Heráclito vs. Platón: Un Debate Sobre el Origen del Universo y la Naturaleza del Cosmos

Discusión sobre el origen del universo según Platón y Heráclito, enfocándose en la dialéctica y las diferencias entre sus cosmologías.
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“El Origen del Universo en
DK.30 y Timeo 38a  y 39e

Para tratar de corregir un hereje de nuestra escuela heralitiana[i], no sin antes reconocer su aporte a la tradición del «pensamiento dialéctico», nos proponemos entablar una discusión, tanto como herederos suyos, pero fundamentalmente como herederos del oscuro de Éfeso; demostrando con ello que si algo tiene nuestra tradición es nuestra capacidad de argumentación, dejando por fuera cualquier idea de ser una tradición de puros “Furiosos”, διαλεχθῆναι ἢ τοῖς οἰστρῶσιν, pensadores que se dejan llevar por sus emociones y creencias, como se afirmó alguna vez por ahí[ii]. El tema ha de ser entonces, en honor de Artemisa: el origen del universo. Nos concentraremos en la lectura comparativa entre lo dicho por Platón en el Timeo 38a  y 39e  y lo afirmado por Heráclito en DK30, sobre la línea de dos puntos nodales: α) Modelo Onto-cosmo-Teo-[lógico] sobre el origen del cosmos; β) Estilo y límites de la representación.(no sera abordada en este post). 




[i] Nos referimos a Platón y sus múltiples críticas y tergiversaciones que, producto de su lectura de las enseñanzas de Heráclito que fueron heredadas a él por los heraclitianos de Atenas, principalmente de Crátilo, lo llevaron a pensar que el oscuro de Éfeso nos enseñó el radicalismo relativista de que todo en el ser fluye «παντα ρεἷ»,. Cf. Mondolfo, Rodolfo Heráclito, textos y problemas de su interpretación, 13° ed., México: S. XXI. 2007, en donde se afirma la valides del conocimiento que Platón tiene de Heráclito y, Kirk, G. Heraclitus, the cosmic fragments. Cambridge University Press, Great Britain, 1975, p.15; en  donde se afirma que es bien dudosa
[ii] Platón, Taetteto 279d-180a. 


α).
El Parménides es el lugar donde aparece por primera vez la resistencia del pensamiento sobre el propio sistema, en el que estalla  la «Teoría de las Ideas» en un des-equilibrio entre «El Pensar», como acción interpretativa polisémica de las cosas, y el «Concepto», como representación coherente de la totalidad posible del «Pensar»; un verdadero reajuste de la posibilidad misma de la filosofía[i], a la que el propio Platón había quedado perplejo, demostrado ser un verdadero dialogo de lo indecible. El Teeteto y el Sofista, son la búsqueda, todavía insuficiente, de una respuesta por vía epistemo-lógica y ontológica respectivamente, siendo en verdad el Timeo una salida cosmológica al problema ontológico presentado en el Parménides[ii] con relación a la «Participación» en la «teoría de las ideas».
Origen universo


Allí (Timeo, 29a-b) nos dice Platón que el universo, si es lo más bello jamás creado, debe haber sido necesariamente producido a partir del  παραδείγματοϛ, del modelo de lo perfecto, de lo eterno e incorruptible, teniendo que deducir que τόνδε τόν κόσμον εικόνα τινόϛ είναι, «el universo es una especie (tina) de copia», al establecer una «Estructura ontológica» que trata de la separación de dos mundos: un «cosmos aisthethos», un mundo sensible y, un «cosmos noetos», un mundo inteligible, siendo uno reino propio de lo «ente» y otro, el reino propio del «Ser». La respuesta contundente se produce a partir de la propia «Teoría de las Ideas» al establecer que lo que existe siempre sin «llegar- a-ser», son las εἶδος, mientras que el mundo material es aquello que «llegar- a-ser» y, sin embargo, no existe jamás[iii]. La  χώρα[iv]  es el espacio intermedio, el «receptáculo» donde es contenido el «llegar- a-ser», la materia y las formas inteligibles. Antes de la producción del universo existen como  su condición de posibilidad el ὂν, la χώραν y el  γένεσιν είναι, el «espacio»,«ser» y el «devenir», τρία τριχή , καί πριν ούρανόν γενέσθαι, tres principios anteriores a la «creación»[v]. La pregunta emerge instantáneamente: ¿y la «causa productora»?[vi]
La pregunta nuevamente hace estremecer «el pensar» a efecto del contenido de «lo pensado»: difícil es encontrar la «causa productora» y, todavía más imposible hacer que la multitud lo conozca[vii]. Lo que «hay», el «poner-delante» que caracteriza la totalidad de lo entitativo, es el resultado del εἴδωλοποιικὴν, un conocimiento y actividad, que necesitó de un «querer», un acto de voluntad, βουληθείς[viii] de ό θεός, la «causa productora» del universo, por medio del «Arte de Producir imagen»: el δημιουργόϛ. En un primer momento el δημιουργόϛ contempla las εἶδος, hasta que por bondad, las mezcla, como el fabricante mezcla los elementos y utiliza sus herramientas, dándole espíritu matemático a la materia,  toma el γένεσιν είναι, introduciéndolos en la χώραν, formando tanto el alma como el cuerpo del mundo, introduciendo el orden y la  armonía al cosmos[ix]. El δημιουργόϛ, padre y fabricante de todo, no es la causa de la participación de las cosas en las formas[x], si de  su τελος; no es un ό θεός todo omnipotente, no ha creado el universo a partir de la nada sino a partir de las formas y el material espacial, siendo su rasgo característico la imposición de la trascendental finalidad del mundo[xi].  Se crea así una imagen móvil de la eternidad a la que denominamos como «Tiempo», siendo los días y las noches una creación del δημιουργόϛ que introdujo el orden al universo[xii].

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Es acá donde aparecen los ecos del pensamiento del oscuro de Éfeso en  la cosmología de Platón. En Timeo 38a y 39e  nos parece que hay un clara relación semántica con el fragmento DK 30:

«κόσμον τόνδε, τὸν αὐτὸν ἁπάντων, οὔτε τις θεῶν 
οὔτε ἀνθρώπων ἐποίησεν, ἀλλ' ἦν ἀεὶ καὶ ἔστιν καὶ
ἔσται πῦρ ἀείζωον, ἁπτόμενον μέτρα καὶ
ἀποσβεννύμενον μέτρα»[xiii]


 Solo que de manera malversada en Timeo 38a., con un salto ontológico que implicó la creación de un τόνδε τόν κόσμον εικόνα τινόϛ είναι[xiv], «el universo como una especie (tinos) copia» y la transcendencia de la realidad de mayor jerarquía ontológica  que es el παραδείγματοϛ, el original de la copia. Podemos decir [λέγομεν γάρ δή ώς]  del άίδιον ούσίαν, «Ser Eterno», ήν εστιν τε καί έσται, «Fue», «es» y «será»,  conformándose como el límite del tiempo, no participa de los accidentes y generaciones del mundo. Y entonces concluye Platón:  

(39.e.1) «ἵνα τόδε 39.e.1 ὡς ὁμοιότατον ᾖ τῷ τελέῳ καὶ νοητῷ ζῴῳ πρὸς τὴν τῆς
διαιωνίας μίμησιν φύσεως»

A fin de que el universo fuera un animal vivo perfecto, debió imitar la naturaleza del «animal inteligible eterno».

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En DK. 30[xv]  nos enuncia el oscuro de Éfeso, de manera enigmática y oracular, que κόσμον τόνδε, lo que «hay», el «poner-delante» que caracteriza la totalidad de lo ente, ἀεὶ καὶ ἔστι καὶ ἔσται πῦρ ἀείζωον, «siempre ha sido, es y será fuego eternamente vivo», que sigue un orden, una  ἀρμονία que constituye que este «poner-delante» de lo que «hay», sea un ἁπτόμενον μέτρα καὶ ἀποσβεννύμενον μέτρα; la proporción, el orden y el equilibro entre la totalidad de lo ente, la más bella armonía de la unidad de los contrarios.  Lo que «hay», a diferencia que en Platón, no es el «ente» en cuanto «ente»; ni el «Ser» en cuanto «Ser», como dos mundos separados, como el «original» y «copia»; sino «Uno» siempre en relación con lo «Otro», un «permanecer-junto-reunido-lo-que-existente-ordenado-se-contrapone», propio  del «poner-delante» en el que nos introduce el «hay» del instante intensivo de la temporalidad. El argumento de DK. 30  es tanto una explicación de la realidad material del universo como de su esencia inmaterial que la gobierna, haciendo resonancia semántica con el conjunto total de fragmentos, como eco de la coherencia interna de su pensar (Anexo #1).


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La totalidad es «inmanencia», lo común a los entes, τῷ ξυνῷ, proceso continuo de corrupción y generación, no ha sido producto de un ser humano y, mucho menos de un Dios artesano: οὔτε τις θεῶν οὔτε ἀνθρώπων ἐποίησεν. No existe una pregunta por el origen a la manera tradicional, sino una verdadera revolución de la manera de concebir las cosas[xvi], pues este κόσμον τόνδε, que si bien permanece siempre en movimiento,  no tiene origen, ni final, ni causa. Los términos θεῶν y ἀνθρώπων designan seres distanciados en rango, que guardan una relación  contraria que los jerarquiza como queda demostrado en los fragmentos DK. 82 y DK. 83 que tenemos del propio Platón[xvii]. Ahora, ambos son «entes», seres con  la incapacidad de ποιέω, de producir, fabricar, inventar o componer lo que «hay»[xviii]. La expresión declinada del verbo, ἐποίησεν, manifiesta que este «permanecer-junto-reunido-lo-que-existente-ordenado-se-contrapone», es un «poner-delante» en la temporalidad lo que cambiando se fija en la eternidad; es algo ya existente y que no puede dejar de existir, es un «brotar» que, ἦν ἀεὶ, «fue siempre», «es», καὶ ἔστι, y «será», καὶ ἔσται.  El verbo εἰμί en sus formas declinadas ἦν, ἔστι y ἔσται, expresa que lo «hay», τὂ ὂν, es temporal, pues atraviesa el pasado, el presente y el futuro.  Heráclito nos dice que el κόσμον τόνδε, «este orden», no es puesta desde afuera por una causa o principio- como acto de βουληθείς-, sino que es la Άρμονία de lo real, que  significa que «uno-es-un-todo», ἓν πάντα, una «Totalidad Inmanente-Trascendente», como el uno y lo otro al mismo tiempo, un «fuego siempre vivo», πῦρ ἀείζωον.


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Las nociones de θεός, λόγος y Φύσις estan contenidas dentro de la expresión πῦρ ἀείζωον. Heráclito no crea la figura antropomórfica de ό θεός, si de un fuego πῦρ que es eterno ἀεί y  viviente ζωον. El πῦρ es αίθἡρ la substancia que ocupa todo el espacio. Ahora, el πῦρ es propiamente un proceso, una reacción físico química de combustión, es decir, de corrupción y generación en el mismo instante[xix], por lo que es inteligible. Por otro lado, que algo sea vivo, implica que está en movimiento, ya que vida implica dinamismo vital. Entonces el cosmos posee un dinamismo que manifiesta su vitalidad. Ahora, es una vida que muere y renace constantemente[xx], por lo que es un arder de lo divergente en concordancia con lo convergente[xxi], el generar y el perecer que nunca se extingue [ἀεί][xxii]. Lo que Heráclito nos trae con la imagen de πῦρ ἀείζωον  es «la inmanencia de la contradicción» entre λóγος y Φύσις en cuanto proceso cósmico.  El  λóγος es por ello la Φύσις como historia, como «Devenir», del mismo modo, la Φύσις hace del λóγος algo concreto y real, no permitiendo su huida a un plano «trascendental». Con la expresión  πῦρ ἀείζωον hace  Heráclito de la “substancia”, un “sujeto”, que en la materia se da su expresión concreta, así como en su inteligibilidad conceptual se esconde  su orden[xxiii].
Lo divino no es algo “Trascendental”, sino algo que esta inserido en el mundo y sin embargo no se rebaja, es eterno y perfecto. Las cosas del mundo se disponen como algo enlazado, organizado porque πῦρ impone orden, διοικέω, administra y da dirección, impone unidad entre la Φύσις y el λóγος, a través de su propio proceso homeostático, por lo que πῦρ ἀείζωον  es limite ilimitado, τὸ ἄπειρον.


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Explicación:
Plano que unifica las dimensiones y Conceptos  trabajados en  la filosofía de Heráclito, mostrando la resonancia de DK.30.
Linea Roja: Distingue el plano del  humanos  y el plano  Ser.

                              Linea Verde: Distingue el plano de las Esencias y el de la experiencia empírica.

Grafica: Resonancia DK 30.
                Fuente: Elaboración propia. 11/07/2017.//

El fuego (raio Keraunos) gobierna todo «τὰ δὲ πάντα οἰακίζει Κεραυνός» [xxiv]en vigilia eterna[xxv], poniendo en relación unas instancias con otras (anexo), «trae-a-la-luz» la pluralidad individual de «lo-que-tiende-a-ser-junto» se diferencia en el instante que no se repite[xxvi].  Es otra forma de darse el tiempo, ya que este se declina en κρονος, que es visto desde la muerte que mide un «antes y un después»; καιρος un lugar específico en el espacio-tiempo, que hace notar las condiciones de desarrollo y αιόν[xxvii] que es visto desde la vida, sin cambio y sin muerte, sin mal y sin bien, afirmación del replegarse en el límite, en el instante del devenir, de la sucesión y saltos del «instante eterno» en el que quedamos perplejos por el «hay».
En ese sentido, el modelo Onto-cosmo-Teo-[lógico] del oscuro de Éfeso, no se presenta una «identidad Transcendente» al estilo del modelo Platónico, en el que τὸ ὂν ἀεί, γένεσιν δὲ οὐχ ἔχον[xxviii] es un viviente perfecto inteligible παντελες ζῷον[xxix]sino un πῦρ ἀείζωον,  una «No-identidad Inmanente», que permanece «Uno-es-todo» diferenciándose en sí misma: unidad simple inmanente y ley ordenadora del cambio (Coincidentia oppositorum). El contenido ontológico del símbolo πῦρ, enlaza los términos para hablar de la regularidad del cambio, directiva de la capacidad del propio πῦρ[xxx]Lo siempre viviente que es fuente del tiempo se torna nombre del ἓν πάντα, mostrando que los «entes» tienen su «Ser-en-el-tiempo»[xxxi]: ¡las cosas siempre están en movimiento!


Origen universo

Homenaje a : Néstor L.  Cordero.  
Grato encuentro, ocasión para un abrazo filosófico!!



[i] Mena Lorite, J. EL Parménides de Platón un Dialogo de lo indecible. Bogotá. Fondo de Cultura Económica. 1985, pp.IX-XIII.
[ii] El Timeo si bien se presenta como continuación de la República, lo hace en la medida que sigue el proyecto que hemos dado como hipótesis de trabajo. Es la explicación cosmológica al problema del orden del universo, tanto el movimiento los planetas como el movimiento de la sociedad y del alma humana ha de seguir el modelo de las formas.
[iii] Timeo 27d-28a
[iv] Ibíd. 49b; 51a; 52a, fundamentalmente.
[v] Ibíd. 52d.
[vi] La pregunta de Platón es por el padr : τόν μεν οΰν ποιητήν καί πατέρα τούδε τού παντόϛ  Cf. Timeo, 28c.
[vii] Ibíd.
[viii]Ibíd. 30a
[ix] Ibíd. 32d-39e.
[x] «[…] 'est la le resultat d'une comprehension fragmentaire de la participation des' choses sensibles aux formes inteligibles a laquelle, malheureusement, Platon n'a pas trouve de solution. En eITet, comme nous le verrons, le derniurge n'inaugure ni la participation des choses sensibles aux formes intelligibles, ni le mouvement; il parfait la premiere, et oriente le second. Par aiUeurs, I'ame du  onde, qui prend la releve du derniurge, merne si elle inaugure le mouvement, ne fonde pas la participation des choses sensibles aux formes intelligibles; elle n'en explique que la perpetuite et l'intermittence […]» En: Luc Brisson - Le même et l'autre dans la structure ontologique du Timée de Platon _ Un commentaire systématique du Timée de Platon (International Plato studies) Academia Verlag. 1998,  p 19.
[xi] Ibíd. p. 31.
[xii] Timeo 37d-e
[xiii] Fuente del griego de Snell, B. Die Fragmente des Heraklit.  1944 . Trad. «Este cosmos, uno y el mismo para todos, no lo ha creado ningún Dios ni ningún hombre, fue siempre, es y será, fuego eternamente vivo que se enciende y se apaga según medida». En: Mondolfo, Rodolfo Heráclito, textos y problemas de su interpretación, 13° ed., México: S. XXI. 2007, p.
[xiv] Fuente del griego y el español de Platón. Timeo. Trad. José María Zamora Calvo. Edit. Abada. Madrid. 2014.
[xv] Clem., Stromat., V, 104, 1.
[xvi] Jaeger, Werner. La teología de los Primeros Filósofos Griegos. Tad. Jose Gaos. Ed. Fondo de Cultura Económica. México. 2013, pp. 111-128.
[xvii] Hipias Mayor 289a: «El más bello de los monos es feo al compararlo con la especie de los hombres» y 289b: «El más sabio de los hombres parecerá un mono en comparación con Dios, en sabiduría, hermosura y todo lo demás» Fuente Griego: Diels, Herman y Kranz, Walter . Die Fragmente der Vorsokratiker, Berlín: Weidmann. 1974 p. 345.  Trad. Mondolfo, Rodolfo Heráclito, textos y problemas de su interpretación, 13° ed., México: S. XXI. 2007, p. 41.
[xviii] Según  W. Jaeger, la utilización de esos términos, no es solo un estilo de hablar por contradicciones, sino que refleja el hecho que para Heráclito la experiencia humana era símbolo de explicación del propio cosmos. Cf. La teología de los Primeros Filósofos Griegos. Tad. Jose Gaos. Ed. Fondo de Cultura Económica. México. 2013, pp. 111-128
[xix] DK 31.
[xx] DK 76
[xxi] DK10.
[xxii] Kirk, G. Heraclitus, the cosmic fragments. Cambridge University Press, Great Britain, 1975, p.318.
[xxiii] DK123
[xxiv] DK 64
[xxv] DK.16
[xxvi]  Heidegger-Fink 16-17
[xxvii] DK 52
[xxviii] Timeo, 28a
[xxix] Ibíd. 39e
[xxx] Op. Cit. Kirk. Heraclitus… 1975, p. 318.
[xxxi] Op. cit.  Heidegger Fink, Heráclito  p 89.




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