Se plantea el problema acerca de las tecnologías de mejora humana en un marco ético y reflexivo, intentando superar la dicotomía entre bioconvservadores y poshumanistas a partir de la inclusión de los estudios CTS en el debate filosófico.
En los últimos años estamos asistiendo a un importante desarrollo de tecnologías NBIC (nano-bio-info-cognitivas) orientadas a la mejora de las capacidades humanas con fines no terapéuticos. A la luz de la posibilidad, cada vez más real, de que estas tecnologías acaben implantándose en las sociedades capitalistas avanzadas, apremia la necesidad de una reflexión crítica e interdisciplinar que profundice sobre los nuevos dilemas éticos que ello genera, y que sugiera criterios epistemológicos, normativos y políticos en virtud de los cuales sea posible abordar el problema en cuestión. Así pues, urge como tarea intelectual clarificar el concepto de “mejora humana”, prestando especial atención al actual debate bioético entre “bioconservadores” y “poshumanistas”, y mostrando las razones por las cuales ambas posturas son insostenibles por igual.
En relación a esto, propongo enfocar el problema en dos grandes apartados o bloques, que no podemos desarrollar aquí pero que sería interesante abordar en un trabajo futuro. En primer lugar, es esencial hacerse cargo de la crítica de acuerdo con la cual tanto bioconservadores como poshumanistas caen en una visión esencialista del ser humano. A este respecto, pienso que los primeros olvidan que está completamente injustificado dar el salto del “ser” al “deber ser”; además, observo en esta postura una dicotomización absoluta entre naturaleza y cultura que ignora las investigaciones más recientes en este campo y que no permite definir adecuadamente qué es una mejora. Los segundos, por su parte, postulan a un ser humano hipostasiado que supone una ruptura con la continuidad real entre hombre y tecnología, lo que elimina al mismo tiempo el fondo de indeterminación que, a mi juicio, es inherente a todo proceso natural. De igual modo, habría que revisar el famoso argumento de Savulescu de la no distinción entre terapia y mejora, así como la propuesta de redefinir el concepto de "salud"; todo ello con el objetivo de desmontar el llamado “prejuicio de autenticidad moral”.
En el segundo bloque, se plantea que ambas visiones caen en un determinismo tecnológico que obvia la importancia de los estudios CTS y que parte, ya sea en la versión utópica o en la distópica, de una visión simplista –optimista o pesimista, en extremo– de las tecnologías. En última instancia, una alternativa seria a la doble propuesta bioconservadora-poshumanista debe hacer énfasis en la importancia de la comunicación social, esto es, en los procesos que influyen en la percepción y recepción de las tecnologías por parte de los colectivos sociales, y de la toma de decisiones que condicionan o incluso determinan el desarrollo, selección e implantación de uno u otro tipo de tecnología.
Mi tesis es que, para decidir sobre el uso o no de dichas tecnologías, es menester tener en cuenta los estudios CTS, pues sólo incidiendo en las limitaciones contextuales, y mostrando la diferenciación entre los planos ético, político y sociales, se hace posible la adopción de un marco teórico lo suficientemente amplio que permita a su vez la posterior evaluación particularizada de cada tecnología una vez esta haya sido producida y lanzada al mercado.
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