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Pequeña biografía de Aristóteles.





    Biografía resumida de Aristóteles.
    Retrato de Aristóteles, el filósofo griego y fundador del Liceo, en su estudio rodeado de manuscritos y pergaminos, simbolizando su vasta contribución a la filosofía y las ciencias
    Retrato de Aristóteles en su estudio rodeado de manuscritos y pergaminos


    La filosofía de Aristóteles constituye, junto a la de su maestro Platón, el legado más importante del pensamiento de la Grecia antigua.

    Sobre su vida.


    Aristóteles nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia llamada Estagira -de ahí que sea conocido como el Estagirita. Nicómaco era su padre, que servía la medicina en la corte de Amintas III, padre de Filipo y abuelo de Alejandro Magno.

    Tenía 17 años, cuando estudiaba en la Academia de Platón -con quien no guardó buena amistad a juzgar por las escrituras que se conservan, allí recibió el conocimiento necesario para la vida en sociedad que exigía la democracia directa Griega, a lo largo de su vida Aristóteles
    creó conceptos tales como: “materia”, “sustancia” o “forma”. Conceptos que pretendían explicar el mundo desde la experiencia y la razón, su pensamiento se interesó por aspectos distintos a los de su maestro, Platón con base ideal y dialéctica, es decir, él un aprendiz interesado por la ciencia y el maestro interesado por la política. De esta diferenciación ha surgido la creencia de que Aristóteles y Platón tenían posturas contrarias, pero hay que advertir que pasaron años hasta que tras la muerte de Platón, cuando Aristóteles tenía treinta y seis años de edad fundó el Liceo de Atenas y comenzó a delimitar su obra filosófica.

    Sobre el final de la vida de Aristóteles. Durante sus últimos años fue cuando terminó la mayoría de sus libros y se dedicó al liceo, donde se hizo famoso el hecho de charlar con los alumnos mientras paseaban, durante esa época conoció y fue maestro de Alejandro Magno durante cinco años en el reino de Macedonia, lo formó intelectualmente durante su adolescencia, esto lo sabemos por un sobrino de Alejandro llamado Calistenes, que era además su biógrafo, quien atestigua la relación de Aristóteles y Alejandro en: Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia.

    Aristóteles falleció en situación de exilio en la isla de Chalcis, Macedonia, bajo la protección de Alejandro en el año 322 a.C. Con 62 años de edad.

    Sobre sus obras.


    Fueron olvidadas, descubiertas por azar y editadas por Andrónico de Rodas en la Roma de Cicerón, redescubiertas y comentadas en la Edad Media por los filósofos andalusíes, posteriormente cristianamente interpretadas (bautizadas) por los tomistas y neo escolásticos, relegadas por los modernos y, por último, definitivamente rehabilitadas a partir de Hegel.

    De ellas, la tradición ha recogido con el nombre de Órganon las obras de lógica: Categorías, De la interpretación, Primeros y Segundos analíticos, Tópicos y Refutaciones de los sofismas. Además de la Retórica, de la Poética (en parte) y de Sobre el alma, la «antropología» de Aristóteles comprende la Ética a Eudemo, la Ética a Nicómaco, la Política y la Constitución de Atenas. Sus obras sobre la naturaleza son Del cielo, De la generación y corrupción, los Meteoros, la Mecánica, De las partes de los animales, De la generación de los animales, Sobre el caminar, Sobre el movimiento, etc. Los varios libros de la Física y de la Metafísica fundamentan y coronan el conjunto. Es considerado el primer metafísico, el primer hombre capaz por sus ideas de filosofar por sí mismo sin necesidad de Dioses, pues además era Ateo.

    Ideas principales de Aristóteles.


    Gracias a Aristóteles, sabemos de la ciencia positiva de la época y de los trabajos y concepciones de sus predecesores y contemporáneos. Aportó siempre agudas y originales observaciones y no pocas de sus adquisiciones lo han sido de las ciencias naturales de todos los tiempos (algunas, incluso, no confirmadas hasta el siglo XIX): describió unas 400 especies (de las que disecó unas 50), distinguió entre animales «sanguíneos» (vertebrados) y «exangües» (invertebrados), clasificó a los murciélagos como mamíferos, describió la vida social de las abejas, distinguió entre insectos dípteros e himenópteros y entre rocas y minerales y aportó la noción capital de especie.

    Clasificador y analista universal (de regímenes políticos, de géneros literarios, de categorías y de modos de razonar e, incluso, del ser y de las causas) y tan atento al fenómeno del lenguaje como reticente con los abusos del habla, Aristóteles se planteó además y sobre todo las grandes cuestiones de fondo: la estructura de la materia, la organización de la vida, el poder del espíritu y sus límites, la libertad del hombre y su sentido o la trascendencia misma de la divinidad y su misterio.

    La metafísica de Aristóteles es un libro especulativo que no llegó a publicar, ni se cree que lo enseñase en el Liceo, pero que ha tenido una importancia inmensa en el desarrollo posterior de las religiones monoteístas y de las democracias contemporáneas. Este libro significa “lo que hay después de la física” y consta de argumentos razonados e intuitivos sobre las causas que no alcanzó a comprender científicamente, así, este libro es de un interés político y se apoya en suposiciones científicas para efectuar una crítica argumentativa, la idea principal del libro entiende que una contradicción de argumentos es una oposición entre un determinado contenido y su negación absoluta, a la que diferencia de la contrariedad: más sana argumentativamente, así, piensa que quien acepta la contradicción no es apto para la política pues confunde el concepto “ hombre” con el “no hombre”, es decir, son incapaces de comprender al otro por no pensar lo mismo, en cambio cree que quienes acostumbran a argumentar por contrariedades como “inteligente” o “tonto” llegarán a entender puntos medios entre ambos argumentos.

    Dos interpretaciones de su obra.


    Es importante relacionar al filósofo con la historia posterior, por eso he realizado un resumen de los dos filósofos posteriores a Aristóteles, que realizaron las más famosas de las adaptaciones al pensamiento del filosófico Griego, estas son la de Averroes, también llamado “El comentador de Aristóteles” y la de Hegel, del que se dice que "recobró el espíritu ideal y científico griego".

    La primera interpretación consta del siglo XII, durante los segundos reinos de Taifa Andalusíes, su autor, Averroes (Ibsn Rubsd) fue una figura pública importante, médico de la familia real, juez de Sevilla y Córdoba, orador público y filósofo.

    Averroes se diferencia de Aristóteles en los conceptos de poética e historia, este creía que son inseparables, una visión contraria a la de Hegel y a la que tenemos sobre la griega clásica, también se diferencia en la clasificación de los inteligibles por cuerpos o grados, pues creía que se mezclaban con los elementos materiales, así como en la posibilidad de alcanzar una “mayor perfección” a través de la mezcla y no únicamente a través de la “sustancia pura”.

    A través de sus comentarios a Aristóteles acepta que no existe el alma sin el cuerpo, este hecho se considera el principio del fin de la sociedad medieval, fue desterrado en la ciudad de Lucena tras su última revisión del "Comentario al Ánima de Aristóteles", donde realizó cambios concernientes al intelecto material. Sus comentarios dieron lugar a formaciones liberales y libertinas, europeístas, pero también fueron utilizados por el terrorismo islámico.

    En la segunda interpretación, Hegel constituye de Aristóteles la unidad de lo que es real y la diferenciación entre posibilidad y realidad, la primera puede describirse brevemente como unidad biológica, la realidad en cambio constituye un infinito por si, algo a lo que llama la transformación de la Conciencia a la “Conciencia de sí”. El infinito es la simple oposición, el mundo invertido donde la realidad es la negación infinita. Con Hegel queda reformulada la capacidad argumentativa, la infinitud de la realidad y la capacidad de la sociedad de perfeccionarse mediante estas.

    La útilidad de los dioses en la antigüedad. Microensayo.

    el problema de la utilidad de los dioses parece algo superfluo, y solo cabe preguntarlo


    Ahora -en estos tiempos, el problema de la utilidad de los dioses parece algo superfluo, y solo cabe preguntarlo en ratos libres para la búsqueda de curiosidades. Pero en su nacimiento, los dioses fueron útiles y respetados por los mortales, quiero decir que durante años, los Dioses realmente existían y eran necesarios. Hoy ya son muertos y no hay razón para su vuelta, tal y como si las personas de nuestro tiempo funcionaran a base de conceptos diferentes que aquellas e hiciesen a los conceptos antiguos -llamados dioses- inútiles.

    Primero: El problema que impide poder comprobar su existencia es a medias conceptual y antropológico. Por un lado, el conceptual es un problema diferencial, un concepto funciona de forma concreta y es útil y único. Por el otro, el problema antropológico sugiere que los conceptos se forman por capas, compuestos de distintos modos y capacidades de pensamiento. Es decir, un concepto siendo útil, único y concreto contiene marcas y endiduras que muestran la necesidad de su creación y la historia de los que lo utilizaron.

    Ahora bien, una opción sería apoyarnos en un concepto antiguo -vamos a hacerlo con el concepto aristotélico de ser. ¿Como podía un individuo utilizar este concepto para expresar su poder (capacidad)? y, ¿que no le estaba permitido?, es decir, cual era la forma conceptual para que le fuese imposible enunciar una utilidad, por aquel entonces "corrupta".

    El problema de acto/potencia en la estructura del ser. Esto se puede pensar si observamos que en el mundo natural todas las cosas cambian -diremos que poseen la estructura acto/potencia. Es decir, el cambio sólo puede darse a partir de algo que está en acto, así, dice Aristóteles: un cuerpo frío se calienta por la acción de otro cuerpo que ya está caliente, entonces -en el ejemplo, cuando el cuerpo frío se calienta no hace otra cosa que apropiarse de la potencia del cuerpo ya caliente, o, ser caliente en sentido de expansión momentánea, por que el cuerpo caliente a sido atravesado por la potencia del otro cuerpo hasta llevarlo al acto.

    Ocurre igual cuando queremos apropiarnos de las potencias divinas -en el mismo sentido de expansión momentánea- y apoyándonos sobre las multiplicidades de dioses, que son la creación más solida de la vida pre-socrática, se descubre que sin esta, el proceso de enunciación sería incompleto. Que el individuo inmerso en la cultura pre-socrática no es capaz de enunciar su capacidad sin la gracia de Zeus, Hércules o Afrodita. Pues estas divinidades son potencia de ser, y solo potencia de ser, y el cuerpo constituido en acto es solo substancia adueñante. Substancia adueñante no divina, ni divinizable, un ejemplo: que un individuo afirme soy en Hércules, sería de lo más normal y expresa que esto -ser en Hércules- engrandece la valentía del muchacho en acto, lo que no es lo mismo, es afirmar soy Hércules -lo que seguramente le mandaría al destierro-, es decir que el concepto de ser era inconsistente con el hecho de afirmar soy valiente -en sentido Heideggeriano.

    La persona acto/potencia no puede adueñarse de una potencia pura, una persona no podía -en estas culturas antiguas- afirmar soy valiente pues sería lo mismo que decir soy Hércules, y una persona no podía ser un Dios, pero ahora si, si podemos afirmar soy valiente y nadie viene para darnos castigo. Y es que ahora somos semi-dioses sin conocimiento del acto. Como sujetos que utilizan el ser heideggeriano y se creen dioses sin saber por que...

                                

    Epistemología de la psicología y la psicoterapia. Introducción.

    Hoy quiero explicar quién fue el primer psicólogo de la historia, este hombre defendió el surgimiento de esta ciencia en la edad media y además era médico y psicólogo practicante (que incluía como la medicina del alma, "la mente" que decimos ahora) de los monarcas Sevillanos y Cordobeses de esos años.

    Imagen futurista y científica representando al primer psicólogo de la historia, Averroes, en un contexto medieval, fusionando elementos de psicología, medicina y filosofía, con un fondo de Sevilla y Córdoba.

    Averroes emerge no solo como un pionero en la medicina y la filosofía, sino también como el primer psicólogo de la historia, cuya obra ha sido injustamente opacada por el tiempo y la controversia. Su enfoque en separar la psicología de la metafísica, su metodología para entender la mente y sus procesos, y su conceptualización de la psicoterapia como un arte basado en la ciencia, allanan el camino para lo que hoy conocemos como psicología moderna. A pesar de las dificultades para acceder a sus escritos originales, la influencia de Averroes perdura, evidenciando la relevancia de su pensamiento para entender y tratar las complejidades de la mente humana. Su legado nos recuerda la profunda interconexión entre la ciencia y el arte en la búsqueda del bienestar mental, subrayando la importancia de revisitar y reconocer las raíces históricas de la psicología.

    El primer psicólogo de la historia.

    Este pensador, filósofo, médico, y juez, es muy famoso y reconocido por ser el padre de la medicina. Pero esto no ocurre así con la psicología. No está reconocido actualmente como padre de la psicología y esto es un error por varias cosas. La primera porque su principal dedicación durante toda su vida fue la de crear una ciencia psicológica y separarla completamente de la metafísica.

    Y es que estableció una epistemología psicológica que puede entenderse hoy en día. Que nos proporciona a casi novecientos años de su nacimiento una reflexión firme y con evidencia encontrada por los experimentos y casos psicoterapéuticos posteriores. Y esto es algo muy difícil, ya que no existen en la actualidad enfoques psicoterapéuticos que tengan más consenso teórico y epistemológico sobre su forma de trabajar que lo propuesto teóricamente por Averroes.


    Pero lo que ocurre, la principal dificultad de entender la psicología de Averroes, es que su libro de psicología en el que explica su teoría psicológica ha sido el más prohibido de la historia de la humanidad, este ha sido el autor maldito más perseguido por todas las organizaciones religiosas durante siglos. Por eso ha sido muy difícil contrastar lo que decía ese libro después de cientos de años de malas traducciones, pero gracias al trabajo de varias generaciones de arabistas, se han conseguido contrastar los significados contradictorios de las distintas versiones del libro, quedando de acuerdo los especialistas en que el libro que contiene la traducción más moderna, que ha sido revisado durante veinte años contrastando las versiones árabes, judias y cristianas del "comentario al alma de Aristóteles" que realizó Averroes. 

    Este libro revisado que se llama "La psicología de Averroes" consiste en lo más parecido a lo que expresaba el original. !Envídia de Don Quijote, bálsamo hegeliano y rica curiosidad materialista en los marxistas! que este es presente y futuro de la práctica psicológica, este libro de Salvador Gomez Nogales que rescató nítidamente a nuestro moro más sabio.

    La espistemología psicológica

    Cada uno de los sentidos percibe sus sensibles, y percibe, además de esto, que percibe, es decir, puesto que ella (la consciencia) siente la sensación, la misma sensación es el sujeto de la percepción. Averroes. [1]

     

    Averroes reflexionó sobre los fundamentos y métodos de conocimiento de la psicología y la psicoterapia, y pudo exponer claramente el conocimiento que adquiere el psicólogo sobre sus objetos de estudio. 

    Los objetos de estudio de esta ciencia son para el Cordobés los sentidos, el sentido común y el conocimiento de los estímulos separados de los sentidos. También proporciona la reflexión sobre el conocimiento que adquiere el psicólogo sobre un sujeto capaz de representarse esos objetos.

    Para comprender la psicología de Averroes voy a resumir su pensamiento sobre esta ciencia en las líneas que siguen debajo:

    Este psicólogo medieval define la psicología en la práctica, es decir, lo que hoy llamamos psicoterapia como "un arte que garantiza la adquisición de lo que las artes parciales establecen como principios y sujetos". Esta definición, como se verá, es la de la metafísica, pero que por coincidir para Averroes el "sujeto de la sensación" con la causa formal de la conducta, es por tanto la metafísica el mismo ejercicio de la psicología como ciencia y de la psicoterapia, como es evidente de las premisas dichas, pero como digo más adelante se explicará. 

    Siguiendo con la definición, que sea "un arte" quiere decir para Averroes que requiere para su práctica efectiva de la intuición, es decir, que requiere saber del alma y de los sentidos pero no actuar directamente. Dejando que actúe en "potencia".

    Con las "artes parciales" se refiere a la física de Aristóteles, requiere entender que lo que nos pasa es causa de las formas o creencias que formamos de nuestra interacción con el ambiente. pero que, como se ve, no es de lo físico de lo que se ocupa (si fuera así sería una ciencia) sino de lo que percibimos desde nuestra consciencia, y en comprender nuestra consciencia y asociarla con lo que percibimos, eso es lo que quiere exponer diciendo que es un arte. 

    Para entender el parrafo anterior vayámonos a lo que decía Aristóteles: aquello de que la ciencia física va de lo particular a lo general, hasta el hecho de que aquí cambie "ciencia" por "arte", es en lo que consiste básicamente que Averroes se pueda considerar el padre de la psicología y la psicoterapia. Pues consiste en utilizar el conocimiento demostrado sobre "el alma" y el cuerpo, para trabajar sobre el grado de "verdad" que presentan los estímulos de nuestra realidad en nuestra forma de sentir.

    Psicología de Averroes en la sombra.
    Averroes  un psicólogo en la sombra.
    Por "principios y sujetos" se refiere a las leyes físicas de la generación y la corrupción aristotélicas, biología, pero también a lo que se puede entender racionalmente por "ser algo". Y esto último es algo que muchos filósofos creen o ignoran que no pasó hasta Hegel. Es decir, que para la mente no existe la generación sino un principio formal, como tampoco existe la corrupción sino el mismo sujeto eperimentándose, es decir, el cambio mismo autopercibido.

    Vamos, para aclararnos hasta este punto, que Aristóteles llegó a decir que existe un ser perfecto en cuanto a argumentación lógica, y en cuanto a movimientos físicos, pero no en cuanto a las "formas del alma", es decir, no en cuanto a lo que "creo que soy".

    Y de aquí parte la posibilidad de una forma "política de ser" como el derecho jurídico, las democracias parlamentarias, etc. Y también de una forma psicológica de ser o de sentir, o de sufrir, etc.

    Aclaraciones sobre la psicología como ciencia

    Pero hay que aclarar varias cosas que se desarrollan a continuación, la primera que Averroes no se queda en la forma, en la creencia, sino que parte de su causa, de su función orgánica. Aunque el psicoterapeuta trabaja con formas, estas son las funciones orgánicas en potencia de su paciente.

    Otra cosa a aclarar es que Averroes ni es dualista ni sigue la doctrina hilemórfica de Aristóteles completamente en cuanto al alma. Ya que entiende el alma como la suma de percepciones e imaginaciones que se forman, y que dependen del conocimiento de la realidad. Es decir, que la mente y sus representaciones tienen causas materiales y que si no tienen causas materiales sino imaginativas dejarémos de experimentar "la mente".  

    Y es que la confusión radica en que Averroes dice que lo que Aristóteles dice es cierto en cuanto al alma, pero a diferencia de este, Averroes siempre habla desde el alma, por eso se expresa con formas materiales y no materia. Voy a intentar resumir la psicología de Averroes con esta frase: "El alma es la forma del cuerpo físico" [2] y cuando se piensa, se piensa en formas y no en materia.

    Podemos decir siguiendo a Aristóteles, que la idea de psicología que desarrolla Averroes es la conclusión lógica de "las causas formales" de Aristóteles, pero Averroes vá más allá, pues son causas formales tanto el sentir de la mente, como la conducta, como la misma persona, es decir, la misma consciencia de lo que soy.

    Esto es muy relevante hoy y es que un reconocido psicólogo conductista llamado Marino Pérez Álvarez escribió recientemente un trabajo titulado "Un conductismo radicalmente humano"[4], en el que relaciona el conductismo con el enfoque humanista y personal de la psicoterapia, partiendo de las causas formales de Aristóteles hasta explicar su punto de vista teórico. Es decir, Marino llega a una conclusión muy parecida a la de Averroes sobre la psicología.

    Pero para seguir comprendiendo a Averroes, hay que darse cuenta de que es un autor medieval y que utiliza la palabra "perfección" de una forma muy distinta a la que que podríamos imaginar, la utiliza como una idea de nosotros casi imposible de conseguir, que se asemeja a la idea de "absoluto" en Hegel. Por ejemplo dice que "el alma es la perfección primera del cuerpo físico orgánico", Averroes usa mucho este concepto: "perfección primera" para referirse a las formas de la mente. Quiere decir que puede llegar a ser perfecta, a ser idéntica a la realidad que siente, que experimenta o que aprende, es decir, a ser idéntica a su causa y a su esencia. Pero sigo, que no se puede entender este concepto sin el de "perfecciones últimas", que siempre nombra en plural, estás "perfecciones" no son de ninguna manera perfecciones, en realidad dice que son las pasiones y acciones, es decir, el comportamiento y la afección sensitiva. Son la percepción "primera" o "perfecta" pero sumada la imaginación, que produce formas de sufrir que me afectan. 

    El párrafo anterior da cuenta de la importancia que tiene para Averroes las causas formales aristotélicas para crear la psicología. Deja claro que estas formas de sufrir no existen en la realidad, ni en la materia, tampoco existen en el estímulo, y no pueden existir conceptualmente, porque incluyen a la imaginación y no solamente a la percepción, y por esto solo podemos evaluarlas desde dentro de nosotros como personas, y con la ayuda de un experto en el comportamiento humano, es decir, de un psicólogo. Esto era lo que pensaba Averroes, y es también lo que pensamos hoy.

    Para resumir: la psicología es la ciencia que estudia como percibimos los estímulos, pues este es el acto primero de la forma, y su causa. Y en la práctica el psicólogo trabaja sobre las formas de la mente de otra persona, no sobre los estímulos, sino que mantiene su saber "en potencia" esperando a que el paciente actúe, que es lo primero, para después ayudarlo en las formas o creencias que está formando.

    Otra cosa importante a destacar es lo que entendía este psicólogo andalusie por ciencia pesicológica.

    Creía que parte del trabajo del psicólogo para ayudar es investigar sobre psicología básica

    Y es que la psicología es una ciencia, y el "arte" del psicólogo cuando ayuda depende del conocimiento de esta ciencia. Esto lo entiende así porque para él el psicólogo debe entender de la consciencia las formas materiales y las inmateriales, es decir, no piensa Averroes en estímulos, piensa en percepciones, que son los estímulos en cuanto producen alguna afección. No cree que la materia estimular propicie un cambio, sino que es el aprendizaje de ese estímulo por los sentidos lo que lo propicia, al ser experimentado.

    Por ejemplo dice que "el sujeto del cultivador de esta ciencia" [3], es decir el psicólogo trabaja agrandando esta ciencia al estudiar los estímulos recogidos por los sentidos y el cambio que se produce en su forma en un sujeto, esto el psicólogo cuando piensa sobre lo que hace. El psicóogo es pues, el que actúa aprendiendo como afectan los estimulos de nuestro mundo a nuestros sentidos y las formas que tiene la mente para describirlos.

    Un poco antes dice que ese sujeto, "es lo mismo que la asunción de que la mayor parte de las formas son materiales, y que es evidente por sí mismo". Veamos, las formas materiales son los perceptos, que son los estímulos experimentados sensitivamente y que te afectan de alguna manera, dice que todo lo que eres capaz de percibir te afecta, y que es evidente porque si no nos diésemos cuenta de un estímulo no habría percépto sensitivo, y no podría haber sujeto afeccionado ni estudio posible sobre ese sujeto afeccionado. Esto es lo evidente.

    Cómo se puede ver no hay dualismo en Averroes, y al contrario, casi parece un psicólogo antiguo conductual cuando dice: "la mayor parte de las formas del sujeto de esta ciencia son materiales", y las otras, ¿qué son?, pues inmateriales, es decir, imaginadas. Lo que deja claro Averroes en su libro de psicología es que la consciencia es consciencia si la mayor parte de las formas son percibidas con pocas imaginaciones. Si hay más imaginaciones que percepciones sensibles no hay sujeto consciente, no podemos permanecer conscientes, no podemos ayudarnos.

    Si queremos ser el sujeto de alguna consciencia debemos percibir, no imaginar, y va más allá Averroes cuando avisa para acabar con esta introducción sobre la ciencia psicológica: "que se especula que el alma racional puede darse separada", separada del resto de estados de consciencia. Y sigue diciendo que si después la encontramos junta, ya será evidente, con esto quería decir que no hay que incluir la intelección sobre el significado de las cosas, que la inteligencia o la cognición puede no ayudar a la mente en conjunto (Es una lucha contra la metáfora religiosa que hoy es comparable al cognitivismo más absurdo, en cuanto que se basa en la imaginación intelectiva).

    La psicología como ciencia empírica y conceptual

    Mucho más clara queda la psicología de Averroes cuando dice que el psicólogo ayuda a resolver si las percepciones están constituidas o no por los estímulos. Pero esta palabra "ayudar a resolver" no es guiar, ni educar, ni analizar, ni incluso describir.

    Ayudar a resolver es investigar para que otro resuelva, para otra mente, quiere decir aquí que lo que investiga el psicólogo es sobre las formas, que teniendo causa funcional son recogidas por los sentidos y forman una consciencia que es otra persona, para que esa consciencia que investiga pueda distinguirlas de sus imaginaciones se debe de trabajar psicoterapéuticamente en formas, y no en causas. Y es por esto que al principio decía que la psicoterapia es un arte, que depende del estudio científico de la ciencia psicológica.

    En este punto me recuerda mucho al énfasis de un autor muy influyente en la historia de la psicoterapia como fue Carl Rogers, este autor desarrollo una posición de trabajo práctica del terapeuta muy similar al trabajo como médico del alma de Averroes. Carl Rogers hablaba de la escucha activa, pero más aún, no era la escucha por la escucha, era entender la cognición para describirla, para mostrar la investigación insitu a otra mente. Así también, tiene iguales parecidos con F. Skinner, pues ambos propusieron que la base de toda psicología como ciencia es el estudio de los estímulos.

    Sigo con Averroes, dice que "el procedimiento por el que se adquieren las premisas racionales a esta ciencia de las formas materiales en cuanto que son materiales, teniendo en cuenta todos los atributos" esto quiere decir que el psicólogo debe investigar los estímulos físicos directamente, pero teniendo en cuenta las diferencias perceptuales de los distintos sentidos, de las distintas formas de aprendizaje y teniendo en cuenta los diferentes materiales de los estímulos y como se perciben distintamente por los distintos sentidos. Esto es lo que debe vigilar el psicólogo para ser capaz de ayudar al paciente a integrarlo en su consciencia.

    Esto es solo la introducción a su tratado psicológico, pero parece que ya ha resumido gran parte de la psicoterapia actual. Y de como este pensador intuitivo cordobés encontró una base firme para la investigación psicológica y el ejercicio de la psicoterapia.

    En resumen, el estudio de la psicología como ciencia y como ejercicio profesional lo adelantó este cordobés Andalusíe en el siglo XII y es válido hasta nuestros días.

    Notas

    [1] La Psicología de Averroes : Comentario al libro Sobre el alma de Aristóteles / traducción, introducción y notas de Salvador Gómez Nogales. Autor: Averroes, 1126-1198. Página 165.

    [2] En que el "alma es la forma del cuerpo físico" coinciden Aristóteles como Averroes, pero este último concluye que solo podemos pensar desde dentro del alma, y esto sobre todo para ejercer la psicología, de ahí lo añadido a continuación para completar el pensamiento de Averroes sobre la psicología.

    [3] Op.Cit.  Página 105.

    [4] Artículo de Marino Perez: Un conductismo radical. http://www.redalyc.org/pdf/2745/274538026002.pdf




    República de la reflexión




    “Un montón de gente no es una república”

                                                       Aristóteles.


    República de Aristóteles


    Lo que define en sentido clásico a una República es, según Aristóteles, la realización de la libertad, la justicia y el bien común, sustentados en la cada vez mayor profundización del desarrollo de las más variadas capacidades cognoscitivas de la ciudadanía, cabe decir, de su Ethos o su civilidad. Es la educación, la formación cultural, lo que hace posible la identificación de la bondad, la belleza y la verdad como la savia vital, única e idéntica, que alimenta y nutre toda la estructura orgánica, todo el cuerpo, de la sociedad entera. Omne trinum perfectum est. El éxito de una república depende, en gran medida, de la calidad de su formación educativa. Y hasta se podría llegar a afirmar que toda auténtica república es, en el fondo, una sociedad del y para el conocimiento, incluyendo el de sí misma . Como dice Aristóteles, el bien se identifica con la verdad, mientras que el mal se identifica con la ignorancia: “la maldad en la elección -dice el estagirita- no es causa de lo involuntario sino de la ignorancia”. Sólo de este modo se puede concretar la efectiva división de los poderes públicos y su recíproco control; la conformación, así como la consecuente participación activa de la auténtica ciudadanía, lo mismo que la representación de todos los sectores de la sociedad, con iguales atribuciones y derechos. 

    “Derecho Natural y Ciencia del Estado” es el subtítulo de la obra más importante del pensamiento político escrita por Hegel: sus Lineamientos de la Filosofía del Derecho. Los términos presentes en el mencionado subtítulo, designan dos disciplinas que son constitutivas de la filosofía jurídico-política pre-hegeliana, precisamente, el 'derecho natural' y la 'ciencia del Estado'. La primera tiene sus orígenes entre el siglo XVII y XVIII. La segunda pertenece a la tradición de la filosofía política clásica. Lo sustancial del propósito de Hegel consiste en sorprender la abstracción que se genera a partir de la fractura, del desgarramiento, puesta entre ambos términos. Para la filosofía política clásica, una visión de los hombres aislada de lo político significa el acercamiento a lo meramente natural y barbárico, la salida de la civilización. El soporte del idiota. Sólo con la irrupción de la subjetividad, propia del espíritu moderno, la llamada ciencia del Estado se independiza de la antigua consideración del ámbito de lo público como comunitas civilis sive politica. Pero el resultado fue la separación radical de la vida política y de la vida civil, del derecho y la moralidad. Desde entonces, o el individuo privado o el Estado son puestos, indistintamente, como premisas del quehacer de la sociedad. El comunitarismo o el individualismo tienen sus orígenes en esta doble abstracción.

    Norberto Bobbio habla de 'individualismo' contra 'organicismo'. De un lado, el emprendimiento privado. Del otro, el estatismo proteccionista. Dos polos antagónicos que, inducidos por la lógica del entendimiento reflexivo, se enfrentan recíprocamente. O lo uno o lo otro. El Aut-Aut: o el totalitarismo estatista o el individualismo privatista. La trama se ha roto y el tejido social cobra sus inevitables víctimas. Sin fuentes de producción, sin alimentos, sin medicinas, con una inflación que se desborda con el pasar de las horas, con una inusitada violencia que amenaza la propia existencia del ser social, del todo y de las partes. Es la república de la conciencia desgarrada, de la ficción, del no-reconocimiento. La república del dolor, en la que no cabe el Ethos o, como lo llama Ortega y Gasset, la civilidad. La reflexión ha actuado para cumplir su labor de disección: el “socialismo” se asume como el aplastamiento absoluto de la iniciativa privada. El “neo-liberalismo” como la hostil confrontación “contra el Estado”. Estatolatría contra privatización. Privatización contra estatolatría. Y, dependiendo del punto de vista desde el cual se represente el correspondiente antagonismo, se asumirá el consecuente “logos” maniqueo: éste es “el bueno”; el “otro” es “el malo”. Prisioneros de sus correspondientes dogmas particulares, en realidad, de sus “pasiones tristes” -como las denomina Spinoza-, de sus irracionales prejuicios e inclinaciones instintivas -mientras, nel mezzo del cammin le van sacando el mayor provecho personal al asunto-, ambos lados terminan por depauperar y destruir la sociedad y, con ella, a los individuos, es decir, tanto a la sociedad política como a la sociedad civil, ese complejo orgánico y necesariamente contradictorio, correlativo en sí mismo, que constituye al Estado.

    ¿Cómo se puede interpretar el “no estamos dispuestos a entregar el poder”, como estatismo o como supremo individualismo, como comunitarismo o como privatización del Estado? ¿Cómo conviene asumir la vieja sentencia: “no participo en elecciones, no me interesa la política”, ¿como una expresión de la privatización de la vida pública o como una manifestación de estatismo privatizador? En síntesis, la “lógica”, o más bien, este modelo de la absoluta incoherencia e inconsecuencia, desde la cual se pretenden fundamentar ambos puntos de vista -o más bien, sus intereses-, terminan por trastocarse recíprocamente, poniendo de relieve las miserias sobre las cuales sustentan sus discrepancias. Al final, tirios y troyanos terminan asumiendo el “silogismo de autoridad”, que presupone la existencia de un “lado bueno” y un “lado malo”, como si cada lado pudiese existir sin la presencia del otro, como si ambos no fuesen necesarios el uno para el otro, como si cada uno de ellos no fuese la garantía de la existencia del otro. 

    Conviene, una vez más, insistir en la formación cultural, en la schilleriana educación estética, como fundamento de la vida pública y de la vida privada para la creación, como dice Hegel, de una “segunda naturaleza”, como, de hecho, lo es la vida civil. El Ethos no es, como supone la tradición jurídico-política moderna, una “teoría de la moral”, sino, en sentido estricto, la indisoluble unidad de individuo y sociedad. Para tener costumbres robustas, capaces de promover bondad y prosperidad, es prioritario conquistar una adecuada reforma moral e intelectual. El Estado no es la simple supresión del derecho y la moralidad sino, justamente, su correspondiente superación y conservación. Lo uno no es nada sin lo otro. Sólo se supera lo que se conserva. Un árbol no es un árbol si no conserva en la majestad de la extensión de su follaje la multiplicación de la semilla que le ha dado origen. Y es en esto que consiste el objetivo de una educación integral, capaz de trascender los límites de lo meramente técnico o instrumental. Más que del conocimiento, el futuro está en la sociedad del re-conocimiento porque el re-conocimiento es la garantía de la libertad republicana. La libertad debe enfrentarse y superar los límites que ella misma se impone. No hacerlo significa permanecer en la pura pretensión de ser lo que no se es. Las repúblicas de la reflexión, de mero reflejo -que viven de espejismos-, con sus “montones de gentes” y, en consecuencia, con sus multitudes ignorantes, están condenadas a padecer las plagas generadas por su propia barbarie.  

        



      



    José Rafael Herrera

    @jrherreraucv


         



    La búsqueda de una vida feliz.

    Buscando la felicidad


    Durante mucho tiempo, se creía que la felicidad estaba ligada a la riqueza y al éxito material. Las personas pensaban que acumulando posesiones y logros, podrían encontrar la felicidad que anhelaban. Sin embargo, con el tiempo, se ha demostrado que esto no es necesariamente cierto. Muchas personas que tienen todo lo material que pueden desear siguen sintiéndose vacías y descontentas. En la antigua Grecia, filósofos como Sócrates y Aristóteles comenzaron a cuestionarse qué es realmente la felicidad y cómo se puede obtener. Sócrates creía que la felicidad radicaba en el conocimiento y en vivir de acuerdo con la virtud. Aristóteles, por su parte, argumentaba que la felicidad consistía en vivir una vida equilibrada y en la búsqueda de la excelencia. Con el tiempo, se desarrollaron diferentes enfoques sobre la felicidad. Algunas teorías se basaban en el hedonismo, que defendía que la felicidad se encuentra en buscar el placer y evitar el dolor. Otros pensadores, como el filósofo epicúreo Epicuro, también abogaban por la búsqueda del placer como camino hacia la felicidad. En tiempos más recientes, la psicología también ha investigado sobre la felicidad y cómo se puede fomentar, así como de forma práctica muchas personas acuden a terapia de acompañamiento con un psicólogo para "trabajar su felicidad". Se ha descubierto que factores como la gratitud, la conexión social, el cultivo de fortalezas personales y la práctica de la atención plena pueden contribuir a aumentar los niveles de felicidad. En definitiva, a lo largo de la historia, la humanidad ha buscado activamente la felicidad y ha desarrollado diferentes conceptos y teorías sobre cómo alcanzarla. Aunque no existe una única respuesta, la sabiduría antigua y los hallazgos científicos sugieren que la felicidad puede encontrarse en vivir de acuerdo con los valores personales, cultivar relaciones significativas y encontrar un propósito en la vida.

    Desde el concepto de eudaimonia hasta el índice de felicidad nacional bruta.

    La búsqueda de la felicidad ha sido siempre una de las principales motivaciones en la vida humana. En este artículo se narra la increíble historia del concepto de felicidad a lo largo de la historia, abarcando desde la filosofía de Aristóteles y su Eudaimonia hasta la medición de la Felicidad Nacional Bruta en Bután.

    ¿Acaso no es la felicidad el deseo común de todos los seres humanos que habitan la Tierra? Desde tiempos remotos, los seres humanos han luchado incansablemente por alcanzar la felicidad. No obstante, la 'felicidad' es una de las emociones más cambiantes que la humanidad conoce, dado que su significado y la manera de lograrla difieren de una persona a otra. Sin embargo, a lo largo de todas las épocas, los filósofos han tratado de definir qué es la felicidad y cómo se puede alcanzar. A lo largo del tiempo, la concepción filosófica de la "felicidad" ha experimentado cambios. En la antigüedad, Aristóteles sostenía que las virtudes eran el medio para lograr la felicidad. Durante el inicio de la Edad Media, pensadores como Al Ghazali y Tomás de Aquino reconocieron que el único camino hacia la felicidad era a través del amor a Dios. A finales del siglo XVIII, Jeremy Bentham presentó la perspectiva hedonista de la felicidad. En el mundo actual, la promoción de la felicidad como objetivo político ha dado lugar a una nueva perspectiva de este concepto.

    La felicidad se alcanza a través de la práctica de las virtudes.

    En su obra "Ética a Nicómaco", Aristóteles definió la felicidad como el bien humano supremo durante la antigüedad. La forma en que usted entiende la felicidad difiere del significado comúnmente asociado a esta palabra. Fue él quien introdujo la noción de felicidad, que se conoce como 'Eudaimonia'. Eudaimonia no se preocupa por el placer momentáneo causado por un evento en particular. En realidad, implica que la persona es digna de admiración y aprovecha al máximo su vida. Aristóteles defendía la idea de que virtudes como el coraje, la templanza, la justicia, entre otras, eran fundamentales. Las guías fueron fundamentales para lograr una vida bien vivida. El autor afirmó que un hombre feliz es aquel que utiliza plenamente sus habilidades, teniendo además todas sus necesidades materiales cubiertas, no solo durante un corto período de tiempo, sino a lo largo de su vida. Y que seguirá viviendo de esa manera y morirá de la misma forma. 

    Eudaimonia no se centra en la felicidad efímera provocada por un evento específico. Significa que la persona es admirada y aprovecha al máximo su vida. ¡Ay, Dios mío!

    Adicionalmente, Aristóteles expuso la idea de que todas las virtudes éticas se encuentran en un estado intermedio entre los dos extremos de esa virtud. Ambos extremos se caracterizan por un exceso o una falta de una virtud específica. Un ejemplo de virtud es el "coraje", el cual se encuentra equilibrado entre dos extremos: la "cobardía" y la "temeridad".


    ¿Cuál es la clave para vivir una vida al estilo de Aristóteles?


    Al igual que Aristóteles, Platón también defendió una perspectiva eudemonista de la felicidad que se fundamentaba en la virtud. En su obra La República, Platón aborda dos interrogantes fundamentales: "¿qué es la esencia de la justicia?" y "¿qué vínculo existe entre la justicia y la felicidad?". En este diálogo, Sócrates establece la justicia como una de las cuatro virtudes principales. Platón también sostuvo que la justicia es una virtud y una forma de sabiduría, mientras que la injusticia es un vicio y una forma de ignorancia. En respuesta a la segunda pregunta, Sócrates defendió la idea de que aquellos que son justos están en una posición más favorable que aquellos que son injustos. De acuerdo con la República, existe una relación entre justicia y felicidad que se explica de la siguiente manera:

    ¡Claro que sí! Así, quien actúe con justicia encontrará la felicidad mientras que aquel que sea injusto llevará una vida miserable. 

    En su obra "La República", Platón sostiene que es probable que una persona justa sea más feliz que una persona injusta.

    De la religión a las virtudes En lugar de hablar sobre las virtudes que cada religión promueve, este enfoque se centra en cómo la religión puede influir en el desarrollo de las virtudes en las personas. La religión ha sido históricamente una fuente de valores morales y éticos, y ha jugado un papel importante en la promoción de las virtudes en las comunidades y sociedades. La religión proporciona un marco de creencias y prácticas que buscan guiar a las personas hacia el bien y fomentar el comportamiento virtuoso. En muchas religiones, se enfatiza la importancia de virtudes como la compasión, la honestidad, la generosidad y la humildad. El cultivo de las virtudes a través de prácticas religiosas puede ayudar a las personas a desarrollar un sentido de propósito y significado en la vida. La religión ofrece una orientación moral clara y establece normas y principios que ayudan a las personas a tomar decisiones éticas. Sin embargo, también es importante reconocer que la relación entre la religión y las virtudes no es absoluta. No todas las personas religiosas son necesariamente virtuosas, y muchas personas no religiosas pueden cultivar y vivir virtuosamente. Las virtudes no son exclusivas de la religión, pero la religión puede ser un vehículo poderoso para promover su desarrollo. En última instancia, la religión puede ofrecer un camino para la transformación personal y la adopción de virtudes. Al seguir los principios y enseñanzas religiosas, las personas pueden cultivar una mejor relación con ellas mismas y con los demás, y buscar una vida de virtud y bienestar. Es importante etiquetar que cada individuo es libre de adoptar sus propias creencias y valores y que la religión no es la única fuente de virtud.

    Desde la época antigua hasta la Edad Media, se produjo un importante cambio en la comprensión filosófica de la felicidad. Durante la época medieval, el amor hacia Dios se convirtió en el concepto fundamental de la plenitud y satisfacción. Se pueden observar aspectos comunes en las descripciones de la felicidad, como la purificación del alma y el conocimiento de uno mismo y de Dios.

    El monoteísmo del cristianismo era visto como una ofensa hacia el politeísmo del Imperio Romano. Durante el Imperio Romano, los cristianos fueron objeto de persecuciones recurrentes. A pesar de ello, la mayoría de los seguidores del cristianismo lograron eludir el castigo y el imperio no pudo detener el crecimiento de esta religión. En el año 324, el emperador Constantino, quien se había convertido al cristianismo, asumió el poder y el cristianismo se estableció como la religión oficial del estado. El Emperador romano era considerado como un Dios por el pueblo. El cristianismo, en cambio, creía en un Dios distinto al emperador. Como consecuencia, se produjo una disminución en el poder y la confianza depositada en el emperador. Cuando el Imperio Bizantino se levantó a partir de los restos del Imperio Romano, el cristianismo ortodoxo se convirtió en la religión principal a medida que pasaba el tiempo. El cambio religioso en la percepción de la felicidad en ese momento podría haber sido influenciado por la creciente popularidad del cristianismo. Adicionalmente, el cristianismo tiene como principal fundamento las Escrituras. Vale la pena mencionar que se pueden establecer comparaciones entre los conceptos de felicidad de San Agustín y Tomás de Aquino y los versículos de la Biblia de manera sencilla.

    A pesar de haber nacido en el año 354 d.C., la obra de San Agustín mantuvo su importancia durante la Edad Media. Expresó su creencia de que la felicidad es el propósito supremo de la existencia humana y afirmó que Dios es la única fuente verdadera de dicha felicidad, en contraste con otras fuentes menos significativas. Sostuvo que si apartamos nuestra atención del amor de Dios y la enfocamos en el amor de los cuerpos, estamos destinados a ser desdichados y malvados. Pensaba que la felicidad ya reside en nuestro interior, y la fe en Dios nos ayuda a descubrirla. Agustín afirmó en su obra De beata vita que aquel que tiene a Dios es feliz. Se puede encontrar una idea similar en la Biblia, específicamente en Juan 14:20, donde se menciona: "En ese día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes". El versículo sugiere que en algún momento los creyentes se percatarán de la presencia constante del Hijo en el Padre, lo que les llevará a valorar aún más su conexión con Dios.

    Había una vez una historia de amor tan breve como intensa. Dos almas se encontraron en el momento y lugar menos esperados. Fue un encuentro fugaz, pero lleno de emociones y sentimientos profundos. Era un día soleado de primavera cuando sus miradas se cruzaron por primera vez. En el instante en que se vieron, el tiempo pareció detenerse y el mundo se redujo a solo dos personas. Un inexplicable magnetismo los unió en un lazo invisible, atrayéndolos el uno al otro. Pasaron las horas conversando, riendo y compartiendo anhelos y sueños. Se reconocieron en cada palabra y gesto, como si hubieran estado destinados a encontrarse. El amor floreció rápidamente, abrasando sus corazones con una pasión ardiente. Pero el destino tenía otros planes para ellos. A pesar de su conexión profunda, las circunstancias les obligaron a separarse. La vida los llevó por caminos divergentes, alejándolos cada vez más el uno del otro. A pesar del dolor y la tristeza que la distancia les causaba, nunca dejaron de llevar en sus corazones aquel amor fugaz. Añoraban los encuentros y momentos compartidos, pero también aceptaban que su historia tenía un final diferente al que esperaban. El tiempo pasó y la vida siguió su curso. Ambos encontraron el amor en otros brazos y construyeron nuevas historias. Aunque sus vidas tomaron diferentes direcciones, siempre guardaron un lugar especial en su corazón para aquel amor que solo fue un suspiro en el tiempo. Y así, una breve historia de amor quedó grabada en sus memorias como un tesoro que nunca perderían. Aunque no estaban destinados a estar juntos, llevaron consigo la lección de que el amor no siempre es eterno, pero puede ser igual de significativo en su efímera existencia.


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    La historia del amor es tan antigua como la humanidad misma. Desde el principio de los tiempos, el amor ha sido un sentimiento universalmente buscado y valorado. A través de los siglos, ha sido tema de innumerables obras de arte, literatura y música. El amor ha inspirado a personas de todas las culturas y ha trascendido barreras lingüísticas y geográficas. A lo largo de la historia, ha habido numerosas historias de amor épicas y trágicas, que han dejado una huella perdurable en la memoria colectiva. Desde Romeo y Julieta hasta Cleopatra y Marco Antonio, estas historias han capturado la imaginación de generaciones enteras. El amor es una fuerza poderosa que puede mover montañas y superar obstáculos insuperables. A veces, el amor puede llevar a la felicidad suprema, mientras que otras veces puede causar el más profundo sufrimiento. El amor es un viaje emocional que puede traer alegría y tristeza, éxtasis y desesperación. Sin embargo, a pesar de los altibajos, el amor sigue siendo uno de los aspectos más significativos y gratificantes de la experiencia humana. A medida que evoluciona la sociedad, también lo hace nuestra comprensión y apreciación del amor. En la actualidad, el amor puede expresarse y experimentarse de diferentes formas, y el concepto de amor romántico ha evolucionado para incluir una diversidad de relaciones y orientaciones. El amor sigue siendo un misterio que despierta pasiones en el corazón humano y que une a las personas en un nivel profundo. Independientemente de los cambios en la sociedad y la cultura, el amor perdurará como una fuerza eterna e inquebrantable.

    En esta serie de publicaciones, exploramos la evolución del concepto de amor desde los filósofos Platón y Aristóteles hasta los Padres del Desierto en el mundo cristiano.

    En la Edad Media, Tomás de Aquino, otro filósofo, rechazó la idea de que sea posible alcanzar una felicidad perfecta en este mundo. Aunque, afirmó que la felicidad imperfecta es posible, a la cual denominó Felicitas. De acuerdo con su percepción, cuando un espíritu purificado logra comprender verdaderamente a Dios, ese espíritu experimentará una felicidad absoluta y eterna que satisfará todos los anhelos humanos y eliminará cualquier tristeza o preocupación. En su obra Summa Theologiae, él afirmó que la verdadera felicidad radica en la visión mística y beatífica de Dios, la cual solo puede ser alcanzada en el más allá. Un posible paralelo a este concepto se encuentra en la Biblia, específicamente en el "Sermón del Monte".


    Dichosos aquellos que son humildes en espíritu, ya que el reino de los cielos les pertenece.

    Serán consolados aquellos que lloran, ellos son bendecidos.

    Felices son los humildes, ya que ellos recibirán en herencia la tierra.

    Dichosos son aquellos que anhelan justicia y buscan saciar su hambre y sed, ya que serán recompensados.

    Felices son aquellos que son compasivos, ya que ellos recibirán compasión.

    Felices aquellos que tienen un corazón puro, ya que podrán ver a Dios.

    Felices son aquellos que promueven la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.

    Dichosos aquellos que son perseguidos por hacer lo justo, ya que el reino de los cielos les pertenece.


    A las oraciones previas se les denomina 'bienaventuranzas', término que deriva de la palabra latina beatus, la cual representa ser bienaventurado o feliz. Están en búsqueda de garantizar que los que son mansos, misericordiosos, puros de corazón y pacificadores serán recompensados con misericordia y la oportunidad de ver a Dios en el reino celestial. Adicionalmente, en el reino celestial, aquellos que sufren serán consolados, los que tienen hambre recibirán alimento y serán reconocidos como hijos de Dios.

    Al Ghazali sostenía en su obra "La Alquimia de la Felicidad" que el reconocimiento personal es esencial para comprender a Dios, y que a su vez, el entendimiento de Dios es fundamental para encontrar la felicidad. ¡Pío!

    El ascenso del cristianismo no fue la única característica destacada de la Edad Media. Durante este periodo, también se dio lugar al florecimiento del misticismo islámico, ampliamente conocido como sufismo. Al Ghazali, un destacado filósofo islámico de la Edad Media, se identificó como seguidor y colaborador de la tradición sufí. Dedicó muchas palabras a abordar el tema de la felicidad. Según los místicos sufíes, el proceso hacia la iluminación se completa con el maʿrifah (conocimiento interior) y la maḥabbah (amor). Significaba la unión entre amante y amada. Los temas centrales de la filosofía de Al Ghazali son el conocimiento de uno mismo o interior y el amor.

    En su libro "La Alquimia de la Felicidad", Al Ghazali afirmaba que conocerse a uno mismo era fundamental para poder conocer a Dios, y que el conocimiento de Dios era esencial para alcanzar la felicidad. De acuerdo con Al Ghazali, el conocimiento de uno mismo implica responder a las siguientes interrogantes: "¿Cuál es tu naturaleza propia y de dónde provienes? ¿Hacia dónde te diriges y con qué finalidad has venido a este mundo por un tiempo? ¿En qué consiste tu verdadera felicidad y miseria?" Al Ghazali consideraba que el amor era la semilla de la felicidad y, por lo tanto, creía que era necesario tener "amor a Dios" para alcanzar la felicidad. Defendió la idea de que el amor a Dios se promueve a través de la adoración y la constante remembranza de Dios.


    Del paso de la religión al hedonismo


    En la Edad Media, la noción de felicidad estaba arraigada en una orientación religiosa, sin embargo, en el siglo XVIII se produjo un cambio hacia el hedonismo. El origen del término hedonismo se deriva de la palabra griega hēdonē, que se traduce como placer. El hedonismo sostiene que el placer y el dolor son los aspectos fundamentales de la existencia humana y que la conducta humana debería orientarse de manera que se aumente el placer y se reduzca el dolor.

    Durante el siglo XVIII, Europa experimentó la revolución industrial, la cual estuvo caracterizada por el surgimiento del materialismo. Este cambio de mentalidad se refleja en el concepto de hedonismo, el cual se puede observar en ese periodo histórico. Jeremy Bentham fue el precursor del hedonismo, una corriente filosófica que considera la búsqueda del placer como principal objetivo humano. En su enfoque, la riqueza se convierte en uno de los elementos utilizados para medir la felicidad. Según Bentham, la persona que posee más riqueza es la que experimenta una mayor felicidad en comparación con alguien que tiene una fortuna menor. 4 No obstante, tenía conocimiento de las restricciones de este método. La persona creyó que cada vez que se sumaran más riquezas a una persona rica, los placeres resultantes no serían añadidos en la misma cantidad. A medida que se añade más placer o felicidad, cada adición adicional disminuirá, lo que significa que una persona pobre se beneficiará más que una persona rica al recibir una cierta cantidad de dinero.

    Bentham propuso el concepto del "cálculo hedónico" con el objetivo de evaluar la cantidad de placer que una acción particular podría generar. La determinación se fundamentaba en la intensidad, duración, certidumbre o incertidumbre, proximidad o lejanía, fecundidad, pureza y alcance de una acción.

    Además de ser un reformador político, Bentham también destacó en esta área. Entonces, su concepción de felicidad estaba fundamentada en la existencia de un gobierno eficiente, leyes justas y beneficio para la sociedad. Bentham sugirió que el gobierno debería utilizar la calculación hedónica al tomar decisiones, con el objetivo de maximizar el bienestar (felicidad o placer) para la mayoría y minimizar el dolor para un pequeño número de personas. En sus escritos siguientes, estableció una conexión entre la felicidad y aspectos como la seguridad personal, mejor infraestructura sanitaria, disminución de la delincuencia, educación y el control de enfermedades derivadas de la contaminación de las aguas residuales.

    La Revolución Francesa tuvo lugar en el año 1789 durante el siglo XVIII. El propósito de la revolución era derrocar el sistema monárquico y establecer un gobierno republicano con el fin de alcanzar la igualdad para todos los ciudadanos. Bentham coincidió con los objetivos de la Revolución Francesa y consideró que la noción de igualdad era fundamental en su idea de felicidad. El autor afirmó que cuando se busca maximizar el bien, se está considerando de manera imparcial el bien. El bien de los demás es más importante que mi propio bien. Además, tengo la misma razón que cualquier otra persona para promover el bien general. No es algo que sólo me suceda a mí. 

    En otra perspectiva hedonista, John Stuart Mill afirmó que la felicidad consiste en experimentar placer y la ausencia de dolor, mientras que la infelicidad se define como el dolor y la falta de placer. Estuve de acuerdo con la mayoría de las ideas de Bentham sobre la felicidad. No obstante, agregó una diferenciación de calidad entre los distintos tipos de placeres, una faceta que el hedonismo de Bentham carecía. Creía que los placeres cerebrales como el "aprendizaje" tenían un estatus superior a los placeres físicos como comer y beber. Pensaba que era preferible ser un Sócrates insatisfecho que un tonto satisfecho. 


    Regresar a los valores


    A medida que comenzó el siglo XX, comenzaron a surgir críticas hacia el hedonismo y se volvió a popularizar la filosofía aristotélica. En adición, actualmente se fomenta la promoción de la felicidad como una meta política.

    Se considera que Gertrude Elizabeth Margaret Anscombe fue una figura clave en el resurgimiento de la ética de las virtudes aristotélicas en la era moderna. El ensayo Filosofía moral moderna, que se publicó en 1958, despertó de nuevo el interés en la ética de las virtudes dentro de la academia occidental, y después de eso la filosofía aristotélica se hizo más popular en los años posteriores. Se censuró la perspectiva hedonista de la felicidad de Jeremy Bentham y John Stuart Mill como una concepción demasiado simplista e irreparable de la felicidad.

    Uno de los críticos más destacados del hedonismo del siglo XX fue, quizás, Robert Nozick. En su libro "Anarquía, Estado y Utopía" publicado en 1974, propuso el experimento mental llamado la "Máquina de experiencias". Nozick nos presenta la oportunidad de conectarnos a una máquina durante nuestra vida, la cual nos brindará una serie de experiencias inmensamente placenteras. Todas las experiencias que la persona que se adentre en las máquinas experimente se sentirán como si fueran reales. La mayoría de las personas se negaron a ser conectadas a la máquina ya que estuvieron de acuerdo con Nozick en que es mucho más valioso vivir en la realidad que tener una vida placentera e irreal.

    En el experimento mental propuesto por Nozick, se nos plantea la posibilidad de conectarnos a una máquina de manera permanente, lo cual resultará en una serie de experiencias extremadamente placenteras. ¡Eso es sorprendente!

    Władysław Tatarkiewicz presentó una nueva idea de felicidad que se fundamenta en la plena satisfacción con la vida. En su obra Análisis de la felicidad, argumentó que en tiempos antiguos, los filósofos vinculaban la felicidad con la adquisición de algún bien supremo específico, como la riqueza, atributos o virtudes. Sostenía que la felicidad de una persona radica en estar contento con su vida en general. El autor observó que cualquier tipo de felicidad lleva a la satisfacción, pero no todas las formas de satisfacción conducen a la felicidad. No se puede alcanzar la felicidad a través de la satisfacción parcial. Para ser feliz, es necesario encontrar una plena satisfacción en nuestra propia vida. Además, Tatarkiewicz hizo hincapié en la importancia de estar satisfecho tanto con las expectativas pasadas como con las futuras de nuestra propia vida, así como también con la forma en que vivimos en el presente.


    La búsqueda de la felicidad como objetivo político


    En los últimos años del siglo XX, comenzó a surgir la promoción de la felicidad como objetivo político. Se implementaron diferentes indicadores para evaluar el nivel de felicidad de los habitantes de una nación. Un ejemplo de esos índices es el Índice de Felicidad Nacional Bruta. En 1976, el rey de Bután en ese momento, Jigme Singye Wangchuck, introdujo el concepto de "felicidad nacional bruta". El FNB es una perspectiva de desarrollo que busca encontrar un equilibrio entre los valores materiales y no materiales, basándose en la creencia de que la felicidad es el objetivo final de las personas. Es uno de los enfoques más comúnmente utilizados para intentar definir la idea de felicidad.

    En 1976, el rey de Bután creó el concepto de "felicidad nacional bruta". Argumentó que el bienestar nacional de un país es de mayor importancia que su producción económica interna. 

    En el año 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución llamada "Felicidad: hacia una concepción integral del desarrollo" y exhortó a todos los países miembros a evaluar el nivel de felicidad de su población y utilizar esta información para mejorar las políticas públicas.

    Aunque el gobierno de una nación no vea la promoción de la felicidad como una obligación moral, sí busca obtener el respaldo de la población y maximizar la felicidad de sus ciudadanos. Asimismo, la influencia del gobierno en los aspectos institucionales y sociales, los cuales son fundamentales para asegurar el bienestar de la población, ha llevado a que el papel del gobierno sea crucial en la promoción de la felicidad.

    A lo largo del tiempo, la comprensión filosófica de la felicidad ha experimentado modificaciones. En todos los períodos históricos, tanto los eventos que ocurren dentro del mundo filosófico como los que ocurren fuera de él han influido en la forma en que se define la felicidad. Si una persona vive de acuerdo con su moral, sería feliz siendo virtuosa. Por otro lado, una persona codiciosa encuentra su felicidad en acumular fortuna. Por último, aquellos que se dedican a la devoción a Dios, como los monjes o las monjas, encuentran su felicidad al estar completamente inmersos en esta práctica. La búsqueda de la felicidad puede variar tanto entre individuos que lo que hace feliz a alguien puede hacer miserable a otra persona. Por lo tanto, no se puede aplicar una única medida de felicidad para todos. No obstante, es innegable y ampliamente consensuado que la felicidad sigue siendo el objetivo último de todas las acciones humanas, y que todos la persiguen de manera unánime.


    Qué es conatus

     

      

    Expresión Conatus

                La expresión conatus es de origen latino, aunque tanto los seguidores de Aristóteles como los estoicos utilizaran la palabra όρμήν (órmen), con la cual caracterizaban el impulso instintivo de conservación de todas las especies. Su traducción al español va desde el originario “esfuerzo”, hasta el “apetito”, el “deseo” y la “voluntad” (del latín, respectivamente, appetit, velle, vult). Aristóteles, Diógenes Laercio y Cicerón coinciden en afirmar que el conatus consiste en el rechazo a la propia destrucción: los seres humanos -afirmaban- no desean hacer algo porque piensen que es bueno, sino que piensan que es bueno porque desean hacerlo. La inclinación instintiva de todo ser consiste en el deseo de autopreservarse, siendo ese su mayor deseo. León Hebreo -uno de los referentes esenciales para la adecuada comprensión de los orígenes del pensamiento de Spinoza- decía que se trataba del movimiento natural “hacia arriba y hacia abajo” de un ser equilibrado en posición intermedia, en busca del “amor natural”.

                Para Descartes, y a diferencia del sentido antropomórfico que mantuvo el término -como expresión de esfuerzo y lucha ético-política- durante toda la filosofía antigua, el conatus consiste, más bien, en “una fuerza o tendencia activa de los cuerpos a moverse, expresando el poder de Dios”. Con lo cual, además, su interés por el conatus se concentra no tanto en los seres vivos como en el interés por el entendimiento de las leyes físico-matemáticas que controlan el sistema de la razón natural. No debe olvidarse que Descartes es el filósofo de las distinciones -clarité et distinction-, por lo que, para él, nada tiene que ver, por ejemplo, la gravedad -conatus a centro- o la fuerza centrífuga -conatus recedendi- con una disposición inmanente o con un deseo animado, implícito en la materia, de querer preservar su movimiento. De hecho, su conatus se movendi no es más que una anticipación del principio galileano de la inercia: “todas las cosas -dice- en tanto que descansan, siempre conservan el mismo estado, y cuando son movidas, siempre continúan moviéndose”.

                Pero si Descartes es pensador de la distinción, Spinoza lo es de la unidad que comprende las distinciones. Comprender quiere decir superar: “Ordo et conectio idearum idem est ac ordo et conectio rerum”. El particular conatus de los cuerpos es el appetitus de lo general que le es inmanente a la virtus que conforma la libre voluntad de los hombres: “Este conatus, cuando se refiere solo al alma, se llama voluntad; en cambio, cuando se refiere a la vez al alma y al cuerpo, se llama apetito. Éste no es, pues, otra cosa que la misma esencia del hombre, de cuya naturaleza se sigue necesariamente aquello que contribuye a su conservación y que el hombre está, por tanto, determinado a realizar”. Sujeto y Objeto. El esfuerzo por preservar el ser implica la correlativa adecuación de extensión y pensamiento. El mito del materialismo crudo spinoziano, de su supuesto afán por exaltar el dominio absoluto de la naturaleza sobre la humanidad -negando el ethos civil, la constitución de una sociedad de libertades-, no sólo es un mito sustentado en una lectura triste -unidimensional- de su obra, es, además, una aberración. “No se puede acusar de ateísmo a una filosofía que tiene a Dios como fundamento”, advierte Hegel al referirse al prejuicioso unilateralismo de quienes se aproximan a Spinoza asistidos, desde la “Nueva Izquierda”, por la lógica de la identidad.

                “Nada se puede destruir excepto mediante una causa externa”. Es la resistencia spinoziana frente a la autodestrucción, el feliz esfuerzo por preservar la propia existencia y aumentar su poder. La conquista de la libertad es el resultado de esta pulsación continua, de este “impulso perpetuo hacia la perfección”. De hecho, para Spinoza, la felicidad consiste, primeramente, en la capacidad de preservarse a sí mismo, y en esa preservación encuentra los fundamentos del reconocimiento de la propia virtud. Por eso mismo, la libertad es conciencia de la necesidad. En este sentido, Vico tiene razón al afirmar -siguiendo a Spinoza- que el conatus es la fuerza generadora del movimiento in fieri de la historia, la esencia misma de la sociedad.

                Por oposición, una sociedad que ha perdido su alma es una sociedad que ha entregado su conatus y se prepara para su propia destrucción. Las crisis orgánicas de los pueblos ponen de relieve la presencia del desgarramiento entre el individuo y la sociedad, entre lo que se piensa y lo que se hace, entre lo público y lo privado, entre las virtudes de la razón y los afectos pasivos de la imaginación. Todo apunta hacia la pérdida colectiva del conatus y, con él, de la fuerza motora que alimenta la libertad. Es evidente que cuando se concentra toda la atención en la resolución de las necesidades básicas (alimentarse, reproducirse, guarnecerse), cuando la sociedad entera queda sometida a las precariedades del subsistir y se concentra la atención en la adquisición de los recursos mínimos, suficientes para poder saldar los servicios básicos que garanticen alguna seguridad, la moral de la impotencia se hace manifiesta y las actuales figuras de la esclavitud se transforman en señorío. La pérdida del conatus es la garantía del despotismo, la tumba de la libertad y de la felicidad y, con ellas, del “amor intelectual de Dios”. La afirmación de Einstein: “Creo en el Dios de Spinoza, quien se revela a sí mismo en las armoniosas leyes del universo, no en un Dios que se ocupa del destino y el castigo de la humanidad”. Una clase política que no comprenda la necesidad de esta función esencial del conatus para vencer la pobreza espiritual, para generar el apetito de la libertad mediante la formación de una nueva cultura, de un nuevo “bloque histórico”, de un nuevo consenso hegemónico, con instituciones sólidas y eficientes, está condenada al fracaso, y, lo que quizá sea aún más doloroso, asegurará la ruina y la infelicidad de sus conciudadanos, porque garantizará la muerte de las ideas republicanas y de la república misma. 

        

                 

    José Rafael Herrera

    @jrherreraucv

     


                           

    Metaverso y ¿Metá tá physiká?

    Metaverso y metafísica


     Según los ya casi en desuso manuales y diccionarios de filosofía, pero también según los incontables sites que pululan en las llamadas 'redes sociales' de este menesteroso tiempo presente, los filósofos presocráticos se dedicaron mayoritariamente al estudio de la naturaleza. Prácticamente todos entienden por 'naturaleza' la presuposición de las ideas y valores que de los antiguos hicieron los modernos, cabe decir -siempre-, a través de la cogitatio, pero nunca de la speculatio. Por lo cual, la mayoría de sus doxógrafos, eruditos, especialistas e intérpretes, se inclinan a cometer una doble separación de la idea de los orígenes o de los fundamentos del primer concepto filosófico propiamente dicho: por un lado, está el cosmos; por el otro, la polis; por un lado, está la physis, la naturaleza; por el otro, lo que está más allá de ella. Con ello, la labor del entendimiento reflexivo puede ser resumida del siguiente modo: existe una realidad real, absolutamente inmediata, tangible, material, y una otra realidad, que no se encuentra al alcance de los sentidos, sino que los trasciende. Esa segunda realidad es, según el argumento característico del entendimiento abstracto, más real, más sustancial y profunda que la otra, la primera, la puramente sensorial, a la que los primeros filósofos le atribuían la condición de causa, principio o fundamento de todo lo existente. Y cabe advertir que, aparte de la ceguera de los empiristas, no son pocos los que sustentan semejante argumentación en una lectura, para decir lo poco, bastante lineal y plana del primer libro de la Metafísica de Aristóteles.

     La abundancia de palabras no prueba la justeza de las opiniones. Decía Hegel que “mientras menos se sabe de una cosa mayor es el despliegue de su erudición”. Se sabe que, por ejemplo, según Tales de Mileto, el agua era la causa o el origen de la que nacen todas las cosas. O que, según Heráclito, lo era el fuego. “Probablemente -afirma Aristóteles- Tales juzgaba así viendo que lo que nutre a todas las cosas es húmedo, al punto de que el calor mismo nace de esta humedad y vive de ella”. Pero lo que el gran Aristóteles inicia con un “probablemente”, es llevado por una considerable parte de sus exégetas como el elemento perentorio y característico de la filosofía de mileto, convirtiéndolo no sólo en el primero de los “físicos” -de nuevo, en sentido moderno- sino, además, en un “pre-socrático”, es decir, en un antecesor de todo posible concepto o idea, escindiendo -abstrayendo- lo uno de lo otro y, con ello, el ser de la naturaleza y el ser de la sociedad.

     No obstante, conviene afirmar, en primer lugar, que cuando Tales transforma el agua en la causa primera de todo, ésta deja de ser un elemento empírico, inmediato, puramente sensible, para transformarse en sustancia, esto es, en idea objetiva e histórica, elevada a fundamento de una cultura que, en lo que al período griego clásico se refiere, da cuenta de un mundo formado por islas que sólo se podían conectar por medio y en virtud del agua. Por lo demás, el pre-socratismo de aquellos filósofos sólo pretende justificar el desgarramiento entre la realidad física y la realidad no-física -la metá tá physiká- y, con ella, la primera de la segunda naturaleza. Con dos inconvenientes, una vez más: que, en primer lugar, para un griego antiguo era absolutamente imposible separar el kosmos de la polis, la materia del espíritu. Y, en segundo lugar, como lo ha advertido enfáticamente Giulio F. Pagallo, que es más que una comprobación histórica el hecho de que Sócrates departiera de continuo, en sus innumerables simposios, con esos amigos y colegas suyos a los que la insensatez de los manuales denomina -y cataloga- como “pre-socráticos”.

     Valga lo dicho hasta ahora a los efectos de comprender -sólo en parte- las consecuencias de las sombrías perversiones que sustenta el universo de la gran industria telemática, automatizada y virtual de este incierto presente, en nombre de un andamiaje de barruntos, presuposiciones y conjeturas que son publicitadas y vendidas como verdades absolutas en el mercado mundial, tal y como si se tratara de la más fabulosa y exitosa representación del next step hacia el inmarcesible progreso. Y es que, en realidad, el llamado “Meta-Universo” o “Metaverso” no es más que una muy mediocre, pedestre y, por lo demás, retorcida presuposición de la metafísica platónica. Es, de hecho, la versión que de ella se ha figurado la ratio instrumental. Pero la cosa -das sache- no se queda ahí, en una simple malformación del entendimiento acerca del estudio del ser en cuanto ser. El peligro de la mera razón técnica, una vez que ha sido despojada de toda eticidad, de toda civilidad, es que termina haciendo suyo el salvajismo, la barbarie, la violencia que conduce directamente a los totalitarismos de cualquier signo, a los despotismos, al crimen, al horror de una existencia que ha sido despojada de toda condición humana. Post festum, quizá ahora las sospechas sobre el confinamiento a causa del Covid, durante 2020, puedan dejar de ser calificadas de simple paranoia para comenzar a ser comprendidas como un gran balón de ensayo de lo que, todo indica, significará la más profunda escisión del ser social respecto de lo que va quedando de su conciencia social.

     No es precisamente Candy Crush lo que le espera a los entusiasmados consumidores masivos de la “gran experiencia” Meta-verse, en toda la diversidad de sus acepciones y en el despliegue de sus ofrecimientos, de esa “maravillosa” vida de estreno, de esa “segunda oportunidad”. Porque en ese otro mundo llegará a su fin el bullying, la celulitis, los kilos de más, la impopularidad, la impotencia, las enfermedades. Es el gran asilo de las avestruces, la tabla de salvación de la pusilánimidad, la inversión reflexiva del mito de la caverna. Es Zuckerberglandia. El “éxito” está garantizado. Será la mejor y mayor versión de Avatar. Y, al igual que en el film, el buen discapacitado se podrá convertir en el poderoso héroe de todos, mientras hipoteca su espíritu desde el otro lado del espejo. Podrá vender -o comprar- su “humanidad”, o lo que aún queda de su physis -no la virtual, sino la de carne y sangre-, que se irá progresivamente enmoheciendo hasta que finalmente se pudra. Ni el hambre ni la lluvia, ni el opio ni el LSD, son competencia. Y todo indica que la sociedad mundial se dirige, no sin fervor, a ese anhelado “Nuevo Orden”, bajo la mirada omnipresente del Gran Hermano. Siglo XXI, el nuevo Cambalache.