La plaza del pueblo se encuentra abarrotada, por doquier cientos de personas se mueven sin un fin determinado, buscan la mejor oferta en el mercado, hablan sobre los quehaceres de la vida, discuten, parlotean, critican... En síntesis expresan la sociedad humana, todos platican sin escucharse, andan con el único fin de satisfacer sus necesidades, olvidan que junto a ellos/as hay otros que buscan el mismo cometido, no se detienen ni un segundo en observar los ojos de los que le rodean.
Ya casi todos los ciudadanos que rodeaban a la anciana se han ido, las personas parecen haber vuelto a sus cometidos, observan a la mujer tumbada pero intentan acallar la voz que le pide que socorra a aquella pobre anciana. Sin más aparece una pareja (una mujer y un hombre) en un primer envite nada los distingue de los demás, su figura es muy parecida a los humanos que los rodean, sus vestimentas idénticas a la de los demás ciudadanos, sus cabellos peinados y acicalados... pero en sus ojos se denota un brillo diferente, sus pasos son firmes, su mirada observa a todos los transeúntes de la plaza sin sentirse ruborizados por ello, intenta ver en cada uno de los seres que les rodea su esencia, "su alma", su razón; pero los que son observados se sienten mal ya que esta pareja consigue penetrar en su adentros, pero por más oscuridad que vean en su interior, la pareja no les reprocha nada con la mirada, simplemente sonríen y continúan su camino, ya que los "antiguos" no quieren hablar sobre los que les preocupa, prefieren esconder sus preguntas en su interior y taparlo con kilos de compasión, devenir, destino, predeterminación, dioses, incapacidad... La pareja, "extraña" según la denominan sus compatriotas, se encuentran con la anciana caída; sin pensar un segundo se agachan y atienden a la mujer, le preguntan por lo ocurrido y ésta sin dejar de mirar a los ojos a la mujer le cuenta lo sucedido, mientras tanto el joven compañero se afana en arreglar la baldosa saliente, para que nadie más tropiece con aquel reborde; la anciana ya se encuentra en pie y acompaña a la pareja en sus compras, mientras que andan la anciana les abre su corazón, se siente con confianza de expresar sus preguntas, sus inquietudes, sus necesidades y la pareja responde, cuestiona y reflexiona sobre las ideas de la mujer, la señora se siente plena al sentir que todo lo que le preocupaba tiene respuesta en si misma, pero esta felicidad mengua cuando las campanas de la iglesia suenan, estruendo!, rosas, la anciana parece salir de la nube de reflexión en la que se había instaurado, y recuerda la llamada de "Dios", inmediatamente acusa a la pareja de haberla demonizado y haberle metido en la cabeza "ideas extrañas", la pareja solo sonrie a las palabras de la anciana, pero esta como loca vuelve corriendo a la iglesia buscando la moral prediseñada que esta le ofrece y retomando de nuevo todos sus problemas "imposibles de resolver.
Escrito de José María Aranda Carmona en Impresionesvivas.
Email de contacto: jose.aranda7@gmail.com
Publica un comentario: