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Maquiavelo, el Príncipe en epub.

El príncipe en formato epub.

Libro El príncipe de Maquiavelo en formato epub.

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El Príncipe (en el original en italiano: Il Principe) es un tratado político escrito por Nicolás Maquiavelo en 1513, pensador republicano que predicaba contra la aristocracia imperante en el siglo XVI, escribió el libro mientras se encontraba confinado en San Casciano por la acusación de haber conspirado en contra de los Médici y su política. Fue dedicado a Lorenzo II de Médici, duque de Urbino, en respuesta a dicha acusación, a modo de regalo. Se trata sin duda de su obra con más renombre, aquella por la cual ha nacido el sustantivo "maquiavelismo" y el adjetivo "maquiavélico", ademas es una crítica con apariencia de alabanza, pues desnuda las pasiones del hombre tras los reyes, y desmitifica el ideal superior de las monarquías. A pesar del uso despectivo que se le confiere al término, "maquiavélico" la posición política real del autor no puede ser más contraria a la política que en él se adula.


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La república de Platón

República de Platón.

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La República es uno de los diálogos más importantes que escribió Platón, en donde expresa su embarazo del arte, lo político, la sociedad, la justicia, la indestructibilidad, la virtud, el bien y el mal. Se cree que la Republica, por su gran extensión, es un compilado hecho por Platón en en que unifica un ciclo de diálogos para exponer uno problemas fundamentales de su pensamiento en forma más completa. La fecha aproximada en la que Platón empezó a escribirla fue entre 390-385 A.c. (en el periodo de metamorfosis de sus escritos), y fue terminada con los capítulos II al X presumiblemente a través de 385-370 A.c. (en el periodo de madurez del autor). La República expone el Estado ideal de Platón, lo que debería ser para que el hombre encuentre bonanza y desarrolle su ética.

El escenario: en en que transcurre el coloquio anónimo por Platón, es en casa de Polemarco, hijo de Róbalo, en el Pireo al otro lado por el mes caluroso de Junio a fines de primavera.

Los personajes: Sócrates: (470-399 A.c.) es el personaje principal del coloquio, fue maestro de Platón y creador del método denominado mayéutica (o arte de "alumbrar" los espíritus) por el que lograba que sus interlocutores descubrieran la confirmación a partir de ellos mismos. Sócrates era bajo, de napias ancha, fe pobre y cónyuge con Jantipa, una mujer de agradecido mal genio.
Róbalo: fue hijo de Lisanias y actual padre de Lisias, Polemarco y Eutidemo. Céfalo es un hombre de edad que se dedica al comercio y tiene un demasiado buen pasar económico. Interviene exclusivamente en el Libro I elogiando la ancianidad e introduciendo la mercante de justicia. Róbalo muere posiblemente en el 429 a.c.






Lisias: (459-380 A.c.), conferenciante nativo en Atenas. A la edad de quince años decidió estudiar retórica. En el año cuatrocientos cuatro A.c., los Treinta Tiranos que entonces controlaban la ciudad privaron a Lisias y a su hermano Polemarco de todas sus posesiones. En el tiempo que mataron a Polemarco, Lisias huyó a una población vecina. Regresó a Atenas en el año cuatrocientos tres A.c., a continuación de la derrota de los Treinta Tiranos y el recuperación del gobernación democrático. Emprendió entonces acciones legales contra el responsable de la muerte de su hermano. Lisias se ganó la vida escribiendo discursos para los litigantes y continuó con los negocios de su padre. Se cree que Lisias no contó con la simpatía de Platón.






Polemarco: apegado a la filosofía y a la política. Recibió muerte por defender los ideales de la libertad bajo el autoridad de los Treinta Tiranos (donde Platón solitaria familiares en el poder). Su participación es claro en el Libro I en que introduce la idea de justicia de los poetas.
Eutidemo: escaso se conoce sobre el tercer hijo de Róbalo, quien paso a ser confundido con Eutidemo, hijo de Diocles (fiel partidario de Sócrates).
Trasímaco: Sofista y disertador. Lo político y lo moral solo le preocupaba accidentalmente. Este sabio poseía múltiples cualidades y tenía conocimientos asaz firmes.

Trasímaco interviene en el Libro I alegando que la justicia es y entabla una relación en medio de el hombre justo (que perpetuamente le va mal) y el hombre desaforado (que costal beneficio de la situación), agregando que los que reprochan la justicia no lo hacen por miedo de cometerla, sino por temor a sufrirla

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Las meditaciones de Marco Aurelio .epub

Meditaciones de Marco Aurelio

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Las meditaciones de Marco Aurelio no eran otra cosa más que un género de “cuadernos de ejercicios”, el legado de un ejercicio inocente proseguido que este principiante de filósofo mantuvo consigo mismo durante rebosantes años.



Se concibe el aplomo como una lección teórica que solo acuerda cuestiones abstractas de ninguna importancia con nuestro día a día, o la filosofía como una ciencia que nadie sabe correctamente cuál es su verdadera ventaja. Para Marco Aurelio, y para los antiguos griegos y romanos estóicos, la filosofía era un saber que implica igualmente un fuerte cortejo personal: el filósofo era el que procede en varios años de práctica filosófica. La circunspección era sobre todo un modo de fortaleza que implicaba una “conversión” profunda y que influía en la vída práctica del filósofo, desde los más trascendentales –como la ocupación, el matrimonio­– inclusive los más nimios­ –la fase de cubrir, de hacer referencia o de comer–, y todas las horas de terminación; desde que uno se levantaba por la aurora inclusive hasta el instante de hospedarse. El ejercicio filosófico estóico en la Antigüedad consistía en una lista de “ejercicios espirituales” que había que profesar en una y otra ocasión para ceder al autocontrol y la esperanza. Los entrenamientos eran de profusos individuos y abarcaban tanto los aspectos cognitivos emocionales. La energía era un género de “medicina del alma” o de terapéutica que servía para restablecer las “enfermedades del espíritu".









Los Romanos estóicos veían al filósofo tanto como un doctor paterno cuyas dones podían aliviar a ricos y feraces del sufrimiento virtuoso. Practicaban el conformismo no como una red de ficción elitista, sino como un arte delicado cuyo término era la disputa contra la pena humana. Centraban, por tanto, su atención en cuestiones de trascendencia cotidiana y forzosa para el ser fraterno: el temor a la muerte, el culto y la sexualidad, la ferocidad y la acorralamiento. Un arte de poner en evidencia cómo debilitar la injusticia y como avisar al predicador a prestarse a la naturaleza mundana y cesar del exceso que sufre.

Conforme a Marco Aurelio, para ser filósofo en la Antigüedad no era insuperable soltar una bufonada filosófica sin impugnar una orden filosófica – a diferencia de lo que sucederá seguidamente en la era moderna–, sino que bastaba con alistar a los inicios de una de las seis historias filosóficas actuales –platónicos, aristotélicos, imperturbables, epicureos, cínicos y escépticos– y bregar por estar en coherencia con estas doctrinas. Por eso Marco Aurelio fue considerado en su época como filósofo. De hecho, las Meditaciones no es un manual en sentido disciplinado, sino que de acuerdo más con los diseños personales de Marco Aurelio, le tomó los últimos diez años de su vída escribir las meditaciones, mientras guerreaba por diversas comarcas del Imperio. Estas cualidades personales que el emperador escribió en griego (puesto que el griego era la lengua de la formación y de la firmeza, a pesar de los vigores imponentes de Cicerón y Séneca para que el latín se convirtiese aún en lengua filosófica), tenían el objeto de recordarle las apotegmas fundamentes del aguante -especialmente los de Epícteto, al que referencia continuamente - de ayudarle a aplicarlas en su vída diaria. Los hypomnemata (puesto que ése era el extremo griego por el que se conocían este tipo de escritos) no estaban encaminados a ser publicados siquiera leídos por otras personas, y no eran otra cosa más que un género de “cuadernos de ejercicios”, el legado de un ejercicio inocente proseguido que este principiante de filósofo mantuvo consigo mismo durante rebosantes años. De ahí su atributo unilateral, aforístico, que se desprende del volumen.









Los filósofos como Séneca, Epícteto o Marco Aurelio, en contra de lo que se nos enseñado, no eran personalidades mustias, pesimistas y deprimentes, sino grandes conocedores del sentimentalismo humano que utilizaban unas estructuras pudientes (que entonces se consideraban filosóficas empero que suelen llamarse psicológicas) para arreglar los portes más negativos de la vivacidad cotidiana –la ansiedad, la frustración o los celos, etc.– y encaminarse así a una historia más plena y satisfactoria. Así que se puede descubrir el último vademécum de autoyuda que más se esté vendiendo hoy o disfrutar con un culto de la reflexión que de ningún modo pasará de moda.

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Descarga libro Sobre la felicidad de Lucio Anneo Séneca

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Lucio Anneo Séneca (Latín: Lucius Annæus Seneca), llamado Séneca el Joven (4 a. C. – 65) fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue Cuestor, Pretor, Senador del Imperio Romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de Ministro, tutor y consejero del emperador Nerón. Séneca destacó tanto como pensador e intelectual, así como político. 


Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana durante la era imperial, como uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados, siendo foco de múltiples enemistades y benefactores, a causa de este extraordinario prestigio. De tendencias moralistas, Séneca ha pasado a la historia como el máximo representante del estoicismo romano, en una etapa tan turbulenta, amoral y anti ética como lo fue la plena decadencia imperial, de la etapa que vivió, estoicismo y moralismo que al final, lo llevaron a acabar con su propia vida.

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Descarga desobediencia civil de Thoreau


Thoreau: Desobediencia civil y otros escritos.
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La desobediencia civil es el título de una conferencia escrita por Henry David Thoreau que se publicó en 1848. En este escrito Thoreau explica los principios básicos de la desobediencia civil que él mismo puso en práctica: en el verano de 1846 se negó a pagar sus impuestos por lo que fue detenido y encerrado en la prisión de Concord. Él se justificó explicando que se negaba a colaborar con un Estado que mantenía el régimen de esclavitud y emprendía guerras injustificadas, en aquel caso concreto contra México.

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Henry Bergson - La Risa gratis en formato .epub

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Dotado de un estilo agudo y penetrante que llegó a valerle el Premio Nobel de Literatura en 1927, Henri Bergson es uno de los filósofos fundamentales del siglo xx. Sus concepciones teóricas descansan sobre la idea central de que la experiencia se manifiesta bajo dos aspectos diferentes: de una parte, en forma de hechos situad os en el espacio, cuyo estudio constituye el dominio propio de la ciencia; de otra, como intuición de la pura duración, cuyo método es la filosofía. Los tres ensayos en torno a la comicidad que integran LA RISA constituyen seguramente su obra más popular, así como una muestra inmejorable de su pensamiento. En ella ofrece una definición del problema de lo cómico en la vida humana que se ha convertido en un clásico.

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La Ética no sirve para nada

La Ética no sirve para nada.
Este escrito pretende dar respuesta a la recurrente pregunta ¿Para qué sirve la ética? despojando al concepto de sus tópicos y del pesado lastre utilitarista –incluso, mercantilista– que, en opinión del autor, erróneamente le acompaña.

En la mayoría de foros de debate, publicaciones y obras literarias de ámbito filosófico, resulta frecuente encontrarse con profundas disquisiciones de este tipo referidas tanto a la ética como a la propia filosofía, intentando justificar la bondad del concepto con un enfoque práctico y utilitarista que los acerque a los comunes mortales, alejados en su atribulado día-a-día de abstracciones teóricas absolutamente improductivas. A esta situación de hecho, asumida como normal –por su «normalidad», no por su oportunidad–, se ha venido a sumar el descubrimiento de un libro (editorial Paidós) de Adela Cortina Orts, catedrática de Ética y Filosofía Política, de reciente aparición –el cual debo reconocer todavía no he leído– cuyo título es ¿Para qué sirve realmente la ética? Ni que decir tiene que no pretendemos hacer una crítica al libro, sino a su título, el cual plantea una cuestión errónea de base, a la que, en mi opinión, no cabe otra respuesta que la expresada por el título de este escrito. Se trata, pues, de una confrontación de títulos: pregunta y respuesta. Y para ello nos apoyaremos en la ficha técnica y sinopsis que se pueden encontrar en Internet:
En este libro, Adela Cortina nos recuerda que “si no tomamos nota de lo cara que sale la falta de ética, en dinero y en dolor… El coste de la inmoralidad seguirá siendo imparable. Y, aunque suene a tópico, seguirán pagándolo sobre todo los más débiles”.
Efectivamente, esta época nos depara demasiados ejemplos de las consecuencias de la falta de ética en las conductas de muchas personas con responsabilidades políticas y sociales. Y es preciso recordar que la ética “sirve”, entre otras cosas, para abaratar costes en dinero y sufrimiento en aquello que está en nuestras manos lograr, en aquello que sí depende de nosotros. Y también para aprender, entre otras muchas cosas, que es más prudente cooperar que buscar el máximo beneficio individual caiga quien caiga.
Ninguna sociedad puede funcionar si sus miembros no mantienen una actitud ética. Ni ningún país puede salir de la crisis si las conductas antiéticas de sus ciudadanos y políticos siguen proliferando con toda impunidad. Este libro nos recuerda que ahora, más que nunca, necesitamos la ética.
Y también con esta cita textual donde la autora da respuesta parcial al enigma planteado (extraída del propio libro, también disponible en el enlace):
La ética sirve, entre otras cosas, para recordar que es una obligación ahorrar sufrimiento y gasto haciendo bien lo que sí está en nuestras manos, como también invertir en lo que vale la pena.
No se puede encontrar mejor ejemplo del compendio de tópicos asociados habitualmente al término, destacando en especial las referencias a la «falta de ética», la «actitud ética» y las «conductas antiéticas».

Mas allá del exótico, benéfico y un tanto estrafalario efecto colateral de servir para «invertir en lo que vale la pena», el error principal del planteamiento reside en la valoración. Cuando se utilizan comparativos se da por supuesto la existencia de un valor patrón absoluto y universal respecto al cual medir, en este caso, el comportamiento personal. Sólo de esta forma se puede hablar de déficit, de normalidad o de superávit. Si aceptamos que la ética es la colección de atributos personales e intransferibles determinados por el comportamiento –por los actos– del individuo, deberemos aceptar que todos tenemos «nuestra» ética y que ésta «es la que es» y que servir, lo que se dice servir, sólo le sirve al individuo. Y si no que se lo pregunten a Al Capone o a algún imputado por corrupción del que, de acuerdo con mi ética –por lo de la presunción de inocencia–, me abstengo de dar el nombre.  

Por lo tanto, no se puede hablar de ética colectiva, excepción hecha de las normas éticas profesionales (médicos, abogados, jueces, etc.) que no hacen otra cosa que establecer el patrón de medida individual en el entorno restringido de su actividad. Por lo tanto, en estos casos, resultaría aceptable hablar de un comportamiento «poco ético» de los miembros de estos colectivos «regulados» y siempre, a título personal.

Pero... ¿y el resto de los mortales? ¿Existe un patrón de medida universal y objetivo? No. Es particular y subjetivo. Y se llama «moral», que se complementa con su desarrollo regulador en forma de Leyes, Reglamentos y Normas, las cuales, en el mejor de los mundos –¿dónde?–, no deberían vulnerar la «moral» al uso. Y la moral es algo tremendamente dinámico, ya que es el reflejo estadístico de la «normalidad» del colectivo y se ve afectada por múltiples factores, por ejemplo, la evolución de la tecnología, la globalización y, en último término, por sus propias costumbres, en una realimentación perpetua. Las pruebas las tenemos a la vista diariamente: burkas, ablación de clítoris, lapidaciones, etc. etc. ¿son antiéticas estas conductas? ¿O, simplemente, no nos gustan? ¿Cuál es y dónde se encuentra el patrón universal?

A la vista de estas reflexiones, una frase como «ninguna sociedad puede funcionar si sus miembros no mantienen una actitud ética» merece, como poco, ser tachada de «superficial». Y no digamos el pretendido efecto de una conducta ética: «abaratar costes en dinero y sufrimiento».

 Por terminar: la ética –en sí misma– no sirve para nada. La ética no «se necesita», porque siempre «se tiene». Es consustancial al ser humano y, afortunadamente, no somos clones. Pero esto no es óbice para no reconocer que la moral colectiva puede ser considerada un ascendiente de la ética personal y viceversa. Una sociedad que a través de los medios y de la praxis diaria asiste a la trivialización –o generalización– de la corrupción o de la violencia no es la mejor candidata para generar comportamientos excepcionales –ángeles, cisnes negros o perros verdes– que difieran de la «normalidad» estadística. Solamente mediante la mejora de la «normalidad», es decir, de la moral colectiva, se podrá mejorar el comportamiento de cada individuo, el cual, a su vez, es quien conforma la «normalidad». La pescadilla que se muerde la cola.

Difícil problema, no resoluble con la pretendida «utilidad» de la ética. Se me antoja que los tiros van por la asunción de nuestra importante cuota de responsabilidad individual en todo los que nos sucede. Por abandonar el mimetismo. Por dejar de quejarnos y de esperar que nos lo den todo hecho. Por dejar de ser rebaño y volver a ser individuo. Esto redundará en una mejor «moral» colectiva y, con suerte, con mejores comportamientos individuales, es decir, con una ética ni mejor ni peor, simplemente más ajustada al patrón. Difícil, en suma.

"The Kid"

"The Kid".
Quisiera hacer un breve homenaje a uno de los mejores cineastas de todos los tiempos: Charles Chaplin. De este modo, me gustaría recordar su primer largometraje, "The Kid", y así esbozar el papel que juega el arte en la crítica filosófica.


"The Kid" es el primer largometraje del magnífico cineasta Charles Chaplin. Una verdadera joya del séptimo arte donde, en menos de una hora, Chaplin nos hace oscilar entre la comedia y el drama. Tal vez la maestría del film radique en que, concebida primigeniamente como una comedia, llega a emocionar al espectador.

A través de una majestuosa narración, se nos cuenta la historia de un bebé abandonado que es encontrado por un vagabundo (Chaplin), el cual -a partir de ese momento- se hace cargo de él; ambos utilizan (una vez crecido el bebé) las técnicas más antiguas de la picaresca con el único objeto de sobrevivir en un frío y crudo mundo que no deja espacio para la solidaridad social. El director retrata la situación de la sociedad de su tiempo. No hay aquí elementos shakesperianos, mas sí un lenguaje cinematográfico, sumamente cuidado y limpio, que esconde una feroz crítica al sistema capitalista. Lo cierto es que la obra guarda cierta relación con la vida personal de Chaplin (recordemos que fue abandonado por su padre), no obstante la película es más bien una alegoría que sirve para representar cierto tipo de crítica social.

La puesta en escena del film recuerda -y mucho- a los relatos de Charles Dickens y de Mark Twain. Las vestimentas así como los decorados encajan perfectamente en el contexto de la obra. De la mano del propio Chaplin (actor, productor y director del film) nos adentramos en los comienzos de la Europa del siglo XX, dominada por el capitalismo industrial (muy característico es la presencia de obreros y grandes fabricas).

No quisiera revelar nada más acerca del argumento de la película, como tampoco anticipar las imágenes más espectaculares y memorables. Por eso, invito al lector a acercase él mismo a este genio del cine. Chaplin es, probablemente, el mejor artista visual de la historia del cine. Al menos a mi juicio, ya que nunca antes había experimentado tantas cosas con tan pocas palabras. En Chaplin vemos cómo el arte tiene una función muy clara: la crítica. Y tal vez lo más hermoso es la expresión que esa crítica toma. Aparentemente sólo hay expresión, sin embargo el fondo esconde una profunda inquietud humana. Eso, y no otra cosa, debe ser el arte.

Gracias, Charles Chaplin.

"El Criticón" o pesimismo antropológico en el barroco


"El Criticón" o pesimismo antropológico en el barroco
El siguiente post tiene el objetivo básico de hacer una reseña crítica de una de las obras más importantes de Baltasar Gracián, a saber, El Criticón. No voy a hacer una exposición densa de su obra, sino, simplemente, tocar algunos temas que considero interesantes para acercarnos un poco a este coloso del pensamiento español..


Antes de hablar sobre el tema de mi exposición, me gustaría precisar y contextualizar mi trabajo haciendo unas mínimas referencias a lo que -considero- son las claves importantes del pensamiento graciano en el contexto del Barroco. El Criticón es la alegoría que sirve de representación de las edades de la vida humana (concretamente, el libro se divide en tres partes, es decir, tres edades) pero de una forma narrada que hace más fácil su lectura. En este marco, y en consonancia con una más que plausible interpretación del Barroco, Gracián mezcla subgéneros literarios, convirtiéndose en uno de los máximos exponentes del Barroco. Muchos han querido ver en Gracián una crítica a las costumbres y al momento de su época; y, aunque busque corrección, parece que no es ésta la finalidad. Otros intérpretes, más bien, han querido ver semejanzas o parecidos con el Quijote del maestro Cervantes: sentar las bases de las buenas costumbres, más que criticarlas como tal. En cualquier caso, y antes de plantear mi reseña propiamente hablando, hay tres puntos que son, a mi juicio, fundamentales para entender el pensamiento graciano. Dichos tres puntos son los siguientes:


a) Pesimismo como reflejo de la época barroca.

b) Finalidad didáctica: pretende dotar a las personas de recursos que les permitan defenderse socialmente.

c) Su lenguaje es plenamente conceptista: busca la agudeza del concepto y la concisión.

Contextualizada la obra en un marco considero que suficiente, voy a dilucidar sobre una problemática que hay en El Criticón de nuestro autor: la problemática en torno a la visión que el propio Gracián tiene del hombre. El hombre es un ser maravilloso, pero muy complejo, como nos han enseñado los sabios, dice Gracián. El Criticón nos enseña lo que cuesta hacerse hombre, pues éste es gran cosa, pero también un gran “desconcertador de mundos”. El hombre nace bárbaro y se humaniza por medio de la cultura para cultivarse a sí mismo. En El Criticón se plantea la necesidad de la reforma de ese hombre desconcertante.

El ser humano porta y soporta lo irracional, lo oscuro. Es necesario que la razón penetre en todo lo indefinible y movedizo que encierra la vida humana. ¿Cómo llevar a cabo este proceso del que hablamos? Por medio de la ironía, la sátira, la fábula y, en general, por medio de la literatura. He aquí una de las “peculiaridades” del denominado pensamiento español; su vehículo no es el propio de la filosofía, sino que busca otras vías más cercanas a la literatura, el arte, etc. Gracián es un pensador plástico, filósofo y poeta al mismo tiempo, que propone, de algún u otro modo, una filosofía terapéutica. Gracián se da cuenta de que, sin los buenos modos, no se puede transparentar el ser. En este “mundo inmundo”, lo único que puede hacer el hombre es perfeccionarse interiormente, pues la realidad cambia y fluctúa constantemente, no habiendo un punto fijo al que agarrarse. El hombre está en tensión con el mundo, hay una lucha entre apariencia y realidad, de ahí que la vida humana sea, para nuestro autor, un proceso de maduración.

Por otro lado, creo que en El Criticón hay un reflejo del pesimismo barroco. El hombre vive engañado, y cuando empiezan a desengañarse, tristemente, muere. En este sentido, El Criticón no es una simple obra literaria más, sino que implica un nuevo nivel de reflexión que intenta dar una respuesta a la tan difícil pregunta por el sentido y propone, más o menos sistemáticamente, un modelo de conducta moral. En cualquier caso, vemos como en Gracián, al igual que en todos los grandes autores de la historia, se repite el mismo problema: el sentido de la existencia humana. Al final hallamos en la obra una mirada amarga y desolada. No es de extrañar que Arthur Schopenhauer la calificara como la mejor obra de todos los tiempos, pues está en consonancia con su visión pesimista de la condición humana.

Para concluir, me gustaría citar uno de los pasajes de El Criticón, en el que se recoge una reflexión sublime sobre el acontecer del hombre: "Eternízanse los grandes hombres en la memoria de los venideros, mas los comunes yacen sepultados en el desprecio de los presentes y en poco reparo de los que vendrán. Así que son eternos los héroes y los varones eminentes e inmortales. Éste es el único y eficaz remedio contra la muerte. Seguidme, que hoy intento trasladaros de la Casa de la Muerte al Palacio de la Vida, de esta región de horrores, del silencio, a los honores de la fama.” (El Criticón III. Crisis XII. Pág. 995).

Escrito de Daniel Peres Díaz / Twitter:  @Daniel_peres21 / email: danielperes20@gmail.com

Darwilandia , una crítica al Darwinismo social.

Enrique Morata es el autor de "Darwilandia" y desde hoy nuevo colaborador, en adelante nos mostrara pequeños escritos y recortes explicativos de sus libros en Microfilosofia.com.

En esta primera entrada se muestra solo un resumen enviado por el autor, puedes comprar el libro en papel o descargartelo gratuitamente en PDF en Darwilandia - Enrique Morata.

En "Darwinlandia", se critica al darwinismo social vulgar y al darwinismo como  una teoría no científica sino política y de ultraderecha. A diferencia del creacionismo bíblico que se empecina en atacar al darwinismo por razones religiosas, nosotros atacamos al darwinismo por razones sociales, porque está en la base del capitalismo salvaje y porque es una teoría científica ya atrasada respecto a lo que nos está explicando ahora mismo la genética, según la cual no cococemos todavía los miles de factores que se dieron para que apareciera la vida y el hombre en este planeta  y para que se dieran las mutaciones en los genes y en el ADN.

Además algunos genetistas actuales siguen creyendo que la selección natural darwiniana sigue teneindo un papel en la "evolución " de los genes mientras que otros genetistas creen que la selección natural nunca ha tenido ningún papel en ninguna evolución y que solamente ha servido para que los seres vivos más fuertes o poderosos vivieran mejor al apropiarse de las mejores condiciones de vida, la mejor comida, los mejores refugios y las mejores hembras, sin que transmitieran gracias a ello ninguna característica primaria a sus descendientes, sino solamente características secundarias provenientes de su mejor calidad de vida.