Este artículo ha sido escrito entre Andrea Fano y Esteban Higueras, siendo estos dos sus autores.
[1]
¿Y si hoy me preguntan qué es el amor?
Puede que tenga algo que ver con el deseo de querer sin poseer como nos dice Nuccio al señalar que “abandonar la pretensión de poseer, saber convivir con el riesgo de la pérdida significa aceptar la fragilidad y la precariedad del amor. Significa renunciar a la ilusión de una garantía de indisolubilidad del vínculo amoroso, tomando nota de las relaciones humanas, con los límites y las imperfecciones que las caracterizan, no pueden prescindir de la opacidad, de las zonas de sombra, de la incertidumbre.”[2]
Siguiendo con nuestra reflexión si
podemos decir que hay algo libre en el mundo, dirá Emma Goldman, esto es el
amor, que no puede comprarse, ni conquistarse. Siendo tan libre, que no puede
existir en otra atmósfera que no sea la de la libertad. Entregándose total y únicamente en ella, y no necesitando protección, ya que se basta a sí mismo.
Lamentablemente, en nuestra sociedad, se encuentra falseado, no pudiendo
“ajustarse a la estrecha medida de nuestra fábrica social.”[3]
Como se va entendiendo, tendemos a considerar el matrimonio
y el amor como sinónimos, pero la realidad dista mucho de esta creencia.[4]
Cierto es, que algunas uniones matrimoniales se realizan por amor; pero
también los es, que muchas utilizan el matrimonio como una forma de someterse “para pagar el tributo de
la opinión pública.”[5]
Por otra parte, como señala Emma Goldman, es completamente falso que el amor
sea resultado de los matrimonios.
Y es que argumenta que la dificultad para el "amor" está en encontrarse “separado
por una valla de supersticiones, de costumbres y de hábitos, el matrimonio no
tiene el poder de desarrollar el conocimiento mutuo y el respeto del uno para
el otro, sin lo cual toda unión de esta clase está sometida al fracaso, a la
desavenencia continua.”[6]
El amor hoy en día es escaso
Somos conscientes de que esta idea de matrimonio o unión forzosa no es muy habitual en nuestra cotidianidad, más no es esa la cuestión principal, sino las formas que constituyen el deseo de "amar" de alguien hacía alguien, como se señala al principio. Hoy amamos o creemos amar a otro por frustraciones propias o celos percibidos, y esto esconde la más graciosa de nuestras zancadillas, a la que llamamos no conocernos, no querernos.
Y es que al tomar el deseo de estar con alguien o el matrimonio como una imposición para poder encajar en la sociedad, las personas se someten, sin tener certeza de si ese amor estará presente durante toda la vida; y, en muchas ocasiones, estando ya el divorcio normalizado, alimentando el “negocio del desamor”. Antes de que los divorcios y las separaciones supusieran un camino para recaudar, esa separación entre dos personas que no se amaban estaba mal vista, pues habían firmado un contrato para toda la vida. ¿Qué puede haber más terrible que vivir encadenado a alguien que no amas?
“El
amor, que es el más intenso y profundo elemento de la vida, el precursor de la
esperanza, de la alegría y del éxtasis; el amor, que desafía impunemente todas
las leyes humanas y divinas y las más aborrecibles convenciones; el amor uno de
los más poderosos modeladores de los destinos humanos, ¿cómo tal torrente de
fuerza puede ser sinónimo del pobrecito Estado y del mojigato sacramento
matrimonial, concedido por nuestra santa madre Iglesia?[7]
No debemos confundir el amor con
el ansia de poseer, que lo limita todo a la propiedad. Cuando sentimos la
necesidad de dominar al otro, el amor se convierte en celos.[8]
Y éstos son una de las manifestaciones más deplorables de la especie humana.
Estamos tan acostumbrados a la idea de propiedad, que nos llega a invadir hasta
en nuestras más íntimas esferas (el amor, la amistad…) queriendo reducirlas a
negocios y encarcelándolas.
“El
amor no puede ser enjaulado […] Encerrar el amor en un círculo, condenándolo a
vivir en una cárcel eterna, no servirá para protegerlo de los cambios y las
metamorfosis que caracterizan las cosas humanas.”[9]
El
hecho de pensar que las relaciones necesariamente tienen que ser eternas, es
asumir unos mandatos caducos que, muchas veces, imponen un amor ficticio a
quien no lo siente. El amor que no se siente feliz es una imposición, incluso una auto imposición guiada por
costumbres culturales o creencias que no son del todo tuyas. El amor como sentimiento, si puede renacer y mostrar su esplendor, pero no bajo fuerzas coercitivas.
“El amor auténtico se convierte
así en expresión del encuentro entre dos seres que avanzan libremente el uno
hacia el otro. Lo que les une es un lazo desinteresado, es el valor del amor en
sí, capaz de extirpar todo interés individual y toda forma de egoísmo.”[10]
[1] Imagen
de Pixabay https://pixabay.com/es/photos/los-libros-corazón-páginas-5615562/
[26/01/2021]
[2] Ordine,
Nuccio. La utilidad de lo inútil. ACANTILADO.
Barcelona. 2013. Página 122
[3] Goldman,
Emma. Recopilatorio de escritos.
Editorial Descontrol. Barcelona. Página 108.
[4] Op. Cit. 95-108.
[5] Op. Cit.
Página 95.
[6] Op. Cit.
Página 97.
[7] Op. Cit.
Página 105.
[8] Ordine,
Nuccio. La utilidad de lo inútil.
ACANTILADO. Barcelona. 2013. Página 118
[9] Op. Cit.
Página 124
[10] Op. Cit.
Página 118
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