GOD | ||||
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Un héroe hace falta y no sabemos mirar dentro de nosotros para encontrarlo. |
Quizá nos equivoquemos buscando en las afueras, en la periferia social, y nuestro amigo fiel vive dentro de nosotros, desde siempre, sin preocuparse por nuestros errores, por nuestras infidelidades, por que él nos da las energías suficientes para salir de la cárcel de alcoba, la de barrotes invisibles. Nuestra propia careta de intereses.
Lo que nos abate y recuerda los golpes, fallos, traiciones. Pero nuestro interior se remueve y nos hace abrir las puertas del alma, las del corazón, y hablar con mi voz, con sus ganas de gritar en un susurro, en un silencio, en una necesidad tal que nos hace llorar y sufrir a partes iguales. Pedir un abrazo a gritos de silencio, escondidos, apagados, tristes, míseros, sin fuerza, porque no dejamos que respire nuestra alma.
Así que si quieres abrirte al mundo, abre la puerta de tu mente, obedece tus sentimientos y abre las ventanas de tu corazón, los ventrículos y auriculares en un respiro, tan lleno de fuerza, poderes, luz y con los suficientes colores, para hacerte frenar en la revolución, y lanzar un suspiro tan profundo, sincero y cercano, necesario y justo, que llegaran tan lejos que alguien, en las antípodas de la lejanía, los escuche y acuda a ayudarte, y derribarás fronteras, y si todos suspiramos a la vez, el mundo sería único, libre, verdadero, sin barreras.
Sólo empieza a imaginar.
Cree en ti, nada más que en ti, lo demás va y viene, nada es eterno, todo se difumina, opaca y desaparece para siempre, hasta ser evocado en un recuerdo pasajero, firme si eres fuerte, apagado si eres débil, si no oyes las señales de tu alma, de tu interior, de tu corazón, de tu único amigo fiel, entonces, una vez hayas escuchado, ábrele al mundo tus pensamientos, tus gritos de dolor, desesperación, de silencio, de soledad traicionera, de la apagada oscuridad que te rodea, se ilumine con tus colores, con tu luz interior, con tu fuerza para soportar el camino árido, pedregoso, difícil, lleno de oídos sordos, de manos vacías, porque nadie escucha a su interior.
Haz que el mundo te escuche a ti, que el ser humano razone contigo, que se haga justicia con los que murieron con algo que decir, con quienes sufrieron el dolor del silencio de una gran ciudad, llena de ruidos opacos y vacíos de sentimientos y razón.
Solo así podrás escuchar al resto del mundo, escuchando tu interior, solo así el resto del mundo podrá escucharte, y podrá hablar, entonces tendremos algo que decir.
Y habrá alguien que escuche. En el silencio, en la penumbra, en la soledad.
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