| ||||
---|---|---|---|---|
Resumen o primera parte del contenido. |
***
La pregunta
por el «poder» en el pensamiento
filosófico de Michel Foucault (), significa preguntarse por lo que el francés
entiende por «sujeto humano», refiriéndose propiamente a la pregunta por su «Antropología filosófica».
Para Foucault aquello que sea el ser humano ha de ser buscado por medio de un
procedimiento «arqueológico», de
lectura de la historia como condiciones de posibilidad de emergencia de un «discurso» que manifieste las diferentes
«redes de micro-poderes» que
construyen la trama de situaciones, ámbitos y espacios que lo atraviesan como
subjetividad[i]. La
subjetividad es «discontinuidad», su unidad es producto de «ejercicio del poder», por ello, enraíza
la dialéctica de individuo y sociedad en sus procedimientos de subjetivación.
No habría así una «verdad» sobre lo
humano, sino que esta existiría como efecto y correlato de «dispositivo poder» que se construye a
partir de la capacidad de producir sentido (lingüística) del ser humano,
quedando articulados así: «Lenguaje», «Poder» y «Verdad»[ii]
en el análisis que realiza Foucault de la «subjetividad moderna» como
antropología de nosotros mismos (entendidos como colonizados por occidente).
Dos
expresiones latinas utilizadas por Foucault en diferentes contextos, pero
articulados a una única «ontología del
presente» histórico. Si
recorremos los caminos de Foucault para
construir, lo que dijéramos una «Antropología
del Poder», por los senderos de su comprensión de la «sexualidad»
y el «homo economicus» como
dispositivos importantes para la «Biopolítica» en la interferencia y
pre-configuración de los sujetos, podremos entender la articulación del «lenguaje», el « poder» y el «espacio» en
la crítica que realiza Foucault a la civilización occidental. Sin ser realmente
pretenciosos, queremos responder a dos tareas muy sencillas:
α. ¿por qué la sexualidad es importante para la biopolítica y como la
interferência sobre ella ayuda a moldar los sujetos? (5,0)
β. ¿por qué el trabajo es importante para la
biopolítica y como la interferência
sobre ella ayuda a moldar los sujetos?
Dos formas de
abordar al cuerpo, dos formas de abordar el poder que recae sobre él. La primera
pregunta, la responderemos definiendo Scientia Sexualis, mientras que la
segunda al definir el homo oeconomicus
para Foucault. (5,0)
***
Para Foucault
occidente ancló nuestro cuerpo junto con el proceso de «Racionalidad» de todos los ámbitos de las relaciones sociales y,
con ello, construyó al «sexo»
a partir de la ley y la
prohibición como «sexualidad», del
mismo modo que edifico el mito del «poder»
como siendo exclusivamente en la forma
monárquica de reinado o a partir de la estructura del Estado,
haciendo de esto presupuesto de una organización social civilizada[iii].
Leer la historia de la sexualidad implicaría interpretarla como historia de la
represión, como la búsqueda del modo, la forma y la estructura como se produce
un discurso y las reglas de su formación articulados a los mecanismos de poder
que permiten la producción de un «objeto
discursivo»; mejor dicho y, con jerga foucaultiana: realizar una
«arqueología del saber» que produce la historia sobre el cuerpo[iv].
En la “Historia de la Sexualidad 1: La Voluntad de
Saber”, Foucault nos describe el proceso histórico por el cual el sexo se
convierte en un objeto sobre el cual se quiere producir un determinado «saber»,
una determinado discurso, como un instrumento –tecnología para el ejercicio del
poder que construye lo que denomina como el «dispositivo de sexualidad» fundamentado en el «Régimen discursivo» impuesto por occidente que él llama de «Scientia Sexualis». La «Scientia Sexualis» es la síntesis
histórica, el núcleo del ejercicio del poder en relación a las producciones
discursivas y las prácticas sexuales de occidente, única forma de producción de
verdad sobre el placer del cuerpo que configura; una forma de «racionalidad» en donde la voluntad del
saber del sexo de da de modo doble: como querer decir y querer callar, como
deseo de saber y deseo de ocultar, como ausencia y presencia de represión,
etc., que sintetiza dentro de sí el proceso que tiene como unidad
conjunta al dispositivo disciplinar, que atiende el cuerpo
individual y, el dispositivo de la biopolitica, que atiende a la población,
como síntesis del ejercicio del poder que recaer sobre «sexo-cuerpo»
[v].
Así,
relacionar las concepciones foucaultianas de «sexualidad» y «biopolítica»
implica considerar la historia de la
sexualidad moderna como el correlato de un sujeto singular, que constituyese un
estilo de sexualidad legítima, imponiendo represiones e interdicciones sobre el
«sexo-cuerpo». Este hecho explica la
insistencia de Foucault en diferenciar el «sexo» y la «sexualidad», ya que implica el radical reconocimiento de que la
historia de la modernidad es la historia de la «Represión» que articula el
Deseo y el poder en la configuración de una «Scientia Sexualis» como la única forma de producción de verdad
sobre el placer del cuerpo en la cultura y civilización occidental moderna[vi].
Una vez
considerado lo anterior, no queda duda que la aparente facilidad de nuestra
primera pregunta, se desvanece si la consideramos con mayor detenimiento. Vamos
por partes. Lo primero que hay que hacer es dejar claro que entiende Foucault
por sexo y sexualidad, para de ese modo
poder determinar su importancia para el «Régimen
de poder» que denomina como «Bio-poder».
El «sexo» es
la relación del cuerpo con la forma de placer, de «goce» que construye el
individuo en el proceso de subjetivación; en esa medida, no implica una
experiencia de tabú o de prohibición sobre sus prácticas sexuales, siendo una
relación consigo mismo, donde la verdad del «sexo» es extraído del propio «goce»
del cuerpo en el acto sexual mismo. Las civilizaciones Romana, China, Japonesa,
griega, musulmanes-aranes, africanas y e indígenas en américa, construyeron lo
que Foucault denomina como «ars erotica», una forma de estructurarse
el poder que no implicaba una «sujeción» en la producción de verdad sobre el placer
del cuerpo al poder en el acto sexual.
La «sexualidad», todo lo contrario, implica
la participación del conjunto de los efectos producidos por el «poder» en nuestros cuerpos, en sus
comportamientos, actos y relaciones consigo mismo y con los otros; es un
dispositivo que pertenece a una tecnología política compleja, en la que se
construye un determinado «Régimen
discursivo» de producción de verdad alrededor del «sexo» y un proceso de «Represión» generalizada sobre él (el
sexo) vinculados a toda la lógica global de mecanismos de dominación y
explotación de la sociedad moderna-burguesa-capitalista-(colonial) al que
Foucault denominó como sociedad del «Bio-poder» en su forma histórica
desarrollada a finales del siglo XVIII
hasta nuestros días. Con palabras
suyas:
«[…] La sexualidad es el nombre
que se le puede dar a un dispositivo
histórico: no a una realidad subyacente que se aprende con dificultad, siendo
realmente una gran red de la superficie en que la estimulación de los cuerpos,
la intensificación de los placeres, la incitación a los discursos, la formación
de los conocimientos, la fuerza de los controles y de las resistencias, se
encadenan unos a otros, según las grandes estrategias del saber y del poder […]»[vii]
En esos
términos, desde la perspectiva foucaultiana, la sexualidad humana, el «sexo», no es algo que se explica a
partir de unos atributos esenciales, como la Razón, el sentimiento o
la voluntad – como lo es para muchas
de las antropologías filosóficas occidentales-, o por determinaciones naturales
biológicas, física, químicas, neuronales, etc., que son consideradas necesarias y universales
adscritas a al carácter de cuerpo material, propias de los científicos
naturales. Todo lo contrario: para Foucault ha de ser entendido siempre la
sexualidad humana -que implica a la especie- y el «sexo»- que implica al individuo- como el resultado del conjunto de
las relaciones de poder, en el que la administración del «sexo» es una constante disputa entre el Estado y el
individuo[viii].
No es por
simple gusto o por mera vivencia personal que Foucault tomara al cuerpo como
eje de muchas de sus investigaciones. Este hecho se debe a que en el cuerpo se ven expresados tanto los
mecanismos de poder como los del saber. Aun contra su tradición y contra
Descartes, Foucault entiende la producción de un «sujeto moderno» en correlación con la producción de una «corporalidad moderna», siendo el eje de
miras, la relevancia que en el discurso se le dé a uno o al otro para efectos
del ejercicio del poder. Queda al descubierto que nuestro cuerpo es condición
de posibilidad del poder y del discurso, ya que es el «espacio» de su concretización, de su devenir material y existente
en la discontinuidad del acontecer histórico. En consecuencia con lo anterior,
es que se debe entender el concepto de «sexualidad» foucaultiano, analizando el
cambio de las concepciones sobre la sexualidad y la sujeción a poderes del cuerpo y sus
prácticas, centrándose en la historicidad del cuerpo, el sexo y la sexualidad
humana. Lo que se trata es de definir las estrategias de poder inmanentes a la
voluntad de producir un saber sobre un objeto específico y, como dice Foucault,
en el caso específico de la sexualidad, de construir una crítica-histórico-política
de la represión sexual. Siguiendo su argumentación, afirma:
« […] Si la sexualidad se
constituyó como dominio del conocer fue a partir de las relaciones de poder que
lo instauran como objeto posible; y en intercambio, si el poder puede tomarlo
como correlativo, fue porque se tornó posible intervenir sobre ella a través de
técnicas del saber y las estrategias del poder […] se articulan entre sí a
partir de sus diferencias […]»[ix]
Lo que hemos
denominado como «antropología del poder» en Foucault, manifiesta que el poder
se presenta en diferentes esferas sociales, articulados diferentes tipos de
relaciones; siendo el sexo, aquella relación que organiza el poder en las diferentes dimensiones; por lo que
«[…] en las relaciones de poder la sexualidad
no es el elemento más rígido, sino uno de los más dotados de
instrumentalización: utilizable en el mayor número de maniobras, y pudiendo
servir de punto de apoyo de la articulación de las más variadas estrategias del
poder […]»[x].
No se trata de
considerar un «sexo-cuerpo» al margen
de las relaciones de poder; por el contrario, se trata considerar como el
producto “positivo” de este entramado de relaciones. Podemos considerar entonces, que el «sexo» es uno de los soportes fundamentales de las relaciones de
poder, sin la necesidad de consideración de una universalidad de su
organización. En ese sentido, es que hay
que entender a Foucault cuando advierte que si bien las relaciones de sexo
hayan dado lugar, más o menos para toda organización social a un «Dispositivo de alianza», que construye y
organiza la «estructura de parentesco»,
el conjunto de prácticas, símbolos y significados adscritos a las relaciones
entre hombre y mujer, padre – madre-hijos-abuelos, así como el intercambio de
bienes y sistema hereditario, al mismo
tiempo que institucionaliza las formas
de obediencia a la autoridad, con el objetivo de mantener un sistema de reglas
que define lo permitido y lo prohibido, lo prescrito y lo ilícito, tratando de
reproducir este sistema y la norma que los rige[xi].
Si
consideramos, por ejemplo, los pueblos de los territorios bajos de
latinoamericano de la familia lingüística «Tupí-guaraní»-
considerando un ejemplo cercano a mi propia cultura- en los territorios que
va desde lo que hoy es Paraguay,
Argentina y sur de Brasil, en donde el «Dispositivo de alianza» posibilitaba la
configuración de una sociedad patrilineal, porque no solo la autoridad máxima
es la figura del padre, sino también
porque regulando la construcción de organizaciones familiares monógamas, con la
eventualidad de que cuando escaseaban los recursos se permitía la poligamia
para los varones y, sin embargo establecía la completa prohibición al incesto y
el adulterio. En estas sociedades guaraníes la organización política iba a ser
correlato de esta organización social sustentada en la unidad familiar: 50 a 60
familias agrupadas en grandes “chozas” comunales –el taýi-, cuatro de estas
construyen una localidad –tava-, hasta que conjunto de estas localidades
configurada los –mal- llamados: naciones guaraníes, en las que la figura del
chaman centralizaba la verdadera figura del poder[xii].
El «cuerpo-sexo» del sujeto guaraní
es también producto de las relaciones de poder, sin embargo, estructura formas específicas,
propias de su pueblo y cultura, por lo menos hasta el establecimiento de la
invasión, conquista y colonización de los españoles y portugueses, manifiesta
sobre todo en los procesos evangelizadores de las reducciones Jesuíticas,
cuando fueron expuestos al «dispositivo
de la sexualidad» propio de la modernidad occidental[xiii].
No es que no existan las relaciones de poder, a la inversa su existencia poseía
una forma autónoma, que no pasa por los
procesos de «Racionalización» que
inaugura la modernidad a finales del siglo XV y principios del XVI con el
segundo gran proyecto de expansión de occidente, que con la imposición de sus
formas de poder, hace que se pierda tal autonomía a la vez que intenta la
aniquilación de todo vestigio de esta.
Entonces reconociendo
que existen dos grandes sistemas de reglas para concebir el «sexo-cuerpo» - «la ley de alianzas» y la
«organización del deseo»[xiv],
Foucault reconoce en el «dispositivo de
la sexualidad» un acontecimiento histórico concreto, en el que a través del
proceso mayor de «Racionalización» de
las relaciones sociales de la sociedad occidental moderna, recae una forma
específica de organización y control de la corporalidad, que se extenderá,
imponiéndose de manera violenta y genocida a los demás pueblos y civilizaciones
con sus organizaciones propias del poder[xv]
(y, con relación a esta dimensión específica, del placer que es el sexo).
Solamente en occidente moderno es que se presenta una «Racionalización» de tal dispositivo, como «calculo» de los placeres del cuerpo en el acto sexual como
extensión del ejercicio del poder; solamente occidente configura una sociedad
del «Bio-poder» que hace de la
sexualidad un dispositivo especifico del ejerció del poder y del surgimiento y la consolidación del
aparato Estatal[xvi]. Este
“macro” proceso socio histórico-
identificado inicialmente por Max Weber- penetra cada uno de las esferas “micro” sociales, articulándolas todas a
una lógica común de “computo” de los
medios y los fines, quedando todas estos ámbitos (económico, político, social,
estético, religioso) articulados en la producción de una forma vida
especifica en la historia, pero que muta
en sus procesos internos: la «vida
burguesa-moderna-capitalista-(colonial)»[xvii].
La
inteligibilidad de la respuesta de (α),
pasa por la inteligibilidad del circuito: que va del sexo al poder y del poder al sexo-cuerpo; es decir,
significa entenderlos a ambos como manifestaciones históricas concretas de este
hilo de relatos sobre la historia que es la «Racionalización» de la sociedad burguesa, a través de su propio
tránsito por la: Sociedad soberano, Sociedad disciplinar y sociedad del
Biopoder, tomando al cuerpo-sexo como material de análisis arqueológico. La
anterior consideración es lo que Foucault denomina como «Regla de doble condicionamiento»[xviii]
que nos dice que el esquema de
transformación funciona a través de una serie de encadenamientos sucesivos
entre las «estrategias globales» y «estrategias locales» del poder, junto
con la «Regla de la polivalencia táctica
de los discursos»[xix]
que advierte sobre el carácter de discontinuidad de los discursos, siendo este
al mismo tiempo instrumento y efecto del poder. La articulación entre un
determinado carácter constante de
enunciación de un discurso y una determinada puesta en marcha de lo que este viene a significar (práctica
discursiva)[xx],
determina la relación entre la «Scientia
Sexualis» y el «dispositivo de la
sexualidad» haciendo del contenido de su relación una síntesis
histórica que cataliza el proceso global
de «Racionalización», al hacer que
entren en co-condicionamiento, en mutua dependencia y autonomía, aquellas
prácticas y las técnicas de disciplina corporal, propias de la sociedad disciplinar, y la
organización de los grupos y colectividades humanas como poblaciones, propias
de la sociedad del biopoder. Por un
lado se producen toda una serie de mecanismos de extensión permanente de los
dominios y las formas de control a través de toda una gama de prácticas
individuales y colectivas, que implican tanto actos privados, como públicos, en
relación a las sensaciones, cantidad de placeres, naturaleza de las impresiones
del «cuerpo-sexo», sin importar lo minúsculo o grotescas que pueda parecer. Por
esta razón es que Foucault afirma que el «sexo»
es al mismo tiempo acceso a la vida del cuerpo y acceso a la vida de la
especie, vehículo que transporta la disciplina del cuerpo y el control de la
población[xxi].
El análisis de
la sexualidad como dispositivo político, se refiere a desentrañar en la
historia del cuerpo y sus prácticas las relaciones que guardan con sus procesos
fisiológicos de sensaciones y placeres, como una arqueología del elemento
material y más vivo que tenemos- nuestro propio cuerpo- al que le es aplicado
toda una vasta red de tecnologías de poder y del discurso que buscan el control
y producción de un espacio que es el cuerpo:
Fuente: Elaboración propia. |
|||
Nuestra
pregunta (α) si se quiere es una
pregunta capciosa; en su propia formulación están contenidos los elementos que
responden a lo que se propone como búsqueda e interrogación. La subjetivación es indisociable del proceso de
conocimiento que hace de la obligación de buscar y de decir la verdad de uno
mismo una condición indispensable y permanente de la ética; la subjetivación
bajo forma de búsqueda de la verdad de uno mismo se lleva a cabo a través de
complejas relaciones con los otros, y se trata de desentrañar de uno mismo la
fuerza del Otro, del “Enemigo”, que se oculta bajo las variadas formas que
posibilitan la subjetividad, como proceso de significación de la verdad de uno
mismo. Siendo así, el significado fundamental del «dispositivo de la sexualidad» para el conjunto de estrategias del
poder que Foucault denomina como bio-política, radica en el hecho de que este
condiciona, produce y mantiene un determinado sujeto, un determinado modo de
subjetivación históricamente producido por el poder.
No crean que con ello hayamos desechado
nuestros «rodeos». Todavía debemos
salvar el ejercicio de la interrogación, no solo como ejercicio propio al
filosofar, sino porque es por medio de ella que le damos contenido concreto a
los postulados de M. Foucault alrededor de la concepción del sujeto humano
propio de la modernidad al describir los hechos históricos concretos que
permiten el surgimiento de la «Scientia
Sexualis» y con ella el desenvolvimiento paulatino hacia la sociedad del
Bio-poder.
Tal arqueología implica desentrañas aquello
que solidifica los discursos por medio de las prácticas de poder inherentes a
él; es decir, a través de la captación del surgimiento de una determinada «Modalidad de enunciación»[xxii]. La historia y el saber cómo discursos que
atraviesan el cuerpo-sexo son discontinuidades y dispersiones en el plano del
habla y de las prácticas discursivas que, sin embargo, construyen regularidades en las diversas
posiciones subjetivas que los vehiculan[xxiii]:
La
periodización que realiza Foucault alrededor de la configuración del «Cuerpo-Sexo» como objeto del discurso
sobre el cual se quiere producir una verdad, manifiesta que se producen
“rupturas” que dividen el contenido del discurso del “pudor victoriano”, propio
del periodo que comprende siglos XVI hasta principios XIX y, el contenido del
discurso de “Crítica a la Represión”
propio de principio del siglo XX hasta nuestros días[xxiv].
El primer discurso postula al cuerpo como el origen de las pasiones, mientras
que el segundo ve en él el punto de anclaje de sus propias libertades
individuales frente a las intervenciones del Estado. De cualquier forma, más
allá de sus discontinuidades y rupturas, el cuerpo debía ser algo vigilado,
sobre todo si a sus actos y actividades sexuales se refiere. La unidad de la
dispersión del discurso histórico sobre la sexualidad, es la formulación de la
interrogación, por lo que el hacer necesario dispositivos que permitan
controlar y extraer la respuesta solicitada.La proliferación de los discursos
alrededor del sexo obedece a la necesidad de producir una determinada verdad
sobre él.
La «Scientia Sexualis» como modalidad
enunciativa de un discurso que toma como objeto al «Cuerpo-Sexo», se construye
por medio de un ojo cuestionador que produce «Verdad» sobre las modalidades de goce y de placer, en el que
quedan comprendidos un «Sujeto de
enunciación», que se concretiza en los más diversificados personajes como
son el médico, el psiquiatra, el fisiculturista, el biólogo o el esteta, un «Espacio de enunciación», sea este el hospital, la escuela, los
auspicios psiquiátricos o la propio cuarto matrimonial, así como las variadas «situaciones ocupadas por los sujetos» en las estructuras de jerarquización
del poder social. Al remitirnos a la «Scientia Sexualis» como clave para
entender como la sexualidad ayuda a
moldar la subjetividad moderna, nos posicionamos sobre el hecho de que la
sexualidad adquiere en occidente fundamentalmente una existencia discursiva, en
la que se construyen como unidad la prohibición sobre el sexo, como la
incitación a hablar de él, en un procedimiento que calcula, los usos y efectos
de la articulación entre la mecánica de la reproducción y una complacencia de
la psique-espíritu[xxv]. Su matriz fundamental es el método de la
interrogación, el examen de la verdad del placer del sexo por medio de la «Confesión»[xxvi]. Esta interrogación fue el punto donde se
podía construir la subjetividad, producir su propia verdad a partir del
auscultar la oscuridad del sexo, conjugación del placer y el saber sobre él:
[…] la confesión es un ritual
discursivo en el que el sujeto que habla, coincide con el sujeto del enunciado;
es también, un ritual que se desarrolla en una relación de poder, ya que no se
confiesa sin la presencia al menos virtual de otro, que no es simplemente un
interlocutor, pero si la instancia que requiere la confesión, imponiéndola, la
válida para juzgar, punir, perdonar, consolar, reconciliar; un ritual donde la
verdad es autenticada por los obstáculos y las resistencias que tuvo que
suprimir para poder manifestarse, un ritual en el que la enunciación en sí […]
produce en quien la articula, modificaciones intrínsecas[…][xxvii]
Coincidencia
entre la enunciación y el propio sujeto del enunciado. Así como es descrito en “Vigilar y castigar” con el dispositivo disciplinar del Panóptico,
en la “Historia de la Sexualidad 1”,
el dispositivo de la sexualidad representa una racionalidad del poder que
relacionará moral teológica del cristianismo y el ascetismo metódico del
discurso jurídico, interrogado al proceso de consolidación de un gran aparato
del ejercicio delo poder: el Estado. Los tres códigos que rigen la vida
política en occidente, el derecho canónico, la ley civil y la moral de la
pastoral cristiana, penetran también en el cuerpo por medio de su sexualidad y
a través de la construcción de un discurso sobre la verdad de la vida, la
construcción paulatina de un régimen de Biopoder en el proceso de «Racionalización» que construye el Estado
Burocrático moderno y la forma de sociabilidad capitalista, junto al estilo de
subjetividad propio de esta. La creciente «voluntad
de saber» relativa al sexo articula la antigua técnica de la confesión
propia de la edad media consolidada después del concilio de Trento en 1215- al
moderno discurso científico propio de la sociedad burguesa de la modernidad[xxviii].
La «Scientia Sexualis» produce, como
efecto e instrumento del poder, la subjetivación del cuerpo y el sexo,
articulando estos al ejercicio de administración de la vida por medio del
Estado burocrático moderno. Una ruptura y una instrumentalización del «Ars Erotic» en la construcción de una «Scientia Sexualis» como reflejo de una
sociedad normalizadora, efecto histórico de una tecnología del poder centrada
en la vida: «Dispositivo de la sexualidad»
instrumento tecnológico de la biopolitica del régimen de la sociedad del
bio-poder.
Integración de
la confesión en el trabajo científico como integración entre la disciplina y el
biopolitica, en la higienización controlada de los cuerpos en el aparato
burocrático y productivo. Foucault identifica 5 formas que permiten esta
articulación:
1.
Codificación
clítica del hacer hablar: combinación del examen científico con la confesión.
2.
Sexo
como causalidad general difusa: llevar la etiología científica a la dimensión sexual polimorfa
3. Latencia intrínseca de la sexualidad: considerar la obscuridad del sexo como la
manifestación de su presencia en todas las dimensiones de la vida.
4. Método de Interpretación: La obscuridad y latencia del sexo en al vida,
implica que este se debe “desvelar” por medio de un método interpretativo, en
el que habrá siempre un sujeto supuesto detentor y productor de verdad
5. Medicalización de los Efectos de la Confesión: Considerar que la verdad rebelada en la
interpretación del Examen-confesional posee operaciones terapéuticas, dictando
lo que es debido y lo que no puede ser practicado, deseado, sentido , pensado y
sobre todo, expresado (normaliza)[xxix].
Hay un
desarrollo creativo de la «Racionalización
del poder» que recae al cuerpo a través de las prácticas discursivas que lo
atraviesan. La «Scientia Sexualis» no
solo fundamenta el «Dispositivo de la
sexualidad», sino que lo hace por medio de 4 técnicas precisas:
v Histerización de la mujer: Es um triple processo por médio del cual la
mujer es saturada de sexualidade a la vez que ella misma y su cuerpo es
convertida em tabu y origen de los males. Ella sería la portadora de una
“patología intrínseca” a su propia constitución como cuerpo. Del mismo modo,
este checho, la llevaría reducirse a un
espacio social particular como la familia, por medio de la fecundidad regulada
y, por una legislación biológico-moral al confinarse a la educación de los niños.
v Pedagogia de lo infantil: La consideración de la sexualidade infantil,
como la puesta em marcha de um mecanismo educativo para prevenir los males
físico, Morales, colectivos y psíquicos, manifiesta sobre todo em la guerra
contra el onanismo.
v Socialización de las conductas de la
procreación: Es un efecto
de la economía que pretende constrolar el cuerpo reproductor de la especie por
medio de una serie de prohibiciones e interdicciones, medidas de planificación
social, por el valor de salubridad que trajo la utilización de las practicas
demográficas en el ejercicio de la administración del Estado.
v Psiquiatrización del placer perverso: Al ser aislado la pulsión sexual del instinto biológico, se realizó un análisis
clínico de todas las “anomalías” y desviaciones del objeto y fin que pueden
afectarlo[xxx].
Esta
preocupación por el sexo, propia de la «Scientia
Sexualis» en el siglo XIX, construye cuatro figuras de subjetividad que
toma como objeto concreto de aplicación: niño masturbador, conyugues malthusianos,
mujer histérica de Charcot y Freud y el
adulto perverso[xxxi].
Así, para que los seres individuos de las sociedades occidentales se
configurasen como sujetos modernos,
debían “sujetarse” a toda una serie
de dispositivos y técnicas del ejercicio
del poder, en el que la sexualidad es uno de los más fundamentales. La vida es
intervenida por el poder, el sujeto es influencia en su comportamiento y
constitución interna gracias a su propia infraestructura materia-biológica: su
cuerpo. La práctica de la biopolitica por medio del dispositivo de la
sexualidad instaura el régimen del biopoder al controlar la subjetivación de
los sujetos por medio de la administración del acto sexual.
***
El poder es
algo que tiene presencia en todos los lugares, no porque lo englobe todo y si
porque proviene de todos los espacios, siendo al mismo tiempo intencionales
como no subjetivas, no habiendo por ello un principio general de relaciones de
poder como matriz binaria entre los dominadores y los dominados[xxxii].
Una «Antropologia del poder» implica revelar las diversas formas que toma el
poder al articular Espacios y discursos en la producción de subjetividades. La
«Racionalidad del poder» implica
entender que el cuerpo, espacio predilecto donde recaen, se producen y se
reflejan las relaciones entre saber-poder, a traviesa varias esferas y varios
dispositivos en la producción de sus procesos de subjetivación.
En el periodo
que comprende entre 1978 y 1979, las clases
y seminarios de Foucault en el College
de France, estuvieron orientadas a
describir el Nacimiento de la
biopolitica- que hemos tratado de interpretar acá desde la relación de la
perspectiva de la sexualidad y tratando de responder a (α)- como el análisis de las
formas de gobierno que condicionan la conducta y subjetividad de la sociedad
neoliberal. En sus clases de 14 y 24 de Marzo del 79, se enfoca hacia el
análisis de los discursos que atraviesan el «cuerpo-trabajo»
en la producción de la subjetividad del «homo
economicus», técnica que utiliza el poder para incorporar los valores del
mercado en diferentes esferas de la vida[xxxiii]. Comprender la definición que da Foucault de «homo economicus» - responder a (β), significa a travesar los procesos
por los cuales el «cuerpo-trabajo» interfiere
y ayuda a moldar los sujetos por medio de la biopolitica en la sociedad
neoliberal.
La producción
de las condiciones socio-históricas que permitieron el surgimiento de la
sociedad burguesa de la propiedad, se produce gracias a la producción de un «Estilo de vida», de una forma de
sociabilidad a la que se articulan un estilo de gobierno, un estilo estético,
un estilo de sexualidad – como vimos- y
un estilo económico; todos articulados a un estilo de poder que los organiza a la vez que es organizado por estos; en otros
términos, el «Espíritu del capitalismo»
[Gaist-kapitulism][xxxiv],
se sustenta gracias a la producción de un « Ethos»
[ήθος][xxxv],
habito, costumbre, uso, carácter, sentimiento, manera de ser y pensar en cuanto temperamento y practica de un sujeto. Al igual que Max
Weber, Foucault pretende mostrar la génesis una psicología individual que se
dio en denominar como «homo
economicus» para los economistas clásicos y que es la base de la
organización del trabajo social que
ejerce un control sobre el «cuerpo-trabajo» el individuo.
Ahora, lo que
nos dice el francés en su seminario, es que el neoliberalismo es una forma
histórica de gobernabilidad biopolitica, una manera singular de racionalidad
del gobierno poblacional y la creación del «homo
economicus»[xxxvi].
Va a articular un determinado discurso que pretende el saber que produce verdad
sobre el «cuerpo-trabajo» que debe actuar en el mercado como su espacio
económico por antonomasia.
Necesidad de
revisión de los factores históricos que posibilitan tal articulación - «regla de doble condicionamiento» aplicada
a otro ámbito- implica la diferenciación entre el
neoliberalismo norteamericano y el neoliberalismo europeo, esto para establecer
las especificidades del discurso neoliberal en la aplicación del bio-poder por
medio de la construcción del «homo
economicus» [xxxvii] como estilo de vida y forma de subjetividad en
la organización del «cuerpo-trabajo»
unificando así la producción, la distribución el cambio y el consumo, al trazar
un conjunto de relaciones de poder
que articulan saber y subjetividad en los actos económicos. El neoliberalismo
europeo se fundamenta en la unidad de la nación y el Estado de derecho como
centro de la enunciación discursiva. El liberalismo se convierte así en una
opción política porque la relación adquiere el rasgo del problema por los
servicios privados y públicos[xxxviii].
Por su parte el neoliberalismo norteamericano es un “estilo de vida” particular
que estructura la relación entre gobernantes y gobernados (individuo y Estado),
en el centro del discurso, tomando forma gracias a que esta relación adquiere
su manifestación en el problema político de las libertades individuales. Este
hecho porque en Estados Unidos desde su independencia su Estado se ha
organizado desde las relaciones de poder político de tipo liberales, por lo que
el liberalismo legitimo el Estado[xxxix].
La distinción
anterior apunta al hecho de que el «homo
economicus» como subjetividad y el neoliberalismo como contexto, son
producidos tanto por relaciones de poder como por una forma de conocimiento (un
discurso)[xl]. La especificidad epistemológica del
neoliberalismo radica en que cambia el objeto, el campo de investigación, el
dominio de referencia de la ciencia económica produciéndose una “abstracción”
sobre le trabajo, como supuesta crítica a
la abstracción que sobre el trabajo habían realizado lo teóricos
clásicos- sobre todo Marx-. Para los clásicos el trabajo es abordado desde el
punto de vista cuantitativo, para ver como este se convierte finalmente en
mercancía y en entra en un proceso de subsunción al capital. Marx, Smith,
Ricardo, Mathus y- hasta cierto punto- Mills, padre e hijo, y James, comparten
el considerar el objeto de estudio de la economía política como un estudio de
la producción, el mercado y el consumo articulados a las estructuras sociales
concretas en cada una de las sociedades. Por ello, las problemáticas todavía se
quedaban enraizadas en los procesos sociales reales; mientras que para la
teoría “neoclásica”, el problema radica el mal abordaje al problema del trabajo
por los teóricos de la economía[xli].
El punto de
partida del discurso neoliberal del «homo
economicus» como un discurso de la ciencia económica, fue entonces una
“crítica” a los clásicos, en eso coinciden tanto la escuela austriaca de
economía como los “chicago boys”, inclusive algunos keynesianos e
institucionalistas; el “olvido del trabajo”, unifica como ideólogos de una misma
clase a Theodor Schultz, Gary Becker, Jacob Mincer, Fischer y Schumpeter, entre
otros, que se articulan por el núcleo básico que da unidad a su modalidad de
enunciación discursiva, por lo que reproducen de forma discontinua y por saltos
y rupturas, de una misma modalidad de enunciación discursiva. Para ellos, el objeto de la economía debía
ser más bien las consecuencias de las decisiones sustituibles, el estilo y
análisis y modo de asignación de los recursos escasos para finalidades muchas
veces antagónicas, es decir, su objeto de discurso es la relación fines –medios
escasos[xlii]. Su pretensión es introducir el trabajo en el
análisis económico, y la estrategia es la producción discursiva del homo economicus. ¿Cómo utiliza el
trabajador los recursos que dispone? pregunta Foucault, como hilo conductor
para revelar el discurso neoliberal como un discurso que produce al homo economicus.
Si bien esta
definición conserva el problema de las necesidades y la utilidad del
cuerpo-trabajo del individuo en el proceso de trabajo social, el homo economicus del neoliberalismo no ya el socio del intercambio, sino un empresario de sí, alguien que concibe su
cuerpo-trabajo como su propio capital humano. La realidad sobre la que opera el
discurso atiende a la configuración de sistema
de desiciones en el que el trabajo no solo es una maquina sino también un
flujo de ingresos y renta-capital[xliii].
El pretendido retorno al homo economicus de la teoría clásica,
como crítica de la tradición marxista en su esencia, establece el análisis del
comportamiento humano individual en términos de su racionalidad interna:
construcción del proceso de deliberación autónoma del costo-beneficio en una determinada
situación en la que se desarrolle la acción.
El trabajo es
así, la conducta económica de quien trabajo, por lo que sus decisiones que
determinan su acción- su trabajo- están relacionadas con el proceso de
racionalización de esta acción[xliv].
El objeto del discurso económico es así una existencia, una forma de subjetivación, que se produce por el
ejercicio del poder-saber. El concepto
de homo economicus para Foucault es la puesta en marcha de una
modalidad discursiva que produce un tipo de subjetividad que ve en sí mismo un
capital a ser invertido y administrado, por lo que se ve inmerso en su
representación como unidades de capacidades innatas y adquiridas[xlv].
Él es su propio responsable de su renta
y capital, el empresario de sí, que pone su cuerpo en
funcionamiento por esa consideración.
Por ello el homo economicus es el
discurso que postula las características de ese cálculo en el comportamiento
económico: para producir una subjetividad neoliberal. Este concepto es descrito por Focault para
realizar una crítica a las estrategias del dispositivo de la biopolitica en la
sociedad neoliberal.
El concepto de
«homo economicus» es entendido por Foucault a partir de los
mecanismos que dan surgimiento al dispositivo de la biopolitica en relación al surgimiento de la sociedad
neoliberal como un nuevo régimen de poder: el bio-poder- que ya se venía
desarrollando como vimos con nuestro análisis sobre la «Scientia Sexualis».
***
Dos términos latinos que utiliza Focault:
«Scientia Sexualis» y «homo economicus» como realidades de la articulación de las
estrategias de poder en el cuerpo y a partir de la producción de discursos con
una misma modalidad discursiva. La capacidad de producir subjetividades por
medio del control del cuerpo del individuo y el sometimiento de esta a las más
específicas actividades y prácticas en diferentes esferas de las relaciones
sociales, permite la construcción de los dispositivos de la Biopolitica,
efectos e instrumentos de la sociedad neoliberal que se construye sobre la base
del bio-poder. La antropología filosófica de Foucault es una microfísica y
arqueología del poder, que produce subjetividades muy concretas.
Cuerpo-Espacio,
saber- verdad y poder, son en verdad un
solo problema. El «poder» es entendido por Foucault-a la manera weberiana- como la
posibilidad de la propia voluntad dentro de una relación social; por ello se
configura como un concepto “amorfo”, ya que dentro de su definición quedan
incluidas todas las situaciones y capacidades del sujeto humano, que le posibilitarían
estar en situación de poder imponer su voluntad frente a otro. El «Discurso» sería entonces la condición de
posibilidad del surgimiento de una «dominación
legitima» en la que se hiciese patente la «obediencia» a un mandato específico de manera “voluntaria” por los
sujetos. El tercer término, la «Verdad», es el correlato entre ambas instancias
y la puesta en marcha, al mismo tiempo, de un «Régimen Discursivo» de una
«Economía del poder» y la construcción material de un «Régimen Espacial»; o en
otros términos, el «poder» y el
«Lenguaje» son la condición de posibilidad de lo humano, la «Verdad» es el
establecimiento de una práctica y ejercicio de tal articulación en un espacio
concreto: el cuerpo[xlvi].
[i] «[…] El poder no es algo que se adquiera,
arrebate, se quite o se comparta, algo que se guarde o se deje escapar; el
poder se ejerce a partir de innumerables
puntos y medios de relaciones desiguales y móviles […]». En: Foucault, M. História
da Sexualidade. A Vontade de Saber. São Paulo. Ed:Gallimard.2006.
Trabajamos con um texto de traducción al português por María Tereza da Costa Albuquerque y J. A.
Guihon Albuquerque, siendo la traducción de las citas al español de su versión
en portugués.
[ii] Es
interesante ver acá como aparece una
lectura e interpretación crítica de la tradición de la filosofía política de
Th. Hobbes, M. Weber y Marx, junto con su particular lectura de I. Kant y F.
Nietzsche. Revelar las relaciones que
los conceptos de la filosofía política y su antropología guardan con el
pensamiento de estos autores, hasta donde los supera o conserva, es algo que
debe desarrollarse en investigaciones particulares sobre cada una de las
lecturas que Foucault realiza de ellas.
[iii] Foucault, M. História da Sexualidade. A Vontade de Saber. São Paulo. Ed:
Gallimard.2006 , p. 101.
[iv] Arqueología del saber.
[viii]
Esta es una de las principales razones epistemológicas que hace que Foucault
critique a Freud y al psicoanálisis; como dice al respecto de su
vinculación como discurso propios
de los dispositivos de normalización:
«[…] Lo que está en juego en las
investigaciones venideras, y a la que
estas nos van guiando, es una teoría de que para una analítica del poder: para
una definición del dominio de la formación de las relaciones de poder y la
determinación de los instrumentos para analizarlos. Me parece que esa analítica
del poder solo puede ser constituida haciendo tabula rasa y liberándose de una
cierta representación del poder, que yo llamaría […] de jurídico-discursiva. Es
esa concepción que comanda toda la temática de la represión como también la
teoría de la ley, en cuanto constitutiva del deseo. En otros términos, lo que
distingue un análisis de otro, la que es hecha en términos de la represión de
los instintos y la que es hecha en términos de la ley del deseo, es ciertamente,
la manera de considerar la naturaleza y la dinámica de las pulsiones, no la
manera de considerar el poder […]». En: Op. Cit. Foucault, M. História da Sexualidade. A Vontade de
Saber. 2006, pp. 92-93.
[x] Ibíd. p. 114.
[xii] Cf. Moreira de López, M. M. Historia del Paraguay. Asunción.
Editora ServiLibro.2017, p. 20
[xiii]
Para un estudio crítico y decolonial de este contacto entre la cultura guaraní
y la cultura occidental y las formas de poder que se configuraron en las
reducciones jesuíticas, ver los trabajos del Antropólogo e historiados español
Bartomeu Meliá. Cf. lo que se
sostiene acá por nosotros con: Meliá, B. El
Guaraní _Conquistado y Reducido. Ensayos y Etnohistoria. Publicado por
CEADUC. Universidad Católica de Asunción. 1986.
[xv] Este
hecho hace que en el pensamiento de Foucault se articulen las consideraciones y
sus lecturas sobre el «Cuerpo-sexo» y
sobre el «Cuerpo-raza» en la
experiencia de la modernidad-capitalista-burguesa –colonial. Dice: «[…] Si el genocidio es de hecho, el sueño de
los poderes modernos, no es por el regreso actualmente del viejo derecho a
matar; si porque el poder se sitúa y
ejerce al nivel de la vida, de la especie, de la raza y de los fenómenos
macizos de la población […] ».
En: Op. Cit. Foucault, M. História da Sexualidade. A Vontade de
Saber. 2006, pp. 149-150.
[xvi] Ibid. pp. 147-159.
[xvii]
«[…] Este bio-poder sin dudas, fue el
elemento indispensable al desenvolvimiento del capitalismo, que solo puede ser
garantizado a costa de la inserción controlada de los cuerpos en el aparato
productivo y por medio del ajustamiento de
los fenómenos de la población a
los procesos económicos […] el desarrollo de los grandes aparatos de estado,
como institución de poder, garantizó la manutención de las relaciones de
producción, los rudimentos anatómicos y de biopolítica, inventados en el siglo
XVIII como técnicas de poder presentes en todos los niveles del cuerpo social y
utilizados por las instituciones bien diversas (familia, ejercito, escuela, la
policía, la medicina individual o la administración de colectividades) actuaran
en el nivel de los procesos económicos
[…] como factores de segregación
o jerarquización social […]»En: Loc.
Cit. História da Sexualidade. A Vontade de Saber. pp. 149-150.
p. 153.
[xx] Cf. Foucault. M. Arqueología do Saber. Rio de janeiro. Ed. Sindicato Nacional de Editores.
2012. p.52.
[xxi] «[...] de um modo eneral en la conjunción
entre cuerpo y la población, el sexo se tornó el foco central de un poder que
se organiza en torno de la gestión de la vida […]»Loc. Cit. História da
Sexualidade. A Vontade de Saber. p. 160.
[xxiii] Ibid.
[xxiv]
Foucault va a considerar que desde el siglo XVII se comienza a producir um
discurso sobre el sexo em el mismo âmbito del poder, quedando interrelacionados
el surgimiento de tales discursos y el surgimiento y consolidación del Estado
moderno en Europa moderna. «[…] a través
de la pedagogía, de la medicina y de la economía, se hacía del sexo no solamente una cuestión
legal, un negocio de Estado[…] una cuestión en que todo el cuerpo social y casi
cada uno de sus individuos eran convocados a ponerse en vigilancia[..] » Cf. A Historia da Sexualidade. A vontade
de Saber. 2006, p.
127.
[xxvi] «[…] La confesión fue, y permanece todavía hoy, la matriz general
que rige la producción del discurso verdadero sobre el sexo […] » Foucault, Loc. Cit. A Historia da Sexualidade. A vontade de
Saber. 2006. p. 72.
[xxvii] Ibid. pp. 70-72.
[xxviii] […] Interferencia entre dos modalidades de
producción de verdad: el procedimiento de la confesión y la discursividad
científica[…] Esa voluntad de saber relativa al sexo, que caracteriza a
occidente moderno, hace funcionar los rituales de la confesión en los esquemas
de la regularidad científica […].Foucault, Loc. Cit. A
Historia da Sexualidade. A vontade de Saber. 2006 p. 66-73.
[xxix] Estas cuatro formas de
construir esta relación, implicaria que la lectura de Focucault sobre el
psicoanalisis, se enfoca em uma arqueologia aplicada al mismo, como la
manifestación de sus efectos normalizadores. Cf. Foucault. A Historia da Sexualidade. A vontade de Saber. pp.74-77.
[xxx] Ibid. pp. 114-116.
[xxxi] Ibid.
[xxxii] Ibid. pp. 101-106.
[xxxiii] Hamann, Trent H. Neoliberalismo-Gobernabilidad y Ética. En: Rev. Eco-Politica. N. 3.
2012 . pp. 99-133.
[xxxiv]
Similar al trabajo de M. Weber, Foucault se enfoca no en considerar que hay una
esencia en la historia, sino que existen «Condiciones
esenciales» para la aparición de un fenómeno histórico. Puede que se diferencien
en los caminos finales que van a tomar, relación entre el estilo metódico religioso del ascetismo
protestante y ética de economía monetaria, en el caso del alemán y, la
estructuración de la sociedad del biopoder y el ejercicio de los dispositivos
biopoliticos en el francés, sus senderos
se cruzan sin númeras veces, en lo relacionado al ejercicio del poder y, en
este caso, con lo relacionado a la aparición de una subjetividad capitalista Cf.
Weber, M. La Ética protestante y
el Espíritu del Capitalismo. 1905.
[xxxv]
Existen dos vocablos en la lengua griega para la palabra Ethos: «ἦθος» ,
que posee un campo semántico que abarca desde lo que entendemos por morada,
lugar habitual, habitación y residencia, como también patria, así como la
significación de uso, manera de ser y estar, como moral y temperamento,
evocando la raíz de «ἔθος» que
también refiere a costumbre y habito teniendo eco en el verbo «ἔθω», que se puede traducir al español como
acostumbrar. Son utilizado por Foucault así como por Weber, a partir de esa
riqueza semántica, para mostrar el hecho de estarsiendo en el habituar del
morar el mundo con los otros.
[xxxvii] Foucault, M. El Nacimeinto de la Biopolítica. Curso en
el College de France (1978-1979). México. Ed. Fondo de Cultura Económica.
2007. p. 251.
[xxxviii] Ibid. 253.
[xxxix] Ibíd.
[xl] Op.Cit. Hamann, Trent H. Neoliberalismo-Gobernabilidad y Ética. 2012.
[xli] Op. cit. Foucault, M. El
Nacimeinto de la Biopolítica… p. 251.
[xlii] Ibid.
p. 264.
[xlv] Ibid. p. 270.
[xlvi] Ya
en otro trabajo de mi autoría en el
curso de Ética y Ciencia con el profesor Joao en la Universidad Federal de Integración Latinoamericana
(Unila), “El Panóptico:Espacio y poder en
el Pensamiento Crítico de M. Foucault”, no publicado, intento sostener esta
misma a relación, este Tridium fundamental en la obra de Foucault, a través
de entender su abordaje del espacio por medio de su análisis del la
sociedad disciplinar.
Publica un comentario: