Aceptar lo nuevo de entre lo viejo. | ||||
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El nacionalismo es, según dicta nuestro diccionario, una doctrina y movimiento político que reivindica el derecho de una nacionalidad a la reafirmación de su propia personalidad mediante la autodeterminación política. |
"En la Monarquía de España, donde las Provincias son muchas, las naciones diferentes, las lenguas varias, las inclinaciones opuestas, los climas encontrados, es menester gran capacidad para conservar, así mucha para unir".
Baltasar Gracián, 1640
Empiezo, digamos que la existencia de una nación consta de un principio que es superior a los ciudadanos, digamos que tiene una "razón" histórica, puede ser la lengua, la raza, una serie de acontecimientos históricos relatados, incluso envueltos religiosamente, también, un pasado sentido de opresión donde la independencia fue cercenada. Toda esta actividad ocurre en toda Europa tras las guerras napoleónicas, los viejos afectos hacia lo divino y religioso cesan, los individuos comienzan a identificarse con características políticas, es decir, atienden a ideas que son producidas por otros individuos, y, suelen ser más llamativas para sí mismos las que comparten un "algo" común, como el origen étnico, el idioma y la tradición.
Hay que esperar hasta el siglo XIX, para que Prat de la Riba diera voz a varios sentimientos nacionalistas catalanes, expresaba este la infelicidad con Castilla, o con la nueva España - no aceptada esta como nación - como estado que los gobernaba, así se sentían los catalanes, entre dos grandes potencias opresoras, una Francia, la gran potencia medieval y posteriormente el gran imperio burgués napoleónico y por el otro, la nueva España - despectivamente Castilla - potencia nueva desde su unificación y el descubrimiento de América, lo nuevo burgués aplastado frente a lo viejo católico, y al mismo tiempo la vieja potencia medieval aplastada frente a la nueva potencia imperial. Y entre medias un nacionalismo creciente, el nacionalismo es reflejo como se puede percibir de lo ante dicho de la ausencia del "algo" común, y este algo, como la "cosa" de Spinoza es siempre el encuentro entre dos pasiones, es decir, es el acto mismo del encuentro lo que falta, el hecho concreto mismo. Un escritor anterior a Gracián llamado Miguel de Cervantes introdujo con astucia el problema del nacionalismo catalán mucho antes de la llegada de este vocablo, en la segunda parte de su famosa novela viaja a través de los montes aragoneses en busca de los delincuentes y humanos, ya que él mismo se denomina así los encuentra robando y cobrando comisiones por cruzar dichos montes - en esto casi como ahora, pero no es casualidad - así como yo lo entiendo - y si no la novela puedes leer - que el ingenioso hidalgo recobrase la cordura tras este amable viaje, al encontrarse - en los afectos se entiende - con personas alejadas de lo común, incapaces de aceptar lo nuevo de entre lo viejo, en ambos lados y hacia ambas fronteras.
No hay más que lo que se ve, la nostalgia de un pasado inexistente - solo aupado por delincuentes huidos de la ley escondidos entre montañas - e imaginadas glorias de cultura que Cataluña en realidad nunca poseyó. La cultura que Cataluña posee está tan unida a España como la del resto de territorios adheridos o quizá más, y quizá solo por mala suerte no re-descubriese la república griega o la lógica como hicieran los andaluces musulmanes, ni destronaran a la aristocracia como la Francia napoleónica, sino que, se adherieron al catolicismo más rígido como la nueva España inquistorial con la creación de la iglesia Catalana o Renaixença, afirmó también al gran escritor español, antes dicho, Miguel de Cervantes, que según la mitología catalanista se llama Joan Miquel, y que escribió El Quixot, libro secuestrado por la nueva España y aniquilado el origen de su escritor así como su escritura en catalán, solo conservando la traducción castellana. Se puede tratar de la mayor injusticia jamas realizada hacia la cultura y tradición de un pueblo, o puede ser la mayor de las diferencias fingidas entre dos territorios semejantes.
Hay que estar dispuesto a decir la verdad sobre el pasado para hacerlo en el presente, y esta verdad difusa tiene pocos concretos, siendo uno que es la corrupción de las clases más adineradas y poderosas quienes promulgan el nacionalismo Catalán, la otra, que es seguro tierra bien admirada de España por todos los españoles.