Sobre el Protréptico de Aristóteles[1]
I
Status histórico
Iniciaré este pequeño ensayo mencionando algunas opiniones que se han gestado en torno al origen y la naturaleza del Protéptico [Προτρεπτικὸς] de Aristóteles, no se pretende, por ahora, realizar un estudio avanzado sobre su carácter histórico, ni mucho menos, filológico. Sólo se referirán algunas generalidades sobre estos aspectos. El polémico documento, forma parte de las llamadas obras perdidas de Aristóteles y que, una vez descubiertas, se las han publicado con el título Fragmentos. “La publicación más antigua es la de Valentín Rose, cuya última versión apareció en 1886”[2], con el título Aristotelis qui ferebantur Librorum Fragmenta, quien los consideró como obras espurias. El Protréptico es un documento fragmentario que se ha construido a partir de fuentes indirectas, son hallazgos dispersos, en su mayoría, recopilados en el Protréptico del pensador Jámblico de Calcis (c. 245-325), quien es, a menudo, señalado de plagiar el Protéptico de Aristóteles, tesis que sostuvo del filólogo inglés Ingram Bywater luego de reconstruirlo en el año 1869. Este evento, provocó numerosas investigaciones posteriores sobre esta obra.
En el siglo XX, se intensifica, una vez más, el interés sobre el Protréptico, pensadores como: Jaeger Werner, William David Ross, Ingemar Düring y Hans-Georg Gadamer, por nombrar algunos, esgrimieron nuevas ideas sobre diversos aspectos contenidos en la robusta obra de Aristóteles, ya en el siglo anterior, los eruditos berlineses August Inmanuel Bekker (Aristotelis Opera) y Valentin Rose (Aristotelis Fragmenta) habían hecho un gran trabajo filológico sobre la obra de Aristóteles, lo que hoy se conoce como el nuevo Corpus Aristotelicum, una construcción moderna realizada a partir del corpus compilado por Andrónico de Rodas, siglo I y del catálogo elaborado por Diógenes Laercio en el siglo III en el texto De la Vida de los más Ilustres Filósofos Griegos, este último “llamado por Nietzsche como un vulgar plagiario”[3].
Con la aparición de los denominados fragmentos, se hace una clasificación de los textos de Aristóteles, se habla de las obras exotéricas y esotéricas, las primeras hacen referencia a los textos que estaban dirigidos al público en general y las segundas, a las obras que eran estudiadas en la Academia y en el Liceo, posteriormente. El Protréptico es considerado un escrito de tipo exotérico y está dirigido a Temisón, rey de Chipres[4]. “El carácter auténtico del Protréptico está garantizado más allá de toda duda razonable por numerosas autoridades. Además, un escrito con este título figura en todos los catálogos antiguos de las obras de Aristóteles”[5], su autenticidad, puede constatarse a través de numerosos fragmentos contenidos en obras y en discursos de reconocidos pensadores clásicos. A estos fragmentos se le denominan testimonios.
A partir de los fragmentos del Protréptico inicia un nuevo debate en torno a que si es posible hablar de un primer Aristóteles, el de la Academia, lugar en el que se estima estudió el estagirita cerca de 20 años y un segundo Aristóteles, el de la madurez. Existen opiniones divididas, por ejemplo, Jaeger Werner es una de los principales defensores de esta idea, mientras que Ingemar Düring se opone, alegando que sólo se puede hablar de un Aristóteles de pensamiento genuino y no un primero influenciado por lo ideales de la filosofía platónica.
II Carácter del Protréptico
El Protréptico es de carácter exhortativo y no sólo está dirigido a un público especializado, su contenido está expuesto en forma silogística, un método riguroso para demostrar pertinencia de la filosofía para todo aquel que quiera adentrarse en la vida teorética-contemplativa y para los que quieran, desde la vida práctica, perfeccionar su modo de ser. Aristóteles afirma que “si no se debe filosofar, hay que filosofar, y si se debe filosofar, hay que filosofar, por lo que hay que filosofar en cualquier caso”[6] , su idea central gira en torno a la importancia que tiene el cultivo de la filosofía para la vida del hombre. Inclusive para aquellos que intentan demostrar que la filosofía no es más que una ocupación inútil, pues tendrán que filosofar para afirmarlo de cualquier modo. “En consecuencia, debemos cultivar la filosofía, si vamos a participar en los asuntos públicos y llevar nuestra vida con provecho”[7], el autor intenta explicar la importancia esencial de la filosofía ante cualquier otra actividad humana y exhorta a una la vida ética basada en el cultivo del alma, un alma cultivada debe llamarse feliz.
III
¿Por qué es útil y necesaria la filosofía? El valor de la filosofía
¿Por qué es útil y necesaria la filosofía? El valor de la filosofía
Para Aristóteles todos los hombres persiguen el «saber» por encima de todo, pues, al amar la vida, aman el pensar y el conocer, “todos estarían de acuerdo en que la sabiduría se origina de aprender e investigar aquellas cosas cuyas posibilidades están comprendidas en la filosofía, de manera que cómo no filosofar…”[8], la filosofía mantiene vivo el interés especulativo sobre el universo y libera de la mente agosta a todo aquel que la aprende, su “utilidad” radica precisamente en ello, en la posesión de la sabiduría a través del cultivo de la razón y el deseo de investigar. El Protréptico es una guía que conduce hacia la felicidad, es esa la finalidad de la vida de los seres humanos. No sólo se proveen consejos sobre cómo llegar a vivir la vida teorética, sino que, de estos fragmentos emanan una serie consejos apropiados para la vida política y práctica, “porque como dice el proverbio, el hartazgo engendra soberbia y la falta de cultura unida al poder trae como consecuencia la insensatez”[9]. Ahora bien, la sabiduría es lo contrario a la insensatez y, tratándose de dos contrarios, cuando uno debe ser evitado, el otro debe ser elegido. Si hemos nacido, es evidente también que existimos para pensar y adquirir el saber. El concepto de sabiduría va a ser una término fundamental en el discurso Protréptico, en los diferentes fragmentos se van hilvanando dos formas de concebirla, en la primera, se entiende sabiduría como episteme (ciencia), en la que se sintetizan el saber teórico y productivo y la segunda, como phronesis, quedando fundidas la facultad racional y el saber filosófico (sophia), la phrónesis queda definida como la facultad deliberativa que permite determinar cuál es la mejor manera de actuar en una situación dada.
La filosofía vista de ese modo, es el desarrollo de la racionalidad a tal medida que hombre a través de ella, alcanza la perfección que le corresponde según su naturaleza. De acuerdo con esta concepción de sabiduría, la adquisición y uso de la filosofía es útil y necesaria.
El valor de la filosofía reside en que aspira al conocimiento y compresión de todas las cosas, incluidas las que ya están «resueltas» por las ciencias naturales o exactas, “es la única que puede utilizar y ordenar todo en concordancia con la naturaleza, hay que filosofar de todas las formas posibles ya que la filosofía comprende en sí mismo el recto juicio y la sabiduría que da órdenes sin error”[10]. Para Aristóteles, el estudio de la filosofía es posible, conveniente y fácil, no se necesitan instrumentos ni lugares, sino que, cualquier sitio del mundo, es propicio para pensar, por eso, deben filosofar todos aquellos a los que le sea posible, “no hay, pues, que rehuir de la filosofía si la filosofía es, en verdad, según creemos, la adquisición y el uso del saber, y el saber está entre los bienes más grandes”[11] al que todos deben aspirar, en el caso del «saber», se dirá más del que utiliza la ciencia que de aquel que la posee.
La filosofía es útil muy especialmente para los que aspiran “enseñar sobre la felicidad y la infelicidad de la ciudad, pues, estos están mucho más necesitados de la filosofía”[12]. Se destaca acá, el valor de la filosofía en los asuntos políticos, entregar el poder a quienes administren los recursos del estado es un asunto delicado, estos deben conocer el sentido de la justicia y el bien común, pues, “no hay que entregar el poder a los viles, pues, al niño ningún cuchillo”[13]por lo que queda claro que sólo los filósofos o los reyes consagrados a la filosofía son los únicos que pueden gobernar con verdadera justicia y proporcionar el mayor bien al estado y la comunidad humana porque el filósofo es el único cuyas leyes son duraderas y sus políticas correctas y buenas.
IV
Consideraciones finales
Consideraciones finales
Aristóteles culmina el discurso protréptico diciendo que “si vivir felizmente radica en complacerse o en la posesión de la virtud o en la sabiduría, en todos estos supuestos debemos filosofar; pues, todas estas cosas las alcanzamos sobre todo y claramente por medio del filosofar”[14], para sumar ideas sobre el valor de la filosofía, exhorto con Aristóteles, filosofía debe ser estudiada por aquellos que quieran adentrase al mundo de las posibilidades, de las preguntas sobre mundo que, aunque muchas veces no tienen respuestas definitivas, la pregunta filosófica tiene como objetivo “ampliar nuestra perspectiva de la realidad mientras que enriquecen nuestra imaginación intelectual disminuyendo, en consecuencia, la actitud ingenua y dogmática que encierra la mente”[15] ante nuestras convicciones, prejuicios y creencias.
Finalmente, concluyo con Aristóteles, la filosofía es asequible, es el mayor de los bienes y es fácil de adquirir. El Protréptico se constituye como una verdadera joya de la antigüedad y se alza como un símbolo de la posibilidad de la filosofía y es precisamente eso, una invitación a la vida filosófica y no una pura guía para reyes. San Agustín conoció el Protréptico de Aristóteles a través del Hortensio de Cicerón, lo usó como plataforma para crear una visión cristiana de la filosofía. Hagamos, pues, de la filosofía un medio para la trasformación y el desarrollo de un ideal cultural, un símbolo de la razón.
Bibliografía
ARISTÓTELES: Protréptico, Introducción, traducción y nota de Álvaro Vallejo. Editorial Gredos, Madrid, 2005
GARCÍA GUAL, Carlos: Diógenes Laercio, Vida y Opiniones de los Filósofos Iluestres. Edit. Alianza, Madrid, 2007
VALLEJO CAMPOS, Álvaro: Aristóteles: Fragmentos. Edit. Gredos, Madrid, 2005
RUSSELL, Bertrand: Los Problemas de la Filosofía. Traducción de Enrique Boeneker Méndez Edit. Labor. España 1986
[1] Para la investigación y redacción de este ensayo, se han revisado y comparado las tres traducciones –al español- más importantes hasta ahora realizadas del Protréptico. Alberto Buela, Aristóteles, Protréptico. Una Exhortación a la Filosofía. Traducción, notas y comentarios. Editorial Cultura et Labor, Buenos Aires, 1992; Carlos Megino Rodríguez, Aristóteles, Protréptico. Una Exhortación a la Filosofía. Introducción, traducción y notas. Editorial Abada Editores, Madrid, 2006 y la de Álvaro Vallejo Campos, Aristóteles, Fragmentos. Introducción, traducción y notas. Editorial Gredos, Madrid, 2005. Se ha seleccionado la edición de Álvaro Vallejo para efectos de citas, numeración y traducción de los fragmentos acá presentados.
[2] VALLEJO CAMPOS, Álvaro: Aristóteles: Fragmentos. Edit. Gredos, Madrid, 2005. Pág. 7
[3] Cfr. GARCÍA GUAL, Carlos: Diógenes Laercio, Vida y Opiniones de los Filósofos Ilustres. Edit. Alianza, Madrid, 2007. Pág. 12
[4] Cf. ARISTÓTELES: Protréptico, Introducción, traducción y nota de Álvaro Vallejo. Editorial Gredos, Madrid, 2005, Fragm. 1.
[5] VALLEJO CAMPOS, Álvaro: Aristóteles: Fragmentos. Edit. Gredos, Madrid, 2005. Pág. 125
[6] Aristóteles: Protréptico, Introducción, traducción y nota de Álvaro Vallejo. Editorial Gredos, Madrid, 2005, Fragm. 2e.
[7] Ibidem, Fragm. 4, b8.
[8] Ibidem, Fragm. 3, b5.
[9] Ibidem, Fragm. 3, b4.
[10] Ibidem, Fragm 4, b9.
[11] Ibidem, Fragm 5, b53.
[12] Ibidem, Fragm 13, b46
[13] Ibidem, Fragm. 3, b4.
[14] Bidem, Fragm. 20, b41.
[15] Cf. Russell, Bertrand: Los Problemas de la Filosofía. Traducción de Enrique Boeneker Méndez Edit. Labor. España 1986. Pág. 78
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