¨El homo sentimentalis no puede
ser definido como un hombre que siente (porque todos sentimos), sino como un
hombre que ha hecho un valor del sentimiento.
A partir del momento en que el sentimiento se considera un valor, todo
el mundo quiere sentir; y como a todos nos gusta jactarnos de nuestros valores,
tenemos tendencia a mostrar nuestros sentimientos¨ El homo sentimentalis es un
simulador. Pone en escena sus sentimientos de
igual modo que un actor, pretende convencernos de sus sentimientos a
través del exhibicionismo de su subjetividad. Los valores, hacer de los
sentimientos un valor, es establecerlos como principio, le permiten orientarse
y realizarse, le permiten ser a través de la confirmación de sí que recibe de
un tercero que contempla el streptease de su alma doliente. El homo
sentimentalis busca la confirmación que le dé la posibilidad de ser eso que
exhibe.
¨Es parte de la definición de
sentimiento el que nazca en nosotros sin la intervención de nuestra voluntad.
En cuanto queremos sentir (…) el sentimiento ya no es sentimiento, sino
imitación del sentimiento, su exhibición. Al cual suele denominarse histeria.
Por eso el homo sentimentalis(es decir el hombre que ha hecho del sentimiento
un valor) es en realidad lo mismo que el homo hystericus¨ El homo sentimentalis
busca generar el sentimiento, lo necesita para su posterior exhibición. La
puesta en superficie de su subjetividad atenta y preocupada es real. La
confirmación se traduce en comentarios de indignación compartida, la indignación
es un sentimiento que fácilmente se torna colectivo. Aquí un ejemplo. Un
anónimo bajo el nombre de @lanatoparatodos expresa su indignación. Es muy posible que se trate de un troll del gobierno pero al margen de eso cumple su función. Al poco tiempo no tardaron en compartir el sentimiento negativo miles de comentaristas gratuitos, en pocos minutos varias personas
comentaban la falta de preocupación por…la vida? Así
logró su confirmación, logró despertar el sentimiento de indignación ante la
falta de preocupación por el prójimo, las medidas de seguridad en los recitales y por sobre todo lo anterior: ¨porque si esta cárcel sigue así, todo tweet es polítco¨. Los comentarios le otorgaron la identidad que buscaba, le permitieron
ser como lo es mi paquete de cigarrillos sobre mi escritorio. Un objeto fuera
de la temporalidad y de la historia. El espíritu de seriedad es otra de las
máscaras del homo sentimentalis que bajo la fachada de una subjetividad
comprometida se oculta la buchonería cobarde amparada en el anonimato, como empelado en negro de un gobierno cuya gestión pasa por las redes sociales sin correlato en el plano de los problemas reales. Exhibe su
compromiso para poder así lograr ser más allá de las palabras y las imágenes, real como las políticas sociales de un gobierno neoliberal. No importan los hechos, sólo los comentarios y el balbuceo que opina sin certezas, sin datos sobre el asunto que sea, se sigue la lógica de la opinión carente de fundamento como un dato pero sin dejar de apelar a nuestra sensibilidad, a los sentimientos más primarios. Siguen la lógica televisiva del columnista del tipo Intratables que opina sobre educación, economía o de lo que fuere desde la moral del virgen incorruptible apelando a los sentimientos del espectador: uno, dos, tres muertes, miles de muertos. Cuánta más gente muerta mejor. No importan los datos, sólo los sentimientos generados.
¨Lo cual no significa que el
hombre que imita un sentimiento no lo sienta. El actor que desempeña el papel
del viejo rey Lear siente en el escenario, a la vista de todos los
espectadores, la tristeza de un hombre abandonado y traicionado, pero esa
tristeza se esfuma en el momento en que termina la función. Por eso el homo
sentimentalis, que con sus sentimientos nos avergüenza, acto seguido nos deja
pasmado con una inexplicable indiferencia¨ El homo sentimentalis nos produce
vergüenza porque sabemos de qué se trata: de una puesta en escena. Apela a nuestros sentimientos más primarios a través de imágenes en las cuales es imposible no conmoverse. Lógica que los medios de comunicación a través de las redes sociales de las que hoy hacen uso para manipular nuestros sentimientos más primitivos como el enojo, la ira para anular toda capacidad de pensar porque una imagen o una foto sin contexto vale más que mil palabras. O para jugar políticamente como un operador, cuando lo político busca desplazar el análisis racional y llevarlo al plano del sentimiento. Es por ello que hoy grandes diarios al final de sus notas y columnas de opinión nos interrogan por el sentimiento que nos genera la noticia: nos disgusta, nos gusta, nos enfurece...en fin. Apelan a los sentimiento y no a la reflexión porque además los contenidos periodísticos surgen cada vez más como datos sin verificación de las redes sociales. El nuevo ágora público del homo sentimentalis. Ello explica el grave error de TELAM al dar por muerto a siete jóvenes en el show del Indio en Olavarría. Tomaron como datos comentarios de las redes sociales sin confirmar la información.
El concepto de homo sentimentalis
lo tomé de la novela La Inmortalidad de Milan Kundera, un capítulo lleva ése
título, aquí, sólo lo utilicé para hacerlo extensivo a cierto estado de cosas que a veces observo en el modo de manipular la opinión pública sobre un acontecimiento determinado, no importa la noticia ni los hechos, sino el generar en los lectores sentimientos en correspondencia con la línea editorial del medio que se lee o peor aún con el gobierno que destina sus mayores esfuerzos no a solucionar los problemas estructurales, sino a manipular nuestras sensibilidades en las redes sociales¡¡¡¡¡ A nadie le importan los muertos del recital, las víctimas en sí, ni los que padecen las injusticias del mundo mercantil, importa sólo la manipulación de los sentimientos en relación a los intereses políticos porque es en los sentimientos, a diferencia de la razón y de los datos verificados, véase otra vez el vulgar ejemplo de TELAM en relación a las victimas en el recital del indio, porque son apenas el menú de los necrófagos de siempre: la suicida sociedad argentina junto a sus odios tanto raciales como de clase que no hacen más que exponer un no retorno: el de la especulación entorno a la muerte joven pero en tanto fábula¡ La muerte joven tironeada por hienas que apelan a nuestra sensibilidad para llevar agua para sus molinos políticos pero mañana el olvido, ya nadie se acuerda: otra miseria humana ocupa los encabezados de diarios y los graf de noticieros generando la opinión en las redes sociales. De los muertos de ayer apenas un dolor de sus familiares directos. El vértigo informativo lo supera todo, las redes sociales apelando a la sensibilidad del homo sentimentalis, despertando sentimientos siempre negativos en clave: está todo perdido o lo que es igual: son todos corruptos... Por último, me olvidaba de la característica principal que nos
permite advertir su presencia: el alma hipertrofiada. Y en el mismo sentido: hasta cuándo soportar, sentir o padecer un gobierno que paradojicamente carece de sensibilidad más allá de sus trolls de twitter. Sin omitir que las alternativas son apenas un paliativo, es como jugar con las cartas marcadas pero...La esperanza, pienso en la caja de Pandora.
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