Pocos malentendidos más persistentes en la historia delas ciencias humanas que el que gira en torno al Estado hegeliano. Yo mismo lo
he cometido levemente en mis trabajos sobre la democracia (academia.edu) pero
tras leer su Filosofía del derecho estoy en condiciones de desbaratarlo.
Durante mis años de profesor de Secundaria me dediqué a enseñar el Estado
spinoziano, o al menos la estatalidad (“statehood”, como se la llama bellamente
en la película El hombre que mató a Liberty Valance). El famoso
fragmento sobre la finalidad del Estado democrático (la libertad) era el
comentario de texto final a realizar en la Ética de 4º de la ESO.
Pero ahora quisiera hablar del Estado hegeliano y ver
realmente lo que dice Hegel sobre el Estado. Tenemos la oportunidad por fin de
ser fieles al texto hegeliano y de comprender su controvertida concepción. En
su Filosofía del derecho Hegel empieza diciendo que va a estudiar al
Estado no como debería de ser sino como es. Ya en estas primeras líneas llama
al Estado “universo ético”. Repito, Hegel estudia el Estado como es, no como
debería de ser, del mismo modo que en la Fenomenología del espíritu se
trata de pasar del amor al saber como forma de liberarse de la
dialéctica del amo y del esclavo (saber que es la historia concebida,
esto es, la organización conceptual del sí mismo que es la ciencia del saber
que se manifiesta). El Estado para Hegel es la sustancia ética, el bien, la
libertad. No cabe vida racional fuera del Estado. La razón exige el
Estado. En el origen del Estado no está
el libre albedrío, que no es sino una libertad en contradicción, sino la razón.
La razón es la voluntad libre.
El primer asunto de un Estado es la pedagogía, que es
el arte de hacer éticos a los hombres de modo que el espíritu, su naturaleza
espiritual, su segunda naturaleza, se convierta en costumbre. Recordemos que el
espíritu es la realización de la libertad.
Resumen de la teoría del estado de Hegel
El Estado se
configura en tres estadios o esferas, a saber, la familia, la sociedad
civil y el propio Estado. La familia está formada por los padres y hermanos, y
la crianza consiste en preparar a los
hijos para lo general, lo racional, lo inteligible. Para ello es imprescindible
la disciplina. El divorcio está admitido, pero con restricciones. La sociedad
civil es el mundo de las profesiones, del trabajo, de la economía. El individuo
abandona su familia de origen para formar su propia familia. La elección de
profesión es libre o de otro modo quedaría negada su particularidad. Hegel
piensa en la igualdad de las personas, pero rechaza la igualdad en la
particularidad, que sería para él injusticia. La naturaleza no es ni justa ni
injusta y de algún modo negar la particularidad sería como negar la misma
posibilidad de la libertad. Lo que es el amor en la familia lo es el honor en
la sociedad civil. Hegel llama a la sociedad civil familia general. El
individuo forma parte de asociaciones profesionales que le reportan honor, una
identidad, una integridad. La sociedad civil está formada por tres estamentos,
a saber, el agrario, el industrial y el funcionarial. El industrial, con su
espíritu comercial, es el idóneo para remediar el problema de la pobreza. Los
individuos en la sociedad civil están escindidos entre su pertenencia a la
familia y su pertenencia a la asociación profesional. Este estar escindido es
lo normal en la sociedad civil. Deleuze lo llamaba esquizofrenia. Por tanto, la
esquizofrenia es el estado natural de los individuos en la sociedad civil (se
entiende entonces que un régimen como el soviético que anulaba la sociedad
civil diagnosticara a los disidentes como “esquizofrénicos progresivos”).
El tercer estadio o esfera del Estado es el Estado
mismo, que en realidad engloba a la familia y a la sociedad civil como su
fundamento. En la relación entre religión y Estado Hegel dice que el Estado no
debe inmiscuirse en asuntos de religión. De otro modo nos encontraríamos en una
tiranía, o bien del Estado que se inmiscuye en las convicciones internas o bien
de las iglesias que pretendieran que la religión gobernase. Siguiendo a
Spinoza, Hegel sostiene que la organización eclesiástica debe someterse al
derecho público.
La forma elegida por Hegel para su Estado es la
monarquía constitucional, pero por lo que escribe se podría hablar también de
república. La garantía de la conservación del Estado son sus instituciones, el
buen funcionamiento de sus instituciones. Frente al abuso de poder y la
corrupción, Hegel habla entonces de la clase media. El interés principal de cualquier
Estado es formar una clase media como freno al abuso de poder y la corrupción.
Clase media y sociedad civil son aquí prácticamente sinónimos. Hegel llama a la
democracia principio lógico, pero reflexiona sobre algunas paradojas de la
misma en lo relativo a la representación, la opinión pública y la soberanía. La
soberanía que defiende Hegel es la del Estado todo, más alta que la llamada
soberanía popular. El objetivo de cualquier Estado es el bienestar de sus
ciudadanos. Un buen Estado es aquel organizado por buenas leyes que
prácticamente no dejan nada por hacer.
Finalmente, Hegel habla de la guerra. La guerra no es
el mal absoluto, es algo que puede ocurrir, incluso dentro de un mismo Estado
(guerra civil). A propósito de esto, Hegel sostiene que el verdadero valor de
una civilización es alinearse con lo general. Las relaciones entre Estados caen
dentro de la esfera del deber ser, y esto es distinto de las relaciones entre
los individuos de un mismo Estado.
Para acabar, Hegel trata del espíritu del mundo como
lo supremo, incluso por encima de los Estados. La historia mundial está por
encima de los Estados, siendo los Estados momentos de la misma. El Estado
moderno es el momento de su desarrollo como objetividad de la sustancialidad
autoconsciente, como legalidad organizada.
Hasta aquí la verdadera filosofía del derecho de
Hegel, el verdadero Estado de Hegel. Nada de malentendidos en torno al “Estado
absoluto” o al “Estado omnicomprensivo” hegeliano, o incluso al “Estado
totalitario”. Los países avanzados del mundo, aquellos que están en los
primeros puestos del Índice de Desarrollo Humano de la ONU iniciado en 1990, lo
son por ser Estados hegelianos. ¿Queremos en España un Estado realmente
hegeliano?
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