¿Conviene expresarse?

Explora la esencia del arte y la naturaleza en un viaje filosófico y espiritual con John Ruskin y más. #Arte #Naturaleza #Filosofía
Compártelo:

 




Ir de corazón hacia la naturaleza en toda su singularidad y caminar con ella laboriosa y confiadamente, sin tener otros pensamientos que cómo penetrar mejor en su comprensión, y recordar siempre su instrucción, sin rechazar nada, creyendo que todas las cosas son buenas y justas y regocijándose siempre en la verdad. Entonces cuando sus memorias estén almacenadas y su imaginación alimentada y sus manos firmes, déjala que te lleve al escarlata y al oro, da reinos a su fantasía y muestra para qué fueron hechas nuestras manos. 

Jhon Ruskin. 

Es necesario reconocer que a dios mismo no le interesaría nuestro arte, ni el más bello. No habría otro interés en este caso que el que tiene un padre por sus hijos. Ética hereditaria, altruismo genético, gen egoísta (Adela Cortina). La comunicación sería totalmente asimétrica y directa, por potencia, aunque bajo nuestros términos, lo cual ha sido profundamente sospechoso para los críticos de una revelación. Hay otro tipo de comunicación, subjetiva, que relatan libros ecuménicos, representa cierta conexión con algo que trasciende la belleza artística, sus convenciones, no puede ser relatada, aunque lo intenta. Lo que es por naturaleza, no tiene que bajar o ascender (Tomás de Aquino), ya está y eso es todo, abre pupilas, destapa oídos, luego desaparece. En este sentido cualquier libro sagrado, teleológicamente, es muy humano, hasta los abismos de la santidad. La santidad es abismal como dios mismo, no se puede concebir a un dios siempre arriba, hay un dios en las sombras, hay un dios en los vicios, aunque no sea parte de ellos, sino éstos partes de aquél.


Cuando hablamos de humanidad, hablamos de una forma en la que imaginariamente se planteó una esencia, la que, al parecer, sólo es capaz de revelar el arte, sea lo que sea que esto signifique. El arte tiene la libertad de definir nuestra humanidad. La esencia de lo humano pende sobre los hombros de Atlas, que fue condenado a sostener los cielos por su propia voluntad para terminar mirando la cara de la gorgona Medusa, transformándose así en la cadena montañosa homónima al norte de África. Esto lo dicen los mitos, lo dice el arte, en combinación con cierto residuo de hechos que son los que lo materializan ante un receptor nunca objetivo. Los muertos son los fieles a nuestra esencia, y sobre ellos las piedras, el resto es temor a un potencial, a hombros cansados de por vida. La potencia está íntimamente ligada a una línea fina que separa lo que los hombres llamaron bueno. 

Como espectadores estamos totalmente influenciados por lo que el artista se anima a mostrar, por lo que el artista se anima refrescar, por la voluntad del artista, que un día cualquiera deja de callar. La filosofía del arte no debería importarle mucho al artista, este realiza su pasión en un ámbito entre veces, muy distinto a lo técnico. La razón para ejecutar es encontrarse reflejado en un símbolo desnivelado consigo, y por ello nunca terminado. La vida del artista es infeliz, comienza una labor para encontrarse, y termina perdiéndose a sí mismo. Hay algo indestructible en él, a lo que nunca puede llegar. 

El arte de masas es una muestra de lo que el crítico puede analizar, por esto, allá donde el individuo menos tiene en común con el resto, encuentra un gusto estético propio, con muy pocos que entiendan su desarrollo. El arte se ha metido en diversas formas de observar la vida, incluso en la que se cree, por antonomasia, la verdad ultima para los poderosos: la Guerra (Sun Tzu). A pesar de que en muchos sentidos el arte “nos aparte de la realidad” (mundo de las ideas), en otros cuantos termina por ser una herramienta útil de batalla si se le logra acoplar con “la mayor de las necesidades”. El arte pasa a tomar de un nivel activo en la estética, un nivel pasivo en lo beligerante. Esto es peligroso. Para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mí es la soledad infinita (Albert Camus). El libro del “Arte de la Guerra” significaba en último término que la guerra es mental, si los hombres pueden inventar la guerra, también pueden y deben inventar la paz. 

Entender el arte es comprender la sociedad de la que se surgió (Marx), hacer arte es entenderse a uno mismo. Esto no quiere decir que hacer arte debe ser un ejercicio en donde no se busque más cómplices que el yo propio, lo que es una definición, pero también es arte aquello que comenzó por hacerse individualmente mientras el resto de la tribu se iba uniendo a una buena idea. Arte es captar las necesidades de los demás, arte es hacerles ver lo que sabían, pero no conocían. Arte es una unión y su antónimo. No es una definición prefigurada, generalmente rompe estos esquemas y crea otros, al definirle sólo se le añaden nuevas aristas, nada le resta. Es una posición ante la incomodidad o desde ella. Es un actuar sin herramientas, o con las pocas que quedan. 

El arte como no, como forma de manifestación religiosa, entró en la política. Para Platón, el arte como imitación no era bueno para la gente (¿y para el artista?), dado que alteraba la moral, por ser una copia de la realidad. Aunque el arte terminara en nuestros tiempos, por pertenecernos a todos como estrato liviano, sin mucho peso, bajo en calorías. Sin hombros cansados, ni pilares esenciales, descansado sobre rocas muertas, montañas elevadas de la tierra interactuando con el viento. Se entiende entonces que hace décadas el arte cueste millones de dólares, el humano paga más por aquello que no le pertenece. La propiedad es un robo (Proudhon). En este siglo el arte es la propiedad privada, el medio de producción y de explotación.

Estremecedoramente los humanos han tratado de inmortalizarse, como género, como raza, como secta, como escuela, como corriente, como clase social, como un todo. Aprender de uno mismo es aprender de un tonto (Sir Joshua Reynolds). Es el romanticismo lo que trajo la diferencia entre lo bello y lo sublime. Lo bello es impuesto, es una congregación; permanece como un gusto cultural terriblemente marcado desde que nacemos. ¿El destino? El destino es una forma cultural. Lo sublime se presenta como religioso, la visión de Pablo, aunque no liberada hasta el iluminismo. El arte tiene mucho del ego y la sabiduría que a través de él extraemos. Quiere terminar por contar algo muy personal, una destreza, una genialidad, una incapacidad, un poderío; es una manera de exponerse para bien o para mal. 


¿La máquina tiene ego? De esta pregunta depende qué tan bien se puede hacer arte desde un dispositivo que como humanidad creáramos. Puede que continúe con este legado: el identificarse como una ilustración que, por azares de la vida, sobrevivió (Walter Benjamin), al igual que las personas. En algún momento de la historia necesitábamos este corazón. ¿habrá otros corazones por descubrir? Es una pregunta temible. Lo importante es reconocer la alta probabilidad de que lo que alguna vez se trató de decir nunca se dirá; serán otras las interpretaciones, prestarán un servicio, servirán para otras cosas; la máquina será la gorgona que nos paralice.      

Bertort Brecht dedujo que el teatro debe ejercer sus fantasías usando todas las fuerzas que tenga disponibles para crear la realidad a martillazos (teatro épico), como quien forja con las herramientas que tiene para seguir ayudando a quienes estime conveniente. Esto les ha dado fuerza a muchos bandos (Theodor Adorno). Como buena trinchera ególatra, crear obras artísticas es una fuente de resistencia (Gramsci). Lo imaginario es el arma de este siglo. El arte es una forma de memoria, es un recurso recurrente de la historia. La mayor de nuestras verdades se reduce a cualquier instante. No ha nacido ningún artista, en el peor de los casos ha nacido el mejor de nuestros críticos.

Compártelo:

Publica un comentario: