EL CERCO IDEOLÓGICO, A PROPÓSITO DEL PAPEL DE LA IDEOLOGÍA EN LOS PROCESOS DE DOMINACIÓN Y DEL PENSAMIENTO EN LA RESISTENCIA Y EMANCIPACIÓN | ||||
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EL
ESCENARIO
En
la actualidad asistimos al fortalecimiento, sin precedentes, de
tendencias como la tecnificación,
la estandarización,
y la vanalización
del pensamiento, y con ellas, como veremos, se cierne un poderoso
cerco a las posibilidades de la libertad humana, se trata de la
concreción del complejo proceso de inculcación ideológica.
En
el campo educativo, que nos es bien cercano, fácilmente se
evidencia la tendencia a reducir a su mínima expresión las
humanidades en la escuela, reificar los resultados de evaluaciones
estandarizadas (Saber, Pisa, ISCE) e imponer la tecnificación del
sistema educativo; pensarnos y pensar la realidad, son asuntos cada
vez más extraños en un sistema educativo que claramente apunta a la
instrucción en competencias laborales y ciudadanas.
Asistimos
entonces, al desarrollo de un proyecto de construcción de un sujeto
social funcional al mercado, con competencias laborales que le
permitan ser mano de obra y competencias ciudadanas que limiten su
ejercicio social al ámbito de la producción, el consumo y la
democracia liberal.
Con
el debilitamiento del pensamiento, las condiciones de posibilidad del
ejercicio y reivindicación de libertades y derechos quedan
gravemente maltrechas o a los sumo se hacen banales: la libertad de
pensamiento, de expresión, de conciencia, de opinión, por citar
algunas, quedan reducidas, para la mayoría, a la libertad de pensar,
opinar y expresar idioteces.
La
filosofía, es la filosofía de la empresa, la filosofía del
director técnico de un equipo de fútbol, la libertad de opinión se
limita a lugares comunes sobre aquello que ofrecer la industria
cultural, que además se hace cada vez más ligera, pues eso es lo
que la población consume y el mercado responde feliz, generándose
así un círculo vicioso.
En
este escenario histórico, social y político, es precisamente donde
se desarrolla nuestra práctica como estudiantes y profesores de
filosofía en la escuela, espacio reducido, que sin embargo, creo
vale la pena mantener y defender, por la importancia que tiene el
pensamiento en los procesos de resistencia y emancipación humana.
EL
CERCO IDEOLÓGICO
Imaginemos
un gran campo y en él, un cerco que rodea una porción de éste,
pensemos el campo como las posibilidades de la libertad humana, y el
espacio rodeado como el ámbito de la experiencia de la libertad de
los individuos, finalmente el cerco como aquello que impide que la
experiencia de la libertad se extienda por el ámbito de sus
posibilidades; pensemos además que el cerco como tal es
prácticamente invisible para los individuos.
Las
posibilidades de la libertad humana que le son accesibles al
individuo están cercadas, y con ellas la experiencia misma de la
libertad se domestica subordinándose a los limites que las
relaciones de producción imperantes les marca; violencia, coerción
pero sobre todo ideología conforman los tablones del cerco.
En
este escenario, pensar en qué consiste la experiencia de la
libertad, resistir aún en los límites que impone el cerco,
evidenciar el cerco, e incluso tratar de romperlo, es en mi opinión,
la no despreciable tarea de la reflexión filosófica en el ámbito
que nos compete, pues como lo sostiene Marx en la célebre tesis 11
sobre Feuerbach, la tarea de la filosofía es ante todo
transformadora.
Antes
de avanzar dos ideas:
1.
los discursos no son neutros, y en consecuencia tanto sus postulados
y definiciones como la forma como estos se expresan en la vida social
están determinados por intereses, así en su expresión pretendan lo
contrario.
2.
entenderemos de forma muy sencilla por ideología, un discurso
imaginario sobre una realidad,
con la ideología se convence a los miembros de una sociedad de que
están ante la mejor alternativa posible, estableciéndose ya no solo
un discurso sino una relación
imaginaria con la realidad.
EL
CONCEPTO DOMINANTE DE LIBERTAD
Un
punto de inicio casi obligado en cualquier abordaje que se dé a la
idea de libertad, es la definición que da Isaiah Berlin, en “Dos
conceptos de libertad”, donde distingue entre a libertad negativa y
la libertad positiva, mostrando a su vez lo frágil de su
coexistencia.
Estas
podemos definirlas de forma básica:
-
libertad
negativa:
libertad de oportunidades, entendida como ausencia de prohibición
en la búsqueda de fines.
-
libertad
positiva:
libertad de recursos, entendida como la posibilidad material de una
acción o fin.
En
la teoría política liberal, claramente se privilegia la libertad
negativa, existiendo posturas que van desde el intento de fundamentar
su coexistencia, hasta la total primacía de la libertad negativa que
encontramos, por ejemplo, en los liberales libertarios como Robert
Nozick.
Si
tomamos como referencia la realidad política y económica de las
sociedades con pretensiones de ser democracias liberales, habrá que
aceptar que la definición
dominante de libertad
dentro del discurso y la práctica económico-política, es la
liberal, primando en nuestro contexto el matiz o formulación
neo-liberal, que como es sabido pone el acento en lo económico.
Esta
definición, podemos matizarla con Hayek, premio Nobel de economía e
ideólogo de primera línea del neo-liberalismo, para quien
la libertad negativa posibilita alcanzar la libertad positiva.
El
individuo en el neo-liberalismo se postula, entonces, como libre de
buscar sus propios fines, el Estado u otras organizaciones no deben
intervenir en sus decisiones e iniciativas individuales de cuyo éxito
podría el individuo alcanzar la libertad positiva o real para
realizarlos.
Siguiendo
esta lógica: nadie te prohíbe ser millonario y en consecuencia
conseguirlo depende solo de las iniciativas y decisiones que tomes
como individuo y en especial de las que tomes en el ámbito del
mercado.
Este
es el espejismo que vende la ideología neo-liberal, sin embargo, la
realidad es bien distinta: la igualdad formal en la búsqueda de
fines, que supone la libertad negativa, está muy lejos de traducirse
en libertad real para realizarlos.
Sociedades
con pretensiones de ser democracias liberales, donde se ha adoptado,
con mayor o menor nivel de profundidad el discurso y la práctica
neo-liberal, son precisamente sociedades con enormes índices de
desigualdad, donde la inmensa mayoría de la población está muy
lejos de poder buscar sus propios fines y más lejos aún de poder
realizarlos.
NOS
COMEMOS EL CUENTO
Ante
una situación tal de desigualdad, en las posibilidades prácticas de
la libertad, cabe preguntarse:
¿Por
qué, pese a esto, creemos ser libres?
¿Por
qué no nos hacemos libres más allá de la formal libertad negativa?
E
incluso ¿por qué, en no pocas ocasiones, nos autolimitamos y hasta
renunciamos a ese pequeño ámbito de libertad que supone la
definición dominante?
De
forma directa y sin eufemismos se puede decir que asistimos a un
proceso de dominación que se desarrolla con diversos niveles de
concreción sobre la población, en el cual el componente ideológico
juega un papel fundamental, en el proceso de sostenimiento del
estatus quo.
CERRANDO
EL CERCO
La
imagen vendida
El
neo-liberalismo como discurso se trata de presentar como neutro; en
él se encuentran elementos auto justificantes, que tratan de
hacerlo ver como algo natural cuyas consecuencias nada tienen que ver
con agentes externos al propio individuo; en este sentido se pueden
destacar cuatro elementos:
1.
igualdad
formal:
todo individuo es igualmente libre (en sentido negativo), en tanto
todos asisten a la misma ausencia de prohibición en la búsqueda de
fines.
2.
Justificación
de la desigualdad real:
la desigualdad y la carencia de libertad real para desarrollar sus
propios proyectos de vida, que afecta a la mayoría, sostiene esta
ideología, no ha sido causada por el orden establecido, el sistema
político-económico y las relaciones sociales y de producción,
sino por el uso que cada uno ha hecho de la libertad.
3.
justificación
de la explotación:
unos, la minoría, situados en una posición ventajosa fruto de sus
decisiones, pueden someter a los otros, la mayoría, a la búsqueda
de sus propios fines, convirtiéndolos en medios, siendo esto el
resultado natural del desempeño de cada quien y de las decisiones
libremente tomadas.
Nota:
Convenientemente Hayek y sus cosectarios se olviden de que el punto
de inicio de cada uno es diferente, existiendo ventajas que no
devienen de las decisiones individuales sino de factores externos.
4.
naturalización
del orden establecido:
la metáfora de la mano invisible del mercado (Adam
Smith) sienta las bases del postulado neo-liberal de un “orden
espontáneo” que para Hayek, esta fuera del alcance planificador o
diseño humano y en consecuencia, es un desarrollo natural que no
responde a un proyecto humano, o la acción de individuos
organizados.
Conclusión
inducida (imagen vendida):
si todos somos formalmente iguales, si nuestra situación existencial
es el exclusivo resultado de nuestras decisiones y si el orden
establecido es espontáneo y no depende de agentes exógenos, no
podríamos pensarnos sino como libres, independiente de si alcanzamos
o no los fines buscados, o de si nos constituimos en medios para
fines ajenos.
EL
PAPEL DE LA IDEOLOGIA
Sin
embargo, el asunto no es tan sencillo como decir que se le presenta
un discurso al conjunto de la sociedad, y ésta simplemente lo acepta
aceptando a su vez los efectos prácticos de éste, que como vemos no
son nada agradables para la mayoría de los individuos.
Pese
a que a los elementos autojustificantes mencionados y el espejismo
del éxito, actúan como apaciguarte, es difícil pensar que con este
discurso basta para que creamos ser libres, para que no busquemos ser
libres más allá de la libertad negativa aceptando un estado tal de
desigualdad e incluso para que renunciemos al reducido espacio de la
libertad negativa.
Una
primera reacción, podría ser pensar que esto sucede por la
represión y coerción violenta, pero ésta de por sí, es claramente
identificable, de hecho buena parte de las pretendidas resistencias a
las limitaciones a nuestra libertad se enfocan en ese aspecto, si a
un individuo o grupo social se lo fuerza violentamente a una
situación determinada, claramente sabe que no es natural, que no la
ha elegido libremente y que no es el resultado de sus propias
decisiones, obviamente nadie en una situación tal creería ser
libre.
El
asunto es entonces mucho más sofisticado.
Aparatos
ideológicos
Para
que una ideología sea más que una mera fábula o una simple
formulación teórica y tenga efectos en el mundo práctico se hace
necesaria la sistemática acción sobre la consciencia de los
individuos, para que en palabras coloquiales “se coman el cuento”.
Este
proceso que podemos denominar como inculcación ideológica, tiene
como resultado, la hegemonía cultural de las clases dominantes,
quienes logran hacer ver sus intereses, ideas, valores y creencias
como de validez universal, de allí que en medio de la diversidad,
de lo variables de las situaciones de origen y de las enormes
desigualdades que se hacen presentes en nuestras sociedades, el
estatus quo parezca intocable e incluso libremente aceptado.
Con
la inculcación ideológica las clases domines, logran que el grueso
de la población asuma como propias las ideas e intereses que a ellas
les son funcionales, por ejemplo la concepción dominante de
libertad, estableciéndose así el cerco del que hemos venido
hablando.
En
este sentido, la visión general que Althuser presenta sobre cómo
operan los aparatos ideológicos es ilustrativa.
El
objetivo es la reproducción de las relaciones de producción
imperantes, lo que implica la reproducción de la fuerza del trabajo
y de la sumisa aceptación del orden social, esto se logra por medio
de los denominados aparatos ideológicos, familia, religión, orden
jurídico, escuela y medios de comunicación, que inculcan en los
individuos la ideología.
La
reproducción de la fuerza de trabajo,
no es otra cosa que la garantía de existencia de individuos que
cumplan su rol en el proceso productivo, para esto es necesario que
existan como realidad biológica y que tengan ciertas habilidades
para desempeñarse en dicho proceso; familia y escuela cumplen el
papel central en este aspecto.
La
reproducción de las relaciones de producción,
por su parte, supone la sumisa aceptación del orden social; en este
aspecto, familia y la escuela se complementan con el discurso
democrático-liberal y el orden jurídico, que junto a la muy
destacada función de los medios de comunicación, con su avalancha
constante de información, de entretenimiento, de falsos problemas,
siembran la satisfactoria sensación de que participamos de la toma
de decisiones y de la construcción del orden social.
En
la ideología, se encuentra entonces una representación imaginaria
del mundo, y fruto de la inculcación ideológica, dicha
representación, media la relación de los individuos con la realidad
haciendo igualmente imaginaria dicha relación.
La
ideología no da cuenta de las relaciones reales que determinan la
existencia de los individuos, sino de la relación imaginarias de
estos con la realidad que viven y con las relaciones que determinan
su existencia en dicha realidad.
Con
el encierro ideológico, como decía al comienzo, se domestica la
experiencia de la libertad y se la subordinan a los límites que
impone la ideología dominante, que no son otros que los límites de
las relaciones de producción imperantes, escindiéndola de sus
propias posibilidades; de allí que creamos ser libres, no busquemos
ir más allá e incluso renunciemos a algunas libertades de ese
pequeño terreno que marca el cerco.
EVIDENCIAR
EL CERCO… ROMPER EL CERCO
La
tarea de la emancipación humana, señala Marx en la cuestión judía
“sólo se realiza cuando el hombre reconoce y organiza sus propias
fuerzas como fuerzas sociales"
La
quietud,
que implica el individuo como sujeto al status quo, y plenamente
funcional a este, contrasta con la
labor del intelectual,
que podemos caracterizar con Gramsci como la labor de quien asume la
critica a la superestructura político-ideológica existente, en
beneficio de las clases dominadas, o bien, en contraposición, la
labor de quien las justifica en beneficio de las clases dominantes.
Ante
este escenario, el papel del pensamiento, y en nuestro ámbito, de la
reflexión filosófica, en mi opinión, no puede ser otro que
contribuir en los procesos de resistencia y emancipación, asumiendo
la tarea de la filosofía como una tarea ante todo transformadora y
en consecuencia liberadora.
Cuatro
puntos que frente a la idea del cerco ideológico que hemos
desarrollado, serian propios de la reflexión filosófica así
concebida, serian:
1
- asumir y orientar la reflexión filosófica hacia evidenciar la
ideología, haciendo conscientes los discursos y relaciones
imaginarias con la realidad en busca de consciencia sobre la
situación y sobre lo que el hombre es.
2
- identificar la distancia que existe entre el interés que defiende
el individuo y que no le es propio, y el que si le es propio.
3
- tarea de desmonte de los espejismos ideológicos, pensar las
relaciones reales e intereses que esta oculta.
4
- desnaturalizar las relaciones sociales imperantes, darse cuenta que
no ha sido siempre así y que puede por ende ser cambiado.
Pues,
finalmente, solo cuando se evidencia y rompe el cerco ideológico, se
puede pensar en la transformación de la sociedad y en una
experiencia de la libertad que se extienda por el ámbito de sus
propias posibilidades.
Jesús Alejandro Villa Giraldo
Blog del autor: motordepensamiento.blogspot.com
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