Ulises, sin lugar a dudas es una de las grandes obras de nuestra época, y como ocurre con gran parte de la literatura contemporánea, su densidad, ese “bulto enorme y la mas que enorme complejidad” a que alguna vez se refirió el propio Joyce, hacen del Ulises un texto bastante difícil para ser abordado en su conjunto en el corto espacio de este articulo; por lo cual, a continuación, se hará referencia a la ciudad, no solo como el espacio físico en que se desarrolla la novela, sino, en su dimensión simbólica, como punto de partida para referencias metafóricas a la Odisea de Homero y a la historia de Dublín. |
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Ulises, sin lugar a dudas es una de las grandes obras de nuestra época, y como ocurre con gran parte de la literatura contemporánea, su densidad, ese “bulto enorme y la mas que enorme complejidad”[1] a que alguna vez se refirió el propio Joyce, hacen del Ulises un texto bastante difícil para ser abordado en su conjunto en el corto espacio de este articulo; por lo cual, a continuación, se hará referencia puntual a la ciudad, no solo como el espacio físico en que se desarrolla la novela, sino, en su dimensión simbólica, como punto de partida para referencias metafóricas a la Odisea de Homero y a la historia de Dublín.
La historia
de tres habitantes de Dublín: Dedalus, Mr. Bloom y Mrs. Bloom, que se
desarrolla en el enigmático día 16 de
junio de 1904, es la historia de un hombre arquetípico, que de alguna manera se
forma por sus personajes tomados como conjunto ¿el señor Bloom podría ser el
hombre que alguna vez será Stephen Dedalus?
El hombre de Joyce es el hombre de Dublín;
y de Dublín se ha dicho que el Ulises da una imagen tan completa de esta que,
si algún día desapareciese de repente esta ciudad, a partir de este libro se la
podría reconstruir.
Si bien esto no pude tomarse al pie de
la letra, si resalta la importancia que
en la obra de Joyce tiene la ciudad, o mas bien, ciertos aspectos y espacios de
ella, no solo como el espacio en que se desenvuelven los personajes, sino como
centro de la frustración e impotencia, de la parálisis moral y espiritual de
unos ciudadanos que, como “Eveline”, atrapada en la parálisis de Dublín deja
escapar las promesas de la huida, y como puente metafórico, en el caso de
Ulises, con la Odisea.
El Dublín que Joyce dibuja en Ulises no es Dublín, no es la belleza
ni la grandeza de la ciudad en su totalidad, sino, una cierta área, tal vez la
más deteriorada que se ubica en las áreas circunscritas por los canales de
Dublín. La Dublín de Joyce se aprecia desde las casas de apuestas, las cantinas
y los burdeles que enmarcan, mejor que cualquier otra cosa, el sentimiento de
angustia, vacío y desarraigo del hombre moderno.
Pese a que en Ulises se nombran las
calles sin describirlas, se muestran casas, se cruzan puentes, se entra a restaurantes,
cafés, cantinas y burdeles, y se nombran iglesias y sedes gubernamentales sin
que en ningún caso medie alguna introducción o explicación, esa ciudad parece
la ciudad propia, a la que se accede con naturalidad como si todos sus sitios
fueran nuestros sitios habituales.
La descripción de Dublín, o mas bien,
la reconstrucción que de ella se hace en
el Ulises, tiene dos fuentes principales: el narrador y la conciencia de los
personajes; en este articulo se hará énfasis, primero en la Dublín que podemos
los lectores reconstruir a partir de las descripciones del narrador y en
algunas de las, a mi parecer, mas llamativas referencias homéricas que la
ciudad o el espacio como tal, permiten desarrollar a Joyce. Y luego, en la medida
de lo posible, se observará el Dublín que se refleja en la conciencia de los
personajes, y se tratará de pasar la vista de la ciudad, como espacio en que se
desarrolla la novela, a la dimensión simbólica de la misma que, como
construcción metafórica, permite tirar un puente que une a Ulises con la Odisea
y posibilita además, el desarrollo del monólogo interior.
Como ya se señalo en el Ulises, el nombrar
los lugares, más que la evocación pictórica, es la manera como se aborda la reconstrucción
de la ciudad: se nombran las calles, las iglesias, los monumentos, los parques,
las cantinas, en un acto que parece de invocación, se llama la ciudad
reclamando su presencia por medio de una sucesión de los nombres de sus diferentes lugres:
“Delante
de la columna de Nelson los tranvías disminuían la marcha, se desviaban,
cambiaban de trole, se encaminaban hacia Balckrock, Kingstown y Dalkey,
Cloksea, Rathgar y Terenure, Parque Palmerston y Rathimines superior, Sandymout
green, Rathmines, Ringsend y Sandymount toser, Harold’s cross…”
También se presentan en Ulises formas
de descripción que van más allá de la
mera nominación y que muestran, pese a localizarse en un solo detalle, imágenes
más vivas de la ciudad y puentes metafóricos que unen al Ulises con la Odisea.
Así, por ejemplo, en el capitulo I, o
“Telémaco”, donde no suceden muchos hechos explícitos, aparecen claramente
definidos: la torre en que vive Stephen Dedalus, y la relación espacial y metafórica con la
mar, que pone de manifiesto la relación con la obra homérica y permite establecer
un paralelo entre la escena de Stephen, la compañía de Buck Mulligan y Haines,
que no lo satisfacen, su abandono de la torre y su tristeza, con la escena de
Telémaco rodeado de los pretendientes de su madre, quien se siente abandonado y
solo a causa de la ausencia de Odiseo.
Sin embargo, es claro también que
cuando se pasa de la mera nominación a la descripción no se presenta tampoco
una descripción mas o menos detallada del lugar, ni una visión de conjunto del
mismo, sino, que se nombra un lugar y luego se aísla un detalle del mismo, sin
que este se contextualise señalando, por decir algo, la calle en que se
encuentra, o la relación espacial del lugar con el conjunto de la ciudad.
Se nombra, por ejemplo: “la vidriera
de Yales e hijos” y se aísla un elemento como lo es el anteojo de larga vista;
o se hace referencia al cementerio para luego aislar algunos de sus detalles,
sin intentar ninguna contextualización espacial:
“cruzó
la esquina de la calle Naussau y se detuvo delante de la vidriera de Yales e hijos, apreciando los
anteojos de larga vista” (194)
“el
señor Bloom caminó inadvertido a lo largo de los árboles, pasando ante ángeles
entristecidos, cruces, columnas quebradas, bóvedas de familia…” (142)
En el capítulo del Hades (VI), además
de la descripción aislada que se acaba de señalar, la ciudad, o mas bien su corazón[2],
el cementerio, da pie a otra clara referencia homérica: Cuando Ulises visita el
Hades, morada de los muertos, en busca de noticias de su patria y de su viaje
de regreso; así mismo, Bloom piensa en su padre muerto, como Ulises lo hace de
su madre.
Además de los detalles descritos, en
el Ulises se pueden encontrar juegos de proyección sonora de la ciudad. En el
episodio de las sirenas, como su nombre referencial hace pensar, se encuentra
un claro ejemplo de algo que se podría llamar descripción sonora, en la forma
en que se presenta la actividad de la cervecería Guinness que, de alguna manera,
permite oír lo que ocurre en Dublín:
“carreros
de toscas botas hacían rodar opacosonantes barriles que resonaban opacamente
desde los almacenes Prince y los tiraban en la chata cervecera. En la chata cervecera tiraban desde los
almacenes Prince opacosonantes barriles hechos rodar por carreros de toscas
botas” (147)
En algunos pasajes, el alejamiento a
cualquier intento de representación realista se acentúa más, en especial en las
innumerables descripciones metafóricas de la ciudad que están a cargo del
narrador.
En el episodio de Eolo, Bloom es
descrito, al salir de las oficinas del periódico, desde el punto de vista de otros dos
personajes que lo miran desde la ventana.
En la escueta descripción que se ha hecho de Bloom: un corredor de
publicidad, forastero y burgués, y en la descripción del cortejo callejero que
hacen estos dos personajes que presentan a Bloom caminando seguido por unos
niños, uno de los cuales hace zigzaguear una comenta tras de él, se pueden
encontrar en este episodio, ayudándonos de William Yorck Tendall[3],
dos referencias metafóricas.
Por un lado la cometa: Bloom seguido
de los niños es como una cometa al viento en su transitar por Dublín. Por el
otro, a partir de la “estela” que deja Bloom como la que deja un barco, permite
entroncar el texto de Joyce con el de Homero por medio de un movimiento metafórico
que va de Bloom=barco a Bloom Ulises pasando por Barco = Ulises.
De similar manera, las descripciones metafóricas
que se encuentran a lo largo del Ulises y muchas alusiones espaciales (por
medio del juego con los nombres) reflejan
el afán de Joyce de construir un puente entre su Ulises y la Odisea.
Es así como se entra en una dimensión
simbólica de Dublín cuando se deja de lado la nominación y la descripción
aislada, haciéndose cada vez mas transparente la presencia de la
Odisea y de sus figuras que se ocultaban tras la constante nominación de
lugares y espacios dublinenses.
La segunda fuente en que se encuentra
información sobre Dublín en el Ulises es la conciencia de los personajes. La
conciencia de Bloc mas que la de
Dedalus, se constituye en el principal conductor de imágenes que, a
diferencia de lo sucedido con el
narrador, proporciona mas que imágenes de la ciudad pues refleja aspectos de la
cultura urbana: canciones, publicidades etc. e introduce además de la dimensión
simbólica ya mencionada una dimensión histórica que permite superar el lapso de
tiempo de aquel 16 de junio de 1904,
evocando diferentes momentos y hechos de la historia irlandesa.
Por ejemplo, cuando rumbo al
cementerio, Bloom pasa por la calle en que vive, su mente toma nota de esa parte
de la ciudad en medio de otros reflejos de la vida urbana:
“al
dar vuelta en la calle Berkeley, cerca de la cuenca, un organillo callejero envió
hacia ellos, persiguiéndolos, un travieso canto retozón de café-concierto. ¿Ha
visto alguien aquí a Kelly? Kas e elle i griega. Marcha fúnebre de Saul. Es tan
malo como el viejo Antonio. Me dejo en mi propicio. ¡Pirueta! La mater misericordia. Calle Ecles. Por ahí mi
casa. Gran lugar. Pabellón para incurables…donde murió la vieja señora Riordan”
(127)
En otras ocasiones, gracias a la
determinación histórica de la conciencia humana, que escapa a los límites del
16 de junio de 1904, se va configurando
en el Ulises una presencia histórica, por ejemplo, con la evocación de héroes nacionales irlandeses por medio de sus
monumentos.
Finalmente, cabe señalar que el Dublín
del Ulises es una ficción calcada de la
real por medio de la referencia a las calles, parques, bares, monumento etc. en
la cual, por medio del ejercicio de constante nominación que realiza el narrador, se forma toda una ideografía que revela la constante sombra de la odisea,
así mismo, a través de la conciencia de los personajes, la ciudad aparece como
una entidad física y simbólica que vive
en el tiempo real de la historia de irlanda a la ves que en el tiempo ficticio
de la historia personal de los personajes de la novela.
Por: Jesús Alejandro Villa Giraldo