VII. ¿Militarismo tropical o civismo militar? / ¿La tragedia? / Con hambre y desempleo con Chávez me resteo / Principios básicos.

Análisis del militarismo y civismo en Venezuela, desde la democracia hasta la dictadura. Por Jonatan Alzuru Aponte.
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Están estructuradas las secciones de la siguiente forma:

¿Militarismo tropical o civismo militar?


Serie Mutantes. Manuel Alzuru, 2023






La historia no es un tramado de causas y efectos. No es una sucesión de hechos articulados por ninguna lógica ni razón. Nunca somos lo que fuimos. Ni el pasado es un determinante absoluto del presente. Mi negritud nada tiene que ver con las del inicio del siglo XX y mucho menos con la del siglo XIX. La afirmación es una verdad tendencial sin apodicticidad, porque aquella historia de la piel es constituyente, pero diluida en el devenir como una gota de mar que es la misma y distinta. Sí, aquella negritud devino en policromía.

Mi cuerpo, mi piel, mi historia, nuestra historia,  difusamente compartida, de aquello que llamamos país, son tramas que algunas pueden percibirse como desarrollos estructurales; otras responden –quizás– a un devenir del inconsciente colectivo que están atadas a reproducciones de prácticas lingüísticas, religiosas, económicas, 0 sexuales; otras prácticas son innovaciones en un tiempo y en un espacio determinado, fruto del azar, de las contingencias o de la fuerza de una voluntad que se impone; otras prácticas son resemantizaciones discursivas que tejen atavismos; otros movimientos históricos quizás responden a una lógica dialéctica; otros acontecimientos constitutivos del devenir son inasibles por la razón. La historia sociocultural también tiene huecos incomprensibles.

La historia de nuestro pueblo, de mi cuerpo, es un rompecabezas de fractales. La pretensión de una explicación total es un fracaso de conclusiones estériles y peligrosas para la existencia.

¿Quién pudiese imaginar en América Latina un golpe de Estado dado por la plana mayor, por la cúpula de las Fuerzas Armadas, con el ministro de la Defensa a la cabeza indicando que el presidente de la República renunció a su cargo y, sin embargo, que ningún militar desee asumir el cargo de presidente? ¿Quién puede imaginar que ni siquiera se plantearon una junta cívico militar?

Eso sucedió el trece de abril del año dos mil dos en Venezuela. El alto mando militar no deseó el poder. Le entregaron el mando a los civiles que ineptos y torpes destrozaron en dos minutos todo el marco institucional. Bastaba una pequeña consulta al Tribunal Supremo de Justicia acerca de cómo actuar frente a la renuncia del presidente que, según el ministro de la Defensa, el general Lucas Rincón, se la había solicitado al mandatario y este había aceptado.

¿Quién puede imaginar a un grupo de generales, coroneles, mayores, tenientes, subtenientes y soldados, estando en desacuerdo con el gobierno, con la forma de conducción del ejército y no conspiren, no utilicen sus armas, no se planteen el uso de la fuerza? ¿Quién los puede imaginar articulándose como un grupo de vecinos que deciden protestar de forma pacífica, dejando de cumplir sus labores, reuniéndose en una plaza y haciendo comunicados públicos?

Eso sucedió en Venezuela. Ciento veinticinco militares activos redactaron un documento que llamaron Pronunciamiento de militares democráticos, en octubre del año 2002, y lo leyeron en una plaza, la Francia. Hicieron cabildos abiertos y hasta se sentaron con el Centro Carter en una mesa de negociación con el gobierno.  

No eran suizos esos militares, eran del trópico, caribeños, se formaron durante la democracia que se inició en 1958. Y, por supuesto, terminaron fuera del ejército, algunos apresados y la mayoría exiliados.

La afirmación de que Venezuela es un cuartel es tan falsa como su negación.

¿La tragedia?

“Los nombres propios”, Manuel Alzuru: 2002




Los Diarios de Rafael Castillo Zapata los leí como una novela donde el protagonista nunca concluye aquella narrativa que deseaba realizar. Anclado en la imposibilidad, escribe apuntes de su devenir, por supuesto, siempre contradictorios, cargados de deseos y frustraciones, por la imposibilidad de realizar la ficción que deseaba. Y en esa afanosa tarea se volcaba a preguntarme asuntos de mi vida. Su personaje cumplió la función del antiguo psicoanalista que me invitaba a contar mis sueños, asociar ideas e iniciar interpretaciones. Acostado, un día en el diván, escuché su voz que me decía:  

(…) la contemplación prolongada de sí mismo, la posibilidad de reflexionar acerca de nuestro propio rostro (de mirar nuestro propio mirar, lo cual es ya un escándalo ontológico) lo que produce melancolía…  Es melancólica porque implica descubrir la otredad, la diferencia radical implícita en la propia conciencia del ser, en la fascinación y sustentación de lo que llamamos identidad. Es melancólica (rabia triste, desesperación serena), como es melancólica la experiencia de Narciso contemplando su propio rostro en el estanque. Es melancólica, así y es trágica, pues atenta radicalmente contra la beatitud originaria que está en el principio de todo ser, de toda cosa: ¿no está en la ignorancia del propio rostro y de la propia voz (eso que, en verdad, no está destinado sino a los otros) el fundamento de toda felicidad, de toda complacencia en el ser que se es, en ser lo que se es? ¡Qué feliz debe ser el niño todavía cuando no se ha visto en los ojos de la madre, cuando todavía puede seguir creyendo que es una prolongación de ella, un bulto, un apéndice adherido al pecho del que recibe todos los alimentos terrenales que necesita y procura! (Rafael Castillo Zapata)

Allí no reside la tragedia. Tampoco en aquello que Camus le otorgó el mayor estatus filosófico, la elección de la vida o la muerte. La muerte no es problema porque cuando ella está, nosotros no estamos. Ciertamente, el deseo de certidumbre, volver al útero, podría imaginarse como el horizonte de la condición del ser feliz. Pero es una ilusión. Una vana ilusión, porque anula una condición de la experiencia del vivir: la incertidumbre.

Decía Alberto: “la vida es una maravilla de trapecios”. Es infantil, idiota y necio desear la certidumbre; si por ella se entiende evitar la contingencia, aquello que no depende de nosotros.

Uno de mis yoes tiene esos deseos, lo comprendo, porque el sueño del útero, a veces, es el único remedio ante el suicidio; en términos sociológicos le llaman utopía.

Con hambre y desempleo con Chávez me resteo

Serie Cotidiano 13. Manuel Alzuru, 2012



El vocablo restearse es un venezolanismo que es sinónimo de solidarizarse, pero con pasión; asumir algo con fuerza. Originalmente es una acción temeraria de quien apuesta todo lo que tiene a una sola jugada, sin importar los costos que implique esa toma de decisión si las cosas no salen bien.

En las elecciones del año 2012 Chávez le gana a Henrique Capriles, 55.07% contra 44, 31%. La consigna que utilizó el chavismo fue “con hambre y desempleo con Chávez me resteo”, ella refleja el detrimento del valor de la fuerza de trabajo, privilegiando el capital. Asumida por los sectores pobres y excluidos. Expresa la pauperización de la sociedad, la antítesis de la propuesta de Carlos Marx en toda su obra.

  • Si usted está de acuerdo o no con la economía política planteada por Marx, no es el tema. Lo que afirmo, sin ambigüedad, es que desde Marx y en todas las tradiciones marxistas, la consigna no solo es indefendible, sino que está también en contradicción con los supuestos fundamentales de la propuesta teórica. Una consigna, tal como lo expresó Lenin, condensa una política y esta tiene un fundamento filosófico y sociológico.  

La consigna no era solo un asunto de fe irracional en el comandante de una masa ignorante. La consigna tenía un buen fundamento empírico. Una familia pobre formada por cinco personas, cuya tres participaran en las misiones recibían tres salarios mínimos, sin trabajar formal o informalmente. Una madre adolescente, un anciano y uno que estudiara en las misiones. No era una política social sino una tecnología populista de sometimiento social. Una práctica que tuvo unas consecuencias en el tejido social gravísima; fue un destroce ético porque habituó a las personas a vivir dependientes del estado y vivir improductivamente; el estado se transformó en una máquina para crear y reproducir parásitos sociales; condujo a una debacle económica, porque no era una inversión social, sino un desaguadero monetario que se sufriría al bajar los precios del petróleo; pero, sin duda alguna, fue una acción con un altísimo redito electoral. Esto fue posible porque el barril de petróleo que promediaba 9 a 10 dólares por barril en 1998, pasó a un promedio entre 109 y 110 dólares por barril, desde el 2003 hasta el 2012. Un alza de mil por ciento, con una producción diaria de 2, 73 millones de barriles.

Principios básicos 

Ensamblaje. Manuel Alzuru, 2024


A la memoria de todos los jóvenes asesinados desde el 2014 hasta el 2024 por la dictadura de Maduro y en homenaje a la juventud que sigue firme, en pie de lucha.

 

En la República Bolivariana de Venezuela

plena de sentimientos nobles,

sabemos de sobra que la realidad

es un asunto básicamente de palabras,

formas de hacer frases convenientes

que van desde la apariencia al disimulo,

pero a veces, cuando no hay más traducciones eficientes,

tenemos que apelar al manejo directo

y estricto de las situaciones.

No es un juego, no se trata de truco y retruco,

ni de sumar unos votos y restar otros,

es desaparecer todo vestigio de prueba

para que la gente se acople y coja línea.

La Ley es la Ley.

Claro, por momentos hay que aplicarle un torniquete

a la hemorragia del sinsentido

que brota del mismo y querido pueblo

por motivos, además, que ni ellos mismos entienden,

sí, hay que repetirlo, por motivos, además,

que ni ellos mismos entienden.

 

Vemos en la argumentación sin límites

un espejismo de la libertad,

y en la libertad una mitología que le da frutos

a mucho vagabundo y politiqueros de lo último

–aunque a ella, a la Libertad, le debemos nuestro nacimiento de Patria

hace dos siglos, cuando esa palabra era realmente soberbia–,

por eso nos quedamos con la fe, pues no hay manera

de describir cómo contribuye con su poder

a la armonía de todos como un conjunto adorable.

A su vez, es un hecho que la democracia

es una joven inestable que pasa romántica por la vida

como una flor en el viento:

resabio de adolescentes.

Llega luego un momento en que hay que aclarar las aguas

y surge entonces el acto inevitable,

lo que hay que hacer y se debe hacer

con la justa y tensa decisión que ha de ponerle punto final

a la materia quemante y confusa de las equivocaciones.

Y esto nos duele también, porque es como operar

a alguien porque tiene cáncer y no todos sobreviven,

y la operación, como todas las operaciones,

por más anestesia que se utilice, son una tortura,

heridas necesarias,

sin olvidar lo que reponen cuando las cosas

salen como Dios manda.

Desde la responsabilidad del bien común,

veneramos la permanencia del orden.

 A lo estable le grabamos monumentos en piedra,

como a la Sagrada Familia, los sagrados valores.

A los íconos de la paz les quemamos incienso

todas las mañanas del mundo:

al chopo, los grilletes, las bolas de acero,

para rendir honor a la memoria,

y a los choques eléctricos, el vidrio molido,

los trabajos forzados,

la suspensión por los testículos,

el hambre, los cigarros apagados en la piel,

los secuestros, las desapariciones, los coñazos,

la falta de representación legal,

la ausencia de médicos y medicamentos,

las bacterias, las cucarachas, las ratas,

el salto más alto desde los balcones.

A los insurrectos (esos instrumentos desafinados

en la incalculable noche del cosmos)

los llevamos de la mano

con las patadas para la purificación,

porque creemos que sí pueden ser recuperados.

A los enrejados por discrepancias varias,

les damos tiempo para que recapaciten

y saquen bien las cuentas junto a los suicidas;

a los iracundos (pieles de esbirros potenciales)

de verdad les tenemos un poco de resabio,

por eso con ellos

solemos cometer errores de cálculo

muy lamentables;

a los desobedientes les pedimos la mayor serenidad

para que conserven el bienestar mínimo,

sin dirigirse a enfermedades horribles

que pueden ser evitadas con esfuerzo y pragmatismo;

a los que se la pasan criticando les tenemos

clases de respiración sobre clavos de plomo;

a los que no aceptan la bondad que ponemos

en cada aporte que logramos, les recomendamos

no hacer alarde de sus preguntas ni de sus ideas,

y continúen atentos a los llamados

para próximas lobotomías, o que se vayan

de una vez de esta tierra preciosa

como melancólicas sombras del universo.

 

Somos, en especial, la indulgencia y el perdón.

El equilibrio y la mano abierta.

Todos nuestros actos se fundamentan

en la soberana felicidad colectiva.

Al pueblo siempre la de-bota protección.

Ninguna ley escrita podrá sustituir

este sagrado y eterno compromiso

con ustedes.

Sabemos lo que necesitan y les conviene.

Estando nosotros aquí, oigan bien:

nadie los va a engañar.

No se equivoquen.

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