LAS MODALIDADES DE LA DISPOSICIÓN ARCAICISTA EN LA FILOSOFIA | ||||
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La idea tradicional de hermenéutica se caracteriza primero por espiritualizar los textos dotándolos de un sentido y segundo por interpretar la historia desde ésta espiritualidad y no desde la narración que ellos presentan. |
La idea tradicional de hermenéutica se caracteriza primero por espiritualizar los textos dotándolos de un sentido y segundo por interpretar la historia desde ésta espiritualidad y no desde la narración que ellos presentan.
En contraste a la noción de hermenéutica surge la filosofía negativa; invirtiendo el centro de interés: le da importancia a la letra y critica la metafísica del espíritu de los textos y la hermenéutica tradicional.
La extrema literalidad, que propone la filosofía negativa, trae con sigo el peligro de caer en la simple recopilación de una alta cantidad de datos historiográficos, atendiendo solo a un interés de tipo positivista.
Para el positivismo lo único ha ser tenido en cuenta son los factores meramente objetivos, para lo cual se propone como única referencia la letra dejando de lado el espíritu del texto. El positivismo considera los textos históricos como hechos objetivos que posibilitan la verificación de hipótesis interpretativas de ella.
La forma como el positivismo asume la letra de los textos y su relación con el espíritu de los mismos, no es igual a la de la filosofía negativa, pues ésta lo que optimiza es la literalidad, mientras que los autores negativitas buscan es realizar una critica a las posiciones antes mencionadas.
Gadamer introduce nuevos asuntos a la cuestión letra-espíritu. Este autor no los opone: respeta el vínculo entre el sentido y la literalidad de los textos, afirmando que la literalidad es el camino para acceder al sentido de los textos. La historiografía es el polo opuesto a la propuesta gadameriana. Ella se puede considerar "antiliteralista" busca hacer coincidir la letra de los textos con lo que el autor de ellos quiso decir aunque no lo dijera; quiso pensar aunque no lo pensara; e introduce los análisis e interpretaciones que proporcionan otros autores.
La historiografía, en el sentido en que se presenta en el texto, pretende, en un primer momento, adentrar en la mente del autor a quien se estudia; si lo anterior no se logra, se avanza a observar las aportaciones de los contenidos históricos que dicho autor investigue; ésta no es la forma más adecuada de acceder a una comprensión de los filósofos, señala el documento, pues se puede llegar a una posición relativista. Es problemático tratar de definir e interpretar la filosofía por las circunstancias espacio-temporales en que se haya situados los filósofos, pues, aunque los filósofos, como cualquier otro hombre, son seres espacio-temporales, las circunstancias de su vida cotidiana pueden oscurecer su pensamiento en lugar de aclararlo.
La historiografía antiliteralista busca además localizar las condiciones menos evidentes que determinaron la obra que se esta estudiando así como la problemática que impulso al autor a realizarla.
En esta posición se pueden observar varias ventajas sobre las otras: no "impone la deshistorización que otros estilos indagadores suele conllevar, y la violencia de los reconstruccionismos le es totalmente ajena y se compromete a historiar sistemáticamente los textos que investiga, con lo cual el historiador del pensamiento no está obligado a contrariar su vocación"; busca inventariar y clasificar todo lo que pasa con el espíritu humano en los diferentes tiempos, al mismo tiempo que se propone descubrir, cuidadosamente, todos los problemas filosóficos sin que su interés sea darles una solución.
La última postura que mencionaremos es la historia intelectual. Esta propuesta posibilita una presentación de los diferentes asuntos que llamaron la atención de los filósofos de una época, tomando en cuenta, claro esta, la interacción de estos con la sociedad.
Este tipo de historia se presenta como necesaria para los diferentes campos de la historiografía filosófica, pues sirve para ayudar a corregir la tendencia de los historiadores tradicionales de echar a perder las categorías descriptivas del pensamiento y su evolución, ya que proporciona los medios que hacen falta para examinar las categorías de la historiografía y modificar los cánones tradicionales para acomodarlos al presente histórico.
Además de la antiliteralidad, la literalidad enfrenta una serie de problemas:
- Los "inobservables históricos"5, importantes en la medida en que la evidencia del texto es indiferente.
- Los "observables históricos", a los cuales se les da importancia cuando se atribuye a la filosofía una historia en los mismos términos en que se le atribuyen a cualquier otra disciplina.
- Los "semi-observables históricos", que poseen un carácter filosófico y que consisten en textos de un tipo no canónico.
En la historiografía filosófica los observables históricos son bastantes frecuentes, debido a que los historiadores no se encuentran las teorías de forma muy evidente en los filósofos canónicos ni en las interpretaciones o estudios que sobre ellos se han realizado; o buscan observar cosas inobservables.
Lo anterior, va acompañado de una aspiración a reconstruir, "con la ayuda de generalizaciones más o menos plausibles, las convicciones meta filosóficas de un autor determinado".
La reconstrucción se presenta, en muchas ocasiones como la traducción de una tradición del pasado al lenguaje actual; en los historiadores se presenta, no obstante, la convicción de que la reconstrucción no es la forma correcta y absoluta de leer el pasado, sino que además hay que trascender la formulación explícita de los textos históricos para lograr mejores niveles de acercamiento-comprensión de ese pasado.
Los observables históricos, como se mencionó líneas arriba, no pertenecena la historiografía filosófica, simplemente en ocasiones, cuando se va ha hacer una lectura de ella, como si se tratase de cualquier disciplina, se los utiliza.
Es de resaltar que hoy, por parte de opiniones historiográficas innovadoras y de peso, se ve la historia del pensamiento como una historia idéntica a la de cualquier campo, se sostiene que la filosofía siempre se ha considerado autónoma, interesándose primordialmente en la lectura interna o inmanente de los textos y olvidando que ella como construcción humana se encuentra íntimamente ligada a unos contextos espacio-temporales que, en buena medida, ayudaron y determinaron su producción.
Los semi-observables históricos, son totalmente filosóficos, señala el autor, y al igual que los observables son defendidos por diferentes sectores intelectuales
El sociólogo francés, Pierre Bourdieu, es uno de los principales defensores de los semi-observables históricos, piensa, este autor, que el historiador que solo conoce los autores que la historia ha privilegiado tiene un comprensión de la historia que necesariamente tendrá que estar invadida de prejuicios además de correr el riesgo de ser muy limitada.
textos dotándolos de un sentido y segundo por interpretar la historia desde ésta espiritualidad y no desde la narración que ellos presentan.
Jesus Alejandro Villa Giraldo | ||||
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