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Dialéctica del Pragmatismo Educacional de John Dewey

La escuela es un fenómeno social, todos sus elementos, contenidos, métodos didácticos, espacio educativos, legislaciones educativas, cuadernos, lapices,   sillas, mesas pizarra, todavía más profesores y estudiantes, son elementos sociales, en ello se esconde la dialéctica que enfrenta el individuo y la sociedad.


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La propuesta pedagógica de John Dewey en “Experiencia y Educación”, texto escrito en 1938, refleja  esta dialéctica, al materializar en su  pragmatismo pedagógico, las tendencias sociales del liberalismo reformista progresista en los Estados Unidos, demostrando con ellos que las «las terceras vías» son meros artilugios retóricos para disfrazar una tendencia ya imperante en reconstrucción: el «individualismo Democrático» (Gomez Santos, 2011).

John Dewey
Para Dewey (1971), es necesario construir una filosofía de la educación, consciente de los factores sociales que median y constituyen los procesos de configuración de experiencia individuales.  Su propuesta unifica tanto una filosofía de la educación, así como una filosofía de la experiencia, para configurar una «filosofía de la experiencia educativa», en la que los factores sociales son vistos como meros condicionantes, dejando por fuera cualquier consideración crítica sobre la estructura de la sociedad.  Su propuesta  se enfoca en conservar la experiencia de libertad del individuo en su particularidad, sin considerar con ello, que tal libertad individual solo es posible con el cambio cualitativo de la sociedad capitalista, en otros términos,  olvida que sin libertad social, la libertad individual es mero eufemismo, un autoengaño adaptativo.

El concepto de «situación» enuncia el hecho de que todo individuo vive, en su «continum de experiencia», en un mundo con otros individuos y objetos con los que entabla diferentes relaciones (Dewey, 1971 ).  Tal idea enuncia la necesidad de distinguir en la experiencia educativa los factores tanto «internos», psicológicos, como los «externos» o  físicos y sociales. El educador tiene completo control sobre los factores externos,  considerando cuáles de ellos pueden servir para las experiencias saludables de los individuos en sus procesos educativos. Dewey se cuida de no caer en las mismas concepciones de la educación  tradicional, la cual también manejaba la experiencia educativa a partir del condicionamiento de los factores externos, al considerar la necesidad de que tal control de tales factores por parte del profesor, deben estar siempre orientados a que el individuo encuentre un «propósito» singular, sin caer entonces en el adoctrinamiento.
Lo anterior, lleva inevitablemente a considerar los problemas prácticos entre la «libertad personal» y las formas de «control social».  Dewey (1971)  sabe que este problema, que se concretiza en el ámbito escolar, surge realmente con fenómenos más  generales de la experiencia social.  El control de las acciones individuales está determinado por la «situación global»,  en que están inmersos y participan como partes y componentes de un todo: la sociedad.
La sociedad no es el universo de sus componentes,  su concepto no es dinámico sino Funcional,  viene a mostrar  la dependencia de los individuos respecto a la totalidad que configuran,  por lo  que sociedad es un contexto de funciones (Adorno, 1996).  Esta existencia de los seres humanos en un contexto de funciones, que pueden variar históricamente, que no omiten a nadie, esto es , que todos están entrelazados, posibilita el hecho de  que la sociedad posea frente a sus componentes una cierta autonomía. La sociedad siendo un cierto tipo de entrelazamiento entre los hombres, muestra que  la Totalidad que se representa con el concepto de sociedad, se forma gracias a la unidad que configura las funciones que los individuos realizan, lo cual quiere decir, que los individuos, concreciones de la totalidad, viven  unos gracias al trabajo de otros, en otras palabras, sociedad es cuando se establece una «Relación esencial» , que a través de  ella los grupos se determinan y se componen esencialmente (Adorno, 1996).   
Para Dewey (1971) todo proyecto de «comunidad» precisa que se realice una inhibición de los impulsos individuales como requisito indispensable para la configuración de la grupalidad (Dewey, 1971 ). El ejemplo con el que argumenta este hecho es el juego. En el juego siempre hay «reglas» y «normas» establecidas; no es posible ningún juego sin sus normas, lo cual demuestra que ningún grupo es posible sin una serie de códigos de comportamiento. Este hecho es posible verlo tanto en la familia, como en el grupo de amigos o el Estado, estando necesariamente presente en la escuela como institución social (Dewey, 1971 ). El principio de experiencia se realiza por la interacción entre las personas, la escuela es así desde la perspectiva de Dewey, un «grupo comunitario».

Este orden que se establece entre las personas, entre la «comunidad educativa», no es espontaneo, requiere de planeación, de ese modo, el profesor y el conjunto de funciones, producen la «organización social» de la escuela (Dewey, 1971 ).  En palabras del propio Dewey (1971:55): «Cundo la educación se fundamenta en la experiencia y la experiencia educativa es concebida como un proceso social, la situación muda radicalmente. El profesor pierde posición de jefe o dictador, encima y fuera del grupo, para sí, hacerse el líder de las actitudes del grupo».  El profesor se convierte en el responsable de conducir al grupo, es él el que considera el control social, apareciendo el concepto de educación como «dirección».
Sobre esto, Dewey (1971) considera un principio moral: es necesario el control social de los individuos sin violentar su libertad individual. Ahora bien, el concepto de libertad que maneja el autor, es particular a su filosofía pragmática, es un «concepto pragmático de libertad».  Para él la única libertad es la libertad de pensamiento.  Según dice, el error consiste en confundir la libertad con la libertad material concreta, del cuerpo (con sus impulsos y movimientos) y con la actividad (Dewey, 1971 ). En realidad considera ambos elementos, el corporal, físico, con el inmaterial, mental, solo en la medida del que el primero le sirve de medio a los fines del segundo. Así, el problema se centra en ver hasta qué punto, los medios contribuyen a los fines.
La libertad en sentido pragmático, es para Dewey (1971), la capacidad de formar «propósitos» y llevarlos a cabo, es decir, construir los medios para ejecutarlos. El «propósito» comienza con un impulso, somático, que se convierte en deseo una vez se encuentra obstaculizada su realización inmediata.  El «propósito» es un fin en la medida que envuelve una reflexión sobre las consecuencias que resultan de la acción de tal impulso.  El proceso de formación de los propósitos para él pasa por tres etapas o niveles: a) las observaciones de las condiciones y circunstancias del ambiente, b) conocimiento de situaciones similares  en ambientes iguales (ya sea por la propia experiencia, recuento de alguien con mayor experiencia o por información sobre la situación) y, c)un juicio que une tanto la observación como el conocimiento de las situación anterior, para tomar el propósito de la acción. La libertad de Dewey se fundamenta en una acción racionalizada con orientación a un fin, esto es, su libertad es instrumental.
Bajo esas premisas, el problema de la educación es conseguir el tránsito de estos tres niveles hasta llegar a construir un propósito, por lo que en últimas, es imposible, desde su perspectiva pragmática, no es posible libertad sin restricción de los impulsos, aunque sean estos el punto de partida. Lo que propone Dewey (1971) en el fondo es una idea de educación enfocada a construir una capacidad de dominio sobre sí mismo por parte del individuo. Las únicas ventajas del elemento activo, somático concreto de la praxis humana, es que le permitan al profesor conocer la naturaleza del alumno, ver si este es dócil o rebelde, para favorecer así la libertad de  ese individuo para «autodominarse».
La dialéctica queda de ese modo manifestada, puesto que al proponerse construir una pedagogía para la libertad del individuo, esta, al estar plagada de elementos sociales, de las tendencias sociales de su tiempo, termina construyendo un concepto abstracto de libertad.  Dewey llega aun soterrado, a un oculto acuerdo con el dominio técnico de la sociedad industrial norteamericana (Gomez Santos, 2011); dominio imposible sin el autodominio de los impulsos sensitivos (sexuales) de los individuos. Como bien lo denuncia el pensamiento crítico de Horkheimer, Dewey construye una visión que confía ciegamente en el dominio de la naturaleza por medio del progreso científico, reduciendo la discusión moral, sobre lo bueno y lo malo del desarrollo y estructura social, a lo meramente útil, en un claro triunfo del relativismo (irracional)  que acaba adaptando el pensamiento a lo meramente dado (Gomez Santos, 2011); es por ello que termina naturalizando la represión de las pulsiones, sin concebir allí tendencias  históricas a ejercer un excedente de represión (Marcuse). 
La propuesta del  Pragmatismo Educacional de John Dewey, encierra tendencias socio históricas; es en verdad un derramamiento adaptativo a la mecanización impuesto por la sociedad industrial norteamericana. Así, aísla la experiencia escolar, de las demás experiencias sociales, no concibiendo con ello, que el todo ya está inmerso en las partes aunque estas se independicen. La libertad entonces debe quedar en el mero plano de pensamiento, sin orientarse a la actividad practica real, porque concreta en la corporalidad física de los hombres, proponiendo una reforma educativa al margen de una transformación radical del todo social.

Obras Citadas 

Adorno, T. W. (1996). Introducción a la Sociología. Barcelona: Gedisa.
Dewey, J. (1971 ). Experienica y Educación. São Paulo: companhia Editorial Nacional.
Gomez Santos, M. (2011). Limitaciones de la pedagogía de John Dewey. Bordon, 3, 121-130.