Lo real e imaginario

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Se cree que hace muchas décadas el individuo perdió su contacto con lo primitivo, con el primigenio toque que le brindaba una perspectiva sin igual con la verdad, con lo real, ausentándose tanto de si mismo que no existían desviaciones, así como el lugar simbólico o el principio de razón. El uno y el sujeto eran lo mismo, todo era parte de todo, y los números no existían. Era tan real como un cuento de niños. El viaje concreto de la razón es insuficiente, por lo tanto, no existe una lógica que una lo exterior con lo interior, aunque esta lógica sea parte de un todo; y así como parte de un todo, parte de lo que separa de la verdad que lo es todo. Entonces, el positivismo llegó para pasearse por los confines de la verdad, lejos, muy lejos, tratando de acercase a un centro o alguna estrella que le diga que iba por buen camino, pero el fenómeno no podía ni puede ser siempre relatado; montañas de libros e información le anteceden para si quiera tratar de abarcar todo lo que ocurre, el peso inconmensurable del infinito lleva por su propio peso a una desviación directriz del vector que se trató de formar quizás, desde el humanismo, aunque éstas no hayan sido palabras perdidas, sino que formarían parte de una riqueza que sólo es una muestra de lo que nos perdemos a cada segundo. Espero no pecar de economicista en mi planteamiento. Supongo que no hay muchas otras lógicas para organismos virales como nosotros.

El concepto de número es importantísimo para Husserl porque representa el fenómeno, en griego aparición, que se presenta en extremos casi religiosos. El numero es una perfección, un recuerdo, un eterno que a veces, existe, una perfecta esencia y a la vez, una ausencia. El número es eterno porque es par, y un único por ser impar. Una cosa tan real como irreal a la vez.
Que una persona conozca el fenómeno en sí terminaría por matarla, el fenómeno es tan letal como maravilloso, pero no me refiero con morir a una muerte física, sino a la “muerte verdadera”, el Hades verdadero, aquél punto de inflexión en donde desconocemos qué cambio real ocurrirá, y no al cual se cree como mera cesión de energía. Porque lo que se construye como imagen propia solamente es una convención, una forma que tiene la mente de significar las cosas a través de lo inmediato que se le presenta. Es por tanto la “muerte del yo”, la verdadera muerte, pero, tal vez, un tipo de acercamiento a la verdad. ¿Mas esto valdrá la pena? Si no somos nosotros quienes conocemos, quién. El caos fue el primero de todos los dioses (Hesiodo). El Parnaso se convirtió en morada de los dioses, porque quizás nuestra especie, dentro de sus mentes gráficas, delimitó las cimas como la derivada desde donde la vergüenza de nuestro propio peso debía caer. O permanecer quieta. Inclinación cero. Malo es ser justo si el injusto debe tener la preeminencia del conflicto jurídico (Hesiodo). El hombre ordinario debe defenderse de dos extremos. Ningún hombre sabe ser feliz (Solon). Entonces el proceso inverso, la antiderivada, es encontrar la función inconsciente de las debilidades ante el fenómeno, lo que hizo que creáramos esos dioses y no otros.
¡A las cosas mismas¡, donde por “cosas” se entienden los objetos mentales (Brentano). Morir no es el peor de los males, sino desear morir y no tener acceso a esto. Seria necesario llorar cuando uno nace, por todos los dolores a los que se sale al encuentro, y reir cuando uno muere, porque se libera de los sufrimientos. ¡Ojala no haya afanes debajo de la tierra! (Euripides). Optima cosa es la medida.
El tigre debe ser todos los días un tigre, no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, mientras que el hombre por su condición, vive en riesgo permanente de deshumanizarse (Ortega y Gasset). Según Cratilo, no es que no podamos sumergirnos dos veces en el mismo rio, sino que no podemos hacerlo siquiera una vez. Es esta la importancia de la estructura psicológica que forma nuestra percepción del mund
¿Cómo podemos encontrar la verdad en el devenir de los ciclos? Supongo que eso no importa. El aprendizaje en el tiempo para el individuo es tal vez mantener lo que desde un principio se tuvo
Lo interesante de construir el espectáculo individual es que el espectador no tiene opciones de recibir la fortaleza. El espectáculo perfecto se materializó como una especie de jardín del Edén. Salvo que está vez todos los frutos están podridos.
La esquizofrenia y la paranoia se relacionan en cuanto a la función sujeto-sujeto. Pero esta distinción se difumina en las lejanías del tiempo entre la relación sujeto-objeto. Es decir, esta búsqueda intensiva de las disciplinas empíricas ¿no responde a cierto tipo paranoide? y si no, ¿a qué responde? Otra cosa es discutir si está respuesta es pura en cuanto a sujeto-objeto, y no una relación de sujeto-a-posibles-sujetos, que de tanto relacionarse no se vuelven más que simplemente objetos.
La respuesta enferma se manifiesta, por un lado como enfermedad funcional, mientras que por otro como funcionalismo enfermo.
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