Microensayo sobre la filosofía del lenguaje de Saul Kripke | ||||
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El presente microensayo tiene el objetivo de dilucidar, aclarar y comentar algunas cuestiones relativas a la filosofía del lenguaje de Saul Kripke. |
(1) A cada nombre o expresión designadora “X”, le corresponde un cúmulo de propiedades, a saber, la familia de aquellas propiedades φ tales que A cree “φ X”.
(C) Para que una teoría tenga éxito, la explicación no ha de ser circular. Las propiedades usadas en la votación no deben suponer ellas mismas la noción de referencia del tal manera que ésta resulte en último término imposible de eliminar.
En las primeras páginas del texto, Kripke se centrará en refutar la tesis 6. Aquí es donde el filósofo estadounidense introduce las nociones de “designador rígido” y de contingente a priori. En una posible división del texto podríamos decir que una parte, la primera y más extensa, es un desarrollo de estas nociones, y que otra parte, la segunda y última, versa sobre otra de las cuestiones fundamentales de la filosofía de Kripke, a saber, la necesidad de los enunciados de identidad.
Analicemos, pues, los argumentos que esgrime Kripke para defender estas tesis con el fin de aclarar su postura filosófica y, paralelamente, destapar los presupuestos en los que ésta se fundamenta.El autor nos dice que tomemos un nombre propio cualquiera, “Hitler”, por ejemplo. Una manera de referirnos a “Hitler” es remarcando una propiedad de peso que tenga mediante una descripción definida, como por ejemplo que fue quien mandó exterminar 6 millones de judíos. ¿Qué dice la tesis 6? Que el enunciado “Si X existe, entonces X tiene la mayor parte de las φs” expresa una verdad necesaria. Pero esto, dice nuestro filósofo, es falso. ¿Por qué? Porque en una situación contrafáctica, y aquí entra la noción de “posibilidad”, podría haber ocurrido que alguien más hubiese hecho eso mismo, a saber, mandar exterminar 6 millones de judíos. En este último caso, al decir el nombre de “Hitler” nos referimos a Hitler, y no a esa otra persona que tiene esa misma propiedad. Por otro lado, es posible también que todo lo que sepamos sobre Hitler sea falso, o que la persona que mandó exterminar 6 millones de judíos no fuese realmente Hitler, sino Goebbels o Bormann, lo cual no cambia absolutamente nada, pues seguimos refiriéndonos a Hitler. ¿Qué pretende Kripke con todo esto? Mostrarnos que cuando hacemos referencia a un individuo mediante un nombre propio, lo hacemos de manera “rígida”, es decir, no usamos una descripción definida. Un nombre propio es un “designador rígido” aquí y en todos los mundos posibles.
Cuando numerosos científicos del mundo se reunieron en París para establecer la unidad de medida “metro”, usaron una barra con unas dimensiones físicas concretas. Pues bien, si leemos una descripción definida de “metro” que diga “es esta barra que tiene tales características físicas de longitud” de re, entonces estamos diciendo “un metro es un metro”, lo cual es necesario y a priori, pero de este modo estamos violando la condición de no circularidad antes mencionada; pero si la leemos de dicto, entonces estamos usando una descripción definida para introducir un nombre propio, el nombre propio “metro”, que mediante una cadena causal lingüística se transmite por toda la comunidad de hablantes; y esto es contingente, dado que la barra podría haber tenido otras dimensiones físicas, pero es conocido a priori, porque antes de esa determinación del nombre propio no existía algo así como un “metro”.
Kripke utiliza varios ejemplos a lo largo del texto para seguir defendiendo la idea de contingente a priori. No vamos a repetirlos aquí. Así que nos centraremos ahora en explicar la segunda noción fundamental de su filosofía del lenguaje: la necesidad de los enunciados de identidad. ¿Qué dice el filósofo estadounidense acerca de los enunciados de identidad? La argumentación es muy sencilla: tomemos por ejemplo el nombre propio “Newton”, y digamos que fue “quien formuló la ley de la gravitación universal”. Supongamos ahora que descubrimos que “Newton”, el mismo físico que formuló la ley de la gravitación universal, fue también el líder de la francmasonería. ¿Qué ocurre aquí? Pues ocurre que tenemos un enunciado necesario y conocido a posteriori. El enunciado es necesario porque cada objeto es idéntico a sí mismo, es decir, la relación de identidad es una relación que cada cosa o cada individuo tiene consigo mismo. Y es a posteriori porque es un descubrimiento, porque no llegamos a conocer dicha relación de identidad hasta que tenemos experiencia de ello; podríamos no haber descubierto que Newton fue el líder de la francmasonería. De aquí deriva Kripke su concepción sobre la ciencia. La ciencia, operando de modo análogo al conocimiento de la identidad, puede descubrir verdades necesarias en el mundo.
¿Cuáles son los presupuestos que esconde la filosofía del lenguaje de Kripke? El presupuesto o supuesto básico en el que se fundamenta toda la filosofía del lenguaje de Kripke es una ontología realista-aristotélica contraria al idealismo kantiano. Según Kripke, Kant está confundiendo metafísica y epistemología. A priori y necesario no son lo mismo, como pretendió el filósofo alemán. La disparidad entre ambos filósofos tiene su raíz en una diferenciación metodológica. La metafísica de Kant es gnoseo-dependiente; esto significa que nuestra concepción de la realidad estará fuertemente condicionada por nuestro aparato cognoscitivo, cuya estructura conoceremos mediante una investigación trascendental. El resultado es un mundo espacio-temporal en el que las cosas están causalmente relacionadas. Para Kripke, sin embargo, realidad y lenguaje son dos cosas totalmente separadas. Las cosas tienen un modo de ser independiente del sujeto de conocimiento, y nuestro lenguaje tiene la capacidad de mostrarnos esa realidad. No voy a criticar aquí la metafísica de Kripke, pero baste con decir que es un punto más que discutible de su filosofía. En cualquier caso, Kripke supone toda una revolución en la clásica división de juicios o enunciados en filosofía.También hay un paralelismo, a mi juicio, entre la división sustancia/atributo y nombre propio/descripción definida. Aquí subyace Aristóteles. Mi planteamiento es el siguiente: para Aristóteles la sustancia es el soporte de los atributos, algo distinto que no puede identificarse con los atributos; para Kripke, análogamente, el nombre propio (designador rígido) es el soporte de las cualidades o propiedades (expresadas en la descripción definida). Si los atributos necesitan un sujeto de determinaciones, un soporte, la descripción definida necesita igualmente algo distinto de las cualidades o propiedades, algo de donde se predican dichas cualidades o propiedades.
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