¡Con el neoplatonismo hemos
topado! Además en un contexto tan interesante como el periodo
alejandrino, momentazo de mestizaje e intercambios culturales donde los
haya. El conocimiento se mezcla, fusiona y renueva dando como fruto una
amalgama de “nuevas-viejas” corrientes filosóficas, especialmente de origen
griego. Aunque el imperio griego estaba en declive y el romano en
auge, la cultura griega estaba de moda y con ella resurgen numerosas corrientes
culturales.
Hoy profundizaremos en
una versión del platonismo, que a mi parecer, es muchísimo más
divertida que la original. ¡Plotinismo allá vamos! Plotino representa
la continuación de la tradición platónica con el plus de originalidad
de su pensamiento especulativo. El filosofo captó a la perfección el espíritu
ecléctico de su tiempo.
Veremos los aspectos
más singulares y relevantes de la
vida del autor para sumergirnos de pleno en su pensamiento y así entender la
herencia de su filosofía. Lo que sabemos de la biografía de Plotino nos
llega en gran medida de Porfirio, un discípulo suyo que lo tenía medio
endiosado, lo que aumenta la leyenda y la diversión. Parece ser que nació
en Licópolis sobre el 204 o 205 pero que acabó montando
escuela en Roma, donde residió y dio clases. Tuvo algún@s alumn@s
importantes como su futura esposa (afortunadamente su secta no hacia
distinciones de sexo a la hora de admitir miembros) o el propio Emperador
romano.
Dicen que era
muy buen profe y que no le importaba ampliar explicaciones o
repetir un concepto hasta que se entendiera. También era un hombre respetado
en su comunidad, al cual acudían en ocasiones para que mediara en
conflictos vecinales.
En su vida también
encontramos algunas excentricidades que demuestran que era súper fan de Platón.
Una vez pidió al gobernador el terreno de un desierto cercano llamado Campania para
fundar Platonópolois una polis regida por La república de Platón (¡Qué
chulada!). Imagino como fantasearía con ser el mismo el filosofo rey. Otro dato curioso y que prueba su fe en el
maestro, era que nunca quería ser retratado ya que le parecía demasiado
decadente promover copias de copias.
Pero sus discípulos, poco respetuosos y con ansias de un retrato de su guía,
urdieron el siguiente plan: Hacer pasar a un retratista como alumno y que luego
de memoria trazara su retrato (Unos genios).
A los 66 años se
retiró a una casita de campo aquejado de dolencias estomacales, lamentablemente
rehusó la medicación ya que la consideraba poco filosófica y
murió poco después.
Ahora que nos podemos
hacer una idea del contexto y el
personaje que era Plotino, sin más
preámbulos, entramos de cabeza en el pensamiento plotiniano. El neoplatónico nos ofrece un sistema
jerarquizado de la realidad y en el rango más alto vemos el Uno.
Importantísimo
entender que es esto del Uno: Plotino defiende la existencia de un primer
principio absoluto que denomina Uno. Algo así como una especie de “arjé” presocrático. Este Uno es la fuente creadora de todo lo
demás que para poder ser verdaderamente trascendente, debe ser concebido
como absolutamente simple, sin determinación formal alguna,
carecer de todo predicado, y a la vez, para ser principio,
deberá dar razón de toda la multiplicidad del universo.
Nos encontramos con una
de las grandes dificultades de los@s grieg@s, explicar el paso de la
unidad a la multiplicidad, explicación hercúlea que ya se intentó en
el Pármenides de Platón. Ante tal hazaña
cognoscitiva Plotino tampoco se calienta mucho la cabeza y defiende
lo siguiente:
El Uno es
un principio que da origen a la multiplicidad y dar origen a la multiplicidad
es lo que lo constituye como principio.
Está esta explicación,
que no puede ser más circular, es la
que nos ofrece el autor para justificar el paso de lo Uno a lo múltiple.
El tío con un par, no le da más vueltas y continua con su doctrina sin mirar a
tras. Que conste que lo entiendo perfectamente ya que es un problema filosófico
de gran calibre al que podría haber dedicado su vida entera sin obtener salida
alguna. De ser así y la humanidad hubiera perdido un gran pensador en a pro al
nuevo platonismo. Nosotros igual que Plotino continuamos
adelante sin amargarnos más por lo irresoluble y punto y pelota. Según el autor,
de este Uno emanan sin perder un ápice de sí, los estadios más
bajos de la realidad. Yo comparo este Uno como la luz solar
dadora de vida, que nos alumbra y calienta sin perder por ello ni una gota de
su brillo.
Esta filosofía
jerarquizada se muestra en 2 movimientos:
a) Del Uno al uno
(descenso)
b) Del uno al Uno (ascenso)
En el primer
movimiento de descenso el Uno generador va al uno particular (cuerpo material) que
reside en el mundo de las cosas. El Uno llega al uno
desplegándose en 3 niveles:
Primero en el Nous o Espíritu.
Este Nous o espíritu hace referencia a las idees
platónicas, a la razón divina.
Luego en el Alma que es
causada por el impulso de las idees que quieren ejecutarse o actualizarse.
Más tarde en el último eslabón, la materia
sensible. Tanto para Platón como para Plotino el
mundo sensible carece de nobleza y autenticidad. Vamos que a nivel material
somos una mierda seca.
El segundo
movimiento, el que describe la finalidad de la vida humana, es el
movimiento de ascenso que va del uno
determinado al Uno divino. Plotino desea el
ascenso y unión con el primer principio. Este ascenso se da cuando
el alma atraviesa los diferentes paisajes hasta poder contemplar al Uno.
El ascenso es un viaje de 4 paradas:
1) Mundo sensible:
Nivel más bajo donde el alma se impregna de la pasividad de los placeres y del
ejercicio de las virtudes sociales.
2) Mundo de la reflexión/ racionalidad: Nivel medio donde el alma es dueña de sí.
4 4) Éxtasis: Contacto
con el primer principio. Última parada y finalidad de la vida de las persones.
Parece ser que Plotino llegó al estado de éxtasis
místico 2 o 3 veces, ahí es nada.
Plotino tiene una fantasía muy
bonita y es que el se imagina a las almas dibujando un circulo perfecto
cantando alrededor del Uno. El coro entona en harmonía, pero cuando
alguna de les almas desenfoca su atención hacia el Uno, su canto
empeora y necesita volver a centrarse en el Uno para afinar.
Nuestra alma necesita tener presente al Uno
para estar encarrilada.
A pesar de que Plotino dijera Uno y
no Dios, esta claro que este primer principio y su neoplatonismo en general se puede
vestir, en cierto modo, con las ropas del cristianismo. A mi
parecer este es uno de los grandes motivos del éxito de Plotino y
de que se hable de este en las aula universitarias. Aunque Plotino solo pretenda retornar
a Platón y no reformarlo, lo renueva aportando soluciones
llenas de aire fresco. Su flecha marcara la dirección del pensamiento
venidero. Continuidad y “olor a libro nuevo” se unen es
este pensador. Durante el siglo III, en el paisaje helenístico, se instauró el neoplatonismo,
cuyo representante más significativo y místico es, sin duda, Plotino.