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De la oscuridad de la noche

 

Una imagen que captura la atmósfera de la noche, con elementos que evocan la obra y el espíritu de Novalis. Se muestra un paisaje nocturno, quizás con un castillo o bosque sombrío, iluminado por la luz de la luna, simbolizando la búsqueda de la esencia y la liberación a través de la oscuridad.


“¿Qué es lo que, de repente, tan lleno de presagios, brota

en el corazón y sobre la brisa suave de la melancolía?

¿Te complaces también en nosotros, Noche oscura?

¿Qué es lo que ocultas bajo tu manto, que, con fuerza invisible,

toca mi alma?”.

                                                       Novalis, Himnos de la noche


“Siempre ha estado ahí, forma parte de ti, nunca se ha perdido,

tan solo un olvido”.

                                 Sentimiento Muerto, Sin sombra no hay luz 



 Según Novalis, en la oscuridad de la noche se encuentra el camino que conviene seguir, si se pretende alcanzar el lugar donde se encuentra el sí mismo, el principio del universo infinito, lo auténticamente sustancial, la libre imaginación y el regocijo: “es en nosotros, y no en otra parte, donde se haya la eternidad de los mundos, el pasado y el futuro”, afirma el poeta alemán, en este intento de concreción de su idealismo mágico. No es en la luz sino en su ausencia -en la nocturnidad- donde la humanidad urde sus más elevados propósitos para llegar a encontrarse consigo misma, conquistando la verdad y restableciendo el plan, el diseño de la reconquista de la definitiva liberación, de la propia vitalidad, del propio Espíritu. El exceso de luz puede llegar a enceguecer e impide penetrar en los misterios de la noche: “la muerte es superior a la vida terrenal porque es el tránsito a la noche y al Espíritu, que son superiores a la luz y a la materia”. Es, en sus palabras, “la gran noche infinita del Universo” o “la gran anunciadora de universos sagrados”. Misteriosa oscuridad, amiga de las ocultaciones de la autonomía. Profunda noche de los sueños que posibilita la realización concreta de los deseos y, más aún, de la voluntad de una humanidad inerme, a la que le ha sido arrebatado el destino de su grandeza.

 Ya en los mitos griegos se hablaba de Nix, la diosa primordial de la Noche -o Nox, según los latinos, como “la madre de los seres oscuros” y de todas las abstracciones personificadas que suelen producir terror entre los inadvertidos y entre unos cuantos advertidos. Se afirma que Lyssa -la demencia- es hija de Urano y de Nix. Y que las Erinias -las Furias- son hijas de Cronos y Nix, dado que los castigos que infligen llegan sin ser advertidos, sigilosamente. También que parió a Némesis -diosa de la venganza y la envidia- sin unirse con nadie, así como, en unión con Érebo -dios de las tinieblas-, a Caronte -el brillo intenso, terminal, que sirve de guía y barquero a las sombras errantes de los difuntos. Alada, sensual, rauda y semidesnuda, aunque en algunos registros cosmogónicos aparece montada en un magnífico carruaje, toda cubierta por vestimentas tupidas de oscuridad, mientras va dejando a su paso un brillo escarchado de estrellas infinitas. Reside en el Hades, justo en el punto más profundo de la oscuridad. Fue engendrada por Caos -más que el desorden, el vacío primordial- y por la tenebrosa Calínige -las lúgubres tinieblas-, según la narración de Higino, en este orden: “De Calínige, Caos. De Caos y Tiniebla, Erebo y Éter, Nox y Dies”. De la unión del caos con las tinieblas surgen, en un mismo parto, la oscuridad de la noche y la resplandeciente luz del día. Después de todo, “sin sombra no hay luz”.

 Poco tienen que ver los ciclos de la historia con la fugaz -efímera- inmediatez de la crónica periodística, que suele trastocar el tiempo en negocio nimio, efímero, aunque muy productivo. Vico da cuenta de la larga noche de la barbarie ritornata, oscuro momento de la historia que se consolidó con la caída del imperio romano -476 dC- y que solo llegó a despuntar mucho tiempo después, con el Renacimiento -siglos XV y XVI-, hasta alcanzar su incandescente mezzogiorno con la Ilustración -siglos XVIII-XIX, cuyos excesos de luz solían obnubilar a Novalis (e incluso, al sereno Vico). La conciencia, dice Hegel, solo llega a progresar cuando es capaz de enfrentarse a los límites que ella misma se traza. Necesario confrontarse con las dificultades, los obstáculos y las contradicciones, porque es mediante esa confrontación que se puede alcanzar la comprensión del sí mismo -el nosce te ipsum-, que es, simultáneamente, el camino para conquistar la libertad. China no vive. Más bien, existe condenada por las tinieblas de una eterna noche autocrática que no termina. Sin hacer cuentas de la larga tradición zarista, la oscurana rusa duró más de sesenta años, y aún persiste. La más oscura de las noches alemanas duró doce años y la de Italia diecisiete. Treinta y seis la de España. Después de sesenta y cinco años, la noche cubana aún no finaliza, a pesar de que la circularidad de sus ruinas se le viene encima a la satrapía fundadora de la era del deslizamiento de la política hacia la gansterilidad. Y Venezuela, con una extensa tradición militarista -a la que Bolivar sentenciara como un cuartel- devenida gansterato, apenas ha tenido en su historia unos cuarenta años de luz de madrugada. De manera que la noche sombría puede llegar a ser inconmensurable para los términos de las estadísticas convencionales, propias del entendimiento abstracto (das abstraktes Verständnis), su contracara.

 Algo de verdad contienen las odas nocturnistas de Novalis, porque así como la luz resulta de la oscuridad la libertad es el resultado inmanente de la opresión. La noche es, en este sentido, una determinación histórica necesaria para los pueblos, y quizá la mayor de las experiencias de su conciencia, su mayor lectio. Solo penetrando -durchdringen- las tinieblas del terror despótico es posible conquistar la luz de la libertad, siempre que esta sea comprendida no como la negación abstracta de la oscuridad sino como su negación determinada, como el recuerdo de su doloroso calvario. Por eso mismo, Hegel sostiene, en su Filosofía Real, que “el ser humano es la noche del mundo”: “Lo que aquí existe es la noche, el interior de la naturaleza, el puro uno mismo, cerrada noche de fantasmagorías: aquí surge de repente una cabeza ensangrentada, allí otra figura blanca, y se esfuman de nuevo. Esta noche es lo percibido cuando se mira al hombre a los ojos, una noche que se hace terrible: a uno le cuelga delante la noche del mundo”.

 Solo se libera de las ataduras quien las ha padecido. La libertad no es un “producto de importación”, no se puede comprar en el mercado libre. Es una experiencia continua, un doloroso aprendizaje, una confrontación cotidiana, cara a cara, con el terror de la oscuridad. Y como conciencia de la necesidad, amerita de la cabal comprensión y de la responsabilidad que comporta el comprender. Novalis superado y conservado. Solo así el sujeto del cambio logra traspasar la inmediatez impotente ante la noche, su sumisión, su ausencia de mediación. Ahora su voluntad es la mediación misma. El Espíritu vivo no se asusta ante el abismo de la noche, lo asume. Se mantiene firme frente a las tinieblas y las confronta, porque el Espíritu solo puede conquistar la libertad cuando se encuentra a sí mismo en medio del más doloroso “punto nocturno de la contradicción”.   

    


       

            



Mercurio y Ficción: La Astucia del Tío Conejo en la Lucha Contra el Despotismo

 Cosas del Tío Conejo

Cosas del Tío Conejo



“El poeta es un fingidor

  Finge tan constantemente

  Que llega a fingir que es dolor

  El dolor que de veras siente”

                         Fernando Pessoa



La palabra ficción es tan inquieta -y al mismo tiempo, tan inquietante- como el mercurio. En ella se compendia el significado del fascinante radical traspaso de la libre voluntad del ser social inmerso en la vida cotidiana. Su complejidad no puede ser aprehendida ni, mucho menos, fijada, sometida o controlada por el poder del logos abstracto. El despotismo, ilustrado o no, literalmente le resbala. Y es que cada vez que se la ha intentado apresar sus carceleros terminan ahogados y envueltos en su espesa liquidez para, transmutados, devenir ficción. Nada menos que en la ficción de la ficción. Así, etimológicamente,  fictio es el sustantivo derivado de fictum, participio del verbo fingere, que significa inventar, modelar, representar o amasar. Por eso la arepa venezolana es el resultado del amasar pacientemente. Es una ficción que evoca al Dios Sol para transubstanciarlo, humanizándolo. Las efigies deben su nombre a effingere, lo que deriva de fingere o representar. Y la  finta o el amago que se utiliza en los deportes, aunque también en política -dado que, en el fondo, la política tomada en serio, como profesión de fe, es un modo de hacer deporte in mente-, es el participio de fingere. Lo interesante es que la ficción, debidamente tramada, se concreta en realidad, termina objetivándose, mientras desobjetiva -diluye- aquello que se pretende como la más cruda de las realidades. No por caso se dice que existen ficciones que superan con creces la realidad. La apariencia, en efecto, oculta la esencia.

En virtud del orden y la conexión de las ideas y las cosas, con el tiempo, la ficción ha mostrado su sutil efectividad no solo en los más diversos géneros literarios sino, por ende, en la vida misma, especialmente frente a la solidez, la dureza, aparentemente inquebrantable, de las convenciones establecidas por la fuerza bruta que usurpa el poder. Lo cierto es que la historia ha mostrado con pasmosa contundencia que el vigor de la ficción reside en su aparente fragilidad, en el sorprendente poder de su inventiva, de su ingenio frente al horror del autoritarismo intolerante. Son incontables los ejemplos. Y sin embargo, tal vez convenga resaltar, más allá de las consabidas fábulas, algunos señalamientos relativos a la fortaleza que puede llegar a tener la ficción, una vez que logra transformarse en el Espíritu de un pueblo, en su Volksgeist

En su significado estrictamente filosófico, la ficción ha estado presente desde los diálogos platónicos, pasando por las utopías del Renacimiento, hasta el llamado conte philosophique -el cuento filosófico- de la Francia del siglo XVIII, con Voltaire y Diderot como sus figuras principales. Y es a esta genial exposición de la ficción como mordacidad envolvente, como “había una vez”, que convendría aproximarse, a los efectos de comprender la peste totalitaria que ha infectado al presente, dada la astucia, la agudeza e inteligencia de su crítica a la sociedad del terror y, especialmente, del poder bestial, autocrático y despótico impuesto por el lumpanato gansteril.

El poder absoluto pone en evidencia sus profundas debilidades. Se desmorona ante un tormentoso enjambre de ficciones, dando paso al poder de la verdad, el orden moral y la libertad. “Todo lo que era sólido se desvanece en el aire”. La ficción se configura, así, como el vehículo de la razón y la eticidad que denuncia la opresión de los insensatos, poniéndolos en evidencia. El emperador y su corte de estafadores quedan expuestos en su corrompida desnudez. Es el ardid continuo del Tío Conejo que desquicia y desarticula por completo la arrogancia del Tío Tigre, al punto de demostrar la insensatez de su opulenta fiereza hasta hacerla reventar como una burbuja. Sorpresivamente, las maletas de la inminente huída al exterior se transforman en el luggage contentivo de las actas de votación, es decir: en la prueba indiscutible, ante los ojos del mundo entero, de la indiscutible derrota comicial más aplastante de la que se tenga noticia en la historia.

Es verdad que Rafael Rivero Oramas compiló con dedicación y experticia, entre 1949 y 1964, los cuentos de Tío Conejo y Tío Tigre, personajes ficticios -ficciones, precisamente- que, desde los tiempos de la colonia, circulaban por el llano venezolano, y que son, en realidad, una versión local de antiguos relatos de esclavos africanos transmitidos oralmente por generaciones y difundidos por toda América. Pero fue Antonio Arráiz quien, en 1945, transmutó el viejo relato de anhelos y esperanzas de justicia y libertad en un auténtico conte philosophique. En una expresión, en el fundamento noético propicio para la reconstrucción de una sociedad en ruinas y marcada por la iniquidad de quienes, desde un principio, se arrogaron el privilegio del mando absoluto sobre una población inerme. Los Tío Tigre pulularon desde entonces. Tanto que hasta sus descendientes, muchos de ellos salidos de las universidades o de las academias militares, atormentados por sus complejos edípicos, en nombre del “cambio de rumbo” y del “giro hacia la Izquierda”, terminaron reafirmando las pestilencias de la conducta de sus antepasados. Eso sí, modificando el apelativo de Taita o de Coronel por el de Comandante, tan afín al topus uránico castrista. En eso consistió el “cambio revolucionario”: de las rayas a las manchas. Porque, a fin de cuentas, los Tío Tigres de ayer son los Tío Jaguares de hoy. Y, como reza el adagio, “tigre no come tigre”.

Odiseo enfrentó las fictionis de los poderosos dioses con astucia. Se podría decir que, en este sentido, Odiseo fue el primer Tío Conejo de la historia occidental. Y la lista es larga. En tiempos de  justas exigencias por los derechos de la mujer, bien valdría la pena reconocer que no solo existen -y han existido- los Tíos Conejos sino, además, las Tías Conejas. Como el mercurio, entre arteras ficciones,  el régimen de los tigres parece irse sumergiendo día a día, torpeza a torpeza. Como nunca antes, el imperio de la fuerza bruta se va hundiendo lentamente en su propio pantanal, por más que jure vengarse de los sutiles artificios urdidos por los níveos dedos -the white fingers- de su peor pesadilla.            

    

 

     

              


Diferencia entre ser, existir, estar, aparentar y parecer.


Filosofía y poesía.


Filosofía y poesía
Una vez escrito un poema cualquier lector puede ser capaz de interpretar qué quería decir el poeta con tal o cual verso. De esa hermenéutica del poema puede surgir una concepción metafísica del mismo a través del análisis de las diferentes figuras literarias. Pero... ¿qué hay del poeta? Si el intérprete puede sacar conclusiones metafísicas es porque de alguna manera el autor en el momento de la escritura o bien ha introducido esos elementos con reminiscencias metafísicas a propósito o bien lo ha hecho de manera inconsciente. De igual manera, esos elementos están en el poema.


Para el análisis de los diferentes conceptos metafísicos que pueden aparecer en un poema tomaremos no un poema en sí, sino el momento en el que el poeta está creando su obra, en ese instante en el cual su cabeza está trabajando y sacando a flote una serie de sentimientos o experiencias a las cuales, dándole forma de palabras sobre el papel, se le atribuyen nociones trascendentales. Un apunte más: nuestra referencia será, por simplificar y centrarnos en casos concretos, un poeta que está escribiendo un poema de amor. Se podría haber escogido otra temática, pero por la naturaleza de los elementos que vamos a tratar es preferible este asunto.
Al pensar en la persona amada, lo primero que podemos dilucidar es si, precisamente, es. Por tanto, ya tenemos el primer término a estudiar, el término ser. La concepción de ser la tomaré en la misma línea que el filósofo Avicena en su libro El libro de la curación (o El libro de la ciencia, según algunas traducciones); es decir, lo interpreto como que el ser es ser algo, diferenciándolo así de la existencia, segundo concepto que nos sale al paso.

Ser, es decir, ser algo no implica existir, pero eso no quita que el existir sí implique necesariamente un ser. Cuando algo o alguien existe, inmediatamente es algo, porque al existir uno se determina en el mundo. A la hora de crear un poema, por tanto, ser y existir no tienen por qué ir de la mano. La persona en la cual se inspira uno para escribir cualquier poema de amor puede ser algo y sin embargo en la realidad sensible o perceptible no existir. ¿Cómo puede una persona no existir o dejar de existir? Falleciendo podría ser la forma más inmediata de dejar de existir... pero creo que hay otra más común y que puede hacer que una persona incluso deje de existir varias veces a lo largo de su vida: cambiando su personalidad. Imaginemos que existe una persona que en tal momento es dulce, simpática y con unos principios éticos inamovibles. Si esa persona cambia su personalidad y se vuelve irascible, antipática y amoral, la persona que era antes deja de existir en la realidad sensible para dar paso al existir de la “nueva” persona. Esa nueva persona que comienza a existir comienza un nuevo ser, sólo que ahora es de otra manera (irascible...etc.). Sin embargo, aunque la persona dulce haya dejado de existir en la realidad sensible, puede seguir siendo, puede seguir teniendo ser. ¿Dónde? Por ejemplo, en la cabeza del poeta. Este ser algo en la cabeza del poeta implica un estar, un concepto más en nuestra investigación, y ya van tres. La persona que ya no existe está en la cabeza del poeta, bien sea como recuerdo o como cualquier otra cosa, y es como era antes, dulce, simpática y moral. Por supuesto, puede darse el caso de que una persona sea, exista y esté. Puede ser dulce ahora mismo, existir en el mundo sensible y estar en el mismo (además de en la cabeza del poeta). Pero con el ejemplo anterior se deja bastante claro que se puede ser y estar pero sin existir.

Resumiendo este párrafo: ser no implica existir; existir implica ser; ser es ser algo; existir significa tener una realidad sensible o perceptible; ser y existir implican estar; se está en algún lugar, bien sea físico y mental si se es y existe o sólo mental si sólo se es. De tal manera, tenemos que un poeta, al estar trabajando su obra, puede encontrarse con que la persona la cual le inspira, por ejemplo la amada, es, es algo, normalmente algo agradable para el poeta, como por ejemplo moral o amable, está, está en su mente, pero no existe, porque ha cambiado y no puede encontrar a tal persona en el mundo sensible.
Sin embargo, no sólo tenemos de quedarnos en el estudio de estos tres conceptos. Hay dos más que debemos de tener muy en cuenta, y son las nociones de aparentar y parecer.


El concepto de aparentar está ligado al de ser. Una persona puede fácilmente aparentar ser algo que realmente no es. Cuando se aparenta algo que no se es se determina otra forma de ser, y es la de ser en apariencia. Esta forma de ser no implica de ninguna manera un existir, porque el ser en apariencia tan sólo está en la mente de la persona que cree que este modo de ser existe. Es decir, cuando una persona irascible aparenta ser tranquila, esa persona es en apariencia tranquila, pero en el mundo sensible no existe como tal, ya que a poco que queramos sacarla de sus casillas sacará a flote su verdadero ser. El ser en apariencia tranquila, en tanto que ser, está en algún sitio, más concretamente en la cabeza de quien cree que realmente esa persona es así y existe así.

Por otro lado, el parecer va ligado al existir, aunque si tomamos lo previamente dicho, esto también se extiende al ser -el existir implica necesariamente ser-. A veces puede parecer que una persona existe sin que eso ocurra realmente. A diferencia del aparentar, el parecer que algo existe no es algo que se pueda hacer de manera intencionada. Si una persona ha cambiado y ya no existe, esa persona no existente no puede hacerle parecer a otra persona que sí existe. Es ilógico pensar en ello. El parecer que algo existe viene dado por una confusión, transitoria o permanente, o una relajación de los sentidos de la persona que percibe o lo piensa, en este caso el poeta.
Llevándonos estos dos términos al ámbito que estamos tratando, un poeta al crear su obra puede crearla a partir del aparente es de una persona. Quizás la amada en cuestión le está presentando una forma de ser de ella que no es realmente, una apariencia, por interés o por otros motivos, y resulte que el poema al final trate de alguien que no existe. En contraposición, creando el poema puede hacerlo confuso por algo que le ha parecido ver o percibir, exista o no. Por ejemplo, al ir por la calle puede parecerle haber visto a una bella persona, independientemente de que lo sea o no, y eso inspirar un poema sobre cierta bella desconocida.
Resumiendo este párrafo: se puede aparentar ser, además de manera consciente; el aparentar ser no implica que el ser aparente exista; al sujeto que percibe puede parecerle que algo existe, y por tanto sea, independientemente de que exista realmente.

En definitiva, nuestro poeta metafísico del que hemos tratado a lo largo de este esbozo es un poeta lleno de complejidades, lo cual se refleja en su poema. Así encontramos poemas que tratan sobre amadas que se han ido, que no existen, pero siguen en la cabeza de algún pobre melancólico; poemas inspirados por leves miradas que hacen que el parecer existir de tal persona te llene el alma de Sol (en alusión a Bécquer); poemas que muestran el desgarro de ver cómo se había amado a una persona que simplemente aparentaba ser; poemas tan bellos que nos permite olvidarnos por un momento de que somos, existimos, estamos, aparentamos y parecemos

¿Quieres fiilosofía? ó ¿Como ser filósofo?


Si quieres filosofía, irremediablemente :


Acumulas sensaciones e
intentas que estas sean más alegres,
que tristes.


No das nombre a ninguna, y
si lo haces, cambiándoselo continuamente
utiliza varios, uno por semana o así.


Hazte exigente,
abarca metas más amplias
en intensidad.


Prueba a ponerte hasta el culo, de vez en cuando
bebe alcohol y otras drogas
intenta no perder el conocimiento muy pronto,
así, haz una travesura, y consigue recordarla.


Es importante hechar un buen polvo,
dicen amor, pero es lo mismo
si es con una chica, escoge a la más natural,
la inteligencia es importante también
tu fíjate en su sonrrisa, juega y ponte serio.


Si es contigo mismo, preocúpate
por nada, nada es nada,
piensa en imágenes bellas
imagina sensaciones mutuas,
pero disfruta de un acelerón de pecho
mucho antes de soltarlo todo
o te quedaras en nada,
tu aprieta ese músculo y goza.


Tampoco te olvides de la pelea,
para eso aférrate a un símbolo
con un nombre atrevido, y
cógele cariño, llámalo siempre igual
durante años si puedes
espera un golpe, un cobarde que te insulte
al llamarlo de otra forma
no te reprimas, actúa, golpealo fuerte
en la cara, patealo en el suelo
y escupele si puedes, tu
siempre tendrás razón
te lo debes a ti mismo,
no te preocupes.


Cuando tengas muchas y diferentes
juega con ellas, y como son parte tuya
ten en cuenta que no vales nada,
imagina que te has equivocado, es más,
piensa que nunca as pensado una verdad
y serás filósofo, esto es lo más difícil.


Para ser filósofo, asegúrate de
no saber más que nadie
solo piensa en cosas insignificantes,
un buen filósofo nunca dice cosas importantes
compara a estas con aquellas, y ten presente
la continúa belleza del cambio,
tu solo disfruta.


Puedes leer a Nietzsche, Maria Zambrano
o Spinoza, textos budhistas e induhistas,
también a hombres de ciencia como:
Darwin, Pavlov o Piaget
pero no tiene importancia, si no los lees
igual, ya eres filósofo, no necesitas saber nada,
pero, si los lees, sigue cambiando nombres,
aprovecha y
haz amigos.

Poema - Lucha interior.


Un demonio color carne
Un mercurio vivo palpitante
Un muñeco descosido
Y el aprendiz contiene,previene

Muñeco travieso, difícil, mofóso
Pretende al aprendiz mocoso
Y el aprendiz dudoso, tembloroso

¡Qué carta! ¡Qué cuesta! ¡Qué símbolo! ¡Qué momento!


Tira de la duda

¡Duda y siente, y hazme caso!

Y tira bien y no.

Ver el cielo, descifrar el alma. Pablo Neruda

poesía emergente, buscando en invierno o río, presencia sin nombre tocando, primera línea vaga escrita, cielo abierto, planetas, plantaciones palpitantes, noche abrumadora, universo, corazón desatado en el viento

En este extracto de "La Poesía", Pablo Neruda narra el encuentro místico y transformador con la poesía, personificándola como una fuerza ineludible y misteriosa que lo busca y lo encuentra en su juventud. Neruda describe este momento no como una simple inspiración, sino como una convocatoria sin voz ni forma que lo alcanza desde lo cotidiano y lo transforma en un ser capaz de sentir y expresar el universo. A través de imágenes de desorientación y revelación, el poeta evoca el despertar de su conciencia poética, donde la poesía no es solo arte, sino una parte esencial de su ser y del cosmos mismo. Esta introducción a la poesía es tanto un viaje personal de descubrimiento como una comunión con el infinito, marcando el inicio de su vida como poeta, donde cada palabra escrita es un eco del universo que ahora lleva dentro.

Pablo Neruda, La poesía:


Y fue a esa edad... Llegó la poesía

a buscarme. No sé, no sé de dónde
salió, de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran
palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca
no sabía
nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando
aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura
tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto
el cielo
desgranado
y abierto,
planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada
por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío
constelado,
a semejanza, a imagen
del misterio,
me sentí parte pura
del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.

Poema - Principio de un mundo.


Me dejó el corazón asfixiado, de
un revés directo a la nariz
espacio y tiempo salen a borbotones,
partido en dos, solo veo sangre
y sin tener a que agarrarme.

Un impacto tan audaz, que
caí sin pies, ni cuerpo, ni nariz
,
un daño sordo e irreparable y...
¡Ahí!!
del pecho frío de daño.


Encuentro culpa en estupideces
,
¡maldito cabrón
broto de la nada!,
de la paz y armonía
él se relajó
e
inventó con gracia

el principio de un mundo.

Con molestos empujones y cantando al compás,
¡ya! fuera del bendito infierno
solo me queda inventar.



  - -Esteban H.G - -

Arbol de luz, gozar, amar.



- - - - - - - - - Milagro de Paz - - - - - - - - - - - -

Nada igual a esta dicha
de sentirme tan sola
en mitad de la tarde
y en mitad del trigal;
bajo el cielo de estío
y en los brazos del viento
soy una espiga más.

Nada tengo en el alma
ni una pena pequeña
ni un recuerdo lejano
que me hiciera soñar...
Sólo tengo esta dicha
de estar sola en la tarde
¡con la tarde no más!

Un silencio muy largo
va cayendo en el trigo,
porque ya el sol se aleja
y ya el viento se va
¡quién me diera por siempre
esta dicha indecible
de ser, sola y serena,
un milagro de paz!

- Meira Delmar -

Pasado y futuro -lord Byron

anhelo de cielos terrosos, reflexión sobre el pasado y el futuro, influenciado por el consumo excesivo de alcohol, contemplación de la vida desde una azotea, con un tono serio hacia el futuro y un llamado al vino con soda.


El texto que nos ocupa es una introspección lírica sobre el anhelo de transformación y liberación del peso del pasado, expresada con una mezcla de deseo y resignación. Aquí, el autor anhela una existencia más simple, más terrenal, como un modo de dejar atrás lo que ha sido y abrirse a lo que será. Sin embargo, esta petición a los cielos se enmarca en un momento de embriaguez, sugiriendo tanto una búsqueda de claridad como la aceptación de la confusión del momento. La mención al vino con gaseosa no solo aporta un toque de humor y ligereza, sino que también simboliza la mezcla de lo elevado con lo mundano, un intento de hacer el futuro algo manejable y menos solemne. Este fragmento encapsula el deseo humano de reconciliar el ser con el devenir, todo desde la perspectiva de alguien que, en su ebriedad, encuentra una verdad momentánea.

Poesía de Lord Byron:


Yo les pediría a los cielos ser tan de barro
como soy de carne, tuetanos, pasión y sentimiento,
para que así por fin el pasado fuera definitivamente pasado,
y en el futuro...(pero estoy escribiendo este pliego
después de haber bebido todo el día demasiado,
de manera que tengo la sensación de estar en el techo).
Pero el futuro,como digo, es una muy seria cosa,
así que,¡por el amor de Dios, vino del rin con gaseosa!