I
Explicito
el lugar epistemológico, mi caja de herramientas, desde el cual realizo el
análisis, en clave de twitter. (1) Desde la tradición de la filosofía política
inaugurada por Maquiavelo, llamada realismo político. (2) Desde la
reinterpretación de Maquiavelo realizada por Nietzsche en el Crepúsculo de los ídolos, en la sección
titulada Lo que le debo a los antiguos,
a propósito de dos vocablos: libertad y belleza. El primero definido en el
fragmento 38 de Incursiones de un
intempestivo, a saber: “¿Qué es la
libertad? Tener voluntad de autorresponsabilidad” y el segundo, en el
fragmento 47: “Regla suprema: es preciso
no dejarse ir ni siquiera delante de sí mismo.” (3) Desde la
reinterpretación de Nietzsche que realiza Foucault; pero, sobre todo, su mirada
de lo social como mallas de poder; como lo expresó en sus lecciones publicadas
con el nombre El gobierno de los vivos,
“(…) no hay ningún poder que no se apoye en la contingencia y la fragilidad de
una historia…” (Foucault, 2012/2014 pág. 99) y otra idea fundamental en uno
de sus artículos recogidos en el libro Estética,
ética y hermenéutica: las “(…) formas de poder son heterogéneas. Así pues, no
debemos hablar del poder si queremos hacer un análisis del poder; sino que
debemos hablar de poderes e intentar localizarlos en su especificidad histórica
y geográfica.” (Foucault, 1994/1999 pág. 239).
II
Utilizo
el vocablo glocalizada, en el sentido contemporáneo de la sociología, la guerra
es local, es decir, geográficamente delimitada, Ucrania, pero que tiene efectos
globales y viceversa; pero, además, hay un nivel de guerra global en el campo
económico. Es decir, afecta al planeta, a todos los países, económicamente, en
distintas dimensiones y de forma diversa. La Guerra glocalizada es una novedad
de nuestra época.
La guerra
glocalizada que estamos presenciando tiene unas características novedosas con
relación a la palabra guerra, a propósito de los criterios para discernir el
éxito o el fracaso de un ataque. Cuando se decía guerra en la época moderna, se
entendía que era una confrontación, donde atacar era una acción que realizaba
uno de los actores con la finalidad de dañar de forma inmediata al enemigo en
el corto, mediano y largo plazo. Era exitoso el ataque si el atacante
permanecía igual o mejor que antes del ataque, con relación a sus costos. Se
consideraba que el ataque era un fracaso, si el resultado tenía más costos que
beneficios para el atacante.
Una
imagen de la globalización ha sido McDonald´s. La trasnacional tomó la decisión
de cerrar todos sus establecimientos en Rusia. Esa decisión se considera como
un ataque económico a Rusia. En el
corto, el mediano y en el largo plazo (de mantener la medida), esa decisión
tiene más costos para McDonald´s que para Rusia. Para Rusia es mínimo porque es
social (su población no podrá disfrutar de un tipo de comida) y quedarán una
cantidad de trabajadores sin empleo (pero eso mínimo, considerando la población
del país) y para Mc Donald´s, el costo es máximo porque no obtiene ningún
beneficio y asume solo costos económicos. Es decir, se encuentra en peor
posición que antes de atacar. Pero lo que sucede con la trasnacional, es
similar en otros campos económicos con relación al efecto, en el campo
económico, que llamo boomerang.
Al ser
una guerra planteada globalmente en el campo económico, hasta el momento, toda
decisión de la OTAN tiene un efecto boomerang, es decir, algún país de la
alianza sufre los costos de la decisión sin ningún beneficio o con muy pocos beneficios.
Es por ello que el mayor ataque, bloquear el suministro de energía a Rusia,
tenía el efecto boomerang contra el estado alemán; por lo tanto, tuvieron que
derogar esa decisión. Al tener el efecto
boomerang, cualquier medida económica, en el corto, mediano y largo plazo,
tendrá efectos negativos en los distintos países de la OTAN de forma inmediata,
mediata o a largo plazo y el efecto es expansivo globalmente.
Por
ahora, las poblaciones de todos los países de la OTAN, pueden asumir los costos
de las decisiones de sus gobiernos, a propósito de los acuerdos de la alianza;
pero, de prolongarse la guerra, el panorama se transforma. Imaginemos a la población de Canadá, Alemania,
Italia o Francia, por ejemplo, si permanece la guerra empezarán a sufrir las consecuencias
económicas; y la oposición política en cada uno de sus países capitalizará el
descontento y quienes estén tomando esas decisiones, actualmente, correrán el
riesgo de perder el poder político en sus estados, localmente, por una decisión
global… Porque localmente, la población
expresará su descontento a su gobierno porque el primer deber es tomar
decisiones que minimicen los costos y maximicen los beneficios para el país. De allí que los decisores tienen que acordar
medidas comunes, pero tienen un límite, los intereses de su país; porque si
pierden de vista sus intereses locales, tanto los decisores como sus partidos
que ejercen el gobierno, actualmente, arriesgan su capital político.
Si la
guerra se mantiene en el plano económico. Rusia solo tiene que resistir, no
tendrá beneficios en el aspecto económico, tendrá altísimos costos, pero tendrá
menos costos tanto económicos y como políticos que sus oponentes. A menos que
sean tantos los costos económicos para Rusia, que se le genere un problema
interno y se desestabilice su gobierno. Pero si le causan un máximo daño
económico, como tiene un efecto boomerang, esa medida, será proporcional o peor
para la alianza. De allí que este escenario es improbable.
Si la
OTAN toma una decisión distinta, más allá de enviar armas, apoyo económico,
técnico, tecnológico, la guerra deja de ser local y sería global. Esto
significa que los espacios de confrontación se realizarían en sus países, con
una gran probabilidad que utilicen armas nucleares. En ese caso, todos pierden.
Tal escenario es el resultado es suma cero, para utilizar el vocablo de la
teoría de juegos.
De allí
que lo más racional, desde la perspectiva económica para la OTAN, era acordar
con Rusia, lo más rápido posible después de su invasión. Rusia alcanzaría unos territorios, pero se le
hubiesen aplicado medidas paras paralizar se crecimiento como imperio, aunque
tuviese un efecto boomerang en los países más débiles dentro de la alianza y
Estados Unidos, dentro de la OTAN, hubiese acrecentado su poder.
Pero no
fue así por la contingencia Zelenski. Es contingencia porque las dos decisiones
fueron de carácter ético. Afrontar la situación, decidir liderar la guerra y no
asilarse cuando se lo ofrecieron. La consecuencia práctica de ambas decisiones
es que cada día, se le está complicando más la forma de jugar a la OTAN con
respecto a Rusia. La ventaja que ha tenido Zelenski, como jugador dentro del
escenario local y global, se debe a una condición epocal, las redes sociales.
Zelenski logra el apoyo y la asesoría del hombre más millonario del mundo, especialista
en comunicación, Elon Musk, con un twitter donde lo confrontó directamente,
indicándole que estaba invirtiendo dinero para llegar al planeta Marte y no
estaba preocupado por la tierra. Ese
mensaje directo, le generó un arma, más poderosa, en los tiempos actuales que
un misil, tener a su disposición una plataforma de comunicación con el mundo. Y
tener a un asesor, con extraordinaria pericia, en el manejo de las
comunicaciones.
Pero,
además, sin tener poder económico ni militar, se transformó en el general de su
guerra local, con el apoyo de la alianza alrededor de la OTAN. Apoyo que logra
porque logró comunicar su decisión globalmente, diciendo que estaba en
desacuerdo con la forma que la OTAN planteaba cómo confrontar con Rusia, por
eso dijo, “nos quedamos solos”, pero iremos a la guerra. Logra su condición de
general por la decisión de no asilarse. Pero esa decisión no la expresó solo
localmente, sino que la hizo global, le dijo al mundo que Francia y Estados
Unidos le estaban ofreciendo asilo y lo que él necesitaba eran armas. Desde ese instante, no antes, Zelenski
adquiere la condición de un general, un líder, que le habla y exige a las
potencias aliadas.
Un buen
decisor, un buen general lo es, no por las alianzas poderosas ni por los
brillantes asesores, sino porque sabe decidir. Estoy resumiendo en términos
contemporáneos lo que explica Maquiavelo con sumo detalle a propósito de los
príncipes exitosos. Si tiene una alianza con poderosos y sus decisiones son las
que indican los poderosos, dejar de ser príncipe, porque los otros deciden por
él y se transforma en un esclavo de sus aliados. Si tiene buenos asesores y no
sabe decidir, los asesores asumen el lugar del príncipe. Si tiene buenos
asesores y tienen opiniones contrarias, no podrá tomar la decisión, sino piensa
por sí mismo. Un buen príncipe es quien tiene alianza con poderosos, pero les
exige que colaboren en lo que él necesita y de la manera cómo lo necesita. Y es
capaz de tomar decisiones y establecer, según su perspectiva, cuál es el mejor
curso de acción con independencia de las miradas contrarias de los asesores. Es
decir, sabe discernir.
Ahora
veamos ejemplos recientes. Es una novedad que un presidente de un país sin
recursos económicos ni militares, se dirija a las grandes potencias, quienes lo
están financiando militar, económica, técnica, y tecnológicamente y les llame
débiles, indicándoles que están desunidos, que no saben tomar decisiones;
adjetivaciones realizadas cuando aprobaron toneladas de gasolina, pero
rechazaron la propuesta de Zelenski, de cerrar el espacio aéreo. Discursivamente,
retóricamente, se colocó por encima de todos los mandatarios de la alianza,
como si fuesen subordinados a él. Pero no solo les dijo eso, sino que lo que
acontece en su localidad no solo era responsabilidad de Rusia sino de la OTAN
por su falta de acción; retóricamente, le expresó una sentencia moral y
política.
Esa condición
de general se debe en primer lugar a la coherencia entre sus decisiones y sus
acciones, a saber, asumir la guerra y no asilarse. En segundo lugar, a la
valentía para hablarle a la OTAN diciendo lo que piensa, sin medias tintas y
con sentido de oportunidad, lo que llamaban los romanos parresia. En tercer
lugar, porque tiene conciencia que se lo puede decir, porque tiene una
comunicación global, sin esa comunicación global, hubiese tenido las dos
condiciones anteriores, pero nunca se sabría de él y solo de las acciones de la
OTAN; en ese escenario, la ausencia de las redes sociales, transformaría las
reglas del juego y la forma de afrontarlo para Zelenski.
La
estatura de general de guerra mundial, simbólicamente, sucedió cuando le habló
al parlamento inglés. En primer lugar, tal como lo han reseñado los medios, es
la primera vez que un mandatario se dirige al parlamento en un año antes que la
reina. Eso marca un hecho histórico en el pueblo inglés. Quien conoce de
protocolos y de la importancia para los ingleses del cuidado de las formas,
porque son una monarquía constitucional, el haber permitido que hablase
Zelenski es un dato simbólico extraordinariamente relevante, para él como actor
político en el escenario global. Ahora bien, él como decisor, no solo narró
cómo había enfrentado la guerra, sino que, da un paso osado, con sentido de
oportunidad, les exige compromisos y le hace solicitudes concretas al
parlamento, como declarar que Rusia es un estado terrorista. Los ingleses que,
protocolarmente, no suelen ser efusivos, le dieron un aplauso de pie, antes y
después del discurso. La prensa internacional y local, reseñó el acto como un
momento estelar que no se había tenido, en ese parlamento, desde Winston
Churchill. Aplausos y alabanzas, incluso
admiración, pero que para Inglaterra y para todos los de la OTAN, dichas
solicitudes pueden generarles costos inimaginables, de allí que los coloca en
un serio problema para acompañarle.
Además,
al utilizar de forma magistral los medios de comunicación para coaccionar,
discursivamente, a la OTAN y dar ejemplo que está liderando la guerra (tanto
local como globalmente), muestra por video de su residencia y las calles de la
ciudad donde está ubicado. Tales acciones de Zelenski, para él, tiene un
extraordinario beneficio, porque cada día que pasa se hace más complejo para la
OTAN permitir su muerte; porque la opinión pública local y global se
manifestará en cada país contra los líderes que la permitieron; es decir, tiene
un costo político en la localidad de cada país de la OTAN y con seguridad, de
llegar suceder eso, los partidos opositores en todos los países, se lo cobrarán
a quienes dirigen. Es decir, tiene un alto costo político en lo local y en lo
global no apoyarlo. Así que para la OTAN las tomas de decisiones, se les ha
complicado, muchísimo más que para Rusia, paradójicamente. De allí que la OTAN
tendrá que presionar a Zelenski para negociar y también le conviene a Rusia
negociar con Zelenski. Pero él ha mostrado que es un decisor. Para utilizar una
sinonimia, era un juego de ajedrez donde Zeneski era un peón y, de pronto, la
pieza tuvo metamorfosis y se volvió un jugador. Las reglas del juego se
trastocaron. A los tres jugadores les conviene acordar; aunque políticamente,
en este momento, Rusia puede darse el chance de mantener un poco más la
ofensiva, porque tiene más beneficios que costos; por la complejidad para la
OTAN de construir decisiones cooperativas que tengan un efecto boomerang mínimo
y maximicen el ataque a Rusia.
Y quien
piense que era mejor para el mundo que Zelenski se hubiese asilado, porque tal
decisión tendría menos costos y más beneficios económicos y políticos, global y
localmente, estaría sosteniendo como valor moral que es preferible ser esclavo,
no pensar por sí mismo y está en contra del principio jurídico de la
autodeterminación de los pueblos. En otras palabras, es mejor que las grandes
potencias decidan el destino de los pueblos que no tienen poder.
En
términos personales Zelenski gana. Si muere será un héroe cuyas decisiones
complicaron las relaciones globales y si sobrevive, sin duda alguna, tendrá la
estatura de un estadista con independencia de sus prácticas como gobernante
localmente; pero, sobre todo, será un mensaje para los países pequeños, que no
tienen poder económico ni militar, cómo se manejan las relacionales con las
potencias en el mundo contemporáneo, en un mundo globalizado.
El
análisis realizado es independiente del pensamiento de Zelenski. Él puede pensar
como ultra derecha, derecha, centro, izquierda, ultra izquierda y el
razonamiento sobre su práctica, desde nuestra perspectiva permanece
inalterable.
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