Mostrando entradas con la etiqueta Platón. Mostrar todas las entradas

Platón sobre Ciencia y Deseo en La República

Platón explorando la ciencia y el deseo en La República, con elementos filosóficos del alma y la razón



En este pasaje de "La República" de Platón, se explora la naturaleza de la ciencia y el deseo, estableciendo una distinción entre lo universal y lo particular. Platón argumenta que cada ciencia se define por su objeto específico, como la arquitectura por la construcción de casas, y que esta especificidad también se aplica a los deseos humanos, como la sed, que es deseo de beber. A través de un diálogo, se desglosa cómo el alma humana puede estar dividida en partes que razonan y partes que desean, mostrando cómo estas pueden entrar en conflicto, lo que lleva a una discusión sobre la estructura tripartita del alma: la parte racional, la apetitiva, y la irascible. Este análisis no solo profundiza en la filosofía de la mente y la ética, sino que también ofrece una visión de cómo la razón y el deseo interactúan en la búsqueda de la virtud y el conocimiento.

Diálogo de Platón en "La republica"

- La ciencia en cuanto tal es ciencia de lo que se aprende en tanto tal, o bien de esto o aquello que debe ser referido a la ciencia. Pero una ciencia determinada lo es de algo determinado. Quiero decir lo siguiente: Cuando se ha generado una ciencia de la construcción de casas, esta se ha distinguido de las demás ciencias y ha debido ser llamada 'arquitectura'. - Ciertamente. - ¿Ves que esto no ocurre por ser de una índole determinada, distinta a todas las demás? - Sí. - Y cuando se ha generado de una índole determinada, ¿no ha sido por ser ciencia de algo determinado? ¿Y no es así con las demás artes y ciencias? - Así es. - Dime ahora si has comprendido lo que quería decir hace un momento: todas las cosas que están referidas a otras, si lo están sólo en sí mismas, están referidas sólo a esas otras cosas en sí mismas; en cambio, si están referidas a otras cosas determinadas, ellas mismas están determinadas. Y con esto no quiero decir que, tal como sean esas otras cosas, así sean aquellas a las cuales las otras están referidas, por ejemplo, que la ciencia de la salud y de la enfermedad sea sana y enferma, o que la de los males y de los bienes sea mala y buena. Lo que quiero decir es que, cuando una ciencia llega a ser ciencia no del objeto de la ciencia en sí misma sino de algo determinado -como es la salud y la enfermedad-, sucede que ella misma llega a ser determinada, y esto impide desde entonces llamarla simplemente 'ciencia', sino que hay que añadirle el nombre de algo determinado a lo que está referida, y llamarla así 'ciencia médica'. - Ahora he comprendido, y creo que es como dices. - En cuanto a la sed, ¿no la colocarás entre las cosas que se refieren a otra? Porque sin duda es sed de algo. - Sí, de la bebida. - Y dado que hay bebida de tal o cual índole, habrá también sed de tal o cual índole. Ahora bien, la sed en tanto tal no es sed de mucha o poca bebida, ni de bebidas de buena o mala clase, en una palabra, una sed determinada, sino que la sed en tanto tal es por naturaleza simple sed de la bebida en cuanto tal. - En un todo de acuerdo. - Por consiguiente, el alma del sediento, en la medida que tiene sed, no quiere otra cosa que beber, y es a esto a lo que aspira y a lo cual dirige su ímpetu. - Evidentemente. - En tal caso, si en ese momento algo impulsa al alma sedienta en otra dirección, habría en ella algo distinto de lo que le hace tener sed y que la lleva a beber como una fiera. Pues ya dijimos que la misma cosa no obraría en forma contraria a la misma parte de sí misma, respecto de sí misma y al mismo tiempo. - No, en efecto. - Del mismo modo, creo que no sería correcto decir que las manos del mismo arquero rechazan y a la vez atraen hacia sí el arco, sino que una es la mano que lo rechaza y la otra la que lo atrae hacia sí. - Con toda seguridad. - Pero podemos decir que hay algunos que tienen sed y no quieren beber. - Sí, a menudo y mucha gente. - ¿Y qué cabría decir acerca de ella? ¿No será que en su alma hay algo que la insta a beber y que hay también algo que se opone, algo distinto a lo primero y que prevalece sobre aquello? - Así me parece a mí también. - Pues bien, lo que se opone a tales cosas es generado, cada vez que se genera, por el razonamiento, mientras que los impulsos e ímpetus sobrevienen por obra de las afecciones y de las enfermedades. - Parece que sí. - Pues no sería infundadamente que las juzgaríamos como dos cosas distintas entre sí. Aquella por la cual el alma razona la denominaremos 'raciocinio', mientras que aquella por la que el alma ama, tiene hambre y sed y es excitada por todos los demás apetitos es la irracional y apetitiva, amiga de algunas satisfacciones sensuales y de los placeres en general. - Sería natural, por el contrario, que las juzgáramos así. - Tengamos, pues, por delimitadas estas dos especies que habitan en el alma. En cuanto a la fogosidad, aquello por lo cual nos enardecemos, ¿es una tercera especie, o bien es semejante por naturaleza a alguna de las otras dos? - Tal vez sea semejante a la apetitiva. - Sin embargo, yo creo en algo que he escuchado cierta vez; Leontio, hijo de Aglayón, subía del Pireo bajo la parte externa del muro boreal, cuando percibió unos cadáveres que yacían junto al verdugo público. Experimentó el deseo de mirarlos, pero a la vez sintió una repugnancia que lo apartaba de allí, y durante unos momentos se debatió interiormente y se cubrió el rostro. Finalmente, vencido por su deseo, con los ojos desmesuradamente abiertos corrió hacia los cadáveres y gritó: - ¡Mirad, malditos, satisfaced con tan bello espectáculo... - También yo lo he oído contar. - Este relato significa que a veces la cólera combate contra los deseos, mostrándose como dos cosas distintas.

La presencia virtual

Realidad e interpretación en las redes

Imagen resumen de: Realidad e interpretación en redes


El ciberespacio: ¿evasión de la realidad o más bien una nueva versión de lo real?

El hombre es un dios cuando sueña
y un mendigo cuando reflexiona.
F. Holderlin.

Tal vez esta vida ausente que llevamos, donde lo virtual le gana terreno a la realidad, no esté tan mal, en el fondo. Perdemos una dimensión, sí, pero ganamos otra. Quizá no estemos muy presentes en el lugar donde estamos, pero las fotos y los comentarios que colgamos sobre él construyen otro que se le parece. ¿No es eso, para bien o para mal, lo que hemos hecho siempre? Creamos nuestro propio mundo imaginario construido con nuestras percepciones, nuestras impresiones, nuestras expectativas… y nos desenvolvemos en él como si fuera real. En ese juego del “como si…” reside el sentido, que es completo en sí mismo, y nos queda más cerca que la siempre fragmentaria realidad.
Muchas veces, cuando voy de excursión, me descubro a mí mismo contemplando, en lugar de los bosques, los riscos o las flores, estampas para fotos interesantes. ¿Me aíslo del paisaje, o más bien lo estoy recreando? La pasión fotográfica limita, sí, mi presencia en la naturaleza, la recorta por los límites de un determinado encuadre. Pero, ¿no demostró Kant que es siempre así nuestra aproximación a las cosas?
¿Quién puede abarcar la infinitud de un lugar, de un solo instante? Vemos lo que queremos (o lo que no queremos) ver, vemos lo que sabemos ver. Con ese concepto (encuadre o marco, "frame"), es como algunos estudiosos denominan nuestra peculiar ordenación de las percepciones: todo nos llega a través de nuestros marcos personales. Es el modo de hacer las cosas nuestras, de adentrarnos en ellas, de incorporarlas a nuestra particular construcción del mundo. Un mundo al que accedemos haciéndolo propio, con la esperanza de que la versión de él que concibe nuestra mente no se aleje demasiado del modelo que suponemos existe “ahí fuera”. Los ignorantes y los locos, ¿son exiliados del mundo o de la visión que se admite convencionalmente sobre él?
¿Acaso no estamos todos un poco locos? ¿Acaso no somos todos ignorantes? Aprender es, quiere ser, afinar nuestra visión para que gane en fidelidad a lo real. “Alta fidelidad”: nuestras pantallas ganan en precisión, nuestros altavoces reproducen con exactitud los sonidos originales. La tecnología es un mundo que imita al mundo cada vez mejor. Pero la mente no imita: interpreta. Imprime significado. Lo que vemos en la pared de la caverna platónica no son sombras, sino proyecciones. 

Antes, los viajeros escribían cartas o postales, pintaban cuadros o se llevaban objetos de recuerdo para adornar sus salones. Bartolomé de las Casas retrató la crueldad de los conquistadores. Montaigne glosó sus viajes como ejemplo de la diversidad de modos de vida. Darwin siguió una larga tradición de expediciones científicas, y de sus notas y sus dibujos surgiría un giro copernicano para la biología. Montesquieu imitó el epistolario del viajero en sus Cartas persas, y Cadalso le imitó a él en sus Cartas marruecas. Los diarios de viaje integran un verdadero género literario, que no busca tanto retratar lo que se ve como las impresiones de uno ante lo que ve.
También hoy usamos los lugares que visitamos para encontrar en ellos algo de nosotros. Por eso les hacemos fotos, los grabamos en vídeo, los narramos por escrito, con la intención de apropiarnos de ellos, además de hacerlos perdurar en la memoria y atenuar así la insoportable levedad del ser. Pero lo que no se comunica es como si no existiera, es como si nos perteneciera menos. Nuestro mundo interior anhela verterse en el exterior. Por eso lo exponemos todo en ese gran escaparate de la vida (tal como la queremos enseñar) que es internet. Allí lo encontrarán, sin duda, muchas más personas que las que verían un álbum que guardamos en casa, y cientos, tal vez miles de “amigos” desconocidos conocerán nuestras impresiones en blogs o webs, en Twitter o en Facebook, y quizá nos dejen sus opiniones como estelas congeladas de su paso…
Porque en internet todo queda (y quizá más tiempo que nosotros). Es cierto que, a la vez, todo pasa, arrastrado bajo el imparable aluvión de la permanente novedad, pero, ¿no fue siempre así? Lo único que ha hecho la tecnología ha sido intensificar lo que ya sucedía: acelera el tiempo (nuestro testimonio es inmediato, y a la vez se disipa casi al instante), multiplica la cantidad al infinito (y comunicamos más y a más, pero al mismo tiempo nuestros mensajes se arrumban en el gigantesco depósito de remotos almacenes de información). Si todo eso desborda nuestra medida es porque ha alcanzado la medida de nuestra imaginación: el Big Data es ya una monstruosa avalancha de información que nos engulle si pretendemos abarcarla.

Confieso que a mí Facebook no me gusta. Me incomoda ir dejando cada día huellas de mi rastro vital, y estar pendiente de lo que hacen los otros. Quizá simplemente me aburra, o no me guste porque soy un solitario (también cibernético), y en tal caso no puedo reprocharle nada. Pero de entrada me parece que consume buena parte del tiempo libre, y se lo escatima a la presencia.
Sin embargo, a veces me pregunto si no se tratará, más bien, de otro tipo de presencia. Porque no deja de ser un modo de acompañarnos, de saber unos de otros, de escabullirnos un poco del aislamiento que nos impone la sociedad de la producción. Mejor Facebook, supongo, que ver la televisión, aunque a veces parezca que es como una televisión que habla de gente conocida. Mejor Facebook, a veces, que estar solo, aunque estemos solos cuando entramos en él, aunque consista en una vida postiza. Porque hay presencias que parecen virtuales, y virtualidades que quizá tengan más solidez que algunas presencias. Claro que nada podrá sustituir al gesto, a la mirada, al contacto físico, pero es evidente que no se trata de sustituir, sino de complementar, incluso de interpretar, como las cartas y los libros, como las fotos y los diarios.
Siempre hemos vivido en un mundo paralelo: el de nuestras fantasías, nuestros temores y nuestras esperanzas. Ahora lo hemos hecho más rápido y más grande. Si eso acaba arrastrando nuestra vida, y convirtiéndola en “líquida”, como reflexiona Zygmunt Bauman, tal vez sea porque no queremos estar en ella, porque no nos atrevemos a quedarnos y preferimos correr y correr, ciberesfera adentro… La vida ya era ilusión, a veces feliz y otras terrible. Allá donde vayamos (también en internet) no encontraremos más que nuestros ángeles y nuestros demonios. Esos son nuestros testimonios de viaje. Ni más ni menos.

¿De dónde salen las ideas?

Suponiendo que alguien solicita que las personas recomienden un libro que haya tenido un impacto en su forma de pensar, no debería ser inesperado que surjan disputas filosóficas en unos textos de filósofos famosos más que en otros. A fin de cuentas, los sabios deberían ser "parientes de los grandes pensamientos". Sea como fuere, por lo general imaginamos que estos eruditos comienzan sin preparación, tal vez reflexionando en una habitación cerrada y cálida, como hizo popular el popular René Descartes. Sin embargo, eso no es exactamente correcto. De hecho, los sabios, al igual que la mayoría de nosotros, muchas veces están siguiendo algo que les dijeron o leyeron anteriormente.

Tomemos como ejemplo a Platón. Sus composiciones han sido retratadas apropiadamente como el punto de partida desde el que todos los razonamientos resultantes son solo "comentarios", pero el propio Platón quedó claramente impactado por su lectura minuciosa de figuras como Pitágoras. De hecho, los personajes de los libros de Platón a veces están decididos a demostrar que las hipótesis que expresan no son las del propio Platón, sino más bien esbozos de los pensamientos de otras figuras notables, contra las cuales Platón utiliza a Sócrates como contraste.


Wittgenstein piensa a Sterne

Sterne, libro




Sea como fuere, para ver más profundamente la forma en que los libros influyen en otros libros, deberíamos mirar con más atención a los potencialmente más populares (si bien de ninguna manera son los más inteligentes, por no mencionar los más útiles) sobre el gran lógico del siglo XX, el impredecible austriaco Ludwig Wittgenstein.

Wittgenstein distribuyó un solo libro a lo largo de su vida, llamado confusamente Tractatus Logico-Philosophicus. Sin embargo, el segundo libro de Wittgenstein, distribuido después de su muerte, Investigaciones filosóficas, es bastante mejor y más fascinante para mí. Este trabajo posterior, sin duda, fue suscitado de manera significativa por otro texto, el registro del sacerdote irlandés Laurence Sterne de La vida y opiniones de Tristram Shandy, que fue escrito en nueve partes, y la principal aparece hace bastante tiempo en 1759.

Respetado, sí; sin embargo, este no es el tipo de libro que uno esperaría impactar a un sabio sincero, incluso monomaníaco, como Wittgenstein. A fin de cuentas, Tristram Shandy no es, según todos los indicios, un libro serio. No es, claramente, un trabajo de teoría. Tal vez sea una parodia prolongada de lo que generalmente se presenta como la colección de memorias de la existencia de un modesto ministro que vive en el norte de Gran Bretaña.

Aparentemente, el libro es el triste retrato que hace Tristram de episodios clave de su existencia cotidiana, desde el momento en que, siendo un bebé, la ventana de la banda cayó sobre él, casualmente circuncidándolo ("'No fue nada, no perdí ni dos gotas de sangre miles sufren por decisión propia, lo que yo hice sin querer"), al desprecio de su padre por su escolaridad en virtud de su promesa de escribir inicialmente un libro para enmarcar bajo el cual se enseñaría Tristram. Y siempre uno de los chistes centrales de la novela es que, básicamente, Istram no puede encontrarle sentido a nada, por lo que debería hacer redirecciones ilustrativas para encontrar un contexto y variedad en su historia, hasta el punto de que llega hasta el Volumen III antes de que descubra cómo intentar especificar su propia introducción al mundo.

Wittgenstein amaba tanto a Tristram Shandy que continuamente aludía a él, y sus colegas lo revisan afirmando haberlo repetido varias veces. Maurice O'Connor Drury, especialista y fiel partidario, por ejemplo, señala en su libro Discusiones con Wittgenstein (2002), que el elogiado racionalista le dijo una vez: "Actualmente, un libro que me gusta mucho es Tristram Shandy de Sterne. Es uno de mis libros número preferidos."

El lugar de Wittgenstein en el modo de pensar lógico del siglo XX (1996), el profesor de inglés Peter Programmer, considerado uno de los expertos clave en el trabajo de Wittgenstein, ve que "aunque los exámenes están escritos en pocas palabras y con frecuencia están obviamente separados los comentarios, a pesar de que la mayor parte del tiempo salta de un tema a otro sin mostrar las explicaciones detrás de cambios tan inesperados, y a pesar de que a muchos lectores les ha parecido una forma de pensar que disfruta de la ausencia sistemática, es de hecho... un trabajo excepcionalmente eficiente, coordinado, en todo excepto en una descuidada variedad de aspectos." Lo mismo podría decirse de Tristram Shandy, a pesar de que el autor, como prácticamente todos los especialistas de Wittgenstein, no establece la conexión. Sin embargo, en aquel momento, como digo, Sterne no era un pensador.

La obligación de Wittgenstein -y posteriormente de gran parte del razonamiento actual en inglés- con la entretenida novela de Laurence Sterne es, sin embargo, excepcional, ya que parece imprevista. El impacto principal es expresivo; En cualquier caso, su estilo ofrece mejores enfoques para ver los problemas. Wittgenstein localizó la motivación en las persistentes desviaciones que frustran el relato de la historia de Shandy, así como en la forma en que Sterne juega con las palabras, incitando frecuentemente al lector a explicar las numerosas formas en que pueden utilizarse. A veces, las palabras de Sterne son un registro directo o una discusión, pero en otros momentos guían más allá del texto y obligan al lector a reconsiderar de la nada lo que ha precedido. Gran parte del humor reside en estos cambios de punto de vista tan significativos.

En el ámbito del razonamiento, Wittgenstein es elogiado por sus "juegos de lenguaje"; Sin embargo, la ronda principal, sin duda la innovación del juego, obviamente tiene un lugar en Sterne. Además, la misma vivacidad que impulsa a Sterne a utilizar trucos y estrategias tipográficas, como pinceladas, corridas, páginas claras y, sorprendentemente, una página oscura, regresa en el libro de Wittgenstein como ilustraciones fascinantes, incluido el popular garabato de un pato que puede ser un conejito dependiendo de lo que estés pensando mientras lo miras. De la misma manera, tanto Sterne como Wittgenstein piden "apoyo y reacción de los lectores". O, por otro lado, como dice Wittgenstein en el Preludio a los Exámenes Filosóficos: "En general, no aprobaría mi composición para ahorrarles a las personas la dificultad de razonar. Pero, si es posible, animar a alguien a contemplar sus propias reflexiones". ".

En un nuevo registro del razonamiento de Wittgenstein para el New York Survey of Books, el académico canadiense Ian Hacking dice: "en la forma de pensar posterior, Wittgenstein llegó a ver que el lenguaje no es una disposición sólida de representaciones para visualizar la realidad. "Las partes del grupo se cruzan y convergen libremente. Una gran parte de ellas no se utilizan para abordar nada. Se nos pide que echemos un vistazo a pequeñas cantidades de habla genuina o desarrollada para ver qué acción no lingüística - qué entorno social o uso - Debería ir con cada uno para comprobarlo". Esto es válido para algunos libros, y es precisamente la forma en que Sterne compone también.

Esencialmente, Beth Savickey indica una asociación en Craft of Examination de Wittgenstein (1999). Ella distingue componentes clave en la obra de Wittgenstein que son más artísticos que filosóficos, por no decir “legítimos”, y dice: "Las composiciones posteriores de Wittgenstein son, tal vez, las principales composiciones filosóficas realmente del siglo XX que tenemos". Están descritas por una persona participativa, el "cultivo de un sentido colectivo, la convergencia del momento actual y la redundancia de los procedimientos sintácticos", todo lo cual es profundamente shandyiano. Savickey ve a Wittgenstein siguiendo enérgicamente a Sterne en sus investigaciones sobre "las cualidades e impedimentos del lenguaje textualizado"; sin embargo, considerando todo, ve solo una conexión superficial entre los dos ensayistas. Por otra parte, garantiza a algunos otros estudiosos de la lengua alemana, desde Hegel y Schopenhauer o Marx y Nietzsche, como ensayistas cuya sospecha natural se vio directamente impactada por el comediante irlandés.

¡Tantos lógicos animados por una obra de humor indecente! Esto parece exagerado, pero sin duda tiene dos puntos importantes: en primer lugar, que una variedad de libros pueden tener un impacto más allá de su público objetivo; y, en segundo lugar, que en algunos casos ese impacto puede ignorarse por completo.

Si te ha gustado este artículo, debo de recordarte que en mi libro "Filosofía autodidacta" busco lo mismo que Sterne: obligar al lector a que piense por sí mismo, con el deseo de que la filosofía contradictoria y humorística pueda ayudar a pensar por uno mismo.


No es Sí


Eso es lo maravilloso que a uno le sucede

cuando se inicia en el pensamiento, cuando enfoca

por sí mismas semejantes determinaciones: que cada

una de ellas se trueca en lo contrario de sí misma”

                                                                           Platón


Omni determinatio est negatio

                                  B. Spinoza





Lo positio y lo negativo


Decía Hegel que cuando los filósofos se explican acerca de un tema filosófico, necesariamente tienen que atenerse a sus ideas: “no pueden guardárselas en el bolsillo”. Después de que Platón concibiera y Aristóteles desarrollara el sistema absoluto de la lógica ontológica, se puede afirmar que nació el concepto de racionalidad propiamente dicha, es decir, de la razón en sentido estricto. Sobre sus bases firmes, los más importantes pensadores de la historia han contribuido, de algún modo, con su desarrollo y despliegue, incluso hasta más allá de sus límites generales, en los recodos del absurdo, a la sombra de su luz, allende las avenidas principales, en los opacos espejos de los lúgubres callejones del temor y la esperanza, cuando no del horror y la infamia. Fue en los diálogos Sofista, Filebo y Parmenides que Platón puso de manifiesto la profunda contradictoriedad que le es inmanente al ser, dejando la puerta abierta para que, más tarde, su discípulo Aristóteles la tematizara en profundidad, tanto en el tratado sobre los Analíticos como en la Metafísica. Lo que aún aparece indeterminado en el maestro se va haciendo determinado en el discípulo.


Pero la fe mueve montañas. Y, de hecho, la poderosa musculatura de pensamiento especulativo, dialéctico, desarrollado por Aristóteles, al quedar secuestrada y puesta al servicio de la teología filosofante, fue revestida con los ropones de la reflexión -“Magister dixit”-, la cual, como toda reflexión, reproduce dos imágenes, contracara la una de la otra, cada una de las cuales es fijada, puesta y colocada en un pedestal como el sí de “la verdad”, lo positivo que excluye -que niega- todo aquello otro que no forma parte de lo propio de su entorno. Lo otro, la contracara, el claroscuro, el lado invertido, lo que resta, sería lo falso y lo malo, “lo negativo”, lo que se debe negar como aquello que no es, como lo que contradice a la “verdad verdadera”. Y, de hecho, para el entendimiento abstracto, reflexivo, “sí es sí” y “no es no”. Una conclusión contra la cual, entre ironías, Platón -por boca de Sócrates- se deleitaba en hacer papelillo. Y fue la misma que, con extraordinaria precisión, Aristóteles puso en evidencia como el tipo de contradicción analíticamente “más fuerte”, pero ontológicamente “más débil”. La suerte sufrida por la gran obra aristotélica, puesta al servicio de la religión positiva, solo es comparable con el uso y abuso que de ella han hecho la psicología y la sociología de masas, la racionalidad instrumental y, por supuesto, la poderosa industria cultural del presente, cuyas motivaciones e intereses apuestan por el fanatismo desbordado que hipócritamente aseguran rechazar, en nombre de la “sociedad abierta”.


Es así como la actual sociedad mundial, envuelta en la que quizá sea una de sus crisis orgánicas más severas y sin precedentes, ha llegado a presuponer lo positivo como lo bueno y lo negativo como lo malo, la feminidad como la contradicción irresoluble de la masculinidad, el representarse la derecha y la izquierda políticas como términos irreconciliables, recíprocamente contradictorios e incompatibles, asistidos, todos estos casos, por una “lógica” primaria, simplista y reduccionista, más cercana a la doctrina de Manes y su maniqueísmo que a la filosofía especulativa aristotélica propiamente dicha. Y como “llueve o no-llueve” y “p” implica “q”, por extensión inmediata, o se es de derecha o se es de izquierda, o se es feminista o se es machista y, dependiendo de la posición que se haya escogido, o se es malo o se es bueno, “positivo” o “negativo”. En el medio quedan las inefabilidades, los términos  indescifrables y las tapas amarillas que, tarde o temprano, terminan en la pusilanimidad de la que daba razones Maquiavelo. Entidades envueltas en el celofán de la levedad, pompas de jabón de metaverso, ya definidas magistralmente por Shakespeare, en el Sueño de una noche de verano, como los snuggles: “I´m a lion, i´m not a lion, i´m a Snug”.


La necesidad de la filosofía, ha dicho Hegel, surge cuando la potencialidad de la unidad desaparece de la vida y las oposiciones pierden la fluidez de su relación viviente, con lo cual su acción recíproca se desvanece. El trabajo de la filosofía consiste, pues, en desgastar la rigidez dentro de la cual la reflexión del entendimiento fija -y sofoca- la vida, haciéndola existencial, social y políticamente insostenible, contribuyendo con la libre integración de la totalidad racional y, con ella, de la civilidad propiamente dicha. “El mantenerse dentro del sistema de opiniones y prejuicios siguiendo la autoridad de otros o por propia convicción solo se distingue por la vanidad que la segunda manera entraña”. La filosofía no facilita, no da papillas ni recetas. Su función es, por el contrario, la de complicar con el irrenunciable propósito de hacer pensar, especialmente a quienes se han visto obligados a suprimir de su existencia esa capacidad que no pocos humanos suelen hipotecar. Por lo pronto, habrá que asumir las formas características del escepticismo antiguo, no en las del moderno. Porque el escepticismo clásico, “proyectado sobre toda la extensión de la conciencia, es lo único que pone al espíritu en condiciones de poder examinar lo que es verdad, en cuanto desespera de las llamadas representaciones, pensamientos y opiniones naturales, propias o ajenas”. Por eso mismo, la filosofía no puede terminar en un “principio supremo” que deje fuera de sí la identidad o la diferencia de las oposiciones, bajo la pretensión de poseer el señorío de la absoluta identidad que, en el fondo, es el temor a la diferencia.


Muy a pesar de lo que puedan aseverar los manuales de autoayuda o los “cursos rápidos” de los llamados “facilitadores” de las redes, decir que “no” es, en realidad, un modo consustancial de decir que “sí”, porque cuando se niega algo de manera inmanente se está afirmando algo, o como dice Spinoza, se está determinando algo. Es una negación determinada. Cabe, pues, concebir la negación como aquello de lo cual deviene un resultado necesario y, por eso mismo, afirmativo. Y muy en el fondo, quien ha sido llamada por sus detractores políticos “la señora no” -no al populismo; no al estatismo y a la corrupción que de él se genera; no a las alianzas “por arriba”; no a las trampas electorales- representa, en los actuales momentos, la única potencia viva y capaz, es decir, cabalmente afirmativa, de ponerle fin a la tiranía gansteril que ha venido imperando en Venezuela durante estos interminables, difíciles y aciagos años. Y habrá que dejar al resto repetir, una y otra vez, la camándula de sus calculados finalismos: que “sí es sí” y que “no es no”. Por supuesto, bajo la magistral conducción de las asesorías de sus equipos de “expertos”, debidamente capacitados para el tutelaje de la racionalidad instrumental.            

       


José Rafael Herrera

@jrherreraucv





Gorgias o de la filotiranía

 

Filósofo Platón


 La filosofía de Platón tiene sus orígenes en el esfuerzo continuo de buscar una respuesta adecuada para una pregunta fundamental: ¿cómo es posible que, en nombre de la justicia, Sócrates, el pensador más justo de los griegos, haya sido acusado de impiedad y condenado a muerte? Uno de los diálogos más sugestivos y apasionados escritos por Platón lleva por título Gorgias. En él su autor da cuenta, más que de su inusitado dolor por la condena de su Maestro -dolor que, en cambio, se refleja nítidamente en otros diálogos-, de su indignación frente a una democracia sin Ethos, que había perdido sus principios fundamentales a medida que marchaba aceleradamente al encuentro de formas jurídicas y políticas vaciadas de contenido, y cuya mayor evidencia había sido, precisamente, aquella espantosa condena dictada contra Sócrates, marcada por la mayor injusticia. La Grecia clásica, fundadora de la cultura occidental, daba pasos firmes -y entusiastas- hacia el encuentro con la tiranía, que terminaría por herirla de muerte. Gorgias es, en este sentido, uno de sus trabajos más completos y mejor logrados, no solo desde el punto de vista crítico-filosófico en sentido estricto sino, además, desde el punto de vista estético-literario y ético-político. Claro que, por lo general, la techné philosophica lo ha intentado encasillar como un discurso dedicado, en lo esencial, a la crítica de la retórica, como si Platón fuese Descartes. Precisamente, lo que indigna a Platón -a diferencia de Monsieur Cartesius- es la progresiva pérdida del significado del contenido retórico y, por eso mismo, la decisiva importancia de su formación histórica y cultural.

 No merece ser digno de estima un poder cuyo sustento es la injusticia, y, lo que resulta aún más indigno, en nombre de la justicia, mediante la manipulación de la opinión de las mayorías. El problema de Sócrates -y de su discípulo Platón- con Gorgias -el más admirado maestro de la sofística- consiste precisamente en haber hecho de la retórica un “arte de la oratoria”, una técnica de la persuasión a partir de la cual se puede afirmar o negar cualquier cosa, con absoluta independencia de que sea -o no- verdadero, justo o pulcro. Y, en efecto, con Gorgias lo verdadero es sustituido por lo verosímil, lo creíble, lo cual condujo a la Polis directamente a graves consecuencias de orden político y social, dado que, como acertadamente se ha indicado López Eire: “toda la oratoria griega de la época clásica es política, incluso la de los discursos ficticios”. Cuando el saber es sustituido por la creencia ciega y el prejuicio, los tiranos encuentran un terreno fértil para sus propósitos. Es así como el Logos -el Verbo- pierde toda consistencia. Las palabras pomposas, grandielocuentes, ampulosas, con las que se construyen los discursos de la demagogia, se transmutan en entidades separadas de lo real, en ficciones aptas para la manipulación, adaptables a cualquier situación. Como señala el adagio, las apariencias engañan. No pocas veces la “Rebelión de los ángeles” termina en la sumisión ante los demonios. Podría decirse que Gorgias es, en tal sentido, el auténtico fundador no solo del concepto de mass media o de la gran industria cultural sino, además, el padre putativo de los modelos populistas que han conducido directamente a las siempre infames tiranías a través de la historia.

 En el diálogo con Sócrates, después de reconocer que el orador tiene conciencia de la diferencia entre lo justo y lo injusto, Gorgias, “maestro del arte de la oratoria”, se queda sin argumentos. No hay forma de ejercer la política propiamente dicha abstayéndose de la ética, porque la política es, de hecho, la vía efectiva del ejercicio ético. “Quien tiene conciencia de lo justo tiene que asumir la justicia y quien asume la justicia no puede actuar injustamente”. El mayor de los males -afirma Sócrates- es la injusticia. Si las técnicas de la persuasión permiten que el orador elogie lo injusto como si fuese lo justo, entonces dichas técnicas tienen que ser rechazadas. Al quedar silenciado, y después de la pobre intervención hecha por Polo -quien llega a afirmar que el injusto es feliz-, Calicles expone la necesidad racional de la injusticia: “sólo los esclavos y los débiles -afirma- pueden alabar la justicia, pero el hombre fuerte no puede por menos de ser injusto”, porque -en su opinión- “lo verdaderamente justo para el fuerte es cometer injusticia”. Ante semejante declaración, digna de un fascista, Sócrates pregunta por el significado que tiene para su interlocutor ser “el más fuerte”. Calicles responde que el más fuerte es aquel que es capaz de alimentar el mayor placer. Y es entonces cuando Sócrates establece la diferencia entre placer y bien. Hay, sin duda, placeres que matan.

 El orden, la moderación y la justicia están muy por encima de los desenfrenos que intenta vindicar Calicles. Por esa misma razón, el arte de una “oratoria” que vale para todo y que los sofistas pretenden elogiar, es puesta en evidencia: se trata de un discurso carente de autenticidad, abstracto, ajeno a todo contenido, elástico, ajustable, adaptable a cualquier circunstancia. Un discurso hecho de astucias que pretende adular a los oyentes con el objetivo de ganar sus simpatías por una “causa” carente de causa. Ese es el discurso característico de las filotiranías gansteriles. Calicles se niega a continuar la discusión y, a solicitud de Gorgias, Sócrates presenta las conclusiones del diálogo: los ciudadanos que actúan con moderación son justos y los justos son felices. Una república efectivamente democrática es aquella que educa a sus ciudadanos a vivir con moderación y justicia, que huye de los desenfrenos. Los injustos tarde o temprano terminan pagando el castigo por sus culpas, y cuanto más larga es la vida del injusto mayores son sus desgracias. Es tan absurdo que los gobernantes que han sido injustos se quejen del maltrato de los gobernados como que los sofistas, quienes aseguran enseñar la virtud, se quejen de las malas acciones de sus discípulos. En fin, para Sócrates la política no consiste en agradar al populacho sino en procurar el bienestar de la ciudadanía.


José Rafael Herrera

@jrherreraucv

Historia de la filosofía resumida.

 

NUTRITOR

al cuidado de Joaquín E. Brotons

 




     

    Qué es la filosofía: el mundo al revés

     

    La filosofía es literalmente amor al conocimiento. El conocimiento puede ser teórico (ciencia, o sofía) o práctico (prudencia, o phronesis). La filosofía no es un conocimiento de hechos de la experiencia. La filosofía no conoce hechos históricos, físicos, biológicos, etc. La filosofía es un conocimiento de la percepción de los hechos. Por eso la filosofía se pregunta por ella misma y es en este sentido una autoreflexión.

     

    El filósofo alemán Hegel decía que la filosofía es ver el mundo al revés. La filosofía ve el mundo al revés porque no conoce los hechos del mundo sino la percepción de estos hechos. Es entonces como darle la vuelta al mundo de los hechos: lo que primero cuenta es la percepción de los hechos y no los hechos del mundo.

     

    El conocimiento filosófico es un conocimiento de lo que es en el sentido de que no es un conocimiento de los hechos sino de que los hechos sean. Es un conocimiento de que haya hechos. El filósofo español Zubiri lo llama en este sentido saber estricto.

     

    De la naturaleza a la ciudad



    Historia y contexto de la filosofía

     

    Todo el mundo por naturaleza desea saber, dice Aristóteles al inicio de su Metafísica. En este sentido, todo el mundo es filósofo desde tiempos immemoriales.

     

    Pero el primer filósofo que hizo explícito este deseo de saber es Tales de Mileto, en la Grecia antigua, en torno al año 600 a.C. Tales de Mileto miraba al cielo y se preguntaba por las causas no mitológicas de los fenómenos celestes. Es así como empieza la filosofía propiamente dicha. Lo que Tales de Mileto hacía era investigar la naturaleza. Los primeros libros de filosofía son poemas que tratan de la naturaleza y de sus primeros principios. Para Tales es el agua, para otros la tierra, para otros el aire, para otros el fuego. Para Empedócles es una combinación de estos elementos unidos o separados según el amor o el odio. A Tales de Mileto le siguen, pues, Anaxímenes, Anaxágoras, Anaximandro y otros. Para Anaxágoras hay una mente ordenadora de todo, a la que llama nous. Para Anaximandro el primer principio es algo indeterminado, to apeiron.

     

    Un siglo después de Tales de Mileto la pregunta por lo que es se ha trasladado a la comunidad de los hombres. Es lo que se conoce como el paso de la physis (naturaleza) a la polis (ciudad). Es decir, de algún modo la interrogación sobre la naturaleza tenía que repercutir en la vida colectiva y aun individual de los hombres que se preguntaban por la naturaleza.

     

    Es así como nace la democracia. Lo que se pregunta ahora es el principio de organización de la comunidad. Lo que se interroga ahora es el origen, no de la naturaleza, sino de las normas (nomos) de la comunidad. Y de este modo se pasa de la organización tribal en clanes a la ciudad, formada por ciudadanos. La ciudad más importante de la Grecia antigua, pero no la única, fue Atenas. En Atenas se funda la primera democracia de la historia humana en torno al año 500 a.C.

     

    De este modo, si en un primer momento la filosofía es sobre todo física (ciencia natural), en la ciudad la filosofía se convierte en ética, reflexión sobre la moral, entendiendo por moral lo que forman las costumbres, las leyes, los comportamientos, etc., de una comunidad dada. A la pregunta por la verdad de la naturaleza le sigue la pregunta por la justicia de la ciudad.

     

    Pitágoras y la matemática

     

    Todo el mundo ha oido hablar del teorema de Pitágoras, que aun hoy en día se enseña en las escuelas. Pitágoras fue un matemático de la Magna Grecia (actual sur de Italia). Fue el primero en utilizar la expresión filosofía, designando el amor al saber del que hacía gala y definiéndose como filósofo, amante de la sabiduría.

     

    Las matemáticas son una ciencia exacta. Galileo afirmó que la naturaleza está escrita en lenguaje matemático. Por tanto, al investigar la naturaleza leemos un libro escrito en caracteres matemáticos, los números. Por eso la física hace uso de la matemática. Incluso se ha hablado de una mathesis universalis, queriendo significar con ello que hay una matriz o patrón matemático universal en la naturaleza.

     

    Cabe apuntar como curiosidad que la escuela de Pitágoras era vegetariana. El ya mencionado Empedócles está considerado un pitagórico.

     

    Heráclito y Parménides

     

    Antes que Atenas empezara a florecer como la ciudad de la filosofía, Heráclito de Éfeso y Parménides de Elea destacaron en su siglo. El canon los contrapone porque para Heráclito todo es movimiento y para Parménides todo es quietud. En estos dos filósofos se empieza a hablar de un concepto que hará furor en el futuro: el ser. Para Heráclito el ser es movimiento, siempre está en movimiento: phanta rei. Para Parménides el ser es estático, siempre está quieto. Para Heráclito lo que existe es el cambio perpetuo, para Parménides lo que existe es un ser que permanece siempre igual. Para Heráclito nunca te puedes bañar dos veces en el mismo río, para Parménides el ser es idéntico a sí mismo.

     

    Se dice, como curiosidad, que Heráclito era un poco llorón. De Parménides ha llegado hasta nuestros días su distinción entre la vía de la opinión (doxa) y la vía de la verdad. De Heráclito también es conocida la frase “no me escuches a mí, escucha al Logos”.

     

    Filosofía y democracia: los Sofistas

     

    Ya hemos apuntado cómo la filosofía lleva a la democracia y cómo de la física se pasa a la ética. Pues bien, los primeros filósofos morales fueron los Sofistas. La Sofística floreció en el Gran Siglo de Atenas, del año 500 a.C al 400 a.C, es decir, desde la fundación de la democracia a la muerte de Sócrates, más o menos.

     

    Los Sofistas eran profesores, maestros del nuevo saber. Enseñaban filosofía moral, que incluía retórica y en general lo que hoy llamaríamos ciencias sociales. Se ganaron mala fama por la corrupción de la política de aquel siglo, pero es una fama a todas luces injusta. Algún corrupto habría, pero entonces ya no hablamos de la Sofística sino de sofistería.

     

    Sofistas hubo muchos, pero sobre todos destaca Protágoras. Protágoras es el gran pedagogo (educador) de la Atenas democrática del siglo V a.C. Según Protágoras, la forma de todas las cosas para nosotros es la forma humana. La forma de las cosas que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son no puede ser para nosotros más que la humana, nuestra misma forma humana de ver las cosas. Hay, pues, en la sofística de Protágoras un principio de relativismo.

     

    Sócrates

     

    Sócrates es el mártir de la filosofía. ¿Quién era Sócrates? Era, a diferencia de tantos filosófos de la época, ateniense. No era sofista, es decir, no cobraba dinero por sus enseñanzas. Probablemente era un funcionario que en sus ratos libres o ya jubilado se dedicaba a filosofar con amigos y discípulos en las casas, calles y plazas de Atenas. Estaba casado y tenía hijos.

     

    Sócrates fue acusado por la ciudad de Atenas de cuestionar los dioses de la ciudad y de corromper a la juventud. Platón, que era un joven seguidor de Sócrates, relata el juicio y la condena a muerte de Sócrates en su libro la Apología (que quiere decir defensa) de Sócrates. Sócrates es el protagonista de todos los posteriores diálogos platónicos.

     

    Se cuenta que el tribunal que sentenció a Sócrates le ofreció conmutar la pena de muerte por el exilio. Sócrates rechazó la oferta. Dijo que era un ciudadano de Atenas y que acataría las leyes de la ciudad hasta el final. Bebió la cicuta, que era un veneno, y murió.

     

    De la filosofía de Sócrates nos han quedado varias cosas. En primer lugar, la mayéutica. La mayéutica es el arte de ayudar a dar a luz (su mujer era comadrona). Lo que hacía Sócrates era, pues, ayudar a pensar, ayudar a dar a luz las ideas, tanto de jóvenes como de viejos, tanto de ciudadanos como de esclavos, tanto de hombres como de mujeres. La filosofía de Sócrates igualaba a todos.

     

    La mayéutica es conocida hoy en día como método socrático. El método (que significa camino) socrático consiste en el arte de preguntar y responder, en el arte de conversar. Por eso se habla con profusión del diálogo como principal fruto del método socrático. El método socrático se sigue utilizando aun hoy en día en las escuelas y universidades.

     

    Es conocida la frase de Sócrates según la cual nadie hace el mal a sabiendas. Si los hombres conocieran el bien, harían el bien, pero como lo ignoran, hacen el mal. “Dios, perdónalos porque no saben lo que hacen”, se podría decir. A esta doctrina socrática se la conoce como intelectualismo moral.

     

    La muerte de Sócrates coincide con el final del Gran Siglo de Atenas (500-400 a-C.). El siglo de las grandes tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides. Se ha hablado del pecado que la democracia cometió contra Sócrates, y contra ella misma. Por eso Aristóteles, que no era ateniense, cuando se inició un proceso de acusación en su contra similar al de Sócrates, dijo que no permitiría un segundo pecado contra la filosofía y se fue al exilio.

     

    La muerte de Sócrates coincide con la derrota de Atenas frente a Esparta en la Guerra del Peloponeso, relatada por Tucídides. Se llegó a acusar a Sócrates de favorecer los intereses de Esparta. Pero lo que hacía Sócrates era dialogar con todos sin excepción, y esto es la verdadera filosofía.

     

    La influencia de Sócrates es enorme. De Sócrates derivan Platón (y por tanto Aristóteles), los Cínicos, los Estoicos y los Escépticos. ¡Casi nada!

     

    Con Sócrates aparece finalmente la conciencia, que el griego llamaba “mi daimon”.

     

    Demócrito

     

    Demócrito era un discípulo de Protágoras (eran de la misma ciudad, Abdera). Escribió tanto de física como de ética. Para Demócrito los primeros elementos o principios de la naturaleza son los átomos. Átomo significa indivisible. Lo que hay para Demócrito no es más que átomos y vacío, átomos que se mueven en el vacío según una inclinación (clinamen).

     

    Antes de Demócrito, un tal Leucipo ya había expuesto la misma teoría, pero apenas nos ha llegado casi nada de sus textos. Demócrito es conocido por ser una persona que siempre estaba riendo. Su doctrina se conoce como atomismo o materialismo.

     

    La influencia sofística en Demócrito se ve claramente en su afirmación según la cual incluso el frío y el calor lo son por convención. Recordemos que el paso de la naturaleza a la ciudad significa el paso de la naturaleza a la convención (nomos). Lo que quiere decir Demócrito es que el frío y el calor solo existen para nosotros los humanos si los conocemos, y que todo conocimiento es convencional.

     

    En la Antigüedad, Demócrito estaba considerado el mejor de los filósofos.

     

    Los Cínicos

     

    Los Cínicos son la primera escuela seguidora de Sócrates. El primer cínico fue Antístenes, del que se cuenta que dejó el comercio de su padre y se fue a vivir “conforme a la naturaleza”. De ahí le viene el nombre a esta escuela, porque vivían “como perros” (kynos en griego).

     

    Pero el más célebre de los cínicos es sin duda Diógenes de Sínope. Se cuenta que Diógenes vivía en Atenas en una tinaja, que defecaba en público y que imprecaba a la gente por su mal comportamiento. Es conocido como el “Sócrates enloquecido”. Hay muchas anécdotas de su vida, como cuando el emperador Alejandro Magno fue a visitarle y le preguntó si necesitaba algo. La respuesta de Diógenes no se hizo esperar: “Aparta, que me tapas el sol”. Un día a la salida del teatro Diógenes iba caminando en dirección contraria a la gente. Le preguntaron qué hacía y su respuesta fue: “Voy a contracorriente”.

     

    Polemizó con Platón, que como ya ha sido dicho también era discípulo de Sócrates. Al ver una gallina desplumada Diógenes exclamó: “Ahí va el hombre de Platón”, pues Platón había dicho que el hombre era un animal bípedo sin alas.

     

    Entre los Cínicos, encontramos a las primera mujeres dedicadas por entero a la filosofía, como por ejemplo Hiparquia.

     

    La Academia: Platón

     

    La Academia de Platón es la primera escuela fundada en Atenas para uso exclusivo de filósofos. Es la primera escuela filosófica propiamente dicha. Situada en Atenas (Platón era, como Sócrates, ateniense), duró mil años, si contamos desde el 500 a.C hasta el 500 d.C, es decir, desde la fundación de la democracia en Atenas hasta el fin del Imperio Romano.

     

    Platón es el filósofo por antonomasia. Es de sobras conocida la afirmación del filósofo contemporáneo inglés Whitehead según la cual la historia de la filosofía no son sino notas a pie de página de los diálogos platónicos.

     

    Ya ha sido citada la obra que escribió en defensa de Sócrates. Platón es un gran escritor. Sus diálogos son múltiples y como también ya ha sido dicho tienen a Sócrates como interlocutor protagonista. En sus diálogos Platón trata del tiempo, del mundo (aparece por primera vez el concepto mundo, cosmos), del alma, del Estado, etc. Pero sin duda lo más célebre de Platón es el mito de la caverna.

     

    Según Platón, los hombres viven como en una caverna mirando las sombras en la pared que la luz del exterior proyecta en ella. Lo que Platón propone es girarnos y salir fuera de la caverna, salir a la luz y ver el sol, símbolo del Bien que según Platón se halla fuera de las sombras de la caverna.

     

    También es cierto que se dice que Platón cambiaba a menudo de opinión.

     

    Platón se llamaba en realidad Aristocles. Platón es su apodo, que significa “de anchas espaldas”. Polemizó sobre todo con Demócrito, y no tenía en general una buena opinión de la Sofística, a la que acusaba de degenerar en sofistería y de corromper a Atenas y, en última instancia, de matar a Sócrates. Por eso la opinión de Platón sobre la democracia no es siempre favorable a la misma.

     

    Al final de sus cartas, Platón siempre acaba con la misma frase: “Pórtate bien”.

     

    El Liceo: Aristóteles

     

    Como ya ha sido dicho, Aristóteles no era ateniense, sino macedonio. Fue a Atenas a estudiar a la Academia de Platón. Allí fue luego profesor, en concreto de Retórica. Al morir Platón, Aristóteles dejó la Academia y fundó su propia escuela, en Atenas, llamada el Liceo.

     

    A diferencia de la Academia de Platón, el Liceo se caracterizaba por su estudios en ciencias naturales. Es de sobras conocido el cuadro de Rafael en el que se ve a Platón señalando hacia arriba y a Aristóteles señalando hacia el suelo. Aristóteles bajó a tierra la doctrina de las ideas de Platón.

     

    Para Aristóteles, no existe el Bien, sino los hombres buenos, ni la virtud, sino los hombres virtuosos, etc. Aristóteles escribió sobre todo tipo de materias, sobre el cielo, los animales, la naturaleza, el alma, la política, la retórica, la poética, la ética, etc. Para el filósofo español Eugenio Trías Aristóteles es el number one.

     

    Aristóteles era hijo de médico y su filosofía está llena de metáforas médicas. Fue preceptor del joven Alejandro Magno, futuro emperador. Como ya ha sido dicho, se inició un proceso de acusación en su contra y se fue al exilio para que no se cometiera un segundo pecado contra la filosofía.

     

    Influido seguramente por Platón, su opinión sobre la democracia es más matizada que la de los Sofistas. Pero hay que subrayar que en contra de lo que se dice Aristóteles no era un anti-demócrata. En sus libros de política entiende y explica qué es la democracia.

     

    Finalmente, podemos decir que con Aristóteles aparece el concepto de felicidad. 

     

    El Jardín: Epicuro

     

    Epicuro es un discípulo de Demócrito y por tanto seguidor del atomismo. Floreció en Atenas en una época que ya no era la del esplendor democrático y por tanto recomendaba “vivir oculto”. Su escuela es conocida como el Jardín. En ella había tanto filósofos como filósofas, hombres y mujeres.

     

    Para Epicuro el origen del mal no es la ignorancia, como lo era para Sócrates, sino el miedo a la muerte. La causa de todos los males es para Epicuro el miedo a la muerte y la doctrina de Epicuro procura ofrecer un remedio contra este miedo a la muerte y por extensión a los dioses (en esto es más socrático).

     

    Lo que Epicuro busca es la tranquilidad de espíritu (ataraxia) y la encuentra justamente en la filosofía.

     

    El Pórtico: los Estoicos

     

    Los Estoicos son discípulos curiosamente de los Cínicos, y por tanto también vienen de Sócrates. Su escuela, también situada en Atenas, es conocida como el Pórtico. El término estoicismo (como por ejemplo en la frase “tomarse las cosas con estoicismo”) ha hecho furor desde entonces en adelante y aun hoy en día se utiliza muy a menudo en psicología, etc.

     

    ¿Qué es el estoicismo? El estoicismo es una doctrina a la vez física, moral y lógica. Los Estoicos destacaron sobre todo en el campo de la lógica. Por primera vez aparece con ellos el concepto de destino (hado). Y siguiendo a a algún cínico, los Estoicos se proclamaron ciudadanos del mundo, que es lo que significa la palabra cosmopolita.

     

    El más célebre de los Estoicos es Zenón de Elea, que es famoso por su paradoja de la tortuga, según la cual Aquiles nunca atrapará a la tortuga porque cuando Aquiles avanza la tortuga también avanza.

     

    Como veremos más adelante, el estoicismo tuvo una enorme influencia en el Imperio Romano, de tal modo que se puede considerar que existe una continuidad entre el estoicismo original griego y el romano posterior.

     

    Los Escépticos

     

    Otros seguidores de Sócrates son los Escépticos. Los Escépticos hacen de la duda su modo de vida. No dicen si esto es una cosa o la otra sino si les parece o no. El escepticismo contiene un principio de empirismo, algo que ya estaba en Aristóteles. De ahí que uno de los escépticos más conocidos sea Sexto Empírico.

     

    La crítica más usual al escepticismo es que sus tesis se autorefutan. Si uno dice “no existe la verdad o si existiera no se podría decir”, según los Escépticos esta frase, ¿es verdad o mentira? Si tiene pretensión de veracidad, la frase se autorefuta.

     

    Sea como fuere, la influencia del escepticismo llega hasta la modernidad, sobre todo en autores iniciales como el ensayista francés Montaigne, Descartes (la duda metódica) o el español Francisco Sánchez (Que nada se sabe), o más adelante en Hume.

     

    La Biblioteca de Alejandría

     

    Con la Biblioteca de Alejandría nos plantamos ya en el año 300 a.C. Hemos salido de Atenas y nos encontramos en la costa de Egipto. La Biblioteca de Alejandría es a la vez una biblioteca y una escuela (Museo). En ella destacan sobre todo los estudios en ciencias naturales y en matemática.

     

    El matemático más importante de la Biblioteca de Alejandría es Euclides, conocido por su geometría, la geometría euclidiana, de larga proyección en la historia.

     

    La Biblioteca de Alejandría estaba dividida en dos departamentos, el de Filología y el de Filosofía. El departamento de Filología se dedicaba al estudio del lenguaje, el departamento de Filosofía incluía todo el resto de saberes.

     

    La duración de la Biblioteca de Alejandría se extiende a lo largo del tiempo hasta la invasión musulmana. Los musulmanes, antes de quemarla y destruirla, se llevaron todos los libros de Aristóteles, entre otros, y por eso la filosofía islámica medieval es aristotélica.

     

    Otro autor destacado de la órbita de la Biblioteca de Alejandría es Ptolomeo. Ptolomeo era astrónomo y hasta Copérnico en el siglo XVI la astronomía oficial del mundo occidental era la ptolemaica.

     

    Lucrecio

     

    Lucrecio es el primer filósofo romano, anterior al Imperio. Era seguidor de Epicuro, al que dedica su poema filosófico De la naturaleza de las cosas. En este largo poema, Lucrecio llama a quitar los límites al Todo y a vivir de forma epicúrea.

     

    Se cuenta de Lucrecio que estaba locamente enamorado y que escribió su gran libro bajo esta circunstancia. Es un hermoso poema filosófico recomendable para todos los públicos. Para algunos, sigue siendo la física que podemos postular. Como escribe Lucrecio, “Ya irá diciendo...” (la naturaleza, en la que pensamos).

     

    Cicerón y la República

     

    Situados ya en Roma, no podemos pasar por alto a Cicerón. Si bien Cicerón (que es un apodo) destacó sobre todo como político, escribió algunos libros de contenido filosófico. La época de Cicerón es el final de la República romana y de la guerra civil que desemboca en el Imperio. Cicerón se pone del lado de Pompeyo frente a Julio César, finalmente victorioso. Lo más destacado de Cicerón es su defensa de la ley. Cicerón entiende al ciudadano como súbdito de la ley. Solo como súbdito de la ley es el ciudadano libre, para Cicerón.

     

    El final de la República romana se vivió como una verdadera catástrofe. A partir de Julio César empieza el Imperio romano, que se extenderá hasta su fin en el año 476 d.C. El Imperio supone respecto de la República un retroceso en la libertad civil, en la ciudadanía, pero de algún modo lqa expansión de Roma por media Europa conforma el futuro del continente. La ciudadanía, extendida al final del Imperio a todos los habitantes del limes, ya no se basa en la etnia (romana) sino que cualquiera puede ser ciudadano, sea ibero, galo, británico o germánico. Eso ya estaba en Julio César.

     

    El Imperio romano conservó siquiera en apariencia algunas formas democráticas del periodo de la República, sobre todo el Senado. Pero no olvidemos que el Emperador tenía un carácter divino.

     

    Estoicismo romano

     

    En el contexto del Imperio romano, la filosofía griega que más floreció en Roma fue, como ya ha sido dicho, el estoicismo. Estoicos fueron el hispano Séneca, el esclavo Epitecto y el emperador Marco Aurelio. Como se ve, el estoicismo fue en Roma una doctrina igualitaria que tanto valía para un extranjero en Roma, como para un esclavo o para el emperador. La contención del estoicismo (abstente y soporta) casaba bien con la extensión del imperio y aun de la esclavitud.

     

    Contemporáneo del Imperio y del estoicismo es Jesús de Nazaret y por tanto el cristianismo. La crucifixión del judío de Nazaret interrumpió las vacaciones del emperador Tiberio en Capri y conmocionó al mundo occidental. Esto fue, como es sabido, en el año 33 d.C. Poco a poco el cristianismo se fue extendiendo por el Imperio llegando a sustituir de algún modo al inicial estoicismo. Finalmente, en el siglo IV el cristianismo fue declarado en Milán la religión oficial del Imperio.

     

    San Agustín

     

    Agustín de Hipona es el primer filósofo cristiano. Hipona, en la actual Túnez, era parte del Imperio romano, y allí hizo su vida San Agustín.

     

    De todos es conocida la afirmación de San Agustín sobre el tiempo: “Si no tengo que decir lo que es, sé lo que es, si tengo que decir lo que es, no sé lo que es”. La influencia de la obra de San Agustín en el posterior cristianismo es enorme, e incluso hoy en día su Ciudad de Dios sirve como modelo para la política.

     

    Neoplatonismo: Plotino

     

    ¿Qué ocurrió en Grecia durante el Imperio romano? ¿Siguió existiendo Grecia? ¿Siguió existiendo la filosofía en Atenas? La respuesta es sí. La Academia de Platón seguía abierta y no se cerró sino con el fin del Imperio romano. A menudo los filósofos griegos eran importados en Roma como profesores, los famosos graeculi.

     

    Pero el mayor filósofo griego del periodo romano es sin duda Plotino. Plotino era un seguidor de Platón que le dio una vuelta de tuerca a su idea del Bien, hablando del Uno y de la unión mística con este Uno. Plotino, como San Agustín, influyó mucho en la filosofía medieval. Su doctrina se conoce como neoplatonismo.

     

     

     

    Antes de pasar a la Edad Media, conviene recordar que en China y en otras partes se hacía algo así como filosofía. Podemos destacar en China a Confucio y a Lao Tsé. Confucio es un filósofo propiamente dicho próximo al gobierno de su tiempo. Lao Tsé es más bien un sabio místico que dio origen al taoísmo, mezcla de religión y sabiduría práctica.

     

    En la India, como escisión del hinduismo, encontramos a Buda. El budismo a que da lugar tiene aun hoy un impacto enorme. Es la religión mayoritaria de Japón (budismo zen) y su influencia se extiende también por Occidente. El budismo es una religión sin Dios, una sabiduría de la vida de tipo más bien práctico que teórico. El concepto budista del nirvana (ausencia de dolor) es de todos conocido. El filósofo alemán Schopenhauer tiene influencias del budismo.

     

     

    El Renacimiento carolingio: Escoto Eriúgena

     

    Desde el fin del Imperio romano hasta el año 800 apenas ocurre nada en Europa. En torno al año 600 se funda el primer monasterio cristiano, benedictino, es decir, que sigue la Regla de San Benito, en la península itálica.

     

    La invasión musulmana de la península ibérica del año 711 encuentra su rechazo en Poitiers, Francia, unos años después. A partir de aquí lo que se va formando es el Reino franco dirigido por Carlomagno, al que a veces se le ha llamado padre de Europa. Es en este contexto que se habla del Renacimiento carolingio.

     

    El Renacimiento carolingio es también conocido como el primer Renacimiento, anterior al más conocido Renacimiento humanista de los siglos XV y XVI. Lo que a partir de Carlomagno intenta el Reino franco con la bendición papal es reconstruir el mundo occidental tras el fin del Imperio romano. Para ello se pretende construir escuelas, carreteras y ciudades. El resultado fue más bien pobre por falta de recursos económicos, pero de este intento de renacimiento nos han quedado algunas cosas valiosas.

     

    Al menos en la Corte del rey existió una escuela, la escuela palatina, fundada por Alcuino de York y en la que destacó sobre todo el irlandés Escoto Eriúgena. Eríugena se había formado en Irlanda pero su fama hizo que fuera llamado al Reino franco para enseñar en la escuela palatina. Maestro palatino por excelencia, Escoto Eriúgena es también un filósofo polémico por su presunto panteísmo en plena Alta Edad Media. Sea como fuere, lo que demuestra la existencia de Escoto Eriúgena, al que cabe llamar por eso el primer filósofo medieval, es que se podía hacer filosofía aun bajo el feudalismo de la época.

     

    Filosofía islámica

     

    Los musulmanes destruyeron la Biblioteca de Alejandría pero, como ha sido dicho, antes se llevaron todos los libros, entre los cuales destacaban los de Aristóteles. Es por eso que la filosofía islámica medieval es aristotélica.

     

    La filosofía islámica floreció sobre todo en el Al-Andalus, el territorio hispano conquistado por los musulmanes. El más importante de los filósofos islámicos de Al-Andalus fue Averroes, cuya doctrina influyó luego en la Universidad de París como averroísmo latino. Pero antes de Averroes encontramos otros filósofos como Avicebrón, influido por Escoto Eriúgena, Abentofail (autor de una preciosa novela titulada El filósofo autodidacta), Avempace (El régimen del solitario), etc. Fuera de la península ibérica, el filósofo más destacado fue Avicena, influido por Platón.

     

    Averroes, natural de Córdoba, tiene un libro titulado Destrucción de la destrucción que es una respuesta a la Destrucción de los filósofos de otro autor árabe contrario a la filosofía. También es conocido por su distinción entre las verdades de la fe y las verdades de la razón. Finalmente tuvo que huir de Al-Andalus al endurecerse el régimen de vida en aquel territorio.

     

    Aunque no era musulmán, otro filósofo destacado del periodo de Al-Andalus es el judío Maimónides, también natural de Córdoba y cuyo libro más célebre es la Guía de perplejos.

     

    Las Universidades y la “via modernorum”

     

    A partir del año 1000 se produce por fin un renacimiento en Europa, en concreto de las ciudades. Es conocido como la revolución comercial. Durante dos siglos las ciudades van creciendo y en torno al año 1200 se empiezan a fundar en ellas las Universidades, donde la filosofía florecerá en forma de Escolástica.

     

    Pero antes de la Escolástica, también conocida como “vía de los modernos” (como se ve, moderno es un concepto medieval), se sigue haciendo filosofía en la Europa cristiana. Cabe destacar a Pedro Abelardo y su socrático Conócete a ti mismo. Pedro Abelardo es el autor más importante anterior a la Escolástica. Es famoso su amor por Eloísa, que le trajo tanta desgracia. Tiene escrito un diálogo entre un filósofo (un musulmán, entonces los filósofos eran musulmanes), un judío y un cristiano.

     

    La Escolástica se desarrolló en las Universidades aunque no todos los escolásticos profesaron en la Universidad. Por ejemplo, el inglés Guillermo de Ockham, conocido por sus tesis revolucionarias sobre Dios, el yo o el lenguaje (nominalismo), nunca fue profesor universitario.

     

    Entre las universidades recién creadas en Europa destacan las de París, Oxford, Bolonia o Salamanca. En filosofía, la más célebre era la de París, donde profesó Santo Tomás de Aquino, que según el escritor inglés Chesterton, unió a Aristóteles con Jesucristo.

     

    Otro filósofo medieval famoso es Duns Escoto, conocido como Doctor Subtilis. Polemizó con Ockham a cuenta del yo: ¿es el yo un uno exacto o uno es más o menos yo?

     

    Sea como fuere, en la Edad Media también se empezó a hacer ciencia. El más destacado de los científicos es el inglés Roger Bacon, y más adelante el físico Nicolás de Oresme, que también tiene un libro sobre finanzas. El capitalismo moderno empezaba a asomarse.

     

    El Renacimiento

     

    Durante los siglos XV y XVI se produjo un movimiento cultural en sentido amplio conocido como Renacimiento que da lugar a la Edad Moderna. Su epicentro fue la actual Italia, pero se extendió por toda Europa. La doctrina del Renacimiento es el humanismo. Se dice que de la preocupación por Dios se pasó a la preocupación por el hombre. En este contexto aparece el concepto de dignidad humana en un libro de Picco della Mirandola. Dios sigue siendo el Creador, pero el hombre es co-creador: en eso consiste la dignidad del hombre.

     

    En filosofía hay una recuperación del interés por Platón mientras en las Universidades se seguía enseñando al Maestro (Aristóteles). Con el Renacimiento, florecen las artes, de una arquitectura religiosa como las catedrales se pasa a la construcción de edificios civiles a menudo dedicados al comercio, o a la política.

     

    Florencia es la capital del Renacimiento, y en ella destaca Maquiavelo, autor que lleva la política al realismo.

     

    Pero el escritor renacentista más famoso es sin duda Erasmo de Rotterdam, que da nombre hoy a un programa universitario para estudiantes de toda Europa. Erasmo es el autor del libro Elogio de la locura. La “locura” se celebra y se promueve. Se ha dicho que su influencia puede verse en El Quijote.  

     

    En Inglaterra, antes de ser decapitado, Tomás Moro escribe Utopía. El utopismo influyó en toda la cultura posterior hasta nuestros días.

     

    El filósofo renacentista español más conocido es Vives. Vives era valenciano pero vivió exiliado en Brujas por su origen judío.

     

    En astronomía se produce un hecho equivalente al descubrimiento de América por Colón: el libro de Nicolás Copérnico Sobre la revolución de las esferas celestes. Si el término utopía se sigue utilizando aun hoy en día, qué decir de la palabra revolución? Pues esta es la primera vez que se emplea.

     

    En religión, también se produce un fenómeno histórico: el protestantismo. No se trata de una cisma geográfico entre Occidente y Oriente o una disputa por ver quién es el Papa. Se trata de la fundación de una nueva Iglesia cristiana, la luterana (de Lutero, monje alemán), que a su vez conoce nuevas escisiones: anglicanismo, calvinismo, etc. El reformismo religioso en Europa venía produciéndose desde la Edad Media (cátaros, etc.), pero no es sino con Lutero cuando triunfa realmente.

     

    Más allá de la valoración que podamos realizar del Renacimiento, lo que es claro es que son unos años de cambio profundo en Europa (y en la recién “descubierta” América). Es el Renacimiento el que lleva a Descartes a dudar de la Escolástica y a iniciar la filosofía moderna propiamente dicha.

     

    El racionalismo: Descartes y Leibniz

     

    El Discurso del método de Descartes es de 1637. Está escrito en francés. A principios del siglo XVII se había creado el Banco de Amsterdam, primera piedra del capitalismo moderno. Descartes escribe su discurso sobre el método tomando como modelo el conocimiento matemático a partir del modelo experimental (hoy científico) de Galileo Galilei. Decepcionado por la insuficiencia del saber de la Escolástica, que solo en España Suárez había intentado renovar, Descartes se va a Holanda a investigar por su cuenta. Allí pasa veinte años y escribe la mayor parte de su trabajo. Descartes parte de la duda metódica para alcanzar luego el conocimiento. Su doctrina se conoce como racionalismo, según el cual el conocimiento procede de la razón y se obtiene por deducción. El método cartesiano consta de cuatro pasos: evidencia, análisis, síntesis y enumeración.

     

    Más allá de su doctrina, lo que importa de Descartes es su ejemplo, el hecho de que no se satisficiera con la repetida Escolástica de origen medieval e iniciara de este modo la filosofía moderna.

     

    El otro gran racionalista es el alemán Leibniz, ya en el siglo XVIII. Para Leibniz, este mundo es el mejor de los mundos posibles, pues lo ha hecho Dios y Dios podría haber hecho cualquier cosa pero ha hecho en concreto este mundo, y por tanto este mundo es el mejor de los posibles. El gran libro de Leibniz es la Monadología (todo está formado por mónadas) y su concepto principal es el de la armonía preestablecida, del universo y del hombre. No hay una mónada igual a otra, y las mónadas son incomunicables.

     

    El empirismo: Locke, Hume y Berkeley

     

    La otra gran corriente de la filosofía moderna es conocida como empirismo. Según el empirismo el conocimiento procede de los sentidos y se obtiene por inducción. El empirismo se origina geográficamente en las Islas Británicas.

     

    El primer empirista es el inglés Locke, que vivió todo el siglo XVII. Locke escribió un ensayo sobre el entendimiento humano pero ha pasado a la historia como el primer escritor en utilizar el concepto de tolerancia en su escrito sobre las religiones. Escribió sobre el gobierno, distinguiendo lo que es un gobierno civil de un gobierno eclesiástico. También escribió sobre educación.

     

    Hume es ya un autor del siglo XVIII y su impacto llega hasta hoy. La influencia del escepticismo en Hume es más acusada que en Locke. Escribió sobre la naturaleza humana así como sobre moral, política, economía, historia, etc. Hume era escocés, como su amigo Adam Smith, el autor de La riqueza de las naciones. Nunca pudo ser profesor de universidad.

     

    Berkeley era irlandés y su empirismo es algo diferente. Para Berkeley ser es ser percibido (esse est esse percipi): si no eres percibido, no eres. Para Berkeley las ideas son idénticas a sí mismas. Es un empirismo cuasi idealista, diríamos platónico.

     

    Spinoza

     

    Spinoza es un filósofo de origen sefardí nacido en Amsterdam. Fue seguidor de Descartes, pero su filosofía es original. Su gran libro es la Ética demostrada según el modo geométrico, o Ética. También escribió sobre política, y teorizó sobre la democracia. Asistió de oyente en la Universidad de Leiden pero nunca fue profesor. Su empleo era el de pulidor de lentes. Leibniz lo visitó y le ofreció una cátedra en la Universidad de Heidelberg, que Spinoza rechazó. Se carteaba con Robert Boyle, miembro de la recién creada Royal Society de Londres.

     

    El spinozismo es una doctrina según la cual la Sustancia está formada por infinitos modos y atributos, de los que conocemos, siguiendo a Descartes, dos: el pensamiento y la extensión. Dios, o sea la Naturaleza, son una y la misma cosa, como el entendimiento y la voluntad. Para Spinoza, se trata de entender “más y más” a Dios, o sea la Naturaleza. La mente humana es el autógrafo de Dios. Nadie ha podido determinar (“hasta ahora”, dice), lo que puede un cuerpo. Para Spinoza, el ejercicio de la virtud es su propia recompensa. A la pregunta de para qué sirve la filosofía, Spinoza responde que su doctrina le parece “útil para la vida”, pues permite “disfrutar de la vida mejor que temer a la muerte”.

     

    El conocimiento en Spinoza se obtiene tanto por inducción como por deducción, pero hay un tercer género de conocimiento al que llama intuición que lo emparenta con la ciencia intuitiva del Salomón de la Biblia. Spinoza nos insta a ver las cosas sub specie eternitatis, bajo la especie de la eternidad. Para Spinoza, todos nos sentimos y experimentamos como eternos.

     

    Spinoza nació en 1632 y murió en La Haya en 1677. A la identificación de Dios y la Naturaleza se la conoce a veces como panteísmo. La influencia posterior de Spinoza es apenas cuantificable. La Ilustración de corte más radical sigue a Spinoza, y el idealismo alemán leyó y recibió a Spinoza con entusiasmo.

     

    Newton

     

    Si Copérnico acaba en el siglo XVI con la astronomía de origen ptolemaico, Newton pone fin en el siglo XVIII a la física que venía de Aristóteles. Es por esto que Newton es el primer físico moderno. Su libro Principios matemáticos de la filosofía natural (a la física aun se la llamaba filosofía natural) hizo furor. La física de Newton trata de la energía reelaborando el principio de inercia. Polemizó entre otros con Leibniz sobre el cálculo infinitesimal.

     

    Newton es hoy una figura prominente en Gran Bretaña. Un héroe de la nación.

     

    Kant

     

    Y con esto llegamos al final del siglo XVIII, y por tanto de la Edad Moderna, que puede considerarse en realidad una transición entre la Edad Media y la Edad contemporánea.

     

    El siglo XVIII es conocido como el siglo de la Ilustración, o de las Luces. La obra más importante de la Ilustración es el libro colectivo conocido como Enciclopedia, elaborada en París y dirigida por los franceses Diderot y D´Alembert.

     

    Kant es el último ilustrado. La filosofía kantiana intenta sintetizar el racionalismo y el empirismo, tras despertar del sueño dogmático (leyendo a Hume). El sueño dogmático es una herencia de la Escolástica de origen medieval según la cual la metafísica es una ciencia. Después de Newton, la ciencia moderna ya no es la misma ciencia que antes. A veces se conoce también a la filosofía kantiana como giro copernicano. Para Kant, la metafísica no puede ser una ciencia en el sentido moderno. Esto destruye definitivamente la Escolástica y el mundo asociado a ella.

     

    Kant escribió numerosos libros, pero destacaremos sus tres grandes críticas: la Crítica de la razón pura (donde trata del conocimiento), la Crítica de la razón pura práctica (donde trata de la moral) y la Crítica del juicio (donde trata de la estética)

     

    La filosofía kantiana intenta responder a tres preguntas fundamentales, que el propio Kant se planteó: ¿qué soy? ¿qué puedo conocer? ¿qué cabe esperar?.

     

    Kant escribió también sobre política, por ejemplo en su conocido libro Sobre la paz perpetua. En asuntos de religión propone una Iglesia invisible universal, arquetipo de todas las Iglesias realmente existentes. La Iglesia invisible kantiana es una comunidad ética.

     

    Kant fue profesor en la Universidad de Konigsberg. Ni los racionalistas ni los empiristas ni Spinoza habían sido profesores. Kant sí lo era, y a partir de entonces se convertirá en el modelo de profesor universitario contemporáneo.

     

    Hegel

     

    ¿Quién es Hegel? Hegel es el profesor contemporáneo por excelencia. A veces se le ha llamado el Platón contemporáneo. Profesó sobre todo en la Universidad de Berlín. Si Kant es el último moderno, Hegel es ya el primer contemporáneo.

     

    El concepto principal de Hegel es el de espíritu. El espíritu es la realización efectiva de la libertad. En La fenomenología del espíritu, Hegel se propone pasar del amor al saber al saber, pues, ¿qué es sino la filosofía? Si la filosofía es el deseo de saber, al final lo que queremos es saber y no quedarnos en el deseo. En este libro Hegel recorre la experiencia de la conciencia hasta llegar a la “historia concebida”. La filosofía para Hegel desemboca en la historia concebida.

     

    Otros grandes libros de Hegel son su Filosofía del derecho, donde expone qué es el Estado, la Ciencia de la lógica y la Estética. En su filosofía del derecho, Hegel dice que el Estado es la sustancia ética, el bien, la libertad. Es como si la Ética de Spinoza se hiciera Estado. El concepto principal es el de eticidad, que engloba a la familia, a la sociedad civil y al propio Estado. Por encima de los Estados solo está el espíritu del mundo.

     

    En la Ciencia de la lógica Hegel trata del conocimiento. El conocimiento viene a ser para Hegel el entendimiento de la no-nada, modo negativo de definir al ser. Es como cuando quedamos anonadados.

     

    En la Estética, Hegel desarrolla lo que podemos llamar teoría del arte contemporáneo. El arte ya no es imitación de la naturaleza. La naturaleza entra en crisis. El arte se libera.

     

    Esta es a grandes rasgos la filosofía de Hegel.

     

    Marx

     

    El alumno más importante de Hegel es Marx. Marx es más un ideólogo (conoce la ideología de los psicólogos) que un filósofo, pero su conocida frase “Hasta ahora la filosofía ha interpretado el mundo, es hora de transformarlo” sigue en el frontispicio de la Universidad de Berlín. El “socialismo científico” (diferente al utópico) de Marx está felizmente superado, no así su idea de paraíso, al que llama paraíso comunista, donde el trabajo lo harían las máquinas y los hombres se podría dedicar a pescar, hacer la siesta o a la crítica teatral. ¿Como salir de la alienación? Más que por la vía marxista habría que regresar a Hegel: alineándose con lo general.

    El trabajo más importante y minucioso de Karl marx es El capital.   

     

    Darwin

     

    Darwin puso fin a la biología de origen aristotélico. En su libro El origen de las especies explica el origen de los animales y su evolución. Por eso su teoría se conoce como teoría de la evolución. De joven viajó a Suramérica para luego escribir un relato en el Viaje del Beagle. Darwin ya habla en este libro del concepto de cambio climático. Es un libro sumamente divertido.

     

    Desde Darwin en adelante los evolucionistas se han entretenido en perfeccionar la teoría de Darwin: mutacionismo, variabilidad, etc. El impacto del darwinismo ha sido desde entonces más importante que la propia teoría. Incluso se ha hablado de un darwinismo social.

     

    El filósofo español Eugenio Trías propone un darwinismo crítico.

     

    Nietzsche

     

    Nietzsche fue un joven profesor de filología clásica en la Universidad de Basilea que prontó dejó la cátedra para dedicarse a la filosofía. Vivió en diversas partes de Europa, destacando su residencia de verano en Sils-Maria, Suiza. Desde Sils-Maria, escribió libros que él mismo llamaría intempestivos, inactuales, como el más conocido de todos, Así habló Zaratustra. Nietzsche hizo suya “la muerte de Dios” del idealismo alemán de principios del siglo XIX y extrajo todas las consecuencias. Propuso un ateísmo como “segunda inocencia” desculpabilizadora.

     

    Uno de los conceptos nietzscheanos que han quedado en el imaginario colectivo es el de “buen europeo”. Ser buen europeo significa un máximo de fuerza de adaptación, y es el movimiento democrático de Europa hacia el progreso o la civilización. Es por esto que Nietzsche es el filósofo del europeísmo, del buen europeísmo, aun hoy en día.

     

    Nietzsche es un filósofo popular, es decir, ajeno a la academia, aunque sigue estudiándose en la academia, que ha aclarado el malentendido del nietzscheanismo con ideologías criminales como el nacionalsocialismo.

     

    El pragmatismo: Peirce

     

    Después de la Guerra civil americana (1861-1865), el pragmatismo se convirtió en la filosofía de los Estados Unidos de América. Su fundador es Charles S. Pierce, al que siguieron ya en el siglo XX el psicólogo William James y el pedagogo John Dewey. El pragmatismo, en palabras de Peirce, es “un nuevo realismo de un sentido común crítico”. El pragmatismo es más un método que una doctrina, y su idea básica consiste en la idea según la cual “hay que incluir los efectos sensibles de lo que concebimos en lo que concebimos”.

     

    El pragmatismo americano ha creado una escuela y ha llegado hasta nuestros días en figuras como Rorty. Si interés político principal es la democracia, a la que Rorty define como “una gran conversación”.

     

    En cuanto al aspecto más doctrinario, una derivada del pragmatismo es la semiótica de Pierce. La semiótica es el estudio de los signos. Peirce fue profesor de Lógica durante cinco años en la Universidad John Hopkins, la única laica de entonces. Para Peirce, el conocimiento empieza por la sensación (primeridad), luego la voluntad media (segundidad) entre la sensación y el entendimiento, hasta alcanzar el conocimiento (terceridad). El concepto de intuición lo entiende Peirce como abducción o retroducción.

     

    Freud y el psicoanálisis

     

    Freud era un médico vienés y profesor conocido por su teoría del psiconálisis. La psicología se había convertido a finales del XIX en Alemania en una disciplina autónoma, pero Freud le da una vuelta de tuerca a principios del XX. Para Freud existe lo que llama inconsciente, o ello, además del yo y del nosotros. El inconsciente es, para decirlo como el filósofo griego Castoriadis, un magma de significaciones no explicítas, como un sueño. Para Freud, la formación del yo pasa por el encauzamiento del inconsciente. Cómo encauzarlo es otra cuestión. Castoriadis le da la vuelta a la fórmula freudiana y dice: “Donde está el yo, el ello debe emerger”.

     

    El psicoanálisis se convirtió además en una práctica terapéutica utilizada aun hoy en día.

     

     

    Einstein y la física cuántica

     

    Si Newton es el físico moderno por antonomasia, Einstein, judío alemán, se ha convertido en el físico contemporáneo por excelencia. Lo que era aun espacio absoluto en Newton se relativiza en Einstein en un espacio-tiempo diferente al newtoniano. La física de Einstein es más conocida como teoría de la relatividad. Para Einstein, hay una relatividad restringida y una relatividad general. Einstein fue Premio Nobel por su teoría de la relatividad restringida, pero más problemas presenta su teoría de la relatividad general. En concreto, son muy problemáticos su principio de equivalencia y la existencia de agujeros negros.

     

    Es conocida la afirmación de Einstein de que creía en el Dios de Spinoza. La teoría de la relatividad de Einstein es hoy cultura popular. En efecto, el movimiento es relativo, como ya sabía en el Renacimiento un Giordano Bruno.

     

    Contemporánea de la física einsteiniana es la física cuántica. La física cuántica, o mecánica cuántica, no es sino el renacer contemporáneo del antiguo atomismo o materialismo. Ahora los átomos son cuantos.

     

    Planck, Heisenberg, Bohr, etc., son los físicos cuánticos más conocidos. Al decir de Zubiri, la física cuántica es solo una simbolización del atomismo. Si Demócrito mismo no sabía realmente qué eran los átomos, lo mismo ocurre en la contemporánea mecánica cuántica con los cuantos. Lo único que podemos hacer, y estos físicos han hecho, es simbolizarla.

     

    El existencialismo: Heidegger

     

    El antecedente del existencialismo contemporáneo se remonta al filósofo danés del siglo XIX Soren Kierkegaard. Pero es con el filósofo alemán Heidegger cuando toma carta de naturaleza en el XX. Heidegger polemizó a cuenta del existencialismo con el filósofo francés Sartre, pero la obra de Heidegger destaca sobre todas las demás.

     

    Para Heidegger, los seres humanos estamos ahí (dasein), arrojados a la existencia. De lo que se trata es de habitar ese ahí, y Heidegger al final de su vida propone un habitar de tipo poético. Su obra principal fue sin embargo Ser y tiempo, en la que retoma antiguas cuestiones de la metafísica como el tiempo, la actividad, el ser, etc.

     

    Al igual que otros filósofos, entre ellos el español Ortega, Heidegger meditó sobre la técnica. Desde Hegel por lo menos, es decir, desde los inicios de la Revolución industrial contemporánea, la técnica está cada vez más presente en nuestras vidas. Para bien o para mal, eso depende, y ahí juega un papel la reflexión filosófica, como por ejemplo la existencialista de Martin Heidegger.

     

    Wittgenstein

     

    Wittgenstein era un filósofo austriaco que vivió exiliado en Inglaterra. Sus dos principales libros son el Tractatus logico-philosophicus y las Investigaciones filosóficas. De ahí que se hable de dos Wittgensteins, el primer Wittgenstein y el segundo Wittgenstein.

     

    El primer Wittgenstein, emulando a Descartes, trata de determinar qué es el ser. Se dice que lo escribió en las trincheras de la 1ª Guerra Mundial. Para este Wittgenstein, el ser es lingüístico. Por eso a la filosofía de Wittgenstein se la conoce también como la del giro lingüístico. Una de las proposiciones más conocidas del Tractatus es que “de lo que no se puede hablar hay que callar”. El Tractatus desemboca pues en la mística.

     

    El segundo Wittgenstein, ya instalado en la Universidad de Cambridge, rompe con el Tractatus y elabora una filosofía de los juegos del lenguaje y de sus reglas. El lenguaje es un juego, casi como diría un Sofista (“el significado de una expresión es su uso social”), y como cualquier juego tiene, eso sí, unas reglas. Wittgenstein reflexiona en las Investigaciones sobre las reglas del juego que es el lenguaje. Ya no se calla, sino que juega, casi como los niños de Heráclito.

     

    Wittgenstein es quizá el filósofo académico más importante del siglo XX.

     

    Arendt

     

    Hanna Arendt es la única mujer que encabeza un texto en esta breve historia de la filosofía. El siglo XX es el siglo del sufragio femenino y de la incorporación paulatina de las mujeres a la vida pública. Si incluimos a Arendt y no a otras pensadoras, como la española María Zambrano, es porque la filosofía de Arendt ejerce aun hoy en día una enorme influencia en las concepciones políticas contemporáneas. El término totalitarismo, para definir lo que fueron el bolchevismo, el fascismo y el nazismo, es de Arendt. Arendt reflexiona sobre la política en su libro Qué es la política y en este libro empieza desafiando nada menos que a Aristóteles y su idea del animal político. Para Arendt, no existe ningún animal político, en lo que la política consiste es en una relación, la política se desarrolla en el “entre sí inesencial” de las relaciones de cada uno con cada uno. Hablar los unos con los otros fuera de las relaciones de mando y obediencia, eso es la política, en concreto la democrática.

     

    Arendt fue alumna y amante de Heidegger. Un alemán y una judía enamorados es la mejor antítesis del nazismo que se pueda imaginar.

     

    Deleuze y la filosofía contemporánea

     

    La vida del filósofo francés Gilles Deleuze recorre todo el siglo XX. Acabamos esta breve historia de la filosofía con Deleuze porque lo consideramos el más idóneo para hablar de la filosofía contemporánea, de sus problemáticas y desafíos.

     

    Los tres grandes libros de Deleuze son la Lógica del sentido, El anti-Edipo y Mil mesetas. Además, dedicó obras a otros filósofos modernos y contemporáneos.

     

    En El Anti-Edipo, Deleuze, junto a Guattari, se propone “liberar a los europeos del yugo edípico”. Una de las consecuencias no deseadas del psicoanálisis de Freud de principios del siglo XX fue subyugar la cultura europea con el mito griego de Edipo. Deleuze y Guattari se proponen liberarla. Sea como fuere, cabe recordar que la tragedia antigua Edipo rey tiene una segunda parte, Edipo en Colona. En esta segunda parte, Edipo, ciego pero en paz consigo mismo, vive los últimos días de su existencia de forma pacífica. Asienta las bases teóricas para una ayuda psicológica profesional.

     

    En Mil mesetas, su obra acaso más aclamada, Deleuze, nuevamente junto a Guattari, expone su concepto del rizoma. A partir de geometrías no euclidianas, Deleuze propone un pensamiento rizomático al modo de tales geometrías.

     

    Este pensamiento rizomático es el que permite a Deleuze líneas de fuga del capitalismo. Hay que subrayar que Deleuze no es anticapitalista. De hecho, en uno de sus últimos libros tiene palabras elogiosas del capitalismo (que establecería un “plano de inmanencia” en lo real) sin escapérsele que también puede ser represor. Es entonces cuando propone ya desde sus primeras obras estas líneas de fuga que desembocarían en una idea de la convivencialidad más allá de la capitalista.

     

    En cuanto a la relación de Deleuze con el llamado posmodernismo, podemos también decir que Deleuze no es posmoderno. El posmodernismo es un movimiento contrario a la idea del Todo que se remonta a la Grecia antigua. El representante contemporáneo por excelencia de esta idea del Todo no es otro que Hegel. Deleuze no es hegeliano, pero no se puede hacer filosofía contemporánea sin dialogar con Hegel, de modo semejante a como la historia de la filosofía no son sino notas a pie de página a los diálogos de Platón. Deleuze dialoga con Hegel al pensar el capitalismo contemporáneo, el arte contemporáneo, el Estado contemporáneo, etc. Con su amigo Michel Foucault, dialogan con Hegel tratando de esquivar sus interpretaciones represivas, sea en forma de biopolítica (por eso Deleuze aboga por un “cuerpo sin órganos”) o de cualquier otra forma.