III. El país según Cabrujas / Para comprender a Cabrujas: Teodoro Petkoff y Argelia Laya.

Cabrujas critica al MAS de Petkoff y Laya, analizando la política y democracia en Venezuela.
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Están estructuradas las secciones de la siguiente forma:

Los fragmentos que componen la sección: El país según Cabrujas / Para comprender a Cabrujas: Teodoro Petkoff y Argelia Laya.  

El país según Cabrujas

Serie Los nombres propios, Manuel Alzuru, 2002




Un dato: la mayoría de esa comunidad intelectual que se incorporó a la industria del entretenimiento en Venezuela militó en partidos de izquierda o eran afectos a las tendencias socialistas; percibiendo, con buenas razones, a esa tradición como un soporte importante para mejorar la democracia que se consideraba excesivamente imperfecta.

Les recuerdo: un artículo del maestro José Ignacio Cabrujas en su reflexión semanal, en nuestra prensa, refiriéndose al Movimiento al Socialismo, en el año 1992: “El MAS de mis tormentos”, a propósito del golpe de Estado, frustrado y protagonizado por Chávez y los comandantes.

Disculpe usted estimado lector que le pregunte: ¿Usted quiere una arista para pensar? ¿Dije bien? ¿Cierto? Pensar. Problematizar. Interrogar sin afanarse a llegar a conclusiones rápidas.

¿Pensar en una sola arista de lo que nos sucedió como país? No se preocupe, hay muchas aristas, fractales para pensar. Mi opinión es la siguiente: Quien piensa el conjunto termina haciendo frases cliché; porque no existe La Historia sino las historias. Es similar a quién dice conocer una montaña porque la ve a lo lejos. La mirada de lejos de la montaña es importante, pero conocerla es recorrer sus recovecos, detenerse frente a un árbol, a un riachuelo, experimentar el extravío y el reencuentro del camino.

Les digo que el artículo tiene que ver con lo siguiente: a veces perder el olfato o distraerse para decir lo que se tenía que decir, en una circunstancia determinada, en un momento específico, ni antes ni después, por parte de un dirigente político, puede cambiar el curso de las historias de un país.

Bueno. Cometeré el abuso o la bondad de citar completo el artículo de Cabrujas porque es una pieza, un artefacto estético de comprensión de una coyuntura, de una circunstancia específica que desencadenó procesos sociales y políticos en la Venezuela del siglo XXI.

Sugerencia: si usted no recuerda o desconoce la historia política previa al chavismo, le sugiero leer antes el fragmento que titulé: “Dato bibliográfico para comprender a Cabrujas”, que está al finalizar la larga cita; porque luego disfrutará las ironías, los sarcasmos, la pertinencia de la reflexión y la crítica contundente realizada desde la esquina del dolor, desde el amargo sufrimiento, como los amores tormentosos, realizado por el dramaturgo.

 

EL MAS DE MIS TORMENTOS

Por favor, si alguien encuentra por allí una organización política, soltera, sin compromiso, mayor de edad, un tanto desorientada, pero de bastante buen carácter, y que responde al nombre de MAS le ruego que me la devuelvan porque estoy echándola de menos desde el día 4 de febrero cuando se me extravió por los lados del cine Ayacucho durante una balacera dejándonos una gran tristeza, a mí y a mi perrita. La persona que la ubique puede quedarse con el dinero, y traérmela de vuelta a la redacción de este diario o a la empresa de televisión donde presto mis servicios. Estoy dispuesto a ofrecer una razonable recompensa con tal de volverle a ver la cara, porque me he acostumbrado a marchar con ella y ya la cosa se me ha hecho costumbre al punto de que no me hallo. El lector de este aviso podrá reconocer a la organización perdida por las siguientes características:

a) Usa como emblema un puño izquierdo con el pulgar gordo escondido.

b) Suele preferir el color naranja.

c) Tiene un problema congénito en los otolitos, que con el tiempo se ha agravado al punto de que es muy fácil reconocerla en la calle porque cuando va hacia la izquierda camina hacia la derecha, cuando va hacia la derecha, camina hacia la izquierda, cuando decide ir hacia adelante retrocede, y cuando desea hacerlo hacia atrás, más bien adelanta.

¿Por qué la quiero? O mejor dicho, ¿para qué la quiero? ¿Qué es lo que me hace echarla de menos en esta hora difícil? ¿Por qué la busco y la busco desde el 4F, y no soy capaz de olvidarla de tanta nostalgia que me produce? He aquí el tema de este aviso.

Suelo recordar a Teodoro Petkoff, mi amigo de toda la vida, hace veinte años, tratando de ordenar sus cabellos y sus ideas, durante una conversación por los lados de Sabana Grande. Hasta esos días yo lo había percibido como eso que puede llamarse un hombre rudo y angustiado. Pierde usted su tiempo aún, si lo invita a comer hongos a la provenzal o profiteroles a la crema de cassis. Su paladar funciona mucho mejor con un atávico y honesto repollo relleno, puesto que en él se da el caso de un buen apetito, pero jamás de una gula.

Esa tarde, Teodoro hablaba de una profunda insatisfacción y de una urgente necesidad de revisarnos. Hasta esos días, todo había sido acción, como en los thrillers: gestos, bandazos, túneles, fugas. Tiempo después, cuando lbsen Martínez y yo éramos los dialoguistas de Salvador Garmendia, en aquella telenovela llamada La hija de Juana Crespo, solíamos divertimos imaginándonos cuñas comerciales protagonizadas por el Catire, que así se le suele llamar a este ceñudo zuliano a la hora de coger línea. Lo suponíamos, después del triunfo de una hipotética revolución, instalado en la barra del Caracas Hilton, que en ese momento se llamaría Caracas Libre, sirviendo de locutor en el comercial de un supuesto ron Revolución. El texto y la idea eran de lbsen. Teodoro a las seis de la tarde en ese bar. La cámara entra lentamente sobre su figura de espaldas al lente. Ya en plano medio, Petkoff se vuelve, queda de frente y dice: «He vivido una vida agitada». Corte a: imágenes de manifestaciones estudiantiles, bombas lacrimógenas, policías repartiendo peinillazos y universitarios exhibiendo banderas. Disolvencia a: rostro de Teodoro en el bar, cuando agrega: «Nada me fue fácil». De nuevo, corte a: celdas, rejas que se cierran con sonido reverberado, fieros guardias, patios de penitenciarías, custodios que vigilan a los prisioneros, dóbermans ladrando amenazantes. Y la imagen regresa a la barra del hotel Caracas Libre. Teodoro comenta a la cámara: «Y en muchas ocasiones estuve a punto de sucumbir o de perder el coraje. Pero aun en esos momentos desolados, conté siempre con la presencia sobria del ron Revolución». Movimiento de la cámara hacia un vasito de ron adornado con un cítrico. La toma asciende hacia el rostro de Petkoff y en ese momento entra a cuadro una chica deslumbrante de cabellos castaños y mirada perturbadora. Teodoro la toma de un brazo y sale del bar, pero junto a la puerta, se vuelve, sonríe y dice: «Ron Revolución ...mi mejor camarada. Úselo, como yo, es decir, una copita cada seis meses».

Traigo este cuento porque en el fondo esconde, a la manera ibseniana, un singular drama. La mentira es Teodoro en el bar y la copita de ron Revolución. La mentira es el descanso de la chica de cabellos castaños. La verdad son los recuerdos, la pasión de mi amigo, la contundencia emocional que me hace respetarlo por encima de todos los hombres de mi generación. Estoy seguro, de que nada en él ha sido mentira, incluidas sus torpezas y sus desconciertos, su adhesión al error o al acierto, como instancias de vida. ¿Pero, es eso el MAS en estos momentos? ¿Se nos percibe, y asumo el plural a pesar de mis profundas divergencias, como unas personas con un claro mensaje en la hora y punto del país? Mucho me temo que no. Mucho me temo que, de nuevo, el MAS que ando solicitando al comienzo de este aviso ha repetido su eterna adversidad, su tragedia en el sentido helénico de la palabra, esto es, imposibilidad de torcer el destino establecido por los dioses. Admitamos el desconcierto de los primeros momentos a raíz del fallido. Teodoro hablando en dos o tres canales de televisión y relatando su experiencia personal durante la plomazón. Nadie dice que en todo momento un político está en la obligación de hacer política. No, señor. Un político tiene derecho al relato, a la confusión de un cuento que se echa de prisa y desde luego a la instintiva solidaridad con el sistema que lo alberga. Lejos de mí, imaginar a Teodoro justificando de manera oportunista la acción del teniente coronel Chávez Frías, o tratando de sacar partido de un suceso inesperado, sin bordes, sin perspectiva conocida. Pero a lo largo de ese día aciago hacía falta, era urgente, (¡auxilio!) una respuesta capaz de articular o insertar o cómo diablos se quiera llamar lo que ha sido una conducta reiterada del MAS, ante el gobierno del señor Pérez. Me detengo un instante. Teodoro intentó hacerlo en una entrevista, creo que en RCTV a eso de las once de la mañana. Allí asomó la idea que horas más tarde expresó el doctor Caldera en un discurso histórico, mezquinamente interpretado por algunos columnistas de este diario. Allí dijo la fulgurante palabra que unos dieciocho millones de venezolanos querían oír, el concepto que saca de quicio al profesor Cova y que revuelca en la alfombra al señor Romero. Esto es: el golpe, el que pudo ser, y no fue, el de «por ahora», el cuchillo pendiente, el nuevo comensal invitado al banquete, no brotó del cielo, no es un aerolito proveniente de Ganímedes, sino la consecuencia de un estado de descomposición nacional del cual tienen la culpa los señores Pérez, Herrera, Lusinchi y Pérez II, vale decir los gobiernos de Acción Democrática y Copei sin más vuelta de hoja. Acabo de escribir «consecuencia» para que mi admirado Cova no me inscriba en la lista de los «inconsecuentes». A ver, diccionario, ¿qué es consecuencia? Respuesta: Consecuencia, del latín consequentia: hecho que sucede a otro. Acción que se deduce de otra o de otras. Así lo dijo el señor Petkoff antes de ser interrumpido por un boletín de última hora y una cuña de Toddy.

En la tarde el doctor Caldera, a quien los hados protegen y el Toddy no interrumpe, expresó brillantemente y de muchas maneras coincidió con lo que han sido las ideas de mi búlgaro favorito y del MAS de mis tormentos desde hace por lo menos, quince años. Esto es, que lo que comúnmente denominamos democracia en Venezuela, quién sabe si por faltos de respeto, debe ser revisada, que no queremos salvadores a la una y media de la mañana, pero que tampoco podemos extenderle al presidente un cheque en blanco y decirle, pase adelante que esto está de maravilla.

Habla el expresidente, para evocar la desoladora imagen de Rodolfo José Cárdenas caracterizado de chambelán en los años de la primera presidencia demócrata cristiana; discursea Morales Bello, el jefe de la tribu, un señor del cual solo puede hablarse en susurro y con pañuelito y dice como era de esperarse esa barbaridad de ¡mueran los golpistas!; habla Aristóbulo y coge la seña, es decir, traduce al lenguaje sanchopancesco, el empíreo calderista, y muchachos de mi vida, le toca al MAS, ahí viene el MAS, va a hablar el MAS. Retengo la respiración ante la pantallita. El diputado, vocero de la fracción de los míos, toma el micrófono, aclara su garganta, empina el pecho. Silencio. Tensión. Nervios crispados... y fly al cuadro.

Es que desde que Puerto Rico dejó a Venezuela en el terreno durante la Serie del Caribe de 1957, yo no he vivido una desilusión semejante. Me quedé, pasmarote, atónito, empendejecido contemplando aquella ausencia, aquella línea severa, formal, a la cola de Morales Bello. Cien puntos de rating, prácticamente la sintonía de La loba herida, tirados a la basura, idos por el desagüe. Nada. Arritmia. Soledad. Protocolo. Como aquí se dijo que la cosa era un pacto y un consenso, me sabe a soda la angustia nacional y levanto mi dedito por el pacto y por el consenso. Lázaro Candal, el más grande narrador de fútbol del planeta, lo describió hace unos años al imprecar: ¡Qué hiciste, papaíto!

Desde allí, se me extraviaron. Y por eso ando solicitándolos. Para sentarnos y hablar del enigma, de por qué nos pasan tantas cosas, de por qué Caldera nos rebasa, de por qué la Causa R nos colea la parada, de cómo se llama el brujo que debemos consultar, del cariaquito, de por qué nos acomplejaba haber sido comunistas, cuando habíamos sido la primera denuncia mundial del comunismo, de por qué nos volvimos socialdemócratas, cuando la socialdemocracia comenzaba a oler a populismo, de por qué esta maldita sensación de llegar tarde y ser buenos, de no ocupar la hora y ser condenadamente honestos, de entender que Freddy Muñoz llega en taxi a la casa del doctor Uslar Pietri, porque de puro decente, jamás ha tenido real para comprarse un carrito, de por qué Pompeyo se pasó la vida usando dos fluxes, de por qué Teodoro anda en un perolito y se niega a que en la isla de Margarita lo alojen en el Hilton, de hacer todo eso y vivir todo eso y seguir en la casilla, en el seis por ciento histórico, mis hermanos de vida.

¿No será tanto Congreso? ¿No será tanto entender?

Hace días, en Miraflores, Miguel Rodríguez a quien en lo sucesivo respetaré por su diáfano uso del idioma castellano, nos explicó a unos como intelectuales, el terrible drama que había encontrado este gobierno al asumir el poder. Fue un momento crucial, al uso de mis códigos. Dijo allí, en el Pantano de Vargas, frente a la botella de los angelitos, que Herrera Campíns, con nombre y apellido, había cometido la infamia, y no hay otra palabra (aunque me duela usarla) de reconocer la deuda del sector privado a 4,30. Que ese dislate bochornoso significó el comienzo de la ruina, y la terrible inmoralidad de premiar a unos ricos a costillas de la miseria. Que vino el, por llamarlo de alguna manera, presidente Lusinchi y creó Recadi, el pozo de la peor corrupción «legal» vivida en una nación de esta parte del mundo. Esa tarde, terminé de entender el drama. Miguel Rodríguez, en gesto que lo honrará por siempre en mi vida, le puso nombre y apellido, a lo que este gobierno ha descrito como, «una mala situación», «un momento que debemos superar», «el fin de una era y el comienzo de otra» y demás vaguedades por el estilo. A eso llegamos y el MAS lo sabe, tanto como Rosa Alcántara mi vecina. Miguel Rodríguez hace oposición, no al gobierno. Hace oposición a la historia. No en balde, era del MAS hace unos años.

Pero el partido se me ha extraviado. No encuentra el rumbo. Ando buscándolo y se mudó de casa. Ojalá me lo devuelvan.

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, se entrevistaron en Yalta, Churchill, Stalin y Roosevelt. Un día, Roosevelt amaneció enfermo de algún lumbago y no pudo llegar a tiempo a la reunión convocada. Cuestión de una inyección dolorosa. Se quedaron solos durante una hora, Stalin y Churchill, dos hombres que se odiaban a muerte, dos posiciones absolutamente irreconciliables. En eso, llegó un mesonero con el servicio de té. Por azar, Stalin recibió la primera taza y con gesto educado dijo a Churchill: ¿Quiere azúcar? El primer ministro británico rechazó el azúcar, pero aceptó de manos de Stalin la taza de té. Hubo un largo silencio y Churchill se atrevió a preguntar lo siguiente: Stalin, ¿usted me odia? Y Stalin contestó: Después de pasarle la taza de té, lo odio un poquito menos, señor Churchill.

¿Vale la pena decir por qué?

  • Píldora del recuerdo: Tal como lo anticipó Cabrujas, el discurso de Caldera en el Congreso, a propósito del 4 de febrero de 1992, fue el trampolín para que llegase a su segunda presidencia entre 1994-1999; el firmante del Pacto de Punto Fijo, quien fundó el partido Social Cristiano (COPEI), organización que representaba a la derecha venezolana, fue el mayor crítico y dijo lo que el MAS sostuvo por quince años. Caldera creó una coalición con distintos partidos de izquierda y sectores de la derecha que se desprendieron de COPEI. El MAS apoyó al adversario histórico. En los cinco años de la presidencia de Caldera, los precios del petróleo rondaban entre 9 y 10 dólares el barril. Teodoro Petkoff fue el ministro que se fajó con la economía, estableciendo acuerdos entre empresarios, trabajadores y el Estado. Cuando Chávez empezó su período los precios del petróleo se dispararon como nunca en la historia venezolana. Desde 1958 hasta 1998, el precio del barril, en su mejor momento costó alrededor de los 40$. En el primer lustro del chavismo bordeó los cien dólares por barril y luego llegó a rondar los 150$ el barril.

Con el olfato de los mejores zahoríes, Cabrujas precisó que el orador inigualable, el lúcido, el transparente y admirado Teodoro Petkoff, sufrió de una anosmia del Kairós. Perdió su momento histórico. Se adjetiva de esa forma al tiempo porque una acción, un discurso, desencadena procesos inimaginables. Si hubiese sido Teodoro y no Caldera…

Para comprender a Cabrujas: Teodoro Petkoff y Argelia Laya  

Serie Los nombres propios. Manuel Alzuru, 2002




En 1981 Teodoro Petkoff publicó un artículo en la Revista Mexicana de Sociología. Vol. 43. N.° 3 (julio-septiembre), titulado: “El MAS venezolano”El número de la revista mexicana estaba dedicado a la reflexión sobre los partidos políticos de izquierda.

Valga una acotación sustancial. Petkoff, el hijo de migrantes búlgaros, nacido en Cabimas (Edo. Zulia), escribió en 1969 el libro: Checoslovaquiael socialismo como problema, con el sello editorial Domingo Fuente. Lo hizo cuando era comandante de la guerrilla que se enfrentaba al sistema político que se inició en 1958, la época del bipartidismo de AD-COPEI, después de derrocar al dictador Marcos Pérez Jiménez.

El Partido Social Cristiano COPEI agrupaba a toda la derecha. Acción Democrática a la Centro Izquierda. La izquierda estaba en armas. En el período de la lucha armada a Petkoff lo apresaron dos veces y en ambas ocasiones se fugó. Eran famosas sus fugas porque las hizo al estilo de una película hollywoodense. La primera se tomó medio litro de sangre para provocarse vómitos y simular una hemorragia. Hospitalizado trenzó una cuerda con las sábanas y descendió desde un tercer piso del Hospital Militar en 1963. La segunda se fugó del cuartel San Carlos en 1967, realizando un túnel, junto a los dirigentes Pompeyo Márquez y Guillermo García Ponce. Para la época ya había estudiado economía en la Universidad Central de Venezuela y se graduó cum laude. Siendo del Comité Central del Partido Comunista Venezolano, alzado en armas y en clandestinidad, escribió el libro sobre Checoslovaquia. En él denunció la invasión de Rusia como un acto imperialista, realizado por un régimen que estatizó la vida civil y cuyo modelo era totalitario; además, defendió lo que se conoció como La Primavera de Praga: el conjunto de reformas políticas que el gobierno checo estaban implementando; y consideraba que era una innovación dentro de los regímenes socialistas. Le llamaban socialismo con rostro humano.

El libro trascendió las fronteras de Venezuela. Se leyó en toda América Latina y en Europa, en el seno de los partidos comunistas. Se tradujo al ruso y su contenido fue discutido en el XXIV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1971. El máximo líder de la Unión Soviética, Leonid Brézhnev, en el informe que presenta al Congreso del Partido, califica el escrito del venezolano como «revisionista» y una «amenaza» para el comunismo internacional. En dicho Congreso condenaron las ideas y repudiaron a quienes la divulgaban por razones similares a Roger Garaudy (Francia), Ernst Fischer (Austria) y, por supuesto, a Teodoro Petkoff (Venezuela).  La sentencia internacional produjo la escisión del PCV y el surgimiento del MAS en Venezuela. A finales de la década de los sesenta en Venezuela, el PCV y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), asumen la propuesta por parte del gobierno de la pacificación y se incorporan a la lucha política desde la perspectiva electoral. A inicios de los setenta Teodoro Petkoff fue electo diputado al Congreso de la República representando al MAS.

En la segunda edición del Premio Internacional Rómulo Gallegos fue galardonada la novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.

  • El Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, creado en 1964, fue hasta finales del siglo XX, uno de los más importantes en lengua castellana. De hecho, fue uno de los trampolines fundamentales para lo que se conoce como el boom latinoamericano, sus tres primeros galardonados fueron: Mario Vargas Llosa (1967), Gabriel García Márquez (1972) y Carlos Fuentes (1977).

El escritor colombiano le donó el premio en efectivo al MAS, para que iniciara su actividad política. Donación que hizo para respaldar a Teodoro Petkoff, a quien no conocía personalmente, pero estaba al tanto de la polémica internacional suscitada por su libro.

A nueve años de la ruptura con el PCV y de la fundación del MAS, Petkoff escribe el artículo en la revista mexicana. Realiza una revisión de las prácticas políticas de los partidos de izquierda en distintos países y detecta tres problemas fundamentales: el centralismoel fraccionalismo y la esclerosis institucional para promover y aceptar nuevos liderazgos.  Sostendrá que el centralismo es la negación de la diferencia y, por lo tanto, de la democracia: el militante no puede pensar distinto a la dirigencia. El fraccionalismo no resuelve el problema de la diferencia y más bien, conduce a la ineficacia política por la desarticulación de la institución. Coloca como ejemplo el caso del Partido Comunista de Chile y sostiene que existían cuatros fracciones. Finalmente, muestra que quienes tienen la dirección del partido niegan, en la práctica, a los líderes emergentes y esa conducta tiene consecuencia en la dirección de un país. Es último punto lo expresa de la siguiente forma:

Así vemos lo que son todos los países socialistas, independientemente de los matices; tú vas a encontrar en esa Corea casi aberrante a un presidente vitalicio llamado Kim-Il-Sung, y en esta Yugoslavia abierta y mucho más fresca, un presidente también vitalicio llamado Tito; y saltas a Cuba, con sus características especiales, y tienen un primer ministro vitalicio; y te vuelves a la Unión Soviética, a China, y es el mismo caso, es decir, de dirigentes que solo salen del campo con la muerte o vía conspiración de Palacio. (Petkoff, Teodoro: 1981)

Después aborda cómo el MAS estaba intentando resolver esos tres nudos; solución que implicaría, según el autor, la vivencia acorde con el concepto de centralismo democrático.  

  • Quisiera acotar lo siguiente: a mi juicio, los tres problemas caracterizados por Petkoff son transversales para todas las organizaciones políticas con independencia de las ideologías. Las soluciones emprendidas por el MAS en aquel entonces, fue una innovación en términos organizacionales, válida para cualquier partido en la actualidad.

Con una crudeza cristalina ejemplifica los problemas que enfrentaron desde la ruptura con el PCV, bajo el liderazgo de Pompeyo Márquez, Freddy Muñoz y él, valgan las citas:

En los nueve años de vida del MAS y en los dos del debate en el seno del partido comunista, hemos estado haciendo una suerte de aprendizaje de la democracia porque, en verdad, una formación comunista clásica es una cosa que se le mete a uno en los huesos. Uno está demasiado formado en el esquema: "la dirección siempre tiene la razón", "el que discute a la dirección nunca tiene la razón” (Petkoff, Teodoro: 1981)

Se tenía derecho a sustentar una opinión, pero a la hora de la votación y de la integración de los miembros de la dirección, pasaba como un tractor y ras... las distintas opiniones quedaban aplanadas y por supuesto los derechos estaban ahí, pero no en el organismo de la dirección. (Petkoff, Teodoro: 1981)

(…) ¿qué ocurre? Que, en definitiva, la militancia es atomizada, recluida en su célula, y el militante recluido en su célula puede tener cualquier opinión, la cual no es conocida por el resto de la militancia sino que sube a la dirección y desde ahí con frecuencia lo que baja es un rayo jupiteriano que aplasta al tipo que se atrevió a opinar por su propia cuenta y, por supuesto, no hay modo alguno de que pueda suscitarse un debate en el seno del partido si no es a partir de la dirección… (Petkoff, Teodoro: 1981)

El autor indica que Pompeyo Márquez y él tenían coincidencias en el proyecto general como partido, pero tenían liderazgos distintos. En términos prácticos, en aquel momento, Pompeyo tenía la hegemonía, era el secretario general de la Dirección Nacional del MAS.  

Actualmente se distinguen con claridad en el movimiento dos tendencias que no tienen que ver con plataformas ideológicas ni políticas distintas, pero que nacieron por algo que tal vez no han resuelto otros partidos revolucionarios y que nosotros tampoco habíamos podido resolver, el problema del liderazgo. Las tendencias que hoy existen en el MAS tienen popularmente unos nombres horribles, inaceptables, como el pompeyismo, por el nombre de Pompeyo Márquez, o teodorismo, por mi nombre, aunque tal vez no hay ninguna diferencia, ni política ni ideológica, afortunadamente. El nacimiento de estas tendencias está vinculado a la inexistencia hasta ahora de un mecanismo interno que permita democráticamente solucionar el problema del liderazgo.  (Petkoff, Teodoro: 1981)

Las soluciones prácticas que implementó el MAS y son comentadas por el dirigente político fueron las siguientes: la legalización estatutaria de las tendencias. Las tendencias o militantes podían expresar sus opiniones críticas a la dirección nacional, realizar análisis políticos de forma autónoma o proponer para la discusión acciones a través de la circulación de artículos. Para ello se autorizaba que, en cualquier región, la militancia podía crear una revista. Además de la revista de la Dirección Nacional. “En el MAS hoy hay diez o doce revistas de base que en este momento en que estamos en proceso de convenci6n, sirven de vehículo para el debate que pueda tener lugar.” (Petkoff, Teodoro: 1981)

Para que las opiniones distintas pudieran tener presencia dentro de la Dirección Nacional, establecieron la representación proporcional de las minorías:

(…) la representación proporcional en la elección de los órganos de direcci6n cada quien tendrá una representaci6n que le dé su peso dentro del movimiento, de tal manera que la dirección se integre sin que se corra el riesgo de que una mayoría, incluso precaria, aplaste a una minoría y la excluya. (Petkoff, Teodoro: 1981)

Finalmente, para dinamizar los relevos de los dirigentes: “Una fórmula de la vieja y noble democracia liberal: la duración en el cargo por un plazo determinado, que vence no porque le corten las patas, como decimos en Venezuela, ni por conspiración, ni por pasar al degredo, sino por haberse cumplido el plazo.” (Petkoff, Teodoro: 1981)

Aunque el autor en ningún momento lo señala, considero que el fundamento teórico de aquellas innovaciones como soluciones a los problemas prácticos que se enfrentaba, fue haciendo uso de la noción de hegemonía en el sentido filosófico desarrollado por Antonio Gramsci. Valga señalar que cuatro años después llegó a la presidencia del MAS, una mujer, la negra Argelia Laya (1926-1997) y el secretario fue Freddy Muñoz.

Es relevante señalar que Argelia Laya –quien fue guerrillera en los sesenta y se conoció con el nombre de la Comandanta Jacinta–, fue una persona de vital importancia en la lucha por los derechos de la mujer, de los niños, niñas y adolescentes venezolanos. Resumo algunos datos solo para dimensionar su rol histórico en nuestro país a partir del artículo de Luciana MacNamara, titulado: “Argelia Laya: la voz que no calla”.  En consonancia con las propuestas de las publicaciones de revistas dentro del MAS, las mujeres de la organización publicaron sus ideas políticas bajo la dirección de Laya con los siguientes nombres: BrujasLa ConjuraLa avispaLa cosaLa mala vida y A pesar de todo. Siendo diputada en el Congreso de la República, en 1974, articulando la unidad de las mujeres con independencia de las ideologías políticas, logran la reforma de códigos y leyes donde se discriminaba a la mujer, tales como: Código Civil, Ley de Trabajo, Reglamentos de Radiodifusión, Agricultura y Cría, Estatutos de Menores, etc. Impulsó la creación y el establecimiento de las guarderías infantiles, tanto a nivel público como privado; logró una normativa para proteger la salud de las trabajadoras. En la década de los ochenta impulsó la creación de La Casa de la Mujer: “(…) tenía como objetivo levantar casas para apoyar, socorrer y proteger a las mujeres en la defensa de sus derechos. De esta manera nacen, casas de la mujer en Petare, Cumaná, Cantaura, Punto Fijo, Maracaibo, San Cristóbal, Caracas, Tucupita, en Sucre –donde existen cinco– y en Portuguesa, la cual lleva su nombre.” (McNamara, Luciana: 2015).

En 1994, impulsa, dentro del Consejo Nacional de la Mujer, el programa “Educando para la Igualdad” (PEPI), con el apoyo del Ministerio de Educación. “Consistía, en esencia, eliminar el sexismo desde la Educación Básica hasta la Superior y de incorporar en planes y programas de todo el sistema educativo la perspectiva de género.” (McNamara, Luciana: 2015)

He dado una pincelada de la historia política del MAS que, a mi juicio, permite comprender con propiedad el artículo de José Ignacio Cabrujas.

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