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John Shand: los fundamentos de la filosofía


La editorial Routlege publicó en 2003, una compilación de ensayos filosóficos realizada por el profesor John Shand, con el título de Fundamental of Philosophy, cuyo objetivo es mostrar al público la importancia de los estudios filosóficos. Esta prolífica obra es utilísima para todos aquellos que quieran conocer el espíritu y el panorama de la filosofía. En la introducción del libro John Shand expone de manera sencilla, pero profunda la ‘esencia de la filosofía’. Varias de sus ideas resultan, no sólo interesantes, sino pertinentes e ilustrativas para entender los diferentes temas que se abordan desde la filosofía.

Describe el papel de la filosofía mientras que resalta su importancia en las diferentes dimensiones de la vida humana cuando afirma que la  «Philosophy is a great intellectual adventure while at the same time what it discusses is one of the most important things we can do with our lives.» Es decir, la filosofía no sólo es una gran herramienta intelectual, sino que trastoca todo aquello que con nuestra racionalidad y lenguaje vamos construyendo.

 A quienes se dedican a hacer filosofía se le suele pregutar ¿qué es la filosofía o, para qué sirve la filosofía? a lo que John Shand responde: «Philosophy is what happens when you start thinking for yourself». No cabe duda, la importancia de ‘pensar por sí mismo’ constituye una tarea fundamental que denota un principio ético inalienable del ser humano, ‘la libertad’. La filosofía por antonomasia, fomenta el pensamiento crítico, vital para reconocer y ejercer los derechos fundamentales, la filosofía representa el bastión de la ‘libertad’. Cuando se es capaz de cuestionar las creencias de todos aquellos presupuestos que -muchas veces- se dan por sentados, por ejemplo, religiosos, éticos, políticos e inclusive ‘científicos’, entonces, estas comenzado a pensar por ti mismo. Filosofar, por decirlo así, consiste en juzgar el ‘estado de cosas’, los hechos que configuran el espacio lógico de la realidad.

John Shand propone una serie de interrogantes que desde la filosofía se pretenden responder, entre las cuales podrían mencionar: ¿Cuál es la naturaleza de la racionalidad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es saber algo? ¿Qué estamos percibiendo cuando afirmamos estar percibiendo el mundo? ¿Qué es la realidad? ¿Qué significa que algo sea moralmente bueno? ¿Se pueden justificar los juicios éticos? ¿Qué es la conciencia y qué es el yo? ¿Qué es entender el significado de una palabra? ¿A qué llamamos ciencia? ¿Cuál es la naturaleza de la mente? ¿Qué son los derechos humanos? ¿Qué es el arte? ¿Existe dios y, si existe, cuál es su naturaleza? Y muchas otras inquietudes que surgen cuando la racionalidad confronta el mundo de los fenómenos.

Aunque la ‘duda’ representa una especie de arjé, a la hora de filosofar, pues, esta no queda vacía, sino que se llevan hasta las últimas consecuencias desplegando todas sus formas posibles de lo que denominamos ‘verdad’. Ahora bien, estas preguntas se abordan desde las diferentes ramas y se consideran las diferentes perspectivas históricas que conforman la totalidad de la filosofía y, lejos de la improvisación, se sistematizan en áreas centrales del conocimiento, por ejemplo: Epismología, Metafísica, Lógica, Ética, Historia de la Filosofía Antigua, Medieval, Moderna y Contemporánea, respetivamente. Todas las dimensiones humanadas son abarcadas desde la Filosofía de la mente, Filosofía del Lenguaje, Filosofía de la Ciencia, Filosofía Política, Filosofía del Arte Filosofía de la Religión hasta Filosofía del Música y del Cine. En el texto, el autor muestra la gráfica de las áreas de la filosofía como sigue:







Otras de las ideas que se podrían resaltar en la introducción del texto es la que gira en torno a la filosofía y la felicidad, en el texto lo explica como sigue: «As a way of life philosophy and philosophical thinking do not promise happiness, but they do, I think, enhance what is best in human beings. Philosophy embodies that which is noblestin our species». Si bien es cierto, la filosofía no garantiza la felicidad, debido a que lo se da por sentado bajo el concepto de felicidad es cuestionable en filosofía, pero el autor atina  al decir que mejora lo que es mejor en los seres humanos y eso es precisamente lo que imprime su carácter noble de su actividad. Junto a las diferentes profesiones que existen en las universidades del mundo viene a ser, no solo un complemento, sino un eje transversal que permea todas las áreas del conocimiento.


Bertrand Russell: sobre la denotación

Bertrand Russell, al igual que Frege, era inicialmente matemático, desde niño se sintió atraído por ella. Eso explica por qué siempre usan símbolos matemáticos para explicar temas de razonamiento lógico. Inclusive, Russell y Whitehead son los autores de la obra de lógica más importante de nuestro tiempo, Principia Mathematica la cual consistió en demostrar que la matemática era reducible al cálculo lógico, esto se le llama, logicismo.
                
        En la actualidad, se considera a Bertrand Russell como uno de los pensadores que más ha contribuido en el desarrollo de la Filosofía del Lenguaje, sobre todo, por su teoría de las descripciones que expone –magistralmente- en un ensayo llamado On Denoting [Sobre la Denotación], publicado por primera vez, en el año 1905 en el Journal of Mind Philosophy.

Ahora bien, las descripciones son expresiones que él llama «expresiones denotativas». Distingue tres tipos de casos, ejemplo, 1.- una expresión puede ser denotativa y no denotar una cosa alguna y, entonces coloca el famoso ejemplo «el actual rey de Francia», pero como es sabido, Francia no tiene Rey. 2.- Una oración puede denotar un objeto determinado, ejemplo en On Dentonig «la actual reina de Inglaterra», este caso, si existe una mujer determinada que es reina de ese país. 3.- una expresión puede denotar algo con cierto margen de vaguedad, ejemplo, «un hombre», esta expresión no tiene sentido de manera aislada. Sabido esto, debemos considerar que Russell se interesa por el problema epistemológico, por lo que se debe preguntar cuál de estos tres tipos de denotaciones dicen realmente algo, qué aporta al conocimiento, y si podemos llegar a través de alguna de ellas formular argumentos lógicos o científicos.

Va a distinguir entonces que hay dos tipos de conocimientos, a) el conocimiento directo que proviene de los datos sensoriales  y de los cuales tenemos una representación visual, ejemplo, un árbol y b) el conocimiento [acerca de…], esto quiere decir, de aquellas cosas de las que cobramos noticia por medio de expresiones denotativas. He aquí, la cuestión por la que Bertrand Russell se interesa, por las expresiones [acerca de...], debido a la dificultades que estas pueden presentar en la argumentación. Nuestro autor piensa que las expresiones denotativas nunca poseen un significado en sí misma, pero que toda proposición en cuya expresión verbal intervienen aquellas, entonces posee significado. Estas tienen sentido en la proposición. Entiéndase por proposición aquellas expresiones de las cuales podemos juzgar si son verdaderas o falsas de manera inequívoca. Sin embargo, hay algunas expresiones lingüísticas que entre mezclan en un discurso y resultan repugnante a la lógica y a la ciencia, por lo que debemos cuidarnos de ella, la ciencia trata de cuestiones fundamentalmente objetivas.

Russell coloca como ejemplo de estas repugnancias las teorías referencialitas de Meinong y Frege. Analicemos la de Meinong, según éste, toda expresión denotativa gramaticalmente correcta representa un objeto, por ejemplo, «el actual rey de Francia» o «el cuadrado redondo», Para Russell esto viola el «principio de contradicción» porque es imposible que algo sea al mismo tiempo y en el mismo modo, es decir, se pretende que el actual rey de Francia existe y que, al mismo tiempo, no existe, y que, el «cuadrado redondo», es redondo y, a la vez, no redondo. Estos elementos son [no-ente], por lo que se infiere que no pueden ser sujeto de una proposición. Ni siquiera cumple con el principio del «tercero excluso», es decir,  en principio, todo tiene que ser o n ser,  ejemplo (A) es (B) o (A) no es (B), no habrá una tercera posibilidad.

Esta ley se representa en lógica simbólica como sigue: (A V ¬ A), se lee: la disyunción de una proposición y de su negación es siempre verdadera. Un ejemplo en el lenguaje natural sería: es verdad que «es de día o no es de día», pero nunca ambas cosas al mismo tiempo. Es decir, ambas cosas son posibles, pero no a la misma vez. En la teoría referencialista de Meinong, la expresión «el actual rey de Francia» el rey no puede existir y no existir a la vez, tampoco el «el cuadrado redondo». Meinnog afirma que el «actual rey de Francia» refiere a un objetito inexistente pero que subsiste.
                
       Frege diría que la expresión lingüística «el actual rey de Francia» tiene sentido, pero no referencia y dado que tiene sentido, tiene significado, la falta de referente no implica la falta de significado, pues el significado es el sentido. Russell difiere de esta postura, pues, cómo puede tener significado (A) si no existe (A). Una expresión denotativa forma, por naturaleza parte de una oración y carece, como la gran mayoría de las palabras aisladas de significado por cuenta propia. Para Bertrand Russell, las expresiones denotativas son difíciles de evitar  en el lenguaje ordinario, pero se tornaran inofensivas si nos sabemos prevenir contra ellas, la lógica simbólica consigue evitarlas. Concluyo citando a Russell: «cuando se trate de una cosa de la que no tengamos conocimiento directo, sino tan solo una definición por medio de expresiones denotativas, las proposiciones en las que dicha cosa se introduzca mediante una expresión denotativa no contendrán realmente a dicha cosa como elemento constitutivo, sino tan sólo, en su lugar, a los elementos constitutivos expresados por las diversas palabras de la formula denotativa en cuestión»
                 

Gottlob Frege: notas sobre el sentido y la referencia

Es importante saber que Gottlob Frege fue –inicialmente- matemático. pensaba que el lenguaje ordinario (natural) no era ideal para exponer un razonamiento matemático. Entonces, en la búsqueda de un lenguaje ideal para expresar perfectamente la estructura de un razonamiento matemático, desembocó en un análisis semántico sobre las expresiones lingüísticas, de tal manera que planteó temas filosóficos sombre el lenguaje. ¿Podemos expresar la verdad sin ambigüedades lingüisticas? Pues, sí. Sin embargo, esto requería entonces el desarrollo de lo que él llamó «ideografía» un lenguaje lógicamente perfecto no sólo para las matemáticas, sino también para las ciencias en general.

Por suerte, terminó fundando los principios necesarios para hacer lo que hoy entendemos como Filosofía del Lenguaje. Puesto que es el lenguaje lo que coloca al hombre sobre el resto de los seres y le proporciona dominio sobre ellos, constituye por su nobleza un tema que merece ser investigado.

En efecto, es bueno saber que Frege hace uso de tres términos fundamentales como lo son: signo, sentido y referencia. He aquí la novedad en su obra Sinn und Bedeutung [Sentido y Referencia], obra que estamos estudiando en este momento.

Antes de Frege, quizás no se había considerado tal problema en las expresiones lingüísticas. Una expresión en la cual el predicado guarda relación con el sujeto u objeto puede ser considerada como válida, por lo que podríamos asignar un valor veritativo (V o, F). En Frege, esto no es suficiente, para que una oración pueda asignársele un juicio de valor veritativo debe necesariamente tener una referencia (objeto real).

Hay un ejemplo que el autor usa para explicar esto, la frase: «La voluntad del pueblo» es una expresión que tiene sentido, pero carece de referencia (objeto extramental) por lo que no se le puede asignar un valor veritativo, ni mucho menos la puedo someter a un análisis de tipo científico.

Una oración debe entenderse –según Frege- como un todo articulado que proporcione los elementos necesarios para una explicación razonable  de cómo decir algo verdadero o falso mediante ella.

Una función es un concepto cuyo valor es siempre un valor de verdad. Mientras que un objeto es todo lo que no es una función cuya expresión no conlleva, por tanto, a un valor veritativo.

 Para Frege, en el antiguo concepto de función no se distingue entre forma y contenido, entre signo y cosa designada. Por tal motivo, inicia su artículo con un ejemplo del lenguaje matemático, A=A y A=B, en la primera puede significar que Aristóteles es Aristóteles y esta expresión no me dice nada, es evidente en sí misma y no nos dice nada sobre alguna cosa del mundo, es lo que Kant llamaría juicio analítico. En la segunda A=B puede significar: Aristóteles es un discípulo de Platón, pues esta expresión sería según Kant, un juicio sintético, lo que nos hace pensar que deberíamos conocer algo sobre historia de la filosofía y sobre la biografía de Platón. Es decir, requiere análisis, razonamiento.

El problema es que la segunda expresión está formulada partiendo de un lenguaje ordinario y entonces hay que analizarlos muy bien y precisar cuál es la relación entre el signo, su sentido y su referencia y el modo en que se conectan estas para expresar lo que hoy día llamamos en lógica «proposición»,  entiéndase por esta una oración o expresión lingüística de la cual podemos deducir de forma inequívoca si es verdadera o falsa. Frege a inferir: quien no admita la referencia de una expresión no podrá afirmar ni negar de ella un predicado. «El pensamiento pierde valor para nosotros tan pronto vemos que una de sus partes le falta la referencia. Estamos, pues, bien justificados al no contentarnos con el sentido de un enunciado, y al preguntarnos también por su referencia». Que una oración tenga sentido no quiere decir que sea verdadera o falsa.  

Alfred North Whitehead. La función de la razón

La importancia de esta reflexión radica en la necesidad de elaborar una aproximación conceptual que establezca el papel de la filosofía en el campo de las ciencias y sus métodos en general y, que a su vez, ayude a tener una compresión adecuada sobre el papel de las ciencias en el desarrollo de la civilización humana. Éste es el espíritu del conjunto de conferencias pronunciadas por Alfred North Whitehead en la Universidad Princeton y posteriormente recogidas en un texto titulado The Function of Reason [La Función de la Razón] en (1929). Whitehead realiza un minucioso trabajo sobre el papel de la razón especulativa en la generación del conocimiento, motor del ‘progreso de la humanidad’, tema que trata, con mayor complejidad, en las obras Science and the Modern World (1926) y luego en Process and Reality (1929). Según el autor, la función de la razón es básicamente práctica, pero una vez que ha transcendido la mera practicidad, se convierte en especulativa, la que es la causa del desarrollo de la civilización. El uso pragmático de la razón consiste, según el autor, en elaborar métodos de acción inmediata que permita la rápida resolución a los problemas de la vida.

La filosofía no sólo consiste en el análisis lógico de los conceptos de las ciencias naturales, sino que uno de los principales propósitos es el arte de vivir, pero el vivir presenta alternativas «y surgen del carácter del triple afán que ya he mencionado: vivir, vivir bien, vivir mejor. El nacimiento de una metodología es, en su esencia, el descubrimiento de un artificio para vivir. En sus comienzos satisface las condiciones inmediatas de la vida buena»[1]. He aquí el papel de la razón práctica como método de acción inmediata. Luego continúa: «pero la vida buena es inestable: la ley de la fatiga es inexorable. Cuando cualquier metodología de vida ha agotado las novedades dentro de su alcance y las ha explotado hasta la aparición de la fatiga, una decisión final determina el destino de una especie»[2], en este afán de vivir, vivir y vivir mejor, es lo que hace a la razón especulativa transcienda los límites de lo sensorial y se despliegue hasta los fines y las causas de toda realidad. 

Ante esta cuestión, la civilización humana tiene dos opciones «puede estabilizarse y reincidir, a fin de vivir; o puede liberarse de una sacudida y emprender la aventura de vivir mejor»[3] he aquí, como surgen los métodos de las ciencias naturales, como una necesidad de ‘innovar’, la visión mecanicista del mundo pujada en las teorías positivas y la idea el sujeto pensante pregonado filosofías «irracionalistas» o «vitalistas», quedan fundidas en la propuesta de Alfred North Whitehead. Gracias a estos elementos, se fundan las diversas ramas de las ciencias que se han desarrollado bajo el impulso de la razón especulativa y han despertado el deseo del conocimiento explicativo, hechos claves para el progreso de la civilización humana, por ser «la razón el órgano que pone énfasis sobre la novedad.»[4]

La propuesta de Alfred North Whitehead consiste precisamente en que la razón especulativa a través de la filosofía especulativa ayuda a ver el mundo como un todo y, de alguna manera, fulmina el absurdo del conflicto que se ha venido suscitando entre la filosofía y las ciencias naturales. No pone en grado superior a la filosofía sino que ésta, al no tener uno, sino varios objetos de estudios, abarca u obtiene una visión global de la realidad y del devenir. Afirma que: «mientras que los filósofos fracasen, los científicos no saben de qué hablan cuando ejercitan sus propios métodos; y, en tanto que los filósofos hayan triunfado, hasta ese punto los científicos pueden alcanzar una comprensión de la ciencia.»[5] Desde luego, «con el éxito de la filosofía, los ciegos hábitos del pensamiento científico se transforman en explicación analítica.»[6] La filosofía no sólo va a ocuparse de las primeras y últimas causas de las cosas, sino que va a reflexionar sobre los valores específicos y las condiciones específicas por las que son generados tales conocimientos.    

No se aspira a una unificación absoluta de las ciencias o la superioridad arrogante de la filosofía, sino del apoyo y la contribución que desde la filosofía puede dar a las ciencias en general. Razón especulativa, filosofía especulativa y directrices metodológicas de la investigación filosófica orientan toda la investigación científica.


[1] WHITEHEAD, Alfred North: The Function of Reason. Traducción de Lucila González Pasos. Edit. Altaya. Barcelona 1999. Pág.56
[2] Idem.
[3]Idem.
[4] Ibídem. pág. 57
[5] Ibidem  pág. 93
[6] ibid

Hans Georg Gadamer: hermenéutica y diálogo

I
Preliminares

El lenguaje se da en el diálogo que existe en la conversación, es ahí donde se realiza plenamente ‘el comprender’ [das Verstehen]. La incapacidad objetiva derivada de la inexistencia de un lenguaje común se traduce en lo que Gadamer ha llamado la «incapacidad de diálogo». La ‘palabra’ [Wort] es, a la conversación, lo que es la compresión para el diálogo. Para ser capaz de conversar hay que saber escuchar, este es el verdadero espíritu [Geist] del diálogo, reconocer que el camino de la verdad es el camino de la conversación y que «comprensión» es esencialmente «diálogo» hermenéutico.

Hans Georg Gadamer, llamado el gran testigo del siglo XX y autor de unas de las obras más importantes de la filosofía contemporánea: Wahrheit und Methode 1960 [Verdad y Método], entendió la hermenéutica como el arte de interpretar y dejarse interpelar y, esta es la novedad del giro hermenéutico, en tanto que va más allá de las fronteras impuestas por el concepto de método de la ciencia moderna y su pretensión de imponer una de metodología universalista de la investigación científica. En la mayor parte de su obra subyace la crítica de cómo la filosofía estaba siendo reducida a una simple teoría del conocimiento que, partiendo del análisis lógico del lenguaje buscaba legitimarse ante la llamada «comunidad científica». De estas ideas puede inferirse que la verdad no puede, bajo ninguna circunstancia, quedar reducida o determinada por un método universal.  

Aunque la hermenéutica pasa transversalmente por todas las disciplinas de las ciencias humanas, no sólo se ocupa del mero y simple hecho de interpretar un texto en particular, sino que interpreta el gran texto del mudo o el texto de la historia del mundo[1]. La interpretación ha sido una actividad esencial que usa el ser humano, no sólo para entender el mundo, sino también para relacionarse con ‘el otro’.

La clave del giro hermenéutico se centra en la idea de –comprensión- [Verstehen], en tanto que el autor afirma que «el fenómeno de la comprensión no sólo atraviesa todas las referencias humanas del mundo, sino que también tiene validez propia dentro de la ciencia, y se resiste a cualquier intento de transfórmalo en un método científico»[2], aunque el comprender implica conocimiento y, consecuencia la búsqueda de la verdad, ésta no busca la objetivación de lo dado como mero objeto, sino que busca lo que en un sentido dado está para ser entendido, no como consecuencia de una compresión objetiva, sino como algo que ha de traer al lenguaje humano algún significado y, que a su vez, se deja poner en la escritura; para Gadamer la comprensión es esencialmente «diálogo» hermenéutico.

La hermenéutica nos demanda no sólo accionar la comprensión desde nuestras cabezas, sino también desde cuerpo, del espíritu [Geist] y del alma completa para poder levantar la voz del comprender, sólo así se es capaz de entender e interpretar lo entendido. Esta es la acción humana de la prescinden las ciencias naturales [Naturwissenchaften] donde la incesante búsqueda de la objetivación termina anulando al sujeto. La experiencia de las ciencias del espíritu [Geisterwissenschaften] «son formas en las que se expresa una verdad que no puede ser verificada con los medios que dispone la metodología científica»[3], por ejemplo, en la experiencia del arte, la música y la poesía. He aquí el giro crítico contra el concepto de objetividad científica del autor. La hermenéutica como diálogo no pretende circunscribirse en una única forma definitiva de entender la realidad, en cuanto que «no constituye un método determinado que pudiera caracterizar, por ejemplo, a un grupo de disciplinas científicas frente a las ciencias naturales. La hermenéutica se refiere más bien a todo el ámbito de comunicación intrahumana.»[4]

Para Gadamer el mundo se hace comprensible a través del lenguaje, de hecho, una buena parte de la reflexión filosófica del siglo XIX y XX, está dedicada a estudiar la evolución del conocimiento humano desde la perspectiva científica y, el lenguaje entra como una realidad esencial para entender esta actividad.
El lenguaje no solo es un conjunto de signos cualquiera, sino que es una relación lingüística que usamos para comprender y dialogar con el ‘otro’. En este sentido, la hermenéutica es más que una simple herramienta metodológica, ésta contribuye a comprender cuál es la situación fundamental del ser humano en el mundo. «Los seres humanos, deben construir con los demás un mundo común por medio del intercambio permanente que se produce en la conversación»[5]. Para Gadamer, la hermenéutica es el arte de poder oír, no sólo se refiere a la capacidad auditiva con la que por naturaleza cuenta el ser humano, sino que debe aprender a utilizar este sentido de la audición. El arte de la hermenéutica es el arte de dejarse decir algo y su tarea es «elucidar el milagro de la compresión que no es una comunión misteriosas de las almas, sino una participación en el significado común…»[6] para crear acuerdos donde no existen.
II
Lenguaje y diálogo

El ser humano es un individuo capaz de dialogar, su capacidad racional le sugiere, en así mismo, esta actividad. Hans-Georg Gadamer le da un giro importante a la hermenéutica tradicional y transciende los límites de la mera interpretación de textos dando al concepto de diálogo un lugar esencial en la hermenéutica, cuando señala que «el hacerse capaz de entrar en diálogo a pesar de todo, es a mi juicio, la verdadera humanidad del hombre.[7]». El lenguaje que se construye en una situación de diálogo es el que da lugar al entender y esto va más allá del análisis de los sentidos semánticos o sintácticos de las oraciones. Por otro lado, la propuesta gadameriana plantea la necesidad de la ‘voluntad de consenso’, considerando que el fenómeno dialógico de las relaciones intersubjetivas pueden presentarse disensos cundo una opinión pretende imponerse como única irrumpiendo la posibilidad del acuerdo. Sobre la comunicación dice:
«La verdadera realidad de la comunicación humana consiste en que el diálogo no impone la opinión de uno contra la del otro ni agrega la opinión de uno a la del otro a modo de suma. El diálogo transforma una y otra. Un diálogo logrado hace que ya no se pueda recaer en el disenso que lo puso en marcha. La coincidencia que no es ya mi opinión ni la tuya, sino una interpretación común del mundo que posibilita la solidaridad moral y social.»[8]

Una de las preocupaciones de Gadamer gira en torno a la creciente incapacidad de diálogo que caracteriza a las sociedades modernas que, paradójicamente, ha creado una serie de invenciones cuyo propósito es la ampliación del espectro comunicativo y, aun así, tanto mayor es el número de espacios de interacción a través de estas, mayor es la incapacidad de diálogo y mayores son las carencias comunicativas, por lo que se termina reduciendo la posibilidad de un ‘diálogo real’.  La ciencia y la tecnología propician la monologización del individuo. La proximidad artificial desde las redes sociales, por ejemplo, «quiebra imperceptiblemente la esfera del tanteo y de la escucha que permite acercarse a las personas.» En nombre del bienestar técnico y su utilización irracional surge la creciente situación monologal de la civilización. «Hay circunstancias sociales objetivas que pueden atrofiar el lenguaje, ese lenguaje que es hablar-a-alguien y contestar-a-alguien y que llamamos conversación…»[9], por ejemplo, la televisión, los smartphones et cetĕra. Inclusive, cuando parece falta el lenguaje, puede haber entendiendo mediante la paciencia, el tacto, la simpatía y la tolerancia y mediante la confianza incondicional en la razón que todos compartimos, afirma Hans-Georg Gadamer, para él la «incapacidad del diálogo» parece que es más el reproche que hace alguien, al que se niega a aceptar sus idea.

III
El diálogo ‘consigo mismo’ y con ‘el otro’

El diálogo ‘consigo mismo’ y con ‘el otro’, esta realidad, así planteada tiene una exigencia; el respeto del otro. Cuando muchos irresponsablemente deciden anular este propósito por voluntad propia está apartándose del otro y, al contrario, es necesario ver ‘al otro’ como ese ‘otro yo’. Esto emerge como lo propio del lenguaje y su capacidad de construir diálogo entre los ciudadanos del mundo. Es así como por nuestra capacidad lingüística nos entendemos el uno con el otro a pesar de los desvíos conductuales de los ciudadanos comunes.
Hermenéutica también es confrontación o interpelación con ‘el otro’, pero cuando se dice -he entendido-, entonces estamos siendo solidarios. Siempre están el ‘yo’ y el ‘tu’ que se entienden entre si y, así es como la comunidad nos llama a ser ciudadanos. Para Gadamer aplicar la hermenéutica es querer entenderse uno al otro. El comprender [das Verstehen] no es ponerse en el lugar del otro y reproducir sus viviendas, sino ponerse de acuerdo en la cosa y «el leguaje es el medio en el que se realiza el acuerdo de los interlocutores y el consenso sobre la cosa»[10]. El modelo básico para cualquier consenso es el diálogo y, el conceso dialogal es imposible, en principio, si uno de los interlocutores no se libera realmente para la conversación.
En este sentido, la hermenéutica es el arte de realizar lo que tenemos en común para ampliar los horizontes de la civilización humana, esta es la única forma de hacer posible la comunidad humana del futuro. Un futuro inclusivo de las culturas y los idiomas mundiales. Para Gadamer «la pluralidad de las lenguas humanas es una de las formas en que se articula la pluralidad de los mundos de la vida»[11], la cultura y la lengua son dos fuerzas que actúan a lo largo de las generaciones humanas. «Quien piensa el "lenguaje" se sitúa siempre ya en un más allá de la subjetividad.»[12]

IV Consideraciones finales

Cultura es la capacidad de pensar realmente una vez el pensamiento del otro, afirmó Heidegger, por lo que la ‘palabra’ [Wort] es, a la conversación, lo que es la comprensión para el diálogo, por así decirlo. Para ser capaz de conversar hay que saber escuchar, este es el verdadero espíritu [Geist] del diálogo, reconocer que el camino de la verdad es el camino de la conversación y que compresión es esencialmente «diálogo» hermenéutico. «El lenguaje es en realidad la única palabra cuya virtualidad nos abre la posibilidad incesante de seguir hablando y conversando y la libertad de decirse y dejarse decir.»[13] El lenguaje es una fuerza generativa y creadora capaz de fluidicar el diálogo.

Racionalidad generacional y la pregunta por el futuro son dos inquietudes de nuestro pensador. En la mayor parte de nuestras vidas nos acorralan las preguntas sobre el sentido de la vida, la pregunta sobre la muerte, y el destino del mundo. Para Gadamer responderlas es tarea fundamental de la filosofía, esta debe mostrar a la humanidad que los nuevos caminos de la existencia consistirán en la solidaridad. Es lo único que nos podrá salvar de la destrucción final. Estamos obligados a ser solidarios si queremos permanecer en este mundo, en nuestro mundo. El problema ecológico de la vida surge como un problema global y real. Este nivel de consciencia de lo que sabemos acerca de las adversidades que podemos afrontar como civilización humana nos exige entender que la solidaridad la única salida racional que nos llevará a solucionar los problemas que nos sobrevienen y que amenazan hoy a la humanidad. Hacer entender esta, nuestra realidad, es la tarea más fundamental de la filosofía. Gadamer insiste en la necesidad de construir un futuro a través del desarrollo científico, pero sin estropearnos a nosotros mismo ni al mundo. Urge la necesidad de buscar la perfección de la acción del comprender humano para construir un lenguaje común y fortalecer los ideales de democracia y libertad.
Concluyo parafraseando una advertencia de Gadamer sobre hermenéutica: no llegaremos a una verdad de una forma definitiva y dogmática, pues, la hermenéutica no significa la posesión de la verdad, sino sólo un instrumento para llegar ella.



[1] Cf. GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad y Método I]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 2003. pág. 23
[2]Idem.
[3] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad y Método I]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 2003. pág. 24
[4] GADAMER, Hans Georg: Hermeneutik im Rückblick [El Giro Hermenéutico]. Traduc. de Arturo Parada. Edit. Cátedra, Madrid 1998. Pág.85
[5] Ibidem. Pág. 152
[6] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad y Método II]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 1998. pág. 64
[7] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad y Método II]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 1998. pág. 209
[8]Ibidem. Pág. 185
[9] Ibidem. Pág. 210
[10] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad y Método I]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 2003. pág. 462
[11] GADAMER, Hans Georg: Hermeneutik im Rückblick [El Giro Hermenéutico]. Traduc. de Arturo Parada. Edit. Cátedra, Madrid 1998. Pág. 150
[12] Ibidem. Pág.25
[13] GADAMER, Hans Georg: Wahrheit und Methode [Verdad y Método I]. Trad. de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito. Edit. Sígueme, Salamanca 2003. pág. 201

La filosofía y el status cognitivo de la ciencia moderna

La reflexión filosófica en el siglo XXI no ha cambiado su papel, su tarea es la misma desde sus orígenes, trastocar toda la realidad humana, al menos, eso nos dice la historia del pensamiento humano. La filosofía influye en nuestras actividades de la vida cotidiana aunque en ocasiones las sepas o la ignores. Permea en toda la cultura y el conocimiento humano.  La actividad filosófica consiste es someter a la reflexión y análisis no sólo a la filosofía misma, sino también a la ciencia y al arte en general.

La filosofía contemporánea sigue debatiendo temas científicos casi con el mismo objeto que lo hicieron los llamados filósofos de la naturaleza. Aunque la física clásica no se entiende en los mismos términos en que la entendemos hoy, pues Aristóteles sigue siendo quien sentó las bases para su expansión. Los filósofos de la fisis son los modernos cosmólogos quienes cambiaron la perspectiva que el ser humano tradicionalmente tenían del mundo, las investigaciones de Albert Einstein sobre la relatividad general, las obras de Carl Sagan y de Stephen Hawking siguen expandiendo las fronteras y los límites del conocimiento humano. Entender este fenómeno es una de las tareas actual filósofo de la fisis.

Por otro lado, la historiografía de la investigación científica ha mostrado cómo el conocimiento científico ha cambiado nuestra percepción del mundo. Desde la filosofía de ciencia se realizan críticas exhaustivas en torno a los criterios de validez que se usan para acreditar, por así decirlo, las pretensiones conocimiento científico, analiza cuál es la estructura de la ciencia, cómo se construyen y cómo evolucionan. Las obras más importantes sobre este tema las han escrito autores como Thomas Kuhn, Karl Popper, Inre Lakatos y Paul Feyerabend. El progreso de las ciencias físicas es incuestionable. Quizás el debate actual y de importancia significativa se encuentra en la lucha por legitimar el conocimiento proveniente del estudio de las llamadas ciencias humanas, entiéndase como el conjunto de ciencias que tiene como objeto de estudio el ser humano, sus acciones y su relación con el mundo. En el siglo XX, la filosofía anglosajona trajo a la palestra el debate de la legitimación de estas ciencias de la mano de la filosofía analítica iniciada por Bertrand Russell, George Edward Moore y el austriaco Ludwig Wittgenstein.

El debate sobre la superioridad las ciencias naturales sobre las ciencias humanas, o lo que Wilhelm Dilthey y luego Hans-Georg Gadamer llamaron Geisterwissenschaften [ciencias del espíritu]. El problema parece surgir por la forma en que concibe el «método» en el quehacer científico y la absoluta incomprensión del mismo. Desde esta perspectiva, pareciera que el problema del «método» agota o pone límites a la racionalidad humana, tal como lo cuestiona Hilary Putnam en su texto Reason, Truth and History: « ¿por qué hemos de mantener una concepción de racionalidad tan estrecha?, ¿por qué ha de valorarse la racionalidad por sus aplicaciones?», según el autor, la ciencia no debe limitarse a responder a las necesidades exclusivamente prácticas para satisfacer los criterios del instrumentalismo (medio-fines). Para Putnam el conocimiento de hechos presupone el conocimiento de valores como: coherencia, plausibilidad, razonabilidad y simplicidad, idea con la presagia el desplome de la dicotomía hecho-valor en los presupuestos científicos. Para Feyerabend, por ejemplo, «las ciencias se encuentran mas cerca de las artes (y/o de las humanidades) de lo que se afirma en nuestras teorías del conocimiento favoritas».  Actualmente, autores como Richard Rorty, Jüger Hebermas y Hilary Putnam nos dan luces para comprender y brindar las salidas a este conflicto actual de las ciencias. 

     Es muy probable que las ciencias en los próximos siglos traigan consigo cambios más rápidos hasta lograr un nuevo sistema o equilibrio en el mundo, su influencia en el pensamiento del ser humano será, cada vez, más significativo y creará nuevas formas de sociedad humana que hasta ahora, transcienden los limites de nuestros conocimientos y nos empujará a lugares distantes que aún desconocemos. El progreso científico debe estar acompañado de la virtud de la sabiduría para que este pueda garantizar la preservación de la civilización humana en el tiempo. 

Sobre filosofía y ciencia



Una de las constates del pensamiento de los últimos 400 años, ha sido el incesante interés por romper cualquier vínculo con la ‘filosofía medieval’ u ‘oscurantista’. Desde el  Novum Organum de Francis Bacon, la revolución copernicana, los métodos de Kepler, Galileo e Isaac Newton, pasando por René Descartes, David Hume con An Enquiry Concerning Human Understanding (Un Ensayo sobre el Entendimiento Humano), Kant y su Kritik der reinen Vernunft (Crítica de la Razón Pura) el empirismo lógico, gestado en Der Wiener Kreis  (El Círculo de Viena) e influenciado por la obra del filósofo inglés Bertrand Russell y las del austriaco Ludwig Wittgenstein con el Tractatus Logico-Philosophicus, constituyen, quizás, los  sistemas de pensamientos que han despertado la actitud de rechazo a toda formulación de argumentos metafísicos y teologizantes en las ciencias.


  El punto de partida de la reflexión filosófica no son ya cuestiones religiosas, tampoco supuestos de la moral, sino la naturaleza y sobre cómo construir un conocimiento fiable sobre ella. La aplicación de una ciencia exacta como la matemática al estudio de la naturaleza va a dar origen a lo que se conoce como la ‘revolución’ o  ‘evolución’ de las ciencias. Surgirá, desde luego, una nueva concepción del mundo producto del cambio del ‘saber’ o ‘paradigma’ trayendo consigo la llamada renovación de las ciencias de la naturaleza.  


 Francis Bacon un crítico de la autoridad como método de validez del conocimiento, Galileo Galilei, el valiente intelectual que se atrevió a publicar y difundir la concepción heliocéntrica contra el sistema geocéntrico establecido hasta la época y el francés Descartes con quien nace forma moderna de hacer filosofía.   

El producto de la racionalidad científica gestados durante los siglos XVI al XVIII, impulsaron a muchos pensadores del siglo XIX y XX,  a elaborar nuevas reflexiones en torno al alcance y límites de las ciencias de la naturaleza [Naturwissenschaften] y las ciencias del espíritu (ciencias humanas) [Geisterwissenschaften].

Ecología: Grito de la Tierra, Grito de los Pobres


Leonardo Boff lleva el concepto de «ecología» a la máxima expresión, sobre todo en sus obra «La Dignidad de la Tierra» y «Ecología: Grito de la Tierra Grito de los Pobres» hace énfasis en la idea de que la ecología es más que ese estudio de la interdependencia o interacción natural entre los organismos que habitan la tierra, sino que extiende el concepto hasta darle un alcance cultural. Ecología y conciencia, dos términos claves para elaborar una concepción diferente a la ética tradicional que básicamente se venía limitando a reflexiones estrictamente antropológicas.

Leonardo Boff apuntala sus ideas sobre la necesidad que construir una nueva ética, la Ética Ecológica. En el mundo todo lo que existe coexiste y preexiste, esta armonía demanda una relación de valores éticos, inclusive la vida humana pende este hecho. Llama a la comunidad humana a considerar este planteamiento, alude que la lucha por un ambiente adecuado, habitable no es sólo de los llamados movimientos ambientalistas, sino de todos. Ante el riesgo apocalíptico del cambio climático la especie humana puede ser un Ángel que guarda, cuida y protege o un Satanás. ¡La Tierra Sangra! ¡La Tierra Clama! «La lógica que explota las clases y somete a los pueblos a los intereses de unos pocos países ricos y poderosos es la misma que depreda a la tierra y expolia su riqueza, sin solidaridad para con el resto de la humanidad y las generaciones futuras», Afirma Leonardo Boff, la Tierra sangra por el más débil, el oprimido, el marginal que son la mayoría de los que habitan la tierra, el clamor del oprimido es clamor de la tierra. Necesitamos un nuevo equilibrio universal y un nuevo orden ecológico mundial que trastoque lo político para lograr un desarrollo económico realmente sostenible. La crisis ecológica es la expresión de la crisis que tenemos como civilización, como especie humana.