Psicópatas: Somos ciegos ante su presencia

Andrés nos introduce en las formas en las que vemos el comportamiento psicopático, y como nos engaña esa apariencia, e incluso nos atrae.
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No vemos al psicópata

1. Introducción

Tratemos de ser precisos en un tema difícil y confuso. Partamos para ello de una premisa cierta: Todos somos distintos, ligeramente distintos entre sí. En modo alguno somos iguales. Por eso se nos reconoce. Por eso nos identifican y nos llaman por nuestro nombre. Plantear que todos somos iguales es una simplificación de la realidad. Lo que sí somos es “semejantes”. Somos y nos sentimos semejantes a los demás. De ahí surge nuestra capacidad de mostrar y tener empatía, nuestra capacidad de ponernos en el lugar del próximo, del otro, es decir, en el lugar de los demás. Sin embargo, un pequeño porcentaje de seres humanos nace con una pequeña peculiaridad, muy ventajosa en algunos aspectos y perjudicial en otros, tanto para quien nace con esa característica como para el resto de la sociedad en donde viva.  Esta peculiaridad consiste en lo siguiente: Siendo semejante se siente distinto, en concreto, se siente superior a todos los demás. Esta sensación errónea le va a acompañar durante toda su vida desde su nacimiento lo que le hará obrar en consecuencia. Sin embargo, se ve obligado a ocultar tal persistente sensación para poder integrarse entre “sus inferiores”. Solo así va a poder pasar desapercibido y podrá dirigirlos, utilizarlos, manipularlos, engañarlos, cosificarlos, y cosas peores…, sin sentir el más mínimo remordimiento. Su suprema superioridad le da pleno derecho a ello aunque sus “tontos” congéneres no lo vean así. A los seres humanos comunes este hecho nos resulta inconcebible, imposible, falso, una fabulación contraria a nuestra sensación de igualdad (o mejor dicho, semejanza). Nos resulta incluso más creíble la existencia de marcianos, zombis o alienígenas. Sin embargo, la realidad es tozuda y –de cuando en cuando– nos muestra a uno de estos seres semejantes pero, a la vez, tan distintos a nosotros por carecer de empatía. Sentimos de inmediato un enorme rechazo frente a ese sujeto a la vez que nos asombra el hecho de que pueda existir un ser tan aberrante y parecido a nosotros. Nos asombra el hecho de que no hayamos sido capaces de verlo antes, que no hayamos sido capaces ni de sospecharlo. Sí, estamos ante un psicópata y lo alcanzamos a ver, momentáneamente, aunque no le podamos comprender. “Debe estar loco”, pensamos equivocadamente.


2. Ciegos ante los psicópatas

Hay tres motivos por los cuales somos ciegos ante su presencia: nuestra empatía (como seres humanos), nuestra necesidad de buscar y encontrar líderes (como seres sociales y gregarios) y la capacidad innata que tienen los psicópatas para mimetizarse entre comunes. Ellos son unos actores excelentes, pues han de entrenar esa faceta desde su más tierna infancia para no ser descubiertos. Al sentirse superiores tienen una percepción de la realidad (ligeramente) distinta, por lo que razonan y actúan de manera diferente a los comunes. Y ello nos sorprende. A su vez, los comunes buscamos a personas especiales a las que poder admirar por nuestro instinto gregario jerarquizado. En consecuencia, los psicópatas resultan magníficos candidatos a ser admirados si tienen habilidades sociales para el grupo (rapidez de pensamiento, facilidad de palabra, buena presencia, aplomo, simpatía superficial, propuestas audaces,…). Estaremos ante falsos líderes que no buscan el bien común sino el poder por el poder para confirmar su superioridad. Son líderes peligrosos que tratarán de perpetuarse en el poder a toda costa una vez alcanzado porque el poder no les cansa. Muy al contrario, les alimenta el ego y les permite confirmar su superioridad.    

Algunas pruebas de que somos ciegos: Prácticamente, no conocemos a ninguno y tergiversamos el asunto utilizando el término al tuntún como insulto o apelativo para nuestros peores contrincantes, nuestros enemigos. “¡Bah…, no será para tanto!”, “¡Menudo infundio!”, “No me lo creo.” o “No me interesa.” son también posturas que ayudan al desconocimiento total, a la ignorancia más absoluta sobre tan importante tema. El hecho de que no conozcas en tu vida a casi ningún psicópata es una buena prueba, es un claro indicio de que eres ciego ante los psicópatas, al igual que quien esto escribe. También lo es el hecho de que tergiverses el asunto fijándote únicamente en los psicópatas forenses (= delincuentes, criminales, violentos) cuando –en realidad– la gran mayoría son psicópatas integrados (= ocultos, cotidianos). ¿Necesitas más argumentos para llegar a entrever que somos ciegos ante los psicópatas?

¿Por qué somos ciegos ante ellos? Porque interesa a la especie que así sea.

¿Por qué los hay? Por igual motivo. Resultan útiles a la especie: la biodiversidad, la “ideodiversidad” nos hace versátiles para ocupar muchos nichos ecológicos.

¿Se conoce la causa de la psicopatía? No.

¿Se conoce el porcentaje de psicópatas? Bastante mal, de manera muy imprecisa. Se maneja una cifra aproximada (un 3%) pero con una horquilla muy amplia (0,5% - 7%), pues también los investigadores son ciegos ante los psicópatas. De hecho, es un tema que solo admite un estudio indirecto. Los psicópatas, la población objetivo a estudiar, no se deja estudiar.

¿Predominan más los hombres que las mujeres psicópatas? No, los hay en la misma proporción aunque hasta tiempos bien recientes se consideraba que la proporción era, aproximadamente, tres a uno.

¿Últimos avances importantes? Debidos a Robert Hare (test PCL-R; sus estudios están basados fundamentalmente en la población reclusa psicópata) y a Hugo Marietán (descriptor de rasgos psicopáticos; sus estudios están basados principalmente en los testimonios de l@s complementari@s). Tres libros interesantes para profundizar en la materia figuran al final de este trabajo; también se indica el enlace a dos vídeos.

¿Errores sobre el tema? Numerosos. Mucho galimatías, mucho confusionismo por ser un tema complejo, increíble, invisible, casi imposible de investigar. El “objeto” a estudiar se oculta ante nuestros ojos. Además, es un tema desconcertante y atractivo, ideal para fantasear, hacer películas de miedo y para tertulianos, yutuberos, influencers y demás farándula que deseen aumentar audiencia y notoriedad. Muchos errores actuales persisten, por ejemplo, la distinción entre dos tipos de psicópatas (los que nacen y los que se hacen por circunstancias familiares o sociales adversas). Otro ejemplo paradigmático de despiste lo constituye el concepto de triada oscura, concepto que confunde churras con merinas (por ejemplo, los narcisistas con los psicópatas). Se trata de mezcolanzas confusas que poco ayudan a esclarecer el tema. Por el otro extremo están los que subdividen los psicópatas en infinidad de tipos y subtipos. La realidad es otra. Todos los psicópatas tienen los mismos rasgos comunes. Dicho de otra manera, muy simplista e imprecisa (que recuerda el comienzo de este artículo), todos los psicópatas son iguales. ¡No y no! Son muy semejantes entre sí (los mismos rasgos) pero muy diferentes en su puesta en escena individual (son excelentes actores) y el lugar en donde satisfacen sus necesidades especiales, el lugar en donde realizan sus actos psicopáticos, siempre con disimulo, intentando no ser descubiertos.   

El asunto es muy complejo aunque la humanidad lo conoce desde los mismos inicios de su propia singladura, pues los psicópatas son integrantes de cualquier sociedad que formemos o hayamos formado. Nos han acompañado siempre, forman parte de nuestra sociedad. Otra muestra (otro claro indicio) de que el tema es muy complejo la encontramos en el propio término que usamos para referirnos a estos seres humanos, un término que desliza  un importante error de partida: psicópata, psicopatía, cuando no se trata de una patología. En efecto: No se trata de una enfermedad (una patología) sino de una forma especial de ser. Tal vez convenga buscar y encontrar un término más apropiado para referirnos a ellos con más acierto: ¿cuál? … ¡Así de perdidos andamos en tan importante tema social e individual!

3. Algunos ejemplos de nuestra ceguera


Vamos a comentar brevemente cinco ejemplos ilustrativos.


3.1. El ángel caído (en la tradición cristiana; en otras religiones pueden encontrarse ejemplos equivalentes)


Al parecer, en el principio de los tiempos un ángel quiso ser más que Dios. Con este propósito convenció a otros ángeles para que se unieran a su causa. Pero Dios descubrió la traición y con el arcángel Miguel al frente sofocó la intentona a tiempo. Lucifer fue expulsado del paraíso. Antes de su traición era uno de los ángeles más cercanos a Dios, según narra la Biblia, pues era uno de los ángeles más brillantes por su sabiduría e inteligencia (de ahí su nombre). La expulsión le supuso a Lucifer su destierro definitivo, lo que significó su traslado a la Tierra para que viviera entre los hombres, convertido en Satanás. Moraleja: La solución es el contacto cero y para conseguirlo se precisa de ayuda.


3.2. Tiranos, déspotas, dictadores, autócratas, sátrapas y… admiradísimos líderes

Para empezar, conviene citar a Platón en su Politeia. Describe a un psicópata en el poder a la perfección: "Al principio, sonríe y saluda a todo el que encuentra a su paso, niega ser tirano, promete muchas cosas en público y en privado, libra de deudas y reparte tierras al pueblo y a los que le rodean y se finge benévolo y manso para con todos [...] Suscita algunas guerras para que el pueblo tenga necesidad de conductor [...] Y para que, pagando impuestos, se hagan pobres y, por verse forzados a dedicarse a sus necesidades cotidianas, conspiren menos contra él [...] Y también para que, si sospecha de algunos que tienen temple de libertad y no han de dejarle mandar, tenga un pretexto para acabar con ellos entregándoles a los enemigos [...] ¿Y no sucede que algunos de los que han ayudado a encumbrarle y cuentan con influencia se atreven a enfrentarse ya con él, ya entre sí [...] censurando las cosas que ocurren, por lo menos aquellos que son más valerosos? [...] Y así el tirano, si es que ha de gobernar, tiene que quitar de en medio a todos éstos hasta que no deje persona alguna de provecho ni entre los amigos ni entre los enemigos".  Más claro que el agua, pero caemos muchas veces en el error de aupar a psicópatas por la razón esgrimida aquí hasta la saciedad. Una regla sencilla para detectar este tipo de psicópatas con carisma es la siguiente: “Son aquellos líderes que no sueltan el poder ni a tiros.” Por desgracia, los solemos detectar demasiado tarde, es decir, a posteriori, al ser ciegos ante ellos. El psicópata se aferra al poder contra viento y marea. Por el contrario, el verdadero líder lleva a término su programa y se retira gustoso del cargo que ostenta cuando llega el momento oportuno, pues el poder le desgasta, le supone una enorme carga de responsabilidad. El psicópata no obra así en absoluto: Busca el poder por el poder y cuando lo consigue está encantado de poseerlo y perpetuarse en él, para lo cual lleva a cabo toda clase de argucias y artimañas. No siente ninguna angustia ni tensión en el poder sino mucho placer al estar confirmando con hechos que es superior a los demás. ¿Conoces algún líder psicópata del pasado? ¿Muchos? ¿Conoces la historia de tu país y del mundo? … ¿Conoces alguna profesión que los coleccione? … ¿Y conoces algún líder psicópata actual? … Trata de ser ecuánime, prescinde de tus convicciones políticas al hacer la lista, amigo lector, y no olvides que somos ciegos ante ellos y que tendemos a admirarlos. ¡Mucho ánimo y clarividencia en tu selección!

Para no alejarte mucho en el tiempo y evitando el presente, puedes empezar tu colección con Stalin y con Hitler. Los dos fueron unos psicópatas de libro, uno muy de izquierdas y el otro muy de derechas. Pero en el fondo no es así. Al igual que cosifican a las personas, los psicópatas tampoco valoran las ideologías, los principios sociales ni los éticos. Eligen una doctrina como herramienta para conseguir su propósito, para alcanzar el poder. Anteponen todo para  tal fin. En realidad, una realidad oculta, ¡por supuesto!, un psicópata no tiene otra ideología que la de alcanzar la máxima cota de poder y perpetuarse en ella. Bueno será recordar aquí una célebre cita cómica atribuida a Groucho Marx que ilustra muy bien la mentalidad acomodaticia y multifronte de los psicópatas: “Estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros.”  Resulta inquietante pensar que de una democracia sana a una patocracia medie solo un pequeño paso, un ligero traspiés en la elección del líder.


3.3. Una anécdota de Robert Hare: El profesor psicópata de otra universidad interesado en el tema de la psicopatía.

Me invitaron a dar una conferencia sobre psicopatía en California. Mis honorarios eran de quinientos dólares más gastos. Seis meses después de la conferencia, todavía  no me habían pagado, así que hice las investigaciones pertinentes y me enteré de que el organizador había sido arrestado en un encuentro gubernamental en Washington. Se le acusaba de varios cargos: fraude, falsificación y hurto. A partir de ese incidente, salió a la luz que tenía un largo pasado delictivo, había sido diagnosticado por varios psiquiatras como un «psicópata clásico» y había falsificado los documentos y las cartas de referencia que usó para conseguir su empleo. Claro que no fui el único conferenciante que no cobró aquel trabajo. Para rematar las cosas, poco después de mi charla me envió una copia –con comentarios editoriales– de un artículo sobre el diagnóstico de la psicopatía. Después de su arresto, consiguió salir bajo fianza y desde entonces sigue desaparecido. Irónicamente, antes de la conferencia, comimos juntos y, más tarde, nos encontramos en el bar. Yo no detecté nada inusual o sospechoso; mi antena falló en aquella ocasión. ¿Le hubiera prestado dinero? Posiblemente sí. Recuerdo que insistí en pagar la cuenta del bar. ¡Y es que no llevaba la campanilla colgada al cuello!” (Hare, 2020, p. 150)

3.4. Una anécdota de Hugo Marietán: El compañero de estudios, un cirujano psicópata.

Yo era muy amigo de un compañero de estudio de medicina, de esos pocos que desde primer año ya sabía que iba a especializarse en cirugía. Estudiaba anatomía con pasión, pedía permiso para quedarse hasta tarde disecando cadáveres. Cuidaba sus manos con esmero y, justo es decirlo, tiene un pulso envidiable. Nos graduamos y hasta el día de hoy nunca me perdonó que me dedicara a la psiquiatría, especialidad que le merecía un calificativo que no repito para no ofender. – Cierta vez fui a visitarlo a una de sus guardias de cirugía. Lo encontré pálido, sudoroso, muy inquieto, se veía muy mal. Le pregunté qué le pasaba, se resistió un poco, pero en honor a nuestra amistad, me tiró la planilla de operaciones. Estaba vacía. «Te das cuenta lo que me pasa, no tengo a quién cortar, eso me tiene mal». Ese comentario me sorprendió y recién hace pocos años, después de estudiar este tema, logré entender aquel episodio. Él tenía una necesidad, ‘tenía hambre de cortar’ y en esa guardia no podía satisfacerla; sólo le quedaba la esperanza de una emergencia. Él es un cirujano brillante, y sé que muchos cirujanos no lo entenderán, pero sé también que algunos de ellos se sentirán aliviados al saber que hay otros que sienten, como ellos, esta necesidad.” (Marietán, 2008, p. 262, 263).


3.5. Una anécdota personal

He estado más de cincuenta años conviviendo con un psicópata cercano a mí sin ser consciente de ello en absoluto. Actualmente, tengo plena certeza de ello a través del diagnóstico coincidente de dos especialistas en la materia.

Sí, somos ciegos ante los psicópatas; yo el primero. - Si, además de ciego, estás pensando que yo soy bastante tonto, tienes toda la razón, pero no te olvides de tu ceguera natural. A estas alturas del texto, ¡por favor!, no te las des de listo en la materia.


4. Profesiones preferidas

Todas aquellas que otorguen poder, generen tensión y faciliten el ocultamiento son las profesiones preferidas por los psicópatas, aunque puedan estar integrados en otros lugares de la sociedad, en función de su capacidad intelectual, de su habilidad social, sus circunstancias familiares y sus gustos particulares, cuestiones que cada psicópata desarrolla por el ambiente en el que se desenvuelva. Por eso son tan distintos entre sí pero tan iguales en el fondo. Por eso nos resulta imposible el distinguirlos.

En consecuencia, espías, timadores, estafadores, cirujanos, forenses, médicos en urgencias, santones, políticos, locutores de radio y televisión, periodistas, chefs de cocina, banqueros, proxenetas, negreros, gerentes de empresa, jefes de personal, mandos militares, policías, jueces, abogados…son sus profesiones preferidas.  Otro sitio ideal en donde sentirse superior y tener poder es la enseñanza universitaria. Además, es un lugar en el cual –una vez bien situado– se puede vaguear, manipular, parasitar, acosar, etc., quedando impune gracias al compañerismo imperante entre colegas. Agreguemos, pues, esta profesión en la serie anterior.

En cambio, profesiones en las que haya que desplegar generosidad o entrega a los demás son harto infrecuentes para psicópatas: enfermeros, maestros, artesanos, peluqueros, soldados rasos, misioneros,… Por supuesto que se pueden agregar aquí a los que se dedican a realizar obras caritativas en organizaciones altruistas (las ONG), a los afiliados de base, pero hay que exceptuar a los que estén en la base coyunturalmente en tránsito hacia el poder, lo cual tampoco significa que en la cúpula de una ONG tenga que haber psicópatas forzosamente. Tampoco es así. Tan solo es un recordatorio de que somos ciegos ante ellos, de que buscan el poder y de que –lógicamente y si pueden– se concentran en los lugares de poder. Con el mismo sentido, conviene aclarar que muchos mandos militares, jerarcas religiosos, jefes de personal, cirujanos, profesores de universidad, etc. son personas comunes, es decir, no son psicópatas. Entiéndase bien este mensaje por muy complejo y enrevesado que resulte.


5. Un consejo a modo de conclusión

Olvida este mensaje, táchalo de increíble y quédate tranquilo pensando que es fruto de un trauma o de una indigestión mental de quien esto ha escrito. Tú sigue feliz en la inopia, amigo lector, pero cuídate mucho de poner a uno de estos personajes en tu vida, en tu trabajo, en tu entorno social o en tu país. Ten cuidado, sé prudente, porque sin ser mayoría suponen un porcentaje elevado de la población. Insisto, ¡infórmate y procura ser feliz siempre, amigo lector!

Andrés de los Jerbos

Referencias y algunos trabajos para ampliar conocimientos:

Ø Anónimo (2020): Psicópatas: los temibles zánganos de las colmenas humanas. Decálogo sobre los psicópatas ocultos. Disponible en https://psicotemibles.weebly.com

Ø Hare, R. D. (2020; 10ª impresión): Sin conciencia: El inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean. Paidós Ibérica. Traducción de la obra de Robert D. Hare (1993): Without conscience: The disturbing world of the psychopaths among us. New York, NY: Pocket Books.

Ø Jerbos, A. de los (2021): Nociones sobre psicopatía. Revista Microfilosofía. Disponible en https://www.microfilosofia.com/2021/03/nociones-fundamentales-sobre-psicopatia.html

Ø Marietán, H. (2009): Curso sobre psicopatía. Los extravagantes. Editorial Ananké. Buenos Aires.

Ø Marietán, H. R. (2020): El Jefe psicópata. Psicopatía y poder. Editorial Ananké. Buenos Aires.

Enlace a vídeos:

https://www.youtube.com/watch?v=h2wYybxlOf0 (Robert Hare; año 2013)

https://www.youtube.com/watch?v=tLhSXLKA3Ao (Hugo Marietán; año 2017)

 

 

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