La construcción escatológica de la vERDAD

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Es mejor que mueran los inocentes a que escape el culpable…

Herodes

 

No hay nada sobrenatural que pueda ser concebido primero como un hecho divino, así como no hay nada natural que la ciencia no trate de explicar, ésta, no se preocupa de lo sobrenatural porque elementalmente es irreproducible. Lo verdadero según lo que entendemos es repetible, pero lo falso también se puede repetir. ¿Qué se puede decir de los hechos que solamente ocurren una vez? ¿Son falsos necesariamente? Esto quiere decir que nuestra noción de la realidad debe ser tomada como limitada de antemano bajo cualquier ley lógica de forma imperativa, aunque no desde ESA lógica imperativa, la que nos dejaron los imperios, sino como forma, como un rayo de lucidez que viene a enseñar qué tan alejados estamos de la Verdad y de estar conscientes de ello.

No es digno, ni intelectualmente ético entonces, asegurar que los milagros no existen, ni siquiera es científicamente correcto decirlo, entendiendo que la falsabilidad es un requisito científico para cualquier campo que se quiera investigar, pero que no puede ser aplicado a todo, y como hay un todo, y una cantidad mínima de investigaciones que se pueden hacer científicamente, la ciencia es enormemente limitada. Los analíticos dicen que no vale la pena escribir sobre lo que no se puede investigar ni demostrar, que hay que apegarse muy estrechamente a la lógica para poder hacer filosofía, pero hay una contradicción en este argumento, porque la lógica misma exime la existencia de la filosofía analítica como una vía relevante para encontrar la verdad. Otro tema es considerar las verdades que ponen en duda, lo cual es su especialidad, y la forma en que lo hace nace desde la perspectiva elitista de la que nació.

Ahora, que lo falso se pueda repetir no es un argumento en contra de los milagros, es el argumento que le proporciona razón de ser a la ciencia, porque es fácil decir que siempre han existido mentiras, por tanto, la filosofía analítica no es una filosofía, es una retórica, un sofismo. La filosofía debe dar esperanza, debe apuntar lo falso; pero no dar una esperanza basada en alimentar “falsos profetas”, ni encontrar lo falso con lógicas basadas en el parasitismo sobre los recursos naturales de los individuos. La filosofía es irracional en este sentido, es un salto hacia los confines de la imaginación y de la superstición con valor estoico, para encontrar en todo lo repetible, aquello que nunca más ocurrirá. El pensamiento histórico tiene que ver con esto, y muy claramente con lo que proponían Deleuze y Guattari en su propuesta filosófica. La filosofía decanta lo parasitario porque no necesita de un alimento externo para sobrevivir, su alimento cae del cielo y son los cielos sus límites, y éstos, no lo tienen.

En este sentido somos prisioneros de la naturaleza. Al crearse la mente y evolucionar, evolucionaron lentamente las formas de tecnologías. Que el humano haya podido domesticar las plantas representa una lucha simbólica entre el bien y el mal, todo ha sido predicho para simbolizar a través de los libros sagrados el advenimiento de dios, su segunda venida, un nuevo paraíso en el cual inventemos también a dios, le demos vida. En este sentido la tecnología, la familia, el estado, las empresas, la inteligencia, son herramientas de una creación teológica después de la cual no podremos escapar. Se estudia la repetición porque es la repetición la fuerza organizativa de dios, se estudia la diferencia para ver en qué este dios se equivoca.

Actualmente nos encontramos en la era de la posverdad, porque es más fácil decir que siempre han habido mentiras, luego, todo es mentira, y la verdad es la que personalmente yo manifiesto. He ahí el renacimiento de las tendencias proclives a crear la realidad, desencantadas del acto repetitivo científico, encuentran en esta visión espiritual una nueva esperanza, una nueva religión. Mas todas las religiones se unen en cierto aspecto, todas crearon algún tipo de herramienta dispuesta a mejorar la tecnología, la punta de lanza; la semilla es una forma tecnológica, y esto es mucho menos espeso de digerir conociendo los avances con respecto a la modificación del ADN en semillas hoy por hoy. Si consideramos, la semilla comenzó dependiendo de algunos hombres experimentados, para luego sostener pueblos, ciudades, imperios; pero en el presente, al igual que las riquezas, comienzan a concentrarse como forma de derecho, como forma de ejecución, en una menor cantidad de población, la más rica, y al igual que con los derechos, son cada vez menos las personas más ricas de este mundo, aunque cada vez más los que sostienen una riqueza parasitaria; así como la filosofía analítica que depende del estudio del lenguaje para desmentir y avanzar al alero de la ciencia. Los ricos parasitarios son personas con una gran opulencia, pero no tan dueños de nada, ni de las tecnologías que le brindan el sostenimiento de sus vidas, comprendiéndolas holísticamente con la naturaleza, ni del sostenimiento que nos ha brindado la agricultura desde hace miles de años.   

Pero la posverdad es un efecto social. Y así como la semilla que, como forma tecnológica, respondió a nuestras necesidades, así también la tecnología como algún tipo de dios que estamos inventando, responde a nuestras necesidades y deseos. Quién controla los medios digitales controla la verdad, la mínima verdad que se está creando, una verdad que busca exaltar deseos porque de éstos dependen las tecnologías, y nosotros de ellas. El populismo, la exaltación de la irracionalidad, es el resumen de lo que ya dijo Nietzsche: "No hay hechos, sólo interpretaciones". Todo marcha en este sentido, y parece hacerlo tan fuertemente que es bastante notorio el hecho que no muchos vean esta trampa, esta tendencia sine die de estar creando de forma literal a una deidad. La tecnología es esta deidad, ya se sostuvo de nuestras manos para comenzar a sostenerse a sí misma, primero la domesticamos a nuestro beneficio, pero no sabremos hasta qué medida lo artificial pueda tornar a salvaje nuevamente. Algunos arqueólogos sostienen que catástrofes así pudieron haber ocurrido, pero ignoro que sostengan que éste nuevo nacimiento de un dios sea la razón de desapariciones masivas de civilizaciones a lo largo de la historia y del mito. El Leviatán guarda estos dos aspectos: en la biblia es un monstruo mítico que representaba el alejamiento de Dios (seguir los deseos), mientras que en Hobbes representa al Estado y sus poderes siguiendo un principio primordial, como, por ejemplo, el de la escuadra y el compás. La adoración a la técnica. 

La potencia del móvil para difundir la propia opinión es importantísima si es lógicamente congruente con aquello que le abruma. Pero ya la tecnología lo adquiere todo, prácticamente no hay nada que se le escape. Estamos aun en una época feudal, con vasallos, reyes, territorios en disputa, y un hambre brutal de lo tecnológico por crecer, lo está consiguiendo, y aparentemente, no hay nada que pueda evitarlo. La aniquilación total podría ser el secreto que nos dejaron los antiguos para matar a este Leviatán, pero obviamente es una solución poco plausible. Sería interesante imaginar qué hizo la tecnología en la antigüedad para que la aniquilación haya sido la solución, dejemos este trabajo a los novelistas y concentrémonos en los hechos.  

Para la posmodernidad la verdad no existe, solo existe el lenguaje con el cual la describimos. "La demasía en palabras mata, pero el espíritu da vida" (Corintios). En términos extremos es el lenguaje el que hoy le da vida a lo que está creciendo y muerte a lo que decrece: nosotros, crea nuevos deseos y es la herramienta para la manifestación de todas las cosas que las masas quieren que se cumplan, pues no hay otra vía hacia el sufrimiento que el lenguaje, y la creencia que podemos manifestar la realidad, lo cual es desear. Lo creímos del budismo, lo creímos en Schopenhauer, hay evidencia suficiente para decir que el transhumanismo es un medio para un traspaso de poder mucho más grande. Actualmente nos podemos sentir lo competentemente ignorantes con respecto al enunciado: Somos la naturaleza mejorándose a sí misma.

Es irónico, lo único que es mas grande que las riquezas, las ciencias y las tecnologías, es el Deseo, y la mayor bajeza. La potencia de lo falso radica en la medida en que la Verdad se oponga a los deseos humanos; el deseo influye, junto al algoritmo lógico de las maquinas, a la ilusión de tener siempre la razón, lo que expande la posverdad a demasiados territorios. Así la vERDAD se impone como forma de dominación y como institución política. Se propone un No al dogmatismo de la verdad, porque la verdad en política ha dejado demasiados estragos, es conveniente la frugalidad de lo falso, o lo que es lo mismo la fugacidad del deseo. Si no hay verdad la tolerancia debe maximizarse, pero lejos de maximizarse una tolerancia positiva, se obtiene una tolerancia negativa, que rechaza la lucha en contra del mal y exalta una aceptación de la conveniencia. El deseo se transforma en una manera de liberarse, porque la razón en política es una forma de dominación, mientras se exalta una verdad única en disciplinas que llevan a la tecnología a niveles cada vez más elevados, pero con otros fines, en los que no está incluida la salvación de ningún pueblo. La verdad es para la tecnología, la vERDAD para nuestros pueblos. En política la verdad se vuelve superstición, y se acusa a los que la practican a niveles inquisidores, tal y como se acusó a los templarios en algún momento, de servir a Baphomet, ese símbolo de carnero dual que representa cierta unión de los contrarios, sarracenos, ocultistas, gnósticos; ya es otro campo de la historia. La democracia se separa de la verdad y se une a la vERDAD.

Las ciencias y las políticas recaen en el pecado de la redundancia, la política lo hace ontológicamente, esto es, es su razón de ser, mientras la ciencia lo hace escolásticamente, como una forma investigativa para aumentar un conocimiento eterno a través de las mismas vías. Como las nuevas tecnologías facilitan lo falso, se llega a intuir inconscientemente que la posverdad (que no exista una verdad definida), puede llegar a liberar a la humanidad. Entonces la verdad depende de las proposiciones de lo que percibimos, lo que es una postura de los analíticos, mientras que la tecnología se vuelve la única forma capaz de fabricar la Verdad.

Muchos dirán a la vieja usanza de que si eres comunista no puedes portar un iPhone, que todo esto lo escribo a través de medios digitales, pero esto no es más que otra forma de hacer ver lo poderosa que se ha vuelto nuestra incapacidad de ejercer otros medios. Al fin de cuentas San Agustín ya nos defendió: Si la verdad no fuera transmitida, enunciada, ni usada, no habría Verdad.

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