No estaría mal comenzar esta reflexión analizando la propuesta desde el propio enunciado: buscando el sentido del Ser. Está claro o parece estarlo, que la primer palabra alude a una intención o inquietud indagatoria en un tiempo de verbo que no excluye, precisamente, temporalidad alguna, al menos en un rápido vistazo cronológico.Y esto parece ser así, para el hombre, desde épocas inmemoriales, las preguntas no lo dejaron nunca en paz y pienso que es bueno, natural e inevitable que así sea. El advenimiento de un registro simbólico en el homo que haya sido, lo condenó a la interrogación sempiterna y fundante de la filosofía, pero que es patrimonio del hombre en general.¿Qué es?, ¿qué es Ser?, ¿que soy? o cualquiera de las formas en que se quiera presentar la pregunta por el Ser. Las respuestas fueron muchas o tal vez no tantas pero enunciadas de manera diversa. Con ellas se crearon doctrinas y se establecieron dogmas, se recurrió a formas trascendentes que generaron disputas varias, ex-sistencias que condescendieron en religiones, ciencias, políticas, culturas y formas de vida humana hoy vigentes.
Se pensó, también, el Ser como inmanente, más próximo a la physis presocrática, en la que el fundamento o arqué que lo constituye se encuentra en nosotros, entre nosotros como los dioses de Tales o Heráclito, un tipo de sacralidad que no necesita de ningún más allá. Este pensamiento pervivió durante siglos,"extraoficialmente", a espaldas de nuestra formación monoteísta(monotonoteísta al decir de Nietzsche), al impulso de pensadores como Escoto, Bruno, Espinoza y otros, a pesar de inquisiciones, hogueras y toda forma de persecución. Finalmente florece en Nietzsche y se prolonga luego de él en contemporáneos como Deleuze y tantos otros que piensan no en nombre de, sino desde la inmanencia, la univocidad, la repetición y la diferencia. Estos últimos ponen el protagónico en el tiempo, su devenir, la eterna repetición de lo mismo que sólo es de la diferencia, temporalidad que no es Kronos sino Aión, tiempo del acontecimiento, Kayrós. Círculo vicioso en el que ese tiempo, repetición y diferencia parecen convertirse en la problemática "noción" de Ser.
Siguiendo con el análisis de la propuesta, es válido pensar en un sentido del Ser en su carácter trascendente. Parece haber ahí una teleología, la disposición hacia una meta, digamos, prescrita. Pero ¿dónde buscar un sentido en el Ser pura multiplicidad, repetición de la diferencia? No, seguramente, en una profundidad metafísica, ésta no es considerada en ese pensar. Sí, tal vez, en la superficie deviniente de la vida misma, simulacro y perspectiva, sentido nunca uno, siempre en fuga y nosotros con él o en él, eterna (y aquí me desdigo de la sempiternidad de la interrogación) pregunta de lo neutro sobre lo neutro, interrogación sometida a la ilegalidad de la interpretación de la interpretación de la interpretación...y así eternamente.
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