I
Preliminares
El lenguaje se da en el diálogo
que existe en la conversación, es ahí donde se realiza plenamente ‘el
comprender’ [das Verstehen]. La
incapacidad objetiva derivada de la inexistencia de un lenguaje común se
traduce en lo que Gadamer ha llamado la «incapacidad de diálogo». La ‘palabra’ [Wort] es, a la conversación, lo que es
la compresión para el diálogo. Para ser capaz de conversar hay
que saber escuchar, este es el verdadero espíritu [Geist] del diálogo, reconocer que el camino de la verdad es el
camino de la conversación y que «comprensión» es esencialmente «diálogo»
hermenéutico.
Hans Georg Gadamer, llamado el gran
testigo del siglo XX y autor de unas de las obras más importantes de la
filosofía contemporánea: Wahrheit und
Methode 1960 [Verdad y Método], entendió la hermenéutica como el arte de
interpretar y dejarse interpelar y, esta es la novedad del giro hermenéutico, en
tanto que va más allá de las fronteras impuestas por el concepto de método de
la ciencia moderna y su pretensión de imponer una de metodología universalista
de la investigación científica. En la mayor parte de su obra subyace la crítica
de cómo la filosofía estaba siendo reducida a una simple teoría del
conocimiento que, partiendo del análisis lógico del lenguaje buscaba legitimarse
ante la llamada «comunidad científica». De estas ideas puede inferirse que la
verdad no puede, bajo ninguna circunstancia, quedar reducida o determinada por
un método universal.
Aunque la hermenéutica pasa
transversalmente por todas las disciplinas de las ciencias humanas, no sólo se
ocupa del mero y simple hecho de interpretar un texto en particular, sino que
interpreta el gran texto del mudo o el texto de la historia del mundo[1].
La interpretación ha sido una actividad esencial que usa el ser humano, no sólo
para entender el mundo, sino también para relacionarse con ‘el otro’.
La clave del
giro hermenéutico se centra en la idea de –comprensión- [Verstehen], en tanto que el autor afirma que «el fenómeno de la
comprensión no sólo atraviesa todas las referencias humanas del mundo, sino que
también tiene validez propia dentro de la ciencia, y se resiste a cualquier
intento de transfórmalo en un método científico»[2], aunque el comprender implica conocimiento y, consecuencia la búsqueda
de la verdad, ésta no busca la objetivación de lo dado como mero objeto, sino
que busca lo que en un sentido dado está para ser entendido, no como consecuencia
de una compresión objetiva, sino como algo que ha de traer al lenguaje humano
algún significado y, que a su vez, se deja poner en la escritura; para Gadamer
la comprensión es esencialmente «diálogo» hermenéutico.
La hermenéutica nos demanda no sólo
accionar la comprensión desde nuestras cabezas, sino también desde cuerpo, del
espíritu [Geist] y del alma completa
para poder levantar la voz del comprender, sólo así se es capaz de entender e
interpretar lo entendido. Esta es la acción humana de la prescinden las
ciencias naturales [Naturwissenchaften]
donde la incesante búsqueda de la objetivación termina anulando al sujeto. La
experiencia de las ciencias del espíritu [Geisterwissenschaften]
«son formas en las que se expresa una verdad que no puede ser verificada con
los medios que dispone la metodología científica»[3],
por ejemplo, en la experiencia del arte, la música y la poesía. He aquí el giro crítico contra el concepto de
objetividad científica del autor. La
hermenéutica como diálogo no pretende circunscribirse en una única forma
definitiva de entender la realidad, en cuanto que «no constituye un método determinado que pudiera
caracterizar, por ejemplo, a un grupo de disciplinas científicas frente a las
ciencias naturales. La hermenéutica se refiere más bien a todo el ámbito de
comunicación intrahumana.»[4]
Para
Gadamer el mundo se hace comprensible a través del lenguaje, de hecho, una buena parte de la reflexión
filosófica del siglo XIX y XX, está dedicada a estudiar la evolución del conocimiento
humano desde la perspectiva científica y, el lenguaje entra como una realidad
esencial para entender esta actividad.
El lenguaje no solo es un conjunto de signos
cualquiera, sino que es una relación lingüística que usamos para comprender y
dialogar con el ‘otro’. En este sentido, la hermenéutica es más que una simple
herramienta metodológica, ésta contribuye a comprender cuál es la situación
fundamental del ser humano en el mundo. «Los seres humanos, deben construir con los demás un mundo común por medio
del intercambio permanente que se produce en la conversación»[5].
Para Gadamer, la hermenéutica es el arte de poder oír, no sólo se refiere a la
capacidad auditiva con la que por naturaleza cuenta el ser humano, sino que
debe aprender a utilizar este sentido de la audición. El arte de la hermenéutica
es el arte de dejarse decir algo y su tarea es «elucidar el milagro de la
compresión que no es una comunión misteriosas de las almas, sino una
participación en el significado común…»[6] para crear acuerdos donde
no existen.
II
Lenguaje
y diálogo
El ser humano es un individuo capaz de dialogar, su
capacidad racional le sugiere, en así mismo, esta actividad. Hans-Georg Gadamer
le da un giro importante a la hermenéutica tradicional y transciende los
límites de la mera interpretación de textos dando al concepto de diálogo un
lugar esencial en la hermenéutica, cuando señala que «el hacerse capaz de
entrar en diálogo a pesar de todo, es a mi juicio, la verdadera humanidad del
hombre.[7]». El lenguaje que
se construye en una situación de diálogo es el que da lugar al entender y esto
va más allá del análisis de los sentidos semánticos o sintácticos de las
oraciones. Por otro lado, la propuesta gadameriana plantea la necesidad de la ‘voluntad
de consenso’, considerando que el fenómeno dialógico de las relaciones
intersubjetivas pueden presentarse disensos cundo una opinión pretende
imponerse como única irrumpiendo la posibilidad del acuerdo. Sobre la
comunicación dice:
«La verdadera
realidad de la comunicación humana consiste en que el diálogo no impone la
opinión de uno contra la del otro ni agrega la opinión de uno a la del otro a
modo de suma. El diálogo transforma una y otra. Un diálogo logrado hace que ya
no se pueda recaer en el disenso que lo puso en marcha. La coincidencia que no
es ya mi opinión ni la tuya, sino una interpretación común del mundo que
posibilita la solidaridad moral y social.»[8]
Una de las preocupaciones de Gadamer gira en torno a
la creciente incapacidad de diálogo que caracteriza a las sociedades modernas
que, paradójicamente, ha creado una serie de invenciones cuyo propósito es la
ampliación del espectro comunicativo y, aun así, tanto mayor es el número de
espacios de interacción a través de estas, mayor es la incapacidad de diálogo y
mayores son las carencias comunicativas, por lo que se termina reduciendo la
posibilidad de un ‘diálogo real’. La ciencia
y la tecnología propician la monologización del individuo. La proximidad
artificial desde las redes sociales, por ejemplo, «quiebra imperceptiblemente
la esfera del tanteo y de la escucha que permite acercarse a las personas.» En
nombre del bienestar técnico y su utilización irracional surge la creciente
situación monologal de la civilización. «Hay circunstancias sociales objetivas
que pueden atrofiar el lenguaje, ese lenguaje que es hablar-a-alguien y
contestar-a-alguien y que llamamos conversación…»[9], por ejemplo, la
televisión, los smartphones et cetĕra. Inclusive, cuando parece falta
el lenguaje, puede haber entendiendo mediante la paciencia, el tacto, la
simpatía y la tolerancia y mediante la confianza incondicional en la razón que
todos compartimos, afirma Hans-Georg Gadamer, para él la «incapacidad del
diálogo» parece que es más el reproche que hace alguien, al que se niega a
aceptar sus idea.
III
El
diálogo ‘consigo mismo’ y con ‘el otro’
El diálogo ‘consigo mismo’ y con ‘el otro’, esta
realidad, así planteada tiene una exigencia; el respeto del otro. Cuando muchos
irresponsablemente deciden anular este propósito por voluntad propia está
apartándose del otro y, al contrario, es necesario ver ‘al otro’ como ese ‘otro
yo’. Esto emerge como lo propio del lenguaje y su capacidad de construir diálogo
entre los ciudadanos del mundo. Es así como por nuestra capacidad lingüística
nos entendemos el uno con el otro a pesar de los desvíos conductuales de los
ciudadanos comunes.
Hermenéutica también es confrontación o
interpelación con ‘el otro’, pero cuando se dice -he entendido-, entonces
estamos siendo solidarios. Siempre están el ‘yo’ y el ‘tu’ que se entienden
entre si y, así es como la comunidad nos llama a ser ciudadanos. Para Gadamer aplicar
la hermenéutica es querer entenderse uno al otro. El comprender
[das Verstehen] no es ponerse en el
lugar del otro y reproducir sus viviendas, sino ponerse de acuerdo en la cosa y
«el leguaje es el medio en el que se realiza el acuerdo de los interlocutores y
el consenso sobre la cosa»[10]. El modelo básico para
cualquier consenso es el diálogo y, el conceso dialogal es imposible, en
principio, si uno de los interlocutores no se libera realmente para la
conversación.
En este sentido, la hermenéutica es el
arte de realizar lo que tenemos en común para ampliar los horizontes de la civilización
humana, esta es la única forma de hacer posible la comunidad humana del futuro.
Un futuro inclusivo de las culturas y los idiomas mundiales. Para Gadamer «la pluralidad de
las lenguas humanas es una de las formas en que se articula la pluralidad de
los mundos de la vida»[11],
la cultura y la lengua son dos fuerzas que
actúan a lo largo de las generaciones humanas. «Quien piensa el "lenguaje" se sitúa
siempre ya en un más allá de la subjetividad.»[12]
IV
Consideraciones finales
Cultura es la
capacidad de pensar realmente una vez el pensamiento del otro, afirmó
Heidegger, por lo que la ‘palabra’ [Wort] es, a la conversación, lo que es la comprensión para el
diálogo, por así decirlo. Para ser capaz de conversar hay que saber escuchar,
este es el verdadero espíritu [Geist]
del diálogo, reconocer que el camino de la verdad es el camino de la
conversación y que compresión es esencialmente «diálogo» hermenéutico. «El lenguaje
es en realidad la única palabra cuya virtualidad nos abre la posibilidad
incesante de seguir hablando y conversando y la libertad de decirse y dejarse
decir.»[13] El lenguaje es una fuerza
generativa y creadora capaz de fluidicar el diálogo.
Racionalidad generacional y la pregunta por el futuro
son dos inquietudes de nuestro pensador. En la mayor parte de nuestras vidas
nos acorralan las preguntas sobre el sentido de la vida, la pregunta sobre la
muerte, y el destino del mundo. Para Gadamer responderlas es tarea fundamental
de la filosofía, esta debe mostrar a la humanidad que los nuevos caminos de la
existencia consistirán en la solidaridad. Es lo único que nos podrá salvar de
la destrucción final. Estamos obligados a ser solidarios si queremos permanecer
en este mundo, en nuestro mundo. El problema ecológico de la vida surge como un
problema global y real. Este nivel de consciencia de lo que sabemos acerca de
las adversidades que podemos afrontar como civilización humana nos exige
entender que la solidaridad la única salida racional que nos llevará a
solucionar los problemas que nos sobrevienen y que amenazan hoy a la humanidad.
Hacer entender esta, nuestra realidad, es la tarea más fundamental de la
filosofía. Gadamer insiste en la necesidad de construir un futuro a través del
desarrollo científico, pero sin estropearnos a nosotros mismo ni al mundo. Urge
la necesidad de buscar la perfección de la acción del comprender humano para
construir un lenguaje común y fortalecer los ideales de democracia y libertad.
Concluyo parafraseando una advertencia de Gadamer sobre
hermenéutica: no llegaremos a una verdad de una forma definitiva y dogmática,
pues, la hermenéutica no significa la posesión de la verdad, sino sólo un
instrumento para llegar ella.
[1] Cf. GADAMER,
Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad
y Método I]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit.
Sígueme, Salamanca 2003. pág. 23
[3] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad y Método I]. Trad.
de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 2003. pág.
24
[4]
GADAMER, Hans Georg: Hermeneutik im Rückblick [El Giro
Hermenéutico]. Traduc.
de Arturo Parada. Edit. Cátedra, Madrid 1998. Pág.85
[6]
GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode
[Verdad y Método II]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit.
Sígueme, Salamanca 1998. pág. 64
[7] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit
und Methode [Verdad y Método II]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de
Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 1998. pág. 209
[10] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit
und Methode [Verdad y Método I]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de
Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 2003. pág. 462
[11]
GADAMER, Hans Georg: Hermeneutik im Rückblick [El Giro
Hermenéutico]. Traduc.
de Arturo Parada. Edit. Cátedra, Madrid 1998. Pág. 150
[13] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad y Método I]. Trad.
de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 2003. pág.
201