Consideren la tele, no nos dice: ¡cállate!, nos dice continuamente : cual es su punto de vista, cual es vuestro punto de vista, cual es vuestro punto de vista sobre esto, cual es tu punto de vista sobre la inmortalidad del alma, sobre el genio de Pívot, sobre la popularidad de Maurois, etc… entonces es necesario expresarse.
Se ordenará su barrio, se tendrá un cuaderno de cargos, todo eso. Digo que es un peligro, un inmenso peligro. Es necesario resistir a esas fuerzas que nos fuerzan a hablar cuando no tenemos nada que decir. Eso es fundamental. Igualmente toda palabra que consiste en decir su punto de vista sobre algo es anti-filosófica. Los griegos tenían una muy buena palabra para eso, es lo que llamaban la doxa y que ellos oponían al saber, aún antes de saber si el saber era algo existente: ¿hay saber? En todo caso sabemos que la filosofía no es la confrontación de opiniones.
Entonces hablar no es yo diciendo, por ejemplo: yo, he aquí lo que pienso, y usted diciendo: bien, yo no pienso así. En la medida en que usted es filósofo, usted rehúsa participar en cualquier conversación de este tipo, a menos que sea sobre lo insignificante. Entonces sobre lo insignificante es muy cómodo y alegre decir: tienes muy buena cara hoy, ¡no, no tengo buena cada, no me siento bien!. Eso es la doxa, el reino de la opinión, y también es la amistad. La amistad se forma al nivel de la doxa. Hacer filosofía es otra cosa, hacer filosofía es construir conceptos y eso solo quiere decir eso. A mi modo de ver es un camino de creación, los conceptos no existen, no están ya hechos, no son pequeñas estrellas en el cielo que tratamos de descubrir. Los conceptos son objetos de una creación y, una vez más, en la filosofía hay tanta creación como en la literatura o en la música, simplemente se trata de crear conceptos.
Lectura de Deleuze en Les cours de Gilles Deleuze.
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