La undécima tesis sobre
Feuerbach escrita en 1945 dice: ¨Los
filósofos no han hecho sino interpretar el mundo de distintas maneras; se trata
de transformarlo¨ ¿A qué apunta la crítica de Marx, no postula la misma la
ineficacia de la filosofía y su completa desvinculación con la acción capaz de
transformar el mundo? No precisamente, porque la crítica del joven Marx es el punto de partida para reflexionar sobre
la supuesta ineficacia de la filosofía y demostrar que no están de un lado
los que hablan y del otro los que obran.
Porque es necesario tener en cuenta que hay
en Marx una crítica aparentemente radical de la filosofía pero las cosas son
más complejas que eso, en todo caso hay que demostrar que así sea. Es decir,
Marx no decreta la anulación de la filosofía o la muerte de ella por
ineficacia; sino, por el contario, le da a la filosofía su plena dimensión que
va más allá de considerar a la filosofía como una reflexión separada de la
realidad. Y es así porque la filosofía
misma está habitada de manera inconsciente por la realidad y la problemática
social real. De este modo, la crítica misma, nos conduce a considerar a la
filosofía como a una ideología; como ese inconsciente presente en la
realidad.
La filosofía es una
ideología porque es ese inconsciente presente en la realidad. Sin embargo una ideología como la reflexión filosófica
tiene su razón, en sentido marxista, porque
hunde sus raíces en la realidad y sus problemas; con los cuales, en su
culminación, en sus respuestas a esos problemas, parece desconectarse por
completa.
Y esto es así porque mientras existan
resistencias en la realidad a ese deseo que busca manifestarse, a ese inconsciente que busca tornarse
consciente en la realidad, y no tenga el poder de organizar a los hombres y
las cosas en correspondencia con ese deseo, con ese inconsciente, se expresa la
filosofía de otro modo, se disfraza y
juega en otro ámbito de la realidad. Es por ello que es ideología. Porque
mientras no están dadas las condiciones de materializar ese deseo inconsciente
en la realidad, la filosofía en su culminación, en sus respuestas a los
problemas del mundo, se desconecta por completo de esa realidad que pretende
cambiar.
Veamos un ejemplo claro
que nos da Lyotar, éste nos permitirá ilustrar lo expuesto:
¨Si por ejemplo desde
la filosofía de Descartes hasta la de Kant, la libertad aparece como un tema
cada vez más central para la concepción del hombre y del mundo, como un
concepto cada vez más decisivo en la
teoría, es porque en la práctica se está fraguando, creciendo una corriente que
sumergirá a Europa en la revolución francesa; es así, porque un nuevo orden
social y humano está en gestación dentro del antiguo que le impide
expansionarse y porque encuentra en la problemática filosófica de la libertad
una expresión posible de su propio deseo.¨
¿Por qué la filosofía es falsa, por qué la
filosofía en su culminación, en sus respuestas parece desvincularse por
completo de esa realidad que pretende transformar? Aquí es donde la crítica de
Marx a la filosofía adquiere toda su profundidad. Sin embargo la falsedad de la filosofía no es como en el
juicio que afirma que la pared es verde cuando en realidad es roja. La filosofía es falsa de otro modo, es
falsa en cuanto traslada a otro mundo el mundo metafísico, en tanto sublima, lo
que pertenece a este mundo. Su
falsedad consiste en que las respuestas a los problemas de la realidad, del
mundo, salen fuera del mundo real y no conducen a resolverlos.
Pero entonces, la filosofía no tienen
realidad, cuál es la realidad de la filosofía. La
realidad de la filosofía procede solamente de la irrealidad de la realidad.
Porque la misma procede de la carencia
que experimenta la realidad, por ejemplo, de otra organización de las
relaciones entre los hombres presente en la sociedad pero que no logra
liberarse del todo de las viejas normas sociales. Y como en el mundo humano
real hay carencia, deseo, la filosofía puede construir en esa carencia un mundo
no-humano, es decir: metafísico.
Marx
toma a la filosofía en su consideración más profunda, la del deseo, como hija
del deseo. ¿Pero qué subyace por debajo de ese deseo? La búsqueda de su
muerte que se traduce en la no-necesidad de la posibilidad de la filosofía y de
colmar así ese deseo. Pero como la filosofía es ideología, según entiende Marx,
es incapaz de ponerse fin a sí misma porque
su existencia depende de esa
carencia que existe en la realidad y porque su decir al ser ideológica no
puede colmar esa realidad y por ello también es falsa, porque en sus
respuestas, en sus intentos de transformación de la realidad, se desconecta de
eso que pretende cambiar situándolo en otro lado, en un más allá de este mundo.
El ¨ahora
se trata de transformar el mundo¨ de Marx, significa cambiar la realidad
y la vida de tal forma que no haya necesidad de filosofar. ¿Pero cómo puede
el filósofo en relación a esta exigencia realista transformar el mundo? En el sentido de Marx una acción
transformadora consiste en destruir lo que hace posible la falsa conciencia, la
filosofía, la ideología en general, en colmar esa carencia en la que tiene su
origen la desorientación ideológica. Porque transformar el mundo supone que
en él hay una aspiración a ser otra cosa y es así porque lo que falta, esa
aspiración, ya está ahí presente. Hay un sentido latente que ronda las cosas
y transformar el mundo es liberar ese sentido, darle pleno poder.
De esta manera se articulan palabra y
acción, como se mencionó al comienzo: no están de un lado los
que hablan y del otro los que obran. Porque la acción transformadora
es una ¨teoría¨, una palabra que se arriesga y que desea con el mismo
deseo que la realidad. Por ello es necesario el encuentro entre el
pensamiento y la realización porque el pensamiento y la palabra sólo pueden ser
verdaderos si la realidad viene al pensamiento, si el mundo viene a la palabra.
Porque
si es verdad que el mundo pide ser transformado es porque hay sentido en la
realidad que pide acontecer, pero si es verdad que ese sentido pide acontecer,
es porque su advenimiento se ve impedido en cierta forma. ¿Pero dónde está
esa resistencia, quién es el adversario? El adversario está dentro, dentro de
nuestro propio pensamiento porque pensar desde la acción no es entrar en lo
ya pensado, es ante todo luchar contra lo que separa, contra lo que impide al
deseo tomar la palabra y con la palabra el poder. Sin embargo, la mayoría
de las veces, la teoría se ve socavada por su posición social e histórica como
ideología, al estar amenazada desde su mismo interior, por la caída en lo ya
pensado, por degeneración en lo establecido; entonces, la filosofía qué.
¿Entonces la filosofía no sirve para nada?...
A modo de conclusión:
No se puede transformar
el mundo si no es comprendiéndolo, es decir, articulando palabra y acción,
porque la filosofía es ese momento en que el deseo que está en la realidad
viene a sí mismo, ese momento en que la carencia que padecemos en cuanto
individuos o en tanto colectividad se nombra y al hacerlo se transforma. Por
eso filosofar, porque hay deseo en nosotros: eros y philia. Y
porque está en nosotros la capacidad de articular lo que aún no está con la
realidad más que de manera inconsciente pero latente y en potencia pero sobre
todo filosofar porque el motor que nos impulsa a hacerlo no se limita a la
falta, a la carencia, en todo caso porque nuestro deseo nos desborda, desborda
de eros y philia. Y para concluir,
junto a Lyotard al final de su texto: En verdad, ¿cómo no filosofar?
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