuerpo nuestro.
Publica un comentario: