La gravedad y la gracia | ||||
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Pensadora francesa del siglo XX. Algunos dicen que fue una santa filósofa, una revolucionaria, o una brillante defensora de los derechos de los que sufren. |
Simone Weil es una pensadora enigmática, habló de piedad y de política sin tapujos, mujer brillante y sensible, una combinación que sintetizó sus más hermosos pensamientos. Nació en París el 3 de febrero de 1909, su familia era de ascendencia judía, pero como muchos judíos europeos recibió una educación laica. Un dato que algunos desconocen es que su hermano mayor era un matemático famoso, lo que hace interpretar a muchos de sus biógrafos que ésta fue la razón de que Simone se exigiera demasiado a sí misma sin notar en todo su esplendor lo competente que era. A los 19 años ingresó a la Escuela Normal Superior de París con la calificación más alta, seguida por otra aventajada alumna: Simone de Beauvoir; estudia Filosofía y Literatura Clásica. Luego de graduarse comienza a trabajar como docente, pero es transferida por sus ideas políticas e intentar liderar una protesta de obreros.
Mujer pacifista, que algunos ven erróneamente sólo desde una perspectiva marxista o cristiana, visión que limita lo que significó su pensamiento, pensamiento reflejado también en sus propios actos. Esta dialéctica de posturas se subrayó por su participación activa en la columna Durruti en España, aunque jamás se atrevió a usar su fusil. Trabaja voluntariamente como obrera en una fábrica de Renault para así observar desde cerca las necesidades de los trabajadores, su salud se deteriora a causa de las muchas horas de trabajo duro y su condición física débil, es despedida de la fábrica por su baja productividad.
En la esfera política Simone Weil piensa que el trabajo manual y el intelectual no deben estar separados porque la cultura se crea desde las masas y porque existe una “deuda histórica” entre los que usan la palabra y los que usan sus manos; enfatiza que cuando los que usan la palabra y los que usan sus manos sean el mismo “sujeto histórico” la cultura sufrirá una de sus más grandes transformaciones. Ve la revolución comunista como inviable, ya que los pobres están tan debilitados que no tienen las fuerzas ni las teorías para salir de sus cadenas (a los 18 años forma un grupo para educar obreros en matemáticas, economía y literatura), por lo que su salida teórica es el “reformismo revolucionario”, el cual tiene como visión tratar de avanzar lo más posible en reformas sociales, para así evitar toda acción precipitada por parte del proletariado. Dice que la función primordial de la ciencia debe estar orientada a las necesidades del hombre trabajador y no a un marco exclusivamente productivo; las mejores ideas del pasado las aprovechan unos pocos para ejercer poder y esta es un arma de dos filos que nos entrega la ciencia, es una herramienta sólo orientada por las manos que pueden usarla, y que no necesariamente tiene como finalidad la felicidad humana, por ello la ciencia en lugar de enfocarse en un ideal a futuro debe enfocarse en las necesidades concretas de los hombres. Teoriza sobre una tecnocracia inerme que lleva nuestras vidas según un pensamiento que no tiene ningún reflejo en el hombre presente, éste, víctima de su propia necesidad comienza una carrera sin término por el poder, sólo al servicio de una maquinaria productiva muerta, pero que aún así dirige nuestras vidas, de ahí que diga que el hombre es sólo un intermediario entre el “pensamiento tecnificante” y los instrumentos. Escribe en contra del dogmatismo comunista y elabora sus propias ideas acerca de lo que debiera ser una sociedad libre, recalca que el pensamiento debe ir antes que la acción, evitando así la tecnocracia muerta, concibe así una sociedad sin ideas predeterminadas sino basada en la acción critica. Piensa que el hombre sufre, en primer término, un choque brutal con su propia necesidad que se le impone por el sólo hecho de nacer, para luego sufrir la “necesidad del otro” camuflada en aparentes ideas de emancipación. Define la libertad como el derecho innato del hombre de crear sus propias circunstancias, libertad que no puede ejercerse del todo bajo la opresión de la realidad, mostrándole al hombre una de sus mayores discapacidades: no poder controlar su propia existencia; desde este punto la esclavitud no sólo representa una contingencia, sino más bien una condición ontológica en donde el hombre se constituye a sí mismo desde su mentalidad esclava. Escribe contra Stalin advirtiendo su poca capacidad para gobernar Rusia, intuye la alianza alemana y rusa antes que se concretara, esto debido a la negativa de la Rusia soviética de recibir a comunistas alemanes que escapan de los nazis, de hecho, denuncia públicamente los crímenes de Stalin, comparándolos con los de los mismos nazis. La guerra civil española que llegó cuando ella trabajaba como periodista en Barcelona marcó definitivamente su vida.
Una grave quemadura en el pie hace que Simone se marche del frente para viajar nuevamente a Francia, desde donde cambia de enfoque producto de las brutalidades que le tocó vivir en la guerra. Estudia a civilizaciones que aparentemente poseían un discurso de justicia pero que no dudaron en alegrarse con la humillación y el sometimiento del otro. Es a partir de estas reflexiones en donde comienza a gestarse el interés de Weil por el cristianismo.
El hombre es universal en muchos aspectos, pero primordialmente por su experiencia del sufrimiento, por su fragilidad ante las cosas y por su aspiración hacia lo trascendente; es esta búsqueda de lo trascendental lo que une a los hombres en pos de algo futuro, esto muestra en la tradición cristiana especial evidencia como un hecho que une las aspiraciones de distintas culturas; desde esta percepción Simone Weil ve al cristianismo no como descriptivo, sino como estético, por esto la médula de lo que le interesa es su comprensión del sufrimiento humano. El cristianismo no niega la inexistencia de algún medio para escapar del dolor, sino que encuentra a través del sufrimiento una ontología evidente, y una visión escatológica del hombre por un mundo ideal.
Una vez que el gobierno francés se rinde ante Alemania Simone huye con su familia a Vichy, donde escribe artículos para la revista Cahiers du Sud. Por las políticas antijudías de Vichy se le niega el cargo como profesora, por lo que, de manera temeraria, manda cartas a las autoridades reclamando por el trato a los judíos y a sus compatriotas. Por ruegos de su familia se marcha a Marsella, en donde, por medio del padre Perrin, se acerca a las labores de campo, conoce ahí al escritor Gustave Thibon con quien compartirían una muy grata amistad. Años después sería Thibon quien publicaría los escritos de Weil con el nombre de “La gravedad y la gracia”. Dos conceptos muy importantes son precisamente estos, la gravedad y la gracia.
La gravedad debe su nombre a la misma fuerza de gravedad, con la cual trata de conceptualizar aquello de lo que el hombre no puede escapar: el propio deseo que le causa sufrimiento y que persiste a través de las necesidades intrínsecas en la misma existencia humana. El hombre ve que el universo se mueve indiferente, y que su existencia es tan ínfima que toda concepción del yo se derrumba, cayendo de inmediato en la desdicha por la existencia. La gravedad recorta la libertad del hombre porque éste se deja llevar por su inercia, luego se le presenta la des-gracia.
Para presentar la gracia es necesario presentar la desgracia, pero desde un punto de vista cristiano. La desgracia es la mayor refutación que el hombre sufriente le hace a todas las religiones que dicen que se puede hallar algún tipo de consuelo místico ante el dolor, el sufriente muestra su dolor y refuta esta idea, así como Job el siervo de dios que se rindió ante sus propios lamentos. Simone escribe: “la extremada grandeza del cristianismo proviene de que ella no busca un remedio sobrenatural para el sufrimiento, sino un uso sobrenatural del sufrimiento”. Job frente a su dolor, lo único que pudo hacer fue caer de rodillas e implorar a dios, Weil argumenta que en este proceso no es tan importante creer en dios, sino que apela a un ateísmo purificador, cito: “Un modo de purificación posible: orar a Dios, no sólo en secreto con respecto a los hombres, sino pensando que Dios no existe”, por otra parte, dice: “la religión como fuente de consuelo es un obstáculo a la verdadera fe; en este sentido, el ateísmo es una purificación. Debo ser atea con la parte de mi misma que no ha sido hecha para Dios. En los hombres en quienes lo sobrenatural no ha despertado, los ateos tienen razón y los creyentes se equivocan”. Es así como por breves instantes se presenta una especie de gracia que hace que el hombre escape de su sufrimiento: “El hombre no escapa a las leyes de este mundo sino por la duración de un relámpago. Instantes de tregua, de contemplación, de intuición pura, de vacío mental, de aceptación del vacío moral. Sólo por esos instantes es capaz de lo sobrenatural”. Dios por amor se vació de su ser para hacer que nosotros seamos, y por esto este mundo es un desconsuelo, ya que donde nosotros somos dios no es. Es así como a través del sufrimiento el creyente puede encontrar su finitud y liberarse de las cadenas de su yo para devolvérselo a dios, para que él sea en nosotros, cita Simone: “Dios me ha donado el ser para que yo se lo devuelva”. Abandonando nuestro ser, nuestro deseo, dios se manifiesta de nuevo en nosotros, esa es la gracia.
En noviembre de 1942 viaja a Inglaterra para unirse a la resistencia de Francia Libre, sólo consigue un puesto administrativo como redactora. Simone comienza a planificar misiones que expone directamente al general De Gaulle, pero éste las rechaza por considerarlas arriesgadas. Se le diagnostica tuberculosis y muere en el sanatorio de Ashford en 1943. Todas sus obras son publicadas después de su muerte. Simone Weil es una singularidad del pensamiento, su obra está dentro de las más grandes del siglo XX.
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