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El Humanismo: Una Cosmovisión para la Coherencia y la Justicia


Humanismo como cosmovisión
En este artículo se afirma que el humanismo es la cosmovisión necesaria para dar coherencia a nuestras ideas acerca del mundo y se defiende dicha alternativa frente a los dogmatismos, por un lado, y los relativismos, por otro

Hombre practicando filosofía y deportes, con un fondo caótico, mostrando un enfoque ligero y alegre hacia la filosofía.

Desde un punto de vista materialista y evolucionista, hay que reconocer que la razón, como todas las cosas, también tiene su propia historia. Si la ciencia y la filosofía se apoyan en la razón, pero la aceptación de ésta no puede ser un absoluto, entonces es lógico suponer que debe haber un suelo previo, no directamente racional, sobre el que se asienta la propia razón: las creencias.

Ortega diferenció entre ideas y creencias. (1) En las creencias se está, se vive -decía él. Las ideas se tienen. Sobre las creencias es dificil discutir, porque provienen a menudo de un fondo inadvertido de oscuridad del que no podemos ser del todo conscientes. No obstante, podemos traerlas a la razón y entonces las "racionalizamos". Lo que nos queda, pues, es hacer explícitas esas creencias para poder cotejarlas con las de los demás.

Un sistema de creencias (o cosmovisión) se diferencia de una ideología en que tiene una mayor proyección social y no está ligado a la división de la sociedad en grupos heterogéneos (es decir, no incluye formalmente la referencia a esta relación de unos grupos contra otros).

La pregunta es: ¿a qué suelo de creencias no queremos renunciar bajo ningún concepto porque entonces haríamos saltar por los aires todo lo -mucho o poco- que consideramos valioso? Mi respuesta es: el humanismo. Y concretamente el humanismo secular tal como Mario Bunge lo caracteriza. (2) Dicho humanismo, en palabras del filósofo argentino, comprende las siguientes tesis: 1) todo lo que hay es natural o construido por el ser humano, 2) lo que es común a los seres humanos es más importante que las diferencias, 3) existen valores universales básicos, 4) es posible y deseable hallar la verdad y ésta se alcanza gracias al uso de la razón, la experiencia, la imaginación, la crítica y la acción, 5) debemos disfrutar la vida y ayudar a los demás a disfrutarla, 6) debemos apostar por la libertad, la igualdad y la fraternidad y 7) es necesaria la separación de la Iglesia y el Estado.

Sostengo que el humanismo ha de ser el sustrato básico de creencias sobre el que debemos movernos. Ante la tentación escéptica y relativista, tan recurrente entre nosotros como a lo largo de toda la historia, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿existe algún otro tipo de concepción del sujeto, alternativa al humanismo, que permita dar legitimidad a las pretensiones de validez de todos aquellos que, en multitud de situaciones de la vida, y en los más variados lugares, expresan de una u otra forma sus protestas y ansias de justicia? No la hay. Si renunciáramos al humanismo, entonces no tendríamos argumentos para oponernos a la barbarie, a la guerra, a la opresión, a la esclavitud... Y como no queremos esto, no queremos renunciar a defender que existen algunos límites irrebasables, y hemos de postular una idea de sujeto que sirve para ejercer una crítica del presente al mismo tiempo que como motor para la acción.

La universalidad de la razón (sin la cual no habría fundamento para el conocimiento, pero tampoco para la moral) es una exigencia del humanismo, en tanto que éste se propone salvar algunos mínimos puntos de apoyo para la experiencia del común de los mortales. Puntos de apoyo sin los cuales nos veríamos abocados a renunciar a todo juicio acerca de lo correcto y lo verdadero. En último término, por tanto, el humanismo tiene que ver con una necesidad práctica: la de preservar la identidad de la conciencia como fundamento de toda actividad.

Es notable que en el ámbito del conocimiento toda expresión formulada como verdadera exige de iure que cualquier ser pensante la admita o pueda admitir como tal, lo cual conlleva, además, que dicha expresión remita a una objetividad. En el caso de la moral, la pretensión de universalidad es un requisito inexcusable de toda persona cuando se esfuerza en aducir razones para justificar públicamente sus acciones ante los demás.

Que la universalidad de la razón sea una exigencia del humanismo significa que es un ideal regulativo necesario para dar coherencia a la multiplicidad de lenguajes y formas de vida que pueblan el vasto mundo de lo humano. Por eso el humanismo está tan vinculado a la defensa de unas "decencias comunes" como a la defensa de la racionalidad científica, y no tendría sentido abogar por una filosofía humanista enfrentada con la ciencia:

"El humanista de este fin de siglo no tiene por qué ser un científico en sentido estricto (ni seguramente puede serlo), pero tampoco tiene por qué ser necesariamente la contrafigura del científico natural o el representante finisecular del espíritu del profeta Jeremías, siempre quejoso ante las potenciales implicaciones negativas de tal o cual descubrimiento científico" Francisco Fernández Buey, Filosofía pública y tercera cultura

El humanismo es una cosmovisión totalmente congruente con la práctica del conocimiento científico. Recordemos que un sujeto racional, libre, igual y solidario es el que está a la base de la construcción de la ciencia, si hacemos caso del análisis de Robert Merton, según el cual el "ethos" de la ciencia se caracteriza por la universalidad, el escepticismo organizado, el altruismo y el comunismo epistémico.

No admitir ningún conocimiento revelado, ninguna creencia que no pueda ser racionalmente fundamentada, es tanto un principio intelectual como un principio moral. Se apoya en el supuesto de que todo ser humano, convenientemente inserto en un determinado medio social y cultural y guiado a través de una práctica argumentativa, dispone de los medios necesarios y suficientes para aceptar por sí mismo la verdad de una determinada proposición, sin necesidad de buscar la razón de esa verdad en algo superior a sí mismo.

La razón, el logos, la argumentación, sustituyó a la explicación mítica cuando surgió la polis en la Grecia Antigua. La razón aparece ligada desde su nacimiento al estilo de argumentación propio del ágora. El helenista Jean-Pierre Vernant sostuvo que "la razón griega es una perfecta hija de la ciudad" (3).

La democracia se construyó sobre el valor de la isonomía, que es la igualdad en la distribución del poder político. De la misma forma que ante el control del poder político todos los ciudadanos son iguales, lo son también ante la determinación de lo objetivo. No hay nada más democrático que la verdad -podría decirse- pues nadie puede poseerla de forma absoluta. El individuo es irrelevante ante la presencia de lo objetivo, lo que quiere decir que algo es verdadero, no porque este o aquel individuo particular así lo consideren, sino porque cualquier individuo puede o podría hacerlo con la sola ayuda de su intelecto, analizando las definiciones de los conceptos y las consecuencias prácticas de los mismos.

El humanismo es, por tanto, contrario a los dogmatismos, autoritarismos, etnocentrismos y esoterismos, pero también se opone a relativismos, subjetivismos y, en general, a todos los que de una u otra manera se desentienden del padecimiento de los que sufren.

Justamente el humanismo es la cosmovisión que se propone someter las creencias (y las ideas) a examen empírico y análisis racional, sin dar por hecho nada más allá de lo estrictamente necesario para hacer posible la vida humana: los principios éticos elementales para la organización de la convivencia y la búsqueda de la verdad como basamento de la actividad filosófica y científica. El humanismo es posible porque creemos en (y deseamos) la viabilidad de la vida humana libre y pacífica. Teoría y praxis quedan, así, conectadas sobre la base de un suelo común de creencias compartidas.

Al fin y al cabo, la mejor forma de ser fieles a la justicia, es profundizar en la búsqueda de la verdad en todos los ámbitos, del mismo modo que únicamente propiciando un comportamiento justo y una sociedad justa velaremos por que la investigación de la verdad, libre de imposturas e impertinentes exigencias, sea factible. 


Notas: 

(1) Véase el ensayo "Ideas y creencias" de Ortega y Gasset, disponible en http://new.pensamientopenal.com.ar/12122007/ortega.pdf 

(2) Véase: Mario Bunge, Crisis y reconstrucción de la filosofía, disponible en http://filosofiasinsentido.files.wordpress.com/2013/05/crisis-y-reconstruccic3b3n-de-la-filosofc3ada-mario-bunge.pdf , pp. 18-19

(3)     Jean-Pierre Vernant, Entre Mito y Política, Fondo de Cultura Económica, D. F. 2002, p. 3



La satisfacción en el ejercicio de la filosofia y el deporte.

Hombre practicando filosofía y deportes, con un fondo caótico, mostrando un enfoque ligero y alegre hacia la filosofía.



En un contexto donde el ruido y la velocidad tienden a desbordarnos, ¿quién se plantea la búsqueda de una existencia más plena y satisfactoria?.

En medio del caos y de una vida repleta de obligaciones la clave para encontrar plenitud podría residir en adoptar una actitud más lúdica, y menos trascendental hacia la vida y la filosofía. Pues la filosofía, lejos de ser una disciplina que deba resolver todos los enigmas del universo, puede y debe ser vista como una actividad alegre y vital, similar al deporte en su capacidad para proporcionar placer y desarrollo personal.

Esta absoluta seriedad con la que a menudo se aborda la filosofía, no permite, no solo el crecimiento, sino tampoco el placer por aprender. Hay una paradoja y es que en la superficialidad y el desinterés por lo trascendental, podemos encontrar lo verdaderamente significativo.

En busca del hombre satisfecho.


El mundo se ha convertido en un lugar caótico y peligroso, y la vida en una sucesión de obligaciones sin sentido que nos dejan vacíos y desconformes, hoy es necesario, más que nunca: volver a jugar, quiero decir, que lo verdaderamente importante es quitar cualquier importancia trascendente, para ejercitar una filosofía alegre y de naturaleza viva. Esto es lo más “relevante” de todo: que no existen preguntas importantes.

¿Qué impide el acceso a la satisfacción? Se puede pensar que lo que se le exige a la filosofía es que solucione los grandes problemas de la humanidad, que dé respuesta y sea capaz de crear el sistema filosófico perfecto donde cualquier acontecimiento pueda predecirse. Pero, si uno se fija con el detenimiento y alegría necesario, no tardará en darse cuenta de que tanto el acto filosófico como la práctica deportiva representan una satisfacción frívola, y un ejercicio tan ligero e insustancial que observaría la filosofía como una ciencia de deportistas. Ya que dentro del hombre biológico existe un hombre lujoso que disfruta del deporte como de la filosofía, y, como si para estos la cosa superflua fuese la cosa necesaria, o el desinterés manifiesto en el ejercicio de la filosofía y el deporte actuase como un don no extraño, viven acompañados del regocijo de un cuerpo intenso y en continuo cambio, y al contrario ocurre para aquellos estudiantes inmóviles, de ideas fijas e imaginación colapsada, cuyas caras reflejan la máxima importancia teórica, que sin pasar por la prueba intensa de la experiencia se hace incapaz de crear la individualidad, sin poder dar sentido, ni placer, ni llenar su vacía depresión.

Y por cualquier calle que me preste a dar un paseo cerca de la (1)facultad de filosofía escucho: que el sistema de cuerdas no llega a explicar totalmente “el todo”, y en lo más, que algunas otras teorías -también creadas por departamentos de “marketing”- no cumplen con las expectativas creadas, y la respuesta real y cruda: que el filósofo no-individualizado, el que no se adueña de la teoría ni se impregna en ella con toda la intensidad posible, no encontrará el goce ni la capacidad de juego que requiere el ejercicio de la filosofía.

No hay que tomar la filosofía muy en serio, y al igual que en deporte hay que hacerse consciente del juego, y ocuparse del juego y su ejercicio, la filosofía puede escribirse como literatura y con la misma importancia -que es la mínima de cualquier escrito, ya que es incapaz de solucionar los problemas de la humanidad sin a la vez producir una transversalidad de la identidad.

Hasta aquí lo que pretendía analizar y describir: ¿cómo hace el hombre que se place?, o ¿de qué forma su cuerpo actúa como trampolín?. Ahora se puede pensar que el hombre contento de sí mismo, es el más consciente y lujoso pensador, y a la vez, creador de sí mismo y su entorno. Es decir, que actúa como filósofo y deportista.

(1) Conversaciones de este tipo abundan en la facultad, puede que, al menos, el 50% de los estudiantes de filosofía padezcan de alguna patología como la depresión común o busquen el sistema “perfecto”.

La utilidad de la filosofía en la era del consumismo: ¿Es necesaria hoy más que nunca?



¿Hacer filosofía es una utilidad?
Creo que la mayoría de la gente nunca entendió que es, y para qué sirve la filosofía, así, pretendo exponer la necesidad primaria constituida en el acto de hacer filosofía. Ya que parece aceptado: que los filósofos eran útiles hace dos mil años y no ahora, o hace 500 y no ahora. Cuando yo creo, desde mi pequeño y flexible punto de vista, que es esta la época donde más filosofía se hace y donde más se necesita de su acto.

Ilustración de una persona con una idea de bombilla iluminada en medio de una avalancha de conceptos comerciales, que simboliza la búsqueda de una auténtica comprensión filosófica en un mundo impulsado por el consumo.

Lo que pasa —martillo en mano— es que nuestras cabezas se parecen más a cajas de MCDonalds que a cuerpos sensibles palpitantes y acechantes. La idea siempre ha sido dominio del hombre individual y la sociedad el refugio de conceptos débiles y demás personas sin ambición o identidad. Ya que, solo tras el paso de cientos de años ideas de grandes hombres que dominaban circunstancias y lugares, pasaron a dominio “del pueblo” —o de esa densidad de personas guiadas- ya debilitadas, carentes de fuerza y solo relevantes como reducto histórico. En este sentido, lo actual nunca a sido dominio de muchos. Y ahora, en nuestra época vivimos más sociales que nunca, la información social es muy abundante y nos llega por todos lados, ya está en la televisión, radio, internet, prensa, etc. Todo está mediatizado con las primeras marcas, los conceptos principales a entender —esos que están en todas partes— forman parte del marketing de un nuevo móvil, un coche, una idea de negocio, y, ¿dónde queda el concepto que activa al hombre y lo sube sobre sus hombros?. Este es el concepto que interesa y el más difícil de encontrar. Son todo productos a la venta. Conceptos a la venta. Y necesidades inventadas para generar ventas sobre un producto.

No amigo, es solo una apariencia poderosa, pero no es alguna. ¿Sabes que todos los conceptos que llegan a ti por canales mercantiles son conceptos de pago?, esos conceptos llegan a ti porque alguien ha pagado para que entren en tu cabeza, en este sentido, hay un interés en que pienses eso que quieren que pienses. Por otra parte, un interés tan notable como cualquier otro. Pero de pago, eso sí.

El concepto útil nunca fue fácil de encontrar, Maquiavelo no regaló su libro “el Príncipe”, ni expuso públicamente alguna idea contenida en él, hasta el día en que fue apresado por objeto de traición a la orden de Lorenzo de Medici, en Florencia. Fue entonces cuando desveló su secreto al Gobernante, solo a la espera de cierta gratitud que le valiese para escapar de tal mazmorra. Se ha de tener en cuenta que el libro de Maquiavelo cambio una época. Así como los libros de Sade, de la clase rica y “pudiente” de esta época tan cristiana, asentada en los altos placeres de la sociedad, y sabedores de la impenitencia del Cristianismo, que guardaron su secreto celosamente. O Spinoza, que no desveló su secreto hasta después de muerto, este si, sabedor de que podía ser perseguido por todas las religiones pudientes de Ámsterdam, y quizás también, de que su libro no iba a ser comprendido hasta cientos de años después de su muerte.

Hubo épocas donde la filosofía de los grandes nombres brotaba como publicidad verdadera para el autodominio y el saber. Pero estos eran años en los que los filósofos gozaban de buena salud: Deleuze, Foucault, Heidegger, Wittgenstein, Schopenhauer, Kant, etc. ¿Quién había más famosos que ellos?, ni un futbolista, ni un tertuliano, ni un “famosillo de su casa” como los de ahora. Pero aun en esta época no se conocían en profundidad las ideas de estos grandes filósofos tanto como sus nombres, salían en las noticias, los dictadores de uno y otro bando hablaban y apoyaban a unos u otros, en el diario se decía del orgullo que ofrecía tal pensador para el pueblo que fuere, etc. ¿Y la idea?, en realidad pocos accedían a ella. Siempre ha sido trabajo de pocos.

Ahora, que decir de nuestra época, ¿se hace filosofía?, más que nunca. La filosofía está en todos lados, el hombre que piensa por sí mismo, el que inventa su idea en su concepto como una tela de araña, hace filosofía. Y el gran pensador existe, no muy conocido por su nombre, pero no cesa. Y ya no es ese catedrático de filosofía, ni el profesor de universidad, y si lo es, no lo es por su labor en el aula. Si no por su labor de inventar la idea, la forma, y el acoplamiento.

Parece que el hombre que piensa y descubre tiene una especie de colchón invisible que ahuyenta el ruido mediático y el concepto de pago.

¿Qué es en filosofía el subjetivismo?

Subjetivismo de un rinoceronte.

El Subjetivismo en Filosofía: Una Exploración de la Perspectiva Personal

El subjetivismo es la rama filosófica que toma como factor primario para la verdad la individualidad mental y material del sujeto, siempre cambiante y no trascendente hacia alguna verdad absoluta o universal.

El Subjetivismo es una doctrina filosófica que entiende que todo conocimiento depende del individuo, lo que a primera vista le parece a un sujeto una clase de juicios objetivos, solo lo son para él, es decir, los juicios son verdaderos o falsos independientemente de lo que creamos, esperemos o queramos, pero según esta doctrina que lo sean solo depende de cómo veamos la realidad.

Se puede ser subjetivista si ante unos juicios, pese a las apariencias, externos a nosotros como individuos, actuamos como si fueran juicios acerca de nuestras actitudes, creencias, emociones, etc. También se puede negar que esos juicios sean verdaderos o falsos, alegando que son órdenes o expresiones de actitudes camufladas. En Ética, por ejemplo, una concepción subjetivista del segundo tipo -conocida como emotivismo- afirma que los juicios morales son meras expresiones de nuestras actitudes positivas y negativas.

Otro ejemplo: el prescriptivismo, que también es una concepción subjetivista del segundo tipo: la tesis de que los juicios morales son en realidad órdenes –decir «X es bueno» es decir: detalles al margen, «Haz X»–. Las concepciones que hacen en último término de la moral una cuestión de convenciones -de aquello en lo que estamos de acuerdo o en lo que la mayoría de la gente está de acuerdo- también pueden construirse como teorías subjetivas del primer tipo.

Es importante aclarar que el subjetivismo, sin embargo, no está unido a la ética. Ya que para una concepción subjetiva de la racionalidad, los criterios de creencia racional son los criterios que el individuo -o quizá la mayoría de los miembros de la comunidad a la que pertenece ese individuo- aprobarían en tanto que están interesados en creer aquellas proposiciones que son verdaderas y en no creer las que son falsas. En contra, la doctrina ética se interesa en procurar el máximo beneficio a aquellas acciones individuales o sociales que beneficien -a su vez- al común o al individuo, recordaremos que su fin es procurar los derechos, deberes y poderes del individuo en sociedad.

Conceptos Básicos del Subjetivismo

Subjetivismo in Philosophy: An Exploration of Personal Perspective



El subjetivismo sugiere que lo que consideramos verdadero o valioso depende de la percepción, los sentimientos, las creencias y las experiencias personales. En su forma más radical, el subjetivismo podría afirmar que no hay verdades objetivas en absoluto; todo lo que conocemos o creemos es filtrado a través de la lente de nuestra subjetividad.

Tipos de Subjetivismo


1. Subjetivismo Moral: En ética, el subjetivismo moral argumenta que las afirmaciones morales expresan actitudes personales o emocionales y que no hay una verdad moral objetiva. Por ejemplo, decir "El asesinato es malo" sería simplemente una expresión de desaprobación personal o cultural hacia el acto de matar, no una verdad universal.

2. Subjetivismo Epistemológico: Aquí, el conocimiento y la verdad son vistos como dependientes del sujeto conocedor. La verdad de una proposición puede variar de una persona a otra, basándose en sus percepciones o interpretaciones.

3. Subjetivismo Estético: En el ámbito del arte y la belleza, este enfoque sostiene que la belleza está en el ojo del observador. No existen criterios objetivos para determinar qué es arte o qué es bello; todo depende de la apreciación individual.

Implicaciones del Subjetivismo


- Relativismo Cultural: El subjetivismo puede llevar al relativismo, donde las normas y valores son relativos a la cultura o sociedad de la cual emergen, sin que ninguna cultura pueda ser juzgada como mejor o peor desde un punto de vista externo.

- Problemas en la Comunicación y el Debate: Si toda verdad es subjetiva, esto puede dificultar la resolución de debates o la búsqueda de consenso, ya que no habría una base común de verdad objetiva sobre la cual construir.

- Libertad Personal: Por otro lado, el subjetivismo también puede ser visto como una celebración de la diversidad de experiencias humanas y una defensa de la libertad individual para definir la propia verdad y valores.

Críticas al Subjetivismo


- Inconsistencia Interna: Los críticos argumentan que el subjetivismo, al afirmar que no hay verdades objetivas, se contradice a sí mismo, porque esa misma afirmación pretende ser una verdad objetiva.

- Problemas Prácticos: En la vida diaria, el subjetivismo puede llevar a una falta de responsabilidad moral o intelectual, ya que cualquier opinión o acción podría justificarse como "mi verdad".

- Desafío a la Ciencia: La ciencia se basa en la búsqueda de verdades objetivas. El subjetivismo, especialmente en su forma epistemológica, cuestiona la posibilidad de un conocimiento científico objetivo.

Conclusión


El subjetivismo abre un debate profundo sobre la naturaleza de la realidad, el conocimiento y la moralidad. Aunque ofrece una visión que valora la individualidad y la experiencia personal, también presenta desafíos significativos en cómo comprendemos y manejamos la verdad, la ética y la estética en un mundo complejo y diverso. Como todas las posiciones filosóficas, invita a una reflexión crítica sobre nuestras propias creencias y sobre cómo interactuamos con el mundo que nos rodea.

Trabajo de investigación sobre la lógica modal.

Guillermo Badia envia este, su primer escrito en Microfilosofia, aportando una visión muy analítica y lógica: se enmarca en un trabajo serio y de caracter universitario Sobre Charles Sanders Peirce (19/04/1914) nacido en Pennsylvania: filósofo, lógico y científico estadounidense. Es considerado el fundador del pragmatismo y el padre de la semiótica moderna.
¿Hasta dónde anticipó Peirce la Lógica Modal? - Guillermo Badia.

Fotografía conceptual de Charles Sanders Peirce trabajando en lógica modal, mostrando diagramas de mundos posibles y estados de cosas, junto con comparaciones a la semántica modal moderna.

Resumen

El objetivo del presente artículo consiste en un breve recuento sobre algunas ideas de Charles Sanders Peirce, de interés para la historia de la Lógica Modal moderna. Se expone a grandes rasgos la posición de Peirce dentro del problema que de cierto modo da inicio a la teoría de las modalidades contemporánea con C.I. Lewis. En este sentido se discute de modo breve el problema de los tipos de implicación y se muestra el contexto donde surge la importancia del concepto de necesidad lógica. Se revisan algunas concepciones básicas de la teoría lógica de Peirce como la idea de que los juicios condicionales y los categóricos son en realidad del mismo tipo, y por tanto ameritan la misma especie de cuantificación. Se dan los conceptos generales de posibilidad y necesidad que defendió Peirce en alguna etapa de su vida, en cualquier caso se tratan los que están directamente vinculados a la comprensión más o menos generalizada hoy en día del tema. Tratamos de dar una idea detallada del método que ideó Peirce de cuantificación de los condicionales sobre posibles estados de cosas. En este punto se intenta buscar lugares de contacto entre la teoría de Peirce y la de otros filósofos como Kripke, Wittgenstein y Carnap.

Palabras clave: C.S. Peirce, Lógica Modal, semántica de mundos posibles, proposición condicional, posible estado de cosas.

La teoría de las modalidades es básicamente una parte de la lógica que estudia los llamados modos de verdad o falsedad de una proposición, i.e., si una proposición es necesariamente verdadera o posiblemente falsa, o es conocido que sea verdadera, o es obligatorio que sea verdadera, etc. Existen diferentes variedades de las lógicas modales: la temporal, la modal clásica, la deóntica, la doxástica, la epistémica. La lógica modal clásica trabaja con las llamadas modalidades aléticas, i.e., la necesidad, la posibilidad y la contingencia. Lo que expondremos aquí serán los desarrollos bastantes modestos de una investigación sobre algunas ideas del lógico norteamericano Charles Sanders Peirce (1839-1914), claramente vinculadas a la forma moderna de comprender la teoría de las modalidades. 

El estímulo para el surgimiento de la lógica modal moderna reside en los trabajos de C.I. Lewis y el desarrollo de su sistema de la llamada implicación estricta, opuesta a los sistemas fundados en la implicación material como el de Principia Mathematica. El problema que Lewis intenta subsanar es el de las llamadas paradojas de la implicación material. En los sistemas formales clásicos como el de Russell una proposición del tipo “si A, entonces B” es verdadera si y solo si el antecedente es falso o el consecuente verdadero, siguiendo la construcción de su matriz veritativa. Esto desemboca en dificultades como las advertidas por Lewis, i.e., que las proposiciones del tipo “si la luna está hecha de queso, entonces la tierra gira alrededor del sol” serán siempre verdaderas en estos sistemas. Lewis propone, contrario a “A implica materialmente a B”, que “A implica necesariamente a B”, i.e, la implicación estricta como fundamento de su sistema, evadiendo así las famosas paradojas. Lewis considera que el uso que normalmente hacemos de la implicación formal en el lenguaje no coincide, como es natural, con el de la implicación material.

Este problema que Lewis pretende resolver había sido advertido ya por Peirce cuando trabaja el tema de la copula (el ergo de los argumentos). Puede comprobarse en el propio Lewis (1918: 84-85) que Peirce es una de las influencias no despreciables de su trabajo intentando superar las limitaciones de la implicación tradicional. Cuando Peirce construye su versión del álgebra de George Boole se detiene sobre el problema del tipo de implicación que sea justo introducir en el sistema. Según su concepción, todas las proposiciones son condicionales aunque la relación ilativa del juicio aparezca oculta (CP 3.440). Esto es lo mismo que decir que todo enunciado es de la forma de un condicional como los de la implicación antes mencionada, incluso si no nos percatamos a simple vista de ello.

De la escuela de los Sofistas heredamos dos modos de comprender la implicación. El primero, pertenece a Filón de Megara, según el cual, “una condicional es verdadera si y sólo si no tiene un antecedente verdadero y un consecuente falso” (I. M. Bochenski, 1951: 135), y el segundo, a Diódoro Crono, para quien una condicional verdadera es “una que no es y nunca es capaz de tener un antecedente verdadero y un consecuente falso” (Ídem). Peirce prefiere utilizar en su sistema la implicación material, en la versión de Filón, aunque advierte perfectamente las paradojas que pueden surgir de este hecho:
“A pesar de que el punto de vista filónico conduce a tales inconvenientes como que es verdadero, como consecuencia de inesse, que si el Diablo fuera electo presidente de los Estados Unidos, sería de gran provecho para el bienestar espiritual del pueblo (porque él nunca saldría electo), a pesar de esto, ambos, el Profesor Schröder y yo hemos preferido construir el algebra de las relaciones sobre esta concepción de la proposición condicional.” (CP 3.442)

Sostiene que la dificultad puede superarse expresando la implicación que utilizamos normalmente en términos de una proposición compuesta de condicionales y negaciones de condicionales. Pese a todo, Peirce está al tanto de que probablemente una formulación más clara de la implicación de diodórica fuese más provechosa que la variante filónica.

Por otra parte, cuando discute (CP 3.437) el tema de la necesidad lógica, pone el ejemplo de los condicionales lógicamente necesarios. Señala que si la relación es necesaria, cualquiera que sea la distribución de objetos de un universo dado que hagamos en A o en B, siempre la hará verdadera. Peirce recomienda poner a prueba el procedimiento sustituyendo las variables por diferentes objetos (en este caso proposiciones), si no podemos hallar una combinación para la que sea falsa, entonces hablamos de necesidad lógica. Este método es semejante en algunos aspectos al de las tableaux semánticas introducidas en la lógica modal por S. A. Kripke. En principio se trata de encontrar un contra-modelo de la fórmula a probar, si la construcción se vuelve inconsistente siguiendo las reglas de evaluación, entonces el contra-modelo no existe, la fórmula es universalmente válida y por su teorema su teorema de completitud y la regla de necesidad, es necesaria.

En otro sitio (CP 3.442; 3.374) habla sobre el problema de la posibilidad y dice que, en sentido general, lo posible es lo que en un determinado estado de información no se conoce que sea falso. En la teoría modal clásica los símbolos  ◊(representando a la posibilidad) y □ (representando a la necesidad) tienen un carácter dual, como la conjunción y la disyunción, o el cuantificador universal y el cuantificador existencial, i.e., ¬□¬ y ◊ son intercambiables, así como . Como ya hemos apuntado al inicio de este trabajo, una de las variedades de la teoría de las modalidades es la lógica epistémica. En esta el símbolo □, se interpreta como “es conocido”. De manera que cuando Peirce sostiene que “no es conocido que no P”, dice que ¬□¬P, con lo cual claramente podemos utilizar la equivalencia con su dual y arribamos a que ◊P. La formulación de la posibilidad de Peirce, si bien mezcla contenidos de dos modalidades distintas, las epistémicas y las aléticas, coincide con la comprensión moderna del asunto. Incluso podríamos atrevernos a sostener que, en cierto sentido, anuncia la lógica epistémica. Hay otro punto de este pasaje que resulta interesante, cuando indica que todas las variedades de posibilidades se obtienen modificando el estado supuesto de información. En una estructura modelo de Kripke, si modificamos el modelo que evalúa todas las proposiciones de un lenguaje L cualquiera, entonces es evidente que las posibilidades accesibles cambian. Un estado de información como lo piensa Peirce, podría equivaler a un modelo en una estructura modelo de Kripke. En un lugar distinto vuelve sobre la mencionada noción de posibilidad y llama la atención sobre un hecho importante:
“un estado de cosas tiene la Modalidad de lo posible –eso es, de lo meramente posible,- solo en caso de que el estado de cosas contradictorio sea igual de posible (…) Uno que sabe que la Universidad de Harvard tiene una oficina en State Street, y tiene la impresión de que se encuentra en el No. 30, pero de todos modos sospecha que el número podría ser el 50, diría “Creo que está en el No. 30, pero podría estar en el No. 50”, por lo cual “posiblemente está en el No. 50”. (EP2: 354)

En este tipo de afirmaciones en que se trata de proposiciones que bajo el signo de modalidad afirman algo y su contradictorio se halla el origen de las lógicas trivalentes de Tarski y Lukasiewicz. Estos sistemas surgen con el objetivo principal de dar cuenta de la verdad de proposiciones como ◊A ˄ ◊¬A. N. Houser (1998: xxix) apunta el hecho de que Peirce trabajó en uno de estos sistemas buen tiempo antes de que aparecieran las investigaciones de dichos lógicos.

Una idea fundamental en la lógica de Peirce, como veremos más abajo, es que las proposiciones categóricas y los condicionales generales deben tratarse del mismo modo puesto que se trata del mismo tipo de argumento. Las implicaciones de esta propuesta son sorprendentes, puesto que anticipan una de las ideas más originales de la lógica modal moderna: la semántica basada en la cuantificación sobre mundos posibles. Peirce propone que en el caso de las proposiciones hipotéticas (i.e., lo condicionales, a los efectos de este trabajo, aunque para Peirce sean también las conjunciones y las disyunciones) el sujeto de la cuantificación, en vez de individuos, tiene que ser “una posibilidad, un posible caso, un posible estado de cosas”.
La idea de la semántica en lógica surge del criterio de que conocer el significado de una oración es lo mismo que “conocer bajo cuales circunstancias sería verdadera” (R. Carnap, 1942: 22). La semántica modal clásica diseñada por Kripke (1959: 2), propone desempolvar la idea siguiente de Leibniz para resolver el problema de la decisión (i.e., disponer de un método para determinar cuándo una fórmula es verdadera o falsa) en los sistemas modales: una proposición es necesaria si y sólo si es verdadera en todos los mundos posibles. Kripke (1963: 84) diseña un semántica en donde tenemos una estructura (G, K, R), donde G representa el mundo actual, K es el conjunto de todos los mundos posibles incluyendo a G, y R es una relación de diferentes tipos (reflexiva, simétrica, transitiva, de equivalencia, etc.) que pertenece al conjunto producto de K con K, en dependencia del sistema para el que intentemos construir la semántica. es una función binaria con dominio de definición en un lenguaje L y en K, y rango de valores en el conjunto . De modo que (A, H) = V significa que la proposición A es verdadera en un mundo H que pertenece a K. Los mundos son puntos y es un modelo que evalúa todas las proposiciones de L en todos los puntos. De este modo es obvio que definiendo la posibilidad en el sentido usual más arriba señalado, una proposición es posible si es verdadera en al menos uno de los mundos posibles.

Esta semántica ha tenido otras versiones, como la de R. Carnap (1947), elaborando una versión de la famosa noción de L. Wittgenstein (1922) de posibles estados de cosas, y hablando de posibles descripciones de estados. En la idea original de Wittgenstein (1922: 2.202) “la figura representa un posible estado de cosas en el espacio lógico”, i.e., el signo, la proposición, nos habla de la posible existencia o no de determinados hechos atómicos. El mundo se componía para Wittgenstein, en cierta forma, de la conjunción de todas las proposiciones verdaderas (cf. Wittgenstein, 1922: 1.11; 1.12). Para Carnap (1947: 9) una clase “de oraciones en que contenga para cada oración atómica ya esa oración o su negación, pero no ambas, y ninguna otra oración, es llamado una descripción de un estado”. Así pues, Carnap está en condiciones de considerar una oración como L-verdadera (i.e., lógicamente necesaria) si y sólo si es verdadera en todas las descripciones de estados. Estas variantes de semánticas para contextos modales utilizando nociones similares a la formulación original de Leibniz no fueron pocas pero, pese a todo, la versión de Kripke (1959), aunque con modificaciones que él mismo introdujo más tarde, es la más importante en la actualidad puesto que apareció acompañada de un teorema de completitud para el sistema S5.

Comoquiera, ya en CP 3.444 aparece claramente expresada la idea de cuantificación sobre posibles estados de cosas mucho antes de la aparición del Tractatus de Wittgenstein, por no hablar del trabajo de Kripke. Peirce (EP2: 378) en una línea muy similar a la de Wittgenstein, sugiere que un “estado de cosas es un constituyente abstracto de la realidad, de tal naturaleza que es necesaria una proposición para representarlo (…) Existe solo un estado de cosas completamente determinado e individual, a saber, la totalidad de la realidad”. También en CP 3.444, aclara el verdadero sentido de la implicación material, referida al estado de cosas actual, i.e., todo lo que dice “A implica materialmente a B” es que no es el caso, dado el actual estado de cosas, que A sea verdadero y B falso. Propone el simbolismo A, donde A es una proposición e es un índice representado al estado donde la proposición es verdadera, con lo que tendríamos que no es el caso que A sea verdadero y B sea falso.

La cuestión residía en utilizar un universo del discurso no compuesto por individuos sino por estados de cosas. Peirce escribe:

“El universo es el de los determinados estados de cosas que son admisibles hipotéticamente (…) De modo que decir “El podría no ser capaz voluntariamente de actuar diferente a como lo fuerzan las causas físicas, ya sea que trate o no”, es lo mismo que decir que existe un estado de cosas hipotéticamente admisible en el cual un hombre puede intentar actuar de un modo y voluntariamente actuar de otro a consecuencia de las causas físicas.” (CP 3.621)

La forma de entender la posibilidad en este fragmento, cuantificando sobre estados de cosas admisibles, es, a todas luces, la misma en que se entiende en la semántica modal actual, a grandes rasgos explicada antes, i.e., algo es posible si y sólo si es verdadero en alguno de los mundos posibles accesibles en relación al mundo actual.

En otro pasaje, Peirce utiliza el mismo método de cuantificación pero esta vez sobre individuos y no estados de cosas para mostrar que la forma de los juicios condicionales y los categóricos (aquellos que afirman pertenencia de un predicado a un sujeto y, por tanto, son el objeto de la teoría de cuantificación clásica) es la misma. Peirce lo pone del siguiente modo:

“Ahora, tomemos la proposición categórica “Todo hombre es sabio”. Aquí m significa que el objeto individual es un hombre y w que es sabio. Entonces, podemos decir que “tomando cualquier individuo del universo,, sin importar nada más, ya ese objeto ,, no es un hombre o es sabio (…) La proposición condicional y la categórica se expresan exactamente en la misma forma.” (CP 3.445)

Otras veces distingue entre lo que sería la implicación material (consequentia de inesse, como le llama Peirce siguiendo la tradición medieval) y la implicación formal del siguiente modo:

“La consequentia de inesse es, por supuesto, el caso extremo dónde la proposición condicional pierde todo su correcto significado, debido a la ausencia del rango de posibilidades. El modo correcto de entender el condicional es “En cualquier posible caso, , ya A es falso o B es verdadero”. En la consequentia de inesse el significado viene a ser, “En el estado de cosas verdadero, , ya A es falso o B es verdadero”. (CP 3.446)
Como dice en CP 3.375, si el rango de posibilidades se circunscribe al estado actual, entonces estamos frente al sentido en que se entiende la implicación material en la lógica tradicional, pero si descubrimos que alguna de estas fórmulas es necesariamente verdadera, entonces “se vuelve aplicable a cualquier estado de cosas en el rango de posibilidades lógicas”. Es decir, la idea de cuantificación sobre posibles estados de cosas aparece indisolublemente relacionada al problema de la necesidad.

Más adelante (CP 3.473) vuelve a insistir sobre el hecho de que la cuantificación en los argumentos condicionales debe ser interpretada en la misma forma que interpretamos “todo A es un B”, i.e., tendríamos que “A necesariamente implica B si y solo si de la verdad de A, en cualquier modo en que pueda aparecer, se sigue la verdad de B”. Por último, en CP 3.366 dice que una proposición hipotética general dice no solo lo que actualmente ocurre sino que se refiere a lo que de modo invariable ocurre a través de un universo de posibilidades. Peirce (CP 3.374) sostiene que la particularidad de las proposiciones hipotéticas reside en que “van más allá del actual estado de cosas y declaran lo que sucedería si las cosas fuesen diferentes a como lo son”. Aquí estamos entrando ya en el terreno de los contrafácticos, Peirce cree que una proposición hipotética de este tipo nos deja en posesión de una regla para saber que si se diesen determinadas circunstancias previstas en la susodicha regla, determinado resultado debería ser esperado.

A modo de resumen, podemos afirmar que C. S. Peirce, sin lugar a dudas, estuvo un paso más allá en la concepción moderna de la teoría de las modalidades. La importancia de Peirce en este ámbito merece ser resaltada y estudiada minuciosamente, contribuyendo así a juzgar de modo adecuado el genio polifacético del fundador del pragmatismo.

BIBLIOGRAFÍA

De acuerdo a la costumbre entre los especialistas, hemos abreviado The Collected Papers of Charles Sanders Peirce por CP y The Essential Peirce: Selected Philosophical Writings por EP.
BOCHENSKI, I. M. (1951) Lógica formal antigua, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1977.
CARNAP, R. (1942) Introduction to Semantics, Harvard University Press, Cambridge.
_______________ (1947) Meaning and Necessity, The University of Chicago Press, Chicago, Illinois, 1948.
COPELAND, B. J. (2002) “The genesis of possible world semantics”, Journal of Philosophical Logic, 31, 99-137.
HOUSER, N. (1998) “Introduction”, The Essential Peirce: Selected Philosophical Writings, vol. II, Indiana University Press, Bloomington.
LEWIS, C. I. (1918) A Survey of Symbolic Logic, University of California Press, Berkeley.
KRIPKE, S. A. (1959) “A Completeness Theorem on Modal Logic”, Journal of Symbolic Logic, 24, Issue 1, 1-14.
______________ (1963) “Semantical Considerations on Modal Logic,” Acta Philosophica Fennica, 16, 83-94.
______________(1965) “Semantical Analysis of Modal Logic” en: The Theory of Models, North Holland Publ. Co., Amsterdam, 1972, 206-20.
MENZEL, C. (1991) “The true Modal Logic”, Journal of Philosophical Logic, 20, 331-74.
PEIRCE, C. S. (1933) The Collected Papers of Charles Sanders Peirce, Charles Hartshorne y Paul Weiss eds., vol. II-III, Harvard University Press, Cambridge.
______________ (1998) The Essential Peirce: Selected Philosophical Writings, vol. II, Indiana University Press, Bloomington.
WITTGENSTEIN, L. (1922) Tractatus Logico-Philosophicus, Kegan Paul, Trench, Trubner & Co., Londres

(1) Se ha eliminado el resumen (Abstract) en ingles.

Escrito de Guillermo Badia en Microfilosofia. 
Puedes hablar con el por Correo: imh@infomed.sld.cu


Vendedor de filosofías

 



Los posibles del control hacen nacer muchas teorías conspiranoicas, pero no deben ser rechazados si éstos ayudan a entender el modo en el que está sujeto el mundo. ¿Sabes que podría estar leyéndose lo que ves? La cámara frontal de tú celular está viendo lo que ves. Hacia dónde apuntan tus ojos en cada momento, cómo reaccionan en cada segundo; el dispositivo es una herramienta para que alguien conozca tus emociones, y ese alguien está muy informado. 

Supongamos que la santificación de las corporaciones y de sus migajas, como base fundamental de la defensa al capitalismo, hace funcionar este mundo, por lo que el control de las corporaciones no sería tan malo. Y qué duda cabe, ellas hacen funcionar al mundo. Pero, ¿es este el mundo que queremos? Sólo basta pensar en toda la impunidad que nace y sigue naciendo de esta concepción, este precepto es suficiente como para germinar todas las dudas que queramos de lo correcto de esta forma de gobernar. 

El Capitalismo es la mano invisible de las corporaciones, mientras el Comunismo es la mano invisible de los gobiernos (ambos socialismos). Separando lo inseparable.

Vivimos en un reino de lenguajes. La misión de la máquina es hacer que los significados se parezcan cada vez más, para que los significantes sean simples, económicos, concisos y precisos; como una orden. El mundo consumidor debería ser como un gran soldado que acata ordenes, sujeto a rigurosos exámenes psicológicos y éticos, físicos y espirituales, pero con fines más oscuros de los que se cree. La misión es entonces engañar, reducir el lenguaje, maximizar los deseos, separar a las personas en la mayor cantidad de segmentos como sea posible. Simplificar no es sinónimo de apocar el material. La cantidad de erudición que se necesita para esto es de una magnitud nunca antes vista. Los recursos están, solamente hay que ver las capacidades de las supercomputadoras para notar que todo este control, y el control sobre el control, es completamente plausible.

Las corporaciones, en vinculo con los sistemas, con los gobiernos, con los estados, con las plataformas, terminan siendo verdaderos sujetos de demonización en contra de los semejantes, de los ciudadanos. Esta demonización tiene como objeto controlar, pero, y aún más importante, separar. El artesanado, que creíase perdido, que tiene como una de sus definiciones que todas sus creaciones deberían ser distintas, terminará por afirmar que lo distinto siempre debe existir, aunque en serie. Lo distinto debe cambiar constantemente, porque lo único posible es el cambio. Es entonces cuando surge el accidente, en la repetición, la que es una de las piedras angulares para encontrar lo real, con su tiempo y su movimiento bursátil en todas sus leyes físicas. El accidente, que es lo que hace nacer al "artesano moderno", hace nacer también, las ideas, por ello, las manos terminaran “perdiéndose” al cambiar la maniobra desde etimológicamente, cómo teleológicamente. Las corporaciones tomaran este rol artesanal porque están pendientes de todos los detalles, como un maestro minimalista que perfecciona lo simple hasta llegar a la máxima complejidad de su arte.   

Reducir el lenguaje es crear repetición, crear repetición es crear diferencia, encontrar las diferencias es ver los accidentes y corregirlos, para que la repetición continúe. Como si Dios mismo, al reducir su lenguaje, creara este mundo. 

Por ello la importancia de la mutación del lenguaje, de la mutación del arte, para los individuos libres; y el control de estas mutaciones para la máquina. ¿Qué alteraciones tiene el cerebro, las personalidades, el cuerpo, ante las contingencias?

 El existencialismo solamente vino a apoyar a los poderosos.

No es necesario que el mundo sea dominado. Que la dominación crezca en ínfimas cuotas es un avance exponencial para los sedientos, para los deseosos, para los propietarios. Las mejores mentes están a su servicio, pero también, las más controladas. Genios innatos y controlados. La unión del bien y del mal. 

Es pues, la libertad, la felicidad, fuera del control y no dentro de él, el arma con la que lucharán los intelectuales que siguen creyendo en los derechos de la lucha, del antagonismo. El que no es un antagonismo azaroso, sino perfectamente dicho, establecido, visionado. La concepción de lucha desde la explosión cámbrica, no se ha abandonado. La lucha es la esencia de dos esencias particulares e irrepetibles como enemigo y en batalla.

Es hoy la correcta utopía asumir que uno no es controlado ni dominado. El lenguaje debe mutar en este sentido para decir cada cosa por su nombre, expandir los significantes para notar los significados. Decir nuestras debilidades, ver nuestras sombras, como diría Carl Jung, significará crecer. No nos quedemos en la infancia. Hay que crecer como profesionales.

La censura, es una especie de represión cuando trata de abolir lo que consideramos verdadero, la censura, es lo opuesto a lo que intentaron los griegos con el teatro. La censura es moral y santa para los que escriben dentro de sus gremios, y los que, de gremio en gremio, forman sinergias totalitarias. Todo esta relacionado al mal, el mal es totalizante. Ahora es el bien el que debe surgir como un hongo y existir como micelio.

Es el individuo, al crear su propia ética, el que debe ser investigado. Sus prótesis están. Cámaras, micrófonos, sensores de movimiento, ubicación. El mayor peligro del mundo y su revolución sana para el no control, es el hombre de familia (Arendt), el que ya está condicionado, medido y necesitado. Es un primitivo en las manos de "la naturaleza", porque las empresas han tomado los preceptos de "El arte de la guerra", de "El Príncipe", del taoísmo, del Chamanismo, para corregir con fuerzas naturales sus propios vicios para sus vicios. Nos los imponen como moda para estudiar a su antagónico.

¿Es la introspección la única salida? ¿Ir hacia donde nadie pueda seguirnos? ¿Hasta qué punto la filosofía se vuelve un producto más, y el filósofo, otro vendedor, fabricante, empresario, tratando de sobrevivir para su voluntad? ¿Es su naturaleza lo natural? 

Los aparatos frente a nuestras caras tienen mil recursos, que no usan a favor nuestro. 

Esperemos que el amor resuelva todas estas dudas. ¡Ya estamos topados de sabiduría!



La poca etiqueta de los escritores de filosofía

 





Mi comienzo en la filosofía no fue un comienzo claro. De niño era bastante introvertido como hijo único que pertenecía a una rara conformación familiar. Ojalá hubiese imaginado que esas obligaciones de ir a la escuela (Prisión), someterme a la disciplina de adultos y de subgrupos, ser evaluado, era una forma que necesariamente no requería para llegar a ser un buen hijo, una buena persona o un ser integral, ni siquiera un buen ciudadano. He llegado a pensar que me perjudicó en bastantes sentidos los cuales no son buenos de nombrar en su totalidad, dado el hecho que este ensayo tomaría un rumbo distinto del que le quiero dar. Aunque, por sólo dar un ejemplo, nunca pude superar mi Glosofobia, es más, el colegio la acrecentó por muchas malas practicas que no tenían un freno en normativas claras que veo hoy por hoy para los aciertos en casos de estudiantes con impedimentos de estructuras fenotípicas.

Comencé a vender libros a los doce años en la calle, incluso antes de haber leído ni siquiera alguno. Supongo que las personas detectaban en mi labor cierta honradez, por lo que a veces vendía y tenía la suerte de poder comer y ayudar a mi familia. Cuando leí por primera vez un libro lo leí por "humillación", porque me ofuscó que un adulto se riera de mi ante el hecho de notar que no tenía ningún tipo de formación. Ingresé a la universidad, a la carrera de ingeniería civil industrial sin saber sumar fracciones, a pesar de llevar a cuestas unos cuantos libros leídos. Obviamente, no hubiese podido ingresar a la universidad sin haber pasado toda la colegiatura en su integridad, proceso comprensible dada la cadena histórica que estás mismas escuelas están diseñadas para enseñar; porque toda enseñanza es una disciplina. Evidentemente, no ingresé a una buena universidad, aunque tuve la suerte de tener buenos profesores que se esmeraban en hacer entender a nuestro grupo la calidad de materia que se venía. La universidad se reservaba y se reserva los derechos de admisión, así como también los derechos sobre las características que deben tener los estudiantes que ingresan y que egresan para la misión que espera la institución que deban cumplir, y que son, sin ánimos de hacer juicios de ningún tipo, acordes a los sistemas que mueven las redes y embrollos del poder. Esto no es una teoría, es un hecho.  

Este poder tiene bastante siglos aquí. No es raro que se atribuya el nacimiento de la universidad en Italia, la misma Italia de los papados, la misma Italia de Nicolás Maquiavelo, quien sufrió en su propia vida los aspectos facticos de la política, mientras anunciaba cómo debía ser un gobernante eficiente... Quizás, este deseo de gobernarme a mí mismo fue el precursor de mis primeras ansias filosóficas; el avistamiento de mi sombra y la reacción de mi ego ante mi propia ignorancia, iban a ser partícipes de una forma de entender la vida que atravesaría conmigo innumerables consecuencias, innumerables causas y efectos, o como diría Jean Baudrillard, innumerables efectos-efectos.

Sentía que sabía tan poco, que concluí que las novelas no debían quitarme el tiempo (Aristóteles, Ética a Nicomaco). A veces entendía a uno que otro filosofo o creía entenderlo, y el placer involucraba sensaciones que aún me hacen diagnosticar que asumir "el valor intrínseco monista" sin desconsiderar el conocimiento como fuente de placer es axiología pura, sin debate; entendiendo que el placer no es placer aquí, como tratando de encontrar sus matices a través de las huellas (Deleuze) de esta palabra; el placer del conocimiento no debería tener huellas que se diferencien por analogía a él, debe ser un camino sobre el que aún no descubrimos ni el por qué ni el cómo ¿Desde cuándo tuvimos la enorme fortuna de llegar a mitificarle? Quizás el conocimiento sea la única palabra imposible de deconstruir, sencillamente lo involucra todo.

No terminé la carrera de ingeniería por razones que ya mencioné, pero que no quiero volver a repetir, aunque creo haber tenido una vida afortunada a pesar de ello. He tratado de llegar a cavilaciones que jamás hubiese imaginado, y las maravillosas estructuras que me regalan día a día las mentes de tantos gigantes, cuando las descubro, hacen que sienta que algo valió la pena en este pequeño paso de tiempo entre la nada y la nada. Y, tal como ocurrió con la historia de la humanidad, el castigo dejó poco a poco de ser teatro.

Homero y Sócrates me enseñaron que la literatura y la filosofía debían ser tan cercanamente humanas como posiblemente inexistentes. ¿Quién conocerá de nuestra existencia en diez años? ¿Quién conocerá de nuestra existencia en 50 años? Los personajes que creamos podrían ser perfectamente más reales que nosotros, más influyentes, mas vigorosos, más inmortales. Moisés y Hesíodo me mostraron el infinito arte de la creación y del logos; de cómo Dios creó al hombre, y el hombre crea a sus dioses; puede que Dios no esté solo de hombres sino solo de otros dioses, como un filosofo.

Antes de conocer las ciencias, tuve la suerte de conocer las matemáticas. Aprendí a integrar con cierta dificultad, y quizás si me lo permite Cronos, podría seguir por otros abstractos útiles sin llegar a conocer si quiera para qué sirven, pero la vida se abrirá a lo que tenga que abrirse con la misma fuerza que me ha dado el todo de los hechos. Sé muy bien que este tipo de conocimiento sin toques de humanidad nos pueden llevar a desastres colosales como los ocurridos en el siglo XX, o a obtenciones de control tan precisos como los de las prisiones en conjunto con los aparatos de justicia, diseñados de palabra, grandiosamente para eso, para hacer justicia, pero que en el fondo sólo tratan de preservar a la semilla como semilla, a la flor como flor; amparados por la fuerza de las armas y de las mentes, los propósitos de quienes ellos mismos eligen, a través de las universidades, instituciones militares, para ser alumnos y administradores de lo justo. “Hay una justicia moderna, y en aquellos que la administran, una vergüenza de castigar que no siempre excluye el celo y crece sin cesar: sobre esta herida, el psicólogo pulula como un modesto funcionario de la ortopedia moral” (Foucault).

A la política nunca llegué, ella me buscó y me sigue buscando como si fuera objeto de deseo de algún bien infinito o de algún mal infinito. Las luchas obreras de hace siglos y décadas atrás intentan hacerme pensar que soy afortunado, que alguien murió por mí, por mis derechos, que soy una especie de bendecido por pertenecer a mi país, por haber recibido su educación, sus escuelas, su justicia, su marketing, sus noticias rojas y rosas, su cultura. Debo agradecer haber sido criado en sociedad y que esta me reprendiera, me enseñara, me boicoteara o me agradeciera llegado el caso. Lo importante es recordar que una persona que es feliz no actúa, porque ya no desea nada (Ludwig von Mises).

Para mí es difícil hacer filosofía fuera del alcance del reduccionismo, supongo que sigue perteneciendo al medio que me permitió la subsistencia en un mundo hostil. Hacer filosofía es creer en el amor en medio de viajes no siempre limpios, ahogado, desesperado, atormentado, en problemas, ya sea por la poca fortuna o por su abundancia. Sólo hay que recordar la parábola del hombre más feliz del mundo para considerar lo difícil de su empresa. A veces imagino a ese hombre, que soy yo mismo, por delante de mí, apartando la maleza, orientándose ofensivamente con las únicas armas (herramientas) que nos han regalado los dioses y diosas del combate y del trabajo: la voluntad y el miedo.

Filosofía a la intemperie


Filosofía a la intemperie
Filosofía a la intemperie: Mercedes García Márquez, filósofa, en un espacio abierto, con un grupo de personas, discutiendo y reflexionando al aire libre.


Mercedes García Márquez es filósofa especialista en el campo de la Práctica Filosófica. Muy implicada en los proyectos de ASEPRAF desde sus primero años y miembro activo del Institut de Pratiques Philosophiques de París, se dedica a la investigación y divulgación de esta disciplina de la filosofía tan novedosa. Coordina diálogos filosóficos, talleres de formación y realiza asesoramiento filosófico individual. 

Aquí tenéis su primer texto para Microfilosofía, en el que esboza qué supone para la Filosofía abrirse a la realidad social, dejando de ser una doctrina hermética e implicándose en el desarrollo personal de aquellos que se  interesen en ella.


 Hace alusión a la exposición pública de la disciplina filosófica que, siguiendo el principio de este movimiento interesado en la práctica, gana sentido en la medida en que es compartida con cualquier ser humano, especialmente, y por aquello de crear nuevas oportunidades, allí donde no se dan normalmente, es decir, con quienes no han tenido fácil dedicar su tiempo y su dinero a una formación académica en materia de filosofía. También quiere aludir, en ese marco de exposición pública,  a una  búsqueda que:·     No se queda al amparo de un pensamiento ya elaborado, repitiéndolo sin más. La academia juega su papel, los que nos hemos formado en ella somos los que tenemos que hacer algo más. Que los médicos o los artistas se quedaran en puros historiadores de lo suyo sería impensable. Igualmente, que su único objetivo fuera aportar algo a la historia de sus disciplinas sería un absurdo. Pero esto mismo en la Filosofía pasa casi desapercibido. Solo cobra realidad cuando sentimos el malestar de ser un puro receptáculo de ideas, y que esto no produce una transformación  ni de la propia conciencia, ni de la propia vida, ni de la vida en común, es decir, cuando descubrimos que estudiamos prácticamente solo para lucir trazas de filósofos… Triste destino que la filosofía no se merece y nosotros tampoco.
 Utiliza un pensamiento que se arriesga a salir de sí y construirse en diálogo con los otros. Sabemos que cuando exponemos nuestro pensamiento, este se pone a prueba. Esta práctica no solo nos activa de un modo insustituible, también nos hace realistas sobre la verdadera potencia de nuestro pensamiento, tanto en lo que concierne a sus valores como en lo que respecta a sus límites y condicionamientos.

 Se mueve fuera de la academia para  llegar a los sitios donde hay demanda y ninguna oferta. En este sentido, se puede dar que la filosofía se vea degradada por un deseo divulgador legítimo pero desorientado,  o puede que, con la suficiente claridad de ideas y con medios filosóficos sencillos pero radicales, consigamos elevar el conocimiento de los que se acerquen. Alguna vez he oído decir que nuestra práctica es elitista, pero quizás quieran decir que es exigente, y en eso tendrían razón,  porque la práctica filosófica tiene que mostrar exigencias que son las que van a crear la diferencia con una charla común. Probablemente, el enemigo número uno del pensamiento sea precisamente el intercambio mecánico de  tópicos que, a falta de una comunicación inteligente, sirve exclusivamente para estar conectados a los demás y vivir compartiendo “lugares comunes”. En contra de la tesis del elitismo está la consideración de que, por más que efectivamente se pide un esfuerzo, éste no está fuera del alcance de cualquiera que se acerque con seriedad y voluntad de profundizar, de trabajar filosóficamente.

 Va al encuentro del otro. No se nos oculta que el ejercicio del pensamiento, además de favorecer la conciencia individual, también procura, a través del intercambio, un efecto socializador. El pensamiento se produce en su articulación individual ante los otros y con los otros. Con el intercambio de ideas se produce una multiplicación de su potencia, tanto por la suma, el contraste y  la complementariedad de las ideas  como por la construcción de una síntesis de las mismas. Las actividades grupales de práctica filosófica forman un espacio en el que se superponen varios registros: el pensar por uno mismo, el ser uno mismo, y el ser  y pensar en el grupo.

·     No se arredra ante la dificultad de llevar la tranquilidad y sosiego propios de la filosofía al mundo cotidiano, que tan a menudo aparece bajo el signo de la urgencia. El filósofo, fuera de la academia, encuentra la presión de la vida productiva, de la supervivencia, de la convivencia. Ante esta presión cabe retroceder por sentir que se da una velocidad incompatible con la reflexión, o bien cabe plantearse aportar a ese mundo de la rapidez y del ruido alguna dosis de la sabiduría del trabajo filosófico: la de pararse a templar el instrumento de nuestra vida que somos nosotros mismos, la de ofrecer un espacio de conciencia para que el rompecabezas de nuestra existencia obtenga el orden y el concierto que necesita con el fin de  obtener mayor plenitud y satisfacción, la de avanzar en una transformación y  maduración personal,  a través de la búsqueda de la verdad, que no termina sino con el final de la vida.

 Considera que la humanidad en nosotros es algo que se ha de conquistar, como muy bien sabe el proceso educativo. El proceso educativo tiene su continuidad en un trabajo de ejercitación del espíritu  y de maduración que ocupa toda la vida.

 Este artículo aparece en el blog de Mercedes García Márquez, Taller de Prácticas Filosóficas
Escrito por MERCEDES GARCIA MÁRQUEZ, para el I Congreso Español de Práctica Filosófica y publicada en la obra MÉNDEZ CAMARASA, J. - BARRIENTOS RASTROJO, J. (eds): Filosofía y espacios sociales, Vision, Madrid, 2011.

         Filosofía a la intemperie
             Escrito de Mercedes García Márquez.                             

Realmente quieres ser filósofo hoy

 

Ser filósofo


Desde que la disciplina de la filosofía existe, siempre ha habido individuos que la han odiado y despreciado. Han pasado casi tres décadas y en la actualidad, la filosofía ya no es tan odiada como antes, sino que se percibe con una combinación de incertidumbre e indiferencia. La filosofía académica está actualmente experimentando cierto grado de confusión. Existen múltiples causas que contribuyen al estancamiento de la filosofía en la actualidad, pero el impacto simultáneo de la especialización y la comercialización ha transformado esta disciplina de tal manera que apenas se asemeja a cómo era practicada por grandes filósofos como Aristóteles, Spinoza o Nietzsche.

A lo largo de la historia, los filósofos han estado constantemente preocupados por determinar cuál es la forma ideal de llevar a cabo la filosofía. En la antigua Grecia, la enseñanza de la filosofía se llevaba a cabo con frecuencia al aire libre, en espacios públicos como el Liceo, mientras que los textos filosóficos solían estar escritos en forma de diálogo. Agustín expresó su filosofía a través de confesiones. Nicolás Maquiavelo redactó tratados filosóficos dentro del género literario conocido como "espejos para príncipes". Sin embargo, su obra más reconocida, El Príncipe, fue escrita en forma de instrucción dirigida a un gobernante. Cuando Tomás Moro escribió su famosa novela filosófica Utopía (1516), decidió mantener el formato de diálogo que había sido popular en la antigua Grecia. A mediados del siglo XVI, Michel de Montaigne se había convertido en un autor famoso por su uso del ensayo, en el que mezclaba anécdotas personales con elementos autobiográficos.

En el siglo siguiente, Francis Bacon adoptó un estilo aforístico en sus obras, mientras que Thomas Hobbes optó por escribir Leviatán (1651) en forma de conferencia. La obra de Baruch Spinoza se caracterizó por su inusual enfoque geométrico, inspirado en la geometría de Euclides. El enfoque de la filosofía en términos de forma y contenido experimentó una divergencia durante la Ilustración. Sin embargo, los escritos de Immanuel Kant eran mucho menos accesibles. El estilo de su escritura, que a veces resulta difícil de comprender, empezó a ganar popularidad en el ámbito de la filosofía, siendo retomado de manera significativa en la obra de GWF Hegel. Aunque se reconoce la complejidad de sus obras, tanto filósofos lograron tener una influencia perdurable en la filosofía moderna.

En el siglo XIX, Friedrich Nietzsche se vio profundamente influenciado por Arthur Schopenhauer, y adoptó un estilo aforístico en su escritura. Expresaba sus ideas de manera espontánea, presentándolas en ráfagas de prosa vigorosa. Son escasos los filósofos que han conseguido comprender la trascendencia y la exigencia intelectual de la filosofía, al tiempo que mantienen una pasión y una poesía tan marcadas como Nietzsche. Tal vez esto puede explicar por qué sigue siendo atractivo para los lectores, aunque también podría explicar el escepticismo que a menudo se encuentra en tradiciones más analíticas, donde Nietzsche no siempre es considerado como un filósofo "serio".

El siglo XX se demostró ser un momento clave de cambio. La filosofía se especializó significativamente, a pesar de la publicación de numerosas grandes obras. La influencia más amplia de la filosofía sobre los artistas y el público en general se vio disminuida debido al aumento en la especialización en el mundo académico. La filosofía dejó de estar tan involucrada con la sociedad en general y se fragmentó en disciplinas altamente especializadas, tales como la filosofía de la mente, la hermenéutica, la semiótica, el pragmatismo y la fenomenología.

Existen diversas perspectivas en cuanto a las razones por las cuales la especialización se ha vuelto tan prominente en la filosofía. Terrance MacMullan afirma que el incremento de la especialización tuvo sus inicios en los años 60, coincidiendo con la radicalización de las universidades. Durante ese período, los académicos empezaron a desestimar a los no académicos como "ignorantes". El problema aumentó cuando los académicos empezaron a imitar los estilos llenos de jerga de filósofos como Jacques Derrida, optando por comunicarse principalmente entre ellos en lugar de hacerlo con el público en general. En su artículo "Jon Stewart and the New Public Intellectual" (2007), MacMullan describe cómo escribe Jon Stewart.

Es considerablemente más sencillo y conveniente comunicarse con alguien que comparte nuestras suposiciones y utiliza nuestros términos, en lugar de alguien que podría desafiar nuestras suposiciones de formas imprevistas o solicitarnos que aclaremos lo que queremos expresar.


Por otro lado,  la especialización se percibe como una manera de destacarse.


Los académicos en general, incluyendo a los filósofos, requieren establecer su influencia en su campo para poder avanzar en sus carreras. En la etapa inicial, la única forma realista de lograrlo es escribir sobre temas altamente especializados. Preguntas a las cuales pueden aportar de manera realmente única.

Moore, sin embargo, expresa su pesar por el creciente enfoque en la especialización y advierte que, aunque en ciertos casos la presencia de especialistas puede ser necesaria, existe el riesgo de que la filosofía termine por no ser practicada en absoluto, o al menos no de una manera significativamente integrada.

De hecho, aunque la especialización puede ayudar a los académicos a destacarse en su campo, también implica que es menos probable que su trabajo tenga un impacto más amplio debido a su enfoque estrecho. Al dar preferencia a la especialización, los académicos han limitado el ámbito de la filosofía y, inadvertidamente, han excluido a aquellos que podrían aportar sus propias contribuciones desde fuera de la academia.

En el clima intelectual actual, la experiencia es un factor muy importante y tiene sentido que se le otorgue más importancia a aquellos que han sido educados y capacitados en campos específicos en lugar de a los aficionados. Sin embargo, fueron precisamente esos filósofos quienes, con sus escritos abarcando una amplia gama de áreas, dejaron una huella profunda en la filosofía. Aristóteles incursionó en diversas áreas del conocimiento, incluyendo la ciencia, la economía, la teoría política, el arte, la danza, la biología, la zoología, la botánica, la metafísica, la retórica y la psicología. En la actualidad, si un investigador decide explorar áreas diferentes o "contrapuestas", sería criticado por alejarse de su especialidad. Como resultado, son escasos y distanciados los libros monumentales que desafiaron la tradición, desde la Ética a Nicómaco de Aristóteles hasta Más allá del bien y del mal (1886) de Nietzsche. No obstante, esto no implica que no existan filósofos influyentes. Saul Kripke and Derek Parfit, both deceased recently, are perhaps the most important philosophers of recent years, but their influence is mainly limited to the academic world. En la actualidad, Martha Nussbaum destaca como una de las filósofas más influyentes y productivas. Las contribuciones de esta persona a la ética, el derecho y las emociones han sido altamente valoradas y han tenido un amplio alcance. Su estilo y rigurosidad frecuentemente reciben elogios, lo que demuestra que no todos los filósofos se enfocan en campos de especialización limitados.

Sin embargo, según David Bloor, la plaga de la especialización sigue firmemente arraigada en la filosofía y constituye una barrera artificial para el libre intercambio de ideas. Por otro lado, John Potts argumenta que el enfoque en la especialización ha tenido un efecto negativo al evitar la aparición de nuevos íconos.

La especialización comenzó a ganar terreno en el siglo XX, lo que hizo menos común encontrar intelectuales alemanes destacados en campos como la historia, la filosofía, la teología, la psicología, la filología, la literatura y los clásicos. Anteriormente, el dominio de estos campos fomentaba la formación de eruditos universales de la talla de Nietzsche y Weber, por mencionar solo dos de los más influyentes.


A veces, leer a Nietzsche puede ser desafiante y complejo, pero nunca cansado.


Cuando se desvaloriza la importancia del pensamiento generalizado, se pierde la visión clara de la interconexión natural que existe entre diferentes disciplinas. Por otro lado, es fundamental respetar las metodologías propias de cada campo. Si aceptamos la premisa expuesta por Henri Bergson en su obra "La mente creativa" (1946), en la que afirma que la filosofía nos ayuda a comprender de manera más completa la realidad, entonces el enfoque actual en la especialización limita nuestra capacidad para realmente entender el mundo en toda su profundidad. Esto pone en peligro la tarea misma de la filosofía. Como lo dijo Milan Kundera en su libro El arte de la novela (1988):

El crecimiento de las ciencias motivó al hombre a adentrarse en los profundos caminos de las diferentes áreas de especialización. A medida que se adentraba en su aprendizaje, su percepción del mundo y de sí mismo se volvía menos clara, y se sumergía cada vez más en lo que el alumno de Husserl, Heidegger, describió como "el olvido del ser", en una frase hermosa y casi mágica.

Restringir nuestra aproximación al conocimiento a cualquier campo o área de especialización es limitar nuestra comprensión del mundo a los confines de discursos en competencia. Esto trivializa el conocimiento al reducirlo a una simple metodología. En situaciones como estas, el conocimiento se convierte simplemente en un contenedor, una codificación o una herramienta, algo que se debe aprender y manejar.

A medida que se alejaba de un enfoque más generalizado, la filosofía cada vez se separaba más del estilo poético que nutría su espíritu. Por ejemplo, James Miller describió a la filosofía previa al siglo XX como una forma de poesía. Gran parte del reconocimiento que las ideas de Nietzsche siguen obteniendo (y también gran parte de las críticas de otros filósofos hacia él) se puede atribuir al estilo poético y único de su escritura. Leer a Nietzsche puede ser un desafío en ocasiones, pero nunca es monótono. En realidad, Tamsin Shaw se refirió a Nietzsche menos como un filósofo y más como un "poeta-filósofo". Jean-Paul Sartre lo describió como un poeta que lamentablemente fue malinterpretado como filósofo.

Incluso Martin Heidegger, quien escribía de manera menos poética que Nietzsche, solicitaba "un poeta en tiempos de escasez" y consideraba a los poetas como aquellos que se adentraban directamente en el abismo durante la "noche del mundo".

Claro, el estilo de escritura no puede ser el único responsable de los fracasos de la filosofía. Tanto Kant como Ludwig Wittgenstein demostraron ser increíblemente influyentes a pesar de su imponente prosa. De manera similar a Nietzsche y Heidegger, sus trabajos se adentraron en temas filosóficos trascendentales relacionados con el ser y el conocimiento, provocando cambios significativos en el curso de la filosofía. Sin embargo, a medida que la filosofía se alejó cada vez más del entorno social en el que se centraban sus intereses, surgió la pregunta de si realmente tenía relevancia para las preocupaciones del "mundo real" y si tenía algo importante que decir sobre la condición humana. Esta cuestión se volvió cada vez más recurrente y urgente. La crítica predominante surgió rápidamente cada vez que se tocaba el tema de la filosofía. En 1996, Bernard Williams afirmó que la filosofía recibe con frecuencia la crítica de no brindar respuestas o no responder a preguntas que sean relevantes para los adultos. En la misma línea, David Hall plantea que el punto inicial de debate es la importancia de la filosofía.

En la actualidad, es evidente la influencia de la especialización. En el siglo XXI, la filosofía se considera a menudo como poco más que un pasatiempo frívolo, e incluso como una materia optativa en el mejor de los casos. Muchos la ven como inapropiada para el sistema educativo actual, que se enfoca en desarrollar habilidades para una vocación específica. Las universidades proporcionan carreras de estudio que preparan a los estudiantes para su futura trayectoria laboral, mientras que la alfabetización digital se promociona como una medida de inteligencia y logros. La mayoría de la infraestructura educativa apoya ampliamente el enfoque en el aprendizaje cuantificado y los cursos STEM. En el año 2022, el Consejo Australiano de Investigación dio a conocer los resultados de los proyectos que se llevarán a cabo en el año 2023. En 2023, se aprobaron un total de 478 proyectos. De estos, 131 estaban relacionados con ingeniería, ciencias de la información y la informática. Además, se aprobaron 117 proyectos relacionados con ciencias biológicas y biotecnología. Por otro lado, se asignaron 98 proyectos para matemáticas, física, química y ciencias de la Tierra. Asimismo, se destinaron 93 proyectos para ciencias sociales, del comportamiento y económicas. Por último, se aprobaron 39 proyectos enfocados en humanidades y artes creativas.

En opinión de Hawking, la filosofía no poseía la rigurosidad empírica de las ciencias. Esta no era una denuncia nueva. En su libro Power Failure (1987), Albert Borgmann argumentó que la ciencia es superior a las humanidades debido a que generalmente existe un consenso casi unánime sobre la mejor teoría actual. No existe tal cosa en humanidades. Einstein escribió: "En su forma, Einstein reemplazó a Newton de una manera en la que Arthur Miller no pudo reemplazar a Shakespeare". Sin embargo, Borgmann no tuvo en cuenta que las teorías filosóficas no siempre requieren de pruebas o refutaciones, y que las ideas filosóficas no se vuelven obsoletas simplemente porque surjan nuevas. Según Hall, el filósofo de la cultura se interesa principalmente por la articulación de interpretaciones importantes que fomentan la autoconciencia cultural, en lugar de preocuparse por la veracidad o falsedad de esas interpretaciones en particular.


Cuando teorizó sobre el Übermensch -El super hombre Nietzscheano-, Steve Jobs y Elon Musk no eran las personas que tenía en mente.


Ante el abrumador impacto de la especialización, algunos escritores y académicos han intentado corregir la oscuridad de la filosofía, buscando hacerla más pertinente para la sociedad. Sin embargo, en su intento de extender el alcance de la filosofía, muchos han terminado convirtiéndola en un negocio corporativo. La corporatización ha tenido un efecto desastroso en la filosofía, siendo la peor manifestación del capitalismo neoliberal. Ahora, las ideas y la creatividad solo se valoran si se pueden vender y generar ganancias.

De acuerdo con Nietzsche, la transformación en ubermensch -super-hombre- es bastante fácil. La receta consiste en tener confianza en uno mismo y dejar de preocuparse por lo que sucede en el mundo. La resistencia al cambio siempre se apoderará del statu quo, la sociedad inevitablemente te tachará de loco, incluso algunos podrían calificarte de narcisista, y otros te catalogarían de ingenuo por tus ideas radicales.

Para Kodithala, Steve Jobs puede ser considerado como una posible manifestación del elusivo Übermensch de Nietzsche, principalmente debido a su constante búsqueda de la creatividad a pesar de enfrentar obstáculos significativos. No obstante, Nietzsche habría rechazado la implicación y, al mismo tiempo, habría señalado la exaltación que la sociedad realiza de magnates tecnológicos como Jobs y Elon Musk, quienes simplemente han fortalecido el orden establecido bajo la apariencia de emprendimiento, en lugar de desafiarlo. Estas personas no eran aquellas a las que Nietzsche hacía referencia cuando teorizó sobre el concepto de Übermensch. Este concepto no se aplicaba tanto a un individuo en particular como a una idea general. Si Nietzsche hubiese querido que el Übermensch se aplicara solamente a ciertas personas específicas, entonces lo habría reservado únicamente para los artistas más destacados.

Según Nietzsche, el arte se considera la forma más genuina de expresión personal, y admiraba profundamente a artistas como Ralph Waldo Emerson, Goethe y Schopenhauer, ya que en su criterio, encarnaban el espíritu esencial de autorrealización. En el siglo XXI, las industrias del capital han cooptado la creatividad, y la noción de "grandeza" ha perdido su sentido, siendo ahora utilizada para describir a aquellos que, según Nietzsche habría argumentado, no hacen más que corromper la cultura y desvirtuar su concepto. La creatividad es la capacidad de generar ideas y soluciones originales. La recompensa de la creatividad no reside en ser un fin en sí misma, sino más bien en ser un medio para acumular capital. Según Jenny Odell en su libro "Cómo hacer nada" (2019), el arte, la filosofía y la poesía están luchando por permanecer en un sistema que solo se preocupa por los resultados finales. Estas actividades no son toleradas porque no se pueden utilizar ni aprovechar de ellas, y no ofrecen resultados tangibles.

En este sentido, los libros de filosofía pop han tomado el lugar de las grandes obras filosóficas, siendo más cercanos a la industria de la autoayuda que a la filosofía como tal. Alain de Botton es reconocido como una de las figuras prominentes en el ámbito de la filosofía contemporánea, lo cual refleja el cambio en este campo. Su organización, la School of Life, cuenta con un equipo de producción altamente capacitado y ha transformado la filosofía en un negocio que vende productos que pueden parecer ilustrativos en el contexto actual, pero que en realidad pueden ser engañosos. Aunque es admirable su deseo de acercar la filosofía al público en general, sus esfuerzos pueden ser a la vez beneficiosos y perjudiciales para la esencia misma de la filosofía. En primer lugar, los libros de esta persona tratan de hacer que la filosofía sea más accesible para un amplio grupo de lectores que de otra manera no estarían familiarizados con estos conceptos o filósofos. Sin embargo, su peculiar estilo de "modernizar" el campo corre el riesgo de reducir la filosofía y los conceptos filosóficos a una herramienta superficial para solucionar problemas de autoestima. Los títulos como "Cómo Proust puede cambiar tu vida" (1997) y "Cómo pensar más en el sexo" (2012) no tienen nada en común con las grandes obras de la filosofía. Además, promueven la nociva idea de que el valor de la filosofía radica en su utilidad práctica como antídoto contra los problemas psicológicos de la sociedad. Sin embargo, es necesario que la filosofía tenga un valor más allá de su utilidad práctica para ser realmente valiosa.

De Botton no está solo en su enfoque de tratar la filosofía como una táctica de marketing para el automejoramiento, ya que muchos libros etiquetados como "filosofía" en la actualidad son en realidad libros de autoayuda disfrazados de textos filosóficos. Uno de los libros afirma: "¿De qué manera puede Kant brindarte consuelo cuando te abandonan a través de un mensaje de texto? ¿Cómo puede Aristóteles curar tu resaca? ¿Cómo puede Heidegger hacerte sentir mejor cuando tu perro muere?" Realmente, ninguno de estos filósofos tenía la intención de que su trabajo fuera utilizado de esa manera.

Nina Strohminger describió el libro de Colin McGinn, El significado del asco (2011), como un ejemplo de la filosofía popular contemporánea en su crítica mordaz del libro mal recibido. La elección de tener contenido, pensamiento o conocimiento verdadero es completamente opcional. El único requisito válido es que las páginas eleven el ego del lector, que le hagan sentir que está involucrado en algo intelectual por una vez.


Los lectores más jóvenes sienten que la filosofía requiere una identidad o dirección más definida.


Sin duda, estos libros pueden ser beneficiosos para diversas personas, pero también tienen el peligro de simplificar nuestras expectativas acerca de la experiencia del pensamiento filosófico y crítico. Según Christian Lorentzen en London Review of Books en 2020, muchas personas compran libros que dan la sensación de pensar profundamente. Estos libros pueden servir para introducir a lectores no familiarizados con la filosofía a los pensamientos e ideas de grandes filósofos, pero no promueven una participación más crítica por parte de los lectores. Como máximo, pueden lograr que los lectores se sientan un poco mejor, lo cual no es un objetivo indigno, pero definitivamente no es uno que esté relacionado con la esencia de la filosofía. Según lo afirmado por el biógrafo filosófico Ray Monk, se podría argumentar que estos libros "tienen un propósito". "Pero eso", agregó, "no entra dentro del ámbito de la filosofía".

En su obra "La naturaleza y el porvenir de la filosofía" (2010), Michael Dummett plantea la cuestión: "¿Cuál es el rumbo que probablemente tomará la filosofía en un futuro cercano?". Esta interrogante es frecuentemente planteada tanto por personas con conocimientos filosóficos como por aquellas sin ellos. Recientemente, Kieran Setiya señaló que no es infrecuente que las personas se lamenten por el estado de la filosofía. Es común que en cierta época, los filósofos se lamenten por la falta de guía en la disciplina o por la ausencia de figuras influyentes prominentes. Sin embargo, los lectores y practicantes más jóvenes sienten abrumadoramente que la filosofía está en una etapa de incertidumbre o estancamiento y requiere una identidad o dirección más definida.

Dummett admitió que la especialización y las diferentes tradiciones que surgieron de ella han tenido un impacto significativo en el futuro de la filosofía. Señaló que "el mayor obstáculo para el avance conjunto en la filosofía ha sido la distancia que ha surgido entre las distintas tradiciones". En su planteamiento, Dummett argumenta que la tradición analítica ha sido el enfoque más exitoso en el campo de la filosofía, principalmente debido a su énfasis en el estudio del lenguaje. A pesar de que considera que la tradición analítica tiene ciertas ventajas en comparación con el enfoque continental en la fenomenología, también ve el potencial de una "reconciliación" entre estas tradiciones. Cree firmemente que esta unión podría lograrse de manera más efectiva a través de un enfoque mutuo en la filosofía de la mente. Afirma que tanto los científicos como los filósofos han mostrado un gran interés en el concepto de conciencia. Según él, esta es un área en la que estas dos tradiciones diferentes podrían converger.

Sin embargo, el problema principal de la falta de comprensión sobre la identidad de la filosofía todavía persiste. La popularidad de la filosofía ha crecido significativamente en el mercado, lo que ha generado una mayor confusión acerca de su verdadera naturaleza y propósito. En el sitio web de la editorial Penguin Australia, se encuentra el apartado de "filosofía pop", donde se promociona una selección de libros escritos por autores reconocidos como de Botton, AC Grayling y Marie Robert. Estos libros ofrecen valiosas enseñanzas que pueden resultar útiles para enfrentar el día a día. Promover la filosofía popular es algo importante. Sería razonable esperar que al realizar una búsqueda individual de "filosofía" en el sitio web de Penguin se obtuvieran resultados más significativos. Sin embargo, lo que te encuentras es una combinación incoherente de las obras de Jordan Peterson, Marco Aurelio, Stephen Fry y Séneca. Es posible que no sea sorprendente que la filosofía esté en un estado de confusión cuando obras filosóficas clásicas se mezclan con libros de autoayuda superficiales, como si fueran equivalentes. Si bien los libros académicos pueden tener un contenido más profundo, son conocidos por ser muy costosos, lo que implica que la mayoría de las veces son ignorados o leídos principalmente por académicos.

Hoy en día, hay una falta de conexión entre la forma en que filósofos como Nietzsche, Heidegger y Kant practicaban la filosofía y lo que se ofrece a los lectores en la actualidad. La corporatización y la comercialización han debilitado la tolerancia de las personas hacia el pensamiento crítico y han distorsionado sus expectativas sobre el significado de leer filosofía, limitándolo a una actividad que busca únicamente la felicidad. Sin embargo, tal como nos recuerda Monk: "La filosofía no te brinda la felicidad ni debería hacerlo". ¿Cuál es la razón por la cual la filosofía debería brindar consuelo?

Nietzsche mismo admitió que la filosofía puede ser una actividad perturbadora. En su más reciente obra, llamada Ecce Homo, declaró que la filosofía implica "alejarse deliberadamente hacia regiones frías y picos montañosos: la exploración de todo lo extraño y cuestionable que existe". Dijo: "Es importante estar preparado para ello, de lo contrario, es muy probable que te desanime".

Nietzsche no se veía a sí mismo como un filósofo en el sentido convencional.

En 2005, Richard Rorty, dos años antes de su fallecimiento, expresó de forma similar que "la filosofía no es algo en lo que los seres humanos se involucran debido a un sentido innato de asombro...". Por el contrario, Rorty sostenía la idea de que la filosofía es "algo a lo que las personas recurren cuando tienen dificultades para conciliar el pasado con el futuro, fusionar la creatividad de sus antepasados con la de sus contemporáneos más innovadores". David Hall defendió en una ocasión que:

Si el filósofo no logra brindar esa comprensión, falla en cumplir con su verdadera misión.

Es verdad que la filosofía no está hecha para todos, y Nietzsche era consciente de ello. Es comprensible entender por qué Bertrand Russell percibía que Nietzsche tenía una actitud elitista, dado que Nietzsche declaró: "Estos son únicamente mis lectores, mis lectores legítimos, mis lectores predestinados: ¿qué importancia tiene el resto?". Sin embargo, las obras de Nietzsche ejemplifican lo mejor de la filosofía, mientras que el resto solo representa la humanidad. No tenían una naturaleza académica, pero tampoco una naturaleza abiertamente comercial. Nietzsche no se consideraba a sí mismo como un filósofo en el sentido tradicional, lo cual contribuye a entender su posición poco convencional en la historia de la filosofía. Sin embargo, Nietzsche se consideraba a sí mismo como parte de un grupo. Mientras Borgmann aparentaba estar envuelto en una constante competencia con los científicos para superarse mutuamente, Nietzsche reconoció que él mismo se sustentaba en aquellos que lo precedieron, y que también sus lectores se apoyarían en él. En su obra "Daybreak" (1881), uno de sus primeros y más subestimados trabajos, el autor expresa:

Nuestros admirados maestros y pioneros han llegado a su fin, y no es la acción más noble y sofisticada aquella que logra poner fin al cansancio: ¡nos ocurrirá a ti y a mí también! ¡Pero qué nos importa a nosotros! ¡Otras aves volarán más lejos!

En realidad, Nietzsche ha tenido un impacto significativo en varios pensadores posteriores, aunque ningún otro filósofo desde entonces ha logrado crear un impacto tan perdurable. Es evidente que en nuestro siglo, se le ha dado mucha importancia al conocimiento cuantificable, la especialización y la capacidad de ser comercializables. Esto ha generado un ambiente intelectual que no solo menosprecia el pensamiento filosófico, sino que también ha transformado a la filosofía en algo completamente diferente a su propósito original.