Cuestionarse la realidad. | ||||
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En este microensayo se pretende profundizar un poco en las paradojas con que nos obsequian las distintas realidades «aparentes» que coexisten en nuestro día-a-día y que deberían inducir a la reflexión. |
La clave del problema puede residir en la ancestral lucha entre realidad y apariencia, candidatas eternas a la confusión entre sus significados. La cuestión podría plantearse en sus justos términos con esta nueva proposición: «ves lo que ves, no lo que es» o, dicho de otra forma, «ves la apariencia, no la realidad». Entonces, quien no asuma como cierta esta proposición, quien no desconfíe de la «realidad» aparente, quien no comulgue ciegamente con el aforismo «las apariencias engañan», cumplirá la proposición inicial y al no «cuestionarse la realidad» podrá ser cualquier cosa menos filósofo. Pero..., ¿cuántos sujetos de estas características se encuentran en nuestro colectivo? ¿Son la excepción que confirma la regla o son la regla misma? ¿A quién nos referimos exactamente cuando nos referimos a «nosotros»?
Empecemos por la última pregunta, la que presenta la menor dificultad: «nosotros» –entre los que me incluyo– somos los que consideramos la «realidad» como algo cada vez más cuestionable. Y decimos «cada vez más» porque consideramos la «cuestionabilidad» en tendencia creciente todavía muy alejada de una hipotética asíntota. De nuevo, a contrario sensu, los que, sin ningún género de duda, no somos «nosotros» son los que se dedican a fabricar realidades aparentes cada vez más sofisticadas y a anestesiar o embotar la percepción del resto de miembros del colectivo. Y en medio, tenemos a los sujetos que dan respuesta parcial a la primera y la segunda de las preguntas.
Planteado el problema en estos términos, la solución es, necesariamente, cuantitativa y difícil de cifrar con precisión, lo cual no es en absoluto necesario: hoy por hoy, la evidencia indica que son mayoría. Pero no podemos finalizar el análisis sin aplicarnos la misma vara de medir y preguntarnos si los errados somos «nosotros»: ¿es verdaderamente la realidad «cada vez más» cuestionable? O, como mínimo, ¿es actualmente la realidad muy, pero que muy cuestionable?
Intentaré responder las últimas cuestiones con una experiencia personal, salvando la subjetividad inherente: el primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, tuvimos que ofrecer una comida a un familiar que se había desplazado a Barcelona desde la meseta por asuntos que no vienen al caso. Tras reservar mesa en un restaurante cercano a nuestra espléndida playa urbana, tuvimos que dar un enorme rodeo debido al corte de tráfico provocado por la manifestación sindical centrada en la crisis y en los ¡seis millones! de parados. Ya nos resultó extraña la enorme caravana de vehículos que parecían dirigirse todos ellos a nuestro restaurante o, por aproximación, a la playa. Pero las sorpresas no acabaron aquí. La masificación en la zona era total. Todos los restaurantes –y los hay por docenas– llenos, con gente esperando en la calle. Los aparcamientos estaban también llenos, así como los chiringuitos de la playa. También todas las terrazas de los bares, todos allí con el solecito y la cervecita.
Y a todos los presentes, a todos «nosotros», se nos antojó una realidad muy, pero que muy «cuestionable», y nos pasamos la comida –iniciada una hora tarde debido a la manifestación– «filosofando», con lo que verificamos satisfactoriamente la proposición inicial.
Posdata: Hoy, en la playa de Castelldefels, «nosotros» lo hemos verificado de nuevo: no había forma de aparcar y todos los chiringuitos y restaurantes estaban llenos a rebosar. Realidad «cuestionable» de la buena. Y seguimos filosofando.
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