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Dónde nace la filosofía

 

Cuando (todavía) por encima no estaba nombrado el cielo; por debajo (la tierra) firme no tenía todavía un nombre, el Apsu primero, su generador, Mummu y Tiamat, la generadora de todas ellas, se mezclaban sus aguas entre sí. (Todavía), no se habían construido mansiones para los dioses, y la estepa no era visible aún, cuando no había sido creado ninguno de los dioses, y ellos no tenía (aún) un nombre y los destinos no habían sido asignados a ninguno de ellos, fueron procreados los dioses en medio de ellos.

Poema Babilonio.



 


 


Dicen, en contrapartida, que las culturas orientales no podían darles a los griegos aquello que ni ellos mismos poseían, esto es, el espíritu científico, el procedimiento lógico de la investigación. Por ejemplo, la astronomía caldea con todos sus conocimientos observables, registrables, permaneció siendo “simple astrología”, cuyo fin esencial era el horóscopo. Siendo que eran capaces de predecir eclipses, fases lunares, la posición de los planetas; introduciendo el sistema sexagesimal, y con ello, los doce signos del zodiaco. La geometría egipcia permaneció como una técnica de medida para fines prácticos, específicamente, para la agrimensura. Esta detención en las civilizaciones, este freno, simplemente no era philia, no era filosofía, por no elevarse a las exigencias lógicas de la demostración, no pudieron traspasar “el milagro griego”. La Eikasia, del griego antiguo “conjetura”, es la manifestación de las sombras para Platón, esto es, el espectáculo, la que tenía cierto uso en las artes y en las ciencias, pero que no traspasaban como disciplina la mera representación. Si los seres están atados, ¿Cuál es su labor más que conjeturar? La culpa recae sobre los dioses que ven el panorama y están dispuestos a seguir esclavizando (politeísmo sin gnosis), porque la vida de estos dioses y de estos esclavos es corta. 


La urgencia del Conatus es imperativa. La filosofía debió nacer. No debería haber dios que esclavice, Dios simplemente libera, si le hay.


Quizás, para estudiar “el factor griego”, es conveniente recordar que una y sólo una de las principales causas de la existencia de este factor, fue su suerte para transmitirse en esta existencia, entendiéndose existencia como una forma conocida y desconocida en el Todo de lo humano, esto es su física y su metafísica. Buscar la sustancia fue una de las bases. En lo psicológico el agua nos refleja, es nuestro espejo (Tales); el aire como sustancia primordial es el medio por donde todo se cruza (Anaxímenes); el fuego produce la visión, provoca lo ficticio y las sombras (Heraclito); mientras que la tierra es lo ajeno a nuestra parte (Empedocles). No hay evidencia que los presocráticos vieran las sustancias primordiales desde el punto de vista de la mente, pero dieron un gran salto al notar que las cosas tenían vida propia, razón propia, ficciones propias. Lo comunicable, como un todo, vendría a ser tan infinito como la misma existencia, igual de indefinible. Filosofar representa, a través del tiempo, una sana duda entre mito y realidad. ¿Qué de lo que creemos real es un mito? ¿Qué de lo que creemos mito es realidad? Un trabajo constante que se hace precisamente por amor, ese amor por el antiguo concepto griego que los eruditos llamaron “Sofos”. Mirar las estrellas, escribir sobre las profundidades del mar, dibujar sobre la arena. Solamente hay que recordar que los teoremas pitagóricos son parte de una de las tantas escuelas de filosofía, por tanto, forman universales.


Claro que la fe existe en las ciencias, en los axiomas, como nos enseñaron tantas civilizaciones, es meritorio esto. El error es pensar que la fe es hacia el pasado que está documentado, irónicamente. Pero el axioma enfrenta su prueba de fuego en el futuro, en el fenómeno mismo que nos hace temblar (Varela). De ahí la hipótesis científicas, las teorías, las mismas leyes, incluso, las leyes del hombre, los códigos, que chocan con el caos que se presenta desde la creación de los dioses hasta sus muertes; los que perecen, día a día, en un simple revés del azar. Si no los mata el azar, los matarán las circunstancias y dentro de éstas, el mismo humano introducido en este todo.


No es la libre expresión lo que se debe defender, ésta se queda corta en cuanto a lo que se intenta decir. Se debe defender y renacer el concepto griego de Parresía. Lo que involucra un profundo estudio de las palabras, las ciencias, la política, de la democracia y de la libertad. Esto tiene cierto milagro que debe seguir manifestándose. En esta actualidad el individuo se posiciona de frente a su labor en este mundo, a su propia cuantía, a su propia diferenciación. La máquina viene a ejercer una labor de respuesta pura y dura a los más grandes esfuerzos que se han logrado, solamente para reemplazar-nos. Los dueños de la propiedad, por algún tipo de derecho, estarán al margen de esta suplantación. Ya no existirán los errores; en la producción poco a poco se irán mermando las manos humanas y se comenzarán a necesitar cada vez más consumidores. Todo se ve oneroso hoy por hoy, como el primer teléfono. Únicamente la representación, la voluntad y la especulación financiera vendrían a conformar nuestro futuro. Pero aún existe la imaginación, el milagro, el vacío. Que la impronta del poder y su aceleración, no hagan impetuosos nuestro actos.

 Los dioses son otros, supongo que no más fuertes.    


Quién percibe una dificultad y se admira, reconoce su propia ignorancia. Y por ello, desde cierto punto de vista, también el amante del mito es filósofo, ya que el mito se compone de maravillas (Aristóteles, Metafísica). La problemática que ha tenido la filosofía de crear sus propios monstruos no tiene otro motivo que crear sus propios asombros. La filosofía es estrategia ante las pesadillas y los ensueños. Es la herramienta del débil, éste se diluye en la nada, en él mismo. Es una continua perfección para superar la idea de la imperfección.


Se suele decir que los dioses tienen forma humana, o se transforman en semejantes a otros seres vivientes. Ahora tomarán forma maquínica, se formarán problemas ipso facto con sus propias soluciones. Ya no habrá una dialéctica de problema-solución, sino una trama de solución-solución. Crearemos otros. La religión tiene por Padre a la miseria y por Madre a la imaginación (Ludwig Feuerbach). Pero si se deja de lado todo lo demás, y se guarda lo esencial, esto es, que se creyó que las sustancias primeras eran dioses; pudiera pensarse que esto se afirmó por inspiración divina, y, probablemente de toda arte y filosofía pérdidas en las catástrofes cósmicas cíclicas.


El pecado original en la mitología órfica, es el de los titanes rebeldes a Zeus, que despedazan y devoran a Dionysos niño. Zeus los fulmina, y con sus cenizas crea al hombre, quien, de esta manera, lleva en sí una parte titánica pecaminosa (el cuerpo) y una parte dionisiaca divina (el alma), que aspira a liberarse de la unión con la otra. La naturaleza de los presocráticos es viva natura naturans y no materia muerta. Se vivirá y se vive una oleada religiosa sin Dios o con él, con formas, con gestos, desde espejos, gatos, desde espectros. O nos fusionamos con el niño que fuimos o no seremos inmortales. La Filosofía está en dar vida y no en quitarla. La vida siempre fue el problema (Noe), la muerte la solución (NSDAP).

Heráclito volumen II: Los contrarios, el fuego y el alma.




Hoy seguimos con el apasionante e hipnótico presocrático del cambio: Heráclito de Efeso (VI a.c. – V a.c.). Este es el segundo artículo que dedico a su filosofía ya que su doctrina es como un poliedro de diversas caras que no se puede abarcar con un solo vistazo. 

Anteriormente vimos los apartados del cambio y del logos y ahora nos ocuparemos de la teoría de los contrarios, del fuego y del alma. Todo ello condimentado con algunos fragmentos que se conservan de su obra. Nada como acercarse a un autor de forma cercana y sencilla lejos de esnobismos a los que por desgracia tienden algunos escritos filosóficos. 
¡Sin más prolegómenos vamos al lío!

LA TEORÍA DE LOS CONTRARIOS


La unidad de los opuestos es un tema ya manoseado antes de la aparición de la filosofías en Grecia y es que por aquel entonces ya se coqueteaba con la idea de que los opuestos constituían el mundo. Heráclito sigue esta idea defendiendo que la fricción que genera dicha oposición desemboca en un acto dialéctico que les proporciona unidad y cambio (¡Toma!, ¡Toma!, ¡Qué la dialéctica existía antes de Hegel!). 

Entender la doctrina de los opuestos es clave para entender la filosofía de Heráclito y por ello no hemos de caer en el error de pensar que los opuestos son la misma cosa, es decir oscuridad y claridad no son lo mismo pero sí que son interdependientes, la noche no puede existir sin el día. La lucha entre los opuestos genera una harmonía cósmica reflejada en la naturaleza y por ende en los seres humanos. Como buen filósofo, Heráclito era un friki de conceptualizar y clasificar, por ello, nos da ejemplos claros de esta unión de los opuestos, agrupándolos de varias maneras:

1) Opuestos que se encuentran en una misma cosa.

Fragmento 33

“Camino arriba, camino abajo, uno y el mismo”
En este fragmento vemos como los contrarios arriba y abajo dan lugar a un camino con dos direcciones. De la misma manera que el día y la noche conforman un mismo cielo.

2) Opuestos procedentes de los diferentes puntos de vista al observar un mismo elemento.

Fragmento 35 

“Mar: agua la más pura y la más impura: para los peces potable y salvadora; para los hombres impotable y mortal”
El  mundo está plagado de opuestos que se engendran por diferentes perspectivas. El mismo lodazal es sucio para las personas y un paraíso para los cerdos. Como decía mi abuelo: Para gustos colores.

3) Otro grupo de contrarios son aquellos que se transforman mutuamente el uno en el otro y el otro en el uno, como muerte-vida o despierto-dormido o joven-viejo. Son contrarios mutables, convertibles. Son capaces de cambiar su estado. Los transformes de la naturaleza.

Fragmento 44

“Como a una misma cosa se da en nosotros vivo y muerto, despierto y dormido, joven y viejo. Pues lo uno, convertido, es lo otro, y lo otro convertido, es lo uno a su vez”

Heráclito con su teoría de los contrarios da salida a un problema filosófico de gran calibre discutido en la antigüedad y es el problema de la unida y la multiplicidad. De cómo lo uno se puede transformar en muchos. En este caso lo uno está se mantiene tensionado por los opuestos (múltiples).

EL FUEGO


El fuego es un elemento interesantísimo y controvertido a más no poder en la filosofía del de Efeso. El fuego representa el orden material del mundo que siempre ha sido, es y será. Dicho fuego no es creación ni divina ni humana, es increado y no tiene ni principio ni fin, es eterno. Esta claro que ni hartas de vino podemos conocer que es eso de la eternidad, ya que des de nuestra finita vida, la concepción del tiempo que tenemos es lineal, con su principio y su fin.

Fragmento 51
“Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo Dios ni hombre alguno, sino que fue siempre, es y será; fuego siempre vivo, prendido según medida y apagado según medidas.”

Para captar el fuego de Heráclito nos hemos de imaginarnos una moneda con 2 caras: Por un lado está el fuego, que es el constituyente material del Universo y por el otro lado está el  Logos, que es el constituyente racional, algo así como las reglas del juego del Universo. Materia y razón, fuego y logos, en una misma moneda que es el Cosmos. Pero ¿Cómo el fuego que es un solo elemento da paso a la variedad de elementos que encontramos en el mundo? Heráclito nos dirá que este fuego fluctúa, se enciende y se apaga y así da lugar a diferentes transformaciones que se materializan en otros elementos. Siempre con la medida de la razón (las normas del juego ya comentadas).

Este fuego se ha interpretado y se puede interpretar de dos maneras distintas (me encantan las peleas filosóficas): Como arjé, como constitutivo físico del que están hechas todas las cosas. Por ejemplo para Tales de Mileto el arjé es el agua. O de una manera más simbólica, también se puede entender el fuego como la representación del cambio constante de lo sensible, representación de un cambio que nunca cesa. Por ejemplo nuestro cuerpo des de que nace hasta que muere no para de cambiar. 

EL ALMA


La doctrina del alma está estrechamente ligada a la doctrina del fuego. El alma es del fuego, proviene del fuego y como este sufre sus transformaciones. Al venir del fuego el alma se apaga con el elemento líquido, por ello se debilita con los placeres alcohólicos, ya que la humedece. Una alma fuerte es para Heráclito una alma seca. Vamos que para Heráclito una persona que se quiera dedicar a la filosofía mejor que no se dedique a hincar el codo, pero digo yo también que a veces una copilla con moderación te libera la mente y te suelta la lengua.

El alma seca es el alma sabia. Por ello imagino que debió ser muy pero que muy duro para Heráclito sufrir una enfermedad llamada hidropesía que se caracteriza por grandes retenciones de líquido asociadas a otras enfermedades en el aparato digestivo, o en los riñones, o en otros órganos. Imagino que el filósofo lo interpretaría como símbolo de una alma menos sabia. 
Por otro lado se puede interpretar por sus escritos que el alma sobrevivía a la muerte del cuerpo.

Fragmento 74

“A los hombres, tras la muerte, les esperan cosas que ni esperan ni imaginan”

Esta alma que fluctúa como el fuego la hemos de mantener seca y sabia con la esperanza de un más allá inimaginable.

En conclusión, tras ver varias caras de la filosofía heraclitiana (logos, cambio, contrarios, fuego y alma) me da hasta pena acabar el escrito. Para mí es uno de esos autores que revisionas a lo largo de los años y cuya concepción va variando. Su filosofía del cambio me ha servido a nivel personal para sofocar alguna encrucijada filosófica en la que me he encontrado y por ello le guardo especial cariño. No descarto que tras unos meses y otra relectura estos dos artículos se conviertan en trilogía, o quien sabe quizás una saga, solo el tiempo lo dirá.










  

HERÁCLITO VOLUMEN I : CAMBIO Y LOGOS

 



Este es el primer artículo de una serie de escritos que gira en torno a una figura que me ha estado obsesionando este verano. Hablo del presocrático Heráclito. Su pensamiento es como un prisma de múltiples caras, todas forman parte de una misma figura y es necesario verlas por separado para entender profundamente que forman parte de un todo.

 

Mi camino hacia su pensamiento se inició hace mucho y me gustaría poder compartir este comienzo tan personal. A la tierna edad de 5 años tuve una especie de encontronazo filosófico donde salí de mi zona de confort. Es algo así como cuando te quitan las rueditas de atrás de la bici.

Yo estaba sola en el baño de casa de mis abuelos jugando con un juguete muy básico que hoy en día siguen vendiendo en ferias y bazares. Se trata de un palo de colores flúor que en su extremo inferior se une con un cilindro perforado. Yo miraba como giraba y giraba de forma hipnótica, estaba totalmente atrapada por la forma y el movimiento. Algo tan simple despertó en mi el siguiente pensamiento:

“Gira y gira, parece que todo el rato es igual pero en realidad es diferente.”

La vedad que ese pensamiento me dejo un poco loca. No sabía muy bien como interpretar ese pensamiento, solo sentí que algo me removía por dentro. Eran pensamientos muy vagos y difíciles para una niña pequeña.

Al poco rato mi abuela me llamó, ya era la hora de comer (Os juro que mataría alguien ahora mismo por un plato de comida de mi yaya).


 

Para este proto pensamiento filosófico encontré alivio en 1º de Bachillerato cuando mi profesor nos habló Heráclito. Lo primerito que hay que saber es que a Heráclito lo apodaron “el oscuro” ya que escribía en formato de aforismo (sentencias breves que nos sirven como reglas). Como os podéis imaginar su estilo no facilita para nada el seguimiento posterior de su obra y además grandes filósofos como Platón o Aristóteles lo citan de mala gana y con poco rigor. Como un Chupa-Chups en el patio de un colegio, Heráclito es hartamente manoseado y su mensaje se ve deformado por montones de pensadores posteriores.

 

Hoy en día nos ha llegado la siguiente información, se ve que vivió entre el siglo VI a.c. y el siglo V a.c., en Efeso, una ciudad de Asia Menor y que escribió un libro titulado “Acerca de la naturaleza” dividido en tres partes: Una dedicada al Universo, otra a la política y otra a la teología. También sabemos que lo apodaron “el sin risas” ya que era un misántropo de mal carácter, soberbio (algo muy poco habitual en el mundo de la filosofía…ja  ja ja) y que despreciaba a figuras de 1ª línea como Pitágoras, acusándolo de poseer un conocimiento meramente acumulativo y no verdaderamente filosófico. Supongo que el no ser el chico más popular del instituto no le ayudó a que posteriormente lo citaran correctamente.

 

Ya entrando en materia os diré que Heráclito es famoso por la siguiente sentencia que quizás ya conocéis: “No nos podemos bañar dos veces en el mismo río” (como el girar del juguete, el agua del río fluye). Esta frase la escuché por 1ª vez cuando tenía 16 años y mi concepción de la filosofía heracitiana ha ido evolucionando. En un inicio interpreté su celebre frase como que todo fluye en el cosmos, que todo es devenir y cambio como el caudal del río que discurre sin pausa.

 

Pero luego pensé lo siguiente… ¡Cuidado que igual os va a explotar la cabeza! Que todo fluya no quiere decir que el cambio constituye lo real y que por ello no existe identidad debajo de los cambios. El flujo universal del cosmos es compatible con la permanencia en el cambio. A pesar de que parece complejo pero es muy sencillo si tomamos el siguiente ejemplo: Mi reflejo en el espejo va cambiando, soy mutable y caduca, pero para que este cambio se de ha de haber un sujeto que cambie, un sujeto que permanezca. Si amigas/os cambio y permanencia son compatibles. Todo esta en perpetuo cambio, vuestros cuerpos serranos también, pero necesitamos de un sujeto, un río o un juguete, que permanezcan para que dicho cambio se dé.

 

El cambio es un tema central en su filosofía y existen diferentes interpretaciones pero para entenderlo bien y crearnos una opinión propia hemos de ver porque reglas se rige. Las reglas del juego nos las da el logos, término filosófico más que polisémico. En las obras de la época se entiende como logos una especia de razón o de verbo entendido como habla, pero para Heráclito el logos abarca mucho más, es un patrón universal que rige el Universo. Son las normas que alumbran y determinan el juego aquí y en Pokón.

 

Según el filosofo podemos captar este logos, la razón, en la propia cotidianidad de la vida ya que todo sucede de acuerdo a esta “programación”. Pero la cosa no es tan sencilla ya que de momento los misterios de la vida siguen siendo eso, misterios. Ya en su tiempo Heráclito era consciente de ello y defendía que la gente corriente no era capaz de entender ni captar la estructura que estaba delante de sus ojos, por ello nos propone un método, una ayudita, que nos permita ver con más claridad. Nos propone descomponer las partes y examinarlas y asimilarlas por separado para luego observar la relación que hay entre ellas (huele a regla cartesiana). Aún así solo el verdadero/a filosofo/a será capaz de verlo. La normativa cósmica está estrechamente ligada con el cambio ya que el mundo que observamos está atado a la corrupción y al cambio y como prueba el nacimiento y muerte de todo ser. Es un ciclo sin fin como en El Rey León. Toda criatura, sin excepción, nace, vive y muere al margen de fantasías propias de Entrevista con el vampiro.

 


No solo del logos y cambio vive su filosofía, hay muchas más caras interconectadas en este poliedro que veremos más adelante.  Con estos escritos no solo quiero reivindicar la figura “del oscuro”, también quiero reivindicar el papel de la filosofía como elemento sanador en nuestra cotidianidad. Estoy más que harta de aquellas personas que la encierran en una torre de marfil y no permiten que sea accesible. Todas las personas tenemos encontronazos filosóficos desde la infancia y la filosofía nos puede acompañar.

 

CONTINUARÁ…