Deleuze en cuatro ratos para ayudar, (o no), a su aparente dificultad de comprensión:
Lo que viene a decir el francés incomprensible es la vida misma. Que está llena de agenciamientos o relaciones múltiples de uno con todos y con todo lo que conoce. Que se mueve en un territorio o cultura que se le impone por narices, o sea, por nacimiento, lugar, posición social,, etc, que hay líneas de fuga para escapar de la vida o territorio impuestos, que vendría a ser que te buscas un nuevo territorio denominado cultura, formas de vida o lo que sea que se hace a partir de lo que ya tenías de antes, de ahí el entrecruzamiento constante de tus conceptos, tus relaciones antiguas y nuevas, etc. en busca de un nuevo pueblo, de un pueblo por venir. Vamos, que seas tú mismo.
El tiempo se crea constantemente porque se altera junto con el espacio. Los que sabéis mucho de espacios, tenéis que verlos no sólo como un recorrido en un tiempo, -lo de las velocidades lo dejamos aparte-, sino en una alteración constante de ambos que se dan y se darán en una imposibilidad de pensar este espacio y tiempo rígidamente, se deben fugar necesariamente porque si no deviene estasis. La desterritorialización futura es la utopía…que dará paso a otra utopía, o al menos eso espero.
Sobre el espacio/tiempo:
El espacio y el tiempo no están dados de antemano, siempre son multiplicidad ontológica: podemos crear espacios y tiempos distintos de los habituales…” la ontología deleuzeana deviene como una producción de carácter estético que es a su vez evidentemente creativa y que necesariamente debe crear sus propios espacios y tiempos ya que no están dados de antemano como las condiciones a priori kantianas ni como recorrido lineal de la historia, de una historia contada desde el único punto de vista de los filósofos e historiadores triunfadores, sino como parte de una acción constante que es inevitablemente política y no de forma indirecta. Parece, desde mi modesto punto de vista, que Deleuze propone una experiencia vital en el proceso de reconocimiento de las vivencias de la sociedad, integrar un contenido estético en una práctica cotidiana, bien desde las artes útiles como el cine o desde una obra autónoma ¡como filósofo!, que rompiera con, o no estuviera determinada por, limitaciones sociales y políticas concretas de manera que sirviera de reclamo para el entendimiento o para potenciales críticas venideras. Que al mismo tiempo necesite de la colaboración imprescindible del público receptor. En este sentido resulta esclarecedora la explicación que propuso Teresa Oñate al aplicar la tesis “del eterno retorno nietzscheano y la ontología estética-noética del espacio y el tiempo que declina la sincronía junto con la diacronía,………que ha de subordinarse, desde el punto de vista del sentido comunitario que preside los mundos del lenguaje de la vida a la acción extática del acontecer de la obra, su recepción interpretativa y su recreación transmisora…..sentido al cual se subordinan los sujetos, los objetos, los recursos retóricos del lenguaje, las tecnologías, etc
Plano de inmanencia:
El concepto deleuzeano “plan d’inmanence” se debe traducir por “plan(o) de inmanencia” para hacer notar, en cada caso, que la palabra francesa “plan” posee dos acepciones a la vez: la de “plano” como un mapa, una tierra donde orientarse, o un plano geométrico o geológico; y la de “plan”, como diríamos en “tengo un plan”, también una orientación pero, en este caso, de la acción. Deleuze dice a la vez ambas acepciones al escribir dicho concepto, pues en francés sí que posee la palabra ambos sentidos a la vez.
Sobre la creación de nuevos conceptos en filosofía:
Se necesita algo que sirva para poder entenderse en filosofía, porque si todos los modelos, las imágenes creadas, los diferentes estratos obligan a crear un (otro) plano que nunca se sabe si va a coincidir con otro próximo dentro del caos, se necesita “que el plano no sólo esté hojaldrado, sino agujereado, permitiendo el paso de estas nieblas que lo envuelven..” …para poder pasar a responder a las exigencias, a la relación que existe entre los movimientos o rasgos diagramáticos de una imagen del pensamiento y los movimientos o rasgos sociohistóricos de una época, en definitiva, integrarlo en un tiempo estratigráfico, filosófico: “tiempo grandioso de coexistencia, que no excluye el antes y el después, sino que lo superpone en un orden estratigráfico. Se trata de un devenir infinito de la filosofía, que se solapa pero no se confunde con su historia……….la filosofía es devenir, y no historia: es coexistencia de planos, y no sucesión de sistemas”, una filosofía que por ser devenir nunca se detiene, que está siempre acuñando conceptos nuevos y se crean como señala Deleuze en las conversaciones recogidas por Boutang, con Claire Parnet*, en función de los problemas que se plantean. Pero el concepto al nacer, conlleva una labor creativa que supone un acontecimiento nuevo, y si un acontecimiento es una experiencia creadora, es al mismo tiempo ontológico aunque sea débil. * Podéis verlo en A parte rei, Abecedario de Deleuze. Video H.
Quizá os interese ver el video G, de Gauche (Izquierda) para que ver como los derechos humanos se convierten en una cuestión de jurisprudencia, como el contexto puede cambiar los fundamentos que creemos tener de todo, de cómo se interviene en la realidad.
La ontología, aunque sea débil siempre es realidad, una realidad sin fundamentos fuertes, pero realidad al fin y al cabo. Ya sabéis lo del pensamiento débil y esas cosas….
Los entrecomillados son de Deleuze.
Los conceptos siempre han existido y existirán con múltiples sentidos. Newton concibió un universo estático que Dios tenía que re-colocar a cada rato, Kant utilizando a Newton dijo que aquello se creó desde una nebulosa y se inventó lo demás sólo con las fuerzas gravitatorias y repulsivas de Newton. Herschel y Laplace hicieron otro tanto de lo mismo, pero sin Dios, etc…. Aún hoy con las cosmologías relativistas no nos ponemos de acuerdo si hay un big bang, si hay una teoría del universo inflacionario, la supersimetría que dice que todas las fuerzas son unificables pero se les escapa la gravedad, etc. Como veréis, los conceptos no son los mismos porque parten de contextos diferentes... Lo que hacen y han hecho los pensadores de todo tipo a lo largo de la historia es reflexionar sobre lo que conocen y, sobretodo, sobre como lo conocen. Sobre Deleuze opino que ha hecho como los demás, por eso se puede explicar que diga que el Ser es unívoco y al mismo tiempo es múltiple, es decir una Voz con muchas relaciones o agenciamientos como le gusta llamarlo. Todavía hablamos de conceptos de ética que corresponden a reflexiones de Platón, Aristóteles, etc...La realidad que construimos, que vivimos, que es de lo que se ocupa Deleuze fundamentalmente, es una serie de relaciones de todos con la realidad, y como esta realidad ya no es fuerte, en el sentido de tener UNAS REGLAS FIJAS DICTADAS pasa a ser una realidad que todos construimos poco a poco, de ahí lo de una ontología débil-(Patton y Zourabichvili, entre otros hablan incluso de que no tiene ontología, que vivimos fugándonos cómo podemos, algunos rizomáticamente, concepto este extraído de las raines de las plantas, o quedándonos quietecitos. El concepto es siempre una paradoja, pero si no hay conceptos que digan que esto o lo otro es o significa algo determinado y que sirva para los intervinientes en la discusión no llegamos a ningún lado. Os envío en el próximo comentario una cita de Pourparler. También existe la posibilidad de no hacerle ni puto caso. Jordi Claramonte, (a quien os aconsejo visitéis en su blog, Estética y Política), dice en un libro suyo sobre Estética y Política del Western, Desacoplados, que lo de los franceses no viene de Deleuze, que ya empezó en Descartes.
Sobre los conceptos dice Deleuze:
“La única condición es que satisfagan una necesidad y que presenten cierta extrañeza, cosa que sólo sucede cuando responden a problemas verdaderos. El concepto es lo que impide que el pensamiento sea simplemente una opinión, un parecer, una discusión, una habladuría. Todo concepto es, forzosamente, paradoja. Félix Guattari y yo hemos intentado exponer una filosofía en El Anti‐Edipo y en Mil Mesetas, especialmente en este último, que es un libro muy amplio que propone muchos conceptos. No es una colaboración: hemos escrito un libro y luego otro, no “un” libro en el sentido de unidad, sino como el artículo indeterminado. Cada uno de nosotros tenía un pasado y un trabajo anterior, él en psiquiatría, en política y en una filosofía ya rica en conceptos, y yo había escrito Diferencia y repetición y Lógica del sentido. Pero no hemos colaborado como dos personas. Más bien como dos arroyos que se encuentran para configurar “un” tercero, nosotros. Después de todo, una de las cuestiones eternas de la filosofía es la interpretación del “filo”. Una filosofía, esto significó para mí como un segundo período, al que nunca habría llegado y que no habría cumplido sin Félix.
Supongamos que hay, después, una tercera etapa en la que me ocupo de la pintura y del cine, aparentemente de imágenes. Pero se trata de libros de filosofía. Creo que el concepto comporta otras dos dimensiones, el afecto y el percepto. Esto, y no las imágenes, es lo que me interesa. Los perceptos no son percepciones, son paquetes de sensaciones y relaciones que sobreviven a quienes los experimentan. Los afectos no son sentimientos, son devenires que desbordan a quien los atraviesa (que deviene otro). Los grandes novelistas ingleses o americanos escriben con frecuencia mediante perceptos; Kleist y Kafka, mediante afectos. El afecto, el percepto y el concepto son tres potencias inseparables que van del arte a la filosofía y viceversa. Lo más difícil es, evidentemente, la música, de cuyo análisis hay un bosquejo en Mil Mesetas: el ritornelo entraña las tres potencias. Hemos querido convertir el ritornelo en uno de nuestros conceptos principales, en relación con el territorio y con la Tierra, el pequeño y el gran ritornelo. Al final, todos estos períodos se prolongan y se mezclan……….
Que os sea leve…….
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