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El amor de los amores



Temen al amor porque crea un mundo que no pueden controlar 

George Orwell 


Los amores son en cierta medida, diría Lacan, una manifestación de nuestra presencia. Manifestación porque amar no es una acción, es un acontecer, entendiendo como acción a una voluntad humana individual y libre, pero, a la vez, dando por sentado que existe una voluntad humana universal que trasciende a los individuos. Bajo estos preceptos, el amor no es libre; estamos obligados a amar lo que amamos incluidos, nosotros mismos. De hecho, la única forma de libertad es la decisión de dejar de amar. Los amores, en este sentido, pueden ser construidos universalmente, por ello, culturalmente, a cada posición su labor, a cada labor su amor.

Esto involucra que el amor puede ser lo más parecido al absoluto desde una posición de sumisión a aquello que se nos enseñó, dado que es en la enseñanza donde se forja la base del absolutismo. Lo dictatorial necesita del escarmiento. El amor es una sumisión a nuestra propia existencia en el mundo. Quién no entiende está sumisión, en su inconsciente, es menos propenso a amar, ergo, nace su enfermedad.

El amor en el hecho, para el otro, se presenta como una muestra tradicional, que intenta equilibrarse en otra voluntad, en otra singularidad, por ello su complejidad. Puede paralizar cualquier acción o avivarla; no es una volición fija. El amor debuta diariamente como un sin querer que sigue todas las leyes, aunque, casualmente. Nuestra existencia es casual, los hechos, nuestra mente; las muestras culturales tratan solamente de equilibrarse como un trapecista, para demostrar(se) al otro algo indemostrable. 

La típica confusión entre hacer y ser. Ha-ser, a-ser, sin ser. Nunca se sabrá del todo si ser es hacer o si hacer es ser ¿en cuál de ellos habita la mente y la no mente? Voluntad o no voluntad. ¿La nuestra? ¿Abandonar la tradición o continuarla? ¿Cuándo somos, entonces no somos? ¿Cuándo hacemos, entonces no hacemos? El lenguaje en lo importante es completamente problemático, porque rivaliza con una libertad absoluta, con la última libertad. La primera tradición es el nacimiento.

Las formas presenciales convierten la nada en amor; nuestra vida, la vida de los humanos, la vida de los seres, es una transformación de la nada en algo. Puede que lo único digno de llamarse Algo sea el amor. Nuestros ojos no vieron, por el apuro por amar, que nuestra existencia se justifica meramente por la fe, pero la fe es tradicional. Instruye al niño en su camino y ni aún de viejo se apartará de él. El amor es una carga, la existencia es una fe en no perder el equilibrio sobrellevando esta carga.

La magia de los amores recorrió cada una de las cicatrices humanas. Es cosa de investigar la historia de los pueblos, de los perdidos, de los perdedores, de los vencidos. Los dolores, los deseos fueron formados por estas experiencias, traumatizados, transferidos por generaciones en alguna acumulación ininteligible de procesos, de tal manera que de estos sectores podemos inferir una mayor variedad cultural. Su cambio cíclico es tan fuerte como la persistencia de su balance.

Las formas de amor se han tratado de estandarizar. El amor es un riesgo. No se puede amar “libremente”, desde nosotros, es seguro y controlado hacerlo bajo la norma. Estas normas han afectado a los padres y a las madres, a las parejas, a los hijos, al sexo, a los hermanos, a la vocación, entre otros. Por una falta de identificación identitaria de los actos de amor, se pueden camuflar las presiones de amar en "cierta medida", sin que sean las voluntades (comunidad) las que le organicen, y menos voluntades propias, sino una única voluntad que se impone de acuerdo a su tiempo, para quienes viven, sueñan, sienten, piensan, solamente en su tiempo, desconociendo su conexión primitiva a su tradición.

 

Eros y lo ordenado de lo explícito

Lo erótico se está perdiendo, el apocalipsis sexual ha llegado. Opinar sobre estas experiencias se ha vuelto de mal gusto, porque precisamente se ha llenado de pésimos gustos; hay una especie paranoide de lo que se va a decir, de lo que se va a mostrar; así como la repetición noticiosa provoca psicosis, la repetición en serie de una forma de erotismo repetido se ha vuelto pornográfica; una horda concatenada de vulgaridad se camufla con el acto de la belleza, con el amor y la verdad sexual, con la exaltación al misterio y a lo oculto.

Lo erótico, por el mero hecho de existir, lucha contra el sistema explícito, porno, que invade microbioticamente desde un órgano de nuestros sentidos, todo el espectro estético de lo sexual, y que se impone cada vez, a más temprana edad.

Lo erótico es un poema, un misterio, un arte, lo verdaderamente casual, como el amor al cual pertenece, frente al cual no se debe tener ninguna vergüenza de consumo, porque no es consumo en un sentido normativo, es un acto totalmente libre desde la intimidad de cualquier historia, con un destino, desde la divina condena. En este caso lo casual del amor erótico representa la casualidad del amor en general y su base; sin estereotipos, ni antes ni después, sin tiempo, en el desorden. Su orden es sólo filosófico, un poco hipotético e histórico. Por ello, Eros, hijo de Cronos, nació desde el vientre del Caos, instaurando el acto de nacer. No se puede desvincular el amor verdadero del amor erótico, así como no se puede desechar su importancia para la libertad humana.

 

Philia y el Estado enfermo

La amistad, bajo el alero de cualquier sistema enfermo, es un concepto y un hecho peligroso. Invirtamos. La enemistad es beneficiosa para un Estado dictatorial. La comunicación es la base de los amores, y es la base de la amistad, del amor filial. Sin comunicación no hay ciudadanía democrática por definición, si no fuera así se convertiría en una especie Química de reacción por parte de sustancias que consumen o liberen energías totalmente identificables y medibles; sin isegoria, y lo que es peor, sin parresía.

No hay mayor virtud democrática en un Estado que la capacidad de hacer amigos a elección, libremente. Existen pocos sectores que no estén acusados de algo, como si la desmenudación ciudadana estuviera hecha para hacer ver diferencias y no congruencias. No hay otros recursos, el mal, diría Hannah Arendt, se mueve superficialmente; se usa lo explícito y la información (superficial) para boicotear la confianza y la comunicación. 

Un Estado enfermo ataca los lazos más humanos, como la capacidad de negociación para autogestionarse como comunidad, se alimenta como larva y entrega lo menos posible. Es una forma de negocio con lógicas parasitarias e imperialistas. Usa la fuerza en todas sus formas. Esto lo vimos con el boicot a la moneda libre, que es el emblema de su codicia. La deshonestidad es un requisito para su resistencia, mientras propone separaciones absurdas, no resuelve problemas de corrupción que ponen en jaque su legitimidad.

 

El monopolio del Agape

Ya no se ponderan los pareceres diferentes, basta con odiarlos, decía Nietzsche. La solidaridad y la caridad no deben tener una razón utilitaria, de lo contrario se vuelven absurdas, inentendibles, como propuestas altruistas. Es en la caridad sin razón en donde el individuo puede identificarse, autentificarse, mirarse como un otro al que desconoce. No se trata de abandonar la razón literalmente, sino de abandonar las razones que justifican y monopolizan la caridad. 

La preocupación por el otro se terminó politizando de maneras casi religiosas. La fiesta se transformó en algo sin forma para el joven, amorfa, mientras que para el trabajador es agendada. Sin forma porque el joven necesita banalizar su cultura, su propio yo, cansarse de sí en el frenesí de su tiempo. Con forma porque luego se busca controlar los procesos caritativos temporalmente. Es pues, en la fiesta donde se termina por materializar algo inmaterial, dominar a una bestia que no debería ser domada. 

La despedida de la libertad es ésta. Por una parte la fiesta debe ser incontrolable, para que algún día, de nuevo, como si fuera un hecho azaroso del tiempo, el amo se transforme de nuevo en esclavo. ¡Recontituyamos al amo!

Debemos encontrar nuestras propias esperanzas. La espera depende del individuo. En la ciudad ya todo es reloj, incluso más que en aquellas civilizaciones que dependían de las estaciones del año. Vivimos en la época del fetichismo de los datos (big data), dependemos de ellos para organizarnos. 

No hay una caridad autentica sin fiesta, sin calendario, sin festividades. Pero estás deben nacer desde la tradición. 

El mundo se ha transformado en el ente organizador de nuestra particular forma de amar. Nuestro tiempo, nuestras vidas y las cosas se aparearon de una manera orgiástica, de tal manera que entregar algo se ha confundido con entregar nuestro propio cuerpo, donante, inmaculado, esperando en algún momento un retorno. No hay espacios, no hay moradas, no hay lugares de descansos en los que se pueda abandonar la velocidad impuesta para encontrar nuestra vida inercia. El Statu Quo ya nombró todo, y enfermamos.


Capitalismo y su espiritualidad

 

Un animal toca el corazón de una persona en el mundo del capital


La lógica de los activos es extraterrestre, sus razones no son de este mundo, vienen de un mundo extraño, de cofradía, místico, religioso, demasiado escalado en elucubraciones. Este planeta es más simple, está a la mano, es la lógica del capital la que desata fuerzas extraterrenas en las personas como si jamás hubiesen sido de esta tierra, como si ellas, por algún tipo de atracción, dejaran de lado su humanidad. El capitalismo es una religión continuada por otros medios, el dinero es un acto de fe, tiene ceremonias simbólicas representativas de una legitimidad que circulan procedentes de actos que nacieron en contra de una forma de mal, no cabe duda, aunque su forma es paranoide. Este mal está en todos lados, por ello, en todos lados debe inmiscuirse el mercado. El dinero es un exorcizador de demonios, que sana el hambre y el frio; ahuyentó el miedo que la no pertenencia de riquezas conllevaba, como algún tipo de símbolo sagrado impuesto en la frente para dejar de lado el lastre; pero lo hizo sólo momentáneamente, el peso de su carga, de su cruz, lo controlan los bancos, las multinacionales, a través del giro continuo de los ciclos que pretenden quitarle este karma, darle seguridad, dado que son ellos mismos los que proponen e imponen el cambio. Busca mover muchedumbres, como si éstas esperaran algún milagro, un poco de sanidad en el rejuvenecimiento constante del deseo. La juventud es salud, así lo dice cada comercial. Consumidores jóvenes es lo que esperan, jóvenes de espíritu. Para alcanzar el reino de los cielos hay que nacer de nuevo.


El capital es una promesa de paraíso, entiende nuestras oraciones, las atiende, eso es mucho para personas cada vez más olvidadas, incluso, cabalísticamente. "Ninguna de las cosas que más queremos en la vida es de naturaleza física". El mercado ignora la tierra, nuestro planeta, desprecia este presente, como si no fueramos de esta naturaleza, proponiendo que venimos de un paraíso. Por ello el empresario debe ser un simbolizador, que termine dominando estas fuerzas salvajes, satánicas; lo que es del mundo es malo; es el futuro el que importa, la gran ciudad que algún día terminaremos por construir. La gran Canaán. Satán sigue en contra de este paraíso del dinero, de esta abstracción, también Seleno, también Baco; el diablo es más realista, es un "no moriréis", mientras el mercado nos brinda el recordatorio de una muerte eterna. En algún momento el deseo perdió los conceptos, y acusó de malo al bueno y de bueno al malo. Esta es una razón probable del “ateísmo comunista”: no es que la falta de fe sea una forma de luchar contra la dominación, es que la fe, desde estas razones, terminó por idolatrarse.


Se cree, erróneamente, que vivimos en sociedades menos creyentes, más laicas, esto es solamente una puesta en escena, un espectáculo. Vivimos abstraídos, lejos de lo salvaje que es lo que nos pertenece, lejos de la forma que alguna vez nos hizo capaces. Tratando de ser quienes no somos, nos perdemos ante la presa fácil, ante la oferta rápida, de tal manera que impactamos algo que no importa (Diógenes de Sinope). La abstracción del dinero nos hace ridículos, solo hay que ver cómo estamos insertos en un deseo que ni siquiera manejamos, en una comparación eterna con algo fantasmal, lejano, perteneciente al génesis, al comercial, al reclame. ¿Qué dirían nuestros ancestros de esta forma de vida? No lo sé. Nietzsche habló del ultimo hombre, de este control entre humanos aborregados para que el mundo funcione y sirva, de esta falta de individualidad que padece cada uno para que algún tipo de institución sea legítima.


Somos, en estos momentos, un después de las instituciones, nacimos bajo su ejecución, bajo su yugo, siendo que ellas debieron ser ejecutadas, creadas y mejoradas por nosotros; somos copartícipes de un afán que nos salvo y que ya no existe, que nos protege de un peligro que desconocemos. No es que Dios haya muerto, no es que el hombre se haga el centro; hoy ya el hombre ni siquiera puede ser su propio dios.


Hay un sesgo, creer que la gente de dinero es materialista. No hay nada mas inmaterial que el dinero, que funcione con tal habilidad en cada estambre del poder, sólo demuestra su calidad irreal. Por ello la poca evolución de nuestra sociedad en cuánto y en tanto somos responsables de nuestro propio bienestar, encargados de ser felices como un bien máximo, pero sin las herramientas materiales para esto. Poseemos herramientas que no existen, promesas, cuentos, impresos en un papel del tamaño de un bolsillo.


¡El bien máximo debería ser material! ¡Es un pecado que puede que tengamos que reconocer, es un pecado que nos enseñó el dinero!

Mas este bien máximo no puede ser pecaminoso. 


Con una moneda estamos seguros de ir a un lugar y obtener lo que sea que vendan, estamos seguros de una transacción confirmada por repeticiones, con un sistema de razonamiento que David Hume llamó: Inferencia Inductiva. Es esta duda, está falta de certezas, un hilo que usará el titiritero de todas maneras, aunque sea mera filosofía, eso no importa. Pertenece a la misma lógica que llevo a las primeras religiones a adorar aquello que les aseguraba el sustento diario, algo imaginario, que trasciende a la cultura. El dinero ya no es un tótem que se repite como adoración, el tótem es nuestro deseo, nuestras tarjetas, nosotros mismos resumidos en un número bancario; el poder es su propio dios, independientemente de quién lo ejerza, un dios inmaterial; el individuo se escapa de su realidad, se venera en conjunto (fama) y se justifica con la forma de una divinidad; el emblema de una fe.


El capitalismo le hace la guerra a nuestro planeta, a la vida. Para eso necesita de una desconexión con la madre tierra. El explotador, quien depreda nuestros recursos, necesita sentirse ajeno a este mundo, tener esos órganos, que le hacen parte de su ecosistema, desensibilizados. La inconmensurabilidad de los océanos, la excelsa presentación de la tierra, la nobleza de los animales, no son importantes para el extractivismo, sólo son importantes para las conciencias que reconocen su total vinculación con las cosas; algo vital que nos hizo sobrevivir por más de 100 mil años. No es esta desconexión con la tierra la que nos dio la vida, quizás es digno preguntarse si ésta estuvo en algún tipo de florecimiento, y si este florecimiento sirvió y sirve de algo más que darle existencia a nuestros padres y a nuestros hijos. La conexión con esta tierra, con sus ciclos, con sus verdades, es el mayor legado que se trató de dejar ancestralmente, sin esto, todo conocimiento es vano.


Hay que creer lo contrario a lo que promete el capitalismo, este se basa en elucubraciones, en contratos, en mentiras, en fantasías. Por eso nos hartamos de las noticias, el noticiero es un nuevo género de fantasia. Ver sus hechos, lo que trata de ocultar, es la base de su lectura. ¿Existirá una reforma religiosa que la abstenga, un Martin Lutero con sus 95 tesis de cómo nuestra religión se ha convertido en la "gran ramera"? Mientras tanto el mundo vivirá en manos de ilusos que sigan viviendo a base de sueños y paranoias.


El sistema que nos domine debe ser atractivo, guapo, joven, dinámico, todo sapiente, todopoderoso, siempre naciente. Debe tener sus propias sabidurías, su intelectualidad, sus santos, sus liturgias, sus milagros. Es en esta magia donde se nos embelesa. La magia, la eficiencia del mercado es el opio de los pueblos.


Para evitar la destrucción del mundo es de vital importancia volver a entenderlo, volver a sentirlo, alejarse figurativamente de las ciudades, de los dispositivos. No es ésta una conexión con otra abstracción, con una naturaleza idílica, que imaginamos en algún lugar al que quizás jamás podremos llegar (Budismo), es una conexión con la naturaleza de ahora mismo, con el sentir total de las cosas artificiales y naturales que interpretemos en el momento, un acompañamiento en una corriente que nos va transportando, sea natural o no; para entenderla, negarla o aceptarla. Volver a estar en sincronía con una realidad que nos acompañó desde hace milenios, una realidad que fue desmentida y que debe ser traída de vuelta con estas nuevas experiencias. Un dios pagano que debe volver a ser nuestro dios, nuestra razón, nuestro entendimiento, nuestro sentir, nuestra evolución.

¿Qué sería de las personas que vuelvan a sentir así el planeta? ¿Si por cada vez que contaminen la tierra contaminen, a la vez, su casa, su espíritu? Si sintieran en lo externo su verdad, su necesidad respondería a otra necesidad, la felicidad respondería a otra felicidad. Dejar a un lado la fantasía, aunque se juegue como adultos, puede que sea un requisito para nuestra sobrevivencia

El fantasma de lo que sucederá

 


Después del mayo francés la corriente política cambió por completo: el pueblo notó una forma de ejercer poder y sus consecuencias, sean quienes sean los que las proponen. La lucha se desarrolla ahora desde el anonimato, así debe serlo. Algunos lanzan señales como faros de identidad para tratar de sobrellevar una existencia afectada por diversidad de contingencias, lo que tienen en común es poner a prueba la teoría del bosque oscuro, o corregir los posibles errores que, filosóficamente, como resistencia, estén cometiendo en sus vidas. La respuesta es el silencio. Lo saben. Así debe ser, es la mejor de las opciones. El anonimato se ha vuelto el caballo de batalla de las personas de bien, ellos son los más fuertes intelectualmente, ejerciendo lo correcto de manera íntegra, sin presiones ni pretensiones; existe un grupo, una comunidad, una legión, dispuesta a conquistar el mundo, a no dejarse dominar por todo aquello que vaya en contra del bien humano. Este bien no esta escrito, muta con la historia, con los acontecimientos, con las capacidades tecnológicas propias de boicotear el sistema para la restitución humana.

La comunidad es anónima, pero no tiene nada que ocultar. Se manifiesta en esta nada una esperanza, un acontecer, una empatía, un regreso a la tribu que pertenecemos todos. Se trata de la redención, reparación y sanación de todas las cosas. Un perdón. Una lucha abierta contra el mal y una admiración ferviente por lo justo. Es anónima por amor a los suyos, por lealtad familiar, por amistad. Servir a nuestra comunidad puede que sea lo más ético que podemos intentar desde la lejanía de estos corazones. Si las personas no toman las riendas por sus destinos y los destinos de sus hijos, el mundo entero les dominará.

El dinero, los recursos antinaturales se han robado nuestra capacidad de mantenernos sanos, justos, abiertos. Allí donde el dinero más penetra es donde más se separa entre sí; encontramos finales de capital aislados que siguen un posible único camino fácilmente rastreable, sin tener que usar el espionaje que usa el Estado contra nosotros. Entre estos finales habitan todavía seres humanos que sobrevivieron a las eras imperialistas, precapitalistas o poscapitalistas. Encontramos en estas comunidades lo más cercano al “Ethos Sustancial”, navegando por realidades que tratamos de comprender desde perspectivas capitalistas; negocio o no negocio, códigos binarios que poco describen conciencias que apenas se pueden apreciar dada su conexión intima con el mundo. Entre estas raíces no hay suelo firme, al menos no del todo, es una realidad que escapa a la sensación de seguridad de la que muchos están acostumbrados, y nos acerca a una sensación de seguridad de la que no estamos familiarizados.

Formamos parte de esta inestabilidad, por eso el anonimato. Ya no se entiende este mundo, de ahí que devenga hostil. Se pierde el gusto por vivir y se prefiere vivir ausente, ausente del trabajo, en la sala de clases, ausente en la familia, ausente de la carnosidad que alguna vez nos antecedió. La ausencia se volvió un arma de sobrevivencia. El mundo ya no se conquista, no hay nada que dominar, no hay nada que controlar, nos transformamos en sombras y espejismos que el nihilismo remató con un contingente de acontecimientos que nos sobrevinieron como especie; una especie luchando como especie, una especie matando a su especie ...por ello el anonimato… Los que se presentan a escribir sobre esta era no son más que bufones que relatan una comedia con un aparente final feliz. Ignoramos este final. Pero aún existe la imaginación, el color, las luces y los contrastes. Aún existe una conexión con algo que desconocemos. 

En algún lugar de todo esto se encuentra un chiste.

Al no ser nada se puede ser todo. Es de perogrullo. El disimulo y el peligro se transformaron en condiciones de la unidad para la bondad, no por el hecho de hacer daño, sino para ahuyentar a los demonios que noche a noche vienen a acechar los corazones de quienes se les impusieron las normas sin dictárselas, de los bautizados sin razón, de los que están expuestos en las tinieblas de su presente. Lo único que podemos conquistar es un anonimato activo, los demonios no saben encontrarlo.

Los poderes necesitan más que nunca de nuestra participación, de nuestra voz, de nuestro voto, de nuestra palabra, de nuestro entusiasmo, de nuestra energía, de nuestra movilización total. La potencia de abstención será clave en esta lucha, la mejor abstención la tiene quién no tiene nombre, la mejor ejecución la tiene la bondad anónima. La justificación total de la maldad se manifiesta por la consecución de aquello que nos ganamos, de aquello por lo que luchamos; si se le llama bien, terminará por convertirse en mal, su legitimidad es usada. No se intenta que del proletariado salga una clase privilegiada, que se aproveche para dominar a sus pares, se trata de que la voluntad del mal se aprovechará de aquello que el bien conquistó. Esto lo debe tener claro la comunidad, la ciudadanía. No va de entender a unos cuantos, se trata de entenderlos a todos.

Esta ausencia es solo un punto de partida, es la presentación de un sistema complejo que está recién explicándose. La ausencia, el ausentismo involucra permanecer entendiendo el desastre que provocamos con nuestra presencia, a niveles éticos, ecológicos, simbólicos, no podemos rehuir. Donde nos ausentemos dejaremos huella, es esta huella el fantasma al que los poderes dominaran. Es esta huella la muestra de laboratorio a analizar.

Un fantasma está recorriendo Europa y todos los rincones de la tierra, el fantasma de la capacidad del individuo libre por provocar todo lo imaginario y todo lo real. Una explosión que se llevará todo, que no tendrá un centro fijo, terrorismo puro desde la bondad, desde la ética en contra de todo lo que pretenda dominarnos. Se trata de traicionar la ciudadanía para luego reinterpretarla, traicionar la libertad para poder redefinirla. Esto volverá a hacernos personas libres que por lo menos definan aquello que hacen y que buscan.

Dejar la generación de los niños involucra traicionar la niñez para conquistar los símbolos nuevamente, para volver a escribir fantasías y epopeyas; encontrar nuestros traumas, nuestras sombras, desde el ataque despiadado que nos hace el mercado. Ser actores de una mala trama desde dentro, reconocer la falta de talento, la falta de inteligencia, la falta de astucia, la falta de estrategia, por estar ya metidos con el fango hasta el cuello. Luego, perdonarnos, redimirnos, resignificarnos. Los que atacan desde fuera morirán rápido, serán identificados y neutralizados. La bondad nace en el corazón de la maldad, en el abismo mismo del averno, en la última decisión, en la última cena. Ser, como dijo Zaratustra, águilas capaces de mirar desde las alturas la más honda de las profundidades. 

Quien pierde el anonimato para hacer el llamamiento no es ningún héroe, es un tonto, lucha con un pie en la periferia. Debe tener cuidado en no acartonarse en identidades. Es un escritor a veces. Dado que el mundo es cambio esta lucha no puede ser fija. Mirar la nada es entonces siempre el comienzo de una red de acontecimientos que se enlazan para volver a ser nada. Una revolución de paso es la cadena que hará más daño a cualquier intento imperialista, una revolución anónima, sin nombres, compleja desde cada instante, para los instantes que dure, luego morir. Una historia triste como siempre si se le romantiza. Podemos ser románticos, podemos ser humanos, podemos volver a sentir. Lo bello nacerá de la normalidad, de su corazón, desde ahí perdurará la resistencia, lo nuevo, la historia de una cualidad ante el todo.  

La resistencia para el perdón de lo que nunca fuimos, para la esperanza sobre lo que nos quieren hacer ser, es la única posible respuesta a una forma maquínica que trata de leer instintos, estadísticas, características. El resto será confiar en el hermano. Terminaremos por hacer filosofía, por ser filosofía.



Una paradoja que define la imaginación

 




La paradoja de Aquiles es un problema que propuso Zenón de Elea, en el que se aprecia una complicación lógica dentro de lo que en Física se llama: Movimiento Rectilíneo Uniformemente Variado. En esta paradoja se presenta el problema de los instantes. Si una tortuga tuviera la ventaja en una maratón siendo que su competidor, Aquiles, partiera más tarde, ¿en qué momento Aquiles superaría esta ventaja sin importar una eventual mayor velocidad? ¿Cómo explicar el concepto de la extensión lineal geométricamente? Dado que, por más que avance Aquiles, la tortuga lo hará igual en menor dimensión de manera indefinida. Proporcionalmente avanzaría, estaría por delante de Aquiles siempre en términos lineales y dependientes del tiempo; aunque la tortuga no tendría la ventaja en función de sí misma, sino en función de Aquiles, es decir, por cada punto que avance Aquiles, la tortuga estaría en una  permanentemente victoria hasta el límite del infinito. Una especie de cero absoluto. En estos términos la paradoja es mucho más configurativa de lo que se creía inicialmente, mucho más simbólica. Es en tiempos infinitos introvertidos, donde no hay diferencias competitivas entre el mayor de los guerreros griegos, y uno de los animales más lentos de nuestro reino. El resultado está predicho, la oportunidad no se puede superar a no ser que haya una "nada temporal".

 

El tiempo en términos marxistas es la condición estructural que impide que una cualidad supere una cantidad, la superestructura le responde en formas espectrales. Se divide dentro de tres acontecimientos que son la base del sistema que definió Karl Marx, y que impiden que "Aquiles alcance a la tortuga": La Economía, la Sociedad y la Política. Tres patas de la mesa que sirven de apoyo para la forma en que se plantea el banquete humano (Platón); sobre ellos, la educación. 

La economía según Althusser, es mucho más versátil que la función simple de estructura, es interdisciplinaria, puede formar parte del conjunto completo de los sistemas de control y manipulación, pero a la vez ser la piedra que dé soporte a la pobreza material humana, la solución universal, la única respuesta pragmática.

El aparato ideológico del estado es vital para mantener la estructura y la superestructura en mantenimiento vigente. Lo hace por la razón o la fuerza. Es una forma enemiga-amistosa para sobrellevar-se y sobrevivir como sea; una relación dialéctica que puede afectar a cualquier institución, desde la más básica como la familia, hasta las grandes instituciones, como los sistemas penales, fiscales, legislativos, etc. Problemas eternos y olvidados, como los apagones informativos, las deudas históricas, la ilegalidad, son parte de algunos de los medios desde donde se camufla el poder.

La falsa conciencia distorsiona la realidad. El siglo XX convivió con un fantasma, con el fantasma de su propio potencial, el miedo, el terrorismo, las amenazas nucleares, las primaveras político-religiosas, la búsqueda de justicia, el industrialismo, el toyotismo, el internet de las cosas, la contracultura, e innumerables factores que formaron parte de la contingencia (real o no), hasta su culminación como ideologías activas o pasivas. En el primer caso, se pueden llevar a la acción interpretaciones del mundo completamente erróneas, en el segundo, se lleva a la historia y a la psiquis colectiva posibles hechos amenazantes o gratificantes sobre las consecuencias de vivir en sociedad.

 

Economía

Los países de Latinoamérica durante la gran depresión económica de la década de los 30, fueron profundamente afectados, al ser economías dependientes se vincularon estrechamente a las consecuencias de su dependencia, como gran parte de los países del tercer mundo. Esta crisis trajo dramáticos aumentos del desempleo y el cierre de muchas empresas. Los esfuerzos más decididos de los individuos languidecieron, pendiendo del factor económico, que llevaba a una imposibilidad latente de superación.

La estructura se va haciendo más oscura entre más abajo en la escala económica se presenta. Interpretar el mundo y cambiarlo partieron como premisas de algo bastante concreto, el enfrentamiento de la economía naciente con la era de la industria. Se comenzó por interpretar la filosofía como una forma de lenguaje que no era útil; su falta de verificabilidad otorgaba la ilusión de su inutilidad. Ideología. El problema de la burocratización pasó por dejar de ser la falta de velocidad, o el parasitismo; la agilidad puede ser burocrática en las manos correctas. La burocracia se volvió el lucro sobre el proceso. Hoy, se debería redefinir este concepto que nos controlará a la velocidad del instante, y retardará, a la antigua usanza, algo elemental del ser humano: su individuación. El extractivismo fiscal se viene como fuerza aniquiladora de gobiernos punitivos, la fiscalidad opresiva y dictatorial es la base de esta superestructura. 

A mediados del siglo XIX se le pagaba al obrero lo necesario para su subsistencia, lo que implicaba una nula capacidad de ahorro… A fines del siglo XX se le pagaba al obrero lo necesario para consumir insanamente hasta la deuda, desde la deuda. No es que el individuo ya no quiera ser libre, éste siempre se enfrenta a la libertad, salvo que no sabe qué hacer. Sobre las bases en que se instituyó la libertad quedan deseos ahogados, el soporte que permitió la economía para que los contribuyentes siguieran bebiendo de su seno sin dejar de llamarla madre. Como diría Nietzsche, la libertad la alcanzamos para ser hombres sin libertad, cuando aseguramos la libertad, la perdemos. El poder de la lógica, de sus números, avasallan cualquier intento por enverdecer nuestras conciencias. La fuerza de la necesidad desertifica todo, queda un susurro hablando, una voz fantasmal, una fantasía, nada científico, nada económico. Desde ahí nacerá una humanidad.

 

Sociedad

“Yo no puedo jugar contigo. Dijo el zorro al principito. Porque tú no me has domesticado. ¿Qué significa domesticar? preguntó el principito. Es una cosa demasiado olvidada. Significa crear lazos. Para mí no eres más que un muchachito, semejante a diez mil muchachitos. Entonces, no te necesito. Y yo no soy para ti más que un zorro, semejante a diez mil zorros. Pero si tú me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mi único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo” (Antoine de Saint-Exupéry).

La palabra es fuente de mal entendidos. La sociedad es una total extraña, separada, y aún más separada entre sí. Se busca, a través de muchos medios, que se haga perpetuamente extraña, que existan eternas diferencias, diferencias estructurales, geométricas, clases, estrados, castas; como objetos que no pueden ser vistos, una partícula cuántica de la que no se puede calcular ni su posición ni su tiempo. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada, compran cosas a los comerciantes, pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. La estructura es una jaula social llena de prejuicios impuestos desde hace décadas y que pueden durar muchas generaciones; prejuicios nacidos por la fuerza, cohecho. ¿Quieres conocer la estructura? hay que escuchar a nuestros ancianos. Las posiciones de las sociedades con respecto a sus creencias dependen de Patrones universales que se pueden rastrear para entender cualquier comportamiento estructural antropológico (Claude Lévi-Strauss).

A una sociedad se le engaña mejor que a un hombre (Pio Baroja). La telaraña de la sociedad atrapa cualquier verdad que pueda ser ingresada, la enreda, la modifica de maneras muy variadas hasta el punto de alterar todo pacto que se pueda hacer con ella, convenientemente. El contrato social como estructura no sirve, no es; no porque las propuestas sean del todo erróneas, sino porque la sociedad por su falta de forma degenera cualquier verdad, cualquier pacto, de acuerdo a la red cultural que se le implantó, la que se desarrolla y sigue complicándose en propuestas y farsas. De no ser por la sociedad el hombre sería una bestia salvaje, o, lo que viene a ser lo mismo, un santo (Bakunin).

 

Política  

La estructura política es un acto de equilibrio entre aquellos que quieren entrar y los que no quieren salir (Jacques Benigne Bossuet). Antes de ser estructura, la política no podía ser para cualquiera, después de serlo, tuvo que serlo para todos.

Si existen, como tanto se ha comentado, los “no lugares”, es decir, los sitios urbanos en los que los individuos son "objetivos" que pasan por los espacios comunes sin ningún tipo de subjetividad o de capacidad creativa, desde la no observación de los espacios que le rodean en el "atrapamiento móvil", rutinario, enajenante, es sin duda una oportunidad política. Luego, ¿Quién escucha realmente la ciudad? Los que nos la recuerdan, los políticos. Si no hay ciudad no hay ciudadano, y la política se vuelve una repetición constante, un punto concurrido, una estrategia, un lugar de asalto, una agujero negro, un centro supermasivo. Así como los mismos contantes edificios, automóviles, locomoción pública, veredas, vitrinas, que retrasan la estética del urbanismo, de la libertad y de su abandono. Se hace constante en la mente ciudadana una leve sensación de orfandad, de engaño, de sumisión ante la nada. 

La política es una de las más eminentes estatuas ensuciada y vejada por los que se le acercan; hay algunos que intentan limpiarla con el manto de la excelencia, se mantiene incólume a veces. Los que se salvaron en el arca eran buenos, los que se quedaron abajo eran malos, pecadores. Un filósofo debe evitar hablar de culpas, hablar de culpas es tarea y afán políticos. Quizás, cuando el planeta esté en un eventual desastre, el relato del diluvio sea el relato de la élite para justificar que no quepan otros, otra clase, otra economía, otras ideas, ninguna salvación. ¿Quién dijo que no tienen teorías para justificarse? Si es necesario, la política traumatiza el oído, argumentando que el problema es el lenguaje. El arca es una estructura. 

¿Qué es la utilización de la paradoja del tiempo en términos estructurales sino una manipulación de la metafísica para fines productivos? La metafísica sólo existe sin fines, alejada de la perpetua concatenación de consecuencias, inmóvil del completo movimiento de la repetición. La existencia, el ser, no es un pulso causal pendiente del lenguaje, de graficas estructurales ni superestructurales; no es un tiempo que se extiende hasta el infinito, internamente, como la paradoja... es una vida que se acaba, sistemas que se acaban, modelos que se acaban, ideologías que se acaban. Posverdad a veces, verdad siempre. 

Que exista una tortuga completamente invencible sólo puede pertenecer a una aberrante ideología, a geometrías imprecisas, a planos no circulares, a dichos sin contradicción. Es el mundo un constante anhelo de aquello que cambia para lo marginal, un debería, un imposible, un inimaginable. No queda otro medio que escapar por las rendijas, por los recovecos, por la nada.  


¿Conviene expresarse?

 




Ir de corazón hacia la naturaleza en toda su singularidad y caminar con ella laboriosa y confiadamente, sin tener otros pensamientos que cómo penetrar mejor en su comprensión, y recordar siempre su instrucción, sin rechazar nada, creyendo que todas las cosas son buenas y justas y regocijándose siempre en la verdad. Entonces cuando sus memorias estén almacenadas y su imaginación alimentada y sus manos firmes, déjala que te lleve al escarlata y al oro, da reinos a su fantasía y muestra para qué fueron hechas nuestras manos. 

Jhon Ruskin. 

Es necesario reconocer que a dios mismo no le interesaría nuestro arte, ni el más bello. No habría otro interés en este caso que el que tiene un padre por sus hijos. Ética hereditaria, altruismo genético, gen egoísta (Adela Cortina). La comunicación sería totalmente asimétrica y directa, por potencia, aunque bajo nuestros términos, lo cual ha sido profundamente sospechoso para los críticos de una revelación. Hay otro tipo de comunicación, subjetiva, que relatan libros ecuménicos, representa cierta conexión con algo que trasciende la belleza artística, sus convenciones, no puede ser relatada, aunque lo intenta. Lo que es por naturaleza, no tiene que bajar o ascender (Tomás de Aquino), ya está y eso es todo, abre pupilas, destapa oídos, luego desaparece. En este sentido cualquier libro sagrado, teleológicamente, es muy humano, hasta los abismos de la santidad. La santidad es abismal como dios mismo, no se puede concebir a un dios siempre arriba, hay un dios en las sombras, hay un dios en los vicios, aunque no sea parte de ellos, sino éstos partes de aquél.


Cuando hablamos de humanidad, hablamos de una forma en la que imaginariamente se planteó una esencia, la que, al parecer, sólo es capaz de revelar el arte, sea lo que sea que esto signifique. El arte tiene la libertad de definir nuestra humanidad. La esencia de lo humano pende sobre los hombros de Atlas, que fue condenado a sostener los cielos por su propia voluntad para terminar mirando la cara de la gorgona Medusa, transformándose así en la cadena montañosa homónima al norte de África. Esto lo dicen los mitos, lo dice el arte, en combinación con cierto residuo de hechos que son los que lo materializan ante un receptor nunca objetivo. Los muertos son los fieles a nuestra esencia, y sobre ellos las piedras, el resto es temor a un potencial, a hombros cansados de por vida. La potencia está íntimamente ligada a una línea fina que separa lo que los hombres llamaron bueno. 

Como espectadores estamos totalmente influenciados por lo que el artista se anima a mostrar, por lo que el artista se anima refrescar, por la voluntad del artista, que un día cualquiera deja de callar. La filosofía del arte no debería importarle mucho al artista, este realiza su pasión en un ámbito entre veces, muy distinto a lo técnico. La razón para ejecutar es encontrarse reflejado en un símbolo desnivelado consigo, y por ello nunca terminado. La vida del artista es infeliz, comienza una labor para encontrarse, y termina perdiéndose a sí mismo. Hay algo indestructible en él, a lo que nunca puede llegar. 

El arte de masas es una muestra de lo que el crítico puede analizar, por esto, allá donde el individuo menos tiene en común con el resto, encuentra un gusto estético propio, con muy pocos que entiendan su desarrollo. El arte se ha metido en diversas formas de observar la vida, incluso en la que se cree, por antonomasia, la verdad ultima para los poderosos: la Guerra (Sun Tzu). A pesar de que en muchos sentidos el arte “nos aparte de la realidad” (mundo de las ideas), en otros cuantos termina por ser una herramienta útil de batalla si se le logra acoplar con “la mayor de las necesidades”. El arte pasa a tomar de un nivel activo en la estética, un nivel pasivo en lo beligerante. Esto es peligroso. Para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mí es la soledad infinita (Albert Camus). El libro del “Arte de la Guerra” significaba en último término que la guerra es mental, si los hombres pueden inventar la guerra, también pueden y deben inventar la paz. 

Entender el arte es comprender la sociedad de la que se surgió (Marx), hacer arte es entenderse a uno mismo. Esto no quiere decir que hacer arte debe ser un ejercicio en donde no se busque más cómplices que el yo propio, lo que es una definición, pero también es arte aquello que comenzó por hacerse individualmente mientras el resto de la tribu se iba uniendo a una buena idea. Arte es captar las necesidades de los demás, arte es hacerles ver lo que sabían, pero no conocían. Arte es una unión y su antónimo. No es una definición prefigurada, generalmente rompe estos esquemas y crea otros, al definirle sólo se le añaden nuevas aristas, nada le resta. Es una posición ante la incomodidad o desde ella. Es un actuar sin herramientas, o con las pocas que quedan. 

El arte como no, como forma de manifestación religiosa, entró en la política. Para Platón, el arte como imitación no era bueno para la gente (¿y para el artista?), dado que alteraba la moral, por ser una copia de la realidad. Aunque el arte terminara en nuestros tiempos, por pertenecernos a todos como estrato liviano, sin mucho peso, bajo en calorías. Sin hombros cansados, ni pilares esenciales, descansado sobre rocas muertas, montañas elevadas de la tierra interactuando con el viento. Se entiende entonces que hace décadas el arte cueste millones de dólares, el humano paga más por aquello que no le pertenece. La propiedad es un robo (Proudhon). En este siglo el arte es la propiedad privada, el medio de producción y de explotación.

Estremecedoramente los humanos han tratado de inmortalizarse, como género, como raza, como secta, como escuela, como corriente, como clase social, como un todo. Aprender de uno mismo es aprender de un tonto (Sir Joshua Reynolds). Es el romanticismo lo que trajo la diferencia entre lo bello y lo sublime. Lo bello es impuesto, es una congregación; permanece como un gusto cultural terriblemente marcado desde que nacemos. ¿El destino? El destino es una forma cultural. Lo sublime se presenta como religioso, la visión de Pablo, aunque no liberada hasta el iluminismo. El arte tiene mucho del ego y la sabiduría que a través de él extraemos. Quiere terminar por contar algo muy personal, una destreza, una genialidad, una incapacidad, un poderío; es una manera de exponerse para bien o para mal. 


¿La máquina tiene ego? De esta pregunta depende qué tan bien se puede hacer arte desde un dispositivo que como humanidad creáramos. Puede que continúe con este legado: el identificarse como una ilustración que, por azares de la vida, sobrevivió (Walter Benjamin), al igual que las personas. En algún momento de la historia necesitábamos este corazón. ¿habrá otros corazones por descubrir? Es una pregunta temible. Lo importante es reconocer la alta probabilidad de que lo que alguna vez se trató de decir nunca se dirá; serán otras las interpretaciones, prestarán un servicio, servirán para otras cosas; la máquina será la gorgona que nos paralice.      

Bertort Brecht dedujo que el teatro debe ejercer sus fantasías usando todas las fuerzas que tenga disponibles para crear la realidad a martillazos (teatro épico), como quien forja con las herramientas que tiene para seguir ayudando a quienes estime conveniente. Esto les ha dado fuerza a muchos bandos (Theodor Adorno). Como buena trinchera ególatra, crear obras artísticas es una fuente de resistencia (Gramsci). Lo imaginario es el arma de este siglo. El arte es una forma de memoria, es un recurso recurrente de la historia. La mayor de nuestras verdades se reduce a cualquier instante. No ha nacido ningún artista, en el peor de los casos ha nacido el mejor de nuestros críticos.

Lo real e imaginario

 






Se cree que hace muchas décadas el individuo perdió su contacto con lo primitivo, con el primigenio toque que le brindaba una perspectiva sin igual con la verdad, con lo real, ausentándose tanto de si mismo que no existían desviaciones, así como el lugar simbólico o el principio de razón. El uno y el sujeto eran lo mismo, todo era parte de todo, y los números no existían. Era tan real como un cuento de niños. El viaje concreto de la razón es insuficiente, por lo tanto, no existe una lógica que una lo exterior con lo interior, aunque esta lógica sea parte de un todo; y así como parte de un todo, parte de lo que separa de la verdad que lo es todo. Entonces, el positivismo llegó para pasearse por los confines de la verdad, lejos, muy lejos, tratando de acercase a un centro o alguna estrella que le diga que iba por buen camino, pero el fenómeno no podía ni puede ser siempre relatado; montañas de libros e información le anteceden para si quiera tratar de abarcar todo lo que ocurre, el peso inconmensurable del infinito lleva por su propio peso a una desviación directriz del vector que se trató de formar quizás, desde el humanismo, aunque éstas no hayan sido palabras perdidas, sino que formarían parte de una riqueza que sólo es una muestra de lo que nos perdemos a cada segundo. Espero no pecar de economicista en mi planteamiento. Supongo que no hay muchas otras lógicas para organismos virales como nosotros.

El concepto de número es importantísimo para Husserl porque representa el fenómeno, en griego aparición, que se presenta en extremos casi religiosos. El numero es una perfección, un recuerdo, un eterno que a veces, existe, una perfecta esencia y a la vez, una ausencia. El número es eterno porque es par, y un único por ser impar. Una cosa tan real como irreal a la vez.
Que una persona conozca el fenómeno en sí terminaría por matarla, el fenómeno es tan letal como maravilloso, pero no me refiero con morir a una muerte física, sino a la “muerte verdadera”, el Hades verdadero, aquél punto de inflexión en donde desconocemos qué cambio real ocurrirá, y no al cual se cree como mera cesión de energía. Porque lo que se construye como imagen propia solamente es una convención, una forma que tiene la mente de significar las cosas a través de lo inmediato que se le presenta. Es por tanto la “muerte del yo”, la verdadera muerte, pero, tal vez, un tipo de acercamiento a la verdad. ¿Mas esto valdrá la pena? Si no somos nosotros quienes conocemos, quién. El caos fue el primero de todos los dioses (Hesiodo). El Parnaso se convirtió en morada de los dioses, porque quizás nuestra especie, dentro de sus mentes gráficas, delimitó las cimas como la derivada desde donde la vergüenza de nuestro propio peso debía caer. O permanecer quieta. Inclinación cero. Malo es ser justo si el injusto debe tener la preeminencia del conflicto jurídico (Hesiodo). El hombre ordinario debe defenderse de dos extremos. Ningún hombre sabe ser feliz (Solon). Entonces el proceso inverso, la antiderivada, es encontrar la función inconsciente de las debilidades ante el fenómeno, lo que hizo que creáramos esos dioses y no otros.
¡A las cosas mismas¡, donde por “cosas” se entienden los objetos mentales (Brentano). Morir no es el peor de los males, sino desear morir y no tener acceso a esto. Seria necesario llorar cuando uno nace, por todos los dolores a los que se sale al encuentro, y reir cuando uno muere, porque se libera de los sufrimientos. ¡Ojala no haya afanes debajo de la tierra! (Euripides). Optima cosa es la medida.
El tigre debe ser todos los días un tigre, no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, mientras que el hombre por su condición, vive en riesgo permanente de deshumanizarse (Ortega y Gasset). Según Cratilo, no es que no podamos sumergirnos dos veces en el mismo rio, sino que no podemos hacerlo siquiera una vez. Es esta la importancia de la estructura psicológica que forma nuestra percepción del mund
¿Cómo podemos encontrar la verdad en el devenir de los ciclos? Supongo que eso no importa. El aprendizaje en el tiempo para el individuo es tal vez mantener lo que desde un principio se tuvo
Lo interesante de construir el espectáculo individual es que el espectador no tiene opciones de recibir la fortaleza. El espectáculo perfecto se materializó como una especie de jardín del Edén. Salvo que está vez todos los frutos están podridos.
La esquizofrenia y la paranoia se relacionan en cuanto a la función sujeto-sujeto. Pero esta distinción se difumina en las lejanías del tiempo entre la relación sujeto-objeto. Es decir, esta búsqueda intensiva de las disciplinas empíricas ¿no responde a cierto tipo paranoide? y si no, ¿a qué responde? Otra cosa es discutir si está respuesta es pura en cuanto a sujeto-objeto, y no una relación de sujeto-a-posibles-sujetos, que de tanto relacionarse no se vuelven más que simplemente objetos.
La respuesta enferma se manifiesta, por un lado como enfermedad funcional, mientras que por otro como funcionalismo enfermo.

Dónde nace la filosofía

 

Cuando (todavía) por encima no estaba nombrado el cielo; por debajo (la tierra) firme no tenía todavía un nombre, el Apsu primero, su generador, Mummu y Tiamat, la generadora de todas ellas, se mezclaban sus aguas entre sí. (Todavía), no se habían construido mansiones para los dioses, y la estepa no era visible aún, cuando no había sido creado ninguno de los dioses, y ellos no tenía (aún) un nombre y los destinos no habían sido asignados a ninguno de ellos, fueron procreados los dioses en medio de ellos.

Poema Babilonio.



 


 


Dicen, en contrapartida, que las culturas orientales no podían darles a los griegos aquello que ni ellos mismos poseían, esto es, el espíritu científico, el procedimiento lógico de la investigación. Por ejemplo, la astronomía caldea con todos sus conocimientos observables, registrables, permaneció siendo “simple astrología”, cuyo fin esencial era el horóscopo. Siendo que eran capaces de predecir eclipses, fases lunares, la posición de los planetas; introduciendo el sistema sexagesimal, y con ello, los doce signos del zodiaco. La geometría egipcia permaneció como una técnica de medida para fines prácticos, específicamente, para la agrimensura. Esta detención en las civilizaciones, este freno, simplemente no era philia, no era filosofía, por no elevarse a las exigencias lógicas de la demostración, no pudieron traspasar “el milagro griego”. La Eikasia, del griego antiguo “conjetura”, es la manifestación de las sombras para Platón, esto es, el espectáculo, la que tenía cierto uso en las artes y en las ciencias, pero que no traspasaban como disciplina la mera representación. Si los seres están atados, ¿Cuál es su labor más que conjeturar? La culpa recae sobre los dioses que ven el panorama y están dispuestos a seguir esclavizando (politeísmo sin gnosis), porque la vida de estos dioses y de estos esclavos es corta. 


La urgencia del Conatus es imperativa. La filosofía debió nacer. No debería haber dios que esclavice, Dios simplemente libera, si le hay.


Quizás, para estudiar “el factor griego”, es conveniente recordar que una y sólo una de las principales causas de la existencia de este factor, fue su suerte para transmitirse en esta existencia, entendiéndose existencia como una forma conocida y desconocida en el Todo de lo humano, esto es su física y su metafísica. Buscar la sustancia fue una de las bases. En lo psicológico el agua nos refleja, es nuestro espejo (Tales); el aire como sustancia primordial es el medio por donde todo se cruza (Anaxímenes); el fuego produce la visión, provoca lo ficticio y las sombras (Heraclito); mientras que la tierra es lo ajeno a nuestra parte (Empedocles). No hay evidencia que los presocráticos vieran las sustancias primordiales desde el punto de vista de la mente, pero dieron un gran salto al notar que las cosas tenían vida propia, razón propia, ficciones propias. Lo comunicable, como un todo, vendría a ser tan infinito como la misma existencia, igual de indefinible. Filosofar representa, a través del tiempo, una sana duda entre mito y realidad. ¿Qué de lo que creemos real es un mito? ¿Qué de lo que creemos mito es realidad? Un trabajo constante que se hace precisamente por amor, ese amor por el antiguo concepto griego que los eruditos llamaron “Sofos”. Mirar las estrellas, escribir sobre las profundidades del mar, dibujar sobre la arena. Solamente hay que recordar que los teoremas pitagóricos son parte de una de las tantas escuelas de filosofía, por tanto, forman universales.


Claro que la fe existe en las ciencias, en los axiomas, como nos enseñaron tantas civilizaciones, es meritorio esto. El error es pensar que la fe es hacia el pasado que está documentado, irónicamente. Pero el axioma enfrenta su prueba de fuego en el futuro, en el fenómeno mismo que nos hace temblar (Varela). De ahí la hipótesis científicas, las teorías, las mismas leyes, incluso, las leyes del hombre, los códigos, que chocan con el caos que se presenta desde la creación de los dioses hasta sus muertes; los que perecen, día a día, en un simple revés del azar. Si no los mata el azar, los matarán las circunstancias y dentro de éstas, el mismo humano introducido en este todo.


No es la libre expresión lo que se debe defender, ésta se queda corta en cuanto a lo que se intenta decir. Se debe defender y renacer el concepto griego de Parresía. Lo que involucra un profundo estudio de las palabras, las ciencias, la política, de la democracia y de la libertad. Esto tiene cierto milagro que debe seguir manifestándose. En esta actualidad el individuo se posiciona de frente a su labor en este mundo, a su propia cuantía, a su propia diferenciación. La máquina viene a ejercer una labor de respuesta pura y dura a los más grandes esfuerzos que se han logrado, solamente para reemplazar-nos. Los dueños de la propiedad, por algún tipo de derecho, estarán al margen de esta suplantación. Ya no existirán los errores; en la producción poco a poco se irán mermando las manos humanas y se comenzarán a necesitar cada vez más consumidores. Todo se ve oneroso hoy por hoy, como el primer teléfono. Únicamente la representación, la voluntad y la especulación financiera vendrían a conformar nuestro futuro. Pero aún existe la imaginación, el milagro, el vacío. Que la impronta del poder y su aceleración, no hagan impetuosos nuestro actos.

 Los dioses son otros, supongo que no más fuertes.    


Quién percibe una dificultad y se admira, reconoce su propia ignorancia. Y por ello, desde cierto punto de vista, también el amante del mito es filósofo, ya que el mito se compone de maravillas (Aristóteles, Metafísica). La problemática que ha tenido la filosofía de crear sus propios monstruos no tiene otro motivo que crear sus propios asombros. La filosofía es estrategia ante las pesadillas y los ensueños. Es la herramienta del débil, éste se diluye en la nada, en él mismo. Es una continua perfección para superar la idea de la imperfección.


Se suele decir que los dioses tienen forma humana, o se transforman en semejantes a otros seres vivientes. Ahora tomarán forma maquínica, se formarán problemas ipso facto con sus propias soluciones. Ya no habrá una dialéctica de problema-solución, sino una trama de solución-solución. Crearemos otros. La religión tiene por Padre a la miseria y por Madre a la imaginación (Ludwig Feuerbach). Pero si se deja de lado todo lo demás, y se guarda lo esencial, esto es, que se creyó que las sustancias primeras eran dioses; pudiera pensarse que esto se afirmó por inspiración divina, y, probablemente de toda arte y filosofía pérdidas en las catástrofes cósmicas cíclicas.


El pecado original en la mitología órfica, es el de los titanes rebeldes a Zeus, que despedazan y devoran a Dionysos niño. Zeus los fulmina, y con sus cenizas crea al hombre, quien, de esta manera, lleva en sí una parte titánica pecaminosa (el cuerpo) y una parte dionisiaca divina (el alma), que aspira a liberarse de la unión con la otra. La naturaleza de los presocráticos es viva natura naturans y no materia muerta. Se vivirá y se vive una oleada religiosa sin Dios o con él, con formas, con gestos, desde espejos, gatos, desde espectros. O nos fusionamos con el niño que fuimos o no seremos inmortales. La Filosofía está en dar vida y no en quitarla. La vida siempre fue el problema (Noe), la muerte la solución (NSDAP).

El honor de saberlo todo

 Tú haz caso al viejo dicho

y a la serpiente, mi tía;

tu divina semejanza

verás qué susto te da un día.

 




De ningún modo la posibilidad de curación es la curación misma. Qué es propiamente la curación, sino una ampliación en el tiempo de un estado febril que se mantiene como una recaudación permanente de lo negativo y lo positivo al mismo tiempo en una nada fluida, durante la vida-muerte misma, la que es parte consecuente de "la existencia conocida". La nada fluida tiene la especificación de ser un eterno devenir, y lo eterno siempre lo es todo. Una comunicación sí y sólo sí, del inconsciente al consciente. Por ello la impasibilidad de Dios. Esta impasibilidad no viene desde la divinidad sino desde el filtro primitivo que desarrollamos para sobrevivirle.

Es pues la vida la enfermedad misma; la salud es, el sentido de posibilidad que nos hace capaces de disfrutar aquello que nos obsesiona. En conclusión, en la No obsesión encontramos lo que nos mata. Por ello la muerte está a nuestras espaldas en la tradición mixteca (Mictlantecuhtli). No se puede servir a dos amos. El secreto de la muerte es su contraste.

La salud es un estado que nos permite disfrutar del deseo. Lo reprimido. Las anunciaciones médicas de la enfermedad son solamente una advertencia si, dentro de lo que nos abruma, hay posibilidad de abandonar el goce. El humano, a medida que va envejeciendo va modificando, mas, nunca cediendo este goce, en un estado casi budista, si cabe, al ver todo a cámara rápida; pasando por muchas modificaciones con respecto a lo que Es: una ausencia. El goce no tiene porqué ser extremo, solamente siendo una óptica basta para extenuar un mundo; aristas, contrastes, como la muerte que, como relato, también es un goce (The End, The Doors).

La esencia del humano es la ausencia, su contradicción; el individuo es contradicción. La mayor parte del tiempo la persona moderna no está, se refugia en el sentir del otro ignorando su propio sentir, se refugia en las emociones externas para no ver las internas. Lo más difícil del mundo es conocerse a uno mismo (Tales de Mileto). Y esto se dijo hace 27 siglos.   

Toda enfermedad mental y espiritual queda en última instancia justificada con el hecho residual de nuestra existencia. Somos desechos, basura. Aunque no en su sentido negativo, sino en el sentido teleológico. Qué peligroso sería todo si supiéramos que nuestros cuerpos no le sirven de una u otra forma a la tierra… Pensar, divagar, que ésta nuestra existencia, no tiene ninguna justificación, ni siquiera como alimento para larvas, es el camino al absurdo de los absurdos. Que esta posibilidad de tiempo sea una posibilidad tan lejana al hecho de servir de algo es el camino de los dioses, los que tienen la potestad de inventar sus propias servidumbres. Son las larvas, como posibilidad empírica, la razón de nuestra existencia. Y de ahí a las estrellas. Quizás le gustemos jóvenes, valientes, tiernos; como en los poemas vikingos sobre la muerte.

¿A quién serviremos después? Crear el pesimismo, es una justificación moral con respecto a lo que podemos y debemos pensar. Pensar es servir (Budo). El pensamiento es guerra.

La comunicación entre lo consciente y lo inconsciente es evidentemente importante, dado que dispone para nosotros de información de primer orden; esta fluidez de comunicación es reprimida porque el inconsciente dice algo horrendo. Es, por tanto, toda verdad reprimida ya que la verdad es terrible. Sólo sufriendo se es persona (Unamuno). La conciencia de muerte primeramente nos hace humanos, pero ésta no es nada... el infierno se esconde dentro de nosotros, se comunica de vez en cuando, manda a sus ángeles que son devastados por la luz de nuestra civilización. Sus alas son quemadas por volar demasiado cerca del sol. El verdadero problema filosófico no es la muerte, es la tortura (Jean Améry). Los santos son los primeros civilizados; nosotros somos simples marionetas del mal y ellos atletas del bien. Ser un santo es disponer del diablo al antojo.

En un intento de jodernos la vida, queremos joder a la verdad porque ella viene a jodernos. Por compensación psíquica, una gran humildad está próxima al orgullo, y el orgullo viene siempre antes de la caída. Podemos descubrir fácilmente detrás de la arrogancia, fuertes sentimientos de inferioridad. Dado que entre la verdad y aquello que queremos construir: nuestro yo, siempre hay una comunicación al borde del clímax, del orgasmo, de la culminación, del nirvana. Quien no es genial ni loco nunca puede desenredarse de la realidad del mundo hasta tal punto que le permita verlo como una imagen suya (Carl Jung). Porque solamente es un genio quien pueda llevar el mundo primitivo y casi sobrenatural al terreno universal del orbe de lo consciente.

Definir el inconsciente no es tarea sencilla. Muchos piensan que el inconsciente es motivado por los sentimientos y no por la razón. Pero no hay evidencia empírica que pueda separar esto en lo primitivo; pensarlo así es un completo absurdo. Tampoco hay evidencia de que estos opuestos se puedan reconciliar. Lo primero es reconocer el germen del inconsciente colectivo, el cual es el mismo que el del inconsciente primitivo. Si el individuo logra entrar al reconocimiento del inconsciente primitivo (colectivo), entonces triunfa, pero, para ser olvidado más tarde, y convertirse en un engranaje más. Su triunfo es su caída, se convierte en Lucifer; este tiene dos opciones, rehuir de su deseo o acariciarlo. Por ello, el especialista, para analizar a su paciente no sólo debe “entrevistar” al individuo, sino también a su entorno. La psique individual suele confundirse con la de su entorno, con lo primitivo. Senatus bestia, senatores boni viri. El cuerpo social forma parte importante del inconsciente del individuo, lo que nos lleva inmediatamente a una teoría “claro oscura” del psicoanálisis, que puede desenredarse un poco más bajo el precepto anteriormente explicado: el concepto Sincrónico.

una representación abstracta compleja de los conceptos de curación, la vida como enfermedad, la nada fluida, el devenir eterno, la impasibilidad de Dios, la salud como goce de la obsesión, la muerte en la tradición mixteca, el secreto de la muerte, los deseos reprimidos, la esencia de la humanidad como ausencia, la desconexión moderna del yo, la justificación de la enfermedad mental y espiritual, la existencia humana como desperdicio, el absurdo de la vida, la razón empírica de nuestra existencia, el servicio después de la muerte, el pesimismo como justificación moral



Pensar en una persona y encontrarte con ella en la calle, recordar a un amigo con el que no se hablaba hace meses y de pronto recibir un mensaje suyo, que un desconocido pase hablando de un libro que se quería comprar, pueden ser hechos llamados de muchas formas: coincidencia, azar, casualidad, etc. Pero, para uno de los psiquiatras más respetados de todos los tiempos, Carl Jung esto tiene una explicación: Sincronicidad. Esto no quiere decir que las casualidades no existan, de hecho, la sincronicidad debe cumplir ciertos requisitos para ser llamada así. Primero, que el suceso no tenga una explicación causal, segundo, que se haya dado en la mente del individuo antes que en la realidad, tercero que tenga un significado simbólico espiritual, cuarto que haya una diferenciación temporal escasa. ¿Es el inconsciente social lo mismo que el inconsciente individual? Muy probablemente sí. Y esto es absolutamente devastador.

Lo anterior conlleva a decir que entre más grande sea un cuerpo social menos libre es el individuo. Cosa básica en términos políticos, pero no tanto en términos psicológicos. Según Schopenhauer el sentido del humor es lo único que puede mantenernos libres. No lo dijo con fines políticos. De todos modos el humor penetra las ranuras de la verdad y encuentra cierta salida que, en la no conveniencia, nos hace reír. 

Aún así podemos adivinar que la seguridad del grupo ante la libertad de la soledad, solamente forman parte de lo mismo que se desea descubrir, forma parte del mismo libro que se intenta leer en braille con texturas espinosas. Claro es que el conocimiento conlleva culpa, porque es un robo al registro inconsciente para hacernos un poco más partícipes del saber, condenando al Prometeo a las soledades de las cimas del Cáucaso, abandonado por dioses y hombres, porque ni ellos mismos logran dimensionar el valor del fuego. La falta de registros sensibles, y su abundancia. La imaginación en demasía y su escasez. El conocimiento es observar parte del recorte que nos dio la sociedad y coser un trazo más de un miembro que sabe dios para qué servirá.

Sería en tanto el bebé el más igual de todos los iguales a sus semejantes. Y aquél que añade alas a su cuadratura, el que comienza el proceso real de individuación; quien comienza un proceso en el cuál es dueño de su enfermedad; se enfrenta a su ausencia porque reconoce lo general: el inconsciente, y su particularidad dentro de él. Sin tratar de fusionarse ni de negarlo. 

Se acopla en cierta medida con él el tiempo que le es dado estar en esta tierra. Se enfrenta a una lucha en donde aprende y no a una tortura que le perdure. Por ello el paraíso es la mayor de las mentiras, porque fue la primera. Un lugar totalmente inexpresable, donde se acaban todos los cuentos y comienza todo de nuevo. El paraíso es un segundo y luego, su larga espera.  ¿Debe haber en el paraíso un elemento mejor que otro? ¿Se debe extrañar a manos llenas? El paraíso es siempre una necesidad.




Elige tú

 



Decir que la razón es lo único que tenemos, desalienta. El neoliberalismo no solamente vino a destruir la luchas sindicales, y a destruir el sindicato, sino también a imponer la razón, esto es, una adaptación neta y potentísima al cuaderno, al esbozo. La última etapa de la razón es reconocer que hay una infinidad de cosas que la sobrepasan. Muy débil es si no se llega a reconocer esto (Pascal).
Reconocemos que todos sus intentos sólo llenan un espacio ínfimo del conjunto real, si es que se le puede llamar conjunto; ateniéndose a la teoría de conjuntos que cuestionó Bertrand Russell; dejando incompletas bases totalmente indispensables para trabajar seriamente el desarrollo total del conocimiento. Lo necesario es saber que al hablar de universales es lícito admitir que ni siquiera sabemos de lo que estamos hablando, entendiendo que las proposiciones imaginarias son la base de las certezas de nuestro siglo.
El racionalismo avanza omitiendo estas incertezas. Martin Heidegger provocó mucha controversia cuando dijo: “La ciencia no piensa”, refiriéndose al hecho de que ésta no se detiene en los fundamentos, sino que conlleva una carrera política, económica, hegemonica mientras los pisotea.
Esto es clave para entender el comportamiento del ciudadano contemporáneo el cual va de caída en el mismo sentido de sus amos. Pero no es una caída cognoscible. Entender la mente del ciudadano del siglo XXI es tratar de entender la mente de un individuo que aprendió más palabras de un dispositivo que de su propia madre. La dialéctica del amo y del esclavo no pretende demostrar algún tipo de lógica, la dialéctica ya estaba establecida, sólo vino a tratar de apuntar hacia dónde caemos. La evolución en el sentido racionalista, es tomar un camino despreciando la infinitud, no desde el punto de vista de lo vasto, sino desde lo axiomático. Este camino lo toma con firmes convicciones de divulgación mientras que en otras, toma pasos dubitativos, caminos falseables (Popper), quedándose en el aprendizaje académico, un aprendizaje de relleno, mientras se aleja de la praxis, de la vanguardia.
La duda misma es una forma de razonar, la duda es el espacio ínfimo, el recoveco que sigue llevando a la seguridad y la certeza a través del esfuerzo. El problema es que vivimos en el mito. Las imágenes, las noticias, lo contingente, pertenecen a una economía de la atención, ni siquiera necesitan decir la verdad o como mínimo, ser sinceros. Su necesidad es inauténtica.
Hay que salir del agujero para notar este bucle (Platón), y sin embargo, estar condenado a jamás salir de él pareciera ser el problema. Somos como somos, pensamos como pensamos, el no ser es imposible desde este punto de vista. ¿Cómo saber que somos otro? Dejar de Ser solamente es una prueba empírica para los que quedan en este mundo, con la muerte como una tradición. De esto tienen mucho que proponer los vedas, quienes, bajo estrictas reglas lógicas llegaron a la conclusión de que así como materialmente somos distintos al nacer y al envejecer (Paradoja de Teseo), no hay ningún motivo para pensar que aquello que perdura de nosotros, perdura también por sobre la muerte.
El miedo hizo decir a más de algún pensador que no concebía la posibilidad de muerte, mientras trataba de dictar simplemente una condena (Papado). Quién piensa así no es más que un juez que va, caso a caso, martillando sobre el estrado para dar o quitar opinión. El capital necesita de energías mentales, e incluso la infelicidad es rentable. Por suerte para los vedas, después de la muerte abandonamos nuestras cargas.
Usualmente, la razón humana, cuando tiene la última palabra, conduce a la irracionalidad.
El movimiento romántico llegó para refutar el racionalismo, pero sufrió, históricamente, el mapeo del camino a la locura. Así ocurrió en la revolución francesa influida por las ideas románticas de finales del siglo XVIII y que estallaron sin tregua por toda Europa y América, llevando consigo masacres inhumanas.
David Hume no fue un pensador romántico, pero sí contribuyó a construir el romanticismo "destruyendo" el racionalismo y tildándolo de absurdo. Quizás nunca pensó que en nuestro siglo se hablara de cognitariado. Ya no es que los trabajadores tengan otros sueños, su sueño es poder trabajar.
Ni el escepticismo se ha marchado, ni el romanticismo, ni tampoco el racionalismo, sus luchas siguen manifestándose con núcleos muy diversos y con distintos propósitos, pero no las bases que se saltan para cometer aquellos mismos errores. La semiología de Ferdinand de Saussure vino a imponer una nueva dictadura apoyada en sus principios: todos los signos sirven para todos los fines. Es esta cantidad enorme de información actual y actualizada la que propone una separación infinita, la fragmentación y la discontinuidad fragilizan las identidades sociales, pulverizan la memoria colectiva.
La nueva lógica valiente de ayer llega a ser la ortodoxia sosa de hoy y el oscurantismo insoportable de mañana (Richardson). Lo grave no es rechazar la verdad sino desmentir años de investigación, esto pasó con la religión y el caso de Galileo, y sigue pasando con la ciencia y el muy dudoso caso de Jacobo Grinberg. El problema no es enfrentar la ciencia, sino a sus inversores. La ciencia no tiene problema, el capital sí. Esto ha pasado con la filosofía oficial y cultural también, para convertir el conocimiento de hoy en una forma cobarde de enfrentar la realidad, mínima, cómoda. En el ámbito epistemológico y fenomenológico, la adquisición de conocimiento es una tarea divina. En una la razón no alcanza a comprender lo que calcula, en otra, ni los sentidos ni la imaginación que nacen de éstos llegan a una visualización total de las cosas.
Quizás sean éstos uno de los mejores motivos para fusionarnos con la máquina, en una tarea ortopédica infinita nacida de una invalidez infinita.
De todos modos, bien sabemos lo que les pasa a los pensadores que van en contra de su tiempo y que se atreven a desafiar las corrientes de poder. O, perfeccionando, no sabemos lo que les pasa.
¿Pero cómo enfrentamos a la razón desde un polo que no sea la locura? ¿Cómo enfrentamos a la razón sin razón? Si ejemplificamos algún tipo de camino hacia el conocimiento, no debería ser la autodestrucción como fin, ni siquiera el dejarse destruir. Sino una conciencia en movimiento hacia el ángulo de mayor perspectiva en el azar de la vida.
Tal vez sólo convenga asirnos a lo que tenemos y nada más, qué importaría el resto si no lo entendemos o escapa de nuestras manos. La felicidad pende de estos dominios. La felicidad para los tontos, la paz para los sabios.
Aunque siempre hay algo en el corazón humano que ansía un poco más. Sólo se puede buscar lo humano en las cosas únicamente. Con esto en mente, ¿no sería la ética lo único verdaderamente humano que podemos construir? ¿Por qué nuestros padres se esmeraron en heredarnos el lenguaje si éste, como las matemáticas, que es un lenguaje, sólo muestra logicismos que no logramos llevar a cabo prácticamente y demostraciones de verdades perfectamente apegadas a la razón? ...y nada más...
Lo humano radicaría y sólo radicaría en lo imposible. Crear la Ética. Más razón tiene un águila al atrapar a su presa que el individuo moderno al subirse a su vehículo.
La ética, el lenguaje de nuestros padres es una forma de construir imposibles. Pero no imposibles razonables, ni locos imposibles, sino éticas que se adapten a las circunstancias (Ortega y Gasset). Porque sólo aquello que uno ya es, tiene poder curativo (Carl Jung).
Es ilícito pasar por este ejercicio sin nombrar a Immanuel Kant, quién notó los problemas del racionalismo, pero a la vez, los problemas del romanticismo. ¿Qué puedo saber? Metafísica. ¿Qué puedo hacer? Ética. ¿Qué puedo esperar? Religión. Estas preguntas se materializaron en sus tres obras principales: “Critica a la razón pura”, “Critica de la razón practica”, “La religión dentro de los límites de la razón”. Aunque cometió el error antes mencionado pero, en otros términos totalmente excelsos: La religión jamás podrá permanecer por siempre dentro de los limites de la razón.
El personaje del Fausto de Goethe, es la representación de lo que la cultura condena en sus intelectuales, asumiendo que ciertos conocimientos no se permiten en "el conocimiento". La libido a sido puesta a trabajar y nadie debe entenderlo.
El régimen semiótico puede ser represivo cuando a un significante le es atribuido muchos significados. El Quijote blandió su espada en contra de los molinos, el sonido de su metal fue llamada locura.

La técnica de las técnicas


 


La libertad de hablar se está perdiendo. Antes era evidente que las personas que mantenían una conversación se interesaban por su interlocutor, pero eso ha sido hoy sustituido por la pregunta por el precio de sus zapatos o de su paraguas. En toda conversación se va infiltrando el tema que plantea las condiciones de vida, el del dinero. (…) Es como si estuviéramos atrapados dentro de un teatro y tuviéramos que presenciar la obra que se representa en el escenario, lo queramos a no, convirtiéndola, una y otra vez, en objeto del pensamiento y la conversación (Walter Benjamin).

El castigo ha dejado poco a poco de ser teatro (Foucault), quizás porque el teatro comenzó, desde algún momento en más, a formar parte de la cotidianeidad que necesitaba "el nuevo hombre" que estaba naciendo. El acceso a las artes debe venir desde medios controlados, ojalá desde las pantallas, nunca más desde la espontaneidad. Los pueblos tienen un vigor especial, son las parteras del arte, alimentarlas, avivarlas, es traer las llamas del Olimpo a los sedientos esclavos (Hegel). Lo que sobrepasó por completo al teatro griego como ornamentación educativa para las polis, fue la tortura europea del siglo XVII. Así como cualquier tipo de ostracismo de antaño, sigue permaneciendo vigente en la cultura popular como susurraciones, los implantes que se quieren instalar con lo ausente, con lo falto; así se cambia lo ornamental para alterar lo fundamental.

La evidente reacción de los actores en cada una de las piezas de este "Espectáculo de los reyes" (Debord), precedió a gran parte de las teorías filosóficas continentales y analíticas del siglo XX. Al traspasar el poder de castigar se traspasa la maldad, al anonimato. 

Los actores de un reino ejecutaban sus papeles con pasión porque eran la obra, eran su llama, su calor, su razón, quienes estaban en la última escala para la creación del lenguaje (ciencia) y la cultura (literatura). El verdugo sabía que sus manos y sus herramientas representaban el poder del rey, éste jamás podría quedar mal, de lo contrario, el escarnio sería mayor. Hipotéticamente, es otro el que castiga desde las sombras, pero no participa en el castigo dada su bondad intrínseca nombrada por Dios. La gracia es no saber quién castiga, vemos un acto y ejecutores a sueldo que siguen ordenes (Nuremberg), la gracia, es la oportunidad de ser algún día perdonados por un agente que puede estar a un metro o a miles de kilómetros de distancia, omnipresente, siendo el mismo el que nos condenó, el mismo quién nos salvó, un aparato, una logística. El supliciado era la encarnación del cuerpo del Cristo, era uno con su sufrimiento, quién murió y seguirá muriendo por todos nuestros pecados, reprimidos (cínicos(filosofía)), en una liturgia sonora-visual que demuestra las consecuencias de ser masa, pero no las comprende (siglo XX). Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él.

El público forma parte de un juicio, es jurado, una propaganda nacida por ellos mismos, para ellos mismos, desde sus pobres techos, desde sus humildes moradas; reaccionan al evento avivándolo, o en contados casos, pidiendo compasión, pero siempre reaccionando. Ni la democracia fue tan políticamente participativa como una obra de teatro. Hay muchos casos documentados en que los verdugos debieron huir de sus propios puestos ante la ira del pueblo por piedad o por gracia.

Es entonces el teatro una forma antigua de conocimiento de la opinión pública (un voto), una elección sin registros estadísticos, que opina del poder de sus políticos y de sus violadores, un juicio estético reservado más para definir el mal y el bien. Es subjetividad misma, lo que Immanuel Kant quiso ahuyentar con sus críticas terminó por reforzar la subsección a la razón. 

El teatro es la política de los infiernos... corazonadas, ritmos, pautas manipuladas, aunque sin un resultado predecible; lo predecible es que se mostrará una cultura que de una u otra manera sobrevivirá. El teatro es el único medio en donde la humanidad se enfrenta a sí misma (Miller). La esencia literal del averno de Sartre. Los círculos de Dante no son más que una representación.

Es la imagen que causa el teatro una opinión de cada tiempo, una manifestación culta. Si el teatro es paupérrimo, hablamos de una sociedad paupérrima; cada cosa que se insinúa, se dice, se hace, habla sobre emperadores e imperios. 

El cine habla de muchas cosas, entre ellas de dinero, de espacios de tiempos, de limbos; el teatro es presente puro, el mas natural de los actos como regalo, aunque regalo siempre para una Troya. Un engaño para una guerra, para un descanso, para una fiesta, para una masacre... mas no todo esto es polar...

Masacrar a un pueblo, en estos ámbitos, es disminuir su capacidad de sentir, hacer guerra con un pueblo es coartar y tomar su cultura, extasiarlo para que se sienta angustiado, devastado, exhausto.  

El teatro no nació como accidente aunque sea uno, como una cosa que nunca sabremos si en realidad fue o si volverá a ser. Es innato. Puede ser cualquiera, nacer cualquiera. No podemos identificarlo con alguna civilización, aunque la creencia esté. Es un acto de fe. 

 El teatro es tentador, tentación, tentativo, tensión. Un universal. El creador de los proyectos binarios tuvo que haber conocido el teatro, así como la guerra, así como la política, así como el ritual. Todo acto político es teatral. 

Recibe el reconocimiento a través y sólo a través de su iniciativa. Es la intención más acertada de las simulaciones, pues miente con la verdad.

El poder es mentiroso, de ahí el posmodernismo. La máxima que acusa es esta: las verdades establecidas, los hechos, las causas exactas, las moralidades. El arte de mentir debe separarse del castigo en la plaza pública, el castigo verdadero debe ser en las sombras. El falso castigo, así como las falsas caricias, son a plena luz del día. La mentira, como arte, como verdad danzante tiene esta corriente: el actor tiene la responsabilidad de ser el rey de su papel el tiempo que sea necesario, tan excelentemente como para que nadie se le iguale, y tan cruelmente para que nadie se le acerque.

Conócete a ti mismo y conocerás al mundo. El teatro se atreve a gritar esto en la cara de su público. Es una caracterización de valientes, de memorizadores coloniales de algún tipo de psicología, de guión; perseguidos día y noche por su imposible pizarra limpia. El actor en general, si no tiene público, tiene lentes. El actor en particular, tiene tablas, respiros, murmullos, susurros, silencios, respetos, aplausos. Es su propia vida un accidente. 

La vida de un actor no se rige por la verdad, sino por el mito, por una confusión profesional sobre quién es verdaderamente. La más santificada ambigüedad en algún tipo de persona; después el loco, después el villano, después el comediante, ninguna tan necesaria, tan anhelada, tan maestra.

¿Quién sabe lo que se puede hacer con una bomba? ¿Un rey? ¿Un poder? ¿Un pueblo? ¿Un actor? ¿Un espectador? ¿Un ejército? ¿Un coro? ¿Un director? ¿Quién vendrá a salvarnos con otra obra artística que sobrepase, que trascienda nuestra alienación? Invirtamos los términos. ¿Volverá algún Vietnam? ¿Es el teatro la más evolucionada de las técnicas de las tinieblas? ¿De la llegada de un mesías, de nuestra historia, de nuestra vida, de nuestra especie?

El presente, para ser tiempo, debe viajar al pasado (San Agustín). Mil demonios acechan la frontera de las nobles verdades. Mis manos quizás actúen la posición de sus dedos. De todas formas, jamás lo sabremos.  


"El tiempo corre. Gracias a él, primero vivimos, lo cual quiere decir que ya hemos sido acusados y juzgados por la gente. Luego morimos y permanecemos aún unos años entre los que nos han conocido, pero muy pronto se produce otro cambio: los muertos pasan a ser muertos viejos, de los que ya nadie se acuerda y que desaparecen en la nada; tan sólo unos cuantos, muy, muy pocos, imprimen su nombre en la memoria de la gente, pero, ya sin testigos fehacientes, sin un solo recuerdo real, pasan a ser marionetas" (Milan Kundera)