Realidad e interpretación en las redes | ||||
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El ciberespacio: ¿evasión de la realidad o más bien una nueva versión de lo real? |
“Eso es lo maravilloso que a uno le sucede
cuando se inicia en el pensamiento, cuando enfoca
por sí mismas semejantes determinaciones: que cada
una de ellas se trueca en lo contrario de sí misma”
Platón
“Omni determinatio est negatio”
B. Spinoza
Pero la fe mueve montañas. Y, de hecho, la poderosa musculatura de pensamiento especulativo, dialéctico, desarrollado por Aristóteles, al quedar secuestrada y puesta al servicio de la teología filosofante, fue revestida con los ropones de la reflexión -“Magister dixit”-, la cual, como toda reflexión, reproduce dos imágenes, contracara la una de la otra, cada una de las cuales es fijada, puesta y colocada en un pedestal como el sí de “la verdad”, lo positivo que excluye -que niega- todo aquello otro que no forma parte de lo propio de su entorno. Lo otro, la contracara, el claroscuro, el lado invertido, lo que resta, sería lo falso y lo malo, “lo negativo”, lo que se debe negar como aquello que no es, como lo que contradice a la “verdad verdadera”. Y, de hecho, para el entendimiento abstracto, reflexivo, “sí es sí” y “no es no”. Una conclusión contra la cual, entre ironías, Platón -por boca de Sócrates- se deleitaba en hacer papelillo. Y fue la misma que, con extraordinaria precisión, Aristóteles puso en evidencia como el tipo de contradicción analíticamente “más fuerte”, pero ontológicamente “más débil”. La suerte sufrida por la gran obra aristotélica, puesta al servicio de la religión positiva, solo es comparable con el uso y abuso que de ella han hecho la psicología y la sociología de masas, la racionalidad instrumental y, por supuesto, la poderosa industria cultural del presente, cuyas motivaciones e intereses apuestan por el fanatismo desbordado que hipócritamente aseguran rechazar, en nombre de la “sociedad abierta”.
Es así como la actual sociedad mundial, envuelta en la que quizá sea una de sus crisis orgánicas más severas y sin precedentes, ha llegado a presuponer lo positivo como lo bueno y lo negativo como lo malo, la feminidad como la contradicción irresoluble de la masculinidad, el representarse la derecha y la izquierda políticas como términos irreconciliables, recíprocamente contradictorios e incompatibles, asistidos, todos estos casos, por una “lógica” primaria, simplista y reduccionista, más cercana a la doctrina de Manes y su maniqueísmo que a la filosofía especulativa aristotélica propiamente dicha. Y como “llueve o no-llueve” y “p” implica “q”, por extensión inmediata, o se es de derecha o se es de izquierda, o se es feminista o se es machista y, dependiendo de la posición que se haya escogido, o se es malo o se es bueno, “positivo” o “negativo”. En el medio quedan las inefabilidades, los términos indescifrables y las tapas amarillas que, tarde o temprano, terminan en la pusilanimidad de la que daba razones Maquiavelo. Entidades envueltas en el celofán de la levedad, pompas de jabón de metaverso, ya definidas magistralmente por Shakespeare, en el Sueño de una noche de verano, como los snuggles: “I´m a lion, i´m not a lion, i´m a Snug”.
La necesidad de la filosofía, ha dicho Hegel, surge cuando la potencialidad de la unidad desaparece de la vida y las oposiciones pierden la fluidez de su relación viviente, con lo cual su acción recíproca se desvanece. El trabajo de la filosofía consiste, pues, en desgastar la rigidez dentro de la cual la reflexión del entendimiento fija -y sofoca- la vida, haciéndola existencial, social y políticamente insostenible, contribuyendo con la libre integración de la totalidad racional y, con ella, de la civilidad propiamente dicha. “El mantenerse dentro del sistema de opiniones y prejuicios siguiendo la autoridad de otros o por propia convicción solo se distingue por la vanidad que la segunda manera entraña”. La filosofía no facilita, no da papillas ni recetas. Su función es, por el contrario, la de complicar con el irrenunciable propósito de hacer pensar, especialmente a quienes se han visto obligados a suprimir de su existencia esa capacidad que no pocos humanos suelen hipotecar. Por lo pronto, habrá que asumir las formas características del escepticismo antiguo, no en las del moderno. Porque el escepticismo clásico, “proyectado sobre toda la extensión de la conciencia, es lo único que pone al espíritu en condiciones de poder examinar lo que es verdad, en cuanto desespera de las llamadas representaciones, pensamientos y opiniones naturales, propias o ajenas”. Por eso mismo, la filosofía no puede terminar en un “principio supremo” que deje fuera de sí la identidad o la diferencia de las oposiciones, bajo la pretensión de poseer el señorío de la absoluta identidad que, en el fondo, es el temor a la diferencia.
Muy a pesar de lo que puedan aseverar los manuales de autoayuda o los “cursos rápidos” de los llamados “facilitadores” de las redes, decir que “no” es, en realidad, un modo consustancial de decir que “sí”, porque cuando se niega algo de manera inmanente se está afirmando algo, o como dice Spinoza, se está determinando algo. Es una negación determinada. Cabe, pues, concebir la negación como aquello de lo cual deviene un resultado necesario y, por eso mismo, afirmativo. Y muy en el fondo, quien ha sido llamada por sus detractores políticos “la señora no” -no al populismo; no al estatismo y a la corrupción que de él se genera; no a las alianzas “por arriba”; no a las trampas electorales- representa, en los actuales momentos, la única potencia viva y capaz, es decir, cabalmente afirmativa, de ponerle fin a la tiranía gansteril que ha venido imperando en Venezuela durante estos interminables, difíciles y aciagos años. Y habrá que dejar al resto repetir, una y otra vez, la camándula de sus calculados finalismos: que “sí es sí” y que “no es no”. Por supuesto, bajo la magistral conducción de las asesorías de sus equipos de “expertos”, debidamente capacitados para el tutelaje de la racionalidad instrumental.
José Rafael Herrera
@jrherreraucv
La filosofía de Platón tiene sus orígenes en el esfuerzo continuo de buscar una respuesta adecuada para una pregunta fundamental: ¿cómo es posible que, en nombre de la justicia, Sócrates, el pensador más justo de los griegos, haya sido acusado de impiedad y condenado a muerte? Uno de los diálogos más sugestivos y apasionados escritos por Platón lleva por título Gorgias. En él su autor da cuenta, más que de su inusitado dolor por la condena de su Maestro -dolor que, en cambio, se refleja nítidamente en otros diálogos-, de su indignación frente a una democracia sin Ethos, que había perdido sus principios fundamentales a medida que marchaba aceleradamente al encuentro de formas jurídicas y políticas vaciadas de contenido, y cuya mayor evidencia había sido, precisamente, aquella espantosa condena dictada contra Sócrates, marcada por la mayor injusticia. La Grecia clásica, fundadora de la cultura occidental, daba pasos firmes -y entusiastas- hacia el encuentro con la tiranía, que terminaría por herirla de muerte. Gorgias es, en este sentido, uno de sus trabajos más completos y mejor logrados, no solo desde el punto de vista crítico-filosófico en sentido estricto sino, además, desde el punto de vista estético-literario y ético-político. Claro que, por lo general, la techné philosophica lo ha intentado encasillar como un discurso dedicado, en lo esencial, a la crítica de la retórica, como si Platón fuese Descartes. Precisamente, lo que indigna a Platón -a diferencia de Monsieur Cartesius- es la progresiva pérdida del significado del contenido retórico y, por eso mismo, la decisiva importancia de su formación histórica y cultural.
No merece ser digno de estima un poder cuyo sustento es la injusticia, y, lo que resulta aún más indigno, en nombre de la justicia, mediante la manipulación de la opinión de las mayorías. El problema de Sócrates -y de su discípulo Platón- con Gorgias -el más admirado maestro de la sofística- consiste precisamente en haber hecho de la retórica un “arte de la oratoria”, una técnica de la persuasión a partir de la cual se puede afirmar o negar cualquier cosa, con absoluta independencia de que sea -o no- verdadero, justo o pulcro. Y, en efecto, con Gorgias lo verdadero es sustituido por lo verosímil, lo creíble, lo cual condujo a la Polis directamente a graves consecuencias de orden político y social, dado que, como acertadamente se ha indicado López Eire: “toda la oratoria griega de la época clásica es política, incluso la de los discursos ficticios”. Cuando el saber es sustituido por la creencia ciega y el prejuicio, los tiranos encuentran un terreno fértil para sus propósitos. Es así como el Logos -el Verbo- pierde toda consistencia. Las palabras pomposas, grandielocuentes, ampulosas, con las que se construyen los discursos de la demagogia, se transmutan en entidades separadas de lo real, en ficciones aptas para la manipulación, adaptables a cualquier situación. Como señala el adagio, las apariencias engañan. No pocas veces la “Rebelión de los ángeles” termina en la sumisión ante los demonios. Podría decirse que Gorgias es, en tal sentido, el auténtico fundador no solo del concepto de mass media o de la gran industria cultural sino, además, el padre putativo de los modelos populistas que han conducido directamente a las siempre infames tiranías a través de la historia.
En el diálogo con Sócrates, después de reconocer que el orador tiene conciencia de la diferencia entre lo justo y lo injusto, Gorgias, “maestro del arte de la oratoria”, se queda sin argumentos. No hay forma de ejercer la política propiamente dicha abstayéndose de la ética, porque la política es, de hecho, la vía efectiva del ejercicio ético. “Quien tiene conciencia de lo justo tiene que asumir la justicia y quien asume la justicia no puede actuar injustamente”. El mayor de los males -afirma Sócrates- es la injusticia. Si las técnicas de la persuasión permiten que el orador elogie lo injusto como si fuese lo justo, entonces dichas técnicas tienen que ser rechazadas. Al quedar silenciado, y después de la pobre intervención hecha por Polo -quien llega a afirmar que el injusto es feliz-, Calicles expone la necesidad racional de la injusticia: “sólo los esclavos y los débiles -afirma- pueden alabar la justicia, pero el hombre fuerte no puede por menos de ser injusto”, porque -en su opinión- “lo verdaderamente justo para el fuerte es cometer injusticia”. Ante semejante declaración, digna de un fascista, Sócrates pregunta por el significado que tiene para su interlocutor ser “el más fuerte”. Calicles responde que el más fuerte es aquel que es capaz de alimentar el mayor placer. Y es entonces cuando Sócrates establece la diferencia entre placer y bien. Hay, sin duda, placeres que matan.
El orden, la moderación y la justicia están muy por encima de los desenfrenos que intenta vindicar Calicles. Por esa misma razón, el arte de una “oratoria” que vale para todo y que los sofistas pretenden elogiar, es puesta en evidencia: se trata de un discurso carente de autenticidad, abstracto, ajeno a todo contenido, elástico, ajustable, adaptable a cualquier circunstancia. Un discurso hecho de astucias que pretende adular a los oyentes con el objetivo de ganar sus simpatías por una “causa” carente de causa. Ese es el discurso característico de las filotiranías gansteriles. Calicles se niega a continuar la discusión y, a solicitud de Gorgias, Sócrates presenta las conclusiones del diálogo: los ciudadanos que actúan con moderación son justos y los justos son felices. Una república efectivamente democrática es aquella que educa a sus ciudadanos a vivir con moderación y justicia, que huye de los desenfrenos. Los injustos tarde o temprano terminan pagando el castigo por sus culpas, y cuanto más larga es la vida del injusto mayores son sus desgracias. Es tan absurdo que los gobernantes que han sido injustos se quejen del maltrato de los gobernados como que los sofistas, quienes aseguran enseñar la virtud, se quejen de las malas acciones de sus discípulos. En fin, para Sócrates la política no consiste en agradar al populacho sino en procurar el bienestar de la ciudadanía.
José Rafael Herrera
@jrherreraucv
NUTRITOR
al cuidado de Joaquín E. Brotons
La filosofía es literalmente amor al conocimiento. El
conocimiento puede ser teórico (ciencia, o sofía) o práctico (prudencia,
o phronesis). La filosofía no es un conocimiento de hechos de la
experiencia. La filosofía no conoce hechos históricos, físicos, biológicos,
etc. La filosofía es un conocimiento de la percepción de los hechos. Por
eso la filosofía se pregunta por ella misma y es en este sentido una
autoreflexión.
El filósofo alemán Hegel decía que la filosofía es ver
el mundo al revés. La filosofía ve el mundo al revés porque no conoce los
hechos del mundo sino la percepción de estos hechos. Es entonces como darle la
vuelta al mundo de los hechos: lo que primero cuenta es la percepción de los
hechos y no los hechos del mundo.
El conocimiento filosófico es un conocimiento de lo
que es en el sentido de que no es un conocimiento de los hechos sino de
que los hechos sean. Es un conocimiento de que haya hechos. El
filósofo español Zubiri lo llama en este sentido saber estricto.
Todo el mundo por naturaleza desea saber, dice
Aristóteles al inicio de su Metafísica. En este sentido, todo el mundo
es filósofo desde tiempos immemoriales.
Pero el primer filósofo que hizo explícito este deseo
de saber es Tales de Mileto, en la Grecia antigua, en torno al año 600 a.C.
Tales de Mileto miraba al cielo y se preguntaba por las causas no mitológicas
de los fenómenos celestes. Es así como empieza la filosofía propiamente dicha.
Lo que Tales de Mileto hacía era investigar la naturaleza. Los primeros libros
de filosofía son poemas que tratan de la naturaleza y de sus primeros
principios. Para Tales es el agua, para otros la tierra, para otros el aire,
para otros el fuego. Para Empedócles es una combinación de estos elementos
unidos o separados según el amor o el odio. A Tales de Mileto le siguen, pues,
Anaxímenes, Anaxágoras, Anaximandro y otros. Para Anaxágoras hay una mente
ordenadora de todo, a la que llama nous. Para Anaximandro el primer
principio es algo indeterminado, to apeiron.
Un siglo después de Tales de Mileto la pregunta por lo
que es se ha trasladado a la comunidad de los hombres. Es lo que se conoce como
el paso de la physis (naturaleza) a la polis (ciudad). Es decir,
de algún modo la interrogación sobre la naturaleza tenía que repercutir en la
vida colectiva y aun individual de los hombres que se preguntaban por la
naturaleza.
Es así como nace la democracia. Lo que se
pregunta ahora es el principio de organización de la comunidad. Lo que se
interroga ahora es el origen, no de la naturaleza, sino de las normas (nomos)
de la comunidad. Y de este modo se pasa de la organización tribal en clanes
a la ciudad, formada por ciudadanos. La ciudad más importante de la Grecia
antigua, pero no la única, fue Atenas. En Atenas se funda la primera democracia
de la historia humana en torno al año 500 a.C.
De este modo, si en un primer momento la filosofía es
sobre todo física (ciencia natural), en la ciudad la filosofía se
convierte en ética, reflexión sobre la moral, entendiendo por moral lo
que forman las costumbres, las leyes, los comportamientos, etc., de una
comunidad dada. A la pregunta por la verdad de la naturaleza le sigue la
pregunta por la justicia de la ciudad.
Todo el mundo ha oido hablar del teorema de Pitágoras,
que aun hoy en día se enseña en las escuelas. Pitágoras fue un matemático de la
Magna Grecia (actual sur de Italia). Fue el primero en utilizar la expresión filosofía,
designando el amor al saber del que hacía gala y definiéndose como filósofo,
amante de la sabiduría.
Las matemáticas son una ciencia exacta. Galileo afirmó
que la naturaleza está escrita en lenguaje matemático. Por tanto, al investigar
la naturaleza leemos un libro escrito en caracteres matemáticos, los números.
Por eso la física hace uso de la matemática. Incluso se ha hablado de una mathesis
universalis, queriendo significar con ello que hay una matriz o patrón
matemático universal en la naturaleza.
Cabe apuntar como curiosidad que la escuela de
Pitágoras era vegetariana. El ya mencionado Empedócles está considerado un
pitagórico.
Antes que Atenas empezara a florecer como la ciudad de
la filosofía, Heráclito de Éfeso y Parménides de Elea destacaron en su siglo.
El canon los contrapone porque para Heráclito todo es movimiento y para
Parménides todo es quietud. En estos dos filósofos se empieza a hablar de un
concepto que hará furor en el futuro: el ser. Para Heráclito el ser es
movimiento, siempre está en movimiento: phanta rei. Para Parménides el
ser es estático, siempre está quieto. Para Heráclito lo que existe es el cambio
perpetuo, para Parménides lo que existe es un ser que permanece siempre igual.
Para Heráclito nunca te puedes bañar dos veces en el mismo río, para Parménides
el ser es idéntico a sí mismo.
Se dice, como curiosidad, que Heráclito era un poco
llorón. De Parménides ha llegado hasta nuestros días su distinción entre la vía
de la opinión (doxa) y la vía de la verdad. De Heráclito también es
conocida la frase “no me escuches a mí, escucha al Logos”.
Ya hemos apuntado cómo la filosofía lleva a la
democracia y cómo de la física se pasa a la ética. Pues bien, los primeros
filósofos morales fueron los Sofistas. La Sofística floreció en el Gran Siglo
de Atenas, del año 500 a.C al 400 a.C, es decir, desde la fundación de la
democracia a la muerte de Sócrates, más o menos.
Los Sofistas eran profesores, maestros del nuevo
saber. Enseñaban filosofía moral, que incluía retórica y en general lo que hoy
llamaríamos ciencias sociales. Se ganaron mala fama por la corrupción de la
política de aquel siglo, pero es una fama a todas luces injusta. Algún corrupto
habría, pero entonces ya no hablamos de la Sofística sino de sofistería.
Sofistas hubo muchos, pero sobre todos destaca
Protágoras. Protágoras es el gran pedagogo (educador) de la Atenas democrática
del siglo V a.C. Según Protágoras, la forma de todas las cosas para nosotros es
la forma humana. La forma de las cosas que son en tanto que son y de las que no
son en tanto que no son no puede ser para nosotros más que la humana, nuestra
misma forma humana de ver las cosas. Hay, pues, en la sofística de Protágoras
un principio de relativismo.
Sócrates es el mártir de la filosofía. ¿Quién era
Sócrates? Era, a diferencia de tantos filosófos de la época, ateniense. No era
sofista, es decir, no cobraba dinero por sus enseñanzas. Probablemente era un
funcionario que en sus ratos libres o ya jubilado se dedicaba a filosofar con
amigos y discípulos en las casas, calles y plazas de Atenas. Estaba casado y
tenía hijos.
Sócrates fue acusado por la ciudad de Atenas de
cuestionar los dioses de la ciudad y de corromper a la juventud. Platón, que
era un joven seguidor de Sócrates, relata el juicio y la condena a muerte de
Sócrates en su libro la Apología (que quiere decir defensa) de
Sócrates. Sócrates es el protagonista de todos los posteriores diálogos
platónicos.
Se cuenta que el tribunal que sentenció a Sócrates le
ofreció conmutar la pena de muerte por el exilio. Sócrates rechazó la oferta.
Dijo que era un ciudadano de Atenas y que acataría las leyes de la ciudad hasta
el final. Bebió la cicuta, que era un veneno, y murió.
De la filosofía de Sócrates nos han quedado varias
cosas. En primer lugar, la mayéutica. La mayéutica es el arte de ayudar
a dar a luz (su mujer era comadrona). Lo que hacía Sócrates era, pues, ayudar a
pensar, ayudar a dar a luz las ideas, tanto de jóvenes como de viejos, tanto de
ciudadanos como de esclavos, tanto de hombres como de mujeres. La filosofía de
Sócrates igualaba a todos.
La mayéutica es conocida hoy en día como método
socrático. El método (que significa camino) socrático consiste en el arte
de preguntar y responder, en el arte de conversar. Por eso se habla con
profusión del diálogo como principal fruto del método socrático. El método
socrático se sigue utilizando aun hoy en día en las escuelas y universidades.
Es conocida la frase de Sócrates según la cual nadie
hace el mal a sabiendas. Si los hombres conocieran el bien, harían el bien,
pero como lo ignoran, hacen el mal. “Dios, perdónalos porque no saben lo que
hacen”, se podría decir. A esta doctrina socrática se la conoce como intelectualismo
moral.
La muerte de Sócrates coincide con el final del Gran
Siglo de Atenas (500-400 a-C.). El siglo de las grandes tragedias de Esquilo,
Sófocles y Eurípides. Se ha hablado del pecado que la democracia cometió contra
Sócrates, y contra ella misma. Por eso Aristóteles, que no era ateniense,
cuando se inició un proceso de acusación en su contra similar al de Sócrates,
dijo que no permitiría un segundo pecado contra la filosofía y se fue al
exilio.
La muerte de Sócrates coincide con la derrota de
Atenas frente a Esparta en la Guerra del Peloponeso, relatada por Tucídides. Se
llegó a acusar a Sócrates de favorecer los intereses de Esparta. Pero lo que
hacía Sócrates era dialogar con todos sin excepción, y esto es la verdadera
filosofía.
La influencia de Sócrates es enorme. De Sócrates
derivan Platón (y por tanto Aristóteles), los Cínicos, los Estoicos y los
Escépticos. ¡Casi nada!
Con Sócrates aparece finalmente la conciencia, que el
griego llamaba “mi daimon”.
Demócrito era un discípulo de Protágoras (eran de la
misma ciudad, Abdera). Escribió tanto de física como de ética. Para Demócrito
los primeros elementos o principios de la naturaleza son los átomos. Átomo
significa indivisible. Lo que hay para Demócrito no es más que átomos y vacío,
átomos que se mueven en el vacío según una inclinación (clinamen).
Antes de Demócrito, un tal Leucipo ya había expuesto
la misma teoría, pero apenas nos ha llegado casi nada de sus textos. Demócrito
es conocido por ser una persona que siempre estaba riendo. Su doctrina se
conoce como atomismo o materialismo.
La influencia sofística en Demócrito se ve claramente
en su afirmación según la cual incluso el frío y el calor lo son por
convención. Recordemos que el paso de la naturaleza a la ciudad significa el
paso de la naturaleza a la convención (nomos). Lo que quiere decir
Demócrito es que el frío y el calor solo existen para nosotros los humanos si
los conocemos, y que todo conocimiento es convencional.
En la Antigüedad, Demócrito estaba considerado el
mejor de los filósofos.
Los Cínicos son la primera escuela seguidora de
Sócrates. El primer cínico fue Antístenes, del que se cuenta que dejó el
comercio de su padre y se fue a vivir “conforme a la naturaleza”. De ahí le
viene el nombre a esta escuela, porque vivían “como perros” (kynos en
griego).
Pero el más célebre de los cínicos es sin duda
Diógenes de Sínope. Se cuenta que Diógenes vivía en Atenas en una tinaja, que
defecaba en público y que imprecaba a la gente por su mal comportamiento. Es
conocido como el “Sócrates enloquecido”. Hay muchas anécdotas de su vida, como
cuando el emperador Alejandro Magno fue a visitarle y le preguntó si necesitaba
algo. La respuesta de Diógenes no se hizo esperar: “Aparta, que me tapas el
sol”. Un día a la salida del teatro Diógenes iba caminando en dirección
contraria a la gente. Le preguntaron qué hacía y su respuesta fue: “Voy a
contracorriente”.
Polemizó con Platón, que como ya ha sido dicho también
era discípulo de Sócrates. Al ver una gallina desplumada Diógenes exclamó: “Ahí
va el hombre de Platón”, pues Platón había dicho que el hombre era un animal
bípedo sin alas.
Entre los Cínicos, encontramos a las primera mujeres
dedicadas por entero a la filosofía, como por ejemplo Hiparquia.
La Academia de Platón es la primera escuela fundada en
Atenas para uso exclusivo de filósofos. Es la primera escuela filosófica
propiamente dicha. Situada en Atenas (Platón era, como Sócrates, ateniense),
duró mil años, si contamos desde el 500 a.C hasta el 500 d.C, es decir, desde
la fundación de la democracia en Atenas hasta el fin del Imperio Romano.
Platón es el filósofo por antonomasia. Es de sobras
conocida la afirmación del filósofo contemporáneo inglés Whitehead según la
cual la historia de la filosofía no son sino notas a pie de página de los
diálogos platónicos.
Ya ha sido citada la obra que escribió en defensa de
Sócrates. Platón es un gran escritor. Sus diálogos son múltiples y como también
ya ha sido dicho tienen a Sócrates como interlocutor protagonista. En sus
diálogos Platón trata del tiempo, del mundo (aparece por primera vez el
concepto mundo, cosmos), del alma, del Estado, etc. Pero sin duda lo más
célebre de Platón es el mito de la caverna.
Según Platón, los hombres viven como en una caverna
mirando las sombras en la pared que la luz del exterior proyecta en ella. Lo
que Platón propone es girarnos y salir fuera de la caverna, salir a la luz y
ver el sol, símbolo del Bien que según Platón se halla fuera de las sombras de
la caverna.
También es cierto que se dice que Platón cambiaba a
menudo de opinión.
Platón se llamaba en realidad Aristocles. Platón es su
apodo, que significa “de anchas espaldas”. Polemizó sobre todo con Demócrito, y
no tenía en general una buena opinión de la Sofística, a la que acusaba de
degenerar en sofistería y de corromper a Atenas y, en última instancia, de
matar a Sócrates. Por eso la opinión de Platón sobre la democracia no es
siempre favorable a la misma.
Al final de sus cartas, Platón siempre acaba con la
misma frase: “Pórtate bien”.
Como ya ha sido dicho, Aristóteles no era ateniense,
sino macedonio. Fue a Atenas a estudiar a la Academia de Platón. Allí fue luego
profesor, en concreto de Retórica. Al morir Platón, Aristóteles dejó la
Academia y fundó su propia escuela, en Atenas, llamada el Liceo.
A diferencia de la Academia de Platón, el Liceo se
caracterizaba por su estudios en ciencias naturales. Es de sobras conocido el
cuadro de Rafael en el que se ve a Platón señalando hacia arriba y a
Aristóteles señalando hacia el suelo. Aristóteles bajó a tierra la doctrina de
las ideas de Platón.
Para Aristóteles, no existe el Bien, sino los hombres
buenos, ni la virtud, sino los hombres virtuosos, etc. Aristóteles escribió
sobre todo tipo de materias, sobre el cielo, los animales, la naturaleza, el
alma, la política, la retórica, la poética, la ética, etc. Para el filósofo
español Eugenio Trías Aristóteles es el number one.
Aristóteles era hijo de médico y su filosofía está
llena de metáforas médicas. Fue preceptor del joven Alejandro Magno, futuro
emperador. Como ya ha sido dicho, se inició un proceso de acusación en su
contra y se fue al exilio para que no se cometiera un segundo pecado contra la
filosofía.
Influido seguramente por Platón, su opinión sobre la
democracia es más matizada que la de los Sofistas. Pero hay que subrayar que en
contra de lo que se dice Aristóteles no era un anti-demócrata. En sus libros de
política entiende y explica qué es la democracia.
Finalmente, podemos decir que con Aristóteles aparece
el concepto de felicidad.
Epicuro es un discípulo de Demócrito y por tanto
seguidor del atomismo. Floreció en Atenas en una época que ya no era la del
esplendor democrático y por tanto recomendaba “vivir oculto”. Su escuela es
conocida como el Jardín. En ella había tanto filósofos como filósofas, hombres
y mujeres.
Para Epicuro el origen del mal no es la ignorancia,
como lo era para Sócrates, sino el miedo a la muerte. La causa de todos los
males es para Epicuro el miedo a la muerte y la doctrina de Epicuro procura
ofrecer un remedio contra este miedo a la muerte y por extensión a los dioses
(en esto es más socrático).
Lo que Epicuro busca es la tranquilidad de espíritu (ataraxia)
y la encuentra justamente en la filosofía.
Los Estoicos son discípulos curiosamente de los
Cínicos, y por tanto también vienen de Sócrates. Su escuela, también situada en
Atenas, es conocida como el Pórtico. El término estoicismo (como por
ejemplo en la frase “tomarse las cosas con estoicismo”) ha hecho furor desde
entonces en adelante y aun hoy en día se utiliza muy a menudo en psicología,
etc.
¿Qué es el estoicismo? El estoicismo es una doctrina a
la vez física, moral y lógica. Los Estoicos destacaron sobre todo en el campo
de la lógica. Por primera vez aparece con ellos el concepto de destino (hado).
Y siguiendo a a algún cínico, los Estoicos se proclamaron ciudadanos del mundo,
que es lo que significa la palabra cosmopolita.
El más célebre de los Estoicos es Zenón de Elea, que
es famoso por su paradoja de la tortuga, según la cual Aquiles nunca atrapará a
la tortuga porque cuando Aquiles avanza la tortuga también avanza.
Como veremos más adelante, el estoicismo tuvo una
enorme influencia en el Imperio Romano, de tal modo que se puede considerar que
existe una continuidad entre el estoicismo original griego y el romano
posterior.
Otros seguidores de Sócrates son los Escépticos. Los
Escépticos hacen de la duda su modo de vida. No dicen si esto es una
cosa o la otra sino si les parece o no. El escepticismo contiene un
principio de empirismo, algo que ya estaba en Aristóteles. De ahí que uno de
los escépticos más conocidos sea Sexto Empírico.
La crítica más usual al escepticismo es que sus tesis
se autorefutan. Si uno dice “no existe la verdad o si existiera no se podría
decir”, según los Escépticos esta frase, ¿es verdad o mentira? Si tiene
pretensión de veracidad, la frase se autorefuta.
Sea como fuere, la influencia del escepticismo llega
hasta la modernidad, sobre todo en autores iniciales como el ensayista francés
Montaigne, Descartes (la duda metódica) o el español Francisco Sánchez (Que
nada se sabe), o más adelante en Hume.
Con la Biblioteca de Alejandría nos plantamos ya en el
año 300 a.C. Hemos salido de Atenas y nos encontramos en la costa de Egipto. La
Biblioteca de Alejandría es a la vez una biblioteca y una escuela (Museo).
En ella destacan sobre todo los estudios en ciencias naturales y en matemática.
El matemático más importante de la Biblioteca de
Alejandría es Euclides, conocido por su geometría, la geometría euclidiana, de
larga proyección en la historia.
La Biblioteca de Alejandría estaba dividida en dos
departamentos, el de Filología y el de Filosofía. El departamento de Filología
se dedicaba al estudio del lenguaje, el departamento de Filosofía incluía todo
el resto de saberes.
La duración de la Biblioteca de Alejandría se extiende
a lo largo del tiempo hasta la invasión musulmana. Los musulmanes, antes de
quemarla y destruirla, se llevaron todos los libros de Aristóteles, entre
otros, y por eso la filosofía islámica medieval es aristotélica.
Otro autor destacado de la órbita de la Biblioteca de
Alejandría es Ptolomeo. Ptolomeo era astrónomo y hasta Copérnico en el siglo
XVI la astronomía oficial del mundo occidental era la ptolemaica.
Lucrecio es el primer filósofo romano, anterior al
Imperio. Era seguidor de Epicuro, al que dedica su poema filosófico De la
naturaleza de las cosas. En este largo poema, Lucrecio llama a quitar los
límites al Todo y a vivir de forma epicúrea.
Se cuenta de Lucrecio que estaba locamente enamorado y
que escribió su gran libro bajo esta circunstancia. Es un hermoso poema
filosófico recomendable para todos los públicos. Para algunos, sigue siendo la
física que podemos postular. Como escribe Lucrecio, “Ya irá diciendo...” (la
naturaleza, en la que pensamos).
Situados ya en Roma, no podemos pasar por alto a
Cicerón. Si bien Cicerón (que es un apodo) destacó sobre todo como político,
escribió algunos libros de contenido filosófico. La época de Cicerón es el
final de la República romana y de la guerra civil que desemboca en el Imperio.
Cicerón se pone del lado de Pompeyo frente a Julio César, finalmente
victorioso. Lo más destacado de Cicerón es su defensa de la ley. Cicerón
entiende al ciudadano como súbdito de la ley. Solo como súbdito de la ley es el
ciudadano libre, para Cicerón.
El final de la República romana se vivió como una
verdadera catástrofe. A partir de Julio César empieza el Imperio romano, que se
extenderá hasta su fin en el año 476 d.C. El Imperio supone respecto de la
República un retroceso en la libertad civil, en la ciudadanía, pero de algún
modo lqa expansión de Roma por media Europa conforma el futuro del continente.
La ciudadanía, extendida al final del Imperio a todos los habitantes del limes,
ya no se basa en la etnia (romana) sino que cualquiera puede ser ciudadano, sea
ibero, galo, británico o germánico. Eso ya estaba en Julio César.
El Imperio romano conservó siquiera en apariencia
algunas formas democráticas del periodo de la República, sobre todo el Senado.
Pero no olvidemos que el Emperador tenía un carácter divino.
En el contexto del Imperio romano, la filosofía griega
que más floreció en Roma fue, como ya ha sido dicho, el estoicismo. Estoicos
fueron el hispano Séneca, el esclavo Epitecto y el emperador Marco Aurelio.
Como se ve, el estoicismo fue en Roma una doctrina igualitaria que tanto valía
para un extranjero en Roma, como para un esclavo o para el emperador. La
contención del estoicismo (abstente y soporta) casaba bien con la
extensión del imperio y aun de la esclavitud.
Contemporáneo del Imperio y del estoicismo es Jesús de
Nazaret y por tanto el cristianismo. La crucifixión del judío de Nazaret
interrumpió las vacaciones del emperador Tiberio en Capri y conmocionó al mundo
occidental. Esto fue, como es sabido, en el año 33 d.C. Poco a poco el
cristianismo se fue extendiendo por el Imperio llegando a sustituir de algún
modo al inicial estoicismo. Finalmente, en el siglo IV el cristianismo fue
declarado en Milán la religión oficial del Imperio.
Agustín de Hipona es el primer filósofo cristiano.
Hipona, en la actual Túnez, era parte del Imperio romano, y allí hizo su vida
San Agustín.
De todos es conocida la afirmación de San Agustín
sobre el tiempo: “Si no tengo que decir lo que es, sé lo que es, si tengo que
decir lo que es, no sé lo que es”. La influencia de la obra de San Agustín en
el posterior cristianismo es enorme, e incluso hoy en día su Ciudad de Dios
sirve como modelo para la política.
¿Qué ocurrió en Grecia durante el Imperio romano?
¿Siguió existiendo Grecia? ¿Siguió existiendo la filosofía en Atenas? La
respuesta es sí. La Academia de Platón seguía abierta y no se cerró sino con el
fin del Imperio romano. A menudo los filósofos griegos eran importados en Roma
como profesores, los famosos graeculi.
Pero el mayor filósofo griego del periodo romano es
sin duda Plotino. Plotino era un seguidor de Platón que le dio una vuelta de
tuerca a su idea del Bien, hablando del Uno y de la unión mística con este Uno.
Plotino, como San Agustín, influyó mucho en la filosofía medieval. Su doctrina
se conoce como neoplatonismo.
Antes de pasar a la Edad Media, conviene recordar que
en China y en otras partes se hacía algo así como filosofía. Podemos destacar
en China a Confucio y a Lao Tsé. Confucio es un filósofo propiamente dicho
próximo al gobierno de su tiempo. Lao Tsé es más bien un sabio místico que dio
origen al taoísmo, mezcla de religión y sabiduría práctica.
En la India, como escisión del hinduismo, encontramos a Buda. El budismo a que da lugar tiene aun hoy un impacto enorme. Es la religión mayoritaria de Japón (budismo zen) y su influencia se extiende también por Occidente. El budismo es una religión sin Dios, una sabiduría de la vida de tipo más bien práctico que teórico. El concepto budista del nirvana (ausencia de dolor) es de todos conocido. El filósofo alemán Schopenhauer tiene influencias del budismo.
Desde el fin del Imperio romano hasta el año 800
apenas ocurre nada en Europa. En torno al año 600 se funda el primer monasterio
cristiano, benedictino, es decir, que sigue la Regla de San Benito, en la
península itálica.
La invasión musulmana de la península ibérica del año
711 encuentra su rechazo en Poitiers, Francia, unos años después. A partir de
aquí lo que se va formando es el Reino franco dirigido por Carlomagno, al que a
veces se le ha llamado padre de Europa. Es en este contexto que se habla del
Renacimiento carolingio.
El Renacimiento carolingio es también conocido como el
primer Renacimiento, anterior al más conocido Renacimiento humanista de los
siglos XV y XVI. Lo que a partir de Carlomagno intenta el Reino franco con la
bendición papal es reconstruir el mundo occidental tras el fin del Imperio
romano. Para ello se pretende construir escuelas, carreteras y ciudades. El
resultado fue más bien pobre por falta de recursos económicos, pero de este
intento de renacimiento nos han quedado algunas cosas valiosas.
Al menos en la Corte del rey existió una escuela, la
escuela palatina, fundada por Alcuino de York y en la que destacó sobre todo el
irlandés Escoto Eriúgena. Eríugena se había formado en Irlanda pero su fama
hizo que fuera llamado al Reino franco para enseñar en la escuela palatina.
Maestro palatino por excelencia, Escoto Eriúgena es también un filósofo
polémico por su presunto panteísmo en plena Alta Edad Media. Sea como fuere, lo
que demuestra la existencia de Escoto Eriúgena, al que cabe llamar por eso el
primer filósofo medieval, es que se podía hacer filosofía aun bajo el
feudalismo de la época.
Los musulmanes destruyeron la Biblioteca de Alejandría
pero, como ha sido dicho, antes se llevaron todos los libros, entre los cuales
destacaban los de Aristóteles. Es por eso que la filosofía islámica medieval es
aristotélica.
La filosofía islámica floreció sobre todo en el
Al-Andalus, el territorio hispano conquistado por los musulmanes. El más
importante de los filósofos islámicos de Al-Andalus fue Averroes, cuya doctrina
influyó luego en la Universidad de París como averroísmo latino. Pero antes de
Averroes encontramos otros filósofos como Avicebrón, influido por Escoto
Eriúgena, Abentofail (autor de una preciosa novela titulada El filósofo
autodidacta), Avempace (El régimen del solitario), etc. Fuera de la
península ibérica, el filósofo más destacado fue Avicena, influido por Platón.
Averroes, natural de Córdoba, tiene un libro titulado Destrucción
de la destrucción que es una respuesta a la Destrucción de los filósofos
de otro autor árabe contrario a la filosofía. También es conocido por su
distinción entre las verdades de la fe y las verdades de la razón. Finalmente
tuvo que huir de Al-Andalus al endurecerse el régimen de vida en aquel
territorio.
Aunque no era musulmán, otro filósofo destacado del
periodo de Al-Andalus es el judío Maimónides, también natural de Córdoba y cuyo
libro más célebre es la Guía de perplejos.
A partir del año 1000 se produce por fin un
renacimiento en Europa, en concreto de las ciudades. Es conocido como la
revolución comercial. Durante dos siglos las ciudades van creciendo y en torno
al año 1200 se empiezan a fundar en ellas las Universidades, donde la filosofía
florecerá en forma de Escolástica.
Pero antes de la Escolástica, también conocida como
“vía de los modernos” (como se ve, moderno es un concepto medieval), se sigue
haciendo filosofía en la Europa cristiana. Cabe destacar a Pedro Abelardo y su
socrático Conócete a ti mismo. Pedro Abelardo es el autor más importante
anterior a la Escolástica. Es famoso su amor por Eloísa, que le trajo tanta
desgracia. Tiene escrito un diálogo entre un filósofo (un musulmán, entonces
los filósofos eran musulmanes), un judío y un cristiano.
La Escolástica se desarrolló en las Universidades
aunque no todos los escolásticos profesaron en la Universidad. Por ejemplo, el
inglés Guillermo de Ockham, conocido por sus tesis revolucionarias sobre Dios,
el yo o el lenguaje (nominalismo), nunca fue profesor universitario.
Entre las universidades recién creadas en Europa
destacan las de París, Oxford, Bolonia o Salamanca. En filosofía, la más
célebre era la de París, donde profesó Santo Tomás de Aquino, que según el
escritor inglés Chesterton, unió a Aristóteles con Jesucristo.
Otro filósofo medieval famoso es Duns Escoto, conocido
como Doctor Subtilis. Polemizó con Ockham a cuenta del yo: ¿es el yo un
uno exacto o uno es más o menos yo?
Sea como fuere, en la Edad Media también se empezó a
hacer ciencia. El más destacado de los científicos es el inglés Roger Bacon, y
más adelante el físico Nicolás de Oresme, que también tiene un libro sobre
finanzas. El capitalismo moderno empezaba a asomarse.
Durante los siglos XV y XVI se produjo un movimiento
cultural en sentido amplio conocido como Renacimiento que da lugar a la Edad
Moderna. Su epicentro fue la actual Italia, pero se extendió por toda Europa.
La doctrina del Renacimiento es el humanismo. Se dice que de la preocupación
por Dios se pasó a la preocupación por el hombre. En este contexto aparece el
concepto de dignidad humana en un libro de Picco della Mirandola.
Dios sigue siendo el Creador, pero el hombre es co-creador: en eso consiste la
dignidad del hombre.
En filosofía hay una recuperación del interés por
Platón mientras en las Universidades se seguía enseñando al Maestro
(Aristóteles). Con el Renacimiento, florecen las artes, de una arquitectura
religiosa como las catedrales se pasa a la construcción de edificios civiles a
menudo dedicados al comercio, o a la política.
Florencia es la capital del Renacimiento, y en ella
destaca Maquiavelo, autor que lleva la política al realismo.
Pero el escritor renacentista más famoso es sin duda
Erasmo de Rotterdam, que da nombre hoy a un programa universitario para
estudiantes de toda Europa. Erasmo es el autor del libro Elogio de la locura.
La “locura” se celebra y se promueve. Se ha dicho que su influencia puede verse
en El Quijote.
En Inglaterra, antes de ser decapitado, Tomás Moro
escribe Utopía. El utopismo influyó en toda la cultura posterior hasta
nuestros días.
El filósofo renacentista español más conocido es
Vives. Vives era valenciano pero vivió exiliado en Brujas por su origen judío.
En astronomía se produce un hecho equivalente al
descubrimiento de América por Colón: el libro de Nicolás Copérnico Sobre la
revolución de las esferas celestes. Si el término utopía se sigue
utilizando aun hoy en día, qué decir de la palabra revolución? Pues esta
es la primera vez que se emplea.
En religión, también se produce un fenómeno histórico:
el protestantismo. No se trata de una cisma geográfico entre Occidente y
Oriente o una disputa por ver quién es el Papa. Se trata de la fundación de una
nueva Iglesia cristiana, la luterana (de Lutero, monje alemán), que a su vez
conoce nuevas escisiones: anglicanismo, calvinismo, etc. El reformismo
religioso en Europa venía produciéndose desde la Edad Media (cátaros, etc.),
pero no es sino con Lutero cuando triunfa realmente.
Más allá de la valoración que podamos realizar del
Renacimiento, lo que es claro es que son unos años de cambio profundo en Europa
(y en la recién “descubierta” América). Es el Renacimiento el que lleva a
Descartes a dudar de la Escolástica y a iniciar la filosofía moderna propiamente
dicha.
El Discurso del método de Descartes es de 1637.
Está escrito en francés. A principios del siglo XVII se había creado el Banco
de Amsterdam, primera piedra del capitalismo moderno. Descartes escribe su
discurso sobre el método tomando como modelo el conocimiento matemático a
partir del modelo experimental (hoy científico) de Galileo Galilei.
Decepcionado por la insuficiencia del saber de la Escolástica, que solo en
España Suárez había intentado renovar, Descartes se va a Holanda a investigar
por su cuenta. Allí pasa veinte años y escribe la mayor parte de su trabajo.
Descartes parte de la duda metódica para alcanzar luego el conocimiento.
Su doctrina se conoce como racionalismo, según el cual el conocimiento procede
de la razón y se obtiene por deducción. El método cartesiano consta de cuatro
pasos: evidencia, análisis, síntesis y enumeración.
Más allá de su doctrina, lo que importa de Descartes
es su ejemplo, el hecho de que no se satisficiera con la repetida
Escolástica de origen medieval e iniciara de este modo la filosofía moderna.
El otro gran racionalista es el alemán Leibniz, ya en
el siglo XVIII. Para Leibniz, este mundo es el mejor de los mundos posibles,
pues lo ha hecho Dios y Dios podría haber hecho cualquier cosa pero ha hecho en
concreto este mundo, y por tanto este mundo es el mejor de los posibles. El
gran libro de Leibniz es la Monadología (todo está formado por mónadas)
y su concepto principal es el de la armonía preestablecida, del universo y del
hombre. No hay una mónada igual a otra, y las mónadas son incomunicables.
La otra gran corriente de la filosofía moderna es
conocida como empirismo. Según el empirismo el conocimiento procede de los sentidos
y se obtiene por inducción. El empirismo se origina geográficamente en las
Islas Británicas.
El primer empirista es el inglés Locke, que vivió todo
el siglo XVII. Locke escribió un ensayo sobre el entendimiento humano pero ha
pasado a la historia como el primer escritor en utilizar el concepto de tolerancia
en su escrito sobre las religiones. Escribió sobre el gobierno, distinguiendo
lo que es un gobierno civil de un gobierno eclesiástico. También escribió sobre
educación.
Hume es ya un autor del siglo XVIII y su impacto llega
hasta hoy. La influencia del escepticismo en Hume es más acusada que en Locke.
Escribió sobre la naturaleza humana así como sobre moral, política, economía,
historia, etc. Hume era escocés, como su amigo Adam Smith, el autor de La
riqueza de las naciones. Nunca pudo ser profesor de universidad.
Berkeley era irlandés y su empirismo es algo
diferente. Para Berkeley ser es ser percibido (esse est esse percipi):
si no eres percibido, no eres. Para Berkeley las ideas son idénticas a sí
mismas. Es un empirismo cuasi idealista, diríamos platónico.
Spinoza es un filósofo de origen sefardí nacido en
Amsterdam. Fue seguidor de Descartes, pero su filosofía es original. Su gran
libro es la Ética demostrada según el modo geométrico, o Ética. También
escribió sobre política, y teorizó sobre la democracia. Asistió de oyente en la
Universidad de Leiden pero nunca fue profesor. Su empleo era el de pulidor de
lentes. Leibniz lo visitó y le ofreció una cátedra en la Universidad de
Heidelberg, que Spinoza rechazó. Se carteaba con Robert Boyle, miembro de la
recién creada Royal Society de Londres.
El spinozismo es una doctrina según la cual la
Sustancia está formada por infinitos modos y atributos, de los que conocemos,
siguiendo a Descartes, dos: el pensamiento y la extensión. Dios, o sea la
Naturaleza, son una y la misma cosa, como el entendimiento y la voluntad. Para
Spinoza, se trata de entender “más y más” a Dios, o sea la Naturaleza. La mente
humana es el autógrafo de Dios. Nadie ha podido determinar (“hasta ahora”,
dice), lo que puede un cuerpo. Para Spinoza, el ejercicio de la virtud es su
propia recompensa. A la pregunta de para qué sirve la filosofía, Spinoza
responde que su doctrina le parece “útil para la vida”, pues permite “disfrutar
de la vida mejor que temer a la muerte”.
El conocimiento en Spinoza se obtiene tanto por
inducción como por deducción, pero hay un tercer género de conocimiento al que
llama intuición que lo emparenta con la ciencia intuitiva del Salomón de
la Biblia. Spinoza nos insta a ver las cosas sub specie eternitatis,
bajo la especie de la eternidad. Para Spinoza, todos nos sentimos y
experimentamos como eternos.
Spinoza nació en 1632 y murió en La Haya en 1677. A la
identificación de Dios y la Naturaleza se la conoce a veces como panteísmo. La
influencia posterior de Spinoza es apenas cuantificable. La Ilustración de
corte más radical sigue a Spinoza, y el idealismo alemán leyó y recibió a
Spinoza con entusiasmo.
Si Copérnico acaba en el siglo XVI con la astronomía
de origen ptolemaico, Newton pone fin en el siglo XVIII a la física que venía
de Aristóteles. Es por esto que Newton es el primer físico moderno. Su libro Principios
matemáticos de la filosofía natural (a la física aun se la llamaba
filosofía natural) hizo furor. La física de Newton trata de la energía
reelaborando el principio de inercia. Polemizó entre otros con Leibniz sobre el
cálculo infinitesimal.
Newton es hoy una figura prominente en Gran Bretaña.
Un héroe de la nación.
Y con esto llegamos al final del siglo XVIII, y por
tanto de la Edad Moderna, que puede considerarse en realidad una transición
entre la Edad Media y la Edad contemporánea.
El siglo XVIII es conocido como el siglo de la
Ilustración, o de las Luces. La obra más importante de la Ilustración es el
libro colectivo conocido como Enciclopedia, elaborada en París y
dirigida por los franceses Diderot y D´Alembert.
Kant es el último ilustrado. La filosofía kantiana
intenta sintetizar el racionalismo y el empirismo, tras despertar del sueño
dogmático (leyendo a Hume). El sueño dogmático es una herencia de la
Escolástica de origen medieval según la cual la metafísica es una ciencia.
Después de Newton, la ciencia moderna ya no es la misma ciencia que antes. A
veces se conoce también a la filosofía kantiana como giro copernicano. Para
Kant, la metafísica no puede ser una ciencia en el sentido moderno. Esto
destruye definitivamente la Escolástica y el mundo asociado a ella.
Kant escribió numerosos libros, pero destacaremos sus
tres grandes críticas: la Crítica de la razón pura (donde trata del
conocimiento), la Crítica de la razón pura práctica (donde trata de la
moral) y la Crítica del juicio (donde trata de la estética)
La filosofía kantiana intenta responder a tres
preguntas fundamentales, que el propio Kant se planteó: ¿qué soy? ¿qué puedo
conocer? ¿qué cabe esperar?.
Kant escribió también sobre política, por ejemplo en
su conocido libro Sobre la paz perpetua. En asuntos de religión propone
una Iglesia invisible universal, arquetipo de todas las Iglesias realmente
existentes. La Iglesia invisible kantiana es una comunidad ética.
Kant fue profesor en la Universidad de Konigsberg. Ni
los racionalistas ni los empiristas ni Spinoza habían sido profesores. Kant sí
lo era, y a partir de entonces se convertirá en el modelo de profesor
universitario contemporáneo.
¿Quién es Hegel? Hegel es el profesor contemporáneo
por excelencia. A veces se le ha llamado el Platón contemporáneo. Profesó sobre
todo en la Universidad de Berlín. Si Kant es el último moderno, Hegel es ya el
primer contemporáneo.
El concepto principal de Hegel es el de espíritu.
El espíritu es la realización efectiva de la libertad. En La fenomenología
del espíritu, Hegel se propone pasar del amor al saber al saber, pues, ¿qué
es sino la filosofía? Si la filosofía es el deseo de saber, al final lo que
queremos es saber y no quedarnos en el deseo. En este libro Hegel recorre la
experiencia de la conciencia hasta llegar a la “historia concebida”. La
filosofía para Hegel desemboca en la historia concebida.
Otros grandes libros de Hegel son su Filosofía del
derecho, donde expone qué es el Estado, la Ciencia de la lógica y la
Estética. En su filosofía del derecho, Hegel dice que el Estado es la
sustancia ética, el bien, la libertad. Es como si la Ética de Spinoza se
hiciera Estado. El concepto principal es el de eticidad, que engloba a
la familia, a la sociedad civil y al propio Estado. Por encima de los Estados
solo está el espíritu del mundo.
En la Ciencia de la lógica Hegel trata del
conocimiento. El conocimiento viene a ser para Hegel el entendimiento de la
no-nada, modo negativo de definir al ser. Es como cuando quedamos anonadados.
En la Estética, Hegel desarrolla lo que podemos
llamar teoría del arte contemporáneo. El arte ya no es imitación de la
naturaleza. La naturaleza entra en crisis. El arte se libera.
Esta es a grandes rasgos la filosofía de Hegel.
El alumno más importante de Hegel es Marx. Marx es más un ideólogo (conoce la ideología de los psicólogos) que un filósofo, pero su conocida frase “Hasta ahora la filosofía ha interpretado el mundo, es hora de transformarlo” sigue en el frontispicio de la Universidad de Berlín. El “socialismo científico” (diferente al utópico) de Marx está felizmente superado, no así su idea de paraíso, al que llama paraíso comunista, donde el trabajo lo harían las máquinas y los hombres se podría dedicar a pescar, hacer la siesta o a la crítica teatral. ¿Como salir de la alienación? Más que por la vía marxista habría que regresar a Hegel: alineándose con lo general.
El trabajo más importante y minucioso de Karl marx es El capital.
Darwin puso fin a la biología de origen aristotélico.
En su libro El origen de las especies explica el origen de los animales
y su evolución. Por eso su teoría se conoce como teoría de la evolución. De
joven viajó a Suramérica para luego escribir un relato en el Viaje del
Beagle. Darwin ya habla en este libro del concepto de cambio climático. Es
un libro sumamente divertido.
Desde Darwin en adelante los evolucionistas se han
entretenido en perfeccionar la teoría de Darwin: mutacionismo, variabilidad,
etc. El impacto del darwinismo ha sido desde entonces más importante que la
propia teoría. Incluso se ha hablado de un darwinismo social.
El filósofo español Eugenio Trías propone un
darwinismo crítico.
Nietzsche fue un joven profesor de filología clásica
en la Universidad de Basilea que prontó dejó la cátedra para dedicarse a la
filosofía. Vivió en diversas partes de Europa, destacando su residencia de
verano en Sils-Maria, Suiza. Desde Sils-Maria, escribió libros que él mismo
llamaría intempestivos, inactuales, como el más conocido de todos, Así habló
Zaratustra. Nietzsche hizo suya “la muerte de Dios” del idealismo alemán de
principios del siglo XIX y extrajo todas las consecuencias. Propuso un ateísmo
como “segunda inocencia” desculpabilizadora.
Uno de los conceptos nietzscheanos que han quedado en
el imaginario colectivo es el de “buen europeo”. Ser buen europeo significa un
máximo de fuerza de adaptación, y es el movimiento democrático de Europa hacia
el progreso o la civilización. Es por esto que Nietzsche es el filósofo del
europeísmo, del buen europeísmo, aun hoy en día.
Nietzsche es un filósofo popular, es decir, ajeno a la
academia, aunque sigue estudiándose en la academia, que ha aclarado el
malentendido del nietzscheanismo con ideologías criminales como el
nacionalsocialismo.
Después de la Guerra civil americana (1861-1865), el
pragmatismo se convirtió en la filosofía de los Estados Unidos de América. Su
fundador es Charles S. Pierce, al que siguieron ya en el siglo XX el psicólogo
William James y el pedagogo John Dewey. El pragmatismo, en palabras de Peirce,
es “un nuevo realismo de un sentido común crítico”. El pragmatismo es más un
método que una doctrina, y su idea básica consiste en la idea según la cual
“hay que incluir los efectos sensibles de lo que concebimos en lo que
concebimos”.
El pragmatismo americano ha creado una escuela y ha
llegado hasta nuestros días en figuras como Rorty. Si interés político principal
es la democracia, a la que Rorty define como “una gran conversación”.
En cuanto al aspecto más doctrinario, una derivada del
pragmatismo es la semiótica de Pierce. La semiótica es el estudio de los
signos. Peirce fue profesor de Lógica durante cinco años en la Universidad John
Hopkins, la única laica de entonces. Para Peirce, el conocimiento empieza por
la sensación (primeridad), luego la voluntad media (segundidad) entre la
sensación y el entendimiento, hasta alcanzar el conocimiento (terceridad). El
concepto de intuición lo entiende Peirce como abducción o retroducción.
Freud era un médico vienés y profesor conocido por su
teoría del psiconálisis. La psicología se había convertido a finales del XIX en
Alemania en una disciplina autónoma, pero Freud le da una vuelta de tuerca a
principios del XX. Para Freud existe lo que llama inconsciente, o ello,
además del yo y del nosotros. El inconsciente es, para decirlo como el filósofo
griego Castoriadis, un magma de significaciones no explicítas, como un sueño.
Para Freud, la formación del yo pasa por el encauzamiento del inconsciente.
Cómo encauzarlo es otra cuestión. Castoriadis le da la vuelta a la fórmula
freudiana y dice: “Donde está el yo, el ello debe emerger”.
El psicoanálisis se convirtió además en una práctica
terapéutica utilizada aun hoy en día.
Si Newton es el físico moderno por antonomasia,
Einstein, judío alemán, se ha convertido en el físico contemporáneo por
excelencia. Lo que era aun espacio absoluto en Newton se relativiza en Einstein
en un espacio-tiempo diferente al newtoniano. La física de Einstein es más
conocida como teoría de la relatividad. Para Einstein, hay una
relatividad restringida y una relatividad general. Einstein fue Premio Nobel
por su teoría de la relatividad restringida, pero más problemas presenta su
teoría de la relatividad general. En concreto, son muy problemáticos su
principio de equivalencia y la existencia de agujeros negros.
Es conocida la afirmación de Einstein de que creía en
el Dios de Spinoza. La teoría de la relatividad de Einstein es hoy cultura
popular. En efecto, el movimiento es relativo, como ya sabía en el Renacimiento
un Giordano Bruno.
Contemporánea de la física einsteiniana es la física
cuántica. La física cuántica, o mecánica cuántica, no es sino el renacer
contemporáneo del antiguo atomismo o materialismo. Ahora los átomos son cuantos.
Planck, Heisenberg, Bohr, etc., son los físicos
cuánticos más conocidos. Al decir de Zubiri, la física cuántica es solo una
simbolización del atomismo. Si Demócrito mismo no sabía realmente qué eran los
átomos, lo mismo ocurre en la contemporánea mecánica cuántica con los cuantos.
Lo único que podemos hacer, y estos físicos han hecho, es simbolizarla.
El antecedente del existencialismo contemporáneo se
remonta al filósofo danés del siglo XIX Soren Kierkegaard. Pero es con el
filósofo alemán Heidegger cuando toma carta de naturaleza en el XX. Heidegger
polemizó a cuenta del existencialismo con el filósofo francés Sartre, pero la
obra de Heidegger destaca sobre todas las demás.
Para Heidegger, los seres humanos estamos ahí (dasein),
arrojados a la existencia. De lo que se trata es de habitar ese ahí, y
Heidegger al final de su vida propone un habitar de tipo poético. Su obra
principal fue sin embargo Ser y tiempo, en la que retoma antiguas
cuestiones de la metafísica como el tiempo, la actividad, el ser, etc.
Al igual que otros filósofos, entre ellos el español
Ortega, Heidegger meditó sobre la técnica. Desde Hegel por lo menos, es decir,
desde los inicios de la Revolución industrial contemporánea, la técnica está
cada vez más presente en nuestras vidas. Para bien o para mal, eso depende, y
ahí juega un papel la reflexión filosófica, como por ejemplo la existencialista
de Martin Heidegger.
Wittgenstein era un filósofo austriaco que vivió exiliado
en Inglaterra. Sus dos principales libros son el Tractatus
logico-philosophicus y las Investigaciones filosóficas. De ahí que
se hable de dos Wittgensteins, el primer Wittgenstein y el segundo
Wittgenstein.
El primer Wittgenstein, emulando a Descartes, trata de
determinar qué es el ser. Se dice que lo escribió en las trincheras de la 1ª
Guerra Mundial. Para este Wittgenstein, el ser es lingüístico. Por eso a la
filosofía de Wittgenstein se la conoce también como la del giro lingüístico.
Una de las proposiciones más conocidas del Tractatus es que “de lo que
no se puede hablar hay que callar”. El Tractatus desemboca pues en la
mística.
El segundo Wittgenstein, ya instalado en la
Universidad de Cambridge, rompe con el Tractatus y elabora una filosofía
de los juegos del lenguaje y de sus reglas. El lenguaje es un juego, casi como
diría un Sofista (“el significado de una expresión es su uso social”), y como
cualquier juego tiene, eso sí, unas reglas. Wittgenstein reflexiona en las Investigaciones
sobre las reglas del juego que es el lenguaje. Ya no se calla, sino que juega,
casi como los niños de Heráclito.
Wittgenstein es quizá el filósofo académico más
importante del siglo XX.
Hanna Arendt es la única mujer que encabeza un texto
en esta breve historia de la filosofía. El siglo XX es el siglo del sufragio
femenino y de la incorporación paulatina de las mujeres a la vida pública. Si
incluimos a Arendt y no a otras pensadoras, como la española María Zambrano, es
porque la filosofía de Arendt ejerce aun hoy en día una enorme influencia en
las concepciones políticas contemporáneas. El término totalitarismo,
para definir lo que fueron el bolchevismo, el fascismo y el nazismo, es de
Arendt. Arendt reflexiona sobre la política en su libro Qué es la política y
en este libro empieza desafiando nada menos que a Aristóteles y su idea del
animal político. Para Arendt, no existe ningún animal político, en lo que la
política consiste es en una relación, la política se desarrolla en el “entre sí
inesencial” de las relaciones de cada uno con cada uno. Hablar los unos con los
otros fuera de las relaciones de mando y obediencia, eso es la política, en
concreto la democrática.
Arendt fue alumna y amante de Heidegger. Un alemán y
una judía enamorados es la mejor antítesis del nazismo que se pueda imaginar.
La vida del filósofo francés Gilles Deleuze recorre
todo el siglo XX. Acabamos esta breve historia de la filosofía con Deleuze
porque lo consideramos el más idóneo para hablar de la filosofía contemporánea,
de sus problemáticas y desafíos.
Los tres grandes libros de Deleuze son la Lógica
del sentido, El anti-Edipo y Mil mesetas. Además, dedicó
obras a otros filósofos modernos y contemporáneos.
En El Anti-Edipo, Deleuze, junto a Guattari, se
propone “liberar a los europeos del yugo edípico”. Una de las consecuencias no
deseadas del psicoanálisis de Freud de principios del siglo XX fue subyugar la
cultura europea con el mito griego de Edipo. Deleuze y Guattari se proponen
liberarla. Sea como fuere, cabe recordar que la tragedia antigua Edipo rey
tiene una segunda parte, Edipo en Colona. En esta segunda parte, Edipo,
ciego pero en paz consigo mismo, vive los últimos días de su existencia de
forma pacífica. Asienta las bases teóricas para una ayuda psicológica profesional.
En Mil mesetas, su obra acaso más aclamada,
Deleuze, nuevamente junto a Guattari, expone su concepto del rizoma. A partir
de geometrías no euclidianas, Deleuze propone un pensamiento rizomático al modo
de tales geometrías.
Este pensamiento rizomático es el que permite a
Deleuze líneas de fuga del capitalismo. Hay que subrayar que Deleuze no es
anticapitalista. De hecho, en uno de sus últimos libros tiene palabras elogiosas
del capitalismo (que establecería un “plano de inmanencia” en lo real) sin
escapérsele que también puede ser represor. Es entonces cuando propone ya desde
sus primeras obras estas líneas de fuga que desembocarían en una idea de la
convivencialidad más allá de la capitalista.
En cuanto a la relación de Deleuze con el llamado
posmodernismo, podemos también decir que Deleuze no es posmoderno. El
posmodernismo es un movimiento contrario a la idea del Todo que se remonta a la
Grecia antigua. El representante contemporáneo por excelencia de esta idea del
Todo no es otro que Hegel. Deleuze no es hegeliano, pero no se puede hacer
filosofía contemporánea sin dialogar con Hegel, de modo semejante a como la
historia de la filosofía no son sino notas a pie de página a los diálogos de
Platón. Deleuze dialoga con Hegel al pensar el capitalismo contemporáneo, el
arte contemporáneo, el Estado contemporáneo, etc. Con su amigo Michel Foucault,
dialogan con Hegel tratando de esquivar sus interpretaciones represivas, sea en
forma de biopolítica (por eso Deleuze aboga por un “cuerpo sin órganos”) o de
cualquier otra forma.