«Honradamente
queremos la paz. Lo que ocurre es que
nuestra propuesta no es una propuesta de entrega, de rendición o desarme,
porque entendemos que la paz sólo puede ser fruto de la justicia social y la democracia»
Manuel
Peréz.
«El deber
de un cristiano es ser revolucionario y, el deber de todo revolucionario es hacer
la revolución »
Camilo
Torres Restrepo
Los movimientos
armados por lo general tienen a construir una historia heroica de su aparición
en la escena política.
El ELN había dado sus primeros pasos de vida política
guerrillera con la “Toma de Simacota” el 7 de enero de 1965, siendo el “Manifiesto
de Simacota” un documento fundacional que daba vida al movimiento político
armado al establecer sus ideales que motivaban su lucha revolucionaria con el
objetivo de ser escuchado por la opinión pública nacional. Antes de aquel evento, un año atrás, el ELN era ya una organización armada,
con una estructura ya construida, con un proyecto político y económico, con una
lectura frente al devenir histórico del país. El 4 de julio de 1964 acontece la
“Primera Marcha” de un grupo de
familias campesinas (de Santa Helena, Orpon, Fortuna y Simacota) algunas
familias de filiación liberales-comunista,
así como algunos integrantes militantes del MRL, que en tesis da surgimiento a la estructura
armada del ELN. Pero el momento genético es en 1962 con la “Brigada José Antonio Galan” que se propone, luego de una
experiencia formativa ideológico y militar en Cuba, impulsar la lucha por la liberación en América Latina[i]. Lo
que empezó con toda anterioridad, se efectivo con su primera acción militar,
que al mismo tiempo fue su presentación política.
El atentado a la escuela de cadetes General Santander
el pasado 17 de enero aparece como otra fecha emblemática, una que nuevamente
se presenta como evento mítico para
el ELN al poner el carácter ambivalente de su propuesta de unificar una
reflexión política junto a un accionar militar.
Después del atentado, lejos de ser debilitadas la
utraderecha oligárquica nacional, se fortaleció su discurso, legitimando el
propio actuar coercitivo del Estado como instrumento de “la defensa de la
seguridad democrática”. Se desvió el foco del debate público en torno del caso
de corrupción más grande del país "Odebrecht", así como las duras críticas a los
altos funcionarios del gobierno (el Ministro de Hacienda Carrasquilla y el Fiscal
general Nelson Humberto Martínez), el país nuevamente se polariza y como mayor
medida, se cierra la Mesa de negociación, reactivándose nuevamente las ordenes
de captura para los principales líderes y equipo negociador en la Habana. El país
pasó entonces de un ambiente de construcción de paz y de movilización de las
bases sociales al discurso del enemigo, la amenaza constante y de tensión con el vecino país bolivariano.
En ese sentido muchos sectores ven en la posición del
ELN una postura compleja, puesto que tras el atentado, se presupone una mala
lectura del conflicto armado y de la situación política del país y de la región
por parte del grupo guerrillero.
Es posible una defensa todavía hoy del proyecto
político del ELN? Creemos que sí, porque defender el proyecto de este grupo
político alzado en armas significa innegablemente defender el proyecto de
Liberación del oprimido y con ello regresar al espíritu misionero de Camilo
Torres Restrepo, de Paulo Freire y al pensamiento crítico latinoamericano.
En Defensa
de la Liberación
Los orígenes de los movimientos de la liberación deben
encontrarse en la realidad de dominación, explosión y sufrimiento de los
pueblos oprimidos, no solamente en Latinoamérica, sino también de otras
latitudes del mundo. En ese sentido, esta postura nace en una profunda conexión
con su tiempo, como una regeneración del pensamiento y la acción política. Importantísimos
antecedentes son los movimiento de lucha por la emancipación colonial e
imperial ya desde la propia época de la invación y la conquista (grupos de
resistencia indígena y quilombos), así como los movimientos más recientes del
siglo pasado de lucha guerrillera y las posturas intelectuales de la liberación, en la teología
(C, Torres, Gutierrez), en la sociología (F. Borda), en la pedagogía (P. Freire),
unidos al boom Literario latinoaméricano (Cortazar, Marquez etc.). Se trata de una situación de «crisis», en sus
dimensiones política, económica, social y espiritual. El concepto mismo de liberación
enmarca la necesidad de ejercer, no solamente una praxis teórica, sino una
praxis enteramente política que posibilite la emancipación de los oprimidos.
El establecimiento de esta condición caracteriza la historia
reciente (prehistoria) del ser humano y enmarca su experiencia en el mundo como
la búsqueda implacable de su reconciliación. El ser humano se encuentra en una situación falsa que se hace evidente
con la existencia real de la contradicción entre opresor y oprimido que cada
vez inviabiliza el proyecto de humanidad[ii]. El
ser humano ha caído preso de un orden socio-económico y político que impide su
propio desarrollo; un orden que si bien posee sus causas estructurales, se
mantiene por el interés de grupos locales e internacionales que se lucran con
el despojo de los pueblos a los que oprimen. El surgimiento del modo de vida
moderno y del modo de producción capitalista en todo el mundo lleva inscrito
una lógica colonial de explotación y dominación, que se fundamenta en el saqueo
de los recursos naturales de los pueblos, imponiendo en toda la maquina
civilizatoria el principio de la valorización
del valor (principio del lucro y la ganancia por sobre el principio de la
vida y la dignidad) como el engranaje que hace da dirección al movimiento de la
máquina. Esta situación falsa del mundo
caracteriza propiamente la manera en que se presenta la Situación
del oprimido cuanto la Situación del
opresor, construyendo la relación entre ambos como una relación
deshumanización[iii].
La búsqueda de la liberación es la procura de la
superación de esta situación falsa,
siendo un proceso de emancipación de los marcos de pensamiento que permiten el análisis
crítico de la situación existencial que
oprime, así como una acción política que procura la superación efectiva de
este orden de experiencias. Liberatio-onis
es una acción de poner en libertad;
se trata de una acción que implica la perdida de las cadenas materiales y
espirituales. La praxis de liberación,
en palabras de P. Freire, es “Amor hecho
praxis” porque es potencia que libera de la contradicción que deshumaniza,
un verdadero acto de bondad del oprimido frente a la violencia del opresor[iv].
Es sobre este marco filosófico que se debe entender el
actuar ético y la lectura política, así como las maneras de actuar de esta
organización como quedó expuesto en los 12 puntos del “manifiesto de Simacota”[v].
Bajo el lema “¡Liberación
o muerte!” el ELN manifiesta su postura revolucionaria que plantea
diferentes escenarios de lucha y reivindicación que parten de una idea general
y utópica de la liberación desde una perspectiva de la experiencia colonial[vi]. En ese sentido, la dificultad de la liberación nacional radica en el
mantenimiento de las estructuras de dominación y explotación colonial sobre la
construcción de la República al servicio de las oligarquías mundiales
(estructura neocolonial), por lo que la idea de liberación propuesta por el ELN tiene dos niveles. a). Condiciones internas de dominación
y explotación y b). Condiciones de
la dinámicas del poder mundial[vii].
Es esta bandera por la liberación del oprimido lo que caracteriza el horizonte político cultural de la
organización del ELN, que se propone como una fuerza de resistencia armada en
comunión con la lucha de las organizaciones sociales y civiles de los pueblos
por su liberación frente a las estructuras del poder mundial
(anticolonialismo), frente a las formas de composición social (anti racismo y
defensa de la justicia social) así como de la soberanía y autodeterminación de
los pueblos.
Subversión
del Oprimido
Lo que legitima
la lucha armada es precisamente la imposibilidad de realizar una actividad política por otros medios. El levantamiento
armado de un grupo guerrillero obedece a una serie de causas socio-históricas
que dan la condición de posibilidad de la emergencia de una acción política que
ve en el uso de la lucha armada el mecanismo de manifestación política. Cuando
Fals Borda considera la dimensión sociológica
de la subversión[viii]
nos está hablando del carácter objetivo que determina el surgimiento de
levantamiento subversivo como la propia tendencia en el interior de la sociedad
por alcanzar el cambio social que se
presenta como necesario para el pueblo.
La creación de formas de dominación social en Colombia
– y en Latinoamérica como un todo- hunde sus raíces en la experiencia colonial.
Desde allí se nos está marcada una ruta en el proceso mismo de construcción de
un orden vigente al que le es connatural el conflicto político. La experiencia
de independencia republicana fundó una nueva modalidad de experiencias sociales
y políticas (creación de Estados nacionales) sin modificar en sentido
sustancial la estructura de dominación social. La violencia como fenómeno
social y político marca la experiencia histórica de nuestro país, por lo que
hace bien en considerar el profesor Moncayo que las causas y los orígenes de la violencia en Colombia han de buscarse
fundamentalmente en el orden social
vigente[ix], en el que
permanece la contradicción entre oprimido-opresor
en cada una de las esferas de la experiencia social, cultural, económica y
política del país (y de la región). El orden
social vigente se erige como una modesta, pero efectiva, forma de
dominación política que permite la explotación de las personas en la
expropiación de la riqueza social, siendo la causante del choque de intereses
en el seno de la sociedad como un todo.
La interconexión entre el orden
social vigente (las formas de dominación social) y el cierre de las
posibilidades políticas para las posturas contrarias a ese orden, construyen
las condiciones objetivas para la subversión
armada como estrategia política. Como dijo Camilo Torres Restrepo:
«[…] La
miseria de sus hogares, la angustia de no poder llevar al hogar el mercado
necesario, de no poder pagar el arrendamiento, de no poder educar a los hijos,
les está demostrando a todos los desempleados la necesidad de emprender la lucha
definitiva contra el sistema» [x]
El choque entre las fuerzas de estabilización por parte de la oligarquía y las fuerzas de subversión por parte los grupos
populares caracteriza el desarrollo del conflicto político en una modalidad
armada, puesto que de parte de las fuerzas de estabilización de la oligarquía se cuenta con toda la capacidad bélica
del aparato represivo del Estado y, por parte de las comunidades se establecen ejércitos
de liberación con armamento militar en el ejercicio de su defensa. La violencia
estableció como fundadora de derecho
y luego como conservadora del mismo,
del tal modo que la oligarquía adquirió un derecho (casi divino!) por el monopolio
del uso legítimo de la violencia.
Acciones de insurgencia
y contrainsurgencia como la característica del conflicto armado de los últimos
60 años, marcados los ciclos del capitalismo trasnacional y por fuertes oleadas
de violencia interna.
La Subversión del ELN no es moral ni inmoral, su
naturaleza es producto del proceso histórico que se construye como una acción utópica hacia el futuro. Lo
político y lo militar en el ELN se explican por su carácter anti-sistémico y de
negación del orden social vigente al
mismo tiempo que el cierre de las posibilidades de enunciación de esa negación
y de procura de cambio, lo llevan a la acción armada. La Subversión del oprimido
puede realizarse de múltiples maneras, culturales, religiosas, económicas y civiles,
etc.; no es la violencia lo que se
promueve, lejos de eso, la acción armada y militar aparece como un mecanismo de
defensa ante las fuerzas de estabilización que buscan la
aniquilación del movimiento popular de liberación. Ante la violencia legal del opresor,
la violencia liberadora del oprimido.
El Camino de la Solución Política del
Conflicto en Colombia
Lejos de una efectiva implementación de los acuerdos
de Paz firmados con las FARC- EP[xi], en medio de una fase de
transición del conflicto bélico a
conflicto político, la barbarie de la guerra se repite como
acontecimiento cotidiano de la historia de la nación. El pasado 11 de marzo
fueron objetados, por inconveniencia social y económica, en 6 puntos la Ley
Especial para la Paz (JEP) dejando nuevamente claro que la postura del gobierno,
del partido Centro Democrático y de la clase oligárquica de ultraderecha, está
muy lejos de una voluntad de paz. Esto
confirma las propias palabras del ELN el 21 de enero cuando se adjudicaron la autoría
del atentado a la Escuela de cadetes General Santander[xii]
manifestando del mismo modo su disposición política para continuar la mesa de
negociación. El atentado del 17 de enero es respuesta ante la arremetida
militar en su contra y las evasivas en
la continuidad de la mesa en la Habana.
Las burguesías transnacionales se han direccionado
hacia una serie de posturas de completo cierre de las posibilidades democráticas
de participación política. El Estado colombiano está jugando un papel clave en
su posicionamiento geopolítico frente a al Gobierno de Nicolás Maduro en
Venezuela, liderando las acciones regionales en su contra. Lejos de superarse
el conflicto bélico interno, se anda provocado insistentemente en el inicio de
un contexto bélico regional (un nuevo ciclo de violencia, un nuevo ciclo del
capital internacional que amenaza con una intervención militar en Venezuela, un
repliegue a las posiciones totalitarias). Lejos de la salida negociada, el gobierno Duque
demuestra que se inicia una nueva etapa de enfrentamientos y de persecución a
los movimientos sociales, como lo ha venido haciendo desplegando la capacidad
represiva de contra la minga indígena que deja al menos 16 muertos en los que
se encuentra el comunero Breiner Yunda Camayo que murió hoy (02 de
abril). La oligarquía colombiana ha construido una retórica en la que unos
muertos valen y otros no; en el que unas vidas son valiosas y las otras son “el
precio del progreso”.
Como insurgencia, el ELN el pasado 17 de enero tomaron
su decisión, hacen lo propio y quedando como Ejercito popular; ahora las
movilizaciones en las calles y todos los movimientos sociales articulados,
podrán dar lucha en esa correlación de fuerzas. No es momento de des-legitimar su
lucha y caer en un discurso que facilita el cierre de posibilidades políticas y
afiance el mecanismo de dominación social.
Y finalizo con unas palabras de Camilo Torres Restrepo
[…] Ahora el pueblo ya no creerá nunca más. El pueblo no cree en las
elecciones. El pueblo sabe que las vias legales están agotadas. El pueblo sabe
que no queda sino la vía armada. El pueblo está desesperado y resuelto a
jugarse la vida para que la próxima generación de colombianos no sea de
esclavos […] [xiii]
[i] De ese grupo fundacional se encuentran Fabio Vásquez Castaño, Víctor Medina Marrón,
Heriberto Espítia, Ricardo Lara Parada, Luis Rovira, Mauricio Hernández , José
Marchan. Para una mayor descripción de
ese proceso de creación del grupo guerrillero del ELN, ver: Medina Gallego, M.
FARC-EP Y ELN: una Historia política Comparada (1958-2006). Tesis doctoral. Universidad
Nacional De Colombia. Bogotá, 2012, p.
[iii] Ibíd, p. 67.
[iv] Ibíd, p. 70
[vi] Pedraza, Oscar Humberto. El ejercicio de la
liberación nacional: ética y recursos naturales en el ELN. En: Controversia no.
190 (junio 2008). Bogotá : IPC, FNC, CINEP, CR, ENS, 2008.
[viii] La subversión en Colombia:
el cambio social en la historia, Bogotá, FICA/CEPA, 2008,
pp. 249-275.
[ix] Moncayo,
V. Relatoria: “Haciala verdad del Conflicto: Insurgencia Guerrillera y Orden
Social Vigente. En: Contribución al entendimiento del conflicto armado en
Colombia Comisión Histórica. Del Conflicto y sus Víctimas Febrero de 2015
[xi] La mesa de negociaciones fue
instalada en 2012, los acuerdos firmados en Cartagena el día 26 de septiembre
de 2016, refrendados el 10 de octubre de 2016, donde gano el No con el 50, 2% de los votos, por lo
que fueron modificados ente octubre y noviembre, para nuevamente ser firmados
el día 24 de noviembre en el teatro Colon de Bogotá, siendo aprobados luego por
el Congreso de la República con una votación de 75 votos a favor y cero en
contra en el Senado y, 130 votos a favor y
0 en contra en Camara, sabiendo que en ambas corporación los
representantes del No, salieron a la hora de votación.
[xiii] Proclama al pueblo
colombiano. Emitido desde la
clandestinidad en forma de volaron nte y publicado por diversos medios de la prensa
colombiana en enero de 1966
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